Llegado el cambio de hora, Naruto pudo estirarse un poco en su lugar. La materia de historia solía ser siempre tan aburrida que acababa quedándose dormido. Solo faltaba filosofía y podría irse a Ichiraku por un gran tazón de ramen. Esperaría a Shisui como todos los días y se irían juntos a ver alguna película en su departamento.
Tras haber aclarado la situación, todo volvía a estar bien entre ellos. No había sido fácil perdonarle sus desplantes pero al final Naruto había cedido porque odiaba que estuvieran distanciados, y porque entendía vagamente que Shisui no podía deslindarse tan simple de las labores empresariales como él hacía con su empleo en el restaurante. Shisui, contrario a él, llevaba años capacitandose y trabajando para su tío. Al menos eso le había dado a entender.
-Solo cuarenta minutos- bostezó, mirando el reloj sobre la pizarra. Las dos últimas clases siempre eran las más largas y tediosas de todas.
-Buenos días.
Naruto había cerrado los ojos y se disponía a tomar una siesta cuando le oyó. Aquella voz aterciopelada hizo que su cuerpo se paralizara y sus ojos se abrieran al máximo.
"Itachi san"
Se incorporó de golpe, en tanto su mirada se cruzaba con la de él. Imponente, misterioso, altivo.
Naruto sintió que su estómago se contraía por la sorpresa. Ni siquiera reparó en los codazos que Kiba le daba a su costado mientras hacía un comentario irónico sobre el regreso de "aquel tipo arrogante y pretencioso"
Prendado de su bella mirada, Naruto se forzó a acomodarse bien en su asiento, bajó inmediatamente la vista a su cuaderno y tragó saliva pesadamente.
De nuevo allí estaba esa sensación de vértigo.
¿Qué hacía Itachi allí?
La respuesta era obvia al observar su maletín, pero Naruto se había convencido de que no regresaría a ese colegio.
¿Por qué volvía?
-Oye, Naruto. ¿Te sientes bien?...te ves pálido.
De nuevo la voz de Kiba lo distraía de sus preocupaciones.
Mécanicamente asintió. Luego recordó a Shisui y un mal presentimiento pulsó contra su pecho.
A toda prisa, hurgo en su bolsillo y, con el móvil bajo el pupitre, trató de redactar un escueto y rápido mensaje a Shisui para que se vieran en el restaurante y no fuera de la escuela como habían acordado. No sabía en qué términos habían quedado Itachi y Shisui, pero, si llegaban a encontrarse, Naruto casi podía asegurar una pelea.
Con manos sudorosas, dio a enviar el mensaje y se relajó un poco en la paleta, suspirando y obligando a su nerviosismo a disiparse, a sabiendas de que, desde que Itachi había entrado al aula, no dejaba de mirarle.
*
En cuanto la clase finalizó, Itachi lo vio guardar sus útiles a toda carrera.
-Naruto- le llamó, sin advertir ni preocuparse en los alumnos rezagados del salón. -¿Podría hablar contigo un momento?
Vio la duda centellear en las pupilas zafiro, sin poder determinar si aquella emoción latente y difícil de ocultar por Naruto se trataba de miedo, incertidumbre, confusión, o quizá una mezcla de todo.
-Por favor- insistió al verle colgarse al hombro la mochila. Naruto le evadía la mirada desde que la clase había iniciado. Ya no era pena ni nerviosismo lo que le impulsaba a repeler el contacto visual con él, sino enfado.
-Llevo algo de prisa- se excusó Naruto, sin querer encararlo directamente.
-¿Te verás con él?- remarcó Itachi, haciendo especial énfasis en el apelativo para que Naruto por fin se volviera en su dirección. Era difícil huir de las mentiras, pero destrozaba querer alejarse de la verdad. Él mejor que nadie lo había comprendido durante su viaje junto a su padre, pues cada día rememoraba todo lo vívido con Naruto, incluidos los sentimientos tan profundos que, hasta la fecha, no desaparecían. -Te amo, Naruto- lo tomó del brazo para atraerlo hacia su cuerpo y lo estrechó con fuerza contra su pecho, ansiando grabar en él hasta el más ínfimo roce.
Las pupilas de Naruto tintinearon en desconcierto.
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