SooJung tenía un fuerte labial bermellón que contrastaba con su abrigo gris. Do no solía notar esos detalles o, más bien, no les daba menor importancia, pero lucía increíble. Mientras esperaban el metro más de una persona se volteó a mirarla. Se veía tan tranquila mirando el suelo, a un costado de los asientos y él a su lado. Era realmente apacible estar junto a ella. Esa fue la razón por la que le pidió que lo acompañara a la sesión de regresión. Ella finalmente había sucumbido a su fidelidad por Kim, pidiéndole que le contara para que fueran juntos, sentía que él debía ser la persona que podía ayudarlo en ese momento, pero Do se negó rotundamente. No pretendía interrumpir su itinerario de nuevo, aún menos al saber por la propia boca de ella que Kim trabajaba hasta la extenuación por su culpa. No quería sentirse una carga nunca más.
No necesitaron cita, ya que SooJung le había pedido a un amigo suyo que la ayudara. El lugar tenía un aspecto bastante normal, había una pequeña ventana a un costado con persianas anchas que bloqueaban casi toda la luz externa, pero que dejaban entrever finos rayos de un sol frío. No había nada que destacara en el lugar más que el labial bermellón, incluso el terapeuta era una persona ordinaria, con una barba incipiente y gafas.
Do le pidió a ella que se quedara al interior de la sala, quería que lo acompañara como una profesional, que estuviera atenta a sus reacciones y a todo lo que pudiese decir, quería una persona en la que confiara y era ella. Podían no llevar años conociéndose, pero confiaba en su juicio clínico y profesionalismo. Además, no había nadie más que pudiese desempeñar ese papel. El profesor Guk no era idóneo y no pensaba decirle a Kim que tuviera que soportar verlo en ese estado, no después de todo lo que había pasado antes.
Le pidieron que adoptara una posición cómoda en el sofá, que cada una de sus extremidades estuviera relajada, que no hubiese nada físico que pudiese alterar el proceso. Se quitó la chaqueta y le permitieron quitarse los zapatos también. SooJung se sentó a un costado de su amigo y observó a Do casi de frente; él no le dirigió la mirada ni una sola vez antes de cerrar los ojos, lo cual la hizo sonreír amargamente. Esa aspereza en sus actos le recordaban que era un hombre, hecho que olvidaba casi siempre por su imagen tan frágil todavía.
Le hicieron un par de preguntas, una tras horas, lentamente, le hicieron transitar por un camino extenso, neutral. Y poco a poco perdió la conciencia sobre su propio cuerpo. Dejó de sentir los ojos cerrados y lo que parecía un intento de recordar su pasado, se transformó en un abrir de ojos, en estar en un cuerpo más pequeño, en encontraste con un hombre alto que le impedía ver el sol.
Despertó agitado, con el cuerpo lleno de sudor, hiperventilando y siendo incapaz de controlarse. Las voces del psicoterapeuta y SooJung resonaban muy lejos y no lograban llegar a él. Temblaba sin saber dónde estaba, recuperando el sentido pocos segundos después. Se tocó el pecho y el cuello, no dolían, pero tenía unas ganas tremendas de llorar. Sentía la mente nebulosa y no lograba incorporarse del todo. Se sobresaltó al sentir las manos de SooJung apretándole fuertemente los hombros, sacudiéndolo un poco, haciéndole reaccionar y repitiendo su nombre muchas veces en voz alta. Sólo se fijó en sus labios bermellón y eso lo trajo de vuelta a la realidad.
En el camino a casa no había dicho una palabra, ni tampoco había dejado entrever nada de sus emociones exaltadas. Una vez en el departamento SooJung le preparó una infusión calmante. Do se dejó caer en el sofá de la sala, mirando el techo. Estuvo así minutos eternos y podría haber seguido así si es que ella no lo hubiese sacado de sus pensamientos. A pesar de su insistencia, ella le dijo que no harían nada de terapia hasta pasado unos días, que tenía que recuperarse. No podría haber avance alguno con su mente tan dañada. Había recibido mucha información y tenía que procesarla. Se negó una y otra vez hasta que Do finalmente cedió.
— Quizá no es algo que quieras hacer, pero te aconsejo que le cuentes todo lo que hicimos hoy a JongIn. Él no te ve como una carga y sería muy doloroso para él enterarse luego que has hecho todo esto sin decirle. Si quieres contarle también de lo que pudiste recordar, es tu decisión, pero él se preocupa mucho por ti.
El mensaje oculto tras esas palabras era algo que Do nunca iba a descifrar. SooJung sabía de la preocupación obsesiva de Kim sobre todo lo que se relacionaba con el chico y también sabía que podría poner en riesgo la relación de él y ella si es que no le contaba acerca de la nueva terapia, aunque tampoco quería inmiscuirse en los asuntos del muchacho.
Se despidió de él y le advirtió que sólo descansara, que no se sobreexplotara. Cerró la puerta tras ella y avanzó hasta el ascensor. Se aseguró de estar dentro y al presionar los botones, cerrarse la puerta y mirarse al espejo, se quebró. Un amargo llanto se acumuló en su garganta. Qué sensación más desconsolante. Lo que había presenciado iba mucho más allá para lo que se había preparado y su inexperiencia en ese campo le hizo flaquear. Perdió su rol como psicóloga en esa sala cuando escuchó todo lo que salía de la boca de KyungSoo y se sintió tan frágil como una persona cualquiera siendo arrebatada de su humanidad.