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Percepción por rmone77

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Notas del capitulo:

—He's dreaming—

El hotel en el que se encontraron quedaba en la periferia de la ciudad, en sentido sur, tenía vistas a sector en construcción, barrios residenciales que estaban a medio terminar y uno que otro edificio casi terminado. A un costado un condominio de departamentos vacíos, a penas con uno o dos inquilinos y era fácil ver que la mayoría de las ventanas que daban hacia el hotel se encontraban vacías, sin adornos en su interior. En la habitación que alquilaron había un pequeño balcón con una mesa antigua, pero bien conservada, aunque los bordes de las paredes estaban muy desgastados. KyungSoo bebía café, muy concentrado en la carretera más austral en donde apenas se veían pequeñísimos los camiones de carga más grandes. El frío se colaba por el borde inferior de las ventanas y luchaba con la calefacción del interior. En el fondo, de manera suave, resonaban melodías que fascinaban a KyungSoo, tonadas antiguas de R&B, voces melodiosas, graves y rasposas, pero muy dulces.


Lograba divisar en los alrededores del primer piso un pequeño parque, muy bien cuidado, la longitud de los árboles y la espesura de las hortensias dejaba entrever la edad del edificio. Un niño cruzó en bicicleta tan rápido que no le pudo seguir el rastro, y por el otro lado una pareja caminaba calmadamente tomados de la mano. La mujer era menuda, pero iba oculta en un gran abrigo para protegerla de la malicia del otoño, y el chico era alto, tan alto como JongIn, pero más delgado, usaba una chaqueta holgada y recubierta en su interior, dándole un aspecto mucho más jovial del que ya tenía. Reían como enamorados mientras el cabello corto de la chica se despeinaba un poco a causa de una ventisca gentil. Allí, en la distancia, se preguntaba si es que alguna vez JongIn y él hubiesen sido capaces de caminar así, con tanta calma, como si no les estuviera prohibido. Hablando de trivialidades y sonriendo, jugando con sus manos hacia adelante y hacia atrás, como niños pequeños, con las mejillas hinchadas de tanto sonreír, con las miradas al frente, jugueteando con las piedrillas en sus pies, felices.


Por un momento dejó de ver a la pareja y no fue difícil cambiar las imágenes por las de ellos dos. JongIn se había despertado hace unos minutos y así como estaba, a medio vestir, había ido directo por un abrazo de KyungSoo. Desde su espalda, le rodeó la cintura y dejó la frente apoyada en su hombro, guardando los segundos, apretándole con más fuerza cada vez. KyungSoo ni siquiera se inmutó, siguió bebiendo el café dulce que le abrigaba las manos, dudando si dejar salir el tormentoso pensamiento que lo había acompañado las últimas semanas.


— Estuve pensando que, si no nos hubiésemos conocido, habría muerto sin que nadie se diera cuenta.


KyungSoo bufó y endulzó de nuevo su boca, volviendo a divisar a la pareja que ya casi terminaba su paseo. El frío se tomaba de sus tobillos, subiendo por sus piernas delgadas, sin pasar más allá de sus muslos. El calor del cuerpo recién levantado de JongIn lo protegía del frío. Tenía la piel caliente y la podía sentir incluso a través de la ropa. No veía su rostro, pero se lo imaginaba como un cachorro a medio dormir, esa imagen tan dulce que siempre desprendía a pesar de su edad.


Qué distinta era la realidad del presente. Huyendo de periodistas, viviendo sus infinitos idilios muy alejados de la sociedad. Y quizá siempre había sido de aquella manera. Estaban mezclados entre gentes, pero habían estado siempre alejados de los demás, recelosos, el uno del otro de aquello que producían en ambos.


— No me gusta despertar y que no estés a mi lado.


La voz ronca y somnolienta de JongIn lo sacó de sus cavilaciones. Sin darse cuenta el café se había acabado de su taza, volviendo a sentirse adormilado sólo por el hecho de no poder beber más.


JongIn le robó un beso. Sus labios tenían un dulzón ácido que se mezclaba con la amargura que guardaba en su boca. Era un beso demasiado hambriento para provenir de alguien que recién se levantaba de la cama. Llegaba a sentirse angustiante. Percibir esa necesidad de robarle la respiración. Como si pidiera a gritos que le dijera que ahí estaba, que no iba a ir a ningún lado de nuevo.


Aquel nublado y frío día pretendían resolver asunto de la casa que JongIn había comprado tiempo atrás. No tenían planeado volver a vivir allí, aunque habían sido apenas unos meses que la habitaron. KyungSoo ahora disponía de una cantidad ilimitada de dinero al ser heredero legítimo de su abuelo, aunque en sus planes todavía no estaba el hacerse cargo del mundo empresarial que había obtenido. La junta directiva había designado a un directivo provisorio y KyungSoo no podía estar más de acuerdo con la idea. Ya se había reunido varias veces con ellos, sabía que su sola presencia causaba profundo desagrado en los ancianos que componían los altos puestos, pero su incapacidad para relacionarse le permitía ignorar aquello sin alguna dolencia. Sólo deseaba ser partícipe de alguna manera de los esfuerzos que hizo su abuelo en todo ello y no desperdiciarlos. Mientras todo fuera bien, de alguna manera, le bastaba. Sus padres habían dejado de ser parte de la junta. A su madre se le permitió trabajar en un puesto ejecutivo, aunque ella prefirió rechazar la generosa oferta de su hijo. Ella no se podía permitir trabajar codo a codo con quienes siempre habían sido inferiores en el escalón empresarial y prefería valerse por sí misma, con sus propios negocios y empresas aparte de las que era partícipe. De su padre no volvió a saber más y aunque no se le permitía sentir remordimiento por aquel hombre al que nunca pudo reconocer como un verdadero padre, sólo esperaba que estuviese bien. No podía desearle ningún mal. No quería hacerlo.


Decidieron tomar una ducha, pero toda la determinación que pudieron tener minutos antes se deshizo rápidamente con el agua caliente sobre sus cuerpos. La pasión les consumía el tiempo y las horas se transformaban en segundos que no terminaban de saborear. El contraste tan distinto del frío que dormitaba en el aire y se reflejaba en los azulejos del baño, en contra del vapor que emanaban sus pieles, era increíblemente atrayente. 


Desde aquel día en que se vieron por primera vez luego de todas las circunstancias ocurridas, JongIn no dejó de abrazar a KyungSoo en mucho tiempo. Sollozaba como un niño pequeño, le temblaban los hombros y ni siquiera pudo hablar. Estaba completamente afectado al punto en que logró penetrar en la habitual inconsciencia de KyungSoo. Sin embargo, era muy distinto en este momento. No existía una pizca de tristeza en sus manos que marcaban con propiedad intangible el torso del chico. Su mirada temblaba de admiración y no se detenían los besos, uno y otro, seguidos, no sólo en su boca, mas bien en su cuerpo. KyungSoo sentía que si hubiese podido le habría besado hasta la planta de los pies. Al inicio fue un poco abrumante tener que acostumbrarse a este nuevo JongIn, tan pasional, tan entregado a sus instintos, olvidándose de su compostura, sintiendo su amor de una manera tan intensa, como si fuese un adolescente que se enamoraba por primera vez. Era asfixiante, lo seguía a todos lados, necesitaba tocarlo a cada minuto, y muchas veces no se conformaba simplemente con tomar su mano o darle un abrazo. Si KyungSoo fuese un poco más perspicaz se habría dado cuenta que la actitud de JongIn era casi bestial, porque intentaba marcarlo, intentaba hacerlo suyo de mil maneras. KyungSoo no lo sabía, pero JongIn tenía grabado en el cerebro cada imagen de su muchacho siendo abusado por otras personas. Quería borrar aquello, necesitaba hacerlo, pero cada vez que sentía que lo conseguía, un montón de miedos le arrebataban toda seguridad y terminaban sofocándolo. Aun así, entre ambos había un perfecto equilibrio, ya que KyungSoo empezó a interpretarlo como una nueva etapa en su relación. Empezó a sentirse feliz de la sobreprotección excesiva de JongIn e, incluso, empezó a parecerle tierno.


JongIn necesitaba tocar los lugares que otros tocaron antes que él, necesitaba acostumbrarle la piel a su único toque, quería desesperadamente mantenerlo a su lado. No se conformaba simplemente con amarlo y ser amado.


 


Y si antes JongIn se contuvo para no dañar el cuerpo de KyungSoo cuando estuvo en las peores condiciones, había dejado de importarle ese pensamiento. Y aunque sí había recuperado fuerzas y bastante peso, casi volviendo a su contextura habitual, cualquiera se hubiese avergonzado e, incluso, perturbado, al ver las manchas infinitas tiñendo la piel amielada de KyungSoo. Incluso él mismo se avergonzaba cada vez que tenían sexo en el baño y observaba, a través del espejo, el reflejo suyo siendo devorado por la presencia irrefutable de JongIn. Constantemente le ardía el cuello ante el roce de la camisa o sus muslos, teniendo que vestir telas suaves. Sin embargo, por muy incómodas que fuesen las consecuencias, o lo brutal de la actitud sexual de JongInKyungSoo se sentía dominado por el miedo que este emanaba cada vez que le decía “te amo”. No tenían sexo simplemente por amarse, era una cuestión totalmente distinta. Y cada vez que JongIn le rompía la cordura mental y ensuciaba su cuerpo a tal punto de parecer forzado, la actitud sumisa que se posaba en sus hombros cuando lo tomaba en brazos y besaba con ternura su mejilla, diciéndole que no podía vivir sin él, apaciguaba todas las emociones. 


En contra de toda apariencia, JongIn estaba completamente sometido a la existencia de su adorado chico. Quizá él era lo único que todavía podía mantenerlo cuerdo luego de todo lo vivido.


 


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