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Once in a lifetime por lyra

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Notas del fanfic:

fic basado en la serie Outlander, basada a su vez en los libros de Diana Gabaldon, serie Forastera

 

todo lo que aparezca con esta señal *, serán escenas o diálogos sacado de la serie en la que me baso o del libro en el que se basa la serie.

En cada capítulo que así ocurra, dejaré una pequeña explicación sobre el diálogo que he usado y tal.

 


A sus 19 años recién cumplidos, el sueño de Bill Trümper Kaulitz era convertirse en un médico tal y como lo era su madre. Lo supo desde niño, ayudar a los demás estaba en sus genes.

Pero con 7 años su madre se casó con un buen hombre, Gordon, el mejor padrastro que podía tener. Era profesor de historia, otra de las asignaturas favoritas de Bill y a su madre le gustaba verlos cada noche metidos en el despacho devorando libros de historia, sabiendo que le sería muy necesaria...

Bill trabajaba duro para sacar buenas notas, y apenas tenía tiempo libre para disfrutar de los pocos amigos que tenía, y de Andreas, el chico con el que llevaba escasos meses saliendo. Se gustaban mucho, pero Bill sentía que lo suyo no iba a ninguna parte. Tenía dudas, por un lado quería cortar con él pero por el otro le daba mucha pena porque se le notaba muy enamorado y romperle el corazón sería lo último que quisiera hacerle.

Pero tampoco podía seguir con una relación predestinada al fracaso, no podía pasarse el resto de su vida a su lado solo por su bienestar sin pensar en el suyo propio.

Había tomado la firme decisión de hablar seriamente con él pasados los exámenes, ambos estudiaban juntos y no quería que su decisión afectara los estudios de ambos.

Y con esa idea ya más clara se levantó esa mañana temprano para acudir a clase. Se fue corriendo a la ducha, le gustaba cuidar su aspecto y su largo pelo requerría su tiempo. Lo llevaba por los hombros, liso y suelo, lo que en más de una ocasión había sido motivo de duda, pues entre el pelo y sus rasgos tan femeninos había sido confundido por una chica en más de una ocasión. Añadiendo el hecho de que le gustaba maquillarse de vez en cuando...

Suspiró y se dio prisa. Su madre estaba de guardia y no volvería del hospital hasta la hora de comer. Y su padrastro trabajaría en su despacho toda la mañana, había decidido tomarse un tiempo para dedicarse a estudiar a fondo un gran hallazgo que un colega amigo suyo había hecho hacía varias semanas.


La noche anterior había comentado el tema mientras cenaban los dos solos. Por lo visto unos obreros estaban trabajando en la ampliación de una casa y cavando en el terreno habían encontrado un cofre de aspecto muy antiguo. Habían pedido su ayuda para estudiar los documentos allí hallados y Gordon Trümper no podía estar más emocionado.

Y Bill no podía evitar sentirse un poco contagiado, gracias a su padrastro había llegado a amar la historia, y siempre que le pedía ayuda en una de sus investigaciones, Bill le echaba una mano encantado.

Más de una noche la había pasado en vela investigando en internet, leyendo cada artículo que su padrastro escribía y recordando alguno de sus numerosos viajes que habían hecho para ver la historia con sus propios ojos.

Como el último, fueron a Egipto a ver las pirámides, entraron en todos los museos que vieron y Bill disfrutó como nunca.

Ya estaban planeando su siguiente viaje, irían a Roma el verano siguiente y aunque faltaban meses Bill ya iba preparándose, quería verlo todo y junto a su padrastro programarían día a día para no perderse nada.

— ¿Bill?

La voz de Gordon le sacó de sus pensamientos. Terminó de ducharse y ajustándose una toalla a la cadera salió del baño.

— ¿Estás bien? —preguntó Gordon—Tardabas mucho y pensé que te habías quedado dormido.

—Perdona, estaba en las nubes—se excusó Bill sonriendo.

—Te he dejado café preparado, y un par de tostadas—explicó Gordon—Si no necesitas nada, me meto en el despacho a trabajar.

—Gracias—dijo Bill— ¿Qué tal el nuevo material?

—Muy entretenido—contestó Gordon—Tienes que verlo cuando puedas, son documentos muy antiguos, de 1740.

—Me muero de ganas, esta tarde cuando venga de clase echo un vistazo—prometió Bill.

— ¿No has quedado con Andreas?—preguntó Gordon carraspeando.

Bill maldijo por lo bajo, se le había olvidado que había hecho planes con Andreas para ir al cine esa tarde. No le apetecía en absoluto, y menos tras lo que le había comentado su padrastro...

—Andreas lo entenderá—murmuró Bill suspirando.

Gordon asintió con la cabeza y le dejó que terminara de arreglarse. Se le había hecho un poco tarde, y Bill se dio prisa en vestirse. Al final, peinó su largo pelo en una coleta y echó a correr calle abajo con una tostada en su mano de la que apenas había probado bocado. Tenía la sensación de que lo que Gordon le quería enseñar era muy importante, más que la clase de anatomía a la que llegó por los pelos esa mañana.

 

 

 

Pasó el resto del día tratando de centrarse en los estudios, y de apartar a un lado las manos de Andreas, que no dudaba en cada descanso entre clase y clase de demostrarle lo mucho que le amaba.

Como en esos momentos, que no le dejaba ni ir al baño solo. Se estaba lavando las manos cuando se le acercó por detrás y abrazó suspirando, apoyando la cabeza en su hombro.

— Estaba pensando, que podíamos dejar lo del cine para otro día—comentó Andreas.

—Claro, si no te viene bien...—empezó a decir Bill, aliviado de haberse librado.

—Es que mis padres no estarán en casa en toda la tarde—susurró Andreas besando su cuello—Y he pensado que tú y yo podíamos...

No hacía falta que terminara la frase, Bill ya sabía a lo que se estaba refiriendo. Al sexo, se habían acostado juntos unas cuantas ocasiones, muy pocas para el gusto de Andreas que si por él fuera lo harían a todas horas.

—No sé...hoy no me viene bien—murmuró Bill carraspeando.

—Bueno, pues no haremos compañía solo—dijo Andreas suspirando—Podemos ver una película, como si estuviéramos en el cine.

Bill sacudió la cabeza, sabía que si iba a su casa esa tarde lo último que harían sería ver una película nada más. Decidió contarle la verdad, mejor que no inventarse una tonta excusa como que le dolía la cabeza o de mentirle para que le dejara un poco de espacio.

—Es que Gordon está con un trabajo entre manos y quiero ayudarle—empezó a explicar.

— ¿Algún trasto viejo que catalogar?—preguntó resoplando Andreas.

—Documentos antiguos—corrigió Bill deshaciéndose de su pegajoso abrazo—Y son muy importantes.

Andreas se dio por vencido, sabía que cuando se metía la historia de por medio él siempre salía perdiendo.

—De acuerdo, dejemos la cita de hoy para otro momento—murmuró dándose por vencido.

—Prometo recompensarte—dijo Bill, no muy seguro.

—Te tomo la palabra—accedió Andreas sonriendo.

Le cogió por la cintua y antes de que Bill pudiera negarse se apoderó de sus labios y besó con firmeza, no soltándole hasta que el timbre del fin del descanso resonó por el pasillo.

 

 

Una vez terminadas las clases y tras despedirse de Andreas ante la puerta de casa, Bill entró en ella soltando un profundo suspiro. Se sentía agobiado con tanta muestra de cariño, llegando incluso a pensar que si no sería él un poco rarito por no mostrarse tan cariñoso con su novio.

Pero es que no le salía, veía en las películas como una pareja de enamorados caminaba de la mano, se miraban a los ojos y sonreían. A él no le pasaba lo mismo, sentía a Andreas cerca y se ponía tenso sin poder remediarlo.

Dudaba que alguna vez encontrara a alguien con el que caminar de la mano, sonreir ampliamente cuando sus miradas se cruzasen...hacer juntos el amor tiernamente...

Porque con Andreas era solo sexo, parecía más interesado en inventarse posturas que le proporcionasen más placer a él que intersarse si los dos habían disfrutado y tras hacerlo se sentía bien, pues en más de una situación se había sentido forzado y una vez a solas rompía a llorar sin poder evitarlo.

¿Por qué era tan tonto que no le paraba los pies de inmediato? ¿Por qué seguía con Andreas, por miedo a pasar solo el resto de su vida? Su madre siempre le decía que le esperaba un amor verdadero, y él sabía con certeza que jamás sería Andreas...

Sacudió la cabeza y alejó de su mente a Andreas, dejando atrás sus dudas amorosas y su herido corazón. Su padrastro estaba en su despacho y entró tras acordarse de llamar educadamente a la puerta.

—Bill, pasa y toma asiento—pidió Gordon.

Bill así lo hizo. Entró en esa habitación que tanto le encantaba. Su padrastro tenía alguna que otra antigüedad en ella, como el escritorio de caoba que había en un rincón de la estancia, creía recordar que le había contado su historia, como lo compró siendo joven con todos sus ahorros en un viejo mercadillo y restauró con sus propias mano. A Bill le encantaba, y Gordon le prometió regalárselo cuando fuera un médico de renombre.

Se sentó en una de las butacas de orejas que tenía su padrastro ante la chimenea, viendo como él ocupaba la otra. El fuego ardía calentando la estancia, estaban a finales de Octubre y aunque no hacía aún mucho frío, a Gordon le gustaba encender la chimenea y leer aspirando el olor a madera quemada. Otra manía que Bill también compartía.

— ¿Qué tal se lo ha tomado Andreas?—preguntó Gordon antes de nada.

—Bueno...le he contado la verdad y lo ha entendido—susurró Bill, sintiendo que no era del todo cierto.

La verdad hubiera sido cortar con él esa misma mañana, no darle falsas esperanzas.

—Sé que en ocasiones Andreas puede ser algo pesado, pero está muy enamorado de ti—apuntó Gordon—Y si no estás seguro de lo vuestro, tienes que hablar muy serio con él antes de hacerle daño.

—Lo sé, y lo haré—prometió Bill con firmeza—Ahora estoy en época de examenes y quiero concentrarme en ellos. Cuando termine, hablaré muy en serio con él. No puedo esperar más tiempo.

Gordon asintió con la cabeza y abrió la carpeta que tenía en sus manos.

—Son unos documentos magníficos—empezó a explicar Gordon—Por lo visto por esta zona vivió en 1750 una familia de escoceses.

— ¿Escoceses en Leipzig? —preguntó Bill alzando una ceja—Un poco lejos de casa ¿no?

—Bueno, no te extrañes tanto—dijo Gordon conteniendo el aliento—Sin ir más lejos, estás viviendo bajo el mismo techo que una escocesa.

— ¿Cómo? —gritó Bill sin querer.

— ¿No sabías que tu madre tiene ascendientes escoceses? —preguntó Gordon, viéndole negar con la cabeza—Pregúntale a ella, sus antepasados viajaron desde Escocia en busca de una manera de sobrevivir. Tras la batalla de Culloden y tal y como quedaron las cosas en Escocia, tuvieon que cambiar de aires a ver si aquí podían hallar algo de paz. Y teniendo familia en Leipzig decidieron que era un buen lugar para vivir.

* La batalla de Culloden, Bill la conocía. Fue el choque final entre Jacobitas y partidarios de la Casa de Hanover durante el levantamiento jacobita de 1745. Los Jacobitas eran en su mayoría escoceses de las Highlands, y tras la batalla las represalias civiles fueron también severas. Se promulgaron leyes para erradicar el sistema feudal de clanes en Escocia, e incluso las gaitas y la vestimenta tradicional de la zona fueron declaradas ilegales. *

Y su madre era descendiente de uno de esos clanes...

—Querían empezar una nueva vida—siguió explicando Gordon—Y para empezar desde cero dejaron atrás todo lo que pudieron sus raíces, cambiando su apellido por otro menos escocés.

— ¿Su apellido? —repitió Bill con mucha curiosidad.

—Pasaron a ser Kaulitz, pero su apellido real era McKaulitz—contestó Gordon—Como el tuyo.

Bill abrió los ojos como platos, entonces él también tenía sangre escocesa corriendo por sus venas. Siempre le fascinaron las historias de la Escocia de 1700 y resultaba que él mismo formaba parte de ella.

—No me puedo creer que mi madre nunca me dijera nada sabiendo lo que me encanta la historia—dijo Bill cruzándose de brazos.

—Ahora no parece tan importante, pero entonces debían ocultar ser escoceses si querían conservar la vida—explicó Gordon—Más tras una batalla tan importante como la de Culloden, muchos prisioneros de guerra fueron condenados a morir ahorcados, y sus familias quedaron destrozadas, les arrebataron todas sus posesiones y algunos fueron tachados de traidores a la corona. Huir era su única salida, y esconder sus raíces costara lo que les costase.

—Era otra época—murmuró Bill con pena—No ser tú mismo por el miedo de morir, debió ser muy triste.

—Tu madre me contó una vez que su abuela aún guardaba algunas cosas de entonces—comentó Gordon de repente—Y tras su muerte, Simone no quiso que cayeran en otras manos y subió al desván un baúl con todo lo conservado por su abuela.

— ¿Me estás diciendo que encima de mi cabeza tengo un trozo de historia? —preguntó Bill señalando el techo del despacho de su padrastro.

—Yo ya eché un vistazo en su momento cuando me lo permitió tu madre—contestó Gordon—Si quieres verlo, pide permiso primero. Es todo muy antiguo, hay desde recuerdos personales hasta algunas ropas bien conservadas, tartanes con los colores del clan. Todo es muy valioso, aparte de sentimental.

Bill asintió con la cabeza, su madre había tenido que volver al hospital a trabajar, pero regresaría para la hora de la cena, y entonces abordaría el tema. No pensaba parar hasta que su madre le diera permiso para ver con sus propios ojos el legado de sus antepasados.

Era como si le estuviera llamando, como si una voz en la lejanía susurrara su nombre desesperado...

 



 

 

 

Notas finales:

* pequeño resumen de la batalla de Cullodem, sacado de la wikipedia*


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