Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Todo por Riki por Arwen Diosa

[Reviews - 8]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

El largo de su chaqueta desgastada cubría a la perfección la cartuchera de su cinturón. Guardó el arma y especificó algunas órdenes a su equipo para que se deshicieran de los cuerpos atravesados por el láser que disparó. 

Sus facciones, duras y severas, ocultaban a la perfección toda su sangre caliente palpitando en sus venas, como adrenalina pura que excitaba a su cerebro. Controló su respiración con un buen cigarrillo que encendió mientras se alejaba, disfrutando de la sensación de contraste de temperaturas por el tabaco caliente entrando a sus pulmones y el sudor frío de su espalda.

Katze subió a su oficina con pasos marcados y fuertes; el aroma a sangre fresca se perdía de su olfato con placer ¡Estúpidos! Intentar engañar al líder del Mercado Negro. Cerró la puerta de su oficina y se dejó caer en el sofá más cercano, prefiriendo que todas esas emociones aminoren solas de su cuerpo.

Expulsó lentamente el tabaco de sus labios.

-Vi lo que hiciste ahí abajo.

Levantando la cabeza de golpe, Katze miró al otro extremo de la habitación, encontrando a Raoul. Copa de vino en mano, rostro serio. No avisó que se acercaría a Ceres y vestía ropas no Élites, seguramente para no llamar la atención. Existían protocolos de seguridad que aplicaba su gente cuando Raoul se aproximaba hasta los barrios marginales ¡En que estaba pensando Raoul al venir sólo!

El Blondie tenía en su amplio conocimiento la visión que el Líder del Mercado Negro era, sin duda, un sujeto a temer, carácter sin escrúpulos y de inteligencia calculadora. Sabía que las manos de Katze estaban bañadas en sangre, claro, las órdenes de Iason eran la justificación perfecta y mantener sus intereses, su prioridad. Pero fue en esta ocasión la primera vez que lo veía con sus propios ojos y se hizo real. Katze podía ir de la elegancia de un traje y palabras suaves a un cambio radical de lucir esa chaqueta desgastada que usaba para ocultar su arma. 

Katze se acercó después de apagar el cigarrillo contra el suelo, aplastándolo con el zapato; estaba molesto por la intrusión de Raoul a su oficina ¡Si! Eran amantes y básicamente el Rubio dueño literal de su vida, pero Raoul no estaba en su calidad de Jefe aquí, sino por sus temas amorosos y románticos ¿O se equivocaba? Ahora no tenía tiempo para eso. No quería pensar en eso.

Tomó la copa de vino de las manos de Raoul y bebió de golpe el contenido. Dejó la elegante cristalería con fuerza en la mesa más cercana.

- Me viste ¿Y? – “Éste soy yo, un mestizo que es comparado con una rata”, pensó pero no dijo lo último. No era necesario porque Raoul lo sabía – Es el Mercado Negro ¿Qué? ¿Creíste qué entregaba paquetería? 

-Contrólate  – Raoul respiró por la nariz diciéndose lo mismo mentalmente, su pelirrojo era un grosero cuando quería y este lado suyo también le parecía interesante; Raoul Am no era Iason Mink y nunca levantaría su mano en consecuencia a un desplante – Conozco muy bien como funciona y lo que sucede en el Mercado Negro – hizo una pausa, notando el ceño marcado en la frente y el opaco destello de sus ojos dorados –  ¿Migraña?

-¡Sí! – admitió de mala gana.

-Píldoras – Raoul fue al conocido cajón del escritorio donde sabía que Katze guardaba sus medicinas. Le dio la espalda para alcanzarlas, sintió de inmediato que era rodeado por la cintura con los brazos fuertes de su mestizo. Katze amoldó sus cuerpos en un abrazo enterrando la cara en la espalda ancha del Blondie.

-Lo siento… Ha sido una semana estresante. Estoy nervioso por la cirugía… Dejar los negocios por tanto tiempo… Por arreglármela manejando todo de manera remota… No. Lo demás no es un problema. Solo la cirugía… Estoy nervioso por eso. 

-¿Qué te preocupa exactamente? 

-Que nada funcione… Y aún completo, sea igual de disfuncional ¿Y todo por qué? Sí, me violaron cuándo era joven y estúpido, pero ¿a qué cara bonita de Ceres no le ha sucedido eso? 

-Katze… – Raoul giró y lo tomó con fuerza de los hombros – Eres un hombre increíblemente inteligente, no hagas que te diga cosas que ya sabes, nadie es igual y que suceda o no, a otros no lo hace normal para nadie. Cada mente trabaja de manera diferente y a ti te afectó de esa forma ¿Comprendes? – Raoul suspiró intentando relajar el tono de su voz – Además, estaré contigo.

- Eso es peor… ¿Podría decepcionarte? 

-Jamás.

El sexo… Katze estaba nervioso ante la incertidumbre de no saber si era capaz de tener una experiencia plena, lo afectaba a él y a su compañero. Pero Raoul entendía la mente humana.

-¿Estuviste evitándome a causa de estos pensamientos?

Era cierto, después de establecer los pormenores de la cirugía reconstructiva, Katze se había encerrado en sí mismo y aislado de cualquier contacto que le recordara su inestabilidad. No imaginaba algo peor que estar completo, pero aún no ser capaz de lograr una respuesta positiva de su cuerpo y mente ante la sensualidad que deseaba. 

Raoul observó cómo el silencio que guardaba Katze, estaba colmado de dudas. Con el ceño fruncido miraba sus zapatos, desprovisto de toda esa sangre caliente que presenció antes, no quería verlo tan inseguro ¡Por Júpiter! Acababa de matar a dos mestizos sin un parpadeo de por medio. Con esos impulsos violentos recorriendo sus venas en estos momentos, lo que menos necesitaba Katze era ser tratado con dulzura…

Raoul lo agarró con cierta fuerza de su mandíbula para que levantara la cara y conectar miradas, al principio los ojos dorados conservaron tintes de sorpresa pero fue reemplazada por ese fuego impertinente. 

Alejó su rostro de un movimiento brusco sólo para acercarse al segundo siguiente a Raoul. No fue un beso, fueron más como mordiscos en el labio inferior, que el Blondie correspondiera sacando y provocando a su lengua encendieron toda esa adrenalina en Katze.

Tomó a Raoul por las fibras de su ropa, primero para atraerlo a su cuerpo y luego para llevarlo en dirección al escritorio más cercano. Todos sus movimientos fueron posibles porque Raoul lo permitió, pero fue excitante guiarlo. Con un solo barrido de su brazo despejó la superficie plana y de un empujón lo sentó sobre la madera pulida. Sin dudarlo le separó los muslos y se colocó al medio, haciendo espacio con su cadera para sentir de cerca el calor que había debajo de su ropa, de su entrepierna dura, y al mismo tiempo, la suavidad que se precipitaba más abajo. 

Katze empezó a moverse guiado por un instinto natural, Raoul se aferró a su espalda y dejó caer la cabeza exponiendo su cuello. Katze tenía marcas de amor en todo el cuerpo, pero está vez usó, sin reparos, sus dientes y labios para intentar dejar alguna en la piel pálida.

Raoul gimió, como si en verdad lo estuviera penetrando. Pero ni siquiera estaban desnudos, era la emoción de ambos corriendo descontrolada en sus cuerpos. Katze sentía que su entrepierna quemaba ante los golpeteos rítmicos y la fricción de su ropa y la voz de Raoul sirvió de afrodisíaco.

Se alejó de pronto, dejando consternado y despeinado a Raoul que lo miró con un ligero rubor en los pómulos altos.  

-Bájate los pantalones, Blondie.

Sonó a una autoritaria orden pero no les importó el tono de voz a ninguno. Katze se despojó de su chaqueta y Raoul se bajó los pantalones. Cuando el pelirrojo se acercó otra vez, admiró la desnudez de Raoul y la explícita demostración de sus deseos, tan explícita que la punta lloraba humedeciendo su recorrido.

Katze giró a Raoul y él lo permitió. Palmas sobre el escritorio. Se puso de rodillas detrás de la imponente figura y enterró la lengua hasta donde llegara. Usó sus manos para abrir el camino y alcanzar mejor ese punto con su lengua, una vez humedecido lo perforó con un dedo. Actuó decidido pero sin ser torpe. 

Su estómago se apretó ante la fuerte sensación que lo recorrió por la imagen de sus dedos entrando en Raoul… su entrega al curvar la espalda y permitirle un mejor acceso. Cada dígito en movimiento hacía temblar al fuerte Blondie y él era el causante.

Raoul no se tocó a si mismo a pesar de sus fervientes deseos de sentir más… su mente estaba concentrada en las sensaciones arrolladoras que Katze le brindaba ahí detrás, su lengua y dedos le estaban arrancando la voz más lasciva que se había oído jamás. 

Sintió que la saliva de Katze se enfriaba cuando se alejó, escuchó el tintineo de su cinturón y el sonido de ropa abriéndose. Raoul se quedó quieto, clavando las uñas en el escritorio. Soltó suspiros entrecortados cuando  la suave calidez de la ingle de Katze tocó sus nalgas y empezó a golpearlo rítmicamente. 

Cuando Katze unió sus dedos se sintió demasiado bien. Tanto, que unas cuantas caricias de su mestizo de la forma correcta sobre su erección hicieron que Raoul terminara. Katze se dejó caer sobre la espalda de su rubio, cansado y sudoroso, sus cabellos rojos se mezclaron con la cascada dorada. 

Los dos respiraban profundo. Katze lo rodeó en un abrazo y besó su espalda.

-Pronto… - dijo, saboreando con anticipación lo que sentiría – Muy pronto.

Raoul dejó que sus cuerpos se amoldaran en esa paz que duró hasta mucho después, abrazados y silenciosos; no había mucho que decir, tenían ese equilibrio flotando entre ellos que los hacia creer, con el corazón, que nada podía salir mal. 

 

Copa de vino en mano, Raoul acababa de llegar de su Laboratorio y miraba por la amplia ventana de su balcón al sol naciendo a lo lejos. Había trabajado de forma extenuante desde que dejó descansando a Katze. Zambullendo sus actividades en lo primordial y lo que consideraba de vital importancia. 

Desde que sucedió lo peor, nada mejoró para Riki.

Bebió todo el contenido de su copa, sin lograr saborear o sentir algún sabor en específico, su mente estaba en otro sitio. Habían transcurrido los cuatro días desde que tuvo a Katze a su lado y todavía se sentía con el corazón desgarrado. Iason estaba cumpliendo su parte del trato; y desde su pantalla, veía a Katze mejor compuesto y recibiendo tres comidas diarias. Su pelirrojo había dejado de hablar con las figuras de la pared, pasaba el tiempo durmiendo, una respuesta de su organismo para fomentar su recuperación, y en sus momentos de vigilia practicaba algunos ejercicios suaves. Más que todo, para impedir que su cuerpo se atrofiara y mantener bien dirigidas sus energías. Nada exigente, subía y bajaba los brazos, flexionaba las piernas contra el abdomen, mientras no sea doloroso, y movía los dedos de las manos y pies. Con la malla médica funcionando, su pie ya no estaba hinchado y se recuperaba como el resto de su cuerpo, lentamente.

Algunas veces, Katze se quedaba  mirando fijamente la cámara, antes de cerrar los ojos, sonreía por la comisura de sus labios, como adivinando que Raoul también lo estaba observando para que finalmente se quedara dormido. Su pelirrojo estaba mejor y eso se notaba, su mestizo era perseverante y tenaz, demostrando su fuerte espíritu. 

Iason usaba a su nuevo mueble para llevar la comida. Seguramente tenía instrucciones bastante precisas de lo que se esperaba de él y las consecuencias de obrar en contra. Al entrar con la bandeja de comida y llevarse la anterior, el joven no era capaz de levantar la cabeza. Katze tampoco intentaba interactuar con él. Pero existían esos momentos inesperados donde el mismo Blondie de Hielo llevaba alguna comida. Katze entraba en estado de agitación, visible por el sudor emergiendo de su frente y la incapacidad por respirar con normalidad, con sólo tener a Iason cerca. Raoul podía distinguir cómo intentaba controlarse pero la traición de su cuerpo acercándose al pánico era una reacción completamente involuntaria. 

Iason parecía saborear el miedo que provocaba, se quedaba algunos minutos innecesarios observando desde la entrada, sus fríos ojos recorrían a Katze,  miraba los rincones de la habitación y se retiraba después sin acercarse o mencionar palabra.

Ahora debía reunirse a solas con Iason en Apathy, cumpliendo su parte del trato. Sabía muy bien a lo que iría y lo que Iason quería de él. 

Viendo a lo lejos las nubes grises desplazarse por el cielo del amanecer, Raoul no pudo evitar formar una sonrisa en sus labios llenos.

Sí, hoy tendría un esperado encuentro a solas con Iason Mink.

 

Iason estuvo ocupado en jornadas de trabajo extenuantes, Amoi se estaba preparando para empezar políticas con otros planetas y necesitaba concentrarse en sus funciones. Sin embargo, a pesar de su educación arraigada y su propia satisfacción ante los excelentes resultados, no podía disfrutarlo. Decepcionar a Júpiter era impensable, su trabajo impecable mostraba sus objetivos, pero más allá de  todo, él se sentía en el borde del abismo… Riki.

Pasaba todo su tiempo disponible al lado de su mestizo en el hospital, rodeados del silencio y su presencia adormecida, rota solo por algunas palabras que llegaba a decirle, esperando por una respuesta; otras veces solo acariciaba la superficie del cristal a la altura de su rostro,  imaginando que fuera la piel tibia debajo de sus dedos, deseaba ver que esos ojos negros se abrieran y destellara la luz en ellos.

Riki… ¿Cuándo se despertaría? ¿Y si nunca más lo hacía? Sabía que todos los días Raoul revisaba sus avances médicos y guiaba sus pruebas, esperando que estuviera lo suficientemente fortalecido para aguantar la cirugía… ¿Qué podía hacer Iason en caso que Riki no despertara más? Siendo el primer Blondie de Amoi y dueño de todo ese poder desde sus inicios en ésta vida inmortal. Pensar que… ¿En algunas ocasiones no hay nada más que hacer? ¡No! No podía simplemente aceptar ese destino para su mestizo, sin esfuerzos encontraba a los responsables de la condición enferma de Riki. Raoul seguramente había desperdiciado tiempo valioso con Katze y ahora… 

Estaba separado de su mestizo.

Iason observó a Riki, tenía los párpados cerrados, sus pestañas se veían más largas y espesas, su rostro con rasgos de cansancio a pesar de su tratamiento…  Recordó la coqueta y traviesa sonrisa descarada del Riki que habitaba en su mente que únicamente era liberado en la habitación de Katze. Sin importar las promesas a Raoul, aún podía hacer con Katze lo que quisiera. Él mismo o usar a su nuevo mueble, su deseo por llenarse de la presencia de Riki era más fuerte que mantener alejado a Raoul. Sin embargo, desde el día que había tomado sexualmente a Katze por primera vez, Riki no apareció de nuevo. En aquella ocasión estaba triste y meditabundo, ajeno a lo que sucedía en la habitación. Era por eso que Iason no provocó los estímulos necesarios para volver a verlo ¿Si ya no poseía esa sonrisa traviesa? ¿Quizá, por sus acciones lo había perdido para siempre? Pero arriesgar la presencia de Riki era un precio que no dudó en tomar si a cambio castigaba y se imponía sobre Raoul por todas las tonterías que había intentado hasta ahora. Obviamente también incluía a Katze. 

Viendo los puños cerrados de Riki con los brazos cruzados sobre su pecho, como abrazándose a sí mismo en una posición defensiva, Iason meditó sobre otras cuestiones. 

Creía que iba a disfrutar a sobremanera el breve reencuentro entre Raoul y Katze, viendo como ambos eran desgarrados por su separación sin mas opciones. Pensó que conocía a Katze, que conocía a Raoul… Eso fue lo más molestó para Iason, ver el igualado trato y la muda comprensión que existía entre ellos. En esa habitación no estaba su leal mueble, ni su segundo al mando, eran dos personas que se amaban y se trataban sin abismos sociales. No dijeron mucho y fue escasa la información que intercambiaron, sólo entregando consuelo y esperanza… era como si hubieran actuado así de forma intencional, para molestarlo y burlarse de él. Ellos sabían que con Riki su relación comenzó dispareja y espinosa ¿Riki permitiría ser alimentado? ¿Lloraría abiertamente? Aceptando sin tapujos cuidados y ayuda ante problemas menores. No. El orgullo de Riki jamás permitiría ser expuesto de esa forma, demostrándose débil y necesitado de consuelo. El ser soez y la sublevación era su lenguaje y el suyo la dominación absoluta. Riki exigiría soluciones, gritaría su enojo y frustración y él respondería con aprendidos tintes de Maestro ¿Estaban lejos de ser amantes? Sólo Maestro y mascota…

En vez de ser miel, la tristeza que atestiguó de ambos fluyendo como cascada, fue hiel que le recordó las carencias de su relación con Riki.

Apretando los dientes por esta irritante revelación, pensó en su reunión con Raoul en Apathy dentro de unas horas. Sabía exactamente cómo actuar para que sea memorable.  


Los guaridas de Júpiter pasaron sus escáneres antes de dejarlo entrar por la elegante puerta. Había dos en la entrada y algunos más como parte del protocolo de seguridad que respaldaba a Iason Mink desde el día que volvió a la vida después de Dana Bahn, la misma Júpiter avalaba esos cuidados y no los creía innecesarios. Su hijo favorito por poco muere una vez.

Conocía la casa de Iason en Apathy, su elegancia fría de colores opacos reflejaba a la perfección la manera en que el favorito de Júpiter veía y usaba a los demás a su disposición. Sólo grandes espacios para pensados objetos, nada fútil. Para Raoul no existía nada que admirar. Caminó con calma y decisión; no podía importarle menos lo que Iason haría con él. Igual, no existía nada que no aguantaría por Katze.

Subió las elegantes escaleras hasta traspasar la doble puerta de la recámara principal. Iason estaba ahí, de pie cerca a una mesa circular en un extremo de la habitación. Tenía una copa de alguna bebida en mano y vestía simplemente un albornoz de color azul intenso, sin nada más debajo. 

-Justo a tiempo – Iason bebió un sorbo con tranquilidad mientras miraba a Raoul a través de su elegante copa de cristal. Rostro serio y mueca plana – Espero que entiendas que esta distracción es la única para ti, no permitiré que desperdicies tu tiempo si no es en…

Guardó silencio a media oración cuando entendió los movimientos de Raoul. Poco a poco de manera mecánica y sin atisbos de provocación, el Rubio de ojos verdes se despojó de su ropa, cada prenda fue retirada hasta que sólo quedó sobre su piel el aire que los rodeaba. 

-Acaba de una vez con esto Iason.

Con una sonrisa de lado que no se molestó en ocultar, Iason bebió otro sorbo degustando su sabor. Se acercó un poco, un par de pasos.

-¿Acabar? Eso sucederá cuándo yo lo decida.

 

Estaba enjuagando sus manos debajo del chorro de agua del lavamanos, acababa de terminar de comer teniendo que usar los dedos para llevarse el alimento a la boca, Iason no traía ningún tipo de cubierto, ¿La razón? Katze no la sabía, pero podía imaginarse algunas opciones, quizá Iason no quería que conservara una cuchara por si lograba afilarla y usarla como arma o simplemente por el gusto de verlo comer de esa forma. 

Se lavó la boca e intentó peinar su cabello crecido con los dedos, al menos ahora estaba limpio y quería mantenerse así para no olvidar los cuidados de su Blondie. Sobre su piel quería conservar la mayor cantidad de tiempo posible el amor de Raoul. 

Se quedó unos momentos mirando el gran cuadrado negro que antes era un espejo, había logrado sacar algo de la pintura de un extremo, que en sus largas horas de encierro abrumador rascaba insistentemente. Se agachó un poco y enfocó sus labios… secos y desprovistos de color; miró sus dientes, fue un alivio no verlos en peor estado, creía que tenía piezas amarillentas, pero no fue así; agachándose más, miró sus ojos, uno a la vez, lo destacable fueron las líneas marcadas en los extremos y las grandes ojeras oscuras, seguramente producto de la enfermedad y toda la angustia reflejada. 

No llegó a ver nada más, escuchó sonidos extraños viniendo de su habitación a sólo unos pasos… voces conocidas.

-No esperabas esto ¿Verdad? 

Era la voz modulada de Iason. Su tono sedoso subió por la espalda de Katze con un escalofrío. Apoyándose en el muro y cojeando en un pie salió del baño. Enseguida notó que un proyector de video se había desplegado en la pared, por encima de la cama para que en la pared de enfrente empezara a reproducir…

Vio lo que estaba sucediendo en la pantalla de manera fría y aferrándose a su determinación de… ¡De qué Iason era un bastardo! Este proyector era usado por los Maestros, en la habitación de sus muebles para ocasiones que necesitaban ser ilustradas por ese tipo de herramienta, generalmente para dar indicaciones. Ahora las imágenes solo respondieron una pregunta en Katze.

¿Cómo logró Raoul, que Iason permitiera mejorar sus condiciones de encierro y que los dejara reunirse durante ese valioso momento juntos?

Sin mucho esfuerzo reconoció el escenario: Raoul, desnudo en medio de la habitación de la casa de Iason en Apathy, tenía las manos elevadas y estaban siendo atadas juntas por encima de la cabeza, sostenidas a una estructura del techo alto con una cuerda fina en color rojo satín. Tenía las piernas separadas e Iason usaba un lápiz labial para pintarle los labios del mismo tono de la cuerda que envolvía sus brazos en vueltas innecesarias.

-Esto te refleja mejor. Cómo una puta, Raoul.

Iason, también desnudo y susurrando esas palabras, dejó a un lado el lápiz labial y fue detrás del cuerpo atado. Frente a ambos rubios había un espejo de cuerpo entero.

-A pesar de cómo te ves ahora, siempre admiré de ti, Raoul, tu gusto exquisito. Tenías uno concreto y específico por rodearte de compañía fina y elegante. Eso te ayudó para llenar a Eos de las mascotas más exclusivas y hermosas.  Nunca te desviaste del camino de la decencia al estar cerca de mí, podría decir que yo te enseñé sobre el buen gusto y elegancia ¿Estoy equivocado?
 
Iason ordenaba o más bien jugaba con la cascada de rizos que caían sobre la espalda de Raoul, mientras dejaba que su miembro erecto se rozara con las nalgas y su voz acariciara la piel del cuello y la oreja.

Katze no podía apagar o romper el proyector, detener lo que sucedía a kilómetros de distancia o hacer algo al respecto. Simplemente podía mirar y lidiar con sus crecientes emociones… ¡Hasta dónde llevaría Iason todo esto!

¡Maldición! ¡Mierda!

Este tipo de actos eran tan propios de Iason Mink, tantos años de leal servicio conociendo y anticipando los pensamientos de su Maestro, que no sabía si todavía podía sorprenderse. Conducir a Raoul hasta su dominio y dejando que él sea un testigo… 

Viéndolo todo, sin poder hacer nada.

Como lo experimentó Raoul hasta ahora.  

-Un gusto exquisito que fue traicionado cuando elegiste a Katze ¿Verdad? ¿Por qué él? 

La mirada de Raoul estaba brillante y enojada. Parecía que se mordía la lengua  para no dejar escapar algún sonido… sus rizos generalmente ordenados y lustros ahora lucían despeinados, dándoles un aspecto abultado, sin embargo no cubrían su rostro. Katze podía ver la mueca de ceño fruncido y mirada baja para evitar su imagen en el espejo.

-¿Por qué Katze? Un mestizo castrado, con una fea cicatriz en la cara, acostumbrado a humillarse ante sus superiores, no es joven en lo absoluto. Lo único que tiene valor en Katze es el que yo le di. Hice alguien de él, cuando antes era una cosa…  

Iason continuó hablando mientras paseaba sus manos por la piel de Raoul, tan pálida y tersa como el alabastro. Tenían la misma altura y casi la misma complexión, exceptuando algunos  pormenores obvios. 

Katze bajó la mirada cuando notó algunos detalles más. Quería cubrirse las orejas e irse a sentar al rincón mas alejado del reproductor y maldecir entre dientes hasta que se acabara, pensando en su rubio… pensando en cómo Iason era capaz de provocar daño y lastimar con facilidad. Pero él estaba equivocado, por supuesto, lo entendió cuándo vio y analizó la escena.

Iason no iba a lastimar a Raoul, era difícil provocar dolor a un Élite por su resistencia y cuerpo superior. Las heridas tendrían que ser exageradas y eso no era lo que buscaba. La manera más sencilla y humillante de provocar daño, sería conduciendo a Raoul al disfrute de las sensaciones, a la traición de su propio cuerpo y la comprensión que estaba completamente imbuido a los deseos de Iason. 

Provocar placer… eso era algo que Iason podía hacer y más aún si Raoul había explorado la pasión; Katze se lo había dicho al principio de su encierro, que hacían otras cosas en la cama antes de llegar a la penetración ¿Qué eran esas otras cosas? No existía límite, sólo la imaginación. 

Los rizos de Raoul cayeron hacia adelante cuando inclinó la cabeza, sacudiéndola ligeramente a los lados; un movimiento imperceptible, era la única respuesta que se permitió ante las acciones de Iason en su cuerpo. 

Katze se recostó en la cama y se puso sobre su costado. Mirando la pared o apretando los ojos, no iba a hacer más que eso mientras duraba la violación de su amante. Sabía que después, Iason iba a disfrutar revisando las cámaras de su habitación y vería su dolor. No quería demostrarle que esto lo volvía loco de rabia ¡¿Qué más podía hacer?! ¡Mierda!

El sonido húmedo de salpicaduras llenó los oídos de Katze, que apretó la mandíbula con fuerza cuando Iason  empezó a empujar y sacar de Raoul algún juguete del tipo sexual que al parecer ya estaba introducido. Por el leve zumbido presente tenía algunas funciones incorporadas, como vibrar.

Iason tenía el escenario, al espectador, tenía a su presa en medio de su red atada a su disposición y disfrute, solo faltaba dejar a sus artes fluir sin restricciones para su cometido. Atrapar con sus labios la carne tierna de su oreja, lamer el camino hasta su clavícula y rozar con la punta de los dedos un pezón. Con la otra mano meter, sacar, meter y girar, girar, girar.

Katze conocía esa respiración, la profundidad con la que inhalaba el aire para hacer ese sonido con su garganta. Como una pausa entrecortada para la siguiente respiración. Fue todo lo que Raoul expresó, pero fue degradante  demostrar que la mecánica estimulación estaba surtiendo efectos sobre su cuerpo. 

La sedosa voz de Iason continuó soplando aire caliente en la sien de Raoul, tan cerca que parecía que lo rozaba con los labios.

-He llegado a la conclusión que elegiste a Katze porque es de mi propiedad, querías tener para ti, algo que fuera mío, ¿Verdad Raoul?

Obviamente Raoul no iba a responder, no lo haría por más que quisiera. Tenía los dientes apretados, concentrándose para que su respiración no sonara inestable. Era cada vez más complicado asegurarse de mantener su cerebro regulando la sensibilidad de su cuerpo, era por esa razón que Iason le hablaba en ese tono de voz seductor y precisamente de Katze. Quería distraer su control y que ceda a la sensación de tener algo empujando desde sus entrañas para adentro. Con insistencia resbaladiza y precisa sobre su anatomía de Élite que Júpiter se había encargado de favorecer con todos los órganos humanos hechos a partir de tejidos sintéticos mejorados. Pero su funcionalidad era la misma.

Maldito cuerpo que expone su estimulación precisa en los puntos indicados que hacía tropezar su respiración. Pero desde un inicio sabía a lo que accedió a cambio de mejorar las condiciones de Katze, no iría a cambiar de opinión. 

Iason entrecerró los ojos con complacencia y curvó su perfecta boca por un extremo al ver el resultado que quería entre los muslos de Raoul, hinchado y expuesto. Obstinadamente el otro rubio tenía la mirada baja y enojada.

-No te he tocado ahí, pero tu cuerpo está claramente disfrutando de otra cosa… – su tono ligeramente burlón recorrió a Raoul por la espalda, no iba a escuchar a Iason ¡Maldita sea! – Estás totalmente excitado con solo mover esto.

Llevando su mano, volvió a repetir los movimientos precisos dentro de Raoul. 

La punta lloró.

Iason rio entre dientes.

Katze escuchó más chapoteos rítmicos que aceleraron la velocidad. Intercaladamente algunos se hacían más lentos, como si estuviera empujando más allá del cuerpo de Raoul. 

Mirada clavada en la pared, odiando ésta situación, odiando cada segundo atrapado en esta habitación de paredes grises. Cerró los ojos, negándose a derramar lágrimas; pensaba con nostalgia en su verdadero Maestro Iason Mink, aquel que trazaba con astucia y elocuencia los mejores tratos, que hizo de Amoi un planeta respetable. Iason se proyectaba para Katze, como el mismo eje de su vida, por el cual trabajar y ser eficiente tenía sentido ¿Qué sucedió con su Maestro? Podía entender que él fuera tratado como una pieza inanimada, pero Raoul Am era su amigo, alguien que estuvo preocupado por él ¡¿Cómo podía hacerle eso a Raoul?! ¡Acaso nunca lo estimó!

Contra sus deseos miró de soslayo la pantalla ante el abrupto cambio en la respiración de Raoul. Había eyaculado.

-Que interesante – dijo lentamente Iason, mientras recogía las gotitas perladas con la punta desnuda de sus dedos y las llevaba a pintar los labios entreabiertos de Raoul – Quiero que estés consciente que tuviste un orgasmo sólo porque estaba empujando un pene dentro de ti –  Con un ligero rubor en las mejillas altas, la expresión enojada de Raoul continuó sin resistirse a la caricia burlona o reaccionar ante sus palabras. No pretendía sacudirse o evitar cualquier cosa que Iason quisiera hacerle. Raoul no quería retrasar lo inevitable. Acabar con esto lo más pronto posible era lo importante… ya había tenido orgasmos antes a causa de la estimulación que Iason le practicaba y le parecía tan degradante. 

¿Quería humillarlo?

Era una tarea difícil lograrlo ante alguien que venía con la mente enfocada. Dejemos sonreír a Iason un poco más ¡Qué problema! Si era un  maldito...

-Pero sabes, mi querido Raoul, hay algo que me complace… ¿Eres consciente que sin importar qué suceda, siempre tendré a Katze a mis pies?

Con el ceño fruncido, Katze miró la pantalla.

Raoul unió miradas con Iason, por primera vez desde que fue atado. Mirada verde dura e ilegible.

-Imagina esto – continuó con su tono conocedor, bastante complacido. Tomó el rostro de Raoul por el mentón en una caricia suave mientras hablaba muy cerca de su rostro – mañana mismo pongo en libertad a Katze, un tiempo prudencial de asueto para reponerse, este conflicto nunca más sería mencionado. Una vez que se encuentre saludable tendría que retomar sus funciones en el  Mercado Negro. Bajo mi mando, por supuesto ¿Eso no me haría benevolente a sus ojos? Se sentiría agradecido como un perro que es digno de los favores de su Amo, otra vez.

La satisfacción de Iason creció cuando vio la consternación y esperanza en los ojos de Raoul, claramente en esos destellos verdes estaba la pregunta ¿De verdad estaba pensando liberar a Katze?

Unas pocas palabras y lo tenía en sus manos ¡Qué fácil! Rio Iason.

-Estoy convencido que así sería –  retomó su discurso mientras tomaba un rizo de los cabellos de Raoul y lo enrollada sobre su dedo – Es por eso que no lo hago. 

Raoul apartó la mirada sin mostrar su frustración ante semejante burla.

Katze también volvió a mirar la pared. No quería engañarse, sabía que nunca sería tan fácil.

Iason dejó que su mano acariciara un largo recorrido desde los hombros fuertes, el vientre plano y los muslos bien formados, mientras se desplazaba detrás de Raoul.

Fue demasiado escalofriante para Raoul, a pesar de saber que éste momento llegaría; todos sus nervios se tensaron pero despojó su rostro de cualquier emoción, excepto el enojo cuando Iason se pegó a su espalda y lentamente, tomándose su tiempo le retiró la larga cabellera ondulada de la espalda. Todos sus hermosos rizos cayeron a los lados, sobre sus hombros y cubrieron su pecho. 

-Como tu cuerpo es más honesto que tu mirada antipática, estoy seguro que estas disfrutando a sobremanera estar en mis manos – Iason tomó su miembro poderoso e hinchado y lo colocó entre las nalgas de Raoul, aún sin extraer el juguete. Dejó que el otro Rubio sintiera su longitud y el grueso de su eje, aunque en realidad lo había probado y conocía muy de cerca su pene. Además, Raoul no iba a sorprenderse del tamaño de Iason, él mismo estaba dotado con las mismas particularidades.

Pero Iason continuó frotando como un masaje los contornos del músculo rodeando el juguete.

Sólo las cejas, ligeramente más oscuras, se alzaron un poco mientras conectaba miradas con Iason a través del espejo… hubo pequeños atisbos de desconcierto, ¡¿No iba a sacar antes esa maldita cosa?! Iason se acercó a su oreja por encima del hombro y la lamió con deleite – En algunas conversaciones breves que tuve con Katze, me dijo que en realidad, ustedes no tuvieron sexo ¿Por qué? 

Raoul se permitió otro movimiento de ojos y la desvió a cualquier parte, era obvio que no iba a contestar así que no se molestó por parecer ofendido, alterado o tener alguna emoción en lo absoluto.

-Me brindó un abrazo muy apretado  ¡No sabes lo que te has perdido! – excepto cuando se trataba de Katze. Raoul fulminó a Iason con una mirada sintiendo la rabia que provocaban esas palabras y subía descontrolada por su espalda. Iason rio entre dientes – El asunto es, querido Raoul, que no importa cómo me mires… solo hay que prestar atención a esto.

Tomó con una mano la cadera de Raoul y con la otra, la parte visible del juguete introducido. Volvió a empujar y sacar hasta que vio en el espejo como el cuerpo de Raoul se hinchaba con entusiasmo, otra vez. Extrajo el artículo y lo arrojó a los pies de Raoul, para que viera lo que tenía en sus entrañas y lo hacía sentir tan bien, aún en contra de sus deseos.

-Escucha… –  su voz se transformó en un susurro cerca a su oído, un susurro sedoso y lento – Lo que vas a sentir a continuación será tan agradable para ti, lo haré bien y te gustará más que nada. Sólo quiero que no olvides, que es a mi lado que puedes sentirte así. Sólo yo…

Habiendo tomado precauciones, Iason colocó la cabeza de su miembro aceitado en la entrada de Raoul. Empujó lentamente traspasando el anillo que se resistió un poco. Una mano acarició su espalda y otra el muslo; en círculos, subiendo y bajando para cuidar su tolerancia, usó sus labios sobre los hombros en besos consoladores y se sumió en un abrazo para empezar a empujar cuando estuvo completamente adentro.

-Raoul… – con una de sus manos subió por el abdomen, rozó un pezón en su camino para tomar el rostro del otro Blondie de ojos verdes, onduló más despacio su cuerpo – Mira en el espejo. Así te ves mientras experimentas el máximo placer. Cuando tenga a Riki en mis manos ¿Realmente crees que podrás sentir lo mismo con Katze? Porqué tú y menos él, no podrán olvidar lo que sintieron conmigo…  

Con la mirada clavada en el reflejo de Iason, que estaba completamente extasiada de complacencia, Raoul controló su respiración para responder con voz plana.

-Tu ambición y maldad Iason, nunca te dejarán ser feliz ¿Tener a Riki será suficiente? Siempre habrá algo que desees, siempre habrá algo que Riki no podrá darte.

Iason pausó sus estocadas, correspondiendo la mirada enojada con tintes parecidos. Ese pequeño discurso le recordó, cómo púas en el cerebro, sus propios pensamientos cuando vio a Raoul y Katze juntos en medio de la desolación pero en completa paz. En cambio, él y Riki juntos en el lujo pero en discordia eterna. Relajó sus facciones cuando pensó en algo que bajaría a Raoul de su aire de control.

-¿Lo crees así? Riki conoce que haría todo por él, Katze ahora sabe que tú también… nos está viendo por las cámaras. 

Sin darle tiempo de procesar esa nueva información, que heló su columna vertebral, Raoul bajó la mirada cuando Iason continuó empujando con más fuerza. 

Katze se mordía tan fuerte el labio que estaba a punto de traspasar la carne ¡Maldito! ¡Maldito Iason! Se negaba a llorar pero estaba en su límite… Raoul… su Raoul… ¿Cuánto más podía ser estropeado todo? Si ya estaban rotos, Iason no se detendría hasta dejarlos pulverizados. 

¿Por qué?

Sin poderlo evitar más, se cubrió los ojos con el antebrazo y lloró. 

 

Raoul era capaz de ocultar sus emociones, podía aplastarlas y hacerse ilegible, así que Iason no se desgastó en estar pendiente de sus facciones. Lo conocía, todo lo ocurrido era suficiente para darle un buen recordatorio a su ego de quién es quién. Raoul nunca podría salirse con la suya sin el previo consentimiento de Iason. Lo más importante era que sentía que sí, los sentimientos que lo abrumaron antes ya no estaban pellizcando sus pensamientos; pisotear al eterno segundo al mando sin duda sirvió. Aún si conservaba esa expresión distante y aburrida… además tenía en mente que Katze para nada se vería con esa mueca plana en su miserable cara. 

Iason le desató con calma los brazos extendidos. Sólo faltaba un último nudo, antes de que lo libere por completo, examinó la mirada verde posada en cualquier sitio, incluso parecía calmada ¿Resignación? 

-Mi querido Raoul, - le dijo mientras sus dedos se perdían en la abultada cabellera cerca a su nuca, acariciaba los filamentos dorados y la piel de su cuello – lo hiciste muy bien – acompañó sus palabras con un último acercamiento a esos labios pintados de rojo y esperma, brillaban descaradamente en tentación a pesar de parecer una línea recta. Cómo no había razón para no hacerlo y ésta era la primera de muchas veces que pretendía tomar a Raoul, anuló el espacio entre ellos.

Los labios humedecidos no respondieron de ninguna forma y como estaban fríos fue parecido a besar plástico. Al menos, para sacar de su confort a Raoul le dio una nalgada fuerte de despedida. Se alejó y liberó sus muñecas por completo.

Raoul sólo movió los hombros después  de  bajar los brazos con lentitud. Estaba un poco entumecido pero nada más, Iason se puso su albornoz ligero en color azul y sirvió bebidas en la mesa redonda en un extremo, no dejaba de mirarlo con satisfacción en los ojos.

-Ha sido agradable, pero como todo lo agradable, se terminó. Es mejor que vuelvas a tus funciones. 

Raoul tomó su camisa y pantalones, que estaban sobre la cama y se aproximó al cuarto de baño. Cerró la puerta sin hacer ruido innecesario.

Apenas empezaba a degustar de la bebida y Raoul salió vestido. Fue demasiado rápido.

-Noticias de Riki, mañana temprano Raoul.

Lo que necesitaba y quería hacer era bañarse y limpiar profundamente su cuerpo de la desagradable y repulsiva evidencia de lo sucedido. Se limitó a lavarse rápidamente y de manera superficial, no podía permitirse mas distracciones, por estúpido que sonara. 

Iason se acercó con dos copas de vino en las manos. Sin dejar su mueca de suficiencia, le entregó una al otro rubio que no dijo nada cuando la alcanzó.
 
-Tan orgulloso – se rio Iason – ¿No piensas limpiarte mejor? Un baño no estaría mal. Se que en los espectáculos de mascotas no se ven estas cosas y tu experiencia ha sido no mínima, sino nula, pero si no limpias profundamente será bastante molesto después, mi querido Raoul. No tienes que preocuparte por parecer calmado, ya apagué las cámaras.
 
Tomó un largo sorbo mientras miraba por la amplia ventana que daba al elegante balcón. Raoul quiso dar alguna respuesta mordaz pero se la tragó junto al vino. 

-Lo haré. Quería estar vestido para salir antes al balcón, – se acercó y deslizó la puerta de vidrio – a tomar un poco de aire.

 Anochecía.

Cielo despejado, sin viento. 

Un atardecer agradable, sin duda. 

El frescura del aire dio en el rostro de Raoul que con satisfacción sintió a Iason detrás de él.

-¿Acaso eres tímido?

Claro, lo decía porque estaban en el piso de un alto edificio lujoso. Lo que sucedía en el balcón nadie lo podía ver…

Raoul dejó la copa de vino sobre una mesa del balcón y pasó al lado de la figura que vestía solo su albornoz y la tenía abierta por delante.

Por un par de segundos, ambos se sostuvieron la miraba, hubo algo más que un choque de voluntades… sus brazos y codos, casi rozándose… se sintió un toque más íntimo en comparación a todo lo sucedido entre ellos hace poco en la habitación. Sin vacilación.

Raoul la desvió primero y se adentró.

Iason se quedó mirando a lo lejos. 

Raoul terminaba de vestirse con deliberada lentitud. Empezó a sentir que su cuerpo era afectado por el estrés y la adrenalina. Apenas podía contener la mueca de sus labios… un poco más… un poco más…

¡Bum!

No podía reír. No podía reírse todavía. Sentía la gran carcajada naciendo en su pecho, quería gritar una malvada y satisfecha victoria cuando escuchó que el hombre que tenía un mismo interés que él, disparaba a Iason en el cráneo. 

Desplomado en el suelo.

Notas finales:

Título alternativo: Sin Iason.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).