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A mis espaldas por yaoiana

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Notas del capitulo:

Hola a todos y todas, gracias por esperarnos en este nuevo cap.  Muchas gracias por el apoyo al fic, por leerlo y comentar. 

 

Esperamos que disfruten este cap que es uno de los que más drama contiene.  Sin más, a leer :)

CAPÍTULO 4: Celos malditos Celos

 

Tristán esperó pacientemente hasta que su amigo fue dado de alta. Lo abrazó por la cintura y pidió un taxi.

 

–       ¿A dónde iremos?– preguntó el blondo.

 

–       A mi casa – respondió el ojicastaño.

 

Katsuya se estremeció, ni le había respondido a su amigo la declaración y ahora debía estar con él hasta la recuperación. Suspiró y aceptó con humildad, pues todo esto había sucedido por su culpa.

 

–       ¿Y tú moto?

 

–       Se la llevaron para el taller, pero no te preocupes por esas cosas, lo importante es que estás bien.

 

–       Prometo pagarte los arreglos.

 

–       Deja de ser tan cabeza dura, te dije que no te preocupes, mejor acuéstate aquí mientras llegamos – dijo señalando su pecho.

 

El blondo lo miró apenado y aceptó acurrucar su cabeza en su amigo.  Se sentía tan cálido y pensar en eso le llevó a sus recuerdos con Kaiba.  ¿Alguna vez podría llegar a ser así de atento?... el solo pensar en una respuesta le dolía… Kaiba jamás lo amaría. Lloró en el pecho del mayor y sintió como este le acariciaba el cabello dándole a entender que todo estaba bien… si tan solo no se hubiera enamorado del CEO, tal vez podría darle una oportunidad a Tristán.

 

Era más de media noche y Jonouichi no daba señales de vida en la mansión, eso solo logro enfurecer más al castaño, pues esperaba que tras lo ocurrido el ojimiel regresará como perro con la cola entre las patas a pedirle que lo ayudara, sin embargo, eso no paso.

 

La botella que había abierto ya estaba por la mitad, sobraba decir lo ebrio que estaba.

 

 

–       Hermano… ¿Que sucede, por qué estás bebiendo?

 

Sintió como la fulminante mirada de su hermano caía sobre su persona, encogiéndose asustado.

 

–       Deja de beber tanto, tú no eres así– expresó Mokuba.

 

–       ¿Y tú qué sabes de cómo soy? Apenas y convivimos, no  vengas a decirme lo que soy o no soy.

 

–       Hermano, eres un estúpido– gritó el menor.

 

Mokuba se fue corriendo a su habitación tirándose sobre la cama completamente dolido, dejando salir sus lágrimas. Sabía que la relación entre él y Seto no era muy fraternal, pero no hacía falta que se lo recordará, además, de que tenía la ilusión de haber avanzado en los últimos meses, pero todo eso acababa de irse por el desagüe.

 

Al ver que el menor salía corriendo, estrelló con frustración la copa contra la puerta.

 

–       Maldito perro, no estás y todo se arruina.

 

 

***En casa de Tristán***

 

–       Hemos llegado Jonouichi, vamos te ayudo a entrar a la casa.

 

Durante el camino el rubio no pudo evitar caer dormido tras haber derramado todas las lágrimas que pudo, se sentía muy agotado y el llorar lo agotó en demasía.  Lentamente bajó del taxi con ayuda de Tristán y el conductor. La casa de su amigo era pequeña pero muy cálida, en diversas ocasiones se había quedado a pasar la noche, pero esta vez era diferente, pues ahora no podía ignorar los sentimientos que hasta hacía unas horas le habían sido confesados.

 

Se sentía algo incómodo, sin embargo, entró, después de todo no tenía ganas de regresar a la casa de ese egoísta de Kaiba.

 

–       Bueno ya sabes puedes dejar tus cosas en mi habitación, y esperarme aquí, traeré la cena, todo fue tan rápido que seguro no has comido nada.

 

Era cierto que desde que había pasado el accidente, no había comido nada, aunque a decir verdad no era algo que le apeteciera hacer.

 

–       Gracias, un poco de fideos estará bien.

 

Tristán asintió yendo a la cocina, le dolía saber que no podía corresponderle a pesar de lo mucho que este lo cuidaba y lo atento que era.

 

–       "¿Soy una especie de masoquista?"– susurró mientras se recostaba en el tapete de la habitación– vaya este lugar no ha cambiado para nada.

 

Luego de la cena y de hablar de los sueños y proyecciones con su amigo, el rubio se quedó dormido pensando en si Kaiba podría ser parte  de esos anhelos.

 

Una semana transcurrió después del accidente, ya caminaba tranquilamente con las muletas, sin embargo, Tristán había estado protegiéndolo mucho. En todo este tiempo jamás tuvo un mensaje de Kaiba y con eso se dio por entendido, del rechazo del mayor.

Su amigo lo llevó hasta el apartamento y muchas dudas le surgieron, sin embargo, no quiso incomodar al rubio.

 

–       Te ayudo hasta que estés adentro.

 

–       Tris, ya has hecho suficiente por mí, estaré bien.

 

–       ¿Seguro?

 

–       Si, cualquier cosa te digo.

 

–       Sabes que cuentas conmigo.

 

–       Lo sé, muchas gracias – mencionó el oji miel y luego le dio un abrazo cargado de agradecimiento.

 

Se despidieron y Katsuya esperó para entrar hasta ver la moto perderse en la calle.

Cuando abrió la puerta, sintió escalofríos al percibir el aroma de Seto. Esa colonia era inconfundible.

Caminó con lentitud y cuidado, intentaba controlar las ansias de saber si allí estaba su obsesión. Observó en el comedor, la sala, el baño y por último, ingresó a su cuarto.

 

Allí recostado y con el portátil en sus piernas, estaba el empresario tecleando. Sus ojos se cruzaron, azul contra ámbar, peleaban por descubrir los sentimientos del otro.

El menor flaqueó y giró su cabeza. Dio un paso en falso y se resbaló con las muletas, por suerte Kaiba había reaccionado rápido y lo había sujetado por la cintura.

Katsuya en ningún momento levantó la mirada, tenía miedo. No obstante, sintió la mano del mayor en su mentón; con cuidado su rostro fue girado y antes de exclamar, ya el empresario lo estaba besando.

 

Realmente no sabía que estaba pasando, tras una semana perdido, esperaba lo peor y un rechazo radical del empresario, pero al contrario, este lo estrechaba y besaba. Si bien no lo rechazó, tampoco le correspondió, estaba completamente atónito.

Al notar que el ojimiel no le correspondió lo cargo recostándolo en la cama notando que este no reaccionaba.

 

–       ¿Estás bien?

 

–       Es que no te entiendo, me desaparezco una semana, regreso en muletas ¿y lo único que se te ocurre es irte sobre mi como un animal en celo?

 

–       Pero para qué preguntar lo que ya sé…  sé que el orangután fue el que te causó esto.

 

–       ¿Sabías lo que me pasó y no se te ocurrió llamarme o ir a verme?

 

Eso lo dejó sin palabras para debatir, pues en efecto no tuvo el valor de hacer nada, durante la semana en que el blondo se había ausentado la había pasado mal.

 

FLASH BACK

 

Primero el día de la pelea bebió como si no hubiera un mañana y había peleado con Mokuba, el cual no le dirigía la palabra y lo evadía. Al día siguiente una resaca horrible lo invadió, lo cual le hizo jurar no volver a beber de esa manera, hasta se preguntaba que sucedía con la gente que bebía a todas horas y en ningún momento estaban sobrios, realmente estaban locos.

 

Para el tercer día, una vez recuperado de la tremenda resaca, sintió la soledad en todo su esplendor, pues estaba solo en una enorme casa, llena de lujos pero hasta ese día no se había sentido de esa manera y todo era culpa de Jonouchi, pues después de volverse tan cercanos, el estar en un sitio tan silencioso era mortal, no paraba de pensar en él. Un par de veces intentó acercarse a su hermano, siendo rechazado vilmente, pues estaba dolido y no sería fácil que le perdonara, aunque era tan sencillo como pedir una disculpa, pero era algo que el castaño no sabía hacer.

 

Para el cuarto día su mente estaba hecha un caos, no podía concentrarse, así que no pudo más y contrató a alguien para que buscara al blondo. El investigador lo encontró de inmediato, dándole un informe detallado, donde se le indicaba todo sobre el accidente, hora, involucrados y el hecho más importante, que estaba en casa de Tristán….Cuando lo leyó, se molestó tanto que rompió el informe.

 

–       Pues si está tan cómodo con él, que se quede allá, no lo necesito–dijo eso en el calor del momento, pero tras unas horas las ansias lo carcomían, la soledad no lo dejaba estar.

 

Tomó sus cosas y se dirigió al departamento que le había comprado al rubio, obviamente estaba vacío, la casa olía a él, desprendía una calidez propia del rubio, la cual sin duda extrañaba.

Él no estaba acostumbrado a soportar más de una emoción al mismo tiempo, por eso creía que si iba a visitar al rubio y ver a Taylor, se descontrolaría…   en este momento estaba confundido. Sentía tristeza, soledad, enojo, celos y todo eso lo llevó a concluir, que quería a Katsuya. No sabía en qué grado... él no sabía diferir en gustar, querer o amar; no conocía qué límites pasar para que ese sentimiento evolucionara o si ya los había pasado, por primera vez, Seto Kaiba no sabía algo.

Es por todo eso, que prefirió esperar, otra cosa que estaba aprendiendo… esperar y tener paciencia.

 

FIN DE FLASH BACK.

 

–       Solo no lo creí pertinente, no porque no me intereses, es más – aclarando la garganta– creo que me interesas más de lo que siento y más de lo que crees, pero no me pidas que lo defina, porque no lo sé… solo lo siento y espero que estés tranquilo sabiéndolo.

 

Ante la confesión, Jounuichi no sabía si sentirse aún molesto o feliz.  Sabía que Kaiba era un idiota y patán para unas cosas, pero intentaba a su ritmo.  Estaba tan conmovido, que solo lo besó, demostrándole que él también lo quería.

El castaño correspondió aquel apasionado beso, el rubio estaba un poco exasperado, lo tumbó en la cama y se posó sobre él, no esperaba que el rubio reaccionara así ante su confesión, si bien no le había dicho que lo amaba, sabía que sentía algo más allá de una simple amistad y era lo que importaba.

 

-        Jonouichi espera – el beso era tan demandante que apenas lo dejaba respirar, apenas tomó aire continuo besándolo.

 

Continuaron besándose y acariciándose demandantemente, pero a la vez con un toque de ternura. Era difícil de explicar qué tipo de relación tenían, pero sabía que le gustaba y no quería que alguien más tomara lo que era suyo por derecho.

 

–       Debes saber que eres solo mío y no dejaré que ese orangután te ponga una mano encima – ante ese comentario el blondo no pudo evitar reírse, era muy gracioso verlo celoso, ahora confirmaba que esa molestia y arrebato era la forma de demostrar sus celos.

 

–       Bueno debes saber que solo es mi amigo y no lo veo con otros ojos, en cambio a ti– mordió el cuello del castaño – también tienes prohibido acercarte a otros.

 

El CEO no respondió a eso, no quería sentirse atado y controlado por el blondo, a pesar de que sí quería ejercer su poder en él.  No obstante, prefirió guardar silencio y corresponder.  Aquella vez tuvieron relaciones de una manera más amena y con parsimonia, pues aún el menor estaba adolorido y Kaiba no quería lastimarlo.

 

Es así como finalmente habían cumplido dos años de estar juntos, Katsuya ya estaba en la Universidad Domino´s cursando el segundo semestre de Artes Plásticas y Diseño y Kaiba, se había vuelto más atractivo y con mucho más poder.  Ahora su compañía se estaba extendiendo y no solo estaba abarcando el mundo de los videojuegos, además, del desarrollo de tecnología para el campo de la medicina. 

Aún Jounouchi seguía pendiente de Mokuba, ya era un adolescente más maduro, pero él sabía que el más joven escondía algo. Creía que se veía o charlaba con alguien a escondidas pero cuando intentaba abordar el asunto, el azabache se hacía el desentendido y cambiaba el tema.

No sabía si era prudente que se lo dijera a Kaiba, pues con su forma de ser, era capaz de contratar hasta al FBI para saber que pasaba con su hermano.

 

Si bien dejó ese tema por la paz, porque quería darle libertad al menor, se sentía muy hipócrita ya que él mismo no podía tener libertad.  No podía estar a gusto con Seto, pues las cámaras y paparazis se habían vuelto más hostigadores y el empresario evitaba a toda costa caer en su juego.

Es por ese motivo que jamás salían juntos en este último año, solo se veían en el apartamento del rubio o en la mansión.  Incluso la vez que fue solo hasta Kaiba CORP, hubo  una fuerte discusión con el castaño.  Se sentía un sucio secreto que debía ser escondido y ese temor se acrecentó cuando vio una entrevista que Kaiba tuvo que dar.

En esta, uno de los periodistas le había preguntado al CEO para  cuando su boda y su descendencia.

 

–       “Un matrimonio es como un negocio, no se puede ir a la ligera. Debo estar seguro de que esa persona tenga las mismas aspiraciones y proyección que tengo.  Y mi descendencia, llegará, es el único hecho que les puedo asegurar”.

 

Ante la respuesta, se desanimó tanto que quiso regresar a su apartamento y estar solo.  No le respondió ni una sola llamada ni mensaje al ojiazul.

Se encerró en su cuarto de creación, se puso los audífonos y subió todo el volumen a la canción. Se reproducía People Are Lonely  de Army Of Lovers y Gravitonas y tras cada línea, daba un pincelazo en el lienzo.

El rubio no fue consciente de cuánto tiempo tardó, ni tampoco era consciente de qué estaba creando.  Solamente cuando terminó, fue que se dio cuenta de lo mal que estaba, de que su vida no le pertenecía y de que el Katsuya Jounuichi que era, se había disuelto ante la voluntad del dueño del dragón blanco de ojos azules.

 

Contempló la pintura, la arrinconó y tapó con cuidado.  Se recostó en su cama y lloró hasta quedarse dormido.  Horas después, sintió un peso en la cama, pero aun así no quiso abrir los ojos. Cuando sintió unas manos frías en el abdomen, supo de inmediato quién era y qué quería.

 

–       No estoy de ánimo Kaiba.

 

–       Qué perro tan altanero y desobediente, ¿por qué no contestaste ninguna de mis llamadas?

 

–       Estaba ocupado – dijo con desgano.

 

–       Nadie debe estar ocupado para atenderme, menos tú.

 

–       ¿Viniste solo a eso?

 

El castaño se quedó en silencio, algo pasaba con el cachorro e iba a averiguar que era.  Lo tomó brusco del mentón y lo miró intimidantemente.  Sintió al rubio temblar ante esto y sonrió.

 

–       Vas a contarme que te está pasando.

 

–       No es nada, ya lo dije.

 

–       No me hagas perder la paciencia.

 

–       ¿Cuándo la has tenido, Kaiba?– retó.

 

El mayor se molestó tanto que levantó su puño y lo estrelló contra la almohada. Estaba sumamente molesto pero aún se controlaba.

 

–       ¡ Qué sorpresa! solo sabes resolver las cosas intimidando a la gente– respondió el rubio.

 

–       Estoy aquí contigo, estoy preocupado y te lo pregunto de la mejor manera, pero si no quieres responderme ni estar conmigo, no te preocupes, puedo buscar a cualquier persona y sabes que me abrirán las piernas – comentó con superioridad mientras se levantaba de la cama.

 

Ante la amenaza, Katsuya guardó silencio porque sabía que era real.  Todo esto le confirmaba más que estaba en algo tóxico, que su dignidad hace tiempo había desaparecido por sostener el deseo de estar con el empresario. 

 

–       Vi tu entrevista… – susurró.

 

–       ¿Y qué pasa con eso? – arqueó una ceja Kaiba, sin entender el punto.

 

–       Que dijiste que estás pensando en casarte y tener hijos.

 

–       Es verdad, ¿acaso crees que nuestra relación  va a durar por siempre?  – indagó y cuando vio que el otro lo miraba con decepción, entendió que el menor sí lo deseaba.  – Siento bajarte de esta nube cachorro, pero lo nuestro es algo juvenil y pasajero.  Yo debo continuar con la empresa por el bien de Mokuba y mío, nadie más tomará estas decisiones por mí.  No te estoy diciendo que mañana se acabará lo nuestro, pero debo estar en mi futuro con una persona que me dé hijos.

 

–       Comprendo – fue lo único que pudo responder.

 

El empresario quedó tranquilo con la respuesta, pues asimilaba que Jounuichi la había tomado con madurez y que aprovecharían los momentos que les quedaran.  Comenzó a desnudarlo y a besar ese níveo cuerpo que lo enloquecía.

Por su parte, Katsuya se dejaba hacer.  No supo en qué momento su mente se desconectó de su cuerpo.  Estaba allí y a la vez no… se estaba autoflagelando al pensar que había dejado de hacer muchas cosas por un futuro que nunca iba a acontecer.  Había dejado ir a Tristán, quién lo amaba genuinamente y con el cuál, tal vez pudo tener un futuro.

Cada beso que estaba recibiendo del ojiazul, lo sentía como candela viva que lo ultrajaba.  Las caricias que sentía le provocaban náuseas, no porque Seto lo hiciera, sino porque él se sentía una basura, un objeto, un nada.

Cuando terminaron el encuentro, cerró sus ojos y quiso dormir y nunca más despertar.  No quería volver a esta realidad donde solo era un pasatiempo para el CEO, pero para él, Seto era su todo.

 

Desde esa vez, los encuentros íntimos eran menos frecuentes.  Su espíritu y voluntad estaban disminuidos y mucho más, con los rumores en todas partes de que el gran empresario Seto Kaiba estaba saliendo con algunas famosas de la farándula.  Ante aquel hecho, no le reclamó nada al ojiazul, tan solo le había pedido que usara condones cuando tuvieran intimidad.

Obviamente se molestó ante este requerimiento que le había solicitado, pero al final Kaiba cedió y aceptó.

 

***

Se encontraba en la universidad en la facultad de medicina, las tiendas de las demás facultades estaban llenas, así que había optado por ir al restaurante de esa facultad.  Mientras comía, un estudiante repartía a los comensales una tarjeta y él no fue la excepción. Cuando la sujetó, leyó la invitación “ La facultad de Medicina de la Universidad Domino´s está buscando candidatos hombres entre los 18 y 26 años para un proyecto médico experimental de embarazo masculino.  Si  estás interesado, por favor acercarse a la oficina 205 con el doctor Miyagi Takeshi”.

Su mano tembló al leer, pues no daba crédito a esta noticia.  ¿ Funcionaría?, ¿ si funcionaba, ya podría tener un futuro sin miedo con Kaiba? Ante tal hecho, su esperanza volvía a resurgir.  De inmediato corrió a la oficina y se presentó con el doctor. 

 

Fue puesto en una lista y agendado en tres días para una explicación general del proyecto.  En esos días, estuvo pensativo si decirle o no a Kaiba. Al final optó por no decirle nada, ya que el mayor estaba absorto en un nuevo proyecto y no quería incomodarlo, además, de que las cosas no iban bien entre ellos.

Entre ansiedad e incertidumbre, el día de la cita llegó.  Entró al consultorio con otros 7 hombres y el doctor los esperaba.

 

-        Buenas tardes caballeros, muchas gracias por participar de este proyecto experimental.  De antemano quiero que sepan que es un plan piloto, tiene sus riesgos y puede que no sea exitoso. También es un proceso que los cambiará y quiero que lo tengan presente antes de aceptar.

Haremos una intervención quirúrgica dónde implementaremos un útero artificial construido en impresión 3D diseñado para albergar a un embrión y su desarrollo.  No obstante, al momento de la cirugía debemos implantar el cigoto para que no haya una pérdida de éste.

En los primeros meses, deben estar asistiendo ya que el feto debe ser alimentado por intravenosa, esperando que se desarrolle de la mejor forma.  Luego deben ingerir complementos que esperamos por si solos nutran al bebé.   Finalmente, la extracción debe ser por cesárea, que puede ser lo más riesgoso para ustedes y el bebé.  Eso en resumen, caballeros, si firman, dan el consentimiento de que la institución no asume responsabilidades penales por si hay un fallecimiento de los pacientes.

 

El rubio observó como de los 7 hombres,  cuatro agradecían y se marchaban, obviamente no iban a correr el riesgo.  Él no sabía qué opción tomar… ¿Kaiba valdría este riesgo?, ¿Si salía todo bien, podría formar una familia con su amor?... tenía tantas dudas.  Finalmente quiso dar el salto de fe y aceptó.  Lo primero que hizo fue firmar y lo segundo que pidió el doctor, eran las espermas para el cigoto.  No entendió bien la explicación del doctor cuando le aclaró que no era necesario un óvulo, si era el espermatozoide de dos hombres estaba bien, porque harían la modificación.  Dejó pasar ese tema genético y se puso en marcha.

 

Citó a Kaiba al apartamento y preparó una cena, hace tiempo no compartía un momento en el comedor con él. Comieron tranquilamente y él escuchaba atento el día del empresario.  Sus enojos, los regaños que debía hacer al “inepto personal que tenía”, los nuevos contratos… no entendía por qué Kaiba no notaba que llevaban una vida muy parecida a la conyugal.

Optaron por ver una película que dejaron a la mitad ya que decidieron amarse entre las sábanas.

Katsuya complacía  y se dejaba hacer y esto era un manjar para Kaiba.

 

–       Mmm… me gusta cuando estás así de dócil y obediente… cachorro….

 

–       También me gustas cuando no estás como un ogro.

 

Escuchó reír al castaño y eso fue la gloria.  De un golpe, todo el amor que le tenía a Seto volvió.  Lo besó con hambre, con necesidad, como si esta fuese la última vez que lo viera.

 

Ante la entrega del rubio, Kaiba tan solo pudo aprovechar.  Realmente solo en los brazos del rubio sentía  placer, tal vez, porque con Jounouchi compartía más que solo su cuerpo. Se había enojado cuando el menor le había exigido usar condón, pero no podía ser tan irracional, él estaba disfrutando de otros cuerpos, porque quería darse cuenta qué era lo diferente entre Katsuya y otras personas.   Finalmente entendió que era diferente por el simple hecho de ser Katsuya.

Lo estaba penetrando con lentitud, acariciando esas piernas durazno y besando sus labios.   Su cachorro lo tenía abrazado por el cuello, gimiendo entre sus bocas.

 

Detuvo sus besos y se enfocó en esa mirada ámbar, esos orbes reflejaban amor y esperanza y esto de una u otra forma, lo conmovió.

Se sentía bien de saber que era el todo de Katsuya, eso inflaba más su ego y su necesidad de poseerlo. 

Penetró con fuerza y se hundió en lo más profundo del rubio y lo que obtuvo le llenó el pecho de emoción.

 

–       Te… amo… mmm

 

–       ¿Qué dijiste cachorro?– preguntó mientras penetraba nuevamente.

 

–       Que… ahh… te amo….

 

–       De nuevo… – le exigió mientras arremetía con fuerza–

 

–       Te amo… Seto, te amo…

 

No pudo contenerse más, con ímpetu taladró ese interior con toda la intensidad que podía.  Aquello había sido un detonante, como si hubieran encendido su batería y trabajara full. El ambiente estaba siendo opacado por los gemidos y el sonido de las gónadas de Kaiba pegando en el trasero de Katsuya. 

Finalmente,  el clímax fue inevitable.  Kaiba se corrió en el condón y Jounuichi en sus vientres. No supo por qué, pero acomodó su cabeza en el pecho del rubio.  Este le acarició las hebras caoba y le besó varias veces la coronilla.  El empresario se perdió con aquellos mimos, en el mundo de Morfeo.

Al otro día, se levantó completamente relajado, buscó al rubio pero no lo encontró en la casa.  Tan solo vio el desayuno servido y una nota que decía “ Lo siento, tuve algo que hacer, nos veremos pronto”.  Seto Kaiba no compredía por qué sentía un vacío en el estómago… pero aquella nota le olía a despedida.

 

Una semana transcurrió desde el último encuentro con Katsuya, no respondía sus llamadas ni mensajes.  Tampoco había ido a la universidad según lo que pudo consultar.  Era como si se hubiera desaparecido.  

No sabía cómo sentirse, si humillado o abandonado, pues no es nada fácil que te digan que te aman y luego te dejen de hablar.

 

Otra semana pasó y no tenía noticias del blondo, tampoco se había comunicado con Mokuba y ahora el azabache lo atosigaba con preguntas. Se sentía asfixiado en la mansión, en la empresa y en el apartamento del rubio, pues todos los recuerdos parecían perseguirlo. 

Optó por ir a un bar y tomar algo, necesitaba dispersarse y dejar de pensar en el menor. Una rubia preciosa se acercó a él, pensó en rechazarla pero ese hermoso cabello largo y color sol, lo retuvo.  ¿Acaso le recordaba a Jounouchi?, no le importó, dejó esa idea e inició la charla.

Tayaki Mikoto, una diseñadora de modas de 20 años al igual que él.  Divertida pero recatada, la elegancia se le reflejaba y con proyecciones y aspiraciones envidiables. Se sintió sumamente cautivado y  terminó en la cama con ella.  Tomándola con vehemencia porque pensaba en Jonouchi.

 

Otras dos semanas pasaron sin tener noticias de Katsuya, ahora su búsqueda era más moderada porque se encontraba entretenido con Mikoto.  Algunos paparazis los habían interceptado y hablaban sobre el romance de la pareja y las posibles nupcias.

Para Kaiba parecía exagerada la noticia, pero Mikoto parecía ilusionada con los comentarios.

Esta otra semana que transcurrió,  le dejó  ver que el cachorro lo había dejado de lado. Eso lo orilló a pedirle compromiso a la diseñadora.  El jolgorio no se había hecho esperar, el tan codiciado Seto Kaiba, por fin adquiriría nupcias con la gran y talentosa diseñadora.

 

La fiesta del compromiso fue un evento magnánimo, empresarios nacionales e internacionales se presentaban.  La pareja atendía y hablaba con todos los invitados que los felicitaban y les deseaban éxitos. 

Jamás pensó que llegaría el día de tener que festejar un compromiso, no lo veía cercano porque estaba con Katsuya, pero esta era su realidad, estar en la pomposidad y rodeado de grandes personajes. 

Mokuba se había negado a asistir, pues habían discutido.  El menor insistía en que estaba cometiendo un error, que no sería feliz. Le había prácticamente escupido en la cara que se le veía el amor por Katsuya pero que era tan ególatra que no lo quería aceptar.  Ignoró todos los reclamos, Mokuba parecía estar más a favor del rubio que de su propio hermano. 

 

Se excusó un momento y fue a uno de los balcones, se sentía un tanto agobiado por tener que fingir felicidad cuando para él, este matrimonio era como un negocio.  Aún podía ver la caravana de autos de personas que faltaban por llegar.  Sonrió al recordar la vez que estaba con el rubio viendo “El gran Gatsby”.  Kaiba ya había leído  la novela escrita por el autor F. Scott Fitzgerald, pero como Jounuichi no era tan lúcido para leer, optaron por la película.   El rubio le había dicho que él era el “Gatsby” japonés y esa vez no pudo evitar reír a carcajadas ante la elocuencia del otro.

¿Estaba tomando una mala decisión?, no lo sabía y ya no podía arrepentirse.  Fijó su vista en los arbustos de la entrada y se pasmó. 


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