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A mis espaldas por yaoiana

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Notas del capitulo:

Hola a todos y todas, mil gracias por su apoyo y acompañamiento.  También por haberle dado una oportunidad al Fanfic TUSA, espero que también lo hayan disfrutado, así como disfrutamos escribiéndolo.

 

Esperamos que este cap también les guste, sin más, ¡¡a leer!! 

Capítulo 6: Reencuentro

 

–       Señor Kaiba - dijo una voz infantil en perfecto japonés.

 

–       ¿ Kaori, verdad?

 

–       Si, mi nombre es Kaori Wheeler.

 

–       ¿ Wheeler? - preguntó dubitativo, creía que esta iba a ser la oportunidad perfecta para indagar sobre los orígenes de la hija de su cachorro.

 

–       Mi papi me ha contado del juego de cartas y los monstruos, pero quiero saber más, ¿tiene un disco?

 

–       Si, siempre llevo uno conmigo - dijo mientras se lo enseñaba-

 

–       ¡ Es genial! - dijo observándolo- ¿sabe? Mi monstruo favorito es el dragón blanco de ojos azules.

 

–       El mío también– dijo con orgullo– ¿ Por qué no tienes disco?

 

–       Por dos razones, primero porque son costosos y papi no lo puede costear y segundo, porque papi dice que soy muy pequeña.

 

–       ¿Cuántos años tienes?

 

–       Cinco años

 

La mente del empresario empezó a trabajar como una máquina. La niña tenía 5 años, es decir, que su cachorro había estado con alguna mujer mientras salía con él. La ira lo invadió y quería reclamarle, sin embargo, si lo hacía podía perderlo de nuevo. Se tragó su molestia y orgullo herido.

 

–       Te puedo dar el mío - dijo con la intención de que la niña se entretuviese y no le hablara más.

 

–       ¿En serio?– dijo con alegría pero luego se detuvo– lo lamento, no puedo recibir cosas de extraños.

 

–       No soy un extraño, soy un amigo… de tu papi– mencionó con un sabor amargo.

 

–       De acuerdo, igualmente, lo consultaré con él.

 

Cuando la puerta de la tienda sonó avisando que un nuevo cliente ingresaba, la niña corrió emocionada a abrazar a ese hombre.  Los rasgos del sujeto eran bastantes llamativos. Su estatura era de más o menos 1, 85 según el cálculo de Kaiba. Era rubio con unos imponentes ojos jade, de masa corporal musculosa y una ancha espalda. Por algunas leves arrugas en su rostro, creía que el tipo tenía entre 50 a 55 años.

 

–       Papá, ¿cómo te fue?

 

–       Hola mi hermosa dragoncita - mencionó en perfecto italiano el hombre, pero Kaiba pudo interpretar. Estaba realmente confundido con lo dicho por la enana. A medida que el hombre entraba, muchas personas lo saludaban y le decían "doc", por lo que suponía que era médico.

 

Cuando se paró frente al cachorro, le besó la frente y ambas mejillas. El menor le correspondió con una tierna sonrisa y luego le sirvió un café con un sandwich.

Ahora creía comprender, aquel hombre era pareja de Katsuya y por eso la niña le decía papá.

Sintió un vacío en el estómago, el pensar que esa familia podría ser suya, le carcomió por dentro.

 

Fue interrumpido por el sonido de su móvil, el investigador que había contratado le tenía información no muy buena. En efecto su esposa le había engañado hace varios años y para evitar un embarazo no deseado ante su lujuria, se había hecho implantar un método anticonceptivo intrauterino… con razón no habían podido tener hijos en todo este tiempo.

 

Un mesero pasó por su mesa y aprovechó para pedirle licor. Para su desgracia, sólo tenían cervezas locales, así que pidió una Peroni. Necesitaba matar un poco esa bilis que se iba formando en su garganta.

Para cuando su cachorro había terminado el turno, el ya llevaba siete cervezas en la mesa.

 

–       Por dios Kaiba, ¿por qué estás bebiendo tanto?, ¿Estás bien?– indagó el rubio, sabía al a perfección que el empresario solo se inundaba de alcohol cuando era un asunto emocional… al parecer no había perdido esa mala costumbre.

 

–       Si… – fue un leve susurro el que salió de su boca. Cuando se puso de pie se tambaleó un poco y el rubio lo sostuvo.

 

–       Estás borracho – gruñendo– quédate sentado, te traeré un café cargado.

 

–       Papi, ¿te vas a quedar con tu amigo?

 

–       Sólo hasta que esté mejor, ve con tu abuelo que luego los alcanzo.

 

–       Está bien papi.

 

En la mente de Kaiba solo rondaba una palabra “abuelo”... y se repetía constantemente como si fuese un mantra. Se sentó nuevamente y esperó a que Jounuichi le sirviese ese café cargado.

Se lo tomó con parsimonia y esperó algunos minutos que le hiciera efecto, todo bajo la atenta mirada ambarina.

 

–       ¿Cómo puedes ser tan descuidado y beber de esa manera?

 

–       Lo más paradójico, es que las veces que he bebido de esta forma, siempre ha sido por ti.

 

–       ¿Sabes? no es nada bonito saber que soy el motivo de tus borracheras - bufó.

 

–       ¿Por qué tu hija llamó abuelo a ese señor?

 

–       ¿Por qué lo es? – respondió con otra pregunta.

 

–       Que yo sepa, tu padre está en la cárcel hace años, me encargué de eso.

 

–       Mmm… ¿Recuerdas el hermano de mi padre que nunca conocí?

 

–       Si…

 

–       Bueno, es él.

 

–       ¿Cómo se encontraron?– preguntó con curiosidad.

 

–       Es una larga historia, Kaiba.

 

–       Bien, algo más para apuntar a la lista.

 

–       Bueno y… ¿Qué haces aquí?– indagó sintiendo un vacío en el estómago al pensar la respuesta.

 

–       Vine a hacer negocios de Kaiba CORP

 

–       ¿Tienes un corporativo aquí?– indagó sorprendido, pues en lo que llevaba en el país, nunca escuchó mencionar la corporación del mayor.

 

–       No, pero lo tendré.

 

–       Mmm… bueno y ¿cómo me encontraste?– cuestionó con algo de angustia.

 

–       En realidad eso fue coincidencia, no quiere decir que no te haya buscado, lo hice, pero parece que te esfumaste, no logré encontrar nada de tu paradero, incluso Mokuba me odia porque cree que tú…

 

–       ¿Qué morí?, Pues ya ves que no.

 

–       No sabes lo mucho que me alegra verte cachorro, pensé que jamás podría volver a verte, si realmente hubieses muerto no sé qué habría hecho–. El castaño acarició cariñosamente la mejilla del blondo e intentó acercarse buscando probar esos carnosos labios que tanto anhelaba, pero el rubio lo alejó evitándolo mientras lo miraba asombrado.

 

Era sorprendente ver así al CEO más orgulloso e indiferente del planeta, realmente era algo que no se esperaba, mucho menos que lo hubiese buscado, no después de haber ignorado sus sentimientos y botarlo.

El tenerlo ahí ebrio, mirándole con unos ojos de anhelo indescriptibles e incluso mostrando un poco de afecto le hacía sentir incómodo y fuera de la realidad. No podía creer que ese fuera Seto, el Seto que conoció en sus años de adolescencia.

 

–       Bueno… supongo que es un gusto haberte visto después de estos 6 años, si ya te sientes mejor, vete.

 

–       Vi el cuadro – el blondo lo miró sin decir nada – Gracias, es hermoso yo… lamento no haberlo visto antes.

 

–       No importa, que bueno que lo encontraste.

 

–       Si yo… quiero decirte que…

 

–       ¡Joey! Vamos se nos hace tarde, quedamos de ir a las 4 y ya faltan menos de 30 minutos– dijo el tío de Jonouchi mientras se acercaba a la mesa–  lamento interrumpirlos pero ya teníamos planes para el día de hoy.

 

–       ¿Joey? – miró al rubio esperando una explicación, pero este ignoró su pregunta y se puso de pie.

 

–       Lo siento Kaiba, debo irme, espero que los negocios te sean prósperos.

 

–       ¿Puedo verte mañana? Yo… ya terminé mis negocios aquí, necesito que hablemos.

 

–       Kaiba… He sido amable contigo por respeto pero… no quiero verte, si me fui de Japón fue por eso, yo tengo una vida aquí y tú en Japón, simplemente regresa a tu hogar con tu familia y olvídate de que me viste.

 

–       No puedo hacerlo, sé que en el pasado yo te fallé pero...

 

–       Pero nada, por favor....–. El rubio se giró siguiendo a su tío mientras tomaba entre sus brazos a su pequeña

 

–       Adiós señor Kaiba, siento no poder aceptar su disco de duelo, pero gracias de todas formas.

 

La pequeña se despidió hablando en japonés perfectamente entendible. Eso de cierto modo sorprendió a Seto, 5 años y ya hablaba al menos 2 idiomas.

El castaño estaba completamente agobiado, ver que el blondo había podido formar una familia era irónico, él se había alejado precisamente por eso y 6 años después no tenía nada, en cambio Jonouichi tenía un tío, una hija y suponía que una pareja. Ahora el que no haría parte de la vida del blondo era él, los papeles se habían invertido.

 

–       Joey Wheeler…– susurró para sí mismo mientras salía del lugar repitiendo ese nombre una y otra vez.

 

Al día siguiente el castaño volvió a la panadería, esperó en una de las mesas hasta que el blondo salió de su turno. De momentos,  Kaori se le acercaba y preguntaba algunas cosas. Al inicio se mostraba reacio con la pequeña pero poco a poco, sintió afinidad con ella y comenzó a explicarle lo del nuevo juego para niños que estaba desarrollando, emocionando mucho a la pequeña.

 

–       ¿De qué tanto hablan? – finalmente se acercó Joey cuando terminó su turno.

 

–       Papi, el señor Kaiba dice que habrá un juego para niños ¿Ese si me dejarás jugarlo? Por favor di que sí– rogaba la pequeña.

 

–       No lo sé Kaori, debemos esperar primero a que salga y veremos.

 

–       Ay papi eres tan aguafiestas, quiero jugar como tú, estoy segura de que sería la mejor.

 

–       Eso seguro, pero sé paciente.

 

–       El juego ya está en proyecto, se planea su lanzamiento el año que viene.

 

–       Si no mal recuerdo esa idea te la di yo.

 

–       Si y tendrás tu mérito en ello.

 

–       No necesito mérito de nada, puedes hacer lo que quieras– dijo en defensa.

 

–       Papi ¿Tú le ayudaste al señor  Kaiba?– preguntó expectante.

 

–       Solo le di unas cuantas ideas, no se considera ayuda, ahora vamos toma tus cosas debemos ir a casa a que hagas tu tarea.

 

–       Pero ya la terminé, quiero seguir hablando con el señor Kaiba, es muy interesante.

 

–       Kaori, no lo volveré a repetir, vámonos.

 

–       Que grosero eres, te espere por 5 horas y ¿solo te vas?– riñó molesto Kaiba, sabía que era persistente, pero requería hablar con el rubio, sin importar qué.

 

–       Papi ¿y si lo invitamos a cenar con nosotros? , iríamos a casa y podría seguir hablando con él.

 

–       Eso me parece perfecto, vamos– mencionó Kaiba satisfecho, aprovechando esta oportunidad para rastrear con más fuerza al blondo. 

 

–       Oye espera, nunca dije que sí.

 

–       Papi, tu siempre me dijiste que debo ser educada y tu estas siendo muy grosero, él te espero por 5 horas, además es tu amigo– dijo con total inocencia la menor, ignorando la preocupación de su padre.

 

El blondo lo fulminó con la mirada, se mostraba reacio a llevarlo a su casa pues no quería que supiera donde vivía. Pero tras ver esa mirada de súplica de la pequeña, no pudo negarse; después de todo era su hija y no estaría mal que convivieran un poco, aunque ninguno supiera la relación de sangre que tenían.

Al llegar a casa, ahí se encontraba su tío, el cual se quedó algo extrañado al ver entrar al CEO, el cual conocía a la perfección.

 

–       Joey ven ¿Podemos hablar un minuto?– expresó el mayor de los hombres.

 

–       Toma asiento Kaiba, ya vuelvo.

 

Ambos se dirigieron a la habitación del blondo, tras cerrar la puerta, su tío le mostró un semblante molesto.

 

–       ¿Qué hace él aquí?

 

–       Tu nieta insistió en invitarlo, no pude negarme, solo cenara con nosotros.

 

–       Sabes que él no me cae para nada bien.

 

–       Lo sé, pero él es su padre, no estaría mal que ella convivieron con él aunque sea un poco.

 

–       ¿Se lo has dicho?

 

–       ¿Qué? No claro que no, solo cenara y se va, no es que vaya a volver como un perro idiota tras el a moverle la cola.

 

–       Pues pareciera eso, yo me voy no me quedaré a cenar, no puedo soportar verlo, por él es que estuviste a punto de morir, de no ser por el tratamiento que se te proporcionó en este país ya no estarías ni tu ni Kaori– sentenció.

 

–       Pero también sin él no existiría Kaori – el rubio mayor guardó silencio sin poder refutar eso.

 

–       Es lo único que le podría agradecer, de igual forma me voy– ambos salieron de la habitación, el rubio mayor se inclinó para cargar a su nieta.

 

–       Lo siento pequeña el abuelo debe irse, mañana temprano vengo por ustedes.

 

–       Quédate abuelo, cenemos juntos.

 

–       No puedo, te prometo que mañana lo haré– sin más, se retiró no sin antes fulminar con la mirada al castaño que se encontraba sentado en el sofá tan cómodamente.

 

El rubio se apresuró a preparar la cena mientras le pedía a la pequeña que le ayudará a poner la mesa. Sirviendo ravioles con un poco de espárragos.

 

–       ¿Qué es esto?

 

–       Ravioles ¿Qué nunca has comido? Me sorprende, siendo el CEO más reconocido a nivel mundial y que no hayas probado los ravioles

 

–       Sé lo que son, solo no esperaba que tú supieras hacerlos.

 

–       No soy un inútil, además, es la comida favorita de Kaori y en Italia es muy común comer eso.

 

El castaño no dijo nada más limitándose a comer, en cuanto probó los ravioles, una explosión de sabor invadió su paladar, no esperaba que el blondo cocinará tan bien.

La cena continuó de manera muy silenciosa, nadie decía nada y se limitaban a comer, haciendo el ambiente un poco incómodo.

 

En cuanto acabaron, la pequeña llevó los platos al fregadero donde el blondo comenzó a lavarlos, la niña muy emocionada tomó de la mano al castaño llevándolo a su habitación.

 

–       ¡Vamos! Tengo que mostrarte mis cartas y cosas que tengo sobre el duelo de monstruos

 

–       Kaori, él debe irse, es tarde.

 

–       Será un momento– ignoró la advertencia de su padre y lo llevó a su habitación donde pasaron horas mirando, platicando y jugando. Sin darse cuenta dio media noche cuando la pequeña por fin cayó rendida.

 

El castaño la tomó entre sus brazos recostando a la pequeña en la cama, el sentir el pequeño y cálido cuerpo en sus brazos,  le hizo sentir un poco de nostalgia y tristeza.  Él por tanto tiempo había buscado una descendencia y no podía tenerla por haber elegido mal y ahora tenía entre sus brazos una pequeña parte del blondo.

Se quedó un momento apreciándola, tenía una hermosa piel durazno, como la de Jounuichi. Su cabello era una mezcla perfecta entre rubio y castaño, algo así como un rubio cenizo.  Lo que más curiosidad le daba, eran esas iris azules… tan similares a las suyas.

 

Divisó con más detalle la alcoba, no era muy grande pero se veía esmero en su decoración.  Habían juguetes, fotos de ella y Joey y varias cosas del juego de monstruos.  De una u otra forma, aún estaba presente en la vida del rubio.  Finalmente, salió de la habitación cerrando la puerta tras de él.

 

–       Ya se quedó dormida, es muy parlanchina, era difícil seguirle el paso, es una niña muy inteligente.

 

–       Si, lo es, muchas veces ella es la que me enseña a mí– comentó con una sonrisa genuina.

 

–       Bueno… yo me voy– expresó ya que se sentía bastante abatido en ese momento.

 

–       Quédate, es muy tarde, a esta hora no hay transporte y dudó que tengas un chófer aquí.

 

Eso lo sorprendió, sin embargo, aceptó su propuesta, tras acomodar su habitación, el blondo le indicó que podría quedarse ahí.

 

–       Pero ¿Tú dónde dormirás? - teniendo la esperanza de que durmieran juntos.

 

–       Con Kaori, como viste su cama es grande.

 

Algo decepcionado, el castaño entro a la habitación, tomó la ropa que el cachorro le había dejado y se cambió.  Se recostó en la cama, toda ella estaba impregnada de su aroma, un aroma cálido que antes no había notado y que ahora extrañaba y anhelaba.

No le era posible dormir, así que se puso de pie inspeccionando la habitación, mirando lo sencilla y humilde que era la morada de su rubio.

 

–       Jum… como siempre eres tan extraño– no pudo evitar decirlo al notar unas pequeñas figuras algo amorfas que a su parecer eran dragones.

 

Su mirada no pudo evitar posarse sobre una enorme caja llena de medicinas, tomó algunas notando que tenía alrededor de 6 pastillas diferentes en gran cantidad, eso le heló la piel.  Fue directo al baño para lavarse la cara con agua fría, pero notó que en el gabinete del baño tenía muchas pastillas más.

En ese momento, recordó las palabras que  Mokuba  hace tiempo le había dicho: " ese día tú lo viste, se veía pálido y demacrado, al parecer estaba enfermo". Inmediatamente fue a buscar a Jonouichi a la habitación contigua, tocando como loco.

 

–       ¿Podrías callarte?, la niña duerme, ¿Qué demonios te pasa?– salió riñéndolo con mucho enojo.

 

–       ¿Qué es esto? – le mostró al menos 3 frascos de medicina. Notando como el semblante del blondo cambiaba.

 

–       ¿Medicinas?– culpándose internamente por no guardarlas.

 

–       Ya sé que son medicinas, la pregunta es, ¿por qué tienes tantas en tu habitación?

 

Miró a su hija dormida y por eso mejor salió de la habitación. El mayor seguía esperando una respuesta y por eso lo condujo de regreso al cuarto.

 

–       Es un tratamiento Kaiba, estoy enfermo, por el momento  no de gravedad, pero si debo tomar medicamento permanente, ¿contento? –mencionó mientras sacaba las pastillas qué debía tomarse.

 

–       ¿Desde cuándo? – indagó curioso.

 

–       Desde que nos vimos por última vez.

 

A la mente de Kaiba llegaron los recuerdos de la pelea con Mokuba. El menor le había manifestado que el cachorro estaba enfermo y él había ignorado olímpicamente esa advertencia.

 

–       Ahora entiendo porque mi hermano me odia, soy un completo imbécil.

 

–       Mokuba no puede odiarte Kaiba, eres su hermano – dijo Joey intentando tranquilizarlo y sentándose a su lado en la cama.

 

–       También mi vida ha cambiado mucho, y una de esos cambios,  es que mi relación con Mokuba está rota. Sólo nos hablamos para cosas del trabajo y hace mucho tiempo dejó de vivir conmigo.

 

El blondo lo miró sorprendido, pues no imaginaba al azabache odiando a su hermano mayor.

De una u otra forma, el rubio se sintió muy mal por el hombre que tanto amó.

 

–       Todo estará bien, si quieres puedo hablar con Mokuba.

 

–       Creo que eso le alegraría mucho, jamás dejó de buscarte.

 

–       Mokuba, ¿te dijo algo de nuestra última conversación?– consultó si el azabache había mencionado algo de su embarazo.

 

–       No, sólo me dijo que te habías despedido, ¿Por qué? - preguntó con astucia.

 

–       Por nada… – mencionó restándole importancia– mañana podemos llamarlo. Por el momento, descansa – mencionó ya que sentía que algo más podía pasar si estaban solos. Se levantó rápidamente de la cama y un mareo debido a los medicamentos, lo invadió. El castaño lo sostuvo la cintura y lo sentó sobre su pelvis, evitando que se lastimara y hullera.

 

–       De… déjame Kaiba - mencionó aún mareado.

 

 


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