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A mis espaldas por yaoiana

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Notas del capitulo:

Hola a todos y todas, de nuevo mil gracias por su apoyo.  En especial a esas personas que se tomaron un valioso tiempo para mandarnos un mensajito.  Por eso gracias a:

 

- hinachan y miyuchan

-KidaDrachen

-Wan chan

-Efe

 

Sabemos que la historia va un poco vertiginosa, pero es por el alto contenido de drama, que esperamos les siga gustando. 

Actualizamos todos los domingos, hoy actualizamos un día antes porque para las escritoras este domingo era complejo.

 

Muchas gracias y sigan disfrutando.  Un abrazo enorme.

 

CAPÍTULO 3: Intrínseco

 

-        Yo... No debí haberte dicho eso…

 

-        ¿Tú crees?– dijo con ironía el blondo.

 

–       Me afectó saber que Mokuba prefirió hablar con otra persona que conmigo.

 

–       Es por tu actitud, de siempre estar menospreciando todo– mencionó mientras forcejeaba e intentaba liberarse del mayor.

 

–       Debo admitir que en el aspecto de las emociones soy un asco, pero tú puedes ayudarme...por eso... quédate – dijo lo  último  con necesidad y anhelo.

 

Para el rubio aquello fue como una declaración, Seto lo necesitaba y eso incendió un poco de la esperanza en su corazón. Giró su rostro y se perdió en esos pozos azules, al igual que sus labios se perdieron entre los de su amado.

 

Jonouchi no supo a ciencia cierta, pero su cuerpo le decía que esta vez, sería diferente. Entre besos cortos y cariñosos llegaron nuevamente a la cama.  El menor lo miró fijamente y añadió:

 

–       Mokuba me dijo que preferiría perder todo el dinero y la empresa, por tenerte más tiempo a su lado. Que preferiría vivir sin comodidades, a seguir viviendo sin tu atención ni tiempo.

 

–       No sabía que se sentía así de deprimido– exclamó con sensatez.

 

–       La verdad, es que sí me preocupa mucho, se siente solo en la mansión.

 

–       Comprendo– dijo pensativo– ¿Y si trabajas siendo su niñero? – propuso.

 

–       ¿Niñero de Mokuba? – preguntó sorprendido.

 

–       Obviamente no le diremos que serás su niñero, quiero que vengas a pasar tiempo con él aquí en la mansión, que lo escuches y hasta te permitiría llevártelo con tu pandilla de tontos.

 

–       Kaiba...son mis amigos… – resopló con molestia ante la grosería del otro.

 

–       Yo sé que aprecias a mi hermano, y que lo harías incluso sin recibir nada a cambio. Pero necesito a alguien de mi confianza que esté pendiente de él y no veo a nadie más apto para ese papel que tú.

 

–       Yo… no sé qué decir…–dijo conmovido Katsuya

 

–       Sólo di que sí…

 

–       Está bien, más que todo lo haré por Mokuba… pero tú también debes poner de tu parte y compartir tiempo con él.

 

–       Lo haré, además, tengo una segunda razón.

 

–       ¿Segunda razón? – preguntó confundido.

 

–       Si, qué tú estarás– expresó mientras sonreía con prepotencia.

 

 

El rubio no pudo evitar sonrojarse por aquella declaración, sabía que Seto no sentía algo romántico por él, pero el hecho de que lo necesitara le era muy significativo.

 

 

-        Y… ¿qué tiene que este yo?– tan solo quería escuchar que lo necesitaba.

 

-        Pues… que podremos vernos más, estar juntos y quizá me ayudes a acercarme a Mokuba.

 

No era necesariamente lo que deseaba escuchar, pero era un avance, viniendo de Seto era un gran paso, el aceptar que necesitaba de alguien más.

 

 

–       Bien lo haré.

 

Sin más el castaño lo abrazó por la cintura repartiendo cortos y tiernos besos en su cuello, el cual desprendía un delicioso aroma. Inmediatamente el cuerpo del rubio fue inundado por una emoción indescriptible, el que el castaño lo tratara con tanta delicadeza le hacía sentir que  esta vez era diferente, a pesar de que se habían encamado en diferentes ocasiones, esta era diferente de todas esas, Seto era más… cariñoso.

 

Lentamente lo dirigió a la cama, donde lo recostó posándose sobre él, aun repartiendo besos por su cuello, lentamente lo despojo de la bata que llevaba puesta comenzando a repartir besos por su pecho. El rubio no pudo evitar suspirar profundamente, cada roce, cada beso se sentía el doble de placentero.

 

–       Amng...s...Seto– gimió  al sentir como lamia y mordisqueaba sus pezones– ¿Qué haces? No...ammg.. No hagas eso.

 

–       ¿Por qué no? Puedo notar lo mucho que te gusta.

 

Continuó bajando por su abdomen, notando como el cuerpo debajo de él se crispaba temblando ligeramente, mientras pequeños gimoteos salían de su boca.

El rubio, avergonzado, trató de tapar su boca, pero el castaño se lo impidió.

 

–       Me gusta escucharte, deja salir tu voz.

 

–       ¿Qué diablos te pasa? mng… Mokuba está en casa, nos...aaah… nos va a escuchar

 

–       No importa, mi habitación está insonorizada, el no podrá escuchar tu hermosa voz, así que déjala salir.

 

Sin pensarlo mucho se posó entre las piernas del ojimiel tomando su hombría, la cual sin dudarlo metió en su boca, dando ligeras felaciones, yendo lento, pues quería que lo disfrutara.

 

-        Aaaah...mng...se….se siente raro…

 

Y en efecto era raro, las últimas veces que habían estado juntos iban directo al sexo, no había jugueteos previos y el castaño no se preocupaba mucho por su placer, sin embargo, en ese momento cuidaba mucho sus acciones. Eso provocó un vuelco en el corazón del rubio. Inevitablemente por su mente cruzo "¿Le gusto a Seto?"

Con eso en mente lo miró enternecido, mientras tanto el oji azul miraba y no se perdía cada una de las reacciones del rubio, notando como esos ojos miel lo observaban fijamente, mirándolo con un cariño y amor, uno con el que nunca nadie le había mirado.

 

Lo único que interrumpió ese momento fue cuando el rubio inevitablemente se vino llenando su boca.

Se acercó tomándolo entre sus brazos, algo impaciente.

 

 

–       Quiero hacerte mío – dijo en un tono ronco lleno de excitación – se… solo mío.

 

El rubio lo miró impactado pues no sabía cómo tomar esa declaración.

 

–       Pero si ya lo soy.

 

Tras dilatarlo un poco, el impaciente castaño no pudo más y le penetró, lo que provocó que el rubio clavara sus uñas dejando algunas marcas en su espalda. Pero, más allá de causarle dolor, le causó un inmenso placer.

Sus cuerpos se unieron notando como sus corazones latían frenéticamente al mismo compás, se habían sincronizado, siendo una experiencia romántica y placentera a la vez.

 

En el calor del momento, los labios del rubio totalmente rojos le parecieron carnosos y no pudo evitar sellar ese momento con un apasionado beso, el cual le fue correspondido. La habitación se había llenado de sus respiraciones agitadas, los besos y sus cuerpos chocando en esa unión casi mágica.

 

Tras un rato de ese frenético baile, ambos llegaron al éxtasis, sus cuerpos temblaban sin parar, sus labios por fin se habían separado buscando recuperar el aliento, mientras sus miradas se cruzaban; el rubio aun mirándolo con cariño, un cariño desconocido y hasta cierto punto tenebroso para el castaño. Permanecieron abrazados hasta que cayeron dormidos por el cansancio.

 

 

***

 

Dos meses habían transcurrido desde que Jonouchi había aceptado el rol de niñero.  La mayoría de las veces estaba en la mansión jugando con el azabache, ayudándole en las tareas o simplemente salían a comer algún helado o con Yugi y los demás.

Mokuba se veía más contento, más tranquilo y disfrutaba mucho cuando su hermano mayor llegaba en las tardes y almorzaba con él y con Katsuya.

En ese tiempo, las cosas entre Seto y Jonouchi estaban más consolidadas, o por lo menos, así lo sentía el rubio. Si bien no eran una pareja o no habían formalizado su relación, compartían algunas noches juntos en la mansión  o en hoteles. Comían juntos, hablaban de sus asuntos y lo más importante, tenían sus encuentros íntimos.

El blondo estaba perdidamente enamorado del mayor, nunca se lo había dicho, pero sabía que el castaño lo intuía. Kaiba jamás le había expresado una palabra de cariño, pero cuando intimaban, decía algunas palabras que mantenían en la nube al rubio.

En una tarde de almuerzo, Kaiba le había entregado un sobre. Lo destapó con curiosidad y vio que había un pasaporte y unos tiquetes de avión.

 

–       ¿Qué es esto?– preguntó confundido.

 

–       ¿Creo que ya sabes leer, no?– dijo con burla.

 

–       A lo que me refiero es, ¿para qué me lo das?

 

–       Tengo un negocio en Estados Unidos, creo que es una buena oportunidad para qué visitemos a tu hermana.

 

–       ¿Hermano, también iré?

 

–       Por supuesto, iremos los 3.

 

Si no fuera porque Mokuba estaba presente, Jonouchi hubiese besado al mayor. Aquel gesto le hizo ver al rubio, que había una posible esperanza de que Seto lo amara.

En una semana ya estaba en Estados Unidos. El mayor dispuso todo para que pudieran verse con Shizuka. Para  Jounouchi, el volver a ver a su hermana después de tantos años, fue algo muy emotivo y revitalizante.

Los cuatro compartieron un agradable momento, Seto siempre estuvo al margen respetando el espacio entre los hermanos Katsuya, pero de vez en cuando participaba.

Mokuba por su parte, se sintió muy ameno en la compañía de la chica, tal vez era una afinidad por sus edades, al igual que Shizuka con él.

Si bien el rubio hubiese querido más días al lado de su adorada hermana, entendía que el mayor debía regresar ya que estaba al frente de su empresa y era una responsabilidad muy grande.

 

La despedida fue emotiva, prometiendo verse pronto nuevamente. Los dos adolescentes intercambiaron números, para así poder planear un posible reencuentro, o por lo menos, fue la excusa que ambos dieron a los mayores.

Tras regresar a Japón el ánimo de Mokuba había cambiado, estaba mucho más animado. En cuanto llegaron, Seto debió llegar a trabajar por lo que ambos se quedaron solos.

 

–       Jonouchi… muchas gracias…

 

–       ¿Mm? ¿Por qué me agradeces?

 

–       Bueno… hasta hace unos meses no podía ni soñar viajar con mi hermano, gracias a ti él ha cambiado y hemos sido más cercanos.

 

–       No debes agradecer,  él es un buen amigo, es normal que quiera que esté bien con su familia.

 

–       ¿Solo amigos?

 

–       ¿Qué quieres decir?– preguntó preocupado el mayor.

 

–       Nada, no dije nada, de todas formas gracias y deja de ser tan obvio, lo ves como un cachorro todo el día.

 

El rubio no pudo evitar sonrojarse, ¿Tan obvio era? Creía que podía ocultarlo bien, lo que le hacía pensar que si Mokuba lo había notado entonces Seto también.

 

 

–       Bueno si ya lo sabe y me sigue tratando igual, tengo una esperanza– susurró para sí mismo.

 

–       ¿Esperanza en qué?– en ese momento iba entrando Seto el cual acababa de cortar una llamada.

 

–       Na...nada, ¿ya terminaste de trabajar?

 

–       No, de hecho venía a decirte que fueras a dormir, no me esperes.

 

–       Está bien, no duermas tarde.

 

***

 

Katsuya no supo cuán rápido pasó el tiempo, ahora había llegado el momento de la graduación de la preparatoria y de buscar el futuro.  Si bien tenía una extraña relación oculta con el empresario, nada había avanzado.  Este hecho hacía sentir frustrado al rubio, pero temía que de abordar el tema, Kaiba se molestara y optara por terminar lo que había.  Él podía aludir al “yo no tengo nada que perder, puedo conseguir a la persona que quiera” y eso le daba una gran desconfianza en sí mismo.

En la graduación, todos estaban felices, tomándose fotos, festejando y optaron por una fiesta ya que no sabían cuando volverían a encontrarse.

 

–       ¿Irás? – le preguntó Katsuya al empresario.

 

–       No, no necesito tener recuerdos con nadie y menos con esos ineptos.

 

–       No sé ni para qué pierdo mi tiempo en preguntarte – comentó bufando.

 

–       ¿Acaso querías que fuera contigo? – dijo con altivez.

 

–       Ni que fuéramos novios para irte a presumir.

 

–       ¿Eso es lo que quieres? – escudriñó Kaiba

 

–       Cla...claro que no – tartamudeo el rubio y es que no quería parecer obvio ni quería demostrarle al mayor que ese era su deseo más ferviente.  Poder salir en cualquier espacio tomado de la mano con Seto.

 

Los ojos azules lo inspeccionaban con vehemencia y él no pudo soportarlo.  Temía quedarse allí y escuchar algo que le volviera añicos la esperanza.

 

–       Bueno, me iré para organizarme, salúdame a Mokuba.

 

–       ¿En serio vas a ir a la fiesta, perro?

 

–       Si Kaiba, iré… nos vemos.

 

Un gruñido a su espalda le alertó que al castaño no le agradaba la idea de que fuera a la fiesta.  Sin embargo, no iba a dejar a sus amigos tirados por un capricho del empresario. 

Llegó hasta su apartamento, se alistó lo mejor posible y en la noche ya estaba allí con todos.

Yugi, Tea y Tristán, lo estaban esperando.  Se sentaron en una mesa, pero el lugar había sido reservado para toda la preparatoria, por eso veían a estudiantes de los otros grados que se estaban graduando.

Empezaron con unas cervezas y música serena, pero a medida de que el licor intoxicaba su sangre, el jolgorio de los jóvenes se fue acrecentando y también, la pérdida de su conciencia.

 

Tristán invitó a Jonouchi a fumar a un lugar apartado para no incomodar a los demás. O por lo menos esa fue la excusa para poder hablar con el rubio.

 

–       Eres mi compadre y la verdad, quería decirte esto porque luego de la preparatoria no sabremos que caminos tomaremos.

 

–       ¿Qué pasa, viejo?– indagó el blondo.

 

–       Me atraes, tal vez ha sido porque hemos enfrentado muchas cosas juntos y esa confianza y cercanía se transformó en algo más.

 

El abundante alcohol que el rubio tenía en la cabeza, se había bajado de golpe a sus pies. Estaba tan pasmado y asustado con la declaración que ni sintió cuando Taylor le puso una mano en la mejilla.

Levantó el rostro y observó los castaños ojos buscando una respuesta a sus palabras.  No negaba que quería escuchar esas palabras, pero no de su amigo… y eso le llevaba a preguntarse ¿ Kaiba alguna vez le diría que le gustaba?, ¿ qué le atraía?, ¿ qué serían algo más?

Cuando fue consciente, Tristán estaba a unos centímetros de su rostro, tal vez tanteaba a la suerte para saber si su beso iba a ser correspondido. 

Pensaba apartarlo, pero si sintió angustia al saber que le gustaba a su camarada. Sin embargo,  sintió terror cuando escuchó su nombre ser mencionado por aquella voz conocida.

 

–       Katsuya…

 

–       Ka… ¿Kaiba?

 

–       ¿Qué está haciendo este aburrido aquí? – preguntó Taylor.

 

–       Puedo estar dónde se me dé la gana – respondió con molestia– vine por el perro.

 

–       Se llama Jonouchi, por sino recuerdas– riñó Tristán.

 

–       También lo llamaré como quiera, ¿cierto, perro?

 

El rubio detuvo a su amigo cuando se iba a abalanzar al empresario. Taylor se molestó e indagó porqué defendía al “rico de cuarta”.

 

–       No vamos a dañar nuestro festejo por esto– calmó Katsuya.

 

–       Escucha al perro – dijo con sorna– y tú – señaló al rubio– sube al auto, Mokuba te está esperando en la mansión – fue lo único que se le ocurrió decir.

 

–       Él no tiene porqué ir contigo – amenazó Tristán.

 

–       Perro… – mencionó en un susurro de voz y esto alarmó a Jonouchi.  Sabía que Kaiba estaba en su límite.

 

–       Tranquilo viejo, se lo prometí a Mokuba, voy solamente por él… en cuanto a lo que me dijiste, por favor déjame procesarlo y te daré una respuesta.

 

–       De acuerdo– acepto Tristán, pero cuando vio al rubio montarse en aquel auto y la sonrisa retorcida del empresario, sintió que había hecho mal y que jamás debió haber dejado ir a su amigo.

 

Tras subir al auto un silencio sepulcral hizo sentir incómodo al rubio, el cual estaba sentado del lado contrario al castaño el cual lo fulminaba con la mirada. Algo nervioso miro por la ventana.

 

 

–       Dijiste que no vendrías, ¿qué haces aquí?, ¿Me extrañaste tanto?– preguntó bromeando

 

–       ¿Que hacías con ese idiota?

 

–       Estábamos fumando, ¿eso tiene algo de malo?

 

–       ¿Y su cigarro se le perdió en tu boca?– respondió con ácido en su voz.

 

–       ¿Qué insinúas? Solo estábamos hablando

 

–       No soy imbécil, si no hubiera llegado estarías con el… estaba a punto de besarte, no soy idiota.

 

–       Él es mi amigo, no te hagas ideas estúpidas, además, si así fuera eso no te concierne tu y yo no somos nada.

 

Seto perdió los estribos tomó por el cuello de su camisa jalándolo bruscamente quedando cerca de su rostro.

 

–       Mmm… ¿con que no somos nada?

 

–       ¡No! Dormimos juntos pero no somos pareja, o… ¿Te gusto acaso? – preguntó el rubio tanteando el terreno.

 

–       No digas sandeces, un perro como tú no está a mi nivel.

 

Eso inevitablemente hizo que el corazón del rubio doliera.

 

–       Bien ¿Entonces qué te importa con quien salga?

 

Molesto Seto subió el cristal del auto el cual dividía el lugar del chofer y la parte trasera de la limusina, arrojando bruscamente sobre el asiento al rubio comenzando a desnudarlo.

 

 

–       Oye, que demonios haces depravado…

 

–       Entiende que me debes tu vida.

 

–       ¿Qué estás diciendo?, sabes que voy a pagarte cada maldito centavo que te deba.

 

–       Bien págamelo ahora – sentenció el ojiazul.

 

Tomó sus labios bruscamente, el rubio se asustó pues Seto estaba siendo muy agresivo. Intentó alejarlo, sin embargo, Kaiba tenía más fuerza y  lo estaba subyugando.  Lo único que se le ocurrió al rubio, fue morder los labios del otro.

 

–       Tsk… ¿Qué demonios te pasa? – exclamó de dolor el empresario mientras se limpiaba los labios. Un tanto colérico,  mordió el cuello del otro haciéndolo gritar. La reacción del rubio, fue patear al castaño chocando contra la puerta del auto.

 

–       Eres un completo idiota ¿En serio quieres que te pague con mi cuerpo?– unas lágrimas surcaron sus mejillas.

 

–       Bueno, no creo que tengas otra manera de pagarme– dijo sin pensar mucho, denigrando al rubio.

 

–       Soy un idiota por llorar por un imbécil como tú- exclamó con dolor e indignación.

 

–       Vamos sabemos que te encanta cuando te tomo– se acercó y le susurró al oído– cuando gimes mi nombre como la perra que eres– dolido Jonouchi le golpeó la mejilla dejando una gran marca roja y provocando que unas gotas carmesí bajaran por sus labios.

 

–       Fui un idiota por creer que alguien como tu podría ser diferente, no debí enamorarme… para ti solo soy una mascota, alguien con quien desfogarse, pero… pero… mi error es amarte aun con todo eso – mencionaba el rubio entre sollozos.

 

Su llanto se intensificó, en ese momento Seto lo miró sorprendido. Al darse cuenta de lo que había dicho entró en pánico, prácticamente se acababa de declarar. Cuando se percató de que el castaño estaba por hablar, abrió la puerta. El auto se detuvo de golpe, aprovechó y  bajó para salir corriendo sin detenerse, por alguna razón, temía las palabras que el ojiazul le pudiese decir, sabía que no lo amaba pero no quería escucharle rechazándolo.

 

Katsuya no podía ver bien por dónde iba, las lágrimas por el desasosiego y la tristeza le inundaban los ojos. En los últimos meses había tenido la esperanza de que Seto hubiese adquirido un poco de humanidad, pero se había equivocado y ese error, dolía como si le clavaran alfileres en el corazón.

Giró en una esquina sin percatarse de los autos que transitaban, hasta que sintió un fuerte golpe en el costado que lo tiró en la calle. Abrió sus ojos con dificultad y pudo ver a Tristán a su lado.

 

-        ¿Tris...tan? – preguntó con dolor.

 

-        Maldita sea Jonouchi– gritaba el castaño– ¿ cómo es que te atraviesas así? – hablaba exaltado el mayor mientras atendía a su amigo y llamaba una ambulancia.

 

Taylor sabía que no debió dejar ir al rubio con el pedante de Kaiba, su instinto no lo había engañado.  Él se había quedado contrariado y solo bebió un poco más para irse a casa.  Iba conduciendo su motocicleta cuando alguien corriendo se le atravesó y para su sorpresa, era Katsuya.

La ambulancia llegó rápidamente y los paramédicos le hicieron los primeros auxilios. Como el ojimiel presentaba un dolor en el costado y la pierna, la ambulancia lo llevó a un hospital para hacer más análisis de su estado; obviamente, acompañado del castaño.

 

–       Familiares de Katsuya Jonouchi – preguntó el doctor luego de dos horas–

 

–       Soy su amigo, lo traje aquí, ¿cómo está?

 

–       Solo dos costillas rotas y una fractura en el fémur parte baja. No requiere operación si guarda quietud y se comporta con el yeso y las recomendaciones, sino lo hace, puede afectarse y puede llegar a ser operable.

 

–       Gracias Doc, le prometo que me haré cargo de su cuidado.

 

–       Bien, en dos horas le daremos de alta, estamos esperando que el medicamento suministrado se termine.

 

En otro escenario, Kaiba llegó molesto a la mansión y se encerró en su cuarto.  Destapó su brandy Torres Jaime I y se sirvió una copa.  Estaba contrariado por la actitud de Katsuya, odiaba que se le revelara porque sentía que perdía el control y si algo era Seto Kaiba, es que era calculador y controlador.  Cualquier cosa que se saliera de sus manos, lo desestabilizaba y eso era el menor, un desestabilizador de su mente.

Debía aceptar que al ver al rubio con el orangután ese, le había hecho enervar la sangre, ¿qué habría ocurrido entre esos dos si no hubiese aparecido?, ¿qué es lo que le faltaba en su relación con Katsuya, qué este podría haberse ido de su lado? Pensar en esa posibilidad le llenaba de una ira enferma, porque él era Seto Kaiba, el mejor, incluso mejor que el mono andrajoso de Taylor.

Ese descontrol que sentía y sintió en el auto, llevaron a tratar mal al otro.  Se sentía bastante ruin al cobrarle al rubio con su cuerpo, pero sentía que se había quedado sin argumentos para retenerlo.

 

Jonouchi le había dicho que lo amaba, era un hecho bastante obvio y que había descubierto hace mucho.  Pero jamás esperó que el otro tuviera las agallas para decírselo.  ¿Qué podría responderle?, ese cachorro le atraía demasiado.  Disfrutaba su cuerpo, su entusiasmo, su libertad para decir lo que pensaba, pero no lo amaba. Seto Kaiba nunca había amado a alguien, únicamente a su hermano y a veces era bastante burdo con él.  ¿Cómo podía pretender el blondo que le correspondiera?, era como pedirle a un árbol de mangos que te diera una manzana… era imposible.

Se sentó en su mullido sillón sin dejar de beber.  Lo mejor era esperar a que Jonouchi volviera, y regresara como si jamás hubiese dicho nada, porque así no estaba obligado a corresponderle.Lo único que tenía claro es que el asunto entre los dos era pasajero, porque según su estatus y estilo de vida,  Jonouchi no podría hacer parte de ese futuro.  Necesitaba a alguien con clase, asentado, astuto y ávido para compartir con esa persona sus proyecciones y el menor era todo lo contrario.  De una vida promedio, vivaz, rebelde, inocente y metía las manos al fuego por una justa causa, sin importar que cosas se estropearan en el camino.


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