Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Tomarrymort week 2021 por PinkuBurakku

[Reviews - 0]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Los personajes no me pertenecen, son propiedad de Jk Rowling y Warner Studios. Yo solo los uso como entretenimiento y sin animo de lucro. 

 

Dia I: Fantasía. Omegaverse! Tomarry. 

Dia II: Horrocrux / AU Voldemort gana. 

Notas del capitulo:

°Participación para la actividad Tomarrymort week 2021, creada por tomarrymort week en twitter; es una week en ingles pero aceptan trabajos en español. Por si les interesa. Regla de oro, Bottom! Harry.

Advertencia: AU. Underage, omegaverse contenido sexualmente explicito, viajes en el tiempo; muerte de un personaje. 

° Los diálogos en cursiva, es idioma parsel. 

Pareja: Tomarry - Top! Tom enano x  Bottom! Harry humano. 

PK. 

 

 

 

   Respiro entrecortadamente contra el aire espeso y la noche, jadeando cómo un animal a medio morir mientras soy arrastrado sin contemplación; las lágrimas se acumulan en las orillas de los ojos y bajan a raudales por las mejillas lisas y tibias, la agonía que me consume ataca todas las terminaciones nerviosas; no puedo concentrarme en sólo un dolor o ardor, todo explota en diferentes direcciones, corroyendo incluso el alma, mandando la cabeza a la locura completa. Los brazos que me sostienen, se aferran con más fuerza hasta sentir cómo los moretones se forman, sin embargo, jadeo por lo bajo conteniéndome de gemir, se que es lo que quieren. Se siente tan bien que es repugnante, no los quiero cerca, sólo quiero a mi alfa. Uno que ya no esta, uno que ya no puedo sentir. Otro raudal de lágrimas bajan por las mejillas, ni siquiera me puedo aferrar a una esperanza; la cruel realidad ha dejado mi alma estéril y rota. Con otro paso más, el calor en medio de las piernas se extiende debido a tanto roce indiscriminado con los muslos a fuego vivo, un chorro de lubricante natural se riega cómo un manantial hasta empaparme la gruesa túnica; una ráfaga de feromonas lo acompaña regalándome un momento de aire, los alfas que me arrastran, horrorizados me liberan, cubriéndose la nariz con la túnica, no queriendo inhalar las excitadas feromonas agónicas.

Caigo al suelo, destrozando la mejilla ya sangrante al contener un gemido profundo al sentir la fría piedra contra la piel hirviendo, quiero azotarme contra ella hasta calmar el fuego en las entrañas, pero con algo de conciencia se que no servirá, nada lo hará, sólo mi alfa puede calmar las ansias de ser tomado y llenado; una gruesa lágrima cae hasta empaparme el mentón húmedo por la saliva, mi alfa ya no puede llenarme, ya no está. Antes de perderme en la demencia debido al dolor, me arrastran nuevamente; en medio de los ojos nublados puedo ver el cabello rojo fuego del que alguna vez fue mi mejor amigo y ahora con las pupilas dilatadas me mira cómo una presa dónde encajar los colmillos, lo haría sí no fuera tan importante para su loco líder, sin duda; a pesar de estar indefenso, en medio de un celo y agonizando por el lazo roto, me permito sentir lastima por el pelirrojo. Ellos son los equivocados, ellos son los que están dementes, siendo manejados por un loco mago qué se hace pasar por bueno gracias al carisma, pero en realidad, es incluso peor que Tom; aquel alfa lunático que me acogió, me dio un propósito más allá de una simple arma y sobre todo, me amo. Sobre todos y todo, incluso su propia vida.

No puedo derramar más tibias lágrimas, a paso tambaleante me llevan por fin frente a la puerta doble del gran comedor. Me empujan sin contemplación, el cuerpo abraza la misma nada ante de deshacerse contra el piso nuevamente; no puedo mantenerme en pie por mi mismo y todos lo saben, pero los cobardes alfas que me miran con deseo, pena y asco, se arrastran fuera del alcance, sabiendo que están sostienen cerca, él los matará. Tal cómo mató a Tom. Simplemente por ser un alfa. No sólo por venganza lo hizo, lo tengo claro; la locura y el mórbido deseo brillan en sus pupilas azules desgastadas por el tiempo. Lo visualizo detrás de la mesa de los profesores, sobre su trono improvisado. Me sonríe altivo detrás de las gafas media luna, me restriega la verdad sobre el rostro húmedo; sabe que gano la estúpida batalla dónde no soy más que un peón en las manos de dos hábiles alfas. El arma necesaria para salvar al mundo mágico y el botín para quién gane la batalla. El único omega que define la vieja guerra en la que se enfrascaron dos alfas poderosos. Mi amado Tom, porque no fuiste tú quién ganó, quién se coronó con mi cuerpo. Lloro silenciosamente sin poder evitarlo. Duele, el lazo roto duele.

El demente frente a mi niega al ver las lágrimas y sollozos estridentes, me hace un gesto para acercarme pero no puedo moverme, ni siquiera para escupirle o mandarlo al diablo. El dolor y el deseo me esta matando y el demente no necesita utilizar Legeremancia para saber mi estado y lo que le profeso, pero no se amedrenta; en vez de ello tira de mi con magia, haciendo que avance contra mi voluntad casi cómo un Imperius sin pronunciar. Me remuevo cómo un poseído sólo para resistirme aunque es inútil, sin embargo, no me dejare hacer cómo sí nada, no seré mas un cerdo listo para el matadero, mi alfa no hubiese querido tal degradación, él hubiera querido que pelee hasta el final. Nunca me dejare gobernar por tal bastardo. Sólo tengo un alfa; mi amado Tom. 

Al llegar a su lado,  me deja sobre la mesa, hasta que el trasero húmedo, besa la madera. No se amedrenta en sus oscuros deseos, rindiéndose por completo a la lujuria que le baña la sangre y las pupilas dilatadas; mueve los resecos labios, pidiendo que ruegue por lo que viene, que ruegue por él, así será benévolo y me cuidara, podrá calmar el calor agónico en el cuerpo en crisis. Me resisto, no me rebajare a pedir por mi vida, mucho menos dejaré que me posea, hacerlo, sería conferirle la razón que en verdad ganó la batalla contra Tom, cosa que nunca aceptaré, ni siquiera estando este muerto. Siento otro tipo de dolor al negarme, el dorso de su huesuda mano se estampa contra la mejilla ardiente y tengo que hacer todo acopio de fuerza mental restante para no llorar, se siente tan malditamente bien. Un toque firme contra la carne hirviendo. Lo reto con los ojos cuando me levanta la barbilla para que lo mire, las lágrimas le llenan los dedos y puedo jurar que eso lo vuelve aún mas loco, casi demente, le gusta lo que ve, el omega que tanto se le ha resistido, por fin bajo los dedos. Me abre las piernas con agilidad, el sonido de la madera húmeda dónde me ha encaramado, nos hace jadear; a él por la vida tan magnifica a mi, por sentir el roce abrazando el agujero abierto comprimiéndose contra la nada al estar tan vacío y dilatado; siento arcadas cuando lo veo disfrutar del espectáculo.

Intenta tocarme y todos los sentidos primarios que ha creado en mi Tom, se activan cómo un crucio rompiéndome el alma; lo pateo con fuerza, cuando intenta introducir los arrugados dedos dentro, mi omega ruge furioso, aunque el demente no lo sepa, ya pertenezco a otro alfa, aunque eso me condene a perecer en el mayor de los sufrimientos. Nadie sabe el secreto, pero mi cuerpo sólo será profanado por otro ya inexistente; me niego a ser tocado por otro alfa aunque muera por ello. El anciano, choca contra el espaldar de la silla ante el golpe y escucho los pasos tambaleantes de los alfas detrás de mí, acechando en silencio pero presentes para el espectáculo de vejación que quiere llevar a cabo el demente director de Hogwarts. Primero muerto antes de aceptar algo así; el mago lo sabe y ataca con más fuerza. Su puño se estampa contra el estómago y me toma el cuello, a pesar de la edad aún queda algo de músculo en sus podridos huesos, me aferran con fuerza; ahogándome sólo por el roce de piel. Acerca su boca a la propia, el asco me escurre no sólo por el rostro, sino por la garganta. Escalando peligrosamente, antes de envolvernos a ambos con vomito, tomo sus malditos labios con fuerza, tirando de la carne estéril y demacrada hasta que puedo desprender un buen trozo de esta, la escupo hacia un lado escuchado la algarabía que forma ante la carne cercenada. La tibia sangre me abraza mientras soy azotado contra la madera.

El cuerpo convulsiona contra la mesa, ahora raspando los pezones contra esta. Me ha girado para atarme los brazos con magia, siento miedo cómo nunca antes pero no dejó de removerme con las últimas fuerzas que me quedan. Entre deshacerme del loco y aguantar el mortífero lazo roto, me estoy diluyendo en la inconsciencia. Lo siento atrás, pegado al trasero húmedo y me siento enfermo, mucho más cuando me arquea a su perverso antojo, sólo para que mire al frente, intentó cerrar los ojos pero no lo consigo, me los abren a las malas, para toparme de frente con el cadáver del amor de mi vida, de mi alfa; mi amado Tom. La tristeza me consume el alma cuando me rindo por fin, sin importar un carajo nada más, el hombre fuerte que una vez conocí, admiré y amé con locura, yace ante mí muerto y frío, cubierto por completo en su propia sangre, el demente tras mi espalda, le ha reventado los sesos. Su piel antes pálida, ahora está casi transparente por la falta de sangre en su sistema, de un antinatural azulado. Lo sabía, estaba muerto, pero verlo directamente me ha destrozado la cabeza y el poco equilibrio mental que aún guardaba.

Sentí su agonía al morir, el miedo de no saber que seguía conmigo, hasta el final no pensó en él una sola vez; sólo en mí. Lo que seguía ahora que su cuerpo poco a poco se ponía rígido y frío; estamos entrelazados ambos sabemos que con su muerte, sigue la mía. El lazo tensándose fue lo último que sentí del alfa. Ahora verlo frente a mí, con los ojos cerrados y sostenido sólo para mi mórbida locura, se que nunca más lo veré en esta vida o en otra, se ha ido para siempre. Nos condenaron a los dos, mucho antes de que el manto de la muerte se tragara su alma. A lágrima viva, lloro al techo hechizado con velas y el cielo nocturno, mi cuerpo por fin se revela ante tanto dolor; cómo sí de un interruptor se tratase, se apaga por fin, sin poder sentir más, entregando al destino lo que pase desde aquí conmigo. Sí soy tomado, destrozado o destruido poco importa ya, después de todo la muerte se cobrara mi vida mucho antes de lo que alguno pueda concebir. No lo saben, pero al matar a Tom, también me han dado la llave de escape; el omega que tanto ansía el demente Dumbledore, perecerá al igual que su mayor enemigo, frío delante de mí. Es el único consuelo, moriré junto a él. Sólo un poco más alfa, sólo espérame un poco más. Me dejó llevar por la inconsciencia completa.

No sé cuánto tiempo pasa cuando por fin abro los ojos, al menos la mitad de estos; sintiendo la fulminante luz derretirme las córneas irritadas, no llevo los lentes puestos así que sólo veo sombras, pero se perfectamente lo que me ha despertado, los estridentes gritos que me cubren por completo. Intento levantarme pero es imposible, el cuerpo aun en crisis no colabora con la premisa, sólo se tiende allí, agónico sobre la mullida camilla. Es lo mejor, me grita mi omega mucho más despierto que yo, que sólo puedo sentir la sensación aún tibia del celo bajo la piel. Apenas soy consciente cuando me mueven, aunque todas las alertas de el cuerpo se activan, poco es lo que puedo hacer; me mueven, siento los dedos arrugados de mi captor contra el cuello, sus feromonas furiosas, llenas de ira y oscuridad. Me toca la marca de enlace y entiendo su furia a pesar de la semi conciencia, lo ha visto, la marca de los dientes de Tom contra mi cuello, nuestro lazo. Sabe lo que significa, moriré cómo lo ha hecho mi alfa. No hay nada que pueda hacer para evitarlo, ni siquiera marcarme nuevamente me salvara la vida; sólo Tom lo puede hacer y él ya no está. No puedo torturarme de esta manera, me reprendo, sintiendo ya las tibias lágrimas empapar los ojos. Me entrego a la inconsciencia una vez más sintiendo el cuello en carne viva, vibrando con los lazos rotos detrás de Tom, arrastrándose en la misma oscuridad dónde ahora descansa su alma.

Al despertar nuevamente, todo ha acabado por fin. Aún siento las trazas del celo bajo la dermis y se que si soy expuesto a las feromonas de un alfa, pueda recaer debido al celo tan desvariante y agónico, pero al menos por ahora, estoy consciente y despierto; incluso alerta. He soñado con él, con mi Tom. Me ha reprendido, así no es su fuerte omega; me ha maldecido por dejarme vencer por el dolor, me ha dado una misión, buscarlo; aferrarme a la vida por los dos, no dejar que nos venza el loco de Dumbledore. Él ya no está pero sin duda, yo me haré cargo ahora, me vengaré por mi alfa. Descubrirán porque Tom me tomo cómo su omega, cómo su igual. Tengo la certeza que voy casi desnudo, con una escueta túnica y me aprovecho de eso, sin hacer ruido al caminar. Me aseguro de que nadie esté cerca antes de avanzar un metro más, lo que es un poco complicado sin los lentes puestos. No estoy en la enfermería del castillo cómo supuse, estoy en su despacho. Todo es dorado y rojizo, siento asco al saber que son los colores de mi casa, el maldito mago, ha corroído al león por completo. El recinto está inundado de sus feromonas por todos lados, hasta que es mareante. Sobre las piernas tambaleantes, avanzó agudizando el oído. No escucho a nadie cerca y se que tengo que darme prisa, el alfa es listo, no me dejara por mucho tiempo sin vigilancia sabiendo que a pesar de la agonía del lazo roto puedo escapar. Sabe de lo que soy capaz, se lo demostrare con creces, no debió arrancarme el corazón al matar a Tom. 

Me arrastro hasta su escritorio, sabiendo de memoria dónde guarda su varita y cómo gracias a su egocentrismo, nunca la lleva encima creyéndose un ser superior al hacer magia sin varita. Lástima para él, que también se realizar magia sin varita; pruebo muchos hechizos pero al final, consigo abrir el segundo cajón del escritorio. La hermosa y poderosa varita de saúco me acaricia los dedos; pongo el plan que arme en medio de inconciencias, desesperación y el recuerdo de mi alfa frío y azulado. Se que lo que necesito debe estar aquí, sé que lo tiene cómo arma secreta por sí algo sale mal y al menos en mi bando, todo ha ido jodidamente mal. No me permito vagar en los pensamientos cómo usualmente hago, no tengo tiempo. El corazón me late cómo demente contra el esternón al escuchar los pasos bajo las escaleras gobernada por la gárgola dorada, esta cerca; susurro un Accio con lo que necesito, espero en silencio casi temblando ante la perspectiva que lo lleve encima; resulta que el destino aún cabrón esta de mí lado. El giratiempo cruza toda la estancia en un parpadeo; me rodeo el cuello con él en un santiamén, justo cuando el maldito alfa llega al umbral de la puerta. Nos vemos en silencio por unos pocos parpadeos, alzó la varita sin rechistar, gritando el hechizo sin esperar que salga del estupor al verme no sólo con su varita sino con el giratiempo encima, sabe lo que haré, a quién iré a buscar. Intenta detenerme justo cuando el hechizo se roba su aliento, el Avada cruza como un rayo mortífero hasta clavarse en su corazón.

Agradezco la agilidad de la edad, nunca podré ganarle en un duelo cuerpo a cuerpo, ni siquiera el poderoso alfa que era Tom pudo, mucho menos lo haré con mi escasa edad, con el celo aún bajo la piel y la locura agónica del lazo roto qué amenaza con matarme con cualquier suspiro. Cuando su cuerpo cae al limbo tan rígido cómo el de Tom, me río sobre su cadáver, escupiendo sobre su degenerada alma; al final la guerra la ha ganado un omega. No sólo eso, he vengado a Tom, ahora sólo debo ir por él. Hago memoria rápidamente desde cuando todo se fue al carajo y sin duda fue cuando Tom mató al decrépito Grindelwald, justo antes que atacaran nuestro campamento y lo arrastran lejos, tres días antes sí mal no calculo. Para asegurarme de todo, decido que serán cuatro días los que volveré, no se que pueda pasar al regresar un tiempo tan extenso, pero poco importa; necesito a Tom. Mi alma puede perderse después de encontrarlo y que me vuelva a marcar. Se que encontrara la manera de volverme a él sí algo llega a pasar; con una sonrisa en los labios, muevo el giratiempo, hora de ver nuevamente a mi alfa. La puerta abriéndose, me distrae apenas de la magia que gobierna todo mi alrededor, la sala se arremolina cómo un huracán, destrozando todo a su paso. Veo a la omega que alguna vez fue mi amiga, sus ojos se abren escandalosamente al saber lo que pasa, mucho más lista que los alfas idiotas que le pisan los talones.

- ¡No funciona bien!... - El grito me consume hasta el alma, mientras giro la cabeza sin entender muy bien sobre el ruido de la sala consumiéndose estrepitosamente; la omega intenta detenerme al correr hacia mi -... ¡El giratiempo está dañado. Dumbledore lo averió! - Eso si lo puedo entender, está tan cerca que sus palabras me abrazan. Siento mi alrededor perderse por completo. Mierda.

Por poco dejó la bilis al sentir la cabeza girar y el cuerpo convulsionar hacia delante, no sabía que el alfa había tomado medidas por sí alguien se hacía con el giratiempo, debí saberlo, después de todo es tan listo cómo Tom. No puedo detener lo inevitable ahora, esperando al menos llegar a mi destino y no vagar por la eternidad en el limbo. Cierro los ojos llamando a mi alfa, aunque este no respire ya, lo necesito; es un instinto básico más que otra cosa. Respiro profundamente al sentir el fuerte golpe al caer. Toso escandalosamente, al caer sobre el pecho, siento las costillas llorar ante el golpe tan basto; pero no sólo eso me encojo sobre mi mismo al sentir el primer azote contra la columna vertebral; la sensación me agobia por un momento, pero la conozco perfectamente, joder, es lo ultimo que me falta. Supongo que he retrocedido los cuatro días, porque siento el celo pulular abrasivo bajo la piel. Inspiró profundamente sin querer ahogarme en la desesperante necesidad, mala idea. Siento por completo las feromonas de Tom rodearme abrazándome hasta casi consumir mi alma. El olor intoxicante a hueso y roble me baña por completo. Me giro en el lugar intentando escapar del despertar furioso de mi omega. Varios pares de ojos me reciben. Tengo que entrecerrar los ojos, solo por manía; veo perfectamente, mucho mejor que en toda la vida,  debo haber enloquecido sin duda.

Delante hay lo qué creo son humanos, magos... alfas, no lo se muy bien; aunque mi omega cree estar seguro que son alfas, el resto, baila en el aire sin bases. Me miran de regreso murmurando en una lengua que no entiendo en absoluto, señalando y hablando entre ellos. Intento ponerme en pie para salir de aquí, corriendo hacia las feromonas de Tom, lo necesito ahora más que nunca, sin embargo, al querer ponerme en pie; una exageradamente gruesa y filosa espada cruza el aire, directo a mi yugular, se detiene apenas antes de cercenarme el cuello, chillo sin poder evitarlo. Me arrastro hacia atrás, buscando con desespero el giratiempo sobre el cuello, aún averiado, lo usare para irme de aquí. Sin embargo, al sostenerlo, las astillas del objeto me acarician los dedos, esta jodidamente roto; maldita sea estoy condenado, esté Tom o no en el bosque alzándose sobre mi cabeza. Los hombres frente a mi se acercan hasta el árbol dónde me he arrastrado. Sólo ahora, me tomo el momento de apreciarlos, me detengo en seco al reconocer un par de ojos.

Los ojos filosos y profundos de los Lestrange me miran desde lo alto; tan engañosos y perversos cómo los recuerdo en antaño, cuando era el objetivo de sus bromas que sólo hacían que Tom por poco me follara delante de todos. Los hermanos son los primeros en avanzar, su cabello rojizo al viento, enredándose en este, enmarañado y mucho más largo de lo que recuerdo, lleno de trenzas y adornos de plata, frunzo el ceño al ver la frondosa barba también trenzada; antes llevaban barba, pero no así, no tan, perfectamente arreglada y hermosa. Muevo los ojos repasando a los demás, cada uno de los seguidores de Tom aparecen delante de mí cómo un espejismo de un tiempo lejano. Me detengo sobre uno de ellos, Snape, sus ojos oscuros me recorren por completo cómo si me viera por primera vez. Su cabello también es largo, frondoso, liso, trenzado y adornado, lleva barba y bigote. Su cuerpo también ha cambiado, no lleva túnica, sólo una armadura intrínseca por runas y es más robusto. Lo único que puedo pensar es en matar al traidor que entregó a Tom y nuestra manada. Sin pensarlo muy bien y dejando la necesidad de lado, me empujo contra el mago, queriendo ahorcarlo, arañarlo al menos. No tengo la varita en la mano, sino lo mataría sin duda. La maldita cosa, se perdió en algún lugar en el limbo.

No puedo sí quiera rozar el cuerpo de Snape, soy sostenido en el aire por fuertes brazos que tiran de mí hacia atrás antes que pueda encajar las uñas en el cetrino cuello de Snape; pataleo y maldigo al mago, que retrocede entendiendo un poco de la perorata por cómo frunce el ceño. Soy sostenido con más fuerza cuando tiran de mí no sólo lejos de Snape sino del árbol mismo, nos ponemos en movimiento. Me giro entre los brazos que me sostienen y descubro los verdes ojos de Barty analizándome en silencio con ellos, ciñendo los dedos cuando quiero soltarme nuevamente. El mago también está cambiado, con el cabello oscuro entrelazado en intrínsecas trenzas y mechones de cabello que lo hacen ver mucho más joven de lo que es en realidad, lleva un bigote divertido curvado hacia arriba tan exageradamente que me preguntó sí es real, aún en mí estupidez, lo intentó tocar; frena en seco cuando los dedos entran en juego con su vello facial. Me mira sorprendido, habla nuevamente en su extraño idioma y me preguntó sí hice algo mal. Espero algún golpe o al menos un agarre más profundo en los huesos, pero no hay nada. Sólo el duró golpe al caer sobre el suelo nuevamente.

Caigo de culo, gimo en desacuerdo; no sólo por el dolor sino por el latigazo de calor que me azota. Tarde descubro que no es por el golpe, estoy rodeado por completo de las feromonas de Tom, su olor es el qué me pone caliente. Nuevamente el corazón arrancado de raíz salta de su pozo oscuro lleno de agonía. Gimo nuevamente reconociendo al alfa. Me levanto del suelo de un salto, respondiendo a la ráfaga de feromonas que me baña, me topo por completo con sus ojos verdes, refulgiendo oscuros y vibrantes. Mi cuerpo se tensa, la humedad baña interiores escabrosos de este, contrayéndose. La boca se me seca. Tom, mi Tom; no parece tal, aunque se que es él. Su cabello es igual de azabache, tanto cómo la noche, grueso y ondeando contra el viento, creando unos perfectos mechones sobre las facciones esta vez mucho más masculinas. Sin embargo, lo lleva largo, casi a la cadera, con ribetes de cabellos plateados y adornos a juego, enredados en los pedacitos de plata y oro aquí y allá. Su cuerpo es mucho más musculoso y menos blanco; lleva el pecho desnudo y los músculos gruesos se le marcan perfectamente besados por el sol hasta que me marea por completo. Es más bajo de lo que recuerdo, siempre ha gozado de una buena estatura, ahora apenas me llega a la quijada. Sin embargo, es mucho más ancho, robusto incluso. Lleva una barba incipiente de un par de días, curioso; a Tom nunca le ha crecido el vello lo suficiente para tener una. 

Respiro profundo intentando asegurarme de que en verdad es Tom, nuestro alfa. Sus feromonas me hacen cosquillas en la nariz, un gemido bajo se escapa entre los labios rebeldes, llamándolo sólo a él. Huele a Tom, reconoce mi omega, pero no se parece mucho a nuestro alfa excepto por las esmeraldas profundas que nos analizan con demencia. Muevo la cabeza hacia un lado cómo un niño, dejando a la vista nuestra marca corroída para este punto, de un feo grisáceo que marca lo poco que me queda de vida. Tom se fija allí por completo, se relame los labios, su lengua recorre con ahínco la extensión y se que ese es un gesto propio de Tom. Ese hombre, es nuestro alfa. Intento acercarme, pero la misma espada de antes cruza el aire hasta mi garganta, le gruño poseído por Tom y sus feromonas y el celo acelerado que se folla mis sentidos apenas en pie. Antes que alguno pueda mover así sea un cabello, Tom avanza, quita el arma de un manotazo y me toca del cuello, acariciando la marca rota. Todo explota en mi cuerpo, absolutamente todo. Me sostengo de él para no caerme nuevamente, todo el cuerpo convulsiona furiosamente, todos los sentidos se pierden y el calor me corrompe, la humedad me baña las piernas en un riachuelo incesante y escandaloso. Siento cómo todos se echan hacia atrás, excepto Tom. Nunca lo hace.

Aún con los ojos nublados, lo veo mover los labios mientras la cabeza me da vueltas y encajo las uñas en sus hombros desnudos; se que me intenta hablar pero no entiendo una sola de sus palabras, demasiado absorto por el placer y mi omega refulgiendo desde el interior reconociendo a nuestro alfa, casi chillando extasiado por haberlo encontrado nuevamente. Dejo salir las feromonas, llamándolo a enterrar los colmillos dónde ahora entierra las uñas, incitándolo a salvarnos la vida. Tom se acerca aun más desesperado por completo, sosteniéndome contra el pecho desnudo mientras me sacude un poco al ver que entro en un punto de no retorno aquí, muevo los labios también intentando ser coherente y que no sólo berridos y su nombre llenen el aire vicioso de necesidad y nuestras feromonas entrelazadas. Lleva un dedo a mis labios, hurgando en la boca, succiono su dedo con gula; el mundo estalla entre ambos, lo escucho jadear, mientras saboreo el sabor de la sangre en ellos, sonrió, al menos eso sigue igual. Tal cómo el toque imperioso y furioso con el cual me sostiene cerca de su pecho. Casi puedo volar en mi propio cielo, incluso entiendo ahora lo que me dice.

Tom - Murmuró reconociendo el parsel en sus ahora abultados labios; nada ha quedado de la finura de ellos, pero no me molesta, quiero besarlos igual. Me acercó con esa intención.

- ¿Qué eres? - Tom apenas me detiene, hablando sobre mis labios; parece sorprendido que le entienda. Frunzo un poco el ceño sin saber que le sorprende, el mismo me enseño. Sus palabras me sostienen antes que la necesidad por besarlo.

Tu omega - La punzada de desesperanza me llena los pulmones a pesar de saber que es nuestro alfa. No me reconoce, este Tom no me reconoce y duele. Con los sentidos a flor de piel, me mareo ante lo furioso que suena el jadeo húmedo contra mi garganta.

- ¿Mi omega? - Parece confuso y no se sí por las palabras o por las lágrimas que aunque intente detener, sólo salen en riachuelos llenando las mejillas y los dedos de Tom que se apresura a deshacerse de ellas.

- ¿Me has olvidado, alfa? - Preguntó con miedo, convulsionando entre sus brazos, olvidándome incluso de besarlo. No me reconoce, no lo hace. Nuestro alfa no nos recuerda.

No olvidaría algo tan precioso en mi vida; tus ojos son perfectas esmeraldas... - Me consuela con mimo, siento el mismo toque del Tom de siempre, aunque ahora parezca un rudo hombrecillo -... ¿Qué eres, mi hermoso omega? - Sus palabras son todo lo que puedo tolerar con el cuerpo en crisis y muriendo. Me abalanzó sobre su pecho, colgando de su cuerpo. Enredando los brazos en los fuertes hombros.

Alfa - Lloriqueo al tener conciencia que sólo Tom puede llamarme hermoso y derretirme por dentro y eso nada tiene que ver con el celo. Es sólo el poder de Tom.

Estás entrando en celo... - Me río aún llorando, sólo Tom puede ser tan obvio sosteniéndome cerca. Estoy en celo, ardiendo por él sólo por sentirlo cerca y sobre todo vivo -... Me enloqueces, necesito saber cómo ayudarte antes de que enloquezcas a toda mi compañía - Incita mis palabras, moviendo la frondosa cadera, siento lo que jamás creí sentir de nuevo. La erección de mi alfa, frotándose con diligencia contra el estómago liso. Gimo sobre su boca.

Sólo tómame, te necesito alfa... - Desesperado ahora, al sentir la necesidad del alfa, me muevo contra su cuerpo con ahínco; Tom cómo siempre imponente me sostiene con más fuerza, pasando un brazo debajo de las rodillas, el aire me abraza antes que yo lo haga con sus caderas -... Márcame - Gimo cuando su erección queda en el lugar justo. Recogiendo la túnica en los muslos, dejando el desnudo agujero a su disposición. Me remuevo furioso, moviendo el cuello hacia un lado, incitándolo.

- ¿Cómo puedo tomarte, sí ni siquiera sé cómo? - Ha dejado el tono monótono y plano de siempre; el siseo grave ahora lo acompaña, el parsel suena exquisitamente en sus labios desesperado. La cabeza me da vueltas, voy a caer en la inconsciencia debido al dolor en las entrañas en cualquier momento.

- Cómo cualquier mago... - Apuro arrastrando las palabras tanto que apenas son entendibles; Tom ladea la cabeza repitiendo las palabras despacio, no sé qué le parece extraño. Ofuscado ante su ignorancia, decido empujar el límite. Siempre nos hemos entendido -... Aquí - Tomo la mano libre del mago, los dedos son menos estilizados y más gruesos de lo qué recuerdo pero me desarman al llevarlos hasta el agujero dilatado y chorreante. Tom tantea tentativo. Veo estrellas explotando detrás de los ojos, la agonía me consume cómo el fuego a la madera.

- ¿Mago? - Duda aún, aunque profana el agujero que lo ha extrañado por tantos días en agonía no sólo por nuestro lazo roto, sino por el desesperante celo. Su duda me hace sonreír. Este Tom es un poco denso o yo lo soy, no lo sé con certeza. Sólo quiero que siga perforándome con ese solitario y grueso dedo.

Mago, tu y yo - Apremio desesperado, con el fantasma del cansancio que debilita los huesos al tener por fin al mago conmigo, acariciando mi cuerpo tentativamente, con la certeza que no está frío ni azul. Esta tibio, hirviendo en deseo por mí, su omega.

Enano, no mago - Corrige jugando con otro dedo dentro. Grito ante lo imperioso del empuje; los pulmones se quedan sin aire y veo manchas negras debajo de los párpados que abro expresamente para verlo. ¿Enano?

Tom - Susurro sabiendo que no dudare mucho más, todos los explosivos e inentendibles sentimientos y emociones me absorben por completo. La locura reclama mi alma y se la entregó de buena gana, ahora estoy entre los brazos de Tom.

No se que sucede después de eso, apenas tengo escasas escenas poco vividas de ser arrastrado, desnudado, limpiado y acostado; sólo se con certeza que Tom, nunca me deja, consolando a mi omega que llora por él entre intervalo e intervalo de conciencia. Me despierto por dos cosas, la primera, el intenso calor entre las piernas, tanto que me enloquece, haciendo que me encoja por la mitad ante la necesidad de querer ser penetrado. Lo segundo, el dolor igual de mórbido en el cuello, se me comienza a acabar el tiempo, a pesar de haber encontrado al alfa, sí no me marca, moriré entre sus brazos. Desesperado, me arrastro por la gran cama dónde me encuentro, los pesados edredones se diluyen hasta la cintura cuando me intento enderezar lo suficiente para reconocer dónde estoy, es infructuoso, no reconozco el lugar. Parece una mansión, quizás un castillo. Todo brilla con la luz de la luna, incluso los ojos encendidos en demencia de Tom. Me analizan en silencio, buscando en mi alguna cosa que no puedo descifrar con la necesidad cada vez más oscura corroyendo incluso la carne, las lágrimas tibias me recorren las mejillas desde hace rato. Es doloroso estar envuelto en Tom sin qué este me toque.

El alfa, sólo me mira bebiendo de su vaso vaya a saber qué jodida cosa; lo llamó entre sollozos necesito que se acerque, necesito tenerlo, incluso aunque no sea mi Tom, no el qué conozco a la perfección, se que este es Tom y con eso me basta, le basta a mi omega. Lo reconoce cómo su alfa, su igual, su amante y amor. Eso es más que suficiente para ambos. El mago, no, el enano avanza dejando con cuidado la gran espada con runas grabadas en la hoja de lado; no es una amenaza sin embargo, Tom nunca haría tal cosa. Sólo quiere que sepa que está allí. Que puede defenderse si quiero hacerle daño, cómo si pudiera concebir tal cosa, desde los catorce me corteja, ya con diecisiete; conozco muy bien a mi alfa y todo lo qué lo necesito, deseo y amo. La vieja riña dónde nos colocaron uno contra el otro ha muerto hace mucho; necesito que lo sepa. Me lanzó sobre los gruesos edredones de nueva cuenta, mostrando el cuello casi cercenado por la horrorosa marca ahora hinchada y caliente, irritada incluso. Agradezco ir sin ropa alguna al abrir las piernas y levantar la cadera, mostrándome por completo ante el alfa, que me escudriña con ojo crítico haciendo encender las mejillas peligrosamente contra la luz de luna. Tom se cuela entre las piernas, amando sin duda tal muestra de sumisión por parte de su omega. Lleva los pantalones de cuero con los cuales lo encontré y ahora se ha cubierto el pecho. Me sostiene la cadera con fuerza, dejando clavados los dedos en ellas. Manteniéndote quieto cuando quiero alcanzar su erección bajo los gruesos pantalones. No soy el único afectado por el celo. 

Antes de follarte, necesito que me digas quién demonios eres... - Murmura entrecortadamente, teniendo mucho más autocontrol que yo sin duda, aún me puede mantener lejos; todo lo que puedo hacer es estirar los dedos y querer tenerlo cerca -... Se que eres mi omega, pero necesito más, joven mago - La palabra suena extraña en su lengua, cómo sí fuera poco usada. Frunzo el ceño cuando alcanzó a enterrar las uñas en sus hombros. Tiro de la camisa, lo quiero cerca. Tom no cede.

Soy Harry... - Respondo rápidamente cuando no puedo quitarle la camisa a pesar de los fuertes tirones, este Tom tiene mucha más fuerza, incluso mucha más masa bruta, me aferra a mi hasta que es doloroso, pero no lo empujo, lo gozo -... Potter... - Intentó aclarar cuando el sólo nombre no parece darle una pista al enano, aunque ha jadeado mi nombre muchas veces en su vida -... Tom, te necesito - Ruego por un poco de paz, sintiendo el vacío y doloroso agujero contraerse furioso con la nada, expulsando otro raudal de lubricante que humedece el pantalón de Tom. El enano, tambalea un poco.

Puedo dar por hecho que lo haces, Harry...   - Reconoce, dándome el primer alivio, una estocada sencilla y furiosa que logra un audible gemido al aire; gruñe, su límite comienza a resquebrajarse -... Te aconsejo que te apresures antes de que perdamos la razón ambos. No quiero dejar en tal agonía a un omega tan bonito - Me advierte, empujando nuevamente las caderas, abro aún más las piernas indecentemente. Totalmente enloquecido, el celo se vuelve cada vez peor, comienzo a perder el sentido.

Tom - Lo llamó para que sepa que las lágrimas pronto comenzaran a derramarse de nuevo, aunque las anteriores apenas se han secado en las mejillas rojas.

Vamos Harry, necesito follarte - Ignora olímpicamente la petición silenciosa, empujando nuevamente la cadera, esta vez la erección palpitante da justo con la mitad de la entrada. Me remuevo entre sus brazos, arqueándome. Es doloroso cuando tira mi cuerpo con fuerza nuevamente contra la cama.

Hazlo alfa, hazlo - Gimo perdiendo toda conciencia, moviendo la cadera a su ritmo, ayudándome de sus fuertes dedos; estos ya se han fundido con la piel hirviendo. Los quiero sentir jodiéndome ahora mismo.

Mueve la bonita boca, ahora... - Me ordena, logrando que ceda por completo, no puedo resistirme a ninguna de sus órdenes, no en tal estado; pero no puedo hablar, sólo gemir, tendrá que ayudarme sí quiere que hable -... ¿Por qué sabes parsel?... Es una lengua complicada de aprender, incluso en la realeza enana - Se da cuenta de lo que necesito y sonrío en medio de las lágrimas; siempre nos hemos entendido sin palabras. Comenzaba a temer que no fuera así en esta realidad. 

Tu me enseñaste - Respondo, dándole lo que quiere ahora que me ha dado lo que quiero. Parece satisfecho, orgulloso incluso y no indaga mucho más, suelta una de sus manos y la hunde por completo entre mis piernas. No se molesta en amedrentar su fuerza descomunal. Me penetra con dos dedos de un sólo empujón.

- ¿De dónde vienes? ¿Desde cuándo te cortejo?... - Ha toca su límite, la habitación es llenada por completo de sus feromonas desesperadas entrando en celo, yo sólo puedo disfrutar de la sensación agobiante de sus dedos entrando y saliendo sin contemplación -... ¿Por qué sí dices que soy tu alfa, la marca de enlace parece rota? ¿Por qué estás aquí? - Escupe las palabras sin orden, apenas puedo retenerlas sintiendo los sesos derretidos con cada empuje, con otro dedo más me correré patéticamente sin duda.

Vengo de Hogwarts, no, Inglaterra... Mi hogar, nuestro hogar... - Repaso en mi mente las preguntas tomándolas al azar, pensando por largos minutos la respuesta; la capacidad de raciocinio ha muerto, me obligó a conectar las neuronas -... Me cortejas desde los catorce, cuando reviviste... - Se que apenas me entiende, pero hago el esfuerzo por responder todo, esta fue su orden, pero al llegar a la ultimas preguntas todo aire escapa de los pulmones y no tiene que ver nada con el impetuoso empuje contra la próstata maltrecha que Tom acaricia -... Porque tú... Nuestro lazo está roto... Tu... T-tu estas muerto - Las lágrimas definitivamente han vuelto, las malas; las saladas y rotas.

Tu estas muerto Tom... - Reconozco con pesar, rememorando su imagen en el comedor. A pesar de tenerlo justo aquí, recuerdo su cuerpo roto a la perfección -... Te jodieron los malditos sesos y me obligaron a verte luego... - Jadeo escapando de sus dedos aunque duele separarme con Tom teniéndome tan aferrado, siento un ardor en alguna parte pero lo ignoró, nada duele tanto cómo los recuerdos -... Estabas frío, lleno de tu propia sangre... Estas muerto Tom, muerto - Me encojo en mi mismo, abrazando las rodillas y llorando en medio de ellas. Todo ha quedado eclipsado por el dolor. Aúllo a la luna melancólico.

Estoy aquí Harry... - Tom también parece despejado, me envuelve entre sus brazos desnudos; no se cuando se ha arrancado la camisa pero lo agradezco, su piel está hirviendo, no fría -... Tócame, estoy tibio. Estoy aquí - Su cuerpo no huele a sangre, sólo a madera fina y tinta. Justo cómo lo recuerdo. Lloro contra su pecho. Está aquí.

Tom - Dejó atrás el refugio de mi cuerpo y me lanzó por el suyo. Abrazándome al cuello, enterrando la nariz en este, para absorber por completo sus feromonas, son un intoxicante natural, me arrullan hasta dejarme manso.

Necesito follarte ahora mismo, me estás enloqueciendo... - Murmura medio minuto después que frotó la nariz con su cuello, me muevo cómo un loco cuando intenta separarme de allí; no quiero, quiero embriagarme de él -... Pero necesito que me cuentes primero cómo es que morí... - Apremia, separándome de mi lugar; casi le gruño cuando lo hace, la sonrisa tensa me dice que estoy jugando con su límite, niego cuando la cabeza registra sus palabras, otra cosa que no quiero hacer -... Tienes que hacerlo Harry, luego te daré lo que tanto quieres ¿de acuerdo? - Empuja una de mis manos contra la poderosa erección, sacándola de su jaula de cuero para que sienta por completo el pulso de esta contra los dedos. La boca saliva en exceso al sentirla, aún así, niego; no quiero recordar su muerte. Lo sentí morir, literalmente.

- Se fuerte mi hermoso omega - Me riñe, aunque empuja la cadera contra los dedos que juegan con su erección. Me debato seriamente qué hacer ahora; dividido entre el placer y el dolor.

Me decido por el dolor, sólo porque mí alfa me lo está pidiendo; sólo porque parece atormentado mientras lo masturbo en silencio. Echa la cabeza hacia atrás, mirando al techo, pero se que espera que responda sus inquietudes. Me armo de valor al mejor estilo gryffindor, sólo por Tom. Relato el tormento vivido durante cuatro días, lo intenso qué fue el celo y lo sangrienta de la cacería; cómo me marcó en medio de la locura con la premonición que no volvería a mis brazos y la matanza de todos los suyos a manos de la orden de fénix. Pero sobre todo, cómo fue Snape siendo un doble agente, quién vendió a su omega y manada, sólo por el deseo en su oscura alma al tener los ojos de mi madre. Le relató también cómo sentí su cuerpo agonizar hasta morir, el miedo, dolor, desespero y cómo con su último suspiro, se despidió de mí sólo por lo fuerte de nuestra relación. Con cada relato, la cabeza encuentra una paz mental, por fin lo deje ir; ahora tengo a Tom de nuevo contra mí, cómo un mago, cómo un enano, que más da, es mi Tom, siempre mío. Doy un empujón más a la erección del enano, que con el relato se ha diluido un poco pero siempre atenta a las caricias, no parece muy afectada. Tom se ha mantenido callado, sólo respirando al cielo; es bueno, con la esperanza de haber encontrado nuevamente a mi alfa, el omega estresado ha cedido terreno, siendo tomado por el omega en celo a punto de ebullición. 

- Así moriste, yo pude llegar aquí; quería volver al día en que te perdí pero el giratiempo estaba averiado por ese maldito demente... - Tom por fin me mira al acabar el relato; la erección de nuevo en su lugar, el calor nuevamente instalado en mis huesos, las palabras son susurros ahogados por el exceso de saliva -... Ahora está roto - Le señaló, el aparato que aún está colgando en mi cuello, cómo único accesorio a la desnudez.

- ¿Tom? - Lo llamo cuando aún callado toma el giratiempo, arrancándolo directamente del cuello, rompiendo la cadera que lo ajusta a este. Jadeo ante el latigazo de dolor, este Tom sin duda tiene más fuerza bruta.

No lo necesitas, no volverás a un futuro sin mí... - El aparato se estrella contra la pared al ser roto por Tom, me separo enseguida con un brinco; maldito loco, caigo sobre la cama de espalda, Tom encima, a pesar de tener menos estatura que en antaño, es mucho más impositivo -... Ahora espera aquí, debo hacer algo antes de volver a hacerte mío - Se guarda la polla, dejando un solitario beso en la frente, casi me ahogo con ello; ignorando por completo sus palabras. Casi.

- ¡No!¡ No quiero!... - Me aferro a su cuello cuando se levanta, Tom me empuja nuevamente a la cama forcejeando, nunca me he sentido tan débil antes cómo en medio de este celo, aún así le doy pelea tirandolo un par de veces nuevamente contra la cama -... ¡Te necesito!... Me muero alfa - Cambio de estrategia cuando mostrando su gran intelecto y manipulación, empuja una rodilla contra mis piernas abiertas, torturando el agujero que lo necesita. Machacando cualquier rebeldía. Estiró el cuello para que vea la fea marca, funciona, deja de forcejear y me mira frunciendo el ceño, conozco la mueca. Va a matar a alguien.

No morirás Harry, no lo permitiré... - Acaricia casi con miedo la marca, sus ojos esmeraldas me recuerdan a antaño, tan oscuros por la maldad pero aún con un resquicio de calidez al verme; aún con la necesidad de derramar sangre, puede verme a través de eso -... Pero seré más listo que el idiota alfa que fui en tu mundo. No dejaré que nada nos separe. Necesito hacerme cargo de esto - Apenas me da tiempo para protestar levantándose, me sostengo de los codos rindiéndome en esto, a pesar que me muero de deseo, incluso aunque es doloroso. Tom irá a dónde quiere. Creo en sus palabras, necesito hacerlo; nadie nos separará ahora que lo encontré nuevamente.

Toma esto, hazte cargo mientras tu alfa vuelve - Sostengo la camisa que me lanza entre los dedos volviendo a la cama. Es una orden, una nueva que estoy feliz de cumplir.

No me da tiempo de responder, arrastra la pesada espada lejos y escapa fuera de la gran habitación. No conozco a un enano, sólo he escuchado de ellos de Hagrid y su padre, pero sin duda estos enanos no son cómo los del mundo mágico, son diferentes. Dudo mucho que el padre de Hagrid se hubiese visto tan bien cómo Tom o los otros que he visto antes. Son fuertes, masculinos y el olor de Tom es almizclado, entremezclado con sus feromonas ya espesas; una combinación peligrosa para mi omega en crisis. Incluso el cabello trenzado y la barba perfectamente arreglada le va de maravilla. También dudo que tenga una habitación tan grande incluso para un humano; la realeza, lo recuerdo. Mi alfa, es perfecto; sólo puedo pensar en ello mientras el calor en las entrañas poco a poco comienza a calentar todo mi cuerpo. Tomó la camisa que me tendió el alfa, enredando la prensa entre los labios, aspirando de ella con vehemencia; el mismo olor almizclado envuelto en sudor y Tom, me inundan las fosas nasales. Levantó las caderas al aire cuando la erección refulge en líquido totalmente tiesa, ahora sin la presencia de la muerte cerca; puedo rendirme por completo a los instintos, sabiendo que mi alfa volverá de dónde sea que se haya ido. Doy apenas unos empujones sobre la erección palpitante cuando la puerta se abre de par en par. No ha pasado mucho, creo. La percepción del tiempo a muerto. 

No me levanto, reconozco sus feromonas en auge incluso antes que patee la puerta bruscamente para cerrarla de un sólo empujón. Deja caer la pesada espada que tintinea contra el piso; no lo veo, mordiendo su camisa, con los ojos cerrados y ambas manos bombeando la erección temblando. Avanza desesperado, deshaciéndose de su ropa con prisa, hasta casi desgarrar las prendas, poco parece importarle hacerlo. Sólo cuando consignó que está desnudo, sube a la gran cama. Aparta de un manotazo las manos de mi erección, tanto que siento el latigazo en la polla, me arqueo ante lo bien que se siente el golpe tan basto. Empujo la cadera contra su mano que toma posesión de mi cuerpo, empuja con más delicadeza la mano contra su camisa, me ordena en silencio y obedezco sin querer perder un diente sí se desespera; Tom siempre ha sido así después de todo, demente cuando se trata de mí, su precioso omega lo vuelve loco, me lo ha dicho en muchas ocasiones. Sonrío cuando su boca traza un largo y húmedo camino desde mi ombligo hasta la clavícula, se siente diferente con la barba; raspa contra la sensible piel, me enloquece totalmente. Sólo cuando está mordisqueando uno de mis pectorales, es que siento el penetrante olor a sangre fresca. No es la primera vez que Tom huele a ella, pero recordando lo sucedió, me asustó lo suficiente para abrir los ojos y mirarlo espantado. 

Alfa - Lo llamo temeroso, buscando heridas en la piel desnuda, delineando cada fibra de músculo, limpiando la sangre de estos. No parece haber heridas, aunque es mucha sangre.

Harry... - Reprende, aunque no me impide vagar por el cuerpo; no parece importa que me llene las manos de sangre -... Ya nada nos puede separar. Tenía algunas dudas de mis enemigos, tú me has confirmado lo que necesito saber, nadie me separa de mi omega otra vez - Me detengo en medio de su estómago, mirándolo fijamente, creyendo en él de nueva cuenta; esta vez la verdad es tan fehaciente que siento las lágrimas tentar con salir. Tom esta vez está seguro, que nada nos separa. En mi actual estado, eso es lo único que necesito.

Me rindo por fin en encontrar heridas en su cuerpo, él está bien. Estamos bien; lo he encontrado de nuevo. Me besa sabiendo que necesito olvidarme del recuerdo que me ataca los huesos, primero toma el cuello; enterrando la nariz en este, absorbiendo las feromonas directamente desde allí, el olor de la calabaza, canela y el otoño mismo, inunda la habitación, la oxidación en estas es oscuro al estar tan excitado. Abrazando por completo al celo. Tom pasa la lengua por el centro del cuello, serpenteando la marca, ignorándola deliberadamente para no explotar entre sus dedos que tan bien me bombean hasta enloquecerme, logrando que empuje las caderas contra su mano, follando su mano; es un poco áspera, se siente bien contra la delicada piel. Tom sube su boca, hasta encontrar la propia, no se toma su tiempo, cómo siempre; eso nunca cambiará en Tom. Me muerde los labios, besando los restos de saliva y llanto, bebiendo de la amarga melancolía que me lleno por un momento, barriendo toda pista de esta con el imperioso ritmo de sus labios adornados de intrínseco vello, dominando por completo el beso hasta dejarme sin aire. La lengua maestra, delinea toda la extensión de los labios antes de perderse dentro de la boca abierta que la espera. Enredó la lengua con la suya, sintiendo el órgano suave temblar con la propia, moviendo a un compás sin forma que formamos entre jadeos, gemidos y el nombre del otro.

Me olvidó por completo de todo, abriendo con más fulgor las piernas hasta que siento los muslos pegados a la cama, poniendo a prueba el límite de mi cuerpo, Tom no parece necesitar tanto espacio, pero lo disfruta. Toma impulso soltando la erección, entierra los dedos debajo de las rodillas, para levantarlas lo suficiente para encorvarme y moverme a su antojo, el trasero queda al aire, dejando mi único soporte los omóplatos en carne viva debido al deseo. Los muslos se tensan al sentir la erección gruesa, bailar contra el agujero más qué abierto y húmedo, el charco que hay debajo de nosotros es patéticamente vergonzoso, pero ahora, no puedo pensar en ello, ni en cómo la erección de Tom apenas me besa la entrada cuando ya se llena de lubricante, mismo que se entremezcla con el suyo. Tom da unas sacudidas rápida a su erección, necesitamos esto; más que por deseo y calmar el fuego en la entrañas de ambos, lo necesitamos para calmar al alfa y omega en nuestro interior que grita blasfemias al cielo por todo lo que hemos pasado. Necesitamos reencontrarnos, para nunca separarnos nunca. Abrazo con las piernas el cuello de Tom, mientras este se pone en línea para lo que viene. Es un poco justo, pero lo suficiente para raspar ligeramente pero no doler. Arde deliciosamente contra el canal abierto, pero tibio y contraído que se traga por completo la erección que baja hasta el fondo, gimo con gusto, lleno hasta el tope. Apenas me deja tiempo para acostumbrarme, tampoco lo necesito, lo estrujo tanto que le arrancare la polla sí no se mueve.

Se mueve con rapidez, marcando un ritmo incluso inentendible y desesperado, uno que procuro seguir patosamente con los sesos fundidos de placer al tenerlo después de cuatro días agónicos de dolor por estar vacío, necesitando la dureza y el calor del alfa. Agradezco aún tener conciencia cuando empuja contra la próstata ya hinchada por tanto uso de sus dedos ásperos. Grito a la luna que nos acompaña, entrelazando los sonidos con sus propios gemidos graves e inentendibles, no es parsel pero se lo que significa; necesita acabar. Tom tiene las mismas manías en todos los universos. Me apretuja con fuerza, haciendo su agarre casi insoportable, mientras bombea cómo un demente afuera y adentro una y otra vez en un mismo segundo que apenas tengo tiempo de empujar contra él sin romperle el cuello. El sonido acuoso de nuestros cuerpos unidos, es morboso y demencial, sólo me empuja aparatosamente contra el orgasmo contenido desde hace mucho, el mismo que me hace jirones las entrañas por buscar una liberación; falta el último empujón. Expongo el cuello con tanta fuerza que siento que me romperé un tendón, pero todo vale la pena cuando Tom en medio de su locura, lo ve, brillando en sudor. Sabe lo que necesito, se relame los labios secos.

- En este mundo no tengo un Harry, así que supongo que sólo tomaré lo que es mío - Sin dejar de moverse, saborea la vena palpitante en mi cuello, la marca duele cómo un demonio; pero se que mejorara en cuánto Tom pueda volver a unirse con mi omega.

Alfa, Tom - Ruego cómo nunca en la vida, sin poder abrir los ojos llenos de lágrimas por el calor del deseo y la lujuria.

- ¿L-listo? - Me pregunta, aunque es más un rugido que cualquier cosa; siento su erección tornándose imposible hinchándose en la base, el nudo empuja contra sus bolas por salir. También está a punto de correrse, falta tan poco.

Siempre juntos, Harry... - Me advierte, aunque el tono es amenazante asiento enloquecido sin poder controlar ni siquiera las caderas, Tom me baja las piernas nuevamente a la cama para así evitar que le rompa el jodido cuello -... Siempre tuyo - Susurra contra la marca rota, exhalo profundamente cómo único soporte para no caerme en el abismo. Tom, por fin lo hace; por fin me marca nuevamente.

- Siempre mío - Gruño en medio de la locura, también parece una amenaza con la voz tan rota. Sus colmillos cercenan la carne desde la raíz, abriéndose paso sin rechistar entre las capas de piel, justo en la glándula omega. Tom me gruñe cómo única respuesta, somos dos animales en estos momentos.

Por fin me corro cuando la sangre baila fuera de mi cuello, Tom la lame diligentemente, cortando el flujo rojizo, acelerando el cicatrizado gracias a su saliva. Dejó de pensar por completo cuando Tom se corre, el nudo es grueso y me corta la respiración mientras se hincha a su mayor capacidad dentro de mi cuerpo aún en medio del orgasmo, la polla aún escupe copiosamente contra el abdomen de Tom. Me encojo un poco, cuando termina; hipersensible, cansado y casi roto mentalmente por tanto trajín. Pero feliz de tener nuevamente a Tom entre los brazos; el enano me abraza con fuerza, aún entretenido con el lazo qué retoma su lugar. Besa cada recoveco de la piel, me adormezco feliz. A pesar de la nueva estatura, esta no le saca capacidad a Tom quién nos mueve a su antojo, reacomodándome entre sus brazos, susurrando palabras en parsel, se que he vuelto a su lado. Me arrullo con el siseo de mi nombre en los labios del alfa.

El orgasmo me deja inútil por completo, calmando no sólo el tormentoso celo sino cualquier resquicio de duda y miedo que aún me queda en el cuerpo; esté Tom será para siempre mío, no me lo quitaran nunca. No pueden, Tom no lo permitirá. Soy su omega y él es mi alfa, nunca podrán romper eso, ni aunque me cercenen el corazón en miles de mundos, lo buscaré por otros mil más. Por siempre mío. Nuestro. 

Notas finales:

Gracias por leerme en este primer dia. 

PK. 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).