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Partiendo a una aventura por PinkuBurakku

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Notas del fanfic:

° La historia es un AU, no por completo alejada a los eventos de la saga the hobbit ni la travesía para llegar a Erebor, pero si cambiando un par de situaciones en post de la trama. Después de la batalla de los cinco ejércitos, todo cambia por completo.

° En la historia se maneja la dinámica de donceles, almas gemelas y mpreg; Bilbo tiene una especie de celo, aunque no propiamente dicho uno, solo dura una noche y es direccionado por la luna.

° En la historia, no existe el anillo único.

° Los personajes no me pertenecen, son propiedad de J. R. R. Tolkien y Warner Bros. Pictures.

Notas del capitulo:

Nota: Los donceles son escazos y solo existen en dos razas; los elfos y los hobbits. Embarazado masculino entre razas. Habra algunas parejas secundarias que se desarrollaran mediante avance la trama. Fic largo. 

 ° Thilbo/Bagginshield - Top! Thorin, Bottom! Bilbo. 

Espero les guste, es el primer fic de la pareja y la saga en general, el primero de muchos. 

PK. 

 

     Corro sintiendo el corazón en el pecho, galopar cómo un caballo contra las costillas hasta que es doloroso y el único aire qué puedo respirar es el vicioso oxigeno lleno de humedad, sangre y sudor. No sé a qué se debe el olor a sangre, aunque la cabeza aún racional sí parece reconocerlo en lo más íntimo, sin embargo, los conectores que llevan el pensamiento hasta la mente agitada, no parecen funcionar; es el saber de conocer una verdad, pero sin saber exactamente el porqué, sólo lo sabes; cómo una cruenta corazonada, justo así se siente. La humedad sin embargo, se perfectamente a qué se debe. Estoy llorando, no, peor; estoy derramando lágrimas vivas, estoy tan hinchado por estas que apenas puedo respirar con la nariz entaponada por líquido; ahora que también lo siento, los ojos escuecen, duelen y se contraen por un poco de paz, necesito cerrarlos y mantenerlo así durante horas, sin embargo, me niego a hacerlo al seguir corriendo. Me deslizo por el hielo; el doloroso frío quemando los experimentados pies, me conecta por completo con la realidad. La realidad que la cabeza ahora reconocida en crisis, ignoró con el andar del viento.

Estoy en medio de la nada, lleno de frío sudor recorriendo todo el cuerpo, tan exageradamente que lo siento incluso en los huesos; he corrido por lo que creo es un siglo, tanto qué los pies encharcados en barro duelen, gritan pidiendo un descanso, uno qué no tendrán en mucho tiempo. No entiendo porque sigo corriendo, sólo sé que es una necesidad hasta hallar lo que necesito; lo cual parece más cercano al deslizarme esta vez sobre las rodillas, frenando en medio de la nada que comienza a aclarar con cada paso que doy al frente; un vasto cielo siendo roto por los imperiosos rayos de sol naciente - creo-, me cubren por completo al besar el filo del acantilado; ahora se que no estoy en Hobbiton. Sin embargo, tampoco se parece a nada de lo qué he conocido antes; es demasiado perfecto a pesar del caos que acompaña al luminoso sol y viaja con el viento hasta susurrar en el oído. Un rugido mucho más agónico me detiene en seco, no responde al caos lejos; está mucho más cerca, sé que he encontrado el destino, es la razón por la que corro. 

Me dejó caer al suelo sosteniendo su mano enguantada, mucho más grande y gruesa que cualquier hobbit; busco el rostro, intentando procesar que lo aqueja, pero sólo encuentro un desorden de sombras, cómo sí la oscuridad se hubiese cernido sobre él, sólo una frondosa barba, desarreglada y sucia me regresa la mirada, los labios se contraen llamándome; la desazón crece en el pecho, el corazón en crisis sigue igual de enloquecido, pero ahora duele; demasiado para ser real. Otra mano furtiva se alza al acariciarme el cabello, no huyo de ella, de hecho seducido por ella, dejó que me acune la mejilla, ignoró el fuerte olor a sangre ahora colándose incluso en la mente, los dedos rígidos y ásperos me acarician y el calor azota todo el cuerpo. La sensación es cálida, añorada y familiar, cómo sí estuviera acostumbrado a ella, pero se me hubiese arrancado de raíz de súbito, la extraño. Las lágrimas se escapan aún más escandalosamente, hasta sentir un dedo enguantado tratando inútilmente de secarlas. No entiendo porque lloro, pero es abrumadoramente triste la situación.

 Los labios se mueven despacio y la voz grave y rota, toma todo el protagonismo; me llaman bajito intentando que frene el torrente salado bajando por las mejillas pero es imposible, sólo me puedo consumir en la eterna tristeza en estos momentos, sin siquiera conocer el motivo realmente, sólo siendo abrazado por las ganas de llorar hasta desmayarme, sólo sí así, el dolor se detiene. Los labios insisten en su llamado, pronunciando también perdones que no entiendo pero me recubren el alma, dejando una estela tibia detrás. El llanto cesa un poco, mientras también pronunció algunas palabras en susurros; no reconozco mi voz, cómo tampoco lo he hecho con el cuerpo, sólo tengo conciencia de que soy yo, sólo lo sé. Los dedos vuelan hacia delante, cuando la mano que me acaricia la mejilla, se cae agotada de sostener su propio peso; la sostengo entre los dedos temblorosos y las lágrimas cobran vida nuevamente, tan escandalosas que me nublan la vista, haciendo imposible el intento de enfocar el ser que ahora se, muere delante de mí.

Grito cuando un último perdón, muere en los labios ajenos; otra cosa que siento aunque no vea realmente, estoy frente a los últimos minutos de vida del ser agónico, aunque él mismo intente mantenerse despierto, se que no lo conseguirá, su cuerpo está demasiado frío y nada tiene que ver con el hielo bajo nuestras pies. Intentando retrasar lo inevitable, tomo su mano llevándola al abdomen contraído por tanto espasmo al llorar; le ruego que no me deje, que no nos deje. Me horrorizo de las palabras que no puedo evitar pronunciar, abriendo tanto los ojos que un poco de la bruma de las lágrimas muere junto a la claridad. Repaso al hombre moribundo entre los brazos con más ahínco y luego al abdomen dónde posa la mano, acariciando despacio con los dedos pesados. Se supone que era un secreto entre los hobbits, mi secreto. No comprendo cómo es que el hombre lo sabe, peor, porque me acaricia con dolor el abdomen, pronunciando que lo cuide por él. La realidad tras la petición me rompe el alma; estoy a punto de desmayarme sólo por el mero dolor. No puede ser, simplemente no puede estar pasando. Ato cabos rápidamente y entiendo apenas, el primer vestigio en todo el rato; el hombre al frente es alguien importante, tanto para esperar un hijo suyo. 

El pequeño vestigio de claridad muere, cuando a pesar de las circunstancias, las preguntas atacan el cuerpo hasta ahogarlo; tiemblo con más furia, la cabeza incluso duele. No entiendo nada; ni porque lloro, ni el hombre muriendo, ni porque parece que el corazón muere con cada suspiro ahogado en sangre del hombre frente a mí y sobre todo, cómo espero un hijo suyo sí está claro por la armadura roída y la frondosa barba que no es un Hobbit. Todo pierde sentido sin embargo, con un último llamado; casi estéril, no veo sus ojos, pero se que se han apagado. Su murmullo está lleno de miedo, me desespero de inmediato dejando atrás los triviales pensamientos para lanzarme sobre él, la sangre me empapa la delgada ropa, tocando directamente la piel, haciendo la agonía aún más grande. Me tambaleo sobre él rogando porque respire zarandeando el pesado cuerpo; el sonido de la armadura es el único acompañante en mi agonía, incluso los gritos lejanos han muerto ahora. No emite ni un débil quejido y el dolor me agujerea cualquier sentido. Un par de manos tiran de mí, pero poco siento, aferrado hasta la locura al cuerpo del hombre, sin embargo, es demasiado para el cuerpo en crisis, sucumbo sobre su pecho llamándolo; no reconozco el nombre, aunque la débil sensación qué los labios lo saben de memoria me ataca; otra cosa que sólo se, aunque no lo entienda. Todo se vuelve negro en medio de la algarabía llena de dolor. 

Despierto de súbito en medio de la creciente claridad, los rayos del sol me dan directamente sobre el rostro empapado en sudor; respiro entrecortado sintiendo el corazón querer salirse de la camisa; incluso duele al tamborilear tan fuerte. Tengo que tomar un par de minutos para reconocer quién soy, qué hago y lo más importante dónde estoy; reconozco la cama de doseles y las ligeras cobijas que me acarician la piel. No hay acantilado, ni gritos, ni sangre y por supuesto, no hay nadie muriendo. La calma habitación de bolsón cerrado me recibe; afuera los tenues murmullos del pueblo a lo lejos y los pocos incautos que pasean a esta hora de la mañana en compañía de los vespertinos pájaros me arrullan, convenciendo a lo poco que queda de bruma sobre la mente que estoy en casa. Todo está en calma, cómo debe ser; con un último y profundo suspiro, la respiración retorna a la habitual tenuidad. Rememoro lo que consigno como pesadilla, nunca antes una había sido tan fuerte ni tan real, no para volverme un despojo de sensaciones agobiantes y lágrimas saladas.

No entiendo el sueño, al menos no por completo, nunca he sentido la necesidad de procrear, mucho menos con un extraño, por supuesto, no con una raza completamente desconocida. En primer lugar, ni debería hacerme tal planteo, nadie conoce el secreto más allá de los que son cómo yo; hobbits tranquilos viviendo la pacífica vida en Hobbiton. Sin embargo, ese hombre lo sabía a la perfección, peor, me había... habíamos procreado. Suena incluso bizarro ahora despierto. Acarició el abdomen liso y suave por encima de la camisa, este sólo ruge; es la hora del desayuno, no podré dormir nuevamente. Me levanto aún con la cabeza abrumada por sensaciones, limpiando el rastro de lágrimas de las mejillas tibias; la sensación tormentosa de sentir todo y a la vez no sentir nada, es agobiante y débilmente dolorosa, no hay lógica alguna en el sentir, decido rendirme en el asunto al correr al baño. Sólo fue un mal sueño. Me aseguro de la causa al ojear el calendario lunar; faltan menos de una semana para la luna llena, suspiro agradecido; decantando la pesadilla al ciclo lunar qué se hace dueño de mi cuerpo en estas fechas; manejando las emociones a su antojo, al parecer esta luna también arrastró necesidades ocultas. 

Con una causa perfectamente justa en el cerebro adormilado, avanzó por el acogedor agujero de hobbit. Acaricio bajo los pies, la madera fría a esta hora de la mañana; el rocío mañanero me recibe al abrir las ventanas, esperando así que los retazos de la cruda pesadilla se escapen con el viento. Apenas retengo algunos detalles mientras hago el desayuno; la única certeza coherente es que nunca he visto un hombre igual, no hay parecidos en hobbiton dónde todos son amantes de la comida, las siestas y el ajedrez; tal cuerpo es de un guerrero sin duda, eso sin contar la barba, las trenzas y el cabello negro azabache; nada parecido a lo antes visto y no decido sí tal hecho es malo o bueno, estiro los limites al decidirme por la neutralidad. Sólo es interesante, cómo un buen misterio sin resolver o el más grande de los fuegos artificiales en verano. La curiosidad me acoge al repasar lo poco de aquel agónico encuentro, sin embargo, muere con el primer bocado de buen desayuno, el asunto termina de diluirse con el tibio té.

Ya entrada la mañana, tan cerca del mediodía que el sol resplandece sobre el cielo azul, picando sobre la piel sensible; me siento ligero cómo una pluma, fumando de la gran pipa hasta componer grandes círculos en medio de la nada, pensando profundamente cuál va a ser el almuerzo. Me decido por filete justo cuando la sombra se posa sobre mí; me analiza en silencio por un par de minutos hasta que decido saludar, soltando la amabilidad innata de los hobbits. La conversación es extraña y con cada segundo, la sensación olvidada de entendimiento a pesar de la bruma me agobia, haciéndose espacio en las olvidadas cenizas de la cruenta pesadilla; el sudor me baja despacio por la columna y se que nada tiene que ver con el sol. Es un sin sabor, entender sin hacerlo realmente; reconozco la forma de sus labios al pronunciar las palabras aunque no su rostro, sólo cuando se nombra a sí mismo, un vestigio de claridad vuelve a mí; fuegos artificiales es lo único unido a su nombre, parece molestarlo, poco me lo pienso cuando nombra una simple palabra. Aventura. El fuego lleno de tormento se acrecienta en las entrañas, prefiero escapar rápidamente; sólo sí así, puedo huir del dolor en el estómago, incluso el perfecto almuerzo es olvidado.

 Mostrando alarde de poca valentía, echo seguro a la puerta, escapando al interior del cómodo hogar; la experiencia ha resultado traumante e incluso después de la partida del mago, la sensación vomitiva de un presentimiento no me abandona, ni siquiera al dormir. Una nueva pesadilla me azota, esta vez el hielo me abraza en brazos ajenos mientras veo cómo un hombre rubio es atravesado por la mitad con una exagerada espada; no reconozco la raza del victimario ni la víctima, pero la tristeza me inunda nuevamente, casi enloquecedora; sólo cuando los brazos me dejan a merced del viento helado, recobro la conciencia. Esta vez no hay lágrimas, pero no lo hace menos manejable, el cuerpo duele por la falta de aire y el grito sin duda enloquecedor que deje escapar al despertar; agitado me siento mareado, nuevamente he visto cómo una vida se escapa de una persona. La sensación es tan vomitiva cómo la primera vez. Sólo cuando puedo respirar sin ahogarme, culpo de todo a Gandalf, ese loco mago, debe ser el culpable de todo esto. Me olvido del desayuno al alcanzar la alacena.

El estómago ruge en desacuerdo con cualquier ingesta de alimento. Toco la frente con una leve capa de sudor, tengo fiebre; todo se vuelve mucho más escabroso desde allí, la luna se cierne acelerada sobre mi para empeorar el panorama, la sensación ahora es incluso enfermiza. Rectifico los días faltantes para esta, aunque ya los sé de memoria; esta mañana la misma excusa del día anterior no cuela entre tanto malestar, totalmente paranoico decido que el estar dentro, sólo empeorará la situación, necesito aire y una buena pipa. Me deslizo por el mercado, buscando algo para la cena sólo por mera cabezonería de obligar al estómago a acostumbrarse; necesito comer al menos una buena comida, desde ya se que el estómago rebelde tampoco ingerirá el almuerzo. Sólo cuando la noche ha caído y me acoge calmando la desazón del día, puedo sentarme en paz a degustar la cuantiosa cena, voy por el tercer plato con pescado cuando todo tiene un nuevo panorama; todo malestar del día ha desaparecido. Disfruto del pescado sobre la fina vajilla, la sonrisa por fin aparece en los labios; tan grande que del mismo buen humor voy a abrir la puerta cuando el timbre suena rompiendo la silenciosa noche. No me planteo en absoluto la hora, demasiado entumecido en la comodidad. 

Nada me prepara para lo qué veo al abrir; un sujeto extraño y calvo me recibe; gruñe y se impone al entrar, pasmado ni siquiera se que hacer, el presentimiento escandaloso de un mal augurio me persigue, decantando así, toda la paz obtenida por la comida. Me apresuro a atenderlo cordialmente sin embargo, cómo se me ha inculcado desde pequeño, conservando los modales aunque poco entiendo que pasa, cuando llega el segundo; todo se vuelve mucho más bizarro, tétrico incluso. Cuando llega el tercero y cuarto, todo pierde sentido y tengo qué sostenerme del marco de la puerta para no caerme, entiendo todo de golpe al reconocer a uno de ellos, el calor me invade hasta marearme; reconozco los ojos azules qué me persiguen con diligencia, empujándose adelante para intentar sostenerme. Es él. El mismo hombre que murió en mis sueños hace sólo unas horas. Sus ojos están brillosos, llenos de vida y picardía, no oscuros y miedosos cómo los recuerdos, pero eso no diluye la sensación de completo agobio que me abraza; nunca los he visto en la vida, pero me siento atado al par de enanos en la puerta.

Cuando Fili se convence que no me caeré, por fin decide entrar y lo más importante, soltarme;  no tengo palabras para relatarle cómo lo vi morir en la mañana, me tomara por loco sin duda, aunque ahora dudo mucho que no lo sea. El caos se apodera de mi encantadora casa en un respiro. Hay muchos enanos, demasiados. Ensuciando, maldiciendo, bebiendo y comiendo cómo animales; no alcanzó ni siquiera a procesarlo antes de estallar con el único responsable de toda esta locura. El mago ayuda a poner la mesa, abasteciéndose de mi vino almacenado, charlando cómo si los conociera de toda la vida; al esquivar un pedazo de carne de la boca de alguno de ellos, no puedo encontrar una razón lógica para esta locura. La irritación alcanza niveles nunca antes visto en el pacifico rictus, incluso estoy tentado a maldecir al mago.

- Gandalf - Siseo enojado, el mago debe ver la rabia contenida porque levanta las manos, báculo incluido para protegerse y dedicarme una gran sonrisa, es obvio que no lo siente.

Estalló entre rugidos pocos acordes a mi familia o personalidad, sin embargo he tenido demasiado de la situación, la jocosidad de Gandalf me enerva cada vez más; mientras el nulo entendimiento de la situación por poco hace que me arranque el cabello, la sensación desesperante de la inminente caída, no se ha ido desde que sostuve a Fili; la verdad absoluta que debo vivir esto me carcome, aunque no quiero vivir nada, ni quiero a ningún enano en mi casa, sólo quiero buscar una nueva cena y esconderme en la habitación hasta que la sensación de calma me invada nuevamente. Sin embargo, no puedo evitar quedar maravillado con su cancioncita y agilidad; otra vez el cerebro reacciona mucho más rápido que el cuerpo consciente, tienen una habilidad indiscutible y por las armas amontonadas en el descansillo, todos son guerreros o la mayoría de ellos. Quiero arrastrar al risueño Gandalf por respuestas pero tocan nuevamente la puerta, esta vez, toda la diversión de minutos antes se consume y los enanos, se empujan para llegar a la puerta extasiados. Los acompaño menos eufórico, aunque el corazón tiene su buena tanda de adrenalina al acelerarse. Inspiró profundamente, sin atreverme a abrir, dejando que sea Gandalf quién lo haga. Lo primero que veo es el profundo cabello azabache; si la sensación con Fili fue abrumante, esta es enloquecedora, incluso me tambaleo.

Me sostengo del primer enano que puedo; Dori me sostiene aunque apenas quita la vista del recién llegado, tampoco lo dejó en todo su recorrido al entrar, el corazón antes eufórico ahora está desbocado, las entrañas se contraen y siento que en cualquier momento dejaré de respirar; si me agito demasiado no lo sé, sólo necesito aire. Los adornos en la frondosa cabellera rizada tintinean con cada uno de sus pasos, arrullándome mientras se quita la capa de viaje; toda la pesadilla sale de la oscuridad dónde la pensé muerta, recordando que sigue allí y ahora más viva que nunca. Su voz es tan grave cómo en el sueño, la imponencia también es la misma; ahora al no estar desangrándose entre los dedos, puedo apreciarlo mucho mejor; todos los sentidos maximizados en el enano. En medio de la escueta charla, puedo aferrarme a algo, recordando que no puedo ser un miedoso, mucho menos con un sueño, aunque ahora está vivido frente a mí; sólo es una casualidad, una raza coincidencia de la que sin duda Gandalf es el artífice. Dejó al enano que me ha servido de soporte y camino con toda la seguridad que puedo obtener en tres segundos.

Los ojos chocan por completo con los propios; nunca había visto su rostro, las sombras del mal sueño y la agonía nunca me lo permitieron ver, ahora de frente, es mucho más interesante de lo que pensé. Sin embargo al abrir la boca, sólo una cualidad puede ir al lado de su nombre; un completo idiota. Me recorre cómo un depredador a su presa, acrecentando los nervios, disfruta al analizarme por completo, la respiración acompasada es acompañada de un chasqueo cuando termina. En todo el escrutinio saco pecho como puedo, contestando a las desvariante preguntas sin sentido.  Nuevamente, poco entiendo. El enano, se sienta en la cabecera de la mesa, mientras es servido por los otros y de inmediato se que es importante, rezagado, me limito a observar con la curiosidad, locura, malestar y todas las emociones juntas sin sentido. No solamente el enano es importante; esto es algo importante, aunque poco entiendo porque se lleva a cabo en mi casa.

Hablan de cosas sin sentido, mientras me dedico a observar la solemnidad que ha reforzado las palabras en la apacible conversación, que aunque tensa, se mantiene entrañable y baja; casi cómo sí de un secreto familiar se tratase. Veo todo el teatro, incluso cuando explota en algarabía, sin embargo cuando toda la conversación se vuelca sobre un dragón, tengo que respirar profundo, así que de eso va todo; partirán a una aventura para reclamar alguna tierra lejana, el corazón vuelve a martillear escandaloso. No soy exageradamente experto en leer a las personas, pero la conversación misma expele la valentía y orgullo de los enanos, la añoranza y decisión, recuperarán su hogar sin duda alguna; sin importar el costo, lo puedo ver en el fuego en sus ojos, morirán por esto, los ojos vagan nuevamente hacia uno de los enanos, el rubio no me mira, pero me siento al borde de la desesperanza al conocer su destino. Quedo maravillado por la valentía de todos, tanto como horrorizado cuando la conversación me toma cómo único objetivo. Tengo que darle la razón a Dwalin, sólo soy un Hobbit, uno de campo, no soy un guerrero. Gandalf por otro lado parece tener otra idea; no hay nadie que me conozco más que yo mismo, lo parece olvidar el loco mago. Al leer el contrato y la posible presunción de muerte, el aire vuelve a faltar al imaginarme las llamas carbonizando la piel y los huesos. Necesito mucho aire.

Despierto en los brazos de Gandalf con la mirada de todos encima; me remuevo inquieto, sabiendo que el incinerarse, no fue un mal sueño; solo se acerca a una alucinación.  Empiezo a creer que toda esta situación, los enanos, los sueños, la extraña luna... todos son alucinaciones; debo revisar el tabaco que consumo. Soy arrastrado hasta mi cómodo sillón y Dori me regala una taza con té de manzanilla, la perfección misma para calmarme, sólo necesito un momento. La habladuría de Gandalf me carcome, removiendo emociones y anhelos hace mucho años decantados por la comodidad del hogar y la tibieza de la chimenea al lado. Sé quién soy, a dónde pertenezco y lo que haré con el resto de la vida; pero Gandalf me presenta otra alternativa, una que me seduce según los deseos del corazón acolchado por la calidez. Miro fuera de la ventana, preguntándome inevitablemente que me espera allá fuera, que misterios podré resolver, me pregunto que es vivir. Pero aventuras; peligrosas aventuras, grita el subconsciente; niego, no soy hobbit de aventuras, no solo porque la luna no me lo permite, sino porque las aventuras son cosas temibles, incómodas y feas. Los donceles, no somos aventureros, mucho menos un doncel de hobbit. 

Aún así, el cerebro parece plantearlo, añorarlo incluso, las contradicciones en los anhelos me están matando, un dolor tal de cabeza que ni siquiera el buen té puede quitar. Hago la pregunta clave en toda esta conversación; volveré, es lo único angustioso que palpita lleno de terror en el corazón, todos allá afuera están dispuestos a morir por Thorin, su compañía y este viaje, yo por supuesto, no lo estoy. No quiero morir, menos sin volver a mi hogar. Gandalf me da la respuesta verdadera aunque incorrecta, ya me lo estaba esperando. Niego con seguridad, no puedo ser su hobbit. Terminó toda la taza con la conciencia que debo ir a dormir, ha sido un día largo y necesito despejar la cabeza; aunque en medio de los sueños aparezcan alucinaciones con enanos muertos, eso es mejor que esto; aquello no ha pasado, esto me agobia justo aquí y ahora. Gandalf, no está decidido a dejarme ir, enfrascado todavía en una valentía que no tengo.

- Tuviste un sueño Bilbo Bolsón... - Me detiene cuando ya he dado marcha fuera del salón, en medio del umbral me giro a verlo -... Y ese sueño, es quién te frena a avanzar - Abro los labios y entrecierro los ojos sin poder creerlo, la vieja idea de que quizás él sí sea el creador de las alucinaciones me ataca nuevamente.

- ¿Tú lo hiciste? - Preguntó directo, dejando la cautela de lado, necesitado de respuestas que pongan en calma la cabeza en crisis.

- Estoy aquí para guiarte en la decisión de hacer o no realidad dicho sueño... - Responde cómo si fuera una verdad absoluta; lo veo en sus ojos detrás de las cortinas de humo, no miente, dice la verdad, aunque esta apenas se entienda -... Una cosa no puede existir, sí no se construye... - Explica, pero aún así, es poco lo que entiendo. ¿Me está diciendo que esto no se creará sí no empujo por ello? ¿es posible siquiera tal cosa?... Un hijo, familia, un amante muerto ¿puedo cambiar todo el panorama sólo sí me atrevo? -... Aún en los donceles de hobbit más entregados, pocos sueñan con embarazarse de extranjeros - Recalca, sabiendo las dudas adornando la cabeza, saturada de información y posibles escenarios. Lo se, se que el sueño no fue normal, no sólo fue por la luna o los anhelos dormidos; hay algo más.

- Si sabes de ese detalle, sabrás de los demás... - Le recuerdo, tomando la premisa que el mago sabe de todos los sueños; lo pruebo en parte también, necesito creerle sí sólo así la imagen de Thorin desangrándose entre los dedos, sale del sistema -... Lo vi morir... ¿ Acaso no es algo que él deba conocer? - Preguntó ante el mutismo de Gandalf, en perfecta comprensión pero sin emitir sonido diferente al aspirar de la pipa. 

- Él conoce a la perfección los riesgos de esta aventura, Bilbo. Sí ha de morir morirá, sí ha de vivir, vivirá - Contesta expulsando una gruesa pared de humo, se entonces que conoce a la perfección el sueño con tinte premonitorio que me agobia. Es egoísta no decirle que hay al final del camino, aunque sólo sea una posibilidad lejana sin construir. Sabe que no me convencerá con tal premisa, apenas titubeó al retomar el camino.

- El mundo está allá fuera Bilbo fuera de tus libros y mapas, sólo lo tienes que tomar... - Me remueve con los primeros pasos ahora perfectamente seguro de querer escapar de esta situación -... Estoy aquí para guiarte, la compañía lo está, incluso Thorin aunque no lo sepa - Por encima del hombro lo veo, su figura echada hacia delante, esperando el momento justo para avanzar y sostenerme; no le doy tiempo, después de todo tiene razón en algo, los hobbits somos ágiles.

- No me importa Thorin... - Es una verdad sofocante; lo he visto, el cuerpo lo ha reconocido y yo, lo he leído. Un completo idiota, susurra otra vez la mente -... Lo siento Gandalf, no soy tu Hobbit - Declinó amablemente, saliendo por fin del salón, dejando al mago con el nombre entre los labios. No puedo hacer más, necesito escapar.

Avanzo a paso lento, sin querer dar la imagen de un niño miedoso al huir; aunque eso sea exactamente lo que hago. Teniendo la astucia de olvidar el susurro aún presente de Gandalf llamándome, recordando desde la lejanía el confuso sueño o alucinación, ya no se ni siquiera lo que es, sí un capricho del destino, la luna o Gandalf mismo. Sólo sé, que las palabras del mago han colado en lo profundo, transportándome a ese niño aventurero que me acusa de ser; la misma emoción propia del corazón martillando contra la camisa, la calidez de una risa lejana y la maravilla de encontrar pequeños animalillos danzando por los árboles rememora a alguien que hace mucho fui y ahora, ya no está. El descubrimiento de la casta cómo doncel, las lunas; madre escabullándome cada fin de mes para evitar problemas, el miedo al exterior inculcado, la calidez del hogar y la apreciación de la calma profunda. Todo ha cercenado de raíz la necesidad de descubrir el mundo; más o menos. Tan distraído estoy en los pensamientos que apenas noto por dónde voy, hasta chocar contra una fuerte pared.

- ¿Nos conocemos? - Pregunta la pared y ahora se que no está hecha de madera, arcilla o paja; es una fuerte pared de músculos coronados por una gruesa ropa y una tintineante cota de malla bajo ella. Me echo hacia atrás antes de poder absorber a cabalidad su olor.

- No señor, no lo creo - Lamentablemente, he notado el fuerte olor a roble; lo decido ignorar, aunque reconozco que huele mucho mejor que la sangre fresca. Apenas conecto una idea con otra al mover los labios, sí quiera entiendo que pregunta.

- Para no conocerse, pronuncias su nombre con bastante confianza - Hay un segundo enano; veo al regordete enano de cabello blanco y barba curiosa, Balin también me ve. Su sonrisa es pequeña y extraña, incluso cómplice; aunque apenas entiendo porque tal complicidad. Lo comprendo cuando Thorin estira la mano, estamos demasiado cerca.

- Thorin escudo de roble, hijo de Thráin... - El enano estira la mano con más ahínco esperando; me apresuro a tomarla separándome varios centímetros. Cometo el error de verlo fijamente -... Rey de los enanos - Las palabras parecen casi un susurro o es su tono de voz normal, no sabría decirlo; he quedado absorto en el par de pozos azules que me analizan. Un rey, interesante.

- Bilbo bolsón - Me presento aunque la voz pretende ser neutral, acaricia muy de cerca su tono; no entiendo qué pasa con las cuerdas vocales. 

Niego al mago cuando veo la próxima súplica de este para qué entre en razón; me separo por completo del pequeño grupo, he tenido suficiente de magos y enanos. Si ambas razas quieren seguir retozando por los rincones de la casa, son bienvenidos pero sin mí. Retomo el camino original y respiro profundo cuando por fin puedo descansar sobre la cama, veo el interminable techo de doseles, preguntándome cuando la calma fue absorbida por la locura. Me saco los tirantes sobre la camisa, en un intento de relajarme; afuera aún escucho el bramar de los enanos, aunque ahora es mucho más calmo, casi solemne; han comenzado a cantar. Me dejó embriagar por las poderosas y graves voces; que sean estas las que me arrullen hasta entregarme en los brazos de la inconsciencia, funciona, sólo sí ignoro que el cántico narra la historia de su gente, de todos los enanos calcinados y los que aún faltan por hacerlo en la reconquista de su tierra lejana. Aunque no quiero, rememoro la pesadilla con tinte alucinógeno de Thorin y Fili muertos. Si sólo pudiera cambiar sus destinos. Toco el abdomen aún liso y suave; si también lo pudiera hacer con esto.

Me dejó caer aún las voces a lo lejos y el intenso olor a tabaco, son el somnífero perfecto; el último pensamiento antes de caer rendido, es la certeza que esto se podría repetir, el premonitorio destino me recuerda usando la voz de Gandalf que pueden ser muchas las veces que me arrulle la luna, los enanos y el tabaco; sólo de quererlo así. Sólo sí. Los sueños esa noche, se presentan nuevamente en forma de pesadilla, esta vez es el risueño Kili, sólo hay piel pálida, dientes puntiagudos, cavernas, gritos y sangre. Si alguien escucha el moribundo sonido del animal muriendo que compongo en la tormentosa noche, nadie le hace caso alguno, no me despiertan de semejante tormento; sólo cuando cansado del llanto me rindo a la oscuridad, puedo descansar por fin. El resto de la noche, pasa cómo una ráfaga, no recuerdo nada de ella, sólo el despertar con el sonido quedo de los pájaros, aparte de ellos, el silencio consume todo.

Me levanto despacio, el mismo protocolo después de una pesadilla, pero no sólo eso; me levanto con incertidumbre al no oír nada más allá de mi respiración. La premisa que me encuentro sólo ataca, recordando que todo acabó; sólo fue un mal sueño toda la situación. Camino con parsimonia por toda la habitación antes de decidir salir de ella, el sordo silencio me recibe una vez más. Una extraña y casi asfixiante sensación me consume, el día de ayer por poco los echo de casa, hoy al buscarlos y que todo sea silencio, me hace sentir extraño. La casa, nunca había estado tan animada, ahora sin ellos, todo parece consumido, aburrido y roto; por primera vez en mucho tiempo, el silencio me desespera. Los busco por todos lados, cerrando y abriendo habitaciones, buscando en la desolada alacena, el destartalado baño e incluso en los jardines, busco mucho más allá con la vista, pero sólo las praderas de Hobbiton me reciben. Vuelvo a dentro, dejándome caer contra la puerta ya cerrada, en verdad se han ido; en verdad han partido a su aventura. Todos ellos, pensar que pocos sobrevivirán, si es que lo hace alguno, hasta ahora son Kili, Fili y Thorin, me preguntó cuántos más de ese ruidoso grupo morirán. Cómo velas consumiéndose, veo la vida de cada uno de ellos.

Taciturno, camino por todo el corredor con una idea en la cabeza; morirán sólo sí así se crea el futuro, cómo lo ha dejado bastante claro Gandalf, el futuro se crea sólo si así se quiere, sólo está allí para ser vivido. Sólo si así se quiere, de no quererse, se puede hacer algo diferente, cambiando todo el paradigma. Tamborileo con los dedos la sien palpitando, sopesando ideas inimaginables para esta hora de la mañana dónde sólo debería pensar en desayunar. Sólo sí, resuena en cada recoveco de la mente; acarició el abdomen plano sobre la camisa, repitiendo los días que faltan para la luna, recordando lo que conlleva dejar Hobbiton y sobre todo, recordando la casta impuesta desde nacimiento; eso también estaría dentro del paquete de un posible futuro lejano, incluso Thorin también lo estaría. No se sí me gustaría el enano mediático, frío cómo la hiel e impávido dentro del paquete; es diferente a todo lo visto anteriormente, pero eso precisamente no sé si sea bueno. Camino de un lado a otro considerando cada variante. De ir sin duda, podría torcer un poco el futuro no construido, Gandalf murmuró que él ayudaría, los enanos e incluso Thorin. Podrían salvarse, cómo una suposición lejana. No sé cómo funciona el futuro o destino, pero según Gandalf, podría ser una posibilidad. 

Acarició nuevamente el abdomen dejando de lado el corredor, la cabeza por poco echa humo de tantos pensamientos a la vez, hasta que lo veo; un pedazo de papel descansando sobre el sillón, lo reconozco de inmediato, la palabra incinerarse aún bulle en la mente y por poco logra que eche atrás en todas las ideas que maquino. Lo leo nuevamente a toda velocidad, repitiendo en voz alta cada palabra y letra, incluso las firmas. El puesto que ocuparía en la compañía parece quemar el papel bajo las pupilas verdes. Corro por una pluma al estudio; no se porque, sólo lo hago por impulso, una cualidad lejana en mí, pero ahora me arrastra con la pluma de vuelta al papel, tiemblo al firmar. El papel absorbe por completo la tinta en un parpadeo y mi hombre con ella; está hecho, he firmado. La premisa me abruma ahora que he dado el primer paso en este posible futuro sin nombre. Absorto, casi carcomo el contrato hasta que recuerdo algo fundamental, no tengo tiempo.

Corro hacia la habitación, busco un maletín de viaje; poco usado y oculto en las sombras de mi armario. Lo abro a la velocidad de un rayo, metiendo todo lo que está al alcance y creo necesitar; empujo camisas, pantalones y chalecos, embuto pocos libros y vuelco dentro cosas del nochero. No veo que cae dentro, cierro de golpe las hebillas cuando creo tenerlo todo; corro al armario, tiro de un chaleco y ató un pañuelo al cuello, acomodó toda la ropa y tomó la chaqueta. Me terminó de vestir de camino al corredor, el contrato aún descansa sobre el sillón cuando tiro de él en un parpadeo corriendo fuera de casa, ni siquiera puedo despedirme de hobbiton al salir disparado hacia delante; no tengo la necesidad de ello después de todo, demasiado eufórico por partir a una aventura, cambiar un futuro incierto, salvar vidas y sobre todo por descubrir que hay más allá. Los huesos tiemblan mientras corro por todo lo que creí mi vida, el pueblo dónde pensé morir y formar una familia; el miedo grita en los oídos cosas desvariantes y al azar. Soy un hobbit, un doncel, un lector hábil, un ajedrecista. No soy un saqueador ni un aventurero, aún así, corro hacia delante, ignorando cualquier duda; aún no soy un aventurero ni un saqueador. Otro futuro más que construir, meras habilidades que aprender en el camino.

Llegó casi sin aire a la compañía, gritando cuando veo que se alejan a paso lento sobre los ponys; el primero en reaccionar es Thorin, me mira asombrado y por primera vez desde que lo conozco veo un vestigio más allá del hielo de sus ojos; una expresión diferente a la indiferencia o la burla. Me hace sonreír a pesar de no tener aire alguno, le entregó el contrato a Balin mientras intento respirar; el enano hace todo alarde de sabiduría al buscar su lente y colocarlo para analizar el papel, aunque tengo la ligera certeza que ve perfectamente sin este; tengo la ligera sospecha que sólo quiere torturarme y asegurarse de paso que en verdad quiero esto; soy bueno leyendo seres. Los enanos no están siendo difíciles, son casi transparentes. Respiro profundo, asintiendo solo para sus ojos,  el enano queda satisfecho con el contrato y la seguridad en mis ojos, me sonríe; el guiño por poco me hace gritar, en verdad está hecho, ahora pertenezco a ellos, a un futuro incierto; pertenezco a la compañía de Thorin escudo de roble. Me remuevo un poco incómodo sobre el pony, no acostumbrado a ello, pero con una sonrisa, así empieza mi aventura.  

Notas finales:

Gracias por leer este primer capítulo, nos vemos en una próxima actualización. 

PK. 


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