Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Si el destino lo permite por LLS

[Reviews - 1]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Aca un nuevo capitulo, recuerden que son 4 partes. Espero les guste. 

Segunda parte

El comienzo de lo que somos y el fin de lo que éramos

Mi nombre es Akiyama Hiroto, estoy en segundo año de química en la universidad T, se podría decir que relativamente mi vida esta vuelta un caos. Primero, todos los días tengo que madrugar a clases en las cuales nos dejan una tonelada de tareas, más encima tengo el club de teatro y como si fuera poco la persona de la cual estoy enamorado es mi amigo de infancia Hibiki Kenzou, él aún no sabe lo que siento por él. Actualmente él está estudiando literatura en mi misma universidad, así que nos vemos muy ha seguido, además de que nuestros apartamentos quedan uno al frente del otro, no saben lo doloroso que es para mí ver como Kenzou trae a su novia a su casa, tengo que admitirlo hay noches en las que no puedo dormir pensando en que estarán haciendo ellos, pero es obvio, teniendo en cuenta que Kenzou es un hombre igual que yo, no es que nunca haya tenido nada con una mujer, pero por alguna razón ninguna chica hace que mi corazón palpite tan rápido como lo hace Kenzou y aquí me encuentro yo, con un amor no correspondido por vente años.

Por lo normal los lunes de julio son calurosos, no, más bien todos los días del mes de julio son caluroso, pero después de esto viene el otoño. Desperté a eso de las ocho de la mañana corriendo porque me había cogido la tarde, tomé un poco de café, me vestí y me fui directo al laboratorio. Al entrar el profesor ya se encontraba allí, me volteó a mirar con ojos inquisitivos que hizo que me petrificara solo con su presencia, después de unos minutos reaccione.

—Lo siento mucho —grité agachando la cabeza en forma de respeto, él me miró y suspiró.

—Akiyama-san, siga y siéntese, está por comenzar la clase.

—Sí señor.

Me acomodé en uno de los puestos que me guardaba uno de mis amigos de la carrera Yamada Taichí.

—¿Y hoy que te pasó? —preguntó este en mi oído.  

—Me quedé dormido, ayer acabé todos los proyectos de esta semana, por eso terminé agotado.

—Se supone que se deben hacer cuando se dejan, no dejarlo todo para última hora.

—Bueno vivo agitado, además siempre me da flojera coger un lápiz, un cuaderno o cualquier cosa relacionada con estudio durante la semana, es como si me doliera el cuerpo cada vez que cojo alguno de estos objetos.

—No trates de justificar tu pereza —dijo él golpeándome la cabeza, justo en el momento en el cual el profesor se volteaba para escribir en el tablero, me sobé mi cabeza y miré a Taichí.

—¿Por qué ha sido eso?

—Por la falta de compromiso que tienes con la química, sabes es una carrera extremadamente hermosa como para que un vago como tú no la tome en serio, además que si vemos como esta ciencia se puede relacionar con las otras ciencias… —él siguió hablando sobre lo hermoso que es la química, cuando él se abstrae de la realidad hablando de un solo tema, no hay quien lo pare, volteé mi cara distrayéndome con otras cosas, Taichí me volteó a mirar resentidamente y golpeó con fuerza mi pantorrilla haciéndome saltar de dolor, en el momento que grité y salte iracundo, mis compañeros y el profesor voltearon a mirar, soltaron una carcajada haciendo que me sonrojara, miré de reojo a Taichí quien solamente sonreía burlescamente, volví a sentarme encogiendo los hombros.

—Gracias por contribuir a la clase Akiyama-san.

—Lo siento.

El profesor se volteó y siguió dictando la clase como lo venía haciendo, miré de reojo a Taichí quien ya se encontraba absorto en la clase, seguro que si le hablaba en esos momentos no me pondría ni la más mínima atención. Al salir de clases Taichí se fue directo a la biblioteca en donde suele ocupar la mayoría de tiempo. Salí de la facultad de ciencia, yendo hacia mi apartamento y allí se encontraba la razón de que mi corazón palpitara como si fuera a salirse de mi pecho, Kenzou estaba recostado en mi puerta, una camisa negra semi ajustada podía delinear su delicado cuerpo, él es un tipo un poco más bajo que yo de cabellos negros y ojos azules grisáceos, un tono difícil de encontrar acá en Japón. Me dirigí a la puerta corriéndolo sin siquiera saludarlo, él se posó detrás de mí con una reconfortante sonrisa, abrí la puerta de mi apartamento dejándolo entrar.

—¿Muy agotador el día? —preguntó recostándose en uno de mis pocos muebles.

—Ya sabes mi repuesta.

—Solo quería escuchar tu seductora voz.

—¿Qué? ¿Te excita escucharla? —mi corazón latía rápido, siempre cuando estoy en frente de él, me suelo comportar frio y genial, mostrándole mi lado cool.

—Claro que si, Hiroto —dijo en una especie de gemido, tan excitante que hizo que sintiera un pequeño corrientazo bajar por mi espina dorsal, me acerqué hacia él acariciándole sus sedosos cabellos, él tiene el cabello liso, le sonreí haciendo que se sonrojara, cosa que me encanta hacer, me di la vuelta y me fui a la cocina.

—En todo caso, ¿cómo van las cosas? —dije cambiando de tema, preparé un poco de ramen instantáneo y me dirigí a la sala, me senté junto a él, sonriéndole.

—Bien supongo.

—¿Cómo vas con Natsuki?  

—Yo… —calló.

—Si no quieres hablar de eso no tienes que hacerlo.

—Creo que la amo —término de decir, al pronunciar esas palabras sentí que mi corazón se detenía, no podía dejar que eso me afectara, esboce una sonrisa un poco nerviosa y asentí en forma de aprobación.

—Me alegra —balbuceé, metí una buena ración de ramen a mi boca mientras Kenzou me observaba, sus ojos estaban perdidos, su cara se tensó, volteé mi rostro.

—El próximo fin de semana ¿Estas ocupado? ¿Tienes planes? —cambio bruscamente de tema.

—No.

—Salgamos alguna parte.

—Claro ¿A dónde quieres ir?

—Hay no sé, no tengo cabeza para pensar en estos momentos, inventa algo.

—Entonces ¿Qué quieres bastardo? ¿Ir a cine? o ¿Qué?

—De vez en cuando no te haría daño ser gentil ¿Sabes?           

—¿En serio? —me levanté de mi silla dejando el ramen en la mesa, me acerqué a Kenzou acariciando su mejilla, aproximé mi boca a su oído y susurré:

—Entonces mi amorcito ¿Quieres ir a cine? o ¿Qué quieres hacer? —después de decir eso lambí su oreja haciendo que este retrocediera un poco, me miró con aquellos ojos llenos de placer, mientras su cara se sonrojaba.

—Maldito asqueroso—rio Kenzou frotándose la oreja, me golpeó suavemente el abdomen y salió de la sala, subió hasta mi habitación, yo solo lo seguí, se posó en mi cama recostando todo su cuerpo, era como si me lo estuviera ofreciendo, me acerqué a la ventana sin prestarle mucha atención, a fuera del apartamento de Kenzou estaba su novia golpeando con insistencia la puerta, miré de reojo a Kenzou quien tenía los ojos cerrados y la boca semi abierta, mordí mi labio deteniéndome en seco, me recosté sobre él, abrió sus ojos y me sonrió.

—Tu novia está al frente de tu apartamento.

—Déjala.

—¿Por qué eres así con ella?

—Bueno, estamos en una especie de pelea.

—¿De qué hablas?

—A ella no le caes bien.

—¿En serio? ¿Por qué?

—Porque le hiciste daño a su mejor amiga.

—¿Quién era? —pregunté arqueando una ceja.

—Tu anterior novia.

—Ah, aquella chica.

—¿Te puedo preguntar algo? —Kenzou tenso su rostro, acaricio mis lacios cabellos.

—Si dijo que no de todas formas me vas a preguntar o ¿Me equivoco?

—No lo haces, pero ¿Por qué no has vuelto a tener nada con nadie desde hace más de seis meses?

«Si supieras él porque te sentirías asqueado de mí, querido Kenzou»

—No lo sé, no me siento atraído hacia nadie.

—¿Aún estás enamorado de Hyoko?

—Claro que no, la aprecio y todo, pero…

«Ni si quiera ella ha hecho latir mi corazón como lo haces tú»  

—Tú eres una persona muy popular, pero no eres mujeriego y no te metes con la primera que te ponga cuidado; sin embargo, siempre te terminan porque según ellas no se siente como si estuvieran juntos, eres frio.

—Ya lo sé.

—¿Por qué eres frio?

—Supongo que no quiero derrumbarme frente a la persona que más quiero.

—¿Y esa persona es?

Cerré mis ojos y apreté mis labios con fuerza sin darle respuesta alguna a  Kenzou, no lo podía hacer, volví abrir mis ojos, sus penetrantes ojos azul grisáceos me miraban esperando una respuesta, él suspiró y luego sonrió, era como si me diera a entender que no debía contárselo si no lo deseaba, me levanté yendo directo a la ventana, ya no se encontraba Natsuki, pasé saliva mirando de reojo a Kenzou, su inexpresivo rostro lo hacía ver más maduro de lo que era, miré de nuevo a la ventana esperando reconciliar la calma, mis latidos ya se habían acelerado y no podía volverlos a la normalidad. Salí de mi habitación directo al baño en donde caí de rodillas, mis manos rodeaban mi abdomen, ese dolor me estaba empezando a matar, pero tampoco quería alejarme de él, me levanté del suelo, al salir del baño Kenzou ya se encontraba fuera de la habitación, él bajó las escaleras y salió de la casa sin que yo le pudiera decir algo.

El fin de semana había llegado rápido, me levanté temprano poniéndome una camiseta sin mangas y unas bermudas, salí del apartamento a la soleada calle, por unos instantes los rayos de sol cegaron mi campo visual, subí mi vista al apartamento de Kenzou, quien salía de la mano con su novia, volteé mi rostro y salí trotando de allí.

—Hiroto —llamó Kenzou a lo lejos, no le preste atención a su grito simplemente seguí corriendo, empecé a recorrer el parque liberando mi cuerpo, el sudor caía por mi rostro, sacudí mis cabellos devolviéndome de nuevo a mi apartamento, ya había hecho suficiente ejercicio, en la puerta de mi apartamento se encontraba Kenzou, lo miré de arriba abajo mientras que este me miraba seriamente, entré al apartamento, él me siguió detrás.

—¿Por qué no me pusiste atención cuando te llamé hace unos instantes?

—Lo siento, pensé que quizás interrumpiría algo.

—Claro que no interrumpirías nada.

—Perdón intenso —dije, él se sonrojó y me miró con su boca semi abierta que pedía a gritos que le besara, pasé saliva volteando la mirada, el sudor seguía cayendo de mis lacios cabellos, coloqué una pequeña toalla rodeando mis hombros, limpié el sudor de mi cara con uno de los extremos de la toalla mientras que Kenzou se alojaba en una de las sillas de mi apartamento.

—Estaré esperando a que te bañes y bajes.

—Gracias, supongo.

—De nada —dijo moviendo sus manos en la forma como cuando uno intenta espantar a los animales.

«Maldito mocoso»

Subí las escaleras hasta mi habitación entrando al baño personal, en la ducha el agua caía refrescando mi cuerpo, salí minutos después poniéndome unos pantalones negros junto con un camisa blanca de botones, el cabello mojado se pegaba a mis mejillas, quite mis cabellos poniéndolos hacia atrás, bajé rápido las escaleras, Kenzou me volteó a mirar con una sonrisa en su rostro, esbocé una  sonrisa seductora mientras acariciaba su mejilla, me dirigí a la cocina en donde tomé una taza de café, Kenzou llegó a mis espaldas recostando su cabeza sobre mi espalda, las cosas estaban mal, él nunca hacia ese tipo de acción si las cosas iban bien, cogí su mano volteándome hacia él, lo abracé con fuerza, él me miró con una sonrisa nerviosa, de nuevo mi corazón se empezaba agitar.

—Perdón —susurró.

—¿Qué tienes?

—Bueno, pues no se últimamente me siento extraño, sabes me siento tan solo, creo que en la única persona en la que puedo confiar es en ti, no me decepciones por favor.

—Vale, pero ¿Por qué dices ese tipo de cosas? Eres popular, tienes novia, ¿qué es lo que te hace falta?

—Por eso es que me siento frustrado, tengo ese vacío en mi interior.

—Ya veo, ¿vamos a ir a cine? o ¿Qué quieres hacer?

—El cine estaría bien.

—Vale, yo gasto las boletas tú la comida, ¿trato?

—Trato.

El cine estaba completamente lleno, vimos una película un poco aburrida, no era de nuestro gusto, salimos un poco adormilados, frote mi ojo mientras bostezaba, Kenzou se encontraba de igual forma, miré a mi alrededor, el calor intenso de ese día hacia que mi garganta se secara, me acerqué al dispensador de bebidas depositando un billete para poder reclamar una gaseosa, recogí la lata abriéndola, tomé varios tragos de seguido.

—Ah —dije en forma satisfactoria —Toma —ofrecí la lata a Kenzou, él lambio el borde de la apertura, empezó a caminar hacia una dirección, temblé por unos instantes al ver tremenda acción, lo seguí un buen rato en silencio mientras que nos íbamos turnando para tomar de la lata.

—Kenzou —dije deteniéndolo, él volteó mirándome justo a los ojos, no pude soportar su mirada así que agaché mi rostro, él cogió mi mano apretándola con fuerza, le sonreí acariciando su cabello, nos fuimos a una cafetería en donde tomamos un poco de café y cada uno se dirigió directo a su apartamento.

El lunes por la mañana desperté más temprano, fui de los primeros en llegar, Taichí se sorprendió al verme ya en el salón, me dirigió una sonrisa, palmoteo mi espalda sentándose al pie mío, miré el reloj del laboratorio esperando ansioso salir de clases, recordé sutilmente la boca semi abierta de Kenzou, me sonrojé soltando el tubo de ensayo, este se rompió en varios pedazos, uno de esos fragmentos había cortado superficialmente mi dedo índice, lo juague con rapidez, Taichí me miró sorprendió y recogió los trozos rotos echándolos precavidamente en la caneca, todos nos miraban sorprendidos, miré al profesor quien me hizo ademan de que saliera del lugar, salí corriendo directo a la enfermería, mi dedo seguía chorreando sangre, chupé de este haciendo que la sangre parara un poco, pensé que había sido un corte leve, pero me equivocaba ningún corte leve sangraba de esa manera. Entré a la enfermería de golpe, la enfermera me miró sorpresivamente, lavé mi dedo de nuevo, ella empezó a desinfectar mi herida sin pronunciar una sola palabra, cubrió mi herida con unas vendas que había traído tiempo después, agaché mi rostro al sentir su inquisidora mirada, ella era tal vez dos años más grande que yo, nos habíamos vuelto muy buenos amigos, le sonreí nerviosamente.

—Sabes que me preocupo por ti, ¿qué te pasó esta vez?

—Lo siento preciosa, sabes que me cuido pero los accidentes suceden —dije esto acariciando su mejilla, ella se sonrojó, supongo que su corazón también debería estar latiendo rápido, pasé saliva mirando sus sonrojadas mejillas, sonreí de nuevo, sabía que no sentía nada por ella, puesto que no me interesaba en lo más mínimo, pero ella si sentía algo por mí, eso siempre me lo recordaba Kenzou, él se había preguntado por qué no le había puesto cuidado a ella, es una mujer atractiva, rubia, sus ojos negros reflejan inocencia y es acuerpada, pero por alguna razón, no la veo de esa manera, agaché mi rostro sintiéndome culpable por ilusionarla en esos momentos, ella se alejó un poco de mí.

—Siempre eres muy descuidado, me preocupas de una manera indescriptible, sabes que yo por ti siento algo muy especial, me gustas.

«Lo sé, lo siento»

—Como amigo, obviamente —dije fríamente, tenía una popularidad de ser muy frio e inexpresivo, pero creo que en el fondo eso no es cierto.

—Eres muy despistado, ¿lo sabias? —rio con su hermosa y cautivante sonrisa.

—Lo siento.

—No te disculpes, el me gustas que te estoy diciendo es en la forma romántica de la palabra.

—Yo… no puedo…

—Lo sé, sé que estás enamorado de una persona especial.

—¿Cómo lo sabes? —murmuré.

—Es obvio, la forma en como lo miras a él, es obvio que te tiene fascinado.

«¿Él?, había dicho él, ¿acaso ella sabe que estoy enamorado de Kenzou?» pasé saliva, un escalofrió mundano recorrió mi cuerpo, gotas de sudor ya empezaban a caer de mi rostro.

—¿Cómo…? —balbuce.

—¿Cómo lo sé? —preguntó mirándome de reojo, asentí, ella me sonrió tristemente y suspiró, tal vez por mi torpeza o tal vez por lastima, no lo sé y era algo que en esos momentos no me importaba, rio un poco y después me volvió a contestar.

—Sé que la persona a la que quieres es a… —antes de que ella pudiera terminar su frase, alguien abrió de golpe la puerta, esa persona que entraba con nerviosismo a la enfermería era Taichí, totalmente agitado.

—Taichí ¿Qué haces aquí? —pregunté mirándola de reojo, ella calló volteando a mirar a otro lado.

—Lo siento, el profesor no me dejó salir del salón.

—Descuida solo es una cortada superficial.

—¿Cómo puedes decir que es una cortada superficial?, está sangrando de nuevo —dijo Taichí inexpresivamente, señalo mi dedo quien de nuevo volvía a sangrar, saqué la venda con ayuda de la enfermera, ella me miraba con ojos tristes.

—Lamela —dije ofreciendo mi dedo a Taichí, este me miró con furia.

—Muérete —dijo sin prestarme mucha atención.

—Que cruel eres Taichí y yo que te quiero tanto —dije abrazándolo, él me detuvo con sus brazos tratando de zafarse de mí, en ese justo momento entró Kenzou a la enfermería, me miró arqueando una ceja mientras observaba aquella escena, solté a Taichí quien se acomodaba de nuevo.

—De que sirve preocuparse de alguien como tú —dijo taichí saliendo del sitio, sonreí viendo como él se alejaba, Taichí es un buen amigo, es de las pocas personas en las que puedo confiar.

—¿Interrumpí algo? —preguntó Kenzou con sus brazos cruzados, mi dedo estaba de nuevo chorreando sangre, lo metí de nuevo a mi boca, llenando esta con el líquido rojizo que salía de mi herida, saqué mi dedo de la boca y volteé a mirar a Kenzou.

—Ya que Taichí no lo ha lambido, lámbelo tú.

—No, jamás.

—¿Por qué no? Vamos dale.

—No vas a parar hasta que alguien lo haga ¿Cierto? —levanté mi dedo hacia la boca de Kenzou, quien la empezaba abrir, antes de que pudiera introducir mi dedo apareció de la nada Natsuki, le cogió la mano a Kenzou jalándolo hacia ella, agaché mi dedo retorciendo mis ojos y haciendo mala cara, Kenzou al darse cuenta de mi expresión se soltó de golpe de ella y agachó su mirada, me volteé de nuevo lavando mi dedo, volví a poner una venda aún más fuerte que la anterior, Natsuki se había apegado al brazo de Kenzou, miré de reojo como ella se le insinuaba, sentí un leve dolor en el pecho, salí de la enfermería sin prestarles mucha atención, Kenzou se fue detrás de mí y por consiguiente también Natsuki, sabía que yo a ella no le caía nada bien y a mí tampoco me caía para nada bien, bueno casi ninguna de sus novias me caen bien. Poco después ellos se alejaron de mi lado yéndose por su propio camino, entré en mi cuarto un poco enojado, me recosté en la puerta quedándome por completo dormido.

La semana de parciales está próxima, estoy realmente exhausto, todos los días me dirijo a la biblioteca después de clase para estudiar. Siempre que tengo parciales dejó por una semana mis actividades en el club y me centro en mis estudios, grandes ojeras se pronuncian en mi pálido rostro.

Tire mi bolígrafo en el pupitre, por fin la semana de parciales había terminado, me levanté dejando la hoja en el pupitre, miré de reojo a Taichí quien se encontraba sosteniendo su cabeza con sus manos, agarrándose sus cabellos fuertemente, sonreí y salí del salón, mi cabeza empezó a dar pequeñas palpitaciones, las ojeras pronunciadas arruinaban mi rostro, el cabello desarreglado daba la impresión de que no había tenido tiempo, fui hasta el baño de la facultad en donde juagué mi horrible rostro, mi cara pálida estaba casi en los huesos, salí de la facultad adormilado, estaba exhausto, todas las personas del campus me miraban sorprendidas, me dirigí a mi apartamento, observé como Kenzou besaba y abrazaba a su novia, sonreí tristemente abriendo la puerta, me recosté en la entrada principal sintiendo ese fuerte dolor en el pecho, minutos después pequeños golpecitos me sacaron de mi agonía, abrí sin preguntar quién era, sabía muy bien que era Kenzou, subí mi mirada topándome con el rostro alegre de Mizuki la bella enfermera de la facultad, la miré sorprendido y después le sonreí dejándola pasar, Kenzou nos miró arqueando las cejas, no le preste mucha atención, un brillo de rabia se notaba en sus grisáceos ojos, cerré la puerta fuertemente concentrándome solamente en mi nueva visita, Mizuki se sentó en uno de mis sillones.

—¿Quieres algo de tomar?

—No, gracias.

—Vale ¿Cómo vas? —pregunté un poco nervioso.

—Pues no te puedo decir que bien, pero tampoco estoy tan mal.

—Lo siento.

—Descuida, yo ya sabía desde hacía mucho que yo no era de tus gustos, es más casi nadie es de tus gustos excepto pues tu amor.

—Hablando de eso ¿Por qué no seguimos con ese tema? Me interesa bastante.

—Lo sé.

—Termina la frase que ibas a decir antes de que entrara Taichí.

Ella sonrió, agarró su lacio cabello con una cola, suspiró y me miró fijamente a los ojos, era como si ella viera el sufrimiento que yo sentía por él, pasé saliva al sentir sus penetrantes ojos.

—Sé que la persona que quieres es a Hibiki.

—¿Cómo lo sabes? —tartamudeé.

—Digamos que es intuición femenina.

—Sabes que no es eso, dime ¿Acaso lo demuestro tanto?

—No, claro que no, pero es la forma en como tus ojos muestran un destello de ternura… No, algo más que ternura, tal vez… amor, quizás eso.

—Es verdad, lo quiero y no sabes qué tan doloroso es amarlo.

—Si lo sé, es lo que yo siento por ti —dijo esbozando una sonrisa triste, acaricié su mejilla rojiza, me alejé de ella sentándome en una silla en frente, sus ojos se aguaron en esos momentos, sabía que era culpa mía, pero no podía hacer nada, ella se levantó de golpe, dándose media vuelta empezó a caminar hacia la puerta, la seguí silenciosamente, abrió la puerta y salió del lugar, sabía que pronto se desarmaría y necesitaba estar sola. Ella se fue caminando sin siquiera voltear a mirarme, agaché mi rostro, al levantarlo me di cuenta que Kenzou me miraba con esos penetrantes ojos, suspiré, le sonreí mientras este se dirigía hacia mi apartamento.

—Las has hecho llorar.

—Creo que hubiéramos llorado juntos si ella no se hubiera ido antes.

—¿A qué te refieres?

—Nada, descuida.

—Me preocupas.

—Lo sé, ¿vas a entrar?, ¿o Natsuki aún sigue contigo?

—Ella ya se fue, si quieres puedo entrar, pero solo si quieres.

—Descuida, has lo que tú desees.

—Tú eres un estúpido, debes estar cansado o ¿Me equivoco? —dijo acariciando mis pronunciadas ojeras que se dibujaban como sacos negros debajo de mis ojos.

—Pasa —dije haciendo ademan de que pasara, él se dirigió a la sala sentándose en el mismo sillón en el cual se había sentado Mizuki, me senté junto a él, mirándolo de frente.

—Estas muy raro, me estas tratando bien y eso no es normal en ti.

—Así que quieres que te traté mal, no, eres un masoquista Kenzou —me aproximé a él, no, más bien me acerqué a sus labios, él pasó saliva mientras se sonrojaba y cerraba sus hermosos ojos, acaricié su labio inferior bajando hasta su mentón el cual alcé, sonreí y después lo volví a soltar retrocediendo, él abrió sus ojos mirándome fijamente, agaché mi rosto, mi corazón ya estaba agitado, cerré mis ojos intentando reconfortarme y analizar mejor mis acciones, nos sentamos en silencio cada uno absorto en sus pensamientos, dejé que mi cabeza cayera sobre sus piernas, él sonrió y acaricio mis cabellos, me dormí en esas fornidas piernas. Una tenue luz me despertó, miré un poco adormilado mí alrededor, Kenzou aun dormía, acaricié sus labios nuevamente, besé su pálido ojo y me levanté del sofá, cerré las cortinas de mi casa volviéndome a recostar encima de Kenzou, tiempo después caí dormido de nuevo.

—Hiroto, despierta —sentí esa voz a lo lejos, algo me sacudía, entre abrí los ojos mirando el rostro de Kenzou, me levanté con pereza mientras este se acomodaba la ropa, se levantó del sillón yendo hasta la cocina, minutos más tarde trajo dos vasos repletos con zumo de naranja.

—Toma —dijo acercándome el vaso.

—Gracias.

Tomé varios sorbos de zumo sin siquiera mirarlo, él se quedó fijamente mirándome, sus mejillas dejaban escapar un rosa pálido, mi corazón se empezó acelerar observando esos labios rojizos, lo volteé a mirar sonriéndole, él agachó su rostro, me levanté del sillón dejando el vaso en la mesa. Hoy es sábado así que no hay problemas con las clases, subí hasta mi cuarto seguido de Kenzou, él se recostó en mi cama mientras yo me quitaba la camiseta del día anterior.

—¿Qué me miras? —pregunté mirando fijamente a Kenzou, él agachó su mirada sin responderme absolutamente nada, me di la vuelta y me pusé una camiseta negra.

—Tienes buen cuerpo —murmuró entre dientes, sus mejillas sonrojadas lo hacen ver tan lindo.

—Gracias.

—Ella está enamorada de ti, ¿cierto?

—¿Quién?

—Mizuki.

—Sí.

—La rechazaste.

—Sí.

—¿Por qué?

—Porque no la amo, es más ni siquiera estoy interesado en ella, Mizuki sabe muy bien eso, pero la entiendo a veces es tan difícil aceptar la realidad que nos acontece.

—Y si otra persona te dice que le gustas ¿Lo aceptarías?

—Depende la persona.

—Si fuera por ejemplo Taichí.

—¿Qué? —pregunté boquiabierto, lo que Kenzou me decía era estúpido, pero sus ojos denotaban determinación y firmeza, sabía que esto no era ninguna broma, es más él estaba enojado, aún no comprendía la razón, pero sabía que él realmente estaba enojado, pasé saliva al ver su rostro.

—Te estoy diciendo que si le gustaras a Taichí, mejor dicho…

—Taichí es un buen amigo, nada más —dije bajando la mirada, no podía mirar esos ojos torturadores.

—¿A ti te gusta taichí?

—Claro que no.

—Entonces la otra vez ¿Por qué estaban de esa manera?

—¿Qué otra vez?

—No te hagas el loco —dijo levantando su voz, me quedé casi mudo ante aquella reacción.

—Kenzou —balbuceé.

—El día en que te habías cortado, en la enfermería, lo abrazabas apasionadamente —susurró.

—Kenzou, yo en serio solo estaba bromeando, Taichí y yo solo somos muy buenos amigos, nada más.

—Lo sé, pero tú eres tan frio con las otras personas, hasta conmigo eres frio, pero con Taichí es otra cosa, a él lo tratas de una manera tan diferente, es como si quisieras más a Taichí que a todos los otros, lo amas ¿Cierto?

—Ya te dije que no, él solo es una persona que me puede derrumbar fácilmente, es como si él pudiera ver la verdadera persona que soy, de que vale ser frio y calculador con él sí sabe muy bien que no soy así.

—¿Acaso yo no puedo hacer eso? o ¿Por qué razón no te muestras como realmente eres en frente de mí? ¿Hace cuantos años crees que nos conocemos?

Sus palabras me dejaron paralizado sin siquiera saber qué hacer, cerré mis ojos intentando analizar aquellas palabras, pero eran tan dolorosas que no lograba hacer nada, me acerqué a Kenzou agarrando su cara con mis dos manos, él solo me miraba fijamente.

—No quiero derrumbarme y no poder ser fuerte ante ti, no quiero mostrarte como soy realmente porque si lo hago yo me quebrare mostrándote una faceta horrible, probablemente hasta te de asco saber la verdad, sabes creo que apenas la sepas querrás jamás haberla sabido, como decirlo más fácil, tú eres tan especial, yo a ti te… —mordí mi labio evitando confesarme ante él, Kenzou solo me miraba, note como sus ojos grises llenos de tristeza me inundaban, solté su rostro y me levanté de la cama dándole la espalda a Kenzou, él se levantó poco tiempo después.

—Si no estás listo para dejarme ver tu verdadera faceta está bien, descuida, lo siento por haberte hecho decir esas cosas, sé que te hice daño por eso lo siento.

—Descuida, tal vez más daño te lo hacía yo al no ser sincero contigo, como lo siento Kenzou.

—Vale —dijo saliendo de mi habitación, me recosté encima de mi cama, la tenue luz del sol de las mañanas caía sobre mi pálido rostro, minutos después sentí como la puerta se abría y se cerraba, Kenzou salía de mi apartamento, dejé escapar pequeñas lágrimas.

—Maldita sea —susurré apretando con fuerza el cubre lecho de mi cama, un tormentoso nudo se posó en mi garganta, mi respiración se volvió entrecortada, haciendo que el vacío en mi interior se hiciera más desgarrador, cerré mis ojos sumergiéndome en mis fantasías, cuanto desearía tener esos labios semi abiertos sobre los míos, sus manos suaves acariciando mis cabellos mientras que mis manos recorren su exquisita espalda, cuanto desearía que esos labios solo fueran míos, pero ni siquiera son míos, esos labios solo le pertenecen a ella, Natsuki es la única que puede reclamar por esos delicados y rojizos labios, esos te amo dirigidos a ella cuanto quisiera que fueran todos míos, pero él se sentiría tan asqueado de tan solo saber qué es lo que realmente siento yo por él, si tan solo pudiera decirle cuanto lo amo sin tener ese miedo al rechazo, todo sería tan fácil, ¡no!, lo que realmente me da miedo es que él se alejé de mi lado, que jamás vuelva a estar junto a mí.

Volví a retomar las actividades de teatro, aquel Kenzou del otro día se había ido por completo, ahora solo estaba el Kenzou sarcástico. En los parciales me fue bastante bien, mejor de lo que creía, Taichí obviamente supero mis puntajes, pero no por mucho. Cada día me levantó con un pesado sueño en el que los labios de Kenzou se posan sobre los míos besándome, siento como su lengua recorre mi cuello, mientras que yo estoy allí paralizado antes sus acciones, me dijo que es un sueño, pero cada día parece ser más real, al despertar solo queda ese aliento que nunca reclame, solo queda la sensación de sus caricias perdidas y un creciente problema en la parte baja de mi cuerpo, el dolor de mi pecho se hace cada vez más desgarrador, pero siempre me engaño diciendo que ese dolor me hará cada vez más fuerte, cada vez, pero siento que mi vida se va dentro de sus manos sin que pueda hacer nada. Me levanté de la silla en donde me encontraba sonriendo coquetamente a una que otra chica que se encontraba allí, cada una de ellas sonrían tímidamente y otras levantaban su delicada mano en forma de saludo.

—Siempre tan coqueto ¿No? —dijo Mizuki detrás de mí, sus cabellos rubios se encontraban recogidos con un moño rojo, ella sí que era linda, cada vez más me lamentaba no poder enamorarme de ella.

—¿Siempre?, que mala Mizuki, dime ¿Qué me estas queriendo decir? —dije cogiendo su mentón, lo levanté suavemente haciendo que ella me mirara fijamente a los ojos, esos sensuales ojos con los que me encontraba, ella se sonrojó significativamente y pasó saliva, esbozo una tímida sonrisa bajando su mirada, Kenzou me miraba desde una silla del lugar, una chispa de rabia salía de sus ojos, solté a Mizuki y retrocedí unos cuantos pasos, pusé mi mano derecha sobre mi cabeza mientras bajaba la mirada, Kenzou sonrió satisfactoriamente y se acercó hacia donde estábamos, posó sus brazos alrededor de Mizuki.

—Hola, Mizuki-chan, ¿cuánto tiempo? —dijo soltándola. 

—Hibiki-kun, ¿cómo van las cosas?

—Bien, no me quejo, disculpa si este estúpido de Hiroto te ha puesto nerviosa, es que no se sabe controlar si no tiene correa y bozal.

Ellos dos soltaron una carcajada haciéndome poner rojo.

—Maldito, claro que no la pusé nerviosa, además yo no soy ningún perro.

—¿Y quién es la correa y el bozal? ¿Acaso eres tu Hibiki-kun? —rio ella.

—Oigan…

—Claro que sí.

«Me ignoran, estos dos ignoran todo lo que dijo, ¿qué he hecho para merecer esto?»

—Pensé que tenías novia —contestó sin vacilación Mizuki, en sus ojos ya se había ido el sentido del humor, pasé saliva esperando que las cosas no se fueran a poner feas.

—Claro que tengo, pero últimamente Hiroto ha necesitado que alguien lo controle, quien sabe a quién más se le insinúa, así que por eso yo seré esa persona que lo controle.

—Él está soltero, pensé que podía hacer lo que quisiera, sin necesidad de niñera.

«Las cosas se empezaron a poner feas» pasé saliva mirándolos a ambos, ninguno de los dos sonreía, es más, pareciera que ambos estuvieran listos para pelear.

—Claro, pero hay un límite para todo.

—Y supongo que tu limite será tu novia o ¿Qué es lo que te impide ser feliz?, ¿acaso tienes pesar por ella?

—¿De qué hablas? Yo soy muy feliz con ella.

—¿Y Akiyama?

—¿Qué pasa con él?

—¿Acaso no puedes ser feliz con él?

«Oh mierda, ¿qué es lo que está diciendo Mizuki?»

—Creo que ambos se deberían cal…

—Sí, soy muy feliz con Hiroto, soy feliz con ambos, son las personas que más amo, no, Hiroto es más especial que ella ¿Por qué? ¿Acaso estas celosa? —interrumpió Kenzou, él estaba furioso y eso se notaba, estaba totalmente inexpresivo, sus palabras llenaron momentáneamente un vacío en mi interior, era más especial que su novia, por un momento me hizo feliz escuchar eso, pero sabía muy bien que lo era solo por el hecho de ser su amigo de infancia, nada más.

—Estoy muy celosa créeme, pero igual Akiyama no me quiere a mí, así que espero que lo disfrutes, no, más bien espero que lo sepas valorar, se ve que ambos se quieren más de lo que creen.

Nuestras mejillas empezaron adquirir un tono rojo en ellas, Kenzou estaba más sonrojado que yo, él cogió mi mano y la apretó con fuerza, él temblaba.

—Claro que si —por fin contestó Kenzou.

—Más bien me voy, adiós Akiyama, adiós Hibiki–kun valóralo —dijo en un suspiro Mizuki, mientras se alejaba de nuestro lado, miré de reojo a Kenzou quien sonreía en forma de victoria, amo esa sonrisa, cuanto la amo.

—¿Estas feliz?

—Claro que no.

—¿Qué? Pero si sonríes.

—Sí, pero que tú coquetees con ella sabiendo cómo se siente me saca de quicio, además no sé no creo que ella sea buena para ti.

—¿Desde cuando eres tan controlador?

—Desde…

«Desde que mi corazón late así por ti»

—Descuida, no tienes que responderme nada, después de todo me gusta que me controles Kenzou —esbocé una sonrisa sincera de esas que le suelen gustar a él, de igual manera él me sonrió con sus mejillas aun sonrojadas.

—Tú siempre eres todo un masoquista, eso me gusta.

—Solo soy masoquista para una sola persona.

—Así y ¿Quién es esa persona?

—Esa persona eres t…

—Kenzou, mi amor —dijo aquella mujer aproximándose hacia nosotros.

—Amor, ¿qué haces aquí? —respondió Kenzou un poco nervioso.

—Creo que es mejor que me vaya —dije haciendo ademan de irme.

—¿En serio? No me parece —contestó Kenzou cogiéndome de la mano.

—A mí sí.

—¡Natsuki!

—Descuida Kenzou después de todo ya me iba a ir no creas que me quedare de mal tercio.

—Pues no, pero…

—Me voy, nos vemos luego —dije alejándome de estos dos personajes. Me recosté en mi cama intentando olvidar cada cosa sucedida.

 

Hiroto siempre ha sido un chico frio, genial según algunas chicas, desde niño hemos sido muy buenos amigos, pero últimamente esa amistad sea degenerado a un deseo incontrolable, cada día cuando me levantó recuerdo su sonrisa, pero después recuerdo a mi linda novia Natsuki, ella no debería estar sufriendo por mi culpa, sé que en algún momento tendré que elegir entre alguno de ellos dos, después de todo no puedo amar a dos personas al mismo tiempo, con Hiroto es más un fruto prohibido que quiero probar desesperadamente, mientras que con Natsuki es un amor de instituto, un poco infantil, pero muy dulce, sé que ella me ama obviamente yo también, pero mi corazón ha dejado de palpitar rápidamente con ella, en cambio Hiroto ha sido el ladrón de esos latidos acelerados, no quiero ser una persona homosexual, ni siquiera esa idea se me ha pasado por la cabeza, pero hay momentos en los que toda mi varonalidad se va por el inodoro, el solo hecho de tener sus labios junto a los míos sin siquiera poderlos tocar, me desespera, me descontrola, me frustra como si estuviera volviéndome demente por esa extravagante pasión clandestina, que dos hombres estén juntos es estúpido, no, es algo más que estúpido, es un asco, pero… sus caricias y su cuerpo me enloquecen.

Después de que Hiroto se fuera del parque tras la llegada de Natsuki, volteé mi rostro observando aquella sonrisa radiante que siempre llevaba esa hermosa mujer, besé sus labios suavemente aun sin despejar de mi mente el rostro de Hiroto, ella volvió a sonreírme y me cogió de la mano.

—Sabes que no me agrada Akiyama, pero aun así sigues saliendo con él ¿Por qué lo haces?

—Es mi mejor amigo, jamás me pienso separar de él.

—¿Ni siquiera si yo te lo pido? —preguntó en forma de puchero.

—No, ni siquiera si me lo pidieras.

—¿Y si él ya no quiere seguir siendo tu amigo?

—No importa, yo seguiré siendo su amigo, no me importa si él se quiere separar de mí siempre lo seguiré y le hare entender lo equivocado que esta.

—Eso es egoísta de tu parte.

—Con Hiroto es con la única persona con la que seré egoísta, solo deseo que él se quedé conmigo para siempre.

—No creo que él quiera estar contigo para siempre o por lo menos no como amigos.

—¿De qué hablas?

—¿Aún no entiendes por qué no me agrada Akiyama?

—Se supone que es porque él le hizo daño a una de tus queridas amigas.

—Pues no —suspiró ella mientras que sus ojos se llenaban de amargas lágrimas, levantó su mirada fijándola en mis ojos.

—Entonces ¿Por qué?

—Porque para ti siempre es más importante él que las otras cosas, no te importa dejarme atrás si se trata de él, es como si la persona más importante para ti fuera él, y lo peor de todo es que él te mira de esa manera.

—Natsuki, tú también eres importante para mí —dije agarrándole suavemente sus mejillas sonrojadas.

—Pero no soy más importante que él.

—Lo siento Natsuki, él es mi mejor amigo no creo que haya una persona que le quite el primer puesto a Hiroto.

—Pero él no te quiere como amigo.

—¿De qué hablas?

—Él te mira de otra forma.

—¿De qué manera me mira él?

—Te mira de la misma forma en que yo te miró.

Callé por un instante, tragué saliva intentando deglutir las palabras que me decía Natsuki, me había quedado sin contestación, obviamente él no sentía eso por mí y yo lo sabía muy bien, era yo el que sentía algo extraño por él, además jamás me metería con un hombre.

—No mientas —dije fríamente, ella me miró con rabia y dejó escapar las lágrimas contenidas, intenté acercarme a ella, pero retrocedía con cada paso que daba.

—Aun no te das de cuenta de eso, pero espero que ese estúpido no me quite lo que es mío.

—Natsuki, respeta a Hiroto por favor.

—No —gritó ella tirándose a mis brazos, se aferró a mi pecho como si yo fuera su salvación, le respondí de igual manera, me miró tristemente estirando su cuello intentando besarme, acerqué mi rostro besándola, sentí sus mejillas mojadas, cuánto daño le hacía a esta mujer, pero simplemente la amaba no podía dejarla.

—Prométeme algo Kenzou.

—¿Qué?

—Que jamás vas a meterte con Akiyama.

—¿Meterme de qué manera?

—De forma romántica.

—Claro que no, te lo prometo no me voy a meter con él de esa manera.

—Gracias Kenzou.

—De nada.

—¿Quieres saber otra cosa?

—¿Qué?

 —Te amo Kenzou.

—Yo también —dije abrazándola fuertemente, una chispa en mi interior se volvió a encender, hacia tanto tiempo que no me sentía de esa manera junto a Natsuki, se me estaba empezando a prender la frialdad de Hiroto, pero ¿Por qué de nuevo volvía a mi mente Hiroto?, ese estúpido de Hiroto.

Los días pasaban lentamente abriendo una brecha entre Natsuki y yo, y uniendo un destino junto a Hiroto, cada vez que lo veía sentía más deseo de tenerlo en mis brazos o bueno más bien de que él me tuviera en sus brazos, sentir esa quisquillosa lengua recorrer cada parte de mi cuerpo, llevándose todo con sus caricias y condenándome a solo quererlo a él, convirtiéndose en la peor de las drogas.

Me levanté muy temprano esperando encontrarme a ese loco que sale a trotar todos los fines de semana, corrí mi cortina esperando observarlo, él salía de su casa con sus pantalones ajustados.

«¿Acaso es estúpido? ¿Cómo es que va a hacer ejercicio vestido de esa manera?» Bajé mis escaleras dirigiéndome a la entrada, abrí la puerta rápidamente viendo como este se preparaba para salir a trotar.

—¿No crees que esa no es la mejor manera para salir a trotar?

—¿Qué haces levantado a estas horas?

—¿Qué? ¿Acaso no puedo levantarme a ver como mi vecino sexy sale a trotar por las mañanas?

—¿Acaso tengo un acosador?

Sonreí de medio lado y me dirigí hacia donde él se encontraba, sin siquiera darme cuenta ya mis latidos estaban acelerados, él me sonrió.

—Claro que lo tienes.

—Qué lindo acosador tengo.

—¿Te parece? Bueno pues algo de bueno tendré que tener ¿No crees?

 —¿Sales a trotar?

—Estoy en pijama.

—¿Y qué pasa? Yo tampoco voy vestido de la mejor manera.

—¿A dónde vas?

—Voy a la librería, tengo que encontrarme con Taichí y después comprare un libro, aún no lo he decidido.

—Así que te vas a reunir con Taichí —susurré para mis adentros.

—Sí.

—Perdón, no quería ponerte incomodo, sabes también quería pedirte perdón por lo infantil que me comporte la vez anterior.

—Descuida.

—Bueno me voy a mi casa tengo cosas que hacer, Natsuki y yo saldremos hoy así que será mejor que me arregle.

—Espero que les vaya bien —dijo él con un tono un poco triste quizás.

—Nos vemos después —dije yéndome a mi apartamento, cerré mi puerta y caí de rodillas justo en la entrada de este, sentí como mis ojos empezaban a llenarse de lágrimas, parpadeé varias veces esperando contenerlas, subí a mi habitación y me arreglé lo mejor que pude. Las horas pasaron y por fin la noche había llegado, salí de la casa aproximadamente a las ocho de la noche, Hiroto se encontraba entrando a su casa, él sacudió su mano en forma de saludo a lo que yo le respondí de igual manera, me dirigí rápidamente hacia el apartamento de Natsuki, timbré una vez, dos veces más, pero no hubo respuesta, cogí mi celular y marqué a Natsuki.

—Alo, hola amor.

—Hola Natsuki, me preguntaba ¿En dónde estabas?

—¿Por qué lo preguntas amor?

—Bueno quería ver si ¿Querías salir conmigo un rato?

—Hay amor es que estoy un poco ocupada en mi casa, además que estoy un poco enferma.

«¿Está en su casa?, pero si todas las luces están apagadas y su celular no sonó adentro cuando la llamé»

—¿En serio? ¿Qué tienes amor?

—No pues un poco de dolor de cabeza.

—Si quieres voy para tu casa y te llevó una pasta o algo….

—No —gritó ella interrumpiéndome.

—¿Por qué no? —pregunté con cierto tono de rabia.

—Relájate amor, ya me tomare una pastilla, no es necesario que vengas.

—¿En serio? Que sorpresa que no quieres que yo vaya.

—Perdón amor, pero es que no quiero estar con nadie.

Después de que Natsuki pronunció esas palabras empecé a ver como ella se acercaba a su casa abrazada de otro tipo, quien le daba besos en todo su cuello, mordí mi labio lleno de rabia reprimiéndome.

—Amor —dijo ella un poco vacilante.

Colgué mi celular sin siquiera responderle, sentía como aquella escena rompía mi corazón, me cabreaba, mis ojos de nuevo se empezaban a llenar de lágrimas, parpadeé varias veces intentando reprimir mi llanto, sonreí tristemente ante esa escena, tragué saliva intentando hacerle frente a lo que se me avecinaba, ella me vio unos metros antes de llegar a su casa, tragó saliva y sus ojos se llenaron de lágrimas igual que los míos, negué con mi cabeza decepcionado, intenté alejarme de allí, pero antes de que pudiera hacer algo Natsuki me cogió de la mano e hizo que me detuviera, se aferró a mi brazo desesperadamente, sacudí de este fuertemente intentando que ella me soltara; sin embargo, no lo hizo, aquel hombre se acercó hacia nosotros y con una sonrisa burlona dejó escapar una exagerada carcajada, lo volteé a mirar con mis ojos tirando chispas de rabia.

—Suéltalo Natsuki, para eso tienes un hombre como yo para hacer lo que este marica no puede hacer.

—Cállate —gritó ella.

—Vamos deja que esa nena se vaya Natsuki, más bien ven te hago gemir como él no lo ha hecho.

—Maldito —casi de impulso estampé un puño en su mejilla, quitándole aquella maldita sonrisa, él me devolvió el golpe rompiéndome el labio, empezamos a pelear. 

—No por favor —gritó Natsuki mientras nosotros nos revolcábamos en el suelo como dos viles animales, golpeé por última vez su mejilla, este quedó un poco aturdido por mi último golpe, me levanté del suelo y me fui de allí, Natsuki se quedó intentando levantar a su querido amante, las lágrimas habían empezado a salir de mis ojos, levanté la vista hacia aquella luna llena, jamás creí que la persona que tenía delante de mí, me estaba engañando.

«Solo me estaba viendo la cara de estúpido» pensé, al llegar miré el apartamento de Hiroto, la luz aún estaba encendida, me acerqué a este esperando buscar consuelo en sus brazos, levanté mi mano para poder golpear la puerta, pero algo me lo impedía, mis piernas me temblaban, no, todo mi cuerpo estaba temblando, acaricié la madera rígida de la puerta recostando mi cabeza sobre esta, golpeé suavemente la puerta esperando que Hiroto hubiese escuchado, por unos instantes escuché aquellos pasos pesados acercándose a la puerta, aparté mi cabeza de esta mientras la abrían, Hiroto quedó boquiabierto mientras yo sonreía aún con lágrimas cayendo por mis ojos, él pasó saliva y me abrazó fuertemente, aquellos tibios brazos me sostenían.

 

 

Después de un pesado día regresé a mi casa un poco desmotivado tras la actitud de Kenzou, miré de reojo el reloj de mi apartamento eran casi las ocho y media, poco tiempo después me había encontrado con Kenzou, había vuelto a salir por cervezas, hoy pienso tomar hasta caerme muerto. Empecé a beber impulsivamente, el alcohol mezclado con el cigarrillo empezaban hacer sus efectos en mí, necesito de este extraño sentimiento, necesito de algo que me haga más fuerte para poder afrontar lo que se viene encima, sentía ese extraño sentimiento oprimiéndome el pecho, en la soledad de mi apartamento, sumergido en mis pensamientos empecé a escuchar suaves toques procedentes de la puerta de la entrada, me levanté despacio intentando mantenerme firme, abrí la puerta quedando boquiabierto al ver su rostro lloroso sonriendo tristemente, su labio estaba roto había un golpe bastante visible en su cuello, sin decir nada abracé fuertemente a Kenzou, él se atacó a llorar dentro de mis brazos aferrándose fuertemente a ellos, entré con él a la estancia, lo senté en una de las sillas y me fui hacia la cocina de donde traje un botiquín, lo miré sonriendo mientras quitaba las lágrimas de sus mejillas, empecé a limpiar su labio con un poco de algodón y desinfectante, le acerqué una cerveza mientras me sentaba justo al pie de él.

—Cuéntame ¿Qué pasó? —pregunté.

—Natsuki me engaña —dijo con su voz quebradiza.

—¿Cómo sabes?

—La vi, con él muy estúpido.

—Como lo siento.

—La amaba en serio, Hiroto no sabes cuánto la amaba.

—Yo… —mordí mi labio intentando callar mis pensamientos.

«Te amo tanto Kenzou, mi amor si es en serio»

—Hiroto, ese tipo se rio en mi cara, me dijo unas cuantas cosas que me alborotaron.

—Y lo golpeaste, por eso terminaste así.

—Sí.

—Por la estúpida de Natsuki.

—No le digas estúpida, por favor.

—A no, ¿Cómo quieres que le diga perra, zorra? o ¿Cómo más quieres?

-—¡Hiroto! —gritó Kenzou poniéndose de pie

—Kenzou, ya no puedo aguantar más, por tu bien es mejor que te vayas.

—No, por favor.

—Kenzou, yo no puedo aguantar más tiempo.

—Has lo que quieras, pero por favor no me dejes solo cuando más te necesito, por favor.

—Kenzou —susurré, él se volvió aferrar a mis brazos llorando desesperadamente, acaricié sus lacios cabellos intentando calmarlo, había bebido bastante, no me sentía de la mejor manera, estaba casi ebrio, levanté el mentón de Kenzou obligando a que me mirara, esos ojos grises habían perdido su brillo especial, tragué saliva acercando mis labios a los de él, empecé a besarlo dulcemente, él quedó impactado ante esa acción, sus ojos estaban totalmente abiertos, cerré mis ojos sin importarme nada de lo que sucediera, él empezó a forcejear conmigo, pero yo simplemente lo apreté con más fuerza dejándolo inmóvil, saqué mi lengua acariciando delicadamente sus labios, después empecé a recorrer esa exquisita lengua que tímidamente intentaba seguirme el juego, lo solté para tomar un poco de aire, aquellos pensamientos más oscuros que poseía con este tipo se estaban haciendo realidad, miré fijamente aquellos ojos que simplemente me miraban atónitos, agaché la mirada reflexionando sobre mis actos, mordí mi labio fuertemente intentando reprimir mis acciones.

—¿Qué has hecho? —preguntó decepcionado.

—Lo siento, no pude aguantar más.

—Así que era verdad lo que me decía Natsuki —susurró para sí, sus palabras me habían dejado desconcertado, ¿acaso estaba siendo tan evidente?, empecé a temblar, él acercó su mano hacia mi muslo, pero yo retrocedí impulsivamente, sentí como las lágrimas corrían por mis ojos, ¿a qué horas había empezado a llorar?

—Yo…

—No hables más por favor.

—Yo te amo —dije por fin, él se quedó mirándome fríamente, sé que no te sientes atraído hacia mí, pero no tienes que ser tan cruel.

—¿Hace cuánto te sientes así?

—Es mejor que ni preguntes, te doy asco ¿Cierto?

—No es eso, es que es difícil de entender —tartamudeó.

—Es mejor que te vayas, posiblemente no me pueda controlar estoy casi borracho, no aguanto más —dije sollozando —. Maldita sea, por favor vete no quiero que me odies.

—Jamás te odiaría.

—Créeme que lo harás.

—No, jamás lo hare así que por favor no te alejes de mi lado, por favor no me alejes de tu lado cuando más te necesito, necesito ser egoísta, aunque sea por hoy.

—No… quiero alejarte, pero te hare daño, me harás daño.

—No, bésame si así lo deseas.

—No lo hagas por deber o lastima, me haces sentir peor.

—Bésame, Hiroto —dijo Kenzou con sus labios semi abiertos, acaricié su mejilla y volví a besarlo, empecé a recorrer su espalda mientras este se estremecía, lamí de nuevo su labio, empecé a mordisquear, chupar y lamer el cuello de Kenzou mientras este gemía o algo así, saqué su camisa rápidamente sacando la mía de igual manera, empecé a lamer y chupar sus pezones, al parecer una de sus partes más sensibles, su cara estaba sonrojada, como Kenzou se atrevía a poner esa cara tan erótica en momentos así, me hace sentir demasiado culpable, pero ya es tarde ya no puedo parar, lo volví a besar dulcemente mientras bajaba hasta su miembro que ya estaba duro tan solo con unas caricias, empecé acariciar este mientras bajaba sus pantalones y su bóxer, lamí su miembro haciendo que este se corriera, volteé a mirar a Kenzou quien solo se dedicaba a gemir y retorcerse lleno de placer.

—Mas, quiero más Hiroto —gimió Kenzou.

—¿Qué es más? —susurré en su oído.

—Quiero tenerte dentro de mí —decía totalmente excitado, sonreí mientras introducía uno de mis dedos en la entrada apretada de Kenzou, introduje el segundo dedo estimulando aún más su entrada, este solo gemía, empecé a mover mis dedos en círculo y en forma de tijera, después de un rato bajé la cremallera de mi pantalón, coloqué un condón en mi miembro y lo introduje suavemente dentro de su cuerpo, este gemía cada vez más fuerte, dejé que se acostumbrara a él, cuando empecé a sentir como Kenzou movía sus caderas suplicando que le hiciera sentir placer, empecé a moverme rápidamente penetrándolo cada vez más fuerte, su cara llorosa me excitaba más y más, al llegar al clímax, ambos nos dejamos correr, besé dulcemente a Kenzou acariciando sus cabellos.

—Lo siento —susurré mientras las lágrimas volvían a caer por mis mejillas, lo que había hecho era de lo peor, me había aprovechado de Kenzou solo por mi estúpido egoísmo, quité el condón usado depositándolo en una caneca, volví a ponerme la camisa, ayudé a vestir a Kenzou quien cayó dormido en mis brazos, es tan doloroso tener a la persona que más amo en mis brazos, apreté fuertemente a Kenzou, solo quiero que este momento no pasé, que él no despierte y me odie por haberle hecho eso, mordí mi labio intentado reprimir un grito desesperado, no quería, no podía ver a Kenzou de nuevo a la cara, no soportaría ver como él me rechaza y posiblemente se vaya con Natsuki, él debe vivir una vida normal, pero… Si tan solo no lo amara de esta manera podría dejarlo ir, podría alejarme de él, podría intentar ser feliz sin él, pero ese sentimiento incontrolable en mi interior no me deja y hace que el miedo gobierne mis acciones, me aproveché cruelmente del hombre que más amo, quiero salir corriendo de aquí y pensar que nada de esto pasó, pero ese sentimiento al unir nuestros cuerpos jamás lo habría experimentado, sus dulces gemidos que hacían que me excitara cada vez más, su rostro lloroso suplicando más, cerré mis ojos intentando reorganizar mis ideas algo que me fue imposible realizar, poco a poco caí dormido.

Al otro día desperté aún con Kenzou en mis brazos, mis ojos dolían, intenté dejar a Kenzou con cuidado, pero sin culpa golpeé su cabeza contra el brazo del sofá, él empezó abrir lentamente sus ojos, aquellos ojos azul grisáceos volvían a tener el mismo brillo de siempre, se incorporó en el sofá frotándose uno de sus ojos, bostezo lleno de pereza y me miró fijamente a los ojos, no pude aguantar su mirada así que agaché la mía retrocediendo unos pasos.

—Voy a traer algo de té —tartamudeé yéndome hacia la cocina, allí cerré la puerta y caí al suelo de rodillas sosteniendo mi abdomen con uno de mis brazos, mientras que con el otro sostenía mi boca, temblaba como un niño asustado.

—No me falles ahora corazón por favor —susurré mientras un escalofrió bajaba por mi medula, mi respiración se volvió entrecortada, me levanté sosteniéndome de una pequeña mesa que poseía, aún temblaba, cogí una taza con agua y la calenté, serví en dos pocillos el agua y le agregué el té, llevé ambos pocillos aun temblando, Kenzou cogió el pocillo rozando nuestras manos, él se sonrojó significativamente mientras yo agachaba la mirada, me senté en otro sillón, tomé unos pequeños sorbos de té esperando que primero hablara Kenzou.

—Lo siento —dije, no soportaba ese silencio infernal, Kenzou me volteó a mirar sonriendo ¿Acaso se está burlando de mí? o ¿Qué le pasa?, no es momento como para sonreír.

—No, yo fui el que te lo pidió.

—¡Claro que no, yo me aproveché injustamente de ti! —grité cayendo de rodillas a donde estaba Kenzou, recosté mi cabeza en sus muslos, él acaricio mis cabellos, empecé a sentir como sus tibias lagrimas caían en mi cabeza.

—No, Hiroto tú no has hecho nada.

—Kenzou.

—Descuida, no ha pasado nada volveremos a ser los que siempre hemos sido, ¿vale?

—Está bien. 

—Ay Hiroto ¿Qué hemos hecho?

—Nada, tú no has hecho nada, yo fui el único que lo hizo por eso es mejor que tú y yo nos ale…

—No —interrumpió él.

—Kenzou —dije levantando mi rostro topándome con esos ojos, quienes me miraban gentilmente.

—Ayer fuiste egoísta, es mi turno de serlo, por favor.

—Esto nos va a hacer daño.

—En las circunstancias en las que estamos todo nos haría daño Hiroto.

—Hare mi mejor esfuerzo.

—Gracias Hiroto —él besó mi frente acariciando mis cabellos, pasé saliva, de nuevo esa extraña sensación volvía apoderarse de nuestros cuerpos, volviendo la atmosfera del lugar un poco seductora, acaricié el labio de Kenzou quien solo me miraba con su boca semi abierta esperando ser besada, acerqué mis labios a los de él mientras él cerraba sus ojos dejándose atrapar por la atmosfera en la que nos encontrábamos, antes de poderlo besar dos fuertes golpes hicieron que nos separáramos, me levanté de mala gana y me fui a la puerta, allí en frente de esta se encontraba Natsuki con sus ojos llenos de lágrimas, miré de reojo a Kenzou quien seguía sentado en el sillón de mi apartamento bebiendo tranquilamente del té.

—¿Qué quieres? —pregunté con un tono fastidiado.

—Déjame ver a Kenzou.

—¿Qué?

—No te hagas el loco, sé que esta acá.

—¿Por qué estás tan segura de ello?

—Golpeé su puerta insistivamente y no salió, además sé que él te buscaría a ti si tuviera algún problema.

—Pues no lo vas a ver.

—Maldito, ¡Kenzou sal ahora mismo! —gritó ella llena de rabia.

Kenzou se acercó a la puerta mirándola fríamente, yo solo agaché la mirada, ella soltó más lágrimas falsas o eso creo yo.

—Lárgate —dijo él.

—No, escúchame Kenzou te necesito.

—No, no necesitas nada de mí, lárgate, vete ahora mismo —dijo él entrando de nuevo a mi apartamento, lo miré de reojo mientras subía las escaleras.

—Ya lo escuchaste, vete.

—Mira Akiyama sé que yo no te caigo bien como a mí no me caes bien, así que por favor ayúdame solo en esto, él me ama y yo lo amo a él por favor eres su mejor amigo.

—No lo amas, si lo amaras no lo hubieras engañado.

—Eso fue solo un error.

—Un error que se cometió cuantas veces, tres, cuatro, quizás cinco o más —ella me miró furiosamente, bajó su mirada mientras golpeaba con su palma mi mejilla, sonreí ante aquella cachetada, que poco coherente era mi acción en esos momentos.

—Te mereces esto y mucho más.

—No me merezco nada.

—Sí, eso es cierto no te mereces nada ni siquiera el amor de Kenzou.

Un golpe muy bajo Natsuki, esa sí que me dolió, suelo ignorar cada palabra que dice esta mujer, pero esta es tan cierta que simplemente no la puedo ignorar.

—Tú tampoco te mereces su amor.

—Estúpido.

Sonreí por última vez y entré a la casa cerrando la puerta en su cara, suspiré con mis puños apretados mientras oía los sollozos de Natsuki, alcé la vista hacia las escaleras y las empecé a subir un poco nervioso, la puerta de mi habitación se encontraba cerrada, me detuve unos centímetros ante esta, pusé mi mano apretando el manojo de la puerta, temblaba.

—¿Por qué no entras? —preguntó Kenzou a mis espaldas, salté impulsivamente lleno de miedo, no me había fijado de la poca presencia de Kenzou, lo miré sorpresivo mientras este solo se limitaba a sonreír sinceramente.

—Pensé que estabas durmiendo —balbuceé.

—Bueno pues no lo hago así que ¿Por qué no entramos? —dijo él abriendo la puerta, sonreí mientras miraba esa exquisita espalda.

—Me asustaste.  

—Lo siento, es que te veías tan concentrado que no quería interrumpir.

—Estúpido.

—Esa parte tuya me gusta —dijo sin pensar, después de unos segundos se sonrojó agachando la mirada, reí, aunque era la acción que menos quería hacer, él me miró sorprendido, pero después suavizo su expresión esbozando una sonrisa. 

—Gracias —dije recostándome en mi cama, Kenzou se sentó justo al pie mío poniendo su mano en mi muslo, lo volteé a mirar, esos ojos llenos de sensualidad me miraban de una forma que jamás había visto, de una manera casi carnal, besé su mejilla parándome de la cama.

—Lo que dijo Natsuki no es cierto.

—¿Qué?

—Lo de que tú no merecías mi amor.

—Lo sé.

—No es verdad, tú mereces mi amor y mucho más.

—Gracias.

—Sé que es un poco difícil entender lo que te pasa, pero creo que si le diera tiempo tal vez yo podría llegar a amarte.

—No, Kenzou la cosa no funciona así.

—¿Entonces?

—No, tú no eres como yo, eres hetero debes vivir tu vida como si este incidente jamás hubiera pasado —dije acariciando su mejilla.

—Pero es que yo tal vez no soy así.

—No te confundas por cómo me siento yo hacia ti, si te amo, no sabes cuánto te amo, pero igual no podemos estar juntos.

—¿Por qué no?

3Por favor Kenzou, tú eres hetero tendrás todo el tiempo del mundo para pensarlo, pero quizás te arrepientas de perder el tiempo en esto y eso no me gustaría me da miedo.

—¿Qué te da miedo Hiroto?

—Que me hagas daño —al terminar de decir esto sentí como si me liberara de un gran peso, eso era, jamás me había declarado a Kenzou solo por el hecho de que tenía miedo de que él me lastimara, que me hiciera daño, jamás nadie me ha hecho daño por eso tengo miedo de que no me pueda levantar de ese trauma.

—No te haría daño.

—Promételo.

—Te lo prometo —dijo él besando mi mano, por un instante había olvidado que yo posiblemente seria el activo de la relación, no podría dejar que él me doblegara tan fácilmente.

—Gracias —dije recostándome encima de él, Kenzou acaricio mis cabellos, mientras yo deslizaba mi lengua por su cuello, él me levantó el rostro y me besó como jamás nadie lo había hecho, era una extraña sensación, su lengua deslizándose junto a la mía me hacía sentir especial, bajé mi mano hasta su miembro el cual se encontraba erecto, él soltó un gemido poco audible.

—Qué cuerpo tan lascivo tienes —dije lambiendo su oreja, él se retorció de placer mientras yo sentía un corrientazo bajar por mi medula, me aparté de él sonriéndole, su respiración se había vuelto entrecortada, me levanté de la cama acercándome a la ventana.

—¿Por qué no sigues? —preguntó un poco agitado.

—Vamos Kenzou, lo hicimos anoche ¿Acaso quieres hacerlo hoy también? —lo miré de reojo notando como se sonrojaba y ponía esa cara que me excitaba, agachó su mirada, sonreí ante esa escena.

—Lo siento, quiero preguntarte algo Hiroto —dijo él mirándome fijamente, me volteé hacia él, solté una pequeña risa que hizo que este frunciera el ceño, aún seguía con sus mejillas sonrojadas, mi corazón empezó a latir más fuerte.

—¿Qué quieres saber?

—¿Fue tu primera vez? —susurró.

—No idiota, yo ya no soy virgen.

—No hablo de eso, ¿fue tu primera vez con un chico?

—Claro que sí, tú eres con el único que me he acostado.

—Ya veo, ni siquiera con Taichí.

«Hay vamos otra vez con el tema de Taichí»

—No, él y yo no tenemos ese tipo de relación.

—¿Entonces solo son amigos? o…

—Sí, solo somos amigos.

—¿Quisieras ser algo más de él?

—No, mira Kenzou, tú eres el único hombre que me ha llamado la atención, no, eres la única persona que me ha gustado de esta manera, eres la única persona a la que he amado, a pesar de haber tenido otras novias, nunca pude llegar a sentir algo más que gusto por ellas.

—Ya veo.

—Es por eso que quiero que no tomes esto a la ligera.

—No lo estoy tomando a la ligera.

—Yo te amo en serio, a ti te acaban de romper el corazón, estas confundido, por eso solo quiero que seamos amigos como veníamos siendo.

—Está bien.

—Vamos ve a tu casa, báñate, come algo, duerme y reflexiona sobre Natsuki —dije levantando a Kenzou de mi cama.

—Báñate conmigo.

—No lo voy a hacer.

—¿Por qué no?, antes lo hacíamos dijiste que fuéramos como antes, ¿acaso ya no lo podemos hacer?

—Kenzou, por favor sabes que no me controlaría.

—Mejor —susurró en mi oído, sonreí mientras él lambia mi oreja, agarré su mano y lo metí de un solo jalonaso al baño, metí dos toallas y lo empecé a desnudar, su pálido y delicado cuerpo me excitaba, me desnudé de igual manera, esos ojos grises me miraban lujuriosos, abrí la llave de la ducha dejando que el agua se deslizara por nuestros cuerpos, abracé a Kenzou mientras lo besaba apasionadamente, su lengua, ¡por Dios!, aquella lengua que se regocijaba junto a la mía, el agua recorría nuestros cuerpos bajando delicadamente, miré a Kenzou divertido.

—Cuando nos bañábamos no solíamos hacer esto —dije en tono burlesco.

—Bueno pues le agregamos unas pequeñas cosillas, pero de eso no nos preocupemos.

—Esto va a ser lo último.

—Está bien, por lo menos hasta que mis pensamientos ya no estén nublados, si después de eso quiero seguir contigo ¿Aceptarías?

—Claro que sí, eso no se pregunta.

—Vale, solo espérame cuando aclare mis pensamientos te avisaré y hablaremos sobre nuestra situación.

—Está bien —lo besé por última vez mientras salía de la ducha, pusé una toalla rodeando mi torso por la parte inferior de mi cuerpo, Kenzou cerró la ducha e hizo lo mismo que yo, me vestí rápido mirando de vez de cuando a Kenzou, salimos de mi casa dirigiéndonos a la de él.

—Hasta acá te acompaño.

—¿Por qué Hiroto? Vamos entra.

—Claro que no, yo me voy a mi casa.

—Entra vamos vemos una película y comemos.

—¿Comemos o nos comemos?

—Bueno podemos hacer ambas cosas, si quieres.

—Solo bromeo —dije besándole la frente, él soltó una pequeña risa, me alejé hacia mi casa mirando de reojo al hombre que dejaba atrás, me despedí por última vez mientras cerraba la puerta de mi apartamento, sonreí como un estúpido, me senté en la sala recordando todo lo que había sucedido ayer, por fin sucedía lo que más había deseado, prendí el televisor y me acosté.

Aquel lunes salí de mi apartamento con una sonrisa de oreja a oreja, Taichí se encontraba en el salón pegado a un cuaderno de química, una chica le hacía compañía, es linda se nota que le gusta Taichí, pero el muy imbécil no se fija en eso, él simplemente desea y ama a su querida química.

—Querido Taichí —dije recostándome en su hombro, él alzó su vista y al ver que se trataba de mi suspiró, sonreí sentándome al pie de él.

—¿Sigues igual de raro? o ¿Ya estas normal?

—¿De qué hablas?, siempre he estado normal.

—¿Aún quieres que te lama el dedo?

—No, ya sano, pero si tú quieres —dije acercando mi dedo a su boca, él golpeó mi cabeza con su libro y se corrió, solté una carcajada a lo que él me miró seriamente.

—Nunca cambias, en serio que eres realmente de lo peor.

—Pero ¿Por qué lo dices querido taichí?

—Por nada olvídalo, más bien pon cuidado a clase a ver si subes tus notas.

—Mis notas no están nada mal.

—Pero pueden ser mejor, concéntrate —susurró él dándome la espalda, ya se había sumergido en la clase, nada que hacer. 

Salimos del salón un poco más tarde de las doce del día, Taichí se fue a la biblioteca mientras que yo me fui al patio de la facultad, allí sentada en una de las sillas se encontraba Mizuki, junto con una tonelada de libros, sus sedosos cabellos caían por momentos en su hermoso rostro, me acerqué a ella, aún sostenía esa sonrisa de oreja a oreja.

—Mizuki, que concentrada.

—Debes en cuando deberías saludar apropiadamente —dijo ella con una hermosa sonrisa, ¿por qué diablos no me había podido enamorar de esta mujer?, me senté a su lado mirando todo el panorama que nos rodeaba, chicos corriendo de lado a lado, otros cortejando a un par de chicas que quizás serian de otra área que no fuera de la salud o de las ciencias, un par de chicas comiendo helados y riendo por cualquier chisme que se estuvieran contando, miré de reojo a Mizuki quien tenía la mirada levantada sin siquiera prestarme atención.

—Te ves feliz, ¿qué te ha pasado?

—Bueno, pues no muchas cosas.

—Vamos cuéntame sé que siento cosas por ti, pero también me agrada que seas feliz.

—Vale, pues Natsuki engaño a Kenzou.

—¿Te agrada que Hibiki este lastimado?

—No, lo que pasa es que por fin me he declarado ante él y pues ha dicho que se lo pensaría.

—¿En serio? y dime algo ¿Lo besaste? —dijo ella con una sonrisa pícara, me dio unos codazos en una forma graciosa mientras me miraba con sus ojos llenos de intriga.

—Bueno pues sí.

—¿Y han pasado del beso?

—¿De qué hablas?

—Sabes de que habló.

—No, no lo sé.

—Ah —suspiró —¿Tuviste sexo con él?

Me sonrojé ante aquella pregunta, no me esperaba esa clase de cosas de una persona como Mizuki, oh su figura de mujer santa se cae ante mis ojos.

—Bueno sí.

—Ya veo, espero que les vaya bien.

—Aun no somos nada.

—Pero creo que más adelante lo podrán ser.

—Quizás, yo solo quiero que él se piense las cosas muy bien, sé que es difícil estar en su posición, pero él necesita aclarar sus dudas para después poder tomar decisiones de las que después no se arrepienta.

—Espero que no te lastime.

—Yo espero lo mismo.

—Dime Akiyama ¿A qué le tienes miedo?

—No sé tal vez le temo a enamorarme y que me hagan daño, o simplemente tengo miedo de sentirme solo.

—Mira tú corazoncito nos está viendo —dijo ella señalando disimuladamente a Kenzou, hacia cuanto tiempo estaba allí, él me miró con esos ojos grises llenos de rabia, pasé saliva y simplemente le sonreí, sabía que a él no le gustaba en lo absoluto que yo me la pasara con Mizuki, entendía que era porque no quería que yo le hiciera daño, pero a veces es tan celoso, no, es más bien controlador.

—Creo que voy a tener un problema.

—Te has ganado a todo un celoso.

Kenzou me volvió a mirar y se dirigió al baño de hombres, me levanté suspirando, me di media vuelta y me despedí de Mizuki, corrí hasta el baño en donde solo se encontraba Kenzou, me recosté en la pared mientras este se lavaba la cara.

—¿Qué quieres? —preguntó un poco frio.

—¿Por qué te enojas?

—No me gusta que estés con esa mujer.

—Mizuki y yo solo somos amigos.

—Así como Taichí ¿No?

«No otra vez, por favor»

—Así es, solo amigos.

—Ella está enamorada de ti.

—Ya lo sé, pero igual ella sabe que la persona que yo amo es a ti.

—¿Ella lo sabe? —preguntó sorprendido.

—Sí, hace mucho tiempo que se dio de cuenta.

—Ya veo, entonces no me debo preocupar tanto.

—Supongo­.

—Ahora si me agrada.

—¿Qué? ¿Acaso estabas celoso?

 —Claro que sí, bueno ya que te me has declarado, debo reconfirmar que lo que me dijiste es verdad.

—Claro que es verdad o ¿Quieres que te lo aclare de otra manera? —lamí mi labio inferior mientras lo miraba seductoramente.

—Acláralo de la manera que quieras —dijo casi entre gemidos, me acerqué hacia él intentándome reprimir, maldita sea no podía aguantar por más tiempo, él cogió una parte de mi camisa obligándome a entrar a uno de los cubículos del baño, cerró la puerta con seguro y me empezó a besar, su lengua, esa exquisita lengua que recorre todo mi cuello, ahogué un gemido mientras estampaba a Kenzou en la puerta.

—No te equivoques de posiciones, Kenzou —dije lambiendo su oreja, este se sonrojaba entre más lo tocaba, aquella cara erótica me excitaba cada vez más, bajé mi mano hasta llegar a su miembro ya duro.

«¡Por Dios tan solo con unas caricias y ya se ha puesto así!, que cuerpo más lascivo tiene Kenzou» pensé mientras metía mi mano masajeando el miembro de Kenzou, este gemía y se aferraba fuertemente a mí.

—No hagas tanto ruido, alguien puede escucharnos —susurré.

—No haría tanto ruido si tú no me estuvieras haciendo esto —gimió Kenzou.

—Ósea ¿Qué… quieres que pare? —dije deteniéndome, nuestra respiración se había hecho entrecortada y ninguno de los dos aguantaba por más tiempo.

—No por favor no pares, yo… —dijo mordiendo su labio inferior, traje saliva al ver aquella acción, maldita sea estoy que me reviento, rocé su labio con mi dedo, bajé sus pantalones llevándome con ellos su bóxer, me senté en el biscocho del inodoro de aquel cubículo, pusé un condón en mi miembro ya duro, cogí sus caderas mientras introducía uno de mis dedos en la entrada apretada de Kenzou, suavemente dilate su entrada, después de unos minutos empecé a introducir lentamente mi miembro en el interior de Kenzou, este gimió más fuerte, lo besé intentando ahogar sus gemidos, empezamos a movernos al principio lento después agregándole más rapidez entre más lo penetraba, poco tiempo después ambos nos corrimos, Kenzou recostó su cabeza sobre mi hombro, acaricié sus cabellos lacios, su aroma ahora me pertenecía, saqué con cuidado mi miembro, me quite el condón mientras Kenzou se volvía a subir sus pantalones, cerré mi bragueta abriendo la puerta del cubículo, nadie se encontraba en aquel baño es como si el destino hubiera permitido aquellas acciones, salimos agotados del baño, Mizuki ya no se encontraba sentada en la silla.

—Me tengo que ir aún tengo clase.

—Ya veo.

—Hiroto, ¿hoy puedo quedarme en tu casa?

—¿Qué? ¿Quieres más?

—¿Quién no querría más?

—Que lujurioso.

Ambos soltamos una carcajada mientras nos mirábamos carnalmente, sabíamos que esas palabras escondían más de un sentimiento que estábamos dispuestos a probar.

—En todo caso, lo que pasa es que Natsuki me esta acosado y dice que quiere hablar conmigo, realmente no quiero hablar con ella o pues no por ahora.

—Claro quédate en mi casa, pero esta vez sí es la última cosa que hacemos entendido.

—Que serio, ¿acaso no te satisfago?

—Claro que sí, pero sabes que me refiero a que prefiero que lo pienses bien.

—Ya lo sé, no me afanes, aunque si para tenerte para mí solo tengo que apresurar mis aclaraciones pues le voy a apurar.

—No hagas las cosas al afán solo por deseo, tomate tú tiempo Kenzou.

—Vale, nos vemos después.

—Vale —dije alejándome de él, metí mis manos en los bolsillos yendo hacia mi casa. Ese día Kenzou durmió en mi apartamento sin hacer ninguna cosa pervertida. Al otro día volvió todo a la normalidad o a lo que ahora le llamábamos normalidad, las clases en la universidad pasaban lentas como siempre lo han sido, Taichí es una de las personas que hace que valga estar en ese tipo de curso tan monótono, salimos aproximadamente a la una.

—Hiroto, ¿vas para tu casa?

—Si ¿Por qué?, ¿quieres ir? —pregunté agarrándole el mentón.

—Claro que no —dijo él soltándose bruscamente de mi agarre y agachando su mirada, sonreí al ver a Taichí sonrojado, él también es muy lindo.

—Bueno pensé que tal vez solo tal vez querías venir a mi casa, estaremos solos los dos.

—No quiero ir a tu casa, pero quiero hacer el trabajo de orgánica en otra parte que no sea la biblioteca y pues pensé que tu tal vez querrías alguna asesoría.

—¡Oh, pero qué lindo Taichí, siempre pensando en mí!

—Claro que no, más bien ¿Si podemos ir o no?

—Sí, ¿vamos cogidos de la mano? o ¿Cómo quieres ir?

—Ten cuidado, las chicas del lado de allá se están dando cuenta de tu verdadera personalidad, que no es nada genial debo decir —dijo señalando a unas chicas, que nos miraban insistentemente mientras murmuraban.

—Que malo taichí. 

—¿Vamos a tu casa sí o no?

—Si, como quieras.

Salimos del salón aun con la mirada insistente de aquellas mujeres, las miré de reojo mientras se hacían las disimuladas.

Ring ring

—Espera un momento —dije a Taichí mientras me alejaba y contestaba mi celular.

—Alo.

—Si fueras mío ya te habría puesto un collar, a ver si así dejas de coquetear con todos —al escuchar aquella voz, volteé a mirar a todos lados buscando el personaje que me hablaba.

—Kenzou —balbuceé.

—¿Qué no te esperabas que yo te escuchara?

—¿Estás enojado? —pregunté un poco nervioso.

—No, la verdad confió en ti, tampoco es que estemos saliendo como para hacerte reclamo.

—Lo siento.

—Descuida, solo me gusta molestarte es lindo verte de vez en cuando ponerte nervioso.

—¿En dónde estás? ¿Acaso me espías o pones micrófonos en mi ropa?  

—No soy un acosador, estúpido, solo pasaba por tu salón porque me habían pedido traer unos papeles a la facultad de química, cuando escuché tu conversación con Taichí.

—Lo siento.

—Relájate, ¿qué vas a hacer ahora?

—Si ya escuchaste mi conversación supongo que sabes qué voy a hacer.

—Cierto —rio Kenzou, recordé aquella hermosa sonrisa, sonreí a la vez recordando todos nuestros momentos juntos, hubo un silencio incómodo.

—Kenzou —dije un poco nervioso pensando que tal vez la llamada se había cortado, pero aún escuchaba su respiración al otro lado de la línea.

—Perdón Hiroto, me tengo que ir hablamos luego.

—¿Estás bien Kenzou?

—Sí.

—Está bien confió en ti, si pasa algo me dices por favor.

—Claro, adiós.

Me acerqué a Taichí con el celular aun en las manos, él me miró, pero sin prestarme la más mínima atención siguió andando hasta la puerta, de allí nos dirigimos hasta mi apartamento.

—Lindo apartamento —Taichí lo empezó a recorrer mirando cada parte de este, mientras él revisaba todas mis cosas me dirigí a la cocina, saqué dos gaseosas de la nevera y las llevé a la sala, Taichí ya se encontraba sentado en aquel sillón en donde habían iniciado las cosas con Kenzou.

—Toma —dije ofreciéndole una gaseosa.

—Gracias.

—¿Qué tal está mi apartamento?

—Me gusta bastante, hay algo que me llama más la atención que las otras cosas.

—¿Qué cosa?

—Aquel cuadro que tienes en tu cuarto.

—¿El del quijote de la mancha?

—Sí.

—Bueno me lo regalo Kenzou para una navidad, es uno de los pocos libros que me han agradado así que lo mandó hacer a un chico de la universidad, según Kenzou aquel chico hace los mejores cuadros.

—¿En serio?, ¿tan talentoso es?

—Sí.

—¿Cuál es el nombre del chico?

—Si no estoy mal creo que se llama Hiroshi o bueno esa es su firma.

—Ya veo, realmente es talentoso, tu cuadro fue pintado con tanta delicadeza, ¿en que es hecho? ¿En óleo?

—No se Taichí, estudio química no arte.

—No es malo saber de todo un poco.

—Lo siento no tengo una capacidad mental tan superior como la tuya, apenas si puedo grabar lo de la carrera, ¿crees que podría con otras cosas?

—Bueno solo decía, dime ¿Cómo te va con tu novio?

—¿De qué hablas?

—¿Acaso tú y aquel chico Kenzou no son novios?

—No.

—¿¡En serio!? —gritó totalmente sorprendido.  

—Sí, ¿acaso lo parecemos?

—Claro que sí, no ves como ese chico me fusila con la mirada siempre que estoy contigo, pensé que eran algo.

—Pues no, él siempre es así con las personas descuida.

—No lo puedo creer.

—Sí, ahora que lo sabes ya me puedes poner cuidado —bromeé.

—No lo voy a hacer, yo no soy como tú lo siento.

—¿Luego como soy yo?

—Bueno tú ¿Luego no eres bisexual?

—Creo que sí.

—Ya veo, me da igual con tal de que no me vayas a hacer nada.

—Claro que no lo voy a hacer, no eres mi tipo.

—Gracias, me alegra escuchar eso.

—Aunque…

—No, concentrémonos en el trabajo más bien.

—Que aburrido.

Ambos sonreímos y después de un rato nos encontrábamos sumergidos en nuestro trabajo, a las seis de la tarde Taichí salió de mi casa, organicé el reguero de mi sala llevándolo todo a mi habitación, miré aquel cuadro y caí rendido en la cama.

Los días pasaron rápidos, las cosas con Kenzou se habían quedado hasta aquel día en el baño, volvimos a ser los mismos de antes, aún sostengo mis sentimientos como un niño esperanzado, ha pasado aproximadamente dos semanas o tal vez tres, conocí aquel chico llamado Hiroshi, es guapo y alto, maldita sea es realmente guapo casi siempre está andando con chicas atractivas, muchos dicen que es todo un mujeriego, a mí me da igual, lo que él hace es realmente asombroso, hace poco la universidad pusó un salón a disposición de él solo para que presentara algunas de sus obras. La vida no ha cambiado en absoluto, le dije a Kenzou que se tomara su tiempo para pensar, pero la espera me está matando no soporto el ver esos labios frente a mí sin que yo pueda hacer algo, me está enloqueciendo deseo tenerlo de nuevo en mis brazos.

Hoy fue un sábado caluroso, he quedado de verme con Taichí para ir a tomar un par de copas, miré de reojo el reloj de mi cuarto que marcaba las diez de la noche, seguramente ya me estaba esperando en aquel bar, salí un poco apresurado de mi casa, volteé a mirar hacia el apartamento de Kenzou él venía acercándose de la mano de una chica, la besó enfrente de su puerta casi como si se la fuera a comer allí mismo, apreté los puños lleno de frustración seguí derecho sin volver a voltear, note esa pesada mirada a mis espaldas.

—Hiroto —gritó a lo lejos, era muy estúpido si pensaba que yo voltearía a mirar, él sabe muy bien las cosas que yo siento por él pero ¿Por qué hace ese tipo de cosas sin antes aclararme lo que realmente siente?, un fuerte vacío se apodero de mi cuerpo, me detuve por un instante recostándome en una pared de un edificio, con el pasar del tiempo un intenso dolor de cabeza empezó a atacarme, avancé directo hacia el bar divisando lo lejos a Taichí quien se encontraba en la entrada del bar, lo saludé con la mano mientras este me sonreía.

—Raro que no llegues tarde —dijo con una sonrisa en su rostro.

—Lo siento, me cogió la tarde.

—Relájate, después de todo tenemos toda la noche para divertirnos.

—Claro.

Entramos al sitio, este estaba repleto de gente, algunas chicas nos volteaban a sonreír con miradas coquetas, nos sentamos en una mesa desocupada justo al pie de la pista de baile, una linda camarera se acercó a nosotros ofreciéndonos los productos.

—Dame una cerveza.

—Que sean dos.

—Está bien, por favor esperen un momento.

Al momento volvió con dos cervezas, le pico el ojo a Taichí quien solo le sonreía, jamás había visto de esa forma a Taichí tal vez solo lo veía como un chico intelectual, pero después de todo tiene su lado cool.

—Jamás creí que fueras un gigolo Taichí.

—No es que lo sea, es que en momentos me sé comportar genial, no eres el único que tiene diferentes personalidades bajo la manga.

—Que genial te has puesto.

—Lo sé, mira hacia aquel lado, por lo menos esas chicas he notado que nos han estado mirando desde el primer instante que llegamos.

Miré de reojo aquellas chicas, una era rubia de ojos cafés claros, la otra tenia cabellos castaños con ojos cafés oscuros, ambas eran blancas y delgadas, de buena figura, las volteé a mirar sonriéndoles coquetamente, ellas me devolvieron la sonrisa un poco tímidas.

—No soy el único gigolo aquí, al parecer.

—Sabes que siempre he tenido el don de enamorar a las chicas —dije alzando él pecho.

—No pues que haremos el que las trae a todas enamoradas.

—Algo así.

—Hola, nos preguntábamos si ¿Querrían bailar? —dijo aquella chica de ojos cafés oscuros, le sonreí poniéndola un poco nerviosa, cogí su mano mientras que Taichí cogía a la rubia y nos dirigimos a bailar, la noche era calurosa, aquellas chicas eran sexys, cerré mis ojos esperando recuperar todos mis sentidos, recordé a Kenzou junto a esa mujer, sentí rabia, frustración, creo que quizás me sentía celoso. Acaricié la mejilla de aquella mujer de cabellos castaños, intentando hacer lo mismo que seguramente estaría haciendo Kenzou, me acerqué progresivamente se podía sentir como nuestros alientos se juntaban en uno solo, agarré su cintura en un tierno abrazo mientras que ella arqueaba mis hombros con sus delicados brazos, la miré fijamente mientras la besaba, ella tiene sus ojos cerrados, su expresión es tan tranquila, me hace recordar aquellos labios rojizos de Kenzou, pero ¿Por qué simplemente no puedo separarme de su imagen a pesar de que la estoy besando?, no puedo, simplemente no puedo seguir haciéndolo, me separé de ella delicadamente, ella me miró con ojos llenos de desesperación, aparté mi vista de sus ojos, Taichí seguía bailando con la otra mujer, reían muy amenamente.

—¿Por qué te separas de mí así?

—Lo siento yo…

—¿Acaso fue tan desagradable? —agachó su mirada, un tono rojizo se posó en sus mejillas mientras movía uno de sus pies en círculos.

—No, estuvo muy bien, pero yo no puedo estar de esta manera contigo, como lo siento.

—¿Acaso quieres a alguien más?

—Sí, creo.

—Mientras que nosotros nos estábamos besando, dime ¿Pensaste en mí un solo instante? o ¿Estabas pensando en esa persona?

—Como lo siento, estaba pensando en esa persona.

—¿Esa persona especial es tu novia o tu ex novia?

—No es tan fácil —agaché mi mirada demostrando como me dolía recordar a esa persona.

—Perdón.

—Perdóname tú a mí, no debí de haberte hecho eso.

—No me has hecho nada, descuida, de todas formas, sería bueno seguir bailando ¿No crees?, olvídate por un solo momento de esa persona, mi amiga se ve realmente feliz junto con tu amigo, no sería justo arruinarles la noche —dijo mirándolos fijamente.

—Lo sé.

—No quiero dañarles el rato, por eso por lo menos baila conmigo y haz de cuenta que este incidente no ha sucedido.

—Está bien.

Agarré su cintura y la atraje hacia mi cuerpo, empecé a bailar de nuevo con ella. Mientras pasaba el tiempo con estas tres personas, poco a poco me fui olvidando de Kenzou

 

Aquella chica que me besaba y con sus manos recorría todo mi cuerpo, su aroma que estaba impregnado en la habitación, esta chica que se está entregando completamente a mí esta noche, ella aún no logra que mi cuerpo olvidé esas manos agarrándome fuertemente, las caricias de Hiroto están tatuadas en mi piel, sus besos que recorrieron cada parte de mi cuerpo, todo este tiempo he intentado desesperadamente olvidarme de todo lo que pasó, pero ni siquiera he podido despejar mi mente con cada una de esas imágenes de Hiroto excitado, ni siquiera el problema que tuve con Natsuki me afecto tanto como lo hace Hiroto, mi cuerpo recuerda todo muy bien, pero simplemente no puedo estar con él de una manera romántica, eso no es correcto, pero ¿Por qué aún no puedo olvidarlo?, sí sé que lo de nosotros dos jamás funcionaria, ¿por qué tengo que estar pensando en él las veinte cuatro horas del día? De un momento a otro ella me dejó de besar y me miró fijamente a los ojos.

—No aguanto por más tiempo —gimió.

—Lo sé —acerqué mi mano a su mejilla intentando acariciarla, pero ella tomó posesión de esta antes de que yo pudiera lograr mi acción, besó sutilmente mis nudillos, aun con su mirada clavada en mí.

—Tengo muchas ganas de estar contigo esta noche, pero no soy remplazo de nadie, siento decirte esto, pero no creo que pueda estar contigo mientras que tu mente piensa en esa persona.

—¿De qué hablas?

—Lo sé muy bien, puede que tu cuerpo este aquí, pero tu mente no lo está, no podría tener sexo con alguien que ni siquiera me voltea a mirar por un momento.

—Creo que te equivocas.

—No, no lo hago, por eso es mejor que me vaya —ella se volvió a vestir, cogió su bolso y salió de mi apartamento dejándome solo en aquella fría oscuridad, tragué saliva, me levanté y empecé a recoger el reguero que había, me volví a vestir, recogí mi abrigo y me lo pusé mientras salía de mi apartamento, prendí un cigarrillo mientras iba hacia el bar que suele frecuentar Hiroto, tal vez, solo tal vez él se encuentre allí esperándome con su hermosa sonrisa. Entré al bar buscando desesperadamente a Hiroto, en una parte de la pista él se encontraba besando y abrazando a una delgada chica de cabellos castaños, mi corazón dejó de latir al ver esto, sentí como mis lágrimas amenazaban con salirse de mis ojos, quería salir corriendo y apartar a la chica de su lado, pero mi parte racional actuó primero, salí del sitio aun con lágrimas en mi rostro, me dirigí de nuevo a mi apartamento mientras que el frio abrigaba mi débil cuerpo, al llegar me recosté en mi puerta, quería como sea esperar a Hiroto, la sangre me hervía llena de rabia. Después de dos horas o más Hiroto apareció solo, su rostro se veía tan sombrío como lo estaba el mío, él me volteó a mirar sorpresivamente, intenté sonreír, pero lo único que salió fue una mueca mal formada, él se acercó a mi apartamento a un sosteniendo su sombría apariencia.

—¿Qué haces aquí afuera?

—Te estaba esperando.

—¿Para qué?

—Quiero hablar contigo.

—Cuéntame.

—Primero entremos a mi apartamento.

Abrí la puerta dejando entrar a Hiroto, cerré la puerta y me dirigí de una vez a mi habitación, abrí la puerta de esta haciendo ademan a Hiroto de que siguiera, él se quedó mirándome desconfiado junto con una sonrisa coqueta en su rostro.

—¿Por qué no entras?

—No te hagas el inocente Kenzou.

—¿Qué?

—Sabes muy bien qué puede pasar si estamos los dos solos en una habitación.

—No te podrás contener.

—Lo dices de una manera tan ordinaria, quitando todo el ambiente que se estaba formando.

—Lo siento, princesa —bromeé, él rio mientras entraba a la habitación, se sentó en mi cama, cerré la puerta tras entrar y me posicioné junto a él.

—Dices que no te podrías contener si estamos solos en mi habitación, pero si retrocedemos un poquito el tiempo te puedes estar dando de cuenta que en ningún momento lo hemos hechos en una cama.

—Claro que sí.

—No, la primera vez que lo hicimos fue en el sofá de tu casa y la segunda vez fue en el baño de la universidad.

—Tienes razón, pero igual cambiando de tema ¿De qué me querías hablar? —dijo mirándome sensualmente, tragué saliva ante esa mirada, sentí como mi cuerpo reaccionaba a ella, después de todo mi miembro ya se estaba empezando a poner duro.

—Lo que te quiero decir es muy importante, pero creo que necesito hacer algo primero.

—¿Entonces no quieres hablar antes de que yo te haga lo que tanto deseas?, sigues siendo tan lascivo Kenzou.

—Bueno, mentiría si te digiera que no me gustaría que me hicieras esa clase de cosas indecentes, pero lo que te tengo que decir también es importante.

—¿Entonces?

—Hagámoslo primero y después hablamos —dije casi en un gemido, él agarró mi mentón y lo atrajo hacia él besándome delicadamente, sentía el perfume de esa mujer impregnado en su ropa, lleno de rabia lo abracé fuertemente mientras me despojaba de su camisa y él hacía lo mismo con la mía, metí mi lengua en su boca jugueteando con la de él, su mano empezó a recorrer mi miembro de arriba abajo, con su boca lamía y chupaba de mis pezones duros, bajó mi pantalón abriéndome las piernas, con su otra mano a un seguía masturbándome.

—No… aguanto, para —gemí.

—No te contengas, Kenzou —susurró en mi oído.

—Me voy a correr.

—Hazlo —me corrí dentro de la mano de Hiroto quien utilizaba mis fluidos para estimular mi entrada, poco a poco esta se dilataba más y más.

—Estoy listo, Hiroto —volví a gemir aún más fuerte, él sonrió maliciosamente mientras ponía un condón en su miembro, entró este de golpe, rápidamente sentí sus penetraciones quienes se hacían más fuertes y rápidas con el trascurrir del acto, maldita sea Hiroto me lo hace muy bien, apreté mis sabanas entre más duro me penetraba, me corrí al mismo tiempo que lo hacía él en mi interior, él sacó delicadamente de mi cuerpo su miembro, quito el condón y se recostó encima de mi pecho.

—¿Otra ronda? —preguntó sobando mis pezones.

—Hecho —contesté volviendo a empezar, lo hicimos otras dos veces hasta que caímos exhaustos, totalmente satisfechos nos dejamos atrapar por el cansancio, él abrazó mi cuerpo su calor me hacía sentir reconfortado, tiempo después nos dormimos.

—Kenzou, despierta.

—Más tarde.

—No, ya es tarde vamos despierta.

—Que fastidio Hiroto.

—Lo sé, ahora vamos vístete.

Me levanté de la cama mientras me iba vistiendo, Hiroto ya se encontraba en pie y vestido, me miró fijamente esperando a que hablara primero, lo miré fijamente intentando sostener su mirada, mis mejillas se sonrojaron mientras que los latidos de mi corazón se hacían más rápidos.

—Bien, ¿de qué me querías hablar ayer?

«Mierda, me dejé llevar y olvidé aclarar las cosas con Hiroto»

—Ah sí, bueno lo que pasa es que esta es la última vez en que nosotros vamos a estar de esta manera —levanté mi rostro hacia Hiroto, quien seguía mirándome con su rostro inexpresivo, parecía que lo que le acababa de decir no le hubiera sorprendido, es más era como si ni siquiera le hubiera dolido, ¿acaso todo este tiempo él estuvo jugando conmigo y nada más?

—¿De qué hablas?

—No creo que me pueda enamorar de ti, tú veras si quieres seguir con este amor no correspondido, pero para mí es imposible.

—¿Qué te pasa?, hace aproximadamente tres semanas me decías que yo era la persona a la que querías y prácticamente querías tener ese tipo de relación conmigo lo más rápido que fuera posible y ahora sales con esta bobada.

—Tenías razón, era mejor que yo pensara todo fríamente, ayer te vi con una chica en aquel bar.

—¿Y qué pasa? Tú también tenías esa clase de planes.

—Lo sé, pero comprendí que tú mereces alguien mejor, alguien normal.

—Kenzou, ¿qué dos hombres estén juntos para ti eso es anormal?

—Para el mundo sí.

—No te pregunté por el resto de personas, te pregunté por ti.

—No lo sé, solo sé que no creo que pueda tener esa clase de relación con un hombre y mucho menos con mi amigo de infancia.

—Ya veo, lo siento nunca quise hacerte sentir así, si eso es lo que deseas está bien.

—Pero no quiero que te alejes de mí.

—No lo entiendo.

—Quiero que sigas siendo mi amigo.

—Kenzou, yo no lo sé.

—Por favor Hiroto, sigue siendo mi amigo por favor.

—Está bien —dijo él conteniendo sus lágrimas.

—Discúlpame ser tan egoísta, pero te necesito.

—Sí, ya te dije seguiré siendo tu amigo.

—Por favor no traiciones mi confianza, confió más que nunca en ti.

—Sí, no lo voy a hacer.

Él salió de mi habitación supongo que con el corazón destrozado, aunque el mío también estaba igual que el de él, sé que es absurdo no estar con la persona que quieres, pero al verlos a ellos dos besándose supe que realmente no quería apartar a Hiroto de la vida normal, las lágrimas bajaban por mi rostro, mordí mi labio reprimiendo un grito, quería seguir con Hiroto, pero sería egoísta apartarlo de las personas normales, y ¿Qué sería si lo único que él siente es un capricho momentáneo?, ¿qué pasaría conmigo?, ¿con mis sentimientos?, ¿con mi amor?, ¿quedarían todos destrozados?, me dolería más de lo que me dolió lo de Natsuki, sería tan… doloroso, cerré mis ojos tirándome sobre mi cama mi pecho duele, arde, se siente el vacío que deja Hiroto.

La relación que llevó con Hiroto se está deformando por completo, una enorme brecha se ha creado en la mitad de nosotros dos, los días han pasado y esto no se arregla, el miedo que había en mi interior se está haciendo cada vez más tangible, cada vez siento que la soledad se apodera de mi vida y el amor que siento por Hiroto se hace más y más grande, creo que me enamore profundamente de él.

—Kenzou espérame —dijo Natsuki jalándome fuertemente de mi camisa, me había sacado de mis pensamientos en los cuales estaba totalmente absorto, la volteé a mirar sorprendido.

—¿Qué quieres? —pregunté bruscamente.

—Necesito hablar contigo, acompáñame por favor.

—Nosotros no tenemos nada de qué hablar.

—Solo te pido un minuto.

—Un minuto, vale.

—Sí, ven sígueme.

Suspiré mientras que la seguía, ella se sentó antes de llegar a la cancha de béisbol de la universidad, me senté al pie de ella mirando hacia el horizonte.

—Me gustas —dijo Natsuki mientras que las lágrimas caían de sus ojos.

—Eso ya lo sé, dime algo que sea nuevo para mí.

—Siento haberte engañado con ese bastardo, porque te amo quiero que volvamos.

—Eso no se va a poder.

Varios arbustos se empezaron a mover haciendo ruidos tenebrosos, ella agarró mi mano mientras yo observaba aquel arbusto, después de un rato todo volvió a la normalidad, ella me soltó y me miró fijamente.

—¿Por qué no se va a poder?

—Bueno, porque la verdad no quiero tener ningún problema.

—¿Por qué habrías de tenerlo?, dime ¿Acaso ya tienes alguien a quien amar?

En el momento en que ella pronuncio esas últimas palabras la imagen de Hiroto se posó en mi mente, haciendo que me sonrojara y mi corazón latiera fuertemente

—Si —susurré.

—Es Akiyama ¿Cierto?

—No.

—A nadie engañas Kenzou y menos a la persona con la que convivías, sé muy bien que tú no te pones así por alguien que acabes de conocer.

—No sabes lo que dices.

—Sí, si lo sé amas a Akiyama tanto como él te ama a ti.

—Él es hetero.

—No, no lo es.

—Tú no sabes nada.

—Se mucho Kenzou, ¿por qué no pones los sentimientos que sientes por él en mí?, siento haberte hecho eso, pero te prometo que de ahora en adelante te seré fiel por siempre.

—Lo siento, no quiero absolutamente nada de ti.

—Kenzou por favor ámame como lo hacías antes.

-—¿Antes?, ni siquiera sé si antes te amaba.

—No me trates así.

—Tú fuiste la que hiciste que yo te tratara así.

—Pues bien ¿Cómo más quieres que te diga que lo siento?, ¿qué me arrodille y te suplique? ¿Eso es lo que quieres? —preguntó con lágrimas en sus ojos, su voz se quebrantaba con cada palabra que pronunciaba, sentía tanto pesar por ella, agarré su mentón mientras la empezaba a besar, sus dulces labios me hacían acordar a Hiroto, la aparté delicadamente mientras cubría mi boca con mi mano, me levanté de la silla y me empecé alejar de ella.

—Kenzou espera —gritaba ella, su voz sonaba tan distante; sin embargo, no lo estaba, empecé a caminar en dirección a mi casa, Hiroto se encontraba en la puerta de su casa con esa misma cara sombría que tenía ese sábado, suspiré intentando no derramar más lágrimas, él se acercó a mí y sin decir ni una sola palabra me apretó fuertemente la muñeca, tanto que me hacía daño, me jalo hasta entrarme a su casa.

—Duele —dije soltándome de golpe, miré mi muñeca la cual tenía una marca de dedos que se empezaba a poner roja —¿Qué te pasa no ves que me hiciste daño, Hiroto?

—Vale ya deja el drama.

—¿Qué te pasa?

—¿Qué hacías con esa mujer?

—¿Con cuál mujer?

Antes no me había dado de cuenta que Hiroto tenía una hoja en sus cabellos y otras en su ropa, allí entendí a lo que se refería, pasé saliva en seco mirando hacia otro lado.

—Así que lo entiendes.

—Si te refieres a Natsuki, era porque ella quería hablar conmigo.

«¿Cuánto habrá visto Hiroto?»

—Sí, pues el beso que le diste no creo que sea hablar o ¿Sí?

—Hiroto, ¿qué tiene? Solo lo hice para clamarla.

—Pues no que haremos con el beato Kenzou, ¿desde cuando eres tan servicial?

—¿Qué tienes Hiroto?, me asustas.

—Si tienes tanto miedo hay esta la puerta vete.

—No, mira si te lograras calmar, podríamos hablar calmadamente.

—¡Que te largues! —gritó a los cuatro vientos.

—No me voy a ningún lado hasta que me digas que es lo que te pasa.

—¿Quieres saber que me pasa Kenzou?

—Sí.

—Muy bien —él me acorralo en la puerta de su apartamento, con una de sus manos agarró con fuerza mis dos muñecas inmovilizándome, con la otra agarró mi mentón con fuerza, me besó forzadamente, luche con todo mi cuerpo para zafarme de él, pero no podía me era imposible, no quiero maldita sea no quiero ser besado por Hiroto de esta manera, él me dejó de besar y me miró sorprendido mientras soltaba poco a poco mis muñecas, caí al piso sin fuerzas, lo volteé a mirar de nuevo, él estaba llorando, esa expresión nunca se la había visto antes era tan dolorosa.

—Hiroto —grité mientras este salía corriendo de mi vista, esperé sentado por más de tres horas; sin embargo, él nunca apareció. Salí de su apartamento cerrando la puerta tras salir, al entrar en el mío caí de rodillas sosteniendo mi abdomen con mis dos brazos, me dolía saber que le había causado tanto daño a Hiroto, su expresión horrorizada llena de lágrimas, era lo peor que me había mostrado, ni siquiera el hecho de ser besado forzosamente me dolía tanto como el hecho de que le cause tanto daño a Hiroto, si tan solo no hubiera besado a Natsuki todo estaría bien, no, nada estaría bien, de todas formas nuestra relación se está acabando.

Después de tres días del incidente Hiroto siempre me trata de evitar, no contesta a mis llamadas, ni a mis e-mails, siempre que voy a su casa él nunca abre la puerta fingiendo que no hay nadie, siempre que lo veo y lo llamó, a lo cual él no me presta atención, es más se va más rápido de lo usual, en serio quiero arreglar las cosas con él pero es tan difícil, me senté en una silla de la biblioteca intentado despejar mi mente, estaba cayendo una tremenda tormenta, así que también por eso me refugiaba en la biblioteca, volteé a mirar aquella tormenta que no daba auras de que terminara pronto

Beep beep

Cogí mi teléfono apagándolo mientras varia gente me volteaba a mirar malhumorados, tenía un mensaje perteneciente a Hiroto lo abrí esperando que por fin él estuviera listo para hablar.

“Lo siento, no puedo seguir siendo tu amigo, es doloroso el simple hecho de que no te pueda tener, no quiero seguirme haciendo daño y no quiero volverte atacar como lo hice hace tres días, es estúpido seguir con esta clase relación, lo siento”

El corazón se me rompía al ver eso, mis piernas temblaban mientras que escalofríos bajaban por mi medula, empecé a sudar asustado, no quiero que esto pasé, agarré mis cosas y salí corriendo en busca de Hiroto, las gotas de lluvia caían sobre todo mi cuerpo, mis cabellos se adherían a mis mejillas, pero no tenía tiempo de correr mis cabellos mojados de mi cara, corrí hasta llegar hasta el apartamento de él, golpeé fuertemente la puerta de su casa, mientras gritaba desesperadamente su nombre.

—Ábreme la maldita puerta Hiroto, si no me abres ya, la rompo yo mismo.

—Ya, que ruidoso —dijo él abriendo esta, al verme todo empapado me entró rápidamente a su apartamento, pusó una toalla en mi cabeza y otra alrededor de mis hombros.

—¿A qué has venido?

—¿Me envías ese mensaje y pretendes que no venga a tu casa?, ¿pretendes que haga de cuenta que nunca te conocí?, ¿quieres que me olvidé de la persona que más amo en este mundo?

—Kenzou, lo siento no puedo seguir siendo tu amigo.

—¿¡Por qué no!? —grité con lágrimas cayendo por mi rostro.

—Es cruel que me pidas ser tu amigo sabiendo lo que siento por ti, me haces daño Kenzou, maldita sea una vez prometiste que nunca me harías daño, pero eso es lo contrario de lo que estás haciendo, no sabes cuánto duele amarte de la manera que yo lo hago.

—Pues lo siento por no querer alejarme de ti, no te voy a dejar jamás no puedo hacerlo.

—Tienes que dejarme ir.

—No, no quiero, no ves cuanto te amo Hiroto.

—No, no lo veo.

—Hiroto —susurré.

—Además traicioné tu confianza, jamás debí de haberte hecho eso, sé que odiaste lo que hice ese día, ¿lo ves? No me puedo contener cuando se trata de ti simplemente exploto, es imposible para mi ser tu amigo sintiéndome así.

—Entonces no te contengas.

—Si no lo hago no sé qué sería capaz de hacerte Kenzou, todo es por tu bien y el mío —dijo dándome la espalda, sabía muy bien que eso lo hacía solo para que yo no viera caer sus lágrimas.

—No me importa hazme lo que quieras, porque yo también te amo de esa manera, mi cuerpo te desea, no, no solo mi cuerpo todo yo te desea, te quiero Hiroto.

—No pienses con la cabeza caliente Kenzou.

—No tengo la cabeza caliente, te amo quiero estar a tu lado, pero tengo miedo de vivir una vida que no es normal, no es como se supone que la debería estar viviendo, pero si estoy separado de ti es como un infierno para mí, por eso bésame Hiroto, bésame —dije agarrándome en forma de súplica, sus ojos llorosos lo hacían ver realmente atractivo, él besó sutilmente mi ojo derecho mientras se deshacía de mis dos manos.

—Lo siento —dijo saliendo de la casa, mis piernas me temblaban, caí al suelo de rodillas, volví a sentir como el ardor de mi pecho se intensificaba, estoy perdiendo al hombre que más amo y justo frente a mis ojos, lo veía partir y alejarse de mi lado, la cabeza me empezó a dar vueltas y mi cuerpo se sentía pesado, de un momento a otro perdí el conocimiento en el sillón de Hiroto.

 

 

Al salir de mi apartamento sentí como la lluvia me empapaba por completo, lloraba desesperadamente, me dirigí hacia el parque cerca de mi apartamento, sentía como mi corazón dolía, las palabras que había dicho Kenzou me confundían, no me dejaban pensar bien. Agaché mi cabeza dejando que mis lágrimas fluyeran libremente, es la única manera en cómo me puedo desahogar en estos momentos, las gotas de lluvia no dejaban de caer por todo mi cuerpo, pero es lo que menos me importa, porque toda mi vida se ha decaído de esta manera, sentía mi existencia muy lejos de mí, era como si yo fuera otra persona diferente.

—¿Estás bien? —preguntó un chico al pie mío, él estaba con un abrigo y una bufanda cubriendo parte de su rostro, sus cabellos blancos caían delicadamente por su pálido rostro, apreté mis ojos, los volví a abrir fijándome en él, sus cabellos no eran blancos eran de un mono claro, sus ojos cafés se veían realmente amables, parecía un lindo ángel, su paraguas rojo era tan grande que cubría parte de mi cuerpo, me sonrió de una manera cariñosa era reconfortante.

—Descuida —dije en un susurró casi inaudible.

—Lo siento por mi intromisión, pero no estas nada bien —dijo sentándose a mi lado, me pusó su bufanda la cual tenía un aroma cálido, no rechace su ayuda porque simplemente sentía que necesitaba de alguien como él, él apretó mi mano fría y húmeda, estaba tan cálido, él seguía con su sonrisa de oreja a oreja, intenté sonreír, pero no pude toda mi felicidad estaba escondida en un rincón de mi ser.

—Mi nombre es Daisuke Kaito.

—Akiyama Hiroto.

—Lindo nombre, para simpático chico.

—No sé que tengo de simpático.

—Descuida, si estuvieras bien serias simpático.

—¿Ósea que ahora no lo soy?

—Claro que lo eres, pero eres un simpático con una belleza extraña.

—Gracias no —dije sarcásticamente, él rio estruendosamente.

—Me gusta que por fin te hayas dignado a mirarme a la cara.

No me había dado cuenta que había levantado mi rostro, él empezó a secar mis amargas lágrimas siempre con una sonrisa en su rostro, la lluvia se empezó a detener hasta volverse en una leve llovizna, él cerró su paraguas dejándolo a su lado.

—Gracias.

—No hay de que, más bien cuéntame ¿Qué te ha pasado?

—Es un mundo que tú no entenderías.

—¿Por qué no?

—La gente normal no lo hace.

—¿Quién te ha dicho que yo soy normal y tu anormal?

—Él lo ha hecho.

—Mira nadie es normal o anormal, cada uno es normal a su perspectiva.

—Quizás.

—Y puedo saber ¿Quién es él?

—Kenzou mi amigo de infancia y la persona de la cual estoy enamorado.

—¿Un chico?

—Sí, sé que es raro, pero es lo que soy, por lo que estas en todo tu derecho de tenerme asco, quizás yo mismo me tendría asco.

—¿Él te tiene asco?

—No, según él me ama, pero no quiere apartarme de una vida normal.

—Así que te ama, quizás solo tiene miedo de que lo que siente se haga más fuerte y de un momento a otro tú lo abandones, que tus sentimientos solo sean un capricho de la juventud.

—Hablas como si fueras un anciano, ¿cuántos años tienes?  

—Vente, ¿por qué?

—¿En serio?, yo también tengo vente.

—Quizás es el destino.

—No lo creo, pero bueno ¿Cómo es que sabes tanto del amor?

—Solo te di un consejo.

—No importa, sabes y eso es lo que importa.

—Bueno, por decirlo así hace mucho me encontraba en una situación parecida.

—¿Cómo parecida?

—Yo también me enamore de mí mejor amigo.

—¿Y él es hetero?

—No, en realidad él si es de la otra manera, pero se enamoró de un chico que conoció en preparatoria y ellos se separaron, así que prácticamente estaba destrozado.

—¿Estaba?, ¿ósea que ya no lo está?

—Igual que contigo fui su consejero lo cuidé y me declaré, pero eventualmente él me rechazo, está enamorado profundamente de aquel chico de su preparatoria.  

—¿Cómo se llama tu amigo?

—Izanami Ryu.

—¿Y el nombre del otro chico?

—Creo que si no me equivoco era Hiroshi, pero no recuerdo el resto y eso que Ryu me lo repetía a cada rato, él se escucha tan feliz cada vez que habla de él.

«Hiroshi…, ese nombre me es tan familiar»

—¿En dónde se encuentra tu amigo actualmente?

—Fuera de Japón, creo que en Estados Unidos.

—¿No te duele que te haya rechazado?

—Al principio sí, pero después entendí que con la única persona que él sería feliz es con aquel chico.

—Ósea ¿Qué tengo que dejar ir a Kenzou?

—No, claro que no, él si te quiere, en cambio Ryu no me quería a mí, por eso debes luchar por él.

—Gracias, pero creo que es mejor pensar bien las cosas, necesito distraerme un poco.

—Es mejor que vayas a tu casa te cambies de ropa y descanses un poco, después hablaras con él.

—Gracias de nuevo, deberíamos seguir hablando ¿Por qué no me das tu Line y tu número de teléfono?

—Está bien.

Después de que él anotara sus datos, me fui de nuevo hacia mi apartamento. El haber conocido a alguien tan especial como Daisuke me hace sentir algo feliz; no obstante, es hora de volver a la realidad. Abrí la puerta de mi apartamento, las gotas de lluvia aún caían de mi ropa mojada, cogí las mismas toallas con las que había secado a Kenzou, su aroma estaba impregnado en ellas, alcé mi vista hacia el sillón de mi casa en donde estaba Kenzou totalmente dormido, lo sacudí un par de veces, pero no despertó, saqué las llaves de su bolso y lo levanté llevándolo hacia su casa, lo recosté encima de su cama, le quite su abrigo totalmente empapado, me acerqué a él mirándolo fijamente, me arrodille en la parte lateral de la cama contemplando ese sereno rostro, acaricié sus mejillas y lo besé en los labios, cuanto amo a este hombre.

—No me dejes Hiroto, te amo —susurró, sus ojos aún estaban cerrados, es claro que aún duerme, sonreí ante aquellas palabras, sabía muy bien que Kenzou tenía esa costumbre, cuando él tenía problemas o se sentía ofuscado por algo, él siempre hablaba de esas cosas en sus sueños, era esa la manera en como yo me daba cuenta cuando las cosas iban mal con él. Lo volví a besar mientras lo abrazaba sutilmente.

«Quiero estar con él y quizás él también quiera estar conmigo, pero aquellos demonios que nos atormentan aún siguen presentes en nuestras vidas, lo amo, pero está el miedo a salir lastimado y lastimarlo, lo mismo siente él según Daisuke» Me levanté y salí del apartamento de Kenzou, el frio y la oscuridad inundaban mi apartamento, al cerrar la puerta me percate que había perdido mis llaves, otro problema más, quizás las dejé por ahí tiradas, no quiero pensar en más cosas, subí a mi habitación, me quite la ropa mojada dejándola en una esquina de esta, me pusé mi pijama a pesar de que no era muy tarde quería estar lo más cómodo posible, cerré los ojos entregándome por completo a la oscura habitación.

Empecé a sentir el peso de alguien más encima de mí, quizás solo es un sueño, pero es un sueño tan realista, sentía sus tibias manos recorrer mi rostro, sus dulces labios posarse sobre los míos robándose mis besos, entre abrí los ojos intentando ver de quien se trataba, pero la oscuridad perduraba en el sitio.

—Hiroto —susurró.

—Kenzou —dije levantándome de golpe, él me miró fijamente, esos ojos alumbraban en la oscuridad del sitio, mi corazón latía rápido no solo por el hecho de que Kenzou estaba conmigo, sino que también por el susto que me había pegado, encendí la lámpara que estaba en mi mesita de noche mientras me detallaba en esos ojos, por debajo de ellos unas líneas negras se posaban en su pálida piel, me acerqué a él acariciando estas, le besé la frente intentando recuperar la cordura.

—Quizás es solo un sueño —susurré para mis adentros.

—No lo es Hiroto.

—¿De qué hablas?, ¿en serio estas acá? —empecé a tocar a Kenzou comprobando que nada había sido un sueño, él retrocedió y gimió ante mis acciones, reí estruendosamente al ver su erótico rostro.

—¿De qué te ríes? —dijo en un puchero, lo abracé impulsivamente ni siquiera había pensado en hacer eso, pero lo había hecho, él se aferró fuertemente a mí.

—Dime que me amas.

—Te amo.

—Yo también, mis sentimientos no son un capricho ni son pasajeros en serio te amo.

—Yo también, pero…

—No tengas miedo Kenzou, ¿por qué has venido entonces?

—No quiero alejarme de ti, pero tampoco quiero seguir siendo tu amigo.

—¿Entonces?

—Necesito ir de a poquitos, no puedo dejar que me monopolices de una vez.

—¿Cómo es ir más despacio?

—Empecemos siendo amigos con derechos, así me voy acostumbrando a estar solo contigo, sabes que soy un mujeriego innato, por eso necesito irme acostumbrando.

—Acepto.

Él me miró fijamente y después me besó sensualmente, apreté su cuerpo contra el mío, estábamos tan juntos que podía sentir su erección sobre mi abdomen, lo aparté delicadamente mientras este ponía aquella cara erótica que me excitaba tanto.

—¿Por qué paras?

—Hoy no quiero tener sexo contigo, solo quiero que durmamos juntos.

—Ya veo.

—Pero no te pongas triste, vamos a tener mucho rato para hacerlo, apaga tu modo lujurioso.

—Lo siento.

Abracé a Kenzou acostándolo junto a mí, el calor de ambos cuerpos se fundía en la oscuridad de esa noche, nuestras palpitaciones hacían un solo demostrando cuanto nos amábamos.

3 días después

—No debiste de haber salido mientras llovía, Hiroto.

Mi cabeza ardía, mi garganta también lo hacía, la fiebre no daba señales de mejorarse, supongo que era obvio que me daría algo por haber salido.

—De que te quejas si tú también te viniste hasta mi casa desde quien sabe dónde y estaba lloviendo.

—Bueno ¿Qué querías? ¿Qué dejara las cosas así? —preguntó mientras ponía paños húmedos en mi frente.

—Me alegra que hayas venido, gracias a ti conocí a una muy buena persona.

—¿A qué te refieres? 

—A un chico que me estuvo cuidando mientras lloraba por ti.

—Recuerda que me prometiste que tus sentimientos no son un juego.

—No lo son, en serio, lo que pasa es que Daisuke es una persona muy amable, me gustó como amigo.

—¿Daisuke?, ¿acaso ese chico te gusta más que yo?

—Claro que no, como puedes decir eso —me acerqué a él y lo besé, esos dulces labios por fin volvían a ser míos, no por completo, pero por lo menos podía reclamarlos, él se apartó de mí sutilmente agachando su mirada.

—Me vas a contagiar tu resfriado.

—Lo siento.

—Descuida, pero hablo en serio es mejor que te cuides.

—Tengo clases.

—Habla con Taichí para que hablé con tu profesor.

—¿No podrías hablar tú con él?

—Lo dudo.

—¿Por qué?, serian buenos amigos.

—Me dan celos —susurró él poniendo aquella cara que más me excitaba.

—No hagas esa cara.

—¿Cuál?, ¿esta? —preguntó insinuándose más.

—Si —agaché mi mirada, no soportaba mirarlo de esa manera sin poder poner un solo dedo en él.

—¿Por qué?

—Porque no soporto verte de esa manera, me gusta, me excita.

—¿En serio? ¿Eres como una máquina que solo piensa en sexo o qué?

—¿Quién era el que quería acostarse conmigo hace unos días?

—Estábamos en el ambiente adecuado mientras que ahora no lo estamos, hasta estás enfermo.

—No me importaría estar contigo ahora —dije con una mirada seductora.

—Claro que no —dijo él casi en un gemido, volteé a mirar a Kenzou quien se intentaba tapar su evidente erección.

—Pero si tu cuerpo reacciona de esa manera, ¿por qué simplemente no lo complaces?

Él se sonrojó por completo mostrándome una faceta de vergüenza que jamás había visto.

—Cállate, no sabes cómo controlarte.

—Solo lo dijo, pues porque tu cuerpo reacciona de otra manera.

—No dejas ese tipo de cosas, creo que mejor me voy.

—No, quédate —dije cogiendo su mano, lo jale hacia mí reteniéndolo en mis brazos, este tipo cuanto lo amo, besé sus cabellos mientras él trataba de zafarse de mí.

—En cualquier momento pienso que hasta vas a terminar violándome.

—No sabes cuánto deseo hacerlo.

—Podrías controlar tu instinto sexual por lo menos hasta que te mejores, no quiero que me contagies.

—Que malo, pero solo me contendré hasta que esté enfermo después de que me mejore prepárate Kenzou

—Está bien, después de todo estamos para complacernos.

—Gracias.

—¿Por qué?

—Por estar a mi lado, después de tantas cosas que hemos vivido te lo agradezco.

—Gracias por entenderme, en serio quiero llegar a tener algo serio contigo no sabes cuánto te quiero Hiroto.

—Esa es mi línea.

—Lo sé, dame un poco más de tiempo.

—Tranquilo, lo importante es que te pueda retener para mí no me importa si me toca compartirte por un corto tiempo o eso espero.

—Descuida no creo que me demore tanto en acostumbrarme a monopolizarte.

—Por favor no me monopolices tanto, no quiero andar por todos lados con un collar y un letrero que diga propiedad de Hibiki Kenzou.

—Pues no lo había pensado, pero quizás te lo pueda conseguir.

—Vamos no seas tan estricto amor.

—Lo voy a hacer si tú no te aprendes a controlar como debes.

—En este tiempo yo puedo hacer lo que quiera, después de todo tú también aprovecharas este tiempo para estar con quien quieras o ¿Me equivoco?

—Pues no, pero si lo pones así puede que me apure.

—Tomate tú tiempo.

—Está bien, entonces mejor me voy.

—Vale.

Kenzou besó mis labios sutilmente y después salió del lugar, me quedé sonriendo como un idiota, las cosas estaban bien, pero por alguna extraña razón necesitaba algo más, necesitaba tenerlo para mí solo, abrí mi celular y miré la hora eran las ocho y media, tenía un mensaje de Daisuke, nosotros nos hemos ido conociendo poco a poco en estos días.

—Te esperó este sábado, en el bar que me dijiste la otra vez a las nueve, ¿vale?, no llegues tarde.

—Claro que estaré allí Daisuke —susurré recordando el rostro sonriente de ese chico, su forma de ver la vida era muy diferente a la mía quizás por eso nos llegábamos a entender muy bien.

El sábado por la noche salí de mi casa con un frio tenaz, me dirigí a ese bar que solía frecuentar, Daisuke ya me esperaba en la entrada, sus cabellos monos son tan llamativos, sonreí al ver aquella sonrisa reconfortante él corrió hasta donde yo estaba con una mano levantada en forma de saludo.

—¿Cómo estás? —preguntó entusiasta.

—Mucho mejor que la última vez que nos vimos.

—Eso me alegra, ¿qué te parece si te invito a tomar una copa?, pero en un sitio que no sea este.

—Vale, guíame.

Él me llevó a un bar gay que jamás había visto, bueno en realidad jamás había estado en un bar gay, entre observando todo el lugar, las mesas estaban repletas con hombres, uno que otro se besaba sin ningún prejuicio, me senté con Daisuke en una de las mesas más alejadas, él me miró sonriendo mientras yo le devolvía la sonrisa, un chico delgado se acercó a nosotros mostrándonos la carta ambos pedimos una botella de sake.

—Aquí tienen —dijo el mismo chico entregándonos la botella, serví el primer trajo el cual me lo tomé de un sorbo.

—¿Piensas emborracharte hoy?

—No.

—No sé qué te pueda hacer si lo haces.

—Bueno pues todavía no tengo ningún compromiso, así que puedes hacer lo que quieras conmigo.

—Eres un maldito.

—Solo te estoy molestando.

—Cambiando de tema, ¿cómo vas con tu chico?

—¿Con Kenzou?, pues hemos decidido quedar como amigos con derecho mientras él se acostumbra a todo esto.

—Ya veo, espero que te monopolice rápido.

—¿Por qué lo dices?

—Bueno acá más de uno te está echando el ojo.

Volteé a mirar de nuevo nuestros alrededores, uno que otro chico nos miraba de reojo, había otros que no se avergonzaban y nos miraban fijamente, sonreí al ver lo popular que podía llegar a ser entre los homosexuales, miré a Daisuke quien solo me miraba sin su sonrisa en su rostro.

—No me importa quien miré, tengo una mejor distracción frente a mis ojos.

—No sabes cuándo parar, ¿cierto? —dijo golpeándome la pantorrilla.

—Solo bromeo.

—No me digas esas cosas, eso puede ser muy problemático.

—Bueno, como quieras.

—Más bien ¿Qué está haciendo tu querido Kenzou?

—No lo sé, supongo que debe de estar con alguna mujer.

—¿Haciendo…?

—Esto —dije besando a Daisuke, él se sonrojó y se apartó de mí, me miró sorprendido mientras yo sonreía, después de unos segundos me sonrió.

—Tu novio te va a matar si te encuentra en estas.

—Técnicamente aún no somos novios y si él disfruta con otras, ¿por qué yo no puedo hacer lo mismo? —acaricié el labio inferior de Daisuke, este pasó saliva, él es tan lindo.

—No soy su remplazo, lo sabes.

—Lo sé, lo siento si te hice sentir así solo que desde hacía mucho tenía ganas de robarte ese beso.

—Eres un maldito.

—Lo sé.

—¿Quieres volverme a besar?

—Claro, pero sé que eso te lastimara así que mejor no.

—Tienes toda la razón.

—Cuéntame ¿Te sigues hablando con tu amigo Izanami? ¿Era cómo se llamaba?

—Sí, pero no mucho, hemos ido cortando la comunicación.

—Espero que no lo hagan por completo.

—Claro que no, no vamos a llegar a esos extremos.

—Me alegra —acaricié su mejilla, él se volvió a sonrojar poniéndose un poco nervioso.

—¿Por qué no nos encontramos con tu querido Kenzou la próxima vez?

—Si lo convenzo lo traigo y ¿Cuándo será esa próxima vez?

—Bueno si te parece de este sábado en quince, a las nueve en este mismo lugar.

—Creo que primero me pondrá una correa, sé cómo es él y es lo más probable.

—Es muy controlador —rio.

—Sí, es demasiado celoso, pero eso lo hace ver lindo.

—Espero que nos llevemos bien.

—Quizás, eso también espero yo.

El resto del tiempo la pasamos riendo, Daisuke es una persona muy amable, siempre lo voy a pensar así.

El lunes salí de clases un poco desanimado, pero a la vez nervioso, tenía que decirle a Kenzou sobre ir juntos a ver a Daisuke.

—Kenzou —grité antes de que este entrara a su apartamento, él me sonrió, al llegar a la puerta me hizo ademan de pasar, seguí sentándome en el sillón.

—¿Cómo estas Hiroto?

—Bien supongo.

—El sábado saliste ¿A dónde?

—¿Qué eres mi acosador?

—No solo me asome por la ventana y tú salías muy tarde, me pareció extraño.

—¿Pensé que traerías alguien a pasar el rato contigo?

—No, no lo hice y bueno ¿A dónde fuiste?

—Me encontré con Kaito.

—Ah ¿El que te gusta cómo amigo?, ¿desde cuándo se volvieron tan cercanos como para que lo llames por el nombre de pila? —preguntó con cierto tono de rabia.

—Si ese, pero quiere que te presente.

—¿Qué le has dicho de mí?

—Que eres mi amigo por el que estuve llorando la vez que él me encontró.

—Ya veo, bueno pues no me interesa encontrarme con él.

—Vamos Kenzou, no te haría nada malo conocer a Daisuke.

—No quiero, si él empieza a coquetear contigo no sé si me pueda contener.

—¿Lo golpearías?

—Tal vez.

—Kenzou, a él no le gustó yo, más bien vamos ¿Qué dices?

—¿Seguro que no le gustas tú?

—Seguro, él está enamorado de un amigo muy querido para él.

—¿Acaso todos se enamoran de sus amigos de infancia?

—Vamos, no todos.

—¿Y su amigo si le correspondió?

—Esa persona está enamorada de otra.

—¿Es hetero?

—No, la verdad es que es homo, pero aún no puede olvidarse de la persona que tanto ama, Daisuke dice que jamás lo había visto tan enamorado.

—Como lo siento por su amigo, ¿cómo se llama?

—Creo que Izanami.

—¿Y el chico del que está enamorado?

—Hiroshi.

—Tienes muy buena memoria.

—Lo que pasa es que Izanami no se me lo grabé rápido e Hiroshi me pareció tan conocido que no lo pude olvidar.

—Bueno, conozco a un Hiroshi, pero él realmente se ve que es hetero.

—¿En serio?, ¿quién es?

—Él que hizo el cuadro que te regale.

—¿En serio?, pero ¿Acaso él no es un mujeriego?

—Eso dicen, pero no sé ni siquiera si sea él.

—¿Por qué no le preguntas?

—Porque no me interesa.

—Está bien, no te vuelvo a decir nada.

—Lo siento, es solo que no me gusta meterme en la vida de los otros, cada uno hace lo que quiera con su vida ¿Quién soy yo para meterme en ella?

—Bueno tienes razón, ¿entonces vamos el otro sábado?

—Está bien, pero solo si prometes que no me harás sentir celoso.

—Pero si cuando te pones celoso eres lindo.

—No lo creo —dijo con una expresión realmente sombría, sonreí nerviosamente.

—Entonces te pasó a recoger de este sábado en ocho, a las ocho y media ¿Te parece?

—Está bien.

—Entonces nos vemos —lo besé agarrando fuertemente sus caderas mientras él rodeaba mis hombros con sus brazos, salí del lugar tiempo después, me sentía feliz por lo menos lo había convencido más o menos fácil.

El sábado recogí a Kenzou, quien se había puesto una chaqueta algo formal una camisa pegada al cuerpo y un pantalón negro, maldita sea se ve muy sexy, pasé saliva mientras volteaba la mirada, sé que si sigo viéndolo posiblemente no me controlé y seguro se lo hago en este mismo instante.

—Vamos —dije aun mirando a otro lado.

—Claro —él cogió mi mano haciendo que mi corazón latiera fuerte, al llegar al bar homo de la anterior vez Kaito ya se encontraba en la puerta, miré de reojo a Kenzou quien tenía una sonrisa maliciosa en su rostro, Kaito nos miró sorpresivo, pero después dejó escapar una pequeña risita.

—Un gusto conocerte, Hiroto habla mucho de ti.

—¿En serio?

—Sí, Kenzou-san si no me equivoco.

Correcto, Hibiki Kenzou ¿Y usted es?

—Daisuke Kaito.

—Bueno ¿Por qué no entramos? —interrumpí, Kenzou agarró más mi mano y me llevó hasta una mesa del sitio, los hombres que estaban allí miraban con cierta lujuria a Kenzou, eso me cabreaba.

—¿Qué les traigo? —preguntó el mismo chico de la vez anterior.

—Una botella de sake, por favor —dijo Kaito, un tipo en una de las sillas del bar aún nos miraba fijamente, abracé a Kenzou besándole el cabello.

—Por favor no se pongan melosos conmigo al pie.

—Lo siento —contestamos al mismo tiempo.

—A mí no me incomoda estas relaciones, pero no quiero estar en un mal tercio.

Todos reímos, al parecer Kenzou se estaba empezando a relajar, cogí la mano de él que se encontraba en la mesa

—Aquí tienen —dijo el chico poniendo la botella en la mesa, Kaito sirvió haciéndonos un pequeño brindis.

—Hacen bonita pareja.

—Gracias —contestó Kenzou con su sonrisa maliciosa.

—Y cuéntame Hibiki-san ¿Qué haces?

—Dejémonos de formalidades dime Kenzou por favor, estudio.

—Muy bien si dejamos las formalidades por favor llámenme Kaito, bueno y ¿Qué estudias?

—Literatura, en la misma universidad de Hiroto.

—Ya veo, muy interesante.

—¿Qué haces tú Kaito?

—Estudio artes en la universidad M.

—¿En serio?, muy interesante ¿Has pintado algo?

—Sí, tengo varios cuadros.

—Jamás me habías dicho eso Kaito —interrumpí.

—Bueno jamás me habías preguntado, tu novio se interesa más por mí que tú, que malo Hiroto.

—Bueno es que me toca saber qué clase de amigos tiene Hiroto.

—Sí, lo comprendo muy bien.

Volteé a mirar a otro lado intentando zafarme de aquel ambiente, ellos hablaban muy amenamente, pero a la vez se golpeaban con cada palabra que pronunciaban, en la misma silla de aquel bar, aún se encontraba ese tipo mirándonos insistentemente.

—Ya vengo, no me demoro —dije dejándolos a ellos en la mesa, ninguno de los dos presento objeción, así que me pude zafar fácilmente, me acerqué al tipo, este se quedó mirándome con media sonrisa dibujada en su rostro.

—¿Qué quiere? —pregunté fríamente.

—¿Qué le hace creer que quiero algo?

—Desde hace un tiempo nos está mirando, ¿qué es lo que quiere?

—Bueno pues ese chico de cabellos negros.

«Sabía que nos miraba por Kenzou»

—¿Qué tiene él? —pregunté bruscamente.

—Tranquilícese es solo que la novia de él fue un buen polvo.

—Así que usted es el amante de Natsuki.

—Pues sí, por eso lo recuerdo muy bien, no sabía que se había vuelto homo.

—Es mi novio, ¿tiene algún problema?

—Pues ninguno de ustedes dos está nada mal es más ni siquiera su amigo está nada mal.

—¿Qué quiere?

—Bueno le ofreceré una apuesta, veremos que tanto confía en su noviecito.

—Hablé.

—Hagamos que su querido amante le demuestre cuanto lo quiere.

—¿Cómo?

—Vamos hacer una apuesta.

—¿En qué consiste?

—El miércoles a las dos de la tarde voy a estar en su universidad, espero que tu novio este contigo en la cafetería, yo llevare a Natsuki ella va a robarle un beso a él, si él cede en un solo momento abrazándola o correspondiéndole con el beso, tú tendrás que ser mío por una noche.

—¿Cómo así suyo?

—Yo haré lo que quiera contigo en una sola noche —pasé saliva ante esta contestación, no, es más la forma como lo dice con ese tono de lascividad en su voz.

—Y si él no cede, Natsuki y yo los dejaremos en paz, ¿trato? —extendió su mano con una sonrisa maliciosa en su rostro.

—No, no hay trato —dijo Kaito a mis espaldas, miré de reojo nuestra mesa, Kenzou aún seguía allí sentado, no me había dado de cuenta en qué momento Kaito había estado allí ni siquiera cuanto había escuchado, quería poner a prueba el amor de Kenzou, pero a la vez tenía miedo del resultado, si él no cedía la vaina estaba bien, pero si lo hacía me dolería ese hecho y además de eso tendría que servirle a ese hombre por toda una noche.

—Hecho —dije tomando su mano, Kaito me miró furioso, el otro solo sonrió.

—Nos veremos el miércoles a las dos entonces, que el chico de cabellos monos te acompañe como testigo, nos vemos —dijo este saliendo del sitio, yo tenía la cara agachada, pero sabía que Kaito me miraba furioso.

—¿Por qué lo has hecho?

—Quiero saber cuánto me quiere Kenzou.

—Hay otras maneras, pero con una apuesta, eso es sucio.

—Lo sé, pero…

—Pero nada, volvamos Kenzou debe de estar incomodo solo.

—Sí.

Volvimos a la mesa con sonrisas en nuestros rostros, me había dejado llevar por aquel tipo y había hecho una apuesta muy imprudente, después de todo Kenzou puede hacer lo que quiera en este tiempo que no somos novios, ¿qué lo obliga a serme fiel?

—Te demoraste mucho en el baño.

—Ah lo siento me quedé reflexionando.

—¿Qué tanto pensabas?

—En un trabajo que aún no entregó.

—Mentiroso.

—Bueno ¿Quién quiere más sake? —interrumpió Kaito, Kenzou acercó las dos copas, en el resto de la noche no se volvió hablar sobre el tema, Kenzou parecía disfrutar más la velada entre yo más me arrepentía de lo que acababa de hacer, a la una de la mañana todos salimos del sitio, me fui con Kenzou agarrados de la mano, se sentía reconfortante aquella tibia mano.

—Bueno te dejó en casa.

—No soy una chica.

—No estoy diciendo que lo eres —reí, besé sus dulces labios, después me alejé de él yendo hacia mi casa, al entrar me recosté en la puerta no podía creer lo que acababa de hacer.

Beep beep

—Alo.

—Hiroto, ¿qué diablos acabas de hacer?

—Lo siento, me dejé llevar y creo que cometí un error.

—Si Kenzou se llega a enterar de lo que acabas de hacer te asesina y con muy válidas razones. 

—Lo sé, no quiero que él se entere así que por favor no le digas nada.

—Apostaste mucho, no sabes qué tipo de cosas puedan pasar si pierdes.

—Sé que posiblemente pierda, nada obliga a Kenzou a serme fiel.

—Eso es, ¿por qué no pensaste en eso antes de aceptar? ¿Eres idiota? o ¿Qué?

—Lo siento, por favor necesito que vayas ese día, prométemelo.

—Allá voy a estar.

—Si ese tipo llega a ganar no sé qué me pueda hacer.

—Lo sé.

—No quiero que le digas de qué trata la apuesta, no quiero que él se entere a menos que yo le diga o pasé otra cosa.

—Ya sé que no le tengo que decir nada.

—Gracias Kaito.

—De nada Hiroto.

—No sé qué hacer, si te soy sincero me arrepiento de haber aceptado.

—Yo me arrepiento de no haberte detenido.

—No tienes la culpa de nada, el único imbécil fui yo.

—Bueno sí que eres un imbécil —rio Kaito, su risa me reconfortaba, la necesitaba urgentemente, necesitaba a alguien con urgencia.

Toc toc

—Te dejó, alguien golpea mi puerta, adiós.

—Vale, adiós.

Colgué mi celular mientras abría la puerta, Kenzou estaba frente a la puerta, lo abracé impulsivamente mientras este me miraba sorprendido.

—¿Qué haces aquí?

—Quería dormir contigo.

—Entra —sonreí mientras cogía la mano de Kenzou y lo llevaba a mi cuarto, ambos nos acostamos en la cama abrazados, lo besé dulcemente mientras él me correspondía.

—Te amo Kenzou.

—Creo que también te amo Hiroto.

—No te demores tanto.

—Hago mi mejor esfuerzo, pasar de mujer a hombre no es nada fácil entiéndeme.

—Lo sé, por eso tomate tu tiempo, pero no te demores.

—Ay Hiroto eres tan insistente.

—¿En serio?, no quiero serlo, pero tú eres la persona que más quiero, por eso me desespero tanto cuando se trata de ti.

—Creo que me puede caer bien Kaito, no es tan mal chico, pero hay algo en él que no me agrada.

—¿Qué cosa?

—Quizás el hecho de que hayas dicho que te gustaba.

«Ya no es Taichí, sino que ahora es Kaito»

—Me gusta como amigo.

—¿Nada más?

—Claro que no, nada más.

—Me tranquiliza saberlo.

—El miércoles necesito que me acompañes a las dos a la cafetería.

—¿Por qué?

 —Bueno, pues Kaito estará allá y quiere contarnos algo.

—Está bien.

—No se te olvidé llegar puntual bueno.

—Está bien, Hiroto.

—Dime.

—Tengo sueño.

—Está bien ya me calló.

Abracé más a Kenzou, sabía que lo del miércoles le iba a doler quizás más que a mí, pero no puedo devolver el tiempo, lastimosamente.

El miércoles había llegado, el sudor caía por mi rostro, el primero en llegar fue Kaito a quien se le notaba la tristeza en su rostro, me miró con una sonrisa falsa, yo sonreí un poco nervioso.

—¿Cómo estás? —preguntó él apretando mi hombro.

—Mal.

—Yo también estoy nervioso.

—¿Y si pierdo?

—Es tu castigo por haber apostado con el amor de alguien.

—Lo sé, pero…

—Hola —dijo Kenzou con una hermosa sonrisa que me hacía sentir cada vez más culpable.

—Hola —contestó Kaito quitando la mano de mi hombro, poco tiempo después llegó Natsuki acompañada de aquel hombre, pasé saliva un poco nervioso.

 

Miré fijamente a Hiroto se veía nervioso, Kaito también se ve de igual manera, algo extraño está sucediendo.

—Hola —dijo Natsuki acercándose a nosotros.

—Buenas —contestó un hombre que la acompañaba, lo reconocí en el instante era el amante de ella.

—¿Qué haces aquí Natsuki? —pregunté enfadado.

—Que malo, si solo he venido a esto —dijo ella acercándose a mí —, los sentimientos de Hiroto no son en serio, todo esto es una apuesta.

Sus palabras me habían dejado en shock, pasé saliva incrédulo, ella se acercó más y posó sus fríos labios sobre los míos.

 

Ella se acercó a Kenzou posando sus labios sobre los de él.

«No lo hagas por favor, no cedas»

Apreté los puños lleno de rabia, Kenzou no reaccionaba a nada, ella metió su lengua fugaz a la boca de Kenzou obligándolo a ceder, él aún no responde, mi corazón se detuvo, agaché la mirada relajando mis músculos, había perdido y eso era todo, pero Kenzou no respondía ¿Acaso eso era ceder? Ella se apartó de él, su sonrisa resplandecía, Kenzou la miró sorprendido con una mano en su boca.

—Bueno he ganado.

—Eso no es justo —dijo Kaito lleno de rabia, yo solo podía mirar a Kenzou, él me miró lleno de dolor.

—Hiroto —susurró.

—Él no ha cedido —respondí al fin.

—Eso es cierto ella lo obligó a ceder, más no porque él quisiera.

—Bueno igual no hizo nada para detenerla.

—Bueno si, pero… —dijo Kaito en su esfuerzo por defenderme.

—No, he ganado y ya.

—No, no lo has hecho, has ganado por una parte, pero por la otra lo he hecho yo.

—Así que quieres negociar, ¿qué me ofreces?

—Estaré contigo hasta las nueve y tú te tendrás que alejar de nosotros igual que Natsuki.

—Acepto.

—Oye, no aceptes sin consultarme —dijo ella con su maldito tono de niña malcriada.

—Cállate, bueno vamos cariño hoy eres todo mío.

—Hiroto —susurró Kaito.

—Estoy bien.

—No lo estás.

—Lo voy a estar.

—¿Qué está pasando aquí? —preguntó Kenzou un poco asustado, bajé mi rostro no me atrevía a verlo

—Bueno, tu amado confiaba tanto en ti que apostamos a que tú no te dejarías besar por Natsuki, pero ya vemos los resultados —él cogió mi mano atrayéndome hacia él, él es un poco más alto y fuerte—. Me llevó a esta preciosura adiós.

—¿Qué? —susurró Kenzou.

—Confiaba en ti —susurré acariciando su mejilla, aquel hombre me llevó hasta un auto de color rojo, subí a este mientras veía como Kenzou corría hacia nosotros.

—No, maldita sea ábreme la puerta —dijo golpeando el vidrio, el otro sin prestarle atención arranco el auto a toda velocidad, en el espejo del lado de este pude observar mientras Kenzou corría detrás de nosotros, cerré mis ojos con fuerza intentando no derramar lágrimas, tiempo después llegamos a un motel, entré con la cabeza agachada, él pidió el cuarto y nos fuimos directo al lugar, sé que va a pasar y eso no quiero que pasé. Entramos al cuarto, él tiró de mi brazo y me botó encima de la cama posándose encima de mí, me besó fuertemente, mordió mi labio hasta reventarlo.

—Hoy serás todo mío —susurró con su asquerosa voz, pasé saliva.

—No empiecen la diversión sin mí —dijo una chica de cabellos negros, los cuales caían hasta su cintura, sus ojos eran de un atrayente negro, su piel pálida y un poco de rubor sobresalía de sus mejillas, me sonrió acercándose, el tipo se me quitó de encima dándole paso a ella, la cual se me montó encima, sacó un cigarrillo poniéndolo en mi boca, prendió el fuego mientras yo lo aspiraba, lo volvió a sacar permitiéndome botar el humo.

—¿Qué diablos está pasando? —pregunté confundido.

—Hoy no serás solo de él —dijo quitándose, me levanté, ella me ofreció el cigarrillo el cual acepté.

—¿A qué te refieres?

—Hacemos videos caseros pornográficos, no es la gran cosa; sin embargo, recuerdo haberte dicho que esta vez quería un chico más joven, un menor.

—Eso es un delito idiota —contestó él prendiendo un cigarrillo.

—Ya, me conformare con este chico —dijo tocándome, quito mi camisa despojándose de la suya, el otro pusó una videocámara que daba justo en la cama, me recosté recibiendo su cuerpo, sacó mis pantalones llevándose mi bóxer, me empezó a besar apasionadamente, ¿esto me excita?, no, no lo hace, aunque era el momento preciso ella no lograba ninguna reacción en mí, se separó mirándome extrañada, que yo no me hubiera excitado no encajaba en sus planes, de nuevo me empezó a besar furtivamente, lambio mis pezones sin lograr ninguna reacción.

—Eres un chico difícil ¿No? —dijo mientras masturbaba mi miembro, este intentaba ponerse duro pero siempre fallaba, metió dos de sus dedos en su boca lamiéndolos, agarró mis pezones con estos sobándolos en círculos.

—Que chico tan malo —dijo poniendo un guante en su mano —, hay que castigarte —me golpeó en el abdomen, me retorcí del dolor, ese guante tenía que tener algo, por lo normal un golpe de una chica no duele tanto, volví a recibir un golpe más arriba, agarró mis piernas con una de sus manos mientras que con la otra me aruñaba con fuerza, sentí un ardor en estas, ella rio.

—Mierda —dije sintiendo el punzante dolor en esa área.

—Mira sangraste —dijo mostrándome sus dedos untados del líquido rojo, la miré aterrado —Ven, ya es hora.

 —Como quieras —el tipo se acercó a nosotros, yo los miré extrañados.

—¿Qué me van a hacer?

—En estos días los videos de violaciones han cogido bastante fuerza —dijo ella lambiendo mi oreja, sus palabras me habían dejado pálido, que iba… hacer que, el tipo me echo encima un líquido espeso y frio, me sacudí, ella me volvió a golpear repetitivas veces, después inserto un pequeño objeto cilíndrico dentro de mi entrada que se tensaba cada vez más, mierda esto duele y mucho, me moví, pero antes de poder hacer algo ella volvió a golpear mi abdomen dejándome sin aire.

—Que apretado —dijo con su voz llena de excitación.

—Duele, sácalo maldita sea —grité mientras las lágrimas salían de mis ojos, él sonrió maliciosamente, con fuerza me moví hacia arriba sacándolo, golpeé a la chica quitándomela de encima.

—No —gritó ella al caer, los miré con rabia mientras sentía un dolor punzante en mi entrada, suavemente palpé esta y un poco más abajo, tenía un líquido extraño, subí mi mano notando la sangre del aruñón y algo espeso, ¿lubricante?, cogí mi ropa vistiéndome.

—Eres un cerdo golpeando a una chica —lloriqueó ella acurrucándose en la cama, él se le acercó abrazándola.

—¡Me querían violar, dementes! —exclame saliendo del lugar, salí corriendo del lugar como podía, el trasero y la pierna me dolían, más que eso me ardían, miré mi celular el cual tenía varias llamadas perdidas de Kaito y Kenzou, cogí un taxi hasta mi casa, el dolor era insoportable, subí las escaleras hasta mi cuarto sacándome la ropa, me metí con rapidez en la ducha, el agua caliente relajaba mis músculos, con mi mano cogí mi cola llena de dolor, la apreté suavemente haciendo que el lubricante saliera de mi cuerpo, sentí un pequeño ardor en el rasguño, lo toqué suavemente sintiendo tres pequeñas montañas, rojas y llenas de sangre, lloré fuertemente, me sentía asqueroso, sucio, sentí aquella mezcla de fluidos que aunque no fueran en cantidades me hacían acordar cada parte de esa maldita apuesta, dejarme llevar por los estúpidos movimientos de una mujer y distraerme, ¿en serio?, ¿qué soy? ¿Un jodido puberto?, en estos momentos odio tanto a Kenzou, nada hubiera pasado si él se hubiera opuesto, cogí mi abdomen sintiendo aun el dolor de los golpes.

—¿Por qué no lo hiciste? —susurré, cada vez lloraba y gritaba con más fuerza, ese tipo me había intentado follar, había metido esa mierda y sin ninguna delicadeza, pero no importaba el dolor físico, lo que más dolía era haber sido un imbécil y haber jugado con fuego.

—¿¡Por qué!? —grité con todas mis fuerzas, sequé mi cuerpo con delicadeza, pero este aún seguía ardiendo, mis piernas me tambaleaban y en más de una ocasión tuve que recostarme en las paredes, bajé hasta la cocina, allí cogí un vaso de agua junto con una pastilla, tomé una mientras la digería con tragos de agua, fuertes golpes en la puerta hicieron que volviera a la realidad, me acerqué despacio a la puerta abriéndola sin muchos ánimos, con gran fuerza Kenzou entró.

—¿Qué ha hecho ese maldito?

—Me ha follado —susurré, aunque no fuera verdad, no me atrevía a decirle lo que había acabado de hacer, no me atrevía a decirle que había estado embrujado por las caricias de una mujer, por las caricias de alguien que no fuera él.

—Hijo de puta.

—¿Qué haces aquí? —pregunté bruscamente, la sangre me hervía de rabia, es mejor que Kenzou no este conmigo.

—Estaba preocupado, como no contestas tu estúpido celular.

—Eres la persona que menos quiero ver si te soy sincero.

—Perdóname por favor Hiroto, todo lo que está pasado acá es por mi culpa, por favor discúlpame.

—¡No! —grité —¡Vete ahora mismo!

—No, por favor Hiroto yo en serio te amo, por favor.

—Si me amaras no habrías dejado que ella te besara o ¿Sí?

—Lo siento, quedé en shock.

—¿¡Por qué cuando más te necesitaba quedaste en shock!? —grité, lleno de rabia estampé una fuerte cachetada en la mejilla de Kenzou, él perdió el equilibrio y cayó al suelo, me miró con ojos llenos de lágrimas.

—Si eso te hace sentir mejor hazlo, después de todo es mi culpa que ese estúpido te haya violado.

—Vete por favor.

—¿Ahora me odias?

—Sí, así es te odio Kenzou.

—Está bien —se levantó del suelo acercándose a la puerta, me volteó a mirar con lágrimas cayendo de sus ojos, una línea rojiza bajaba desde su labio hasta el mentón—. Yo en realidad si te amo Hiroto —él salió cerrando la puerta suavemente, sentía sus sollozos detrás de la puerta, hacia pocas horas éramos tan felices, subí a mi habitación quedándome completamente dormido.

Al otro día entre abrí mis ojos escuchando el fuerte sonido de golpes en la puerta de mi casa, el sol matutino me hacía tanto daño, me levanté bajando con cuidado, ya no dolía tanto como ayer, abrí la puerta esperanzado de que fuera Kenzou, me había pasado con él, ese te odio quizás fue demasiado para él. Kaito entró a mi casa abrazándome con fuerza, cerré la puerta primero revisando que no hubiera nadie.

—¿Cómo estás? —preguntó él acariciando mi mejilla, subimos hasta mi cuarto en donde ambos nos sentamos en la cama, las lágrimas empezaron a caer por mi rostro sorprendiendo a Kaito, quien las limpiaba delicadamente.

—¿Qué pasó?

—Él, no sé, sinceramente todo ocurrió muy rápido, me introdujo algo en mi entrada, no sé un vibrador, no sé, solo sé que dolió.

—¿Qué? Maldita sea Hiroto, ese estúpido se pasó, ¿cómo te sientes? ¿Estas adolorido? ¿Necesitas algo?

—No tranquilo, el dolor me ha pasado un poco solo necesito llamar a Taichí para avisarle que no voy a clases hoy.

—Kenzou ya se encargó de eso.

—¿Qué?

—Kenzou ya lo hizo, fui hasta tu universidad esperando encontrarte, pero la única persona que estaba por ahí era Kenzou, le pregunté por ti, pero solo se le llenaron los ojos de lágrimas y no me supo contestar, él solo me dijo que ya había hablado con Taichí.

—Ya veo.

—¿Qué pasó con Kenzou?

—Le dije que lo odiaba.

—No.

—Sí, lo peor de todo fue que al final él me dijo que realmente me amaba.

—Hiroto, ¿por qué lo hiciste?

—Estaba lleno de rabia.

—Como lo siento.

—Kaito —susurré, él me miró compasivamente, me acerqué a él y lo besé, él cedió, pero no se sentía bien, no podía olvidarme de esos besos dulces de Kenzou, todo era muy doloroso.

—Me gustas Hiroto, pero tú perteneces a Kenzou, jamás me podrás querer por eso no me hagas este tipo de cosas, por favor.

«¿Le gustó?, ¿qué?, ¿desde cuándo?»

—Lo siento, no sabía que te sentías así por mí.

—Descuida, no soy muy evidente creo que mejor te dejó pensar, mira —dijo mostrándome una entrada para una muestra de arte —, soy pintor y van a hacer una muestra de arte de mis obras, quiero que asistas, si puedes.

—Allí estaré.

—Nos vemos entonces el sábado por la noche, ese día va a ser mi evento.

—Está bien.

Él salió de mi cuarto, segundos después escuché la puerta cerrándose, pusé la entrada en la mesita de noche mientras me volvía a recostar, me volví a quedar dormido.

 

Escucharlo decir que me odiaba había roto mi corazón, lo amaba como a nadie en el mundo, tenía grandes ojeras que demostraban cuanto he llorado, ese frio jueves le avise a Taichí que no vendría Hiroto, estoy más que seguro que no fue, él también debe de estar sufriendo por mi culpa, todo por mi estúpida culpa.

—Señor ¿Qué desea tomar? —preguntó un chico sacándome de mis pensamientos, esta noche he vuelto al mismo bar en donde todo empezó, en donde Hiroto aposto con aquel tipo de la barra, sabía que nos estaba mirando insistentemente, pero nunca le pusé atención, es estúpido, pero tengo la ilusión de poder encontrarme con ese hijo de puta, quiero romperlo a golpes.

—Una botella de sake.

El chico se alejó dejándome de nuevo sumergido en mis pensamientos, al volver con la botella de sake empecé a beber desenfrenadamente, solo quiero olvidar todo lo que ha sucedido, olvidar ese te odio pronunciado por él, la persona que más amo.

—Así que hoy estas solo.

—Hijo de puta —dije al darme cuenta de quien se trataba, él me sonrió maliciosamente.

—¿Cómo está tu amante?, ¿cómo está el cuerpo de tu amante?

—Cállese —me abalancé sobre él, caímos al suelo llevándonos una mesa del lugar, todos se corrieron y nos observaban mientras murmuraban, empecé a golpearlo hasta reventarlo, este intentaba zafarse de mi pero no podía, una fuerza descomunal me estaba acompañando.

—¡No más peleas en mí bar! —gritó un hombre alto, sin prestarle atención seguí golpeando al imbécil.

—No más Kenzou —sentí como una persona me jalaba por detrás, volteé a mirar dándome cuenta que se trataba de Kaito, él me jaló con fuerza mientras me sacaba del bar, seguimos andando metros más lejos de allí.

—¿¡Qué te pasa!? —gritó.

—Ese estúpido le hizo muchas cosas a Hiroto, le hizo daño.

—Estas borracho.

—Quizás un poco, pero es que le ha hecho daño a Hiroto.

—Lo sé, pero así no se arreglan las cosas y menos en un bar, además él no fue el único que le hizo daño.

—Ya sé que yo también se lo he hecho, no tienes por qué recordármelo.

—¿Estas bien?

¿En qué momento había empezado a llorar?, no lo sabía, solo sabía que aquellas lagrimas bajaban por mi pálido rostro.

—No, no lo estoy, lo siento.

—No, no te disculpes.

—Te gusta ¿Cierto?

—¿Quién?

—Hiroto él te gusta ¿Cierto Kaito?

—Sí.

Un golpe más a mi pobre corazón que se quebraba peor de lo que estaba, pasé saliva mirándolo fijamente.

—Él está mejor contigo, por favor cuida de él.

—No seas estúpido, él a la única persona que quiere es a ti.

—No se puede amar lo que se odia.

—Él no te odia.

—Él mismo lo ha dicho, ¿por qué seguirlo ocultando?

—Él te ama no lo entiendes.

—No, él no lo hace.

Di media vuelta alejándome de Kaito.

—Adiós, fue un placer conocerte —me empecé alejar de él, del mundo, de todo lo que me rodeaba.

—¿¡Qué piensas hacer!? —gritó a lo lejos, seguí mi camino sin prestarle atención, regresé a mi apartamento, la cabeza me daba vueltas, abrí la puerta dirigiéndome rápidamente al baño, allí empecé a trasbocar todo lo que había bebido, empecé a sentir un ardor en mi garganta, me levanté de allí mareado, me recosté en la silla de mi sala, abrí una botella de licor que poseía y de nuevo empecé a beber.

Los leves rayos de sol me despertaron, abrí los ojos adormilado, aún tenía la botella en mis manos, una fuerte jaqueca estaba asesinándome, por fin me había decidido, es mejor irme de aquí, tomarme un tiempo alejado de este sitio, miré de reojo el reloj que marcaba las once de la mañana, me levanté cogí mi celular y redacté:

“Me voy por un tiempo, es lo mejor para todos, espero que puedas perdonarme en algún momento de tu vida, en serio te amo, aunque ahora me odies perdóname, eso es lo único que te pido, no tuve que haber hecho eso, el sábado por la noche me iré lejos de aquí, cuídate Hiroto” espiche el botón de enviar temblando un poco, las lágrimas se querían escapar de mis ojos.

“Este sábado por la noche me voy lejos de aquí, por favor cuida de Hiroto, dale el amor que nunca le pude expresar, gracias por todo, adiós Kaito” volví a oprimir la tecla enviar, aquellos mensajes son mi despedida, fui hasta mi cuarto en donde empecé a empacar todo.

 

Levanté mi rostro mirando aquella noche, el cielo alumbraba lleno de estrellas.

—Invitación por favor.

—Ah claro, tome —extendí la invitación al guardia del sitio, pasé al gran salón el cual estaba repleto con cuadros hermosos, cogí una copa de licor y empecé a recorrer el lugar, mi cuerpo me había dejado de doler, pero mi corazón aún ardía, miré fijamente los cuadros de Kaito, él en serio tenía un talento impresionante, uno en especial llamó mi atención, un día de llovizna un hombre sentado en una banca, su textura expresaba que se sentía triste e infeliz, en la parte de abajo del cuadro había un enunciado con letras doradas.

“Para mi buen amigo Hiroto, por el primer día que te conocí”

Sonreí al leerlo, sabía muy bien que era una sonrisa falsa, lo único que quería hacer en esos momentos era sentarme y llorar, había perdido a la persona que amaba.

—Siento un gran aprecio a este cuadro —dijo él a mis espaldas.

—Es muy conmovedor, gracias.

—De nada, aunque es nostálgico, desprende cierta aura que hace que te sientas afligido.

—Sí.

—No pensé que fueras a venir.

—¿Por qué no?

—Pensé que estarías despidiendo a Kenzou.

—¿De qué hablas?

—¿Él no te ha dicho nada?

—No, desde ese incidente no hablamos —agaché mi rostro parpadeando varias veces para retener mis lágrimas que amenazaban con salir.

—¿Pero él no te envió ningún mensaje?

—Bueno no he revisado mi celular desde el jueves por la mañana.

—Hiroto es mejor que te vayas ahora.

—Pero si acabé de llegar.

—Hiroto, Kenzou se va a ir.

—¿Qué?, ¿cómo así que se va a ir? ¿Para dónde?

—No lo sé, él solo me envió un mensaje que decía que se iba a ir lejos de aquí.

—No puede ser.

—Aunque estas a tiempo, me dijo que se iba el sábado por la noche.

—¿Ósea ya?

—Exacto.

—Mierda, no.

—Vete.

—¿Pero tú exposición?

—En el futuro tendré más, asistirás a las otras.

—Gracias Kaito.

Salí corriendo en dirección al apartamento, cogí mi teléfono y lo revisé, correctamente tenía un mensaje de Kenzou.

«Maldita sea si se piensa ir, no, todo es mi culpa, no había querido decirle que lo odiaba antes es lo contrario lo amo, pero ¿Por qué se tiene que ir? Maldita sea» corría cada vez con más fuerza, Kenzou se encontraba sacando una maleta de viaje, aún estoy a tiempo.

—Kenzou —grité acercándome a él, él me miró sorprendido, sus ojos se llenaron de lágrimas y no tardo en llorar.

—Lo siento, no quería que me vieras cuando me fuera, seria doloroso para ti volverme a ver.

—No, Kenzou lo malinterpretas.

—No, Hiroto debes de estar con Kaito en estos momentos.

—No, debo estar contigo.

—Él te necesita más que yo.

—Tú sabes muy bien que no es así.

—Hiroto, es lo mejor, yo traicioné tu conf…

—Perdóname.

—No, perdóname tu a mí, te han hecho tanto daño por mi culpa, en serio como quisiera devolver el tiempo y ser capaz de separar a Natsuki, si eso no hubiera pasado estaríamos tan felices.

—Está bien te perdono, pero no te vayas.

—Es mejor que lo haga, recuerda dijiste que me odiabas por eso es mejor que me vaya.

—No, no te odio, te amo Kenzou no sabes cuánto te amo —agarré su cara con mis frías manos, sus ojos grises denotaban tristeza, lo empecé a besar, él se aferró a mí con fuerza, lo empujé entrándolo de nuevo al apartamento, entré su pesada maleta dejándola en la entrada.

—Hiroto.

—Te amo, se mío no solo esta noche sino para toda la vida, no aguanto más.

 —Está bien, yo también te amo Hiroto.

Nos empezamos a besar mientras nos dirigíamos a su habitación, las prendas caían por todo el recorrido, besé su cuello haciendo que este se estremeciera, completamente desnudos, ambos ahogados entre gemidos, hicimos el amor como jamás lo habíamos hecho.

—Nunca me dejes Kenzou.

—No lo hare te lo prometo.

Sonreí besando sus dulces labios mientras abrazaba con más fuerza su liviano cuerpo.

—Te amo Kenzou.

—Te amo Hiroto.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).