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Home is where the heart is por Silence Tsepesh de Lenfet

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Notas del capitulo:

Día 30: First Time/ Primera vez

Tarareo mientras me acomodo en el sofá. La canción del final de la serie que estamos viendo es pegajosa. Veo a Oliver sonreír desde el otro lado del sofá de mi departamento.

— ven— extiendo la mano.

— ¿A dónde?— pero me sujeta, hago que se levante y comienzo a bailar— Isaac—me rio al ver su cara.

— Oh, vamos es divertido. Sé qué pues bailar ¡Y nadie nos está viendo!— la canción no tiene mucho ritmo para bailar pero sigo moviéndome y dando saltitos. Sujeto sus brazos y los muevo, intentando que salte o algo. Y Oliver lo hace. La canción termina demasiado pronto, nos quedamos mirándonos y luego comenzamos a reír.

— ¿Por qué te ríes?

— No lo sé ¿Por qué ríes tu?— Oliver se sienta, aun riendo. Me limpio las lagrimas de la risa y también me dejo caer en el sofá— fue divertido ¿recuerdas cuando nos conocimos?

— ¿En el bar?

— Sí. Yo quería bailar contigo entonces— hace una mueca.

— Estaba cubierto de cerveza. Y muy incómodo, estaba por irme, solo iba a llevar las bebidas a la mesa— sonrió, recordando como si apestaba a alcohol esa noche. 

— ¿Por qué me ayudaste?

— Estabas empujando a todos para que no te aplastaran— se encoje de hombros— parecía que necesitabas ayuda. Pensé en ayudarte e invitarte a… no sé, algo. Hablar o bailar, una bebida… pero cuando quise acercarme alguien me empujo y me derrame encima la cerveza. Al menos pude ayudarte— me rio, dándole un empujón en el brazo.

— Me sacaste de allí, no sabia ni donde estaba la entrada.

— Estaba llenándose de personas y no escuchaba nada. Si te hubiera invitado ¿Qué hubieras respondido?— ese día estaba molesto, a punto de irme a casa o pasar un buen rato. Recuerdo haber visto a Oliver un poco antes de terminar buscando mi teléfono en el piso. No me desagrado.

— Hubiera dicho que sí.  A lo que fuera.

— Oh… me alegro mucho haberte ayudado. Y pedirte tu número de teléfono ¿sabes?

— También yo me alegro por eso— cierro los ojos, apoyo la cabeza en el brazo de Oliver— ¿te quieres quedar hoy?

— ¿Qué?— abro los ojos y me levanto del sofá.

— Nada ¿te vas pronto, no? te puedo acompañar unas calles.

— Isaac— me sujeta la mano, también se levanta— ¿todo está bien?— abro la boca para decirle que sí, que todo está bien, pero no es la palabra que sale de mis labios.

— no. Hay algo que…— pongo mis manos en sus mejillas y le beso. Paso mis manos a su cuello, sin dejar de besarnos. Sus manos me tocan con suavidad la espalda, una caricia ligera. Pego mi cuerpo al suyo, empujándole un poco y sus manos pasan a mi cadera para sujetarme. Es él quien rompe el beso, respirando agitado. Me mira, la forma en que me mira se que ya entendió mis intenciones. Sus dedos presionan mi piel, y yo le beso de nuevo, más desesperado, más urgente. La sala comienza a sentirse más caliente— ¿te quedas?

— Sí— me besa.

— bien… bien— murmuro entre besos. Siento todo el ambiente pesado ahora, urgente, sin más. Nos quedamos de pie, besándonos y abrazados— Oliver, puedes tocarme— le digo, medio riendo después de un rato sin hacer otra cosa. Él no me sonríe, pero pone sus manos en mis mejillas y me besa la frente. Apoya su frente con la mía, sus manos bajan, las siento en el borde mi camisa. Cuando sus dedos tocan la piel de mi estómago, el calor se extiende lentamente por mi cuerpo, como lava ardiendo siguiendo el roce de sus dedos, hacia arriba y hacia arriba…

Seguimos de pie en mi sala, tomo la mano de Oliver y lo guio hasta mi habitación. Le beso otra vez, esta vez sus manos no se detienen, empujan mi camisa hasta sacarla.  Su toque me da escalofríos, me besa el hombro, el cuello. Suspiro, cerrando los ojos.

— No estoy… si algo no te gusta detenme— murmura. Es tan cuidadoso ¿ya lo habrá hecho antes? Siento que es demasiado tímido para…

— ah…— jadeo cuando me besa en una zona sensible en mi cuello— Oliver…— no sé qué decir, así que le beso, y tironeo de su camisa para quitarla cambien. Me cuesta más porque es mas alto que yo, así que cuando no puedo hacerlo tan rápido comienzo a reírme.

— espera, Isaac…

— diablos, esto deja de ser erótico— se ríe y se quita la camisa él mismo— Hola— le digo, sonriendo. Le abrazo, piel contra piel— ¿quieres continuar?— murmuro.

— Si— sus brazos me rodean. Suspiro otra vez y enredo mis dedos en su cabello. Oliver me mueve, nos hace ir a la cama, donde caemos. Me rio, le beso. Cuando acaricio su mejilla, sujeta mi mano y la besa, luego la lleva a su pecho donde siento los latidos acelerados de su corazón. Nos miramos con tanta intensidad que no necesitamos palabras.

Le empujo, quedando sobre él. Tal vez es solo mi imaginación pero he pasado alguna línea con eso. Oliver dijo que quería seguir, yo quiero seguir. No hay más palabras que decirnos. Acaricio su pecho, él suspira y me acaricia también. Dirijo mis manos hacia abajo, a  sus pantalones. No me tiemblan los dedos cuando desabrocho el botón pero me detiene.

— preferiría hacerlo yo… no es cómodo…— me levanto. En parte lo entiendo porque aún tenemos puestos los zapatos y quitarnos los pantalones en la posición que estábamos iba a ser poco romántico. Me saco los zapatos como puedo, y luego bajo mis pantalones sin ningún pudor. Él me está mirando, sus ojos fijos en mí.

— ¿te gusta lo que ves?— doy pasos lentos hacia él y le abrazo, empujándole a la cama de nuevo. Me inclino  a besarle, su mano en mi cabello. Nos quedamos en la cama, acostados, besándonos y acariciándonos. Me gustan demasiado sus caricias.

— Isaac ¿Cómo haremos…? ¿Tú quieres o yo…?— no sé qué está preguntando.

— deja que yo me encargue hoy ¿está bien? solo déjate llevar— le beso. Pensé que Oliver estaría más nervioso, pero sea lo que sea que le preocupe no es lo que estamos haciendo. Sus manos bajan por mi espalda hasta mi trasero, sus dedos entran en el borde de mi ropa interior.    

— no es… no tenemos las cosas para hacerlo— me toma un momento darme cuenta de que está hablando.

— ¿Quién dice que no?— ruedo hacia un lado, a mi cajón. Le muestro la caja de condones y el lubricante— hace tiempo que pienso en este momento— le digo, besándole. Sus manos vuelven tocarme, esta vez con más atrevimiento. Tira de mi ropa interior para bajarla, me acaricia los muslos. Puedo ver lo duro que está a través de su ropa interior así que bajo mi mano y le acaricia. Le escucho gemir, escucharlo me pone caliente. Nos perdemos entre caricias, besos y gemidos, no sé en qué momento nos deshicimos de la ropa interior.

Aunque le dije a Oliver que yo me encargaría, él está siendo más atrevido de lo que esperaba. Apenas puedo contener mi voz cuando sus dedos me tocan el trasero, la sensación húmeda y pegajosa del lubricante. Me besa las mejillas, la boca… sigue bajando por mi cuello y pecho mientras sus dedos entran en mí.

— no quiero lastimarte— murmura, es una voz tierna para lo que estamos haciendo, su mano acariciándome el cabello.

— no lo harás… solo sigue, no te detengas— le veo enderezarse mientras intenta ponerse el condón. Tengo demasiadas preguntas, demasiadas cosas que quiero saber y que tenemos que hablar, pero eso puede esperar. Extiendo mis manos para pedirle que venga a mí o de otro modo yo voy a saltar sobre él.

Y finalmente le siento en mí. Lo único que puedo pensar es “al fin” “lo estamos haciendo”. Mi cabeza está llena de  Oliver, nuestros cuerpos, sus gemidos y suspiros, sus caricias.  Estoy siendo ruidoso, puedo escuchar mis propios gemidos y palabras sin sentido, pero solo somos nosotros.

No sé si duramos mucho, pudieron ser minutos  u horas, Oliver termina primero. No estoy satisfecho y necesito terminar. Me acaricio a mí mismo un poco hasta que su mano rodea la mía, nuestras manos sobre mi pene, dándome placer… me hace terminar rápido, y la liberación se siente bien. Siento un aturdimiento de placer del que no quiero salir.

 Cuando puedo penar y moverme correctamente, Oliver me está abrazando y seguimos desnudos. Tiene los ojos cerrados ¿estará durmiendo? Le toco la mejilla, no abre los ojos. Imagine antes este momento, hace tiempo que salimos y aunque nos besamos, no estaba seguro si Oliver quería ir más allá, espere a que él se atreviera a pedirlo, a sugerirlo.  Muchas veces pensé que  él quería pedírmelo pero no se atrevía y pensé que un empujoncito no estaría mal.  Cierro los ojos y suspiro. 

¿Realmente fue su primera vez?

¿Cómo puede ser tan él aun en el sexo?

¿Si no fue su primera vez como sabe qué hacer?

Sonrió y le beso. Abre los ojos, y en lugar de hacer alguna de las preguntas que tengo en la cabeza, pregunto lo único que importa.

— ¿quieres hacerlo de nuevo?

 


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