Algo que Himuro no se imaginaba cuando comenzó a salir con Izuki, era su increíble gusto y aguante para beber alcohol.
Cosa que le parecía divertida, ya que contrastaba por completo con su personalidad usualmente tranquila y centrada.
Por eso, cuando salían de fiesta juntos, se entretenía viendo a su pareja desinhibida. No le importaba besarlo o tocarlo en público, la mayoría de la gente estaba en situaciones similares, así que no los veían mal.
Y a él no le molestaba.
Cuando se hacían las seis de la mañana, era cuando la mayoría se iba a un after, en algún lugar cercano la mayoría de las veces, para continuar con la fiesta. A veces si estaban en grupo, iban, pero esa vez, estaban solo ellos. Tatsuya le iba a decir que fueran, pero...
—Quiero que vayamos a casa.
Susurró en su oído, provocando que una oleada de calor atravesara su cuerpo. No pudo negarse.
Una vez en su departamento, continuaban bebiendo, aún tenían algo de ganas antes de ir a la cama.
— ¿Puedo decirte algo? —inquirió Izuki, antes de darle un trago a su vaso.
—Adelante.
—Me gustan mucho tus manos, Himuro. Son tan grandes.
Shun sujetó la diestra del contrario entre las suyas, colocando su mejilla sobre esta, acariciándola.
— Ah, ¿sí?
Asintió, tomando dos de sus dedos para colocarlos dentro de su boca. Succionándolos y pasando la lengua entre estos.
— ¿Quieres que probemos algo nuevo?
—Ameba.
El escolta sabía que había tomado, pero, ¿Había escuchado bien?
—Es mi palabra. Ameba.
Nunca entendería de qué parte de su mente sacaba palabras tan ridículas, pero por alguna razón, en ese momento lo excitaba.
No se dieron cuenta en qué momento acabaron acostados en la cama, desnudos, buscando recorrer el cuerpo ajeno con los labios, la lengua y los dientes. Queriendo marcar la piel contraria con su esencia, de alguna forma.
Aún tenían mucho lubricante, ya que Izuki había comprado bastante cuando quiso hacer su imitación a esa película pornográfica. Los ágiles dedos de Tatsuya se embadurnaron de el viscoso líquido, para meter uno en la entrada contraria.
Dolía, vaya que dolía. Pero a la vez la sensación de placer que estaba experimentando era demasiada. Al parecer, a veces le gustaba que fuera un poco rudo.
Dos, tres dedos fueron los siguientes, moviéndose de forma que buscaba expandir el ano por dentro, logrando arrancarle gemidos a su pareja.
—Shun, relájate con lo que voy a hacer.
Se extrañó por un segundo, pero igualmente asintió, después de todo, confiaba en que su pareja no le haría daño, ¿Verdad?
Un cuarto dedo se hizo presente. Pudo sentir cómo el meñique quedaba bajo el anular al igual que el medio sobre el índice. Se sentía extraño. No dolía, ya que se había vuelto a poner bastante del líquido.
Soltó un quejido al sentir cómo el movimiento cambiaba a uno más extraño, subiendo de arriba hacia abajo, simulando una penetración. Era como una molestia, pero supuso que solo debía relajarse y acostumbrarse.
Los quejidos y suspiros que se oían a lo bajo, solo lograban que su pareja se emocionara más con lo que vendría a continuación.
—Voy a entrar. —avisó.
—S..., Sí.
Shun levantó sus caderas, facilitando la intrusión de la mano contraria en su cavidad anal. Jadeó de sorpresa, a la vez que unas lágrimas traicioneras escapaban de sus ojos.
Dolía, pero se sentía tan bien.
Contuvo la respiración, hasta que Himuro volvió a hablar.
—Ya está toda adentro.
Se sentía tan lleno.
—Muévete.
La mano de su pareja comenzó a realizar un movimiento despacio, de arriba hacia abajo, simulando una penetración. Podía sentir cómo llegaba más profundo, y como sus entrañas se contraían de lo bien que se sentía.
Poco tardó en aumentar la velocidad y la rudeza, sacándole gemidos altos a su novio, quién solo podía sujetarse de la almohada con fuerza.
—Se siente tan caliente aquí.
Comentó el escolta, frenando por un momento el movimiento, para llegar más profundo en él, haciendo que los pies de su novio se arquearan contra el colchón.
Volvió a retomar el ritmo anterior, llegando a tocar ese punto que volvía loco a su amante, sacándole alaridos de placer puro.
No llegó a avisarle que estaba por acabar, pero, al sentir cómo las paredes anales del contrario palpitaban sobre su mano, complicándole moverse, pudo suponer que no le faltaba mucho. Y no se equivocó, acabó soltando su nombre en un gemido.
—Buenos días, my sweet baby with hangover. —Himuro sonrió, hablando demasiado alto para su gusto. La cabeza aún le daba vueltas.
— ¿Himuro? Anoche... —inquirió, algo adormecido aún, casi sin verlo.
— ¿Anoche? Bebiste demasiado y tuve que traerte a casa. Quisiste seguir bebiendo, pero como no te dejé, te enojaste. Y cuando te quise bañar, me vomitaste.
Se incorporó de inmediato, pero tuvo que sujetarse la cabeza. Le dolía horrores.
— ¿Entonces? ¿No hicimos nada?
—Shun, hace años que estamos juntos, pero estabas muy ebrio como para hacer otra cosa. Solo dijiste que te gustaban mis manos y ahí te vomitaste.
—Lo siento mucho, Himuro. En verdad te compensaré.
Lo meditó por un segundo, sentándose junto a él en la cama para acariciar su cabello con ternura. Ya lo conocía, y no era la primera vez que hacía algo así. Por algún motivo, no podía enojarse.
—Bueno, tendrás que lavarme la ropa por una semana. Me molesta que hagas este tipo de cosas, ¿Sabes? A este paso, te quedarás sin hígado para los treinta.
Shun hizo un puchero, a sabiendas de que tenía razón.
—Pero..., Yo nunca me pongo así sin motivos, y ayer no tenía.
Tatsuya dudó un poco, y asintió.
—Lo sé, estoy seguro de que te drogaron, pero te tenía que regañar por el alcohol.
—Wah, qué alivio, entonces era por eso. —sonrió, relajándose.
— ¿Eh?
—Es que tuve un sueño que..., Nada, mejor nada.
Después de la última vez, no le contraria ningún sueño.