Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Los limites de JiHoon por DenisseZepol

[Reviews - 0]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

JiHoon no tenía ni idea de cómo responder. Por lo que SeungCheol había hecho por él en la oficina, JiHoon estaba empezando a sospechar que el hombre hablaba en serio. ―Yo- ―se inquietó, cogió la bandeja que tenía bajo su brazo y la puso frente a su creciente erección. La idea de que SeungCheol lo tomara era más de lo que JiHoon había soñado, pero ahora que la posibilidad se presentaba ante él, JiHoon era un torpe desastre. 


 


―Te diré algo ―dijo SeungCheol cuando se inclinó más cerca, bajando la voz para que solo JiHoon pudiera escucharlo―. Ven a mi casa esta noche, y vamos a ver qué pasa a partir de ahí. Si no te sientes cómodo, te vas, sin hacer preguntas. 


 


El aliento de JiHoon se quedó atrapado en sus pulmones. No podía hablar. SeungCheol estaba ofreciéndole lo que quería, lo que había soñado, y su jodido cerebro estaba plano. Asintió en su lugar, dando un paso atrás y casi choca contra SeokMin. Lo hubiera hecho si SeungCheol no hubiera alargado sus manos y lo hubiera agarrado de los brazos, tirando de él hacia la mesa. 


 


―Relájate, JiHoon. 


 


JiHoon sintió la caricia de los dedos de SeungCheol en su brazo. Por una vez, no se sintió tenso cuando alguien invadió su espacio personal. Los dedos de SeungCheol se sentían calientes en su brazo, el calor se filtraba directamente a través de su camisa de trabajo y se extendía por su piel quemándola. Quería pedirle a SeungCheol que lo tocara de nuevo cuando el hombre apartó su mano. 


 


―Esta noche ―dijo SeungCheol, y luego se volvió hacia los otros hombres sentados a su mesa. JiHoon se alejó rápidamente, tratando de no toparse con nadie y haciendo todo lo posible para recordar cómo respirar. Choi SeungCheol lo había invitado. SeungCheol, joder, Choi le había pedido que fuera a su casa. 


 


‘¡Mierda!’ 


 


¿A qué había accedido? 


 


JiHoon se abrió paso a través de la puerta de la cocina y dio un paso hacia un lado porque otro camarero se dirigía hacia él con una bandeja llena de comida. Se recostó contra la pared y cerró los ojos. Sólo necesitaba un minuto, un minuto para recuperar el aliento y controlar sus nervios. 


 


Y luchar a brazo partido con la idea de que el hombre de sus sueños quería llevarlo a su casa para pasar la noche. JiHoon podía sentir que su pecho comenzaba a apretarse, y sabía que estaba al borde de la hiperventilación. 


 


― JiHoon, ¿has visto a la mesa tres? 


 


‘¡Maldita sea!’ 


 


JiHoon abrió los ojos para encontrarse a su tío de pie justo frente a él. ―Sí, señor. ―De alguna manera, las palabras no parecían tener tanto sentido como cuando se las decía a SeungCheol―. Están comiendo ahora. Planeo volver en unos minutos y ofrecerles el postre. 


 


JiHoon sabía que mencionar el postre animaría a su tío, y tenía razón. La profunda expresión en la cara del hombre se deslizó lejos para ser remplazada con una sonrisa. Han SungSoo era sobre todo un hombre de balances. Si pudiera exprimir sangre de un centavo, lo haría. 


 


―Bien, bien ―dijo Han―. Mira a ver si quieren tomar una copa después de cenar también. 


 


‘¡Doblemente maldita sea!’ 


 


―Sí, Sr. Han. ―Señaló JiHoon, tomó una respiración profunda y se empujó a través de la puerta giratoria de nuevo, de regreso al restaurante. Podía ver los ojos de SeungCheol posándose en él antes de que incluso diera tres pasos fuera de la cocina, como si el hombre solo estuviera esperando su comparecencia. 


 


Era casi inquietante la forma en la que los grises y suaves ojos de SeungCheol lo seguían a través de la habitación. Ni siquiera apartó la mirada cuando JiHoon llegó a la mesa. 


 


―Um... ― JiHoon tragó saliva y trató de apartar la mirada de los penetrantes ojos de SeungCheol. No fue fácil. JiHoon sentía que algo lo obligaba a seguir buscando los de SeungCheol―. ¿Puedo ofrecerles a los señores algo de postre y un cóctel después de cenar? 


 


JiHoon sintió que su cara se sonrojaba cuando los otros hombres en la mesa se rieron entre dientes, y se dio cuenta que había hecho la pregunta sin apartar la vista de SeungCheol. ‘¡Fuegos del infierno!’ Estaba seguro de que lo despedirían por esto. JiHoon cerró los ojos por un momento y luego se volvió hacia los otros hombres. Bueno, excepto a Choi MinHo. El hombre todavía lo asustaba. 


 


―Tenemos una mousse de chocolate, que va maravillosamente bien con un café irlandés o un Cabernet Sauvignon del Valle de Napa. 


 


‘Por favor, que pidan algo.’ Si JiHoon lograba que pidieran postre, al menos, podría mantener a su jefe a su espalda, y no sería reprendido. 


 


―¿Has probado la mousse de chocolate? ―preguntó SeungCheol. 


 


JiHoon se giró en la dirección de SeungCheol, pero se aseguró de mirar más allá de la oreja del hombre. No quería quedarse atrapado en su hipnótica mirada de nuevo. ―Sí, señor, es muy suave pero también muy rica, perfecta si le gusta el chocolate. 


 


―¿A ti te gusta? 


 


―Sí, señor. 


 


― JiHoon. 


 


―¿Señor? 


 


―Es de mala educación no mirar a alguien cuando estás hablando con ellos. 


 


―Sí, señor. ―Los hombros de JiHoon cayeron cuando reunió su mirada solo una fracción de segundo, lo suficiente para ver los ojos grises de SeungCheol―. ¿Puedo ofrecerle un postre, señor? 


 


En el segundo que las palabras salieron de su boca, JiHoon tenía la imperiosa necesidad de hundirse en el suelo. La sonrisa divertida que se apoderó de los labios de SeungCheol no lo ayudaba una mierda. El hombre se estaba riendo y divirtiéndose con él en silencio, y JiHoon lo sabía. 


 


―¿Señor? 


 


―Sí, JiHoon, creo que voy a tomar postre. ― SeungCheol le guiñó un ojo, las comisuras de sus labios temblorosos, como si estuviera tratando de no reírse―. Voy a tomar un café irlandés, ya que me lo has recomendado. También voy a tomar algo de tu mousse de chocolate ahora y una para llevar. La voy a guardar para más adelante cuando realmente pueda disfrutarla. 


 


Sí, JiHoon iba a hundirse en el suelo. 


 


―Vamos a tomar lo mismo ―dijeron los otros tres hombres. 


 


―Voy a llevar las órdenes ―dijo JiHoon antes de darse la vuelta y escapar tan rápido como pudo, llevándose los platos sucios con él. Los dejó en la cocina y se dirigió a la barra de postres, dándole la orden del café a BumJoo a su paso. 


 


Ahora bien, si sólo pudiera conseguir pasar el resto de la noche sin hacer el ridículo. No tenía buena pinta. De hecho, si tuviera que salir una vez más, sus posibilidades de no verse como un tonto completo eran nulas. 


 


‘Maldita sea.’ 


 


JiHoon dejó escapar un largo suspiro, esperando a que su bandeja fuera llenada con los postres y los cafés. Oró para que BumJoo no se tomara toda la noche y esperaba que se apresurara como el infierno. JiHoon quería volver con SeungCheol, y sus nervios eran un desastre y temblaba al pensar en estar a solas con el fuerte, seguro y poderoso hombre. 


 


―Mesa tres orden lista ―llamó BumJoo, sacando a JiHoon de sus angustiosos pensamientos. Una vez más, JiHoon respiró por la nariz y exhaló lentamente mientras cogía la bandeja y se dirigía hacia la puerta. 


 


Cuando acercó su mano para empujar la puerta y abrirla, JiHoon vio a SeokMin y rápidamente salió del camino. La puerta se abrió, y faltó poco para que a JiHoon se le cayera la bandeja. ‘Dios, estuvo cerca.’ Se asomó por la pequeña ventana y vio que no había nadie. 


 


Caminó de regreso al salón, JiHoon no sólo vio a SeungCheol mirándolo, sino a toda la mesa. Podía sentir sus rodillas temblar mientras colocaba la bandeja sobre la mesa. ¿Por qué diablos estaban los cuatro hombres mirándolo? 


 


―Sus postres, señores ―anunció JiHoon, como si no pudieran ver lo que estaba pasando alrededor de la mesa―. Disfrútenlos. 


 


―Ven aquí, JiHoon ―dijo SeungCheol acurrucando su dedo índice hacia el interior―. Quiero tener unas palabras contigo. 


 


‘¡Ah, mierda!’ Tenía que haberse ido de inmediato. JiHoon no quería que SeungCheol le diera tanta atención en el trabajo. Era embarazoso, y los otros miembros del personal estaban empezando a mirarlo. JiHoon se irguió y caminó lentamente alrededor de la mesa, colocando la bandeja en la parte delantera de su cuerpo, usándola como escudo. 


 


‘Como si eso fuera a parar a SeungCheol.’ 


 


―Dime si esto tiene buen sabor ―dijo SeungCheol cuando metió el tenedor en la mousse y lo sostuvo en alto para que JiHoon lo probara. 


 


JiHoon miró a su alrededor, viendo a SeokMin mirándolo, el ceño fruncido con desaprobación en su rostro. JiHoon miró hacia otro lado. Tanto si SeokMin lo aprobaba como si no, su tío se subiría a las paredes si hacía algo que insultara a un cliente. 


 


Y negarse a comer del tenedor de SeungCheol sería considerado como un insulto. Su tío era así de extraño. 


 


JiHoon lentamente entreabrió los labios, mirando a la mesa, no miró a SeungCheol ni cuando puso la mousse en sus labios. SeungCheol se tomó lo que pareció un día para retirar el tenedor. ―Ahora, dime lo que piensas. 


 


JiHoon ingirió, pero no le supo a nada. Toda su concentración estaba en su polla intentando que se quedara flácida. Pero sabía que era una batalla perdida. ―Cremoso, suave, y ligero ―respondió humedeciéndose los labios. 


 


―¿Y ahora? ―La voz de SeungCheol se había reducido a algo cercano a la seducción cuando cogió más con su tenedor, una vez más―. ¿Cómo se siente ahora? 


 


‘¿En serio?’ ¿ SeungCheol iba realmente a sentarse allí y darle de comer su maldito postre? JiHoon quería a gruñir, pero en su lugar abrió obedientemente la boca. Esta vez, cuando SeungCheol liberó el tenedor, lo inclinó un poco y aplicó algo de mousse en el labio inferior de JiHoon. 


 


Oh, infiernos, conocía esa mirada. No había manera de que JiHoon le permitiera a SeungCheol lamerle la cara en el centro del restaurante. No había una jodida manera. SeungCheol se inclinó hacia delante, como si fuera a hacer justo eso cuando oyó su nombre siendo rudamente llamado. 


 


JiHoon se volvió para ver a su tío de pie en las puertas, su ceño fruncido y sus labios apretados. 


 


―Esta noche ―le recordó SeungCheol cuando JiHoon se fue. 


 


‘¿Ahora qué?’ 


 


Siguió a su tío a la cocina, pensando lo malo que el sermón iba a ser esta vez. Vio a SeokMin mirándolo desde el otro lado de la habitación y sabía que el hijo de puta se había chivado. 


 


―¿Estás lanzándote sobre la mesa tres? ―le preguntó su tío, sus puños sobre sus caderas. 


 


―No. 


 


―Entonces, ¿por qué algunos miembros del personal me han informado que estás coqueteando con todos los hombres en esa mesa? 


 


JiHoon sabía exactamente quien se lo había contado, y si SeokMin lo observaba tan de cerca, a continuación, el hombre sabía que SeungCheol había estado coqueteando con JiHoon, no al revés, y no los cuatro hombres. ¿Cuál era el jodido problema de SeokMin? 


 


―Uno de los clientes me pidió que probara su postre. 


 


Las manos de su tío se deslizaron de su cintura mientras su rostro cayó. ―¿Por qué, es que hay algo malo en él? ―Se dio la vuelta, mirando a BumJoo. 


 


BumJoo inmóvil, sus ojos mirando a JiHoon. 


 


―No, está bien. 


 


―Bien ―dijo Han y movió su mano hacia la puerta―. Vuelva ahí fuera y sigue sirviendo a la mesa tres. 


 


Los ojos de JiHoon se deslizaron hacia SeokMin para ver al hombre fruncir el ceño más profundamente. ‘Que se joda.’ JiHoon regresó para ver a los hombres de la mesa tres poniéndose de pie. Se apresuró a cruzar el comedor, tirando de la silla de SeungCheol hacia atrás. ―Espero que hayan disfrutado de la cena. 


 


SeungCheol sonrió mientras metía la mano en el bolsillo y sacaba una tarjeta de visita. ―Mi dirección está escrita detrás. Te veré cuando salgas. 


 


La insinuación fue tan clara que los otros hombres que iban con SeungCheol soltaron una risita. JiHoon no les prestó atención, mientras levantaba su brazo y su mano temblorosa tomaba la tarjeta. ―Cuando acabe ―repitió mientras miraba en la dirección garabateada. 


 


―Hasta entonces ―susurró SeungCheol cerca de su oído antes de girarse y unirse a sus amigos al frente del restaurante. SeungCheol se volvió una vez y le guiñó el ojo a JiHoon antes de caminar hacia la puerta. 


 


JiHoon volvió a mirar la tarjeta y luego rápidamente se la metió en el bolsillo. Miró su reloj y vio que SeungCheol había tomado la mayor parte del tiempo de JiHoon. Le quedaban sólo treinta minutos para terminar. 


 


JiHoon sonrió ante la idea de correrse de verdad y luego frunció el ceño. 


 


¿SeungCheol le permitiría correrse? 


 


Mierda.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).