Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Vuelo 212 por Ultraviolet

[Reviews - 3]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

¡¡Buenos días chicxs!! ¡Dejo por aquí otro capítulo para que podáis ir metiéndoos de lleno en la historia! Que solo con dos capítulos, no es suficiente para ver si te gusta o no. Espero que os guste!! Nos leemos <3

 

-          ¿Podemos parar a descansar durante al menos… cinco minutos? – El hombre con la barba recortada y gafas de pasta, llamado Esteban, se cogió el pecho, respirando fervientemente mientras unas gotitas de sudor resbalaban por su rostro.

 

-          Sí, llevamos varias horas andando… - Descolgué la mochila de mis hombros, notando como tenía la espalda ardiendo debido al sol. – Tomad. – Repartí las botellas de agua entre los componentes del grupo.

 

 

-          Ni rastro de la parte frontal del avión… - Nico suspiró, apoyando su costado en una de las tantas palmeras de la isla. – Esto es demasiado frustrante.

 

-          Tenemos que tener paciencia.  - Eché un vistazo a mi alrededor, observando la cantidad de árboles frutales que había, pensando en todas las posibilidades que tenía esta isla en el caso de quedarnos sin ningún recurso en el campamento. Levanté mi rostro, investigando el horizonte en señal de alguna muestra de humo o fuego, que me pudiese dar alguna pista del paradero de la parte frontal del avión. - ¡Eh, eh! ¿Eso de allí es humo? – Hice que todos voltearan con mi comentario.

 

 

-          ¿Podría ser la otra mitad del avión? – Preguntó el otro hombre que nos acompañaba, Richard, alto y fuerte.

 

-          Es lo más probable. – Volví a colocarme la mochila. – Tenemos que dirigirnos a aquellas montañas.

 

-          Nos tomará horas… - Nico me imitó, cargando su mochila tras la espalda.

 

 

-          Como si nos toma días. – Lo miré, fulminándolo con la mirada. – Tenemos que encontrar la parte restante del avión. ¿Cómo te encuentras, Esteban?

 

-          Mucho mejor. – El hombre regordete se levantó, subiendo sus gafas por el puente de su nariz.

 

-          Pongámonos en marcha entonces, cuanto antes partamos, antes llegaremos. – Me encabecé en el pequeño grupo de búsqueda, situándome la primera de todos. Anduvimos durante horas, atravesando caminos inhóspitos, evitando los más peligrosos, cruzando lagos cristalinos y persuadiendo animales que tenían intención de atacarnos.

 

-          Será mejor que paremos aquí a descansar, anochecerá pronto y… los depredadores saldrán a cazar pronto. – Descolgué la mochila, dejándola apoyada en el tronco de un árbol. - ¿Tenéis las tiendas de campaña? – Esteban asintió.

 

-          Creo que hemos tenido suerte al registrar las maletas y ver que un par de ellas contenían material de acampada…

 

-          Oh, sí, qué suerte. Era justo lo que tenía planeado para este viaje. – Suspiré, irónica, sentándome al lado de la mochila y recostando mi espalda en el tronco del árbol. – Mis pies… ¡Arden!

 

-          Es normal. – Nico se sentó justo a mi lado. - ¿Cuánto llevamos andado? ¿Siete horas? – Asentí derrotada, notando como mi estómago se encogía del cansancio y la angustia que sentía en ese momento.

 

-          Encenderé un buen fuego, así los animales no se nos acercarán.

 

-          Buena idea Richard. – Me levanté. – Yo iré al lago que hemos visto ahí atrás, necesitaremos agua.

 

-          ¿Piensas ir sola? – Nico me agarró el brazo, girándome e impidiendo avanzar.

 

-          Creo que soy bastante mayorcita para caminar cien metros hasta el lago. – Con mi mano libre, agarré su brazo, deshaciendo el agarre. – No me agobies, te lo pido por favor.

-          Lleva cuidado. – Se giró, molesto, a ayudar a Richard con el fuego. Suspiré cansada ante su actitud, era mi mejor amigo, sí. Agradecía su preocupación, pero… no puede estar cuidando de mí las 24 horas del día. Era agobiante, y mucho más en la situación en la que nos encontrábamos.

 

-          Siempre lo llevo. – Me volví a sumergir en la frondosa selva, siguiendo un pequeño sendero que llevaba al lago. Tuve que deslizarme un par de metros a través de una pequeña pendiente rocosa, clavándome pequeñas piedras en el trasero. - ¡Ay! ¡Joder! – Con cuidado, retiré cada diminuta roca incrustada en mi piel y me deshice de los zapatos, sumergiendo mis pies bajo la cristalina y helada agua del lago. Además de notar pequeños escozores debido a las heridas en mis pies. Estiré mis brazos y los coloqué tras mi cabeza, recostándome en el pasto mientras que mantenía los pies sumergidos hasta las rodillas.

 

-          Está todo tan tranquilo, que parece mentira que estemos en esta puta situación. – Miré al cielo, viendo como las nubes se desplazaban lentamente y se relajaban todos mis músculos. Bajé la mirada y mis ojos se perdieron en la profundidad del bosque que tenía justo delante de mí: árboles, árboles y más… Me reincorporé rápidamente al distinguir una figura alta y robusta entre los frondosos troncos. Tenía la cara completamente pintada de negro y azul, formando un extraño símbolo desconocido para mí. Sus ojos conectaron con los míos y una sensación de temor me invadió, froté mis ojos ante aquella visión y al separar las manos de mi rostro… no había ni rastro de aquel hombre.

Me reincorporé rápidamente, con la adrenalina recorriendo todo mi cuerpo. Giré sobre mis talones y volví a subir la misma pendiente que había tenido que bajar para llegar al lago. Tras pocos segundos volví al campamento, donde Esteban, Richard y Nico cenaban tranquilamente. Pero sus caras cambiaron al ver mi agitación.

-          ¿Y esa cara? - Nico vaciló. - ¿Has visto un fantasma o algo parecido?

 

-          La verdad es que... no sé muy bien lo que he visto. - Dije en un suspiro ahogado que no entendieron.

 

-          Si no hablas más alto, no te entenderemos...

 

-          Me ha parecido ver… n-nada, da igual. - Le resté importancia, aunque la verdad es que estaba bastante preocupada. Podía haber sido una ilusión fruto de la deshidratación, los pocos nutrientes y el shock por el accidente. - Será mejor que mañana nos demos prisa en encontrar la otra parte del avión, tenemos que volver rápido al campamento. - Nico se extrañó ante mi nerviosismo, mientras que los otros dos hombres siguieron comiendo tranquilamente. - Esta noche habrá turnos para hacer guardia, no podemos bajar la guardia en ningún momento. ¿De acuerdo?

 

A todos les pareció bien la idea, por lo que antes de ir a dormir, nos pasamos algunas horas conociéndonos unos a otros. Esteban era un empresario bastante reconocido que viajaba en el avión por cuestión de negocios, mientras que Richard era un ex-militar que viajaba en el avión con el afán de volver con su familia, tras 15 años de servicio militar. Y Nico... bueno, él pertenecía a mi pequeño e íntimo grupo de amigos. Tiene al igual que yo, 23 años, y cursa el último año de Bioquímica.

 

-          Yo haré la primera guardia, chicos. - Esteban se levantó, abrochando un botón rebelde que se había escapado de la camisa.

 

-          Yo te sustituiré en un par de horas. - Richard se ofreció, metiéndose en una de las dos tiendas de acampada. Por lo que Nico y yo dormiríamos juntos en la otra tienda.

 

-          Si tenéis algún problema, llamadnos. - Levanté mi mano, en señal de despedida.

 

-          No te preocupes, descansa. - Esteban se sentó al lado de la hoguera. - Necesitamos a la médica del grupo con las energías al máximo.

 

-          Hace falta más de un accidente de avión para acabar con mi energía. - Adopté un gesto vacilante con una sonrisa burlona. – Intentad descansar algo esta noche.

 

Me tumbé en un lado de la tienda, dejando espacio suficiente para que Nico se acostara a mi lado. El silencio reinó en los dos, ninguno podía creerse la situación en la que estábamos. Pero la cuestión era esa, que "estábamos" vivos. Y ahora había que luchar por ello.

 

-          ¿Te acuerdas... de la última vez que dormimos juntos? - Giré mi rostro para encontrarme de frente con el suyo, mirándome con una tierna sonrisa.

 

-          Sí... acabamos Rachel, Robert, Liz, tú y yo durmiendo en la cama de los padres de Liz.

 

-          ¿Y Rick?

 

-          Rick acabó durmiendo en la piscina, nos lo encontramos la mañana siguiente dormido en el flotador de la hermana pequeña de Liz, ¿No te acuerdas? - Se me escapó una leve risa al recordarlo.

 

-          Oh, sí... - Emitió una pequeña risa. - Recuerdo que estaba desnudo.

 

-          Liz se deshizo del flotador después de aquello... - Formé en mi rostro una sonrisa melancólica.

 

-          ¿Crees que... estarán vivos? - Cerré los ojos con fuerza ante su pregunta, era algo muy poco probable, pero... algo en mi interior me decía que estaban vivos.

 

-          Sí. - Me tumbé sobre mi costado, dándole la espalda a Nico. - Volveremos a estar juntos, a hacer fiestas... a reírnos juntos. Estoy segura. - Mi voz se apagó y Nico me agarró el brazo con fuerza, transmitiéndome esperanzas.

 

-          Hasta mañana, Eva. - Se acercó y depositó un beso en mi mejilla. - Descansa.

 

-          Buenas noches...

Me desperté cuando los primeros rayos de sol se colaron por los pequeños agujeros de la tienda, haciendo que frotase mis ojos con las palmas de mis manos. Me incorporé sobre mi trasero, notando todos los músculos de mi espalda tirantes, provocándome un agudo dolor en la parte baja de ésta.

-          Mi cabeza… - Me coloqué el pelo hacia atrás, dejándolo caer libremente por mi espalda y rostro. Desvié mi mirada y vi como Nico seguía dormido. Opté por no despertarle y salí de la tienda para encontrarme con los demás. Pero para mi sorpresa, no había nadie.

 

-          ¿Richard, Esteban? – Me acerqué a la otra tienda.

 

-          ¿Qué pasa? – Una voz dormida salió de la tienda. - ¿Dónde está Richard? – Giró sobre sí mismo, buscando la misma respuesta que yo buscaba. – La última vez que lo vi fue anoche, cuando me cambió el turno de vigilancia.

 

-          Sus cosas siguen en la tienda. – Volví a pasar los dedos por mi pelo, nerviosa. – Vale, ¿Qué hacemos ahora? – Suspiré y noté como se acercaban a mi espalda.

 

-          ¿Qué pasa? ¿Por qué hay tanto alboroto? – Nico apareció, sobándose los ojos debido al cansancio.

 

-          Richard ha desaparecido. – Frunció el ceño, extrañado ante la situación. – Pero todas sus cosas siguen aquí…

-          ¿Todas sus cosas siguen aquí? – Afirmé. - ¿Y si… lo han secuestrado?

 

-          ¿Quién haría eso? Somos los únicos de la isla. – Inquirió Esteban, bastante seguro de sí mismo. Entonces me vino la imagen a la cabeza del hombre con la cara pintada que había visto en el río.

 

-         S-sí, tienes razón. – Dije, no muy segura de mis palabras ni de lo que había visto la noche anterior. ¿Qué hacemos?

-           Richard era militar, seguro que se ha adelantado al grupo para comprobar el terreno.

-           Sí, podría ser. – Añadió Nico, convencido de que era un buen argumento. – Deberíamos recoger y ver si lo encontramos más adelante. Iremos hacia el humo que vimos ayer. Seguro que encontramos a Richard por el camino.

Recogimos todo el campamento que habíamos montado la noche anterior, borrando cualquier huella que pudiese delatar nuestra posición. Es verdad que la mente te juega malas pasadas cuando estás en malas condiciones físicas y psicológicas, pero la imagen de aquel hombre era tan real, que cuando sus ojos contactaron con los míos, sentí que me estaba amenazando.

 

Esta vez decidí no encabezar el grupo, posicionándome la última, observando con atención todo nuestro entorno. Si aquel tipo quería algo de mí, volvería a buscarme.

 

Y así anduvimos durante horas…

 

-          ¡Eh, eh! ¡Mirad! – Un grito me hizo despertar de la pequeña ensoñación en la que estaba sumida durante horas. - ¡El avión! ¡Vamos! – Apresuramos el paso hacia el lugar del accidente. Estaba destrozado: árboles destruidos, abrasados… pero a pesar de eso, todo estaba muy tranquilo. Excesivamente tranquilo.

 

-          ¿No sentís que hay… demasiado silencio? – Miré a mí alrededor mientras Nico se introducía dentro de la parte frontal del avión, observando cada árbol, cada roca, cada arbusto… tenía la sensación de que alguien nos vigilaba.

 

-          ¡Eva, no hay nadie en el avión! – Gritó Nico desde dentro. - ¡No hay nada!

 

-          ¿Cómo que no hay nada? – Me acerqué al avión, con intención de entrar, pero Nico salió justo en ese momento.

 

-          No hay nada, Eva. – Un sudor frío me recorrió por todo el cuerpo. - ¿Dónde está Esteban?

 

-          Está aquí… - Me giré, pero él ya no estaba. – Estaba aquí hace un momento.

 

-          ¿Qué coño está pasando?- Nico estalló en una furia contenida, pateando el avión. - ¿¡Qué hostias pasa en esta puta isla!?

 

-          Creo que me voy a volver loca… - Me masajeé las sienes, observando a mi alrededor. Aún no se me quitaba la extraña sensación de que nos seguían. - ¡Eh! ¡Si quieres algo de nosotros, sal ya! ¿Eres un cobarde? – Grité a todo pulmón, sonando amenazante. - ¡Vamos, sal de dónde te escondas!

 

-          Eva, ¿Pero qué te pasa? – Me agarró del brazo y me giró fuertemente.

 

-          Tengo la sensación de que nos están espiando, Nico. – Le susurré al oído, sin dejar de vigilar el entorno.

 

-          ¿Espiando? ¿Pero quién?

 

-          No lo sé… pero todo esto me da mala espina. – Me giré sobre mis talones, caminando un par de pasos hacia el centro de la selva. – Algo… no está bien aquí, Nico. – Volví a girar para encontrarme con Nico, pero no fue exactamente eso lo que me encontré… El mismo hombre que había visto en el lago, estaba justo detrás de él, con una mirada amenazante.

 

-          ¡Cuidado! – Reaccionó rápidamente y dio media vuelta para encontrarse con aquel hombre, pero antes de que pudiese ver nada, noté un gran golpe en la parte inferior de mi cabeza, cayendo inconsciente sobre la tierra húmeda de la selva.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).