24. Apodos cariñosos
Es viernes por la noche y como se ha vuelto costumbre, Light y Elle se la pasan viendo películas en el sofá grande de la sala. Ya no tienen la misma energía de cuando tenían veintidós como para salir de fiesta y luego de una larga semana de trabajo realmente aprecian estos momentos juntos.
Se tiran en el sofá, Light encima de Elle mientras éste último busca en la lista qué película verán.
—Sabes, amorcito... —murmura Light acomodándose sobre el pecho de su esposo— Hoy me levanté muy temprano para arreglar el jardín.
—Me alegro, mi vida —Elle sonríe, acariciándole la cabeza— ¿notaste que hoy saqué la basura sin que me lo dijeras?
El castaño entrecierra los ojos y finge una sonrisa.
—Por supuesto, bebé. Yo estaba preparando el desayuno para entonces, ¿no te fijaste?
—¿Fue cuando salí al patio para traerte una rosa, mi cielo? —Le aprieta la punta de la nariz de manera juguetona.
—No mi osito, creo que fue cuando yo te estaba preparando la tina para que te relajaras un rato.
Es una guerra de quién hizo más tareas del hogar o por el otro, pero lo hacen con palabras dulces y motes cariñosos. Se ha vuelto costumbre que los viernes a la noche pidan algo para comer y así evitar todo el lío que implica cocinar. El problema es que hoy Light quiere pizza y Elle hamburguesas.
—Mi terroncito... —continúa Elle, dándole un beso en la frente— yo lavé el baño.
El castaño sostiene el aliento de inmediato y su corazón se acelera. Superar eso es difícil. Él no es un niño de mami y papi como cualquiera creería, es hábil con las tareas domésticas, pero lavar el baño es imposible porque le da demasiado asco. Sin embargo recuerda algo que hizo ayer por la noche que le asegurará la victoria.
—Mi pandita azucarado, te preparé un pastel y lo dejé en el refri, ¿lo viste?
Elle abre por completo los ojos y retiene un gritito, un sinfín de ideas cruzan por su cabeza, sin embargo ninguna es lo suficientemente buena, así que decide rendirse.
—Bien... —murmura pasándose una mano por la cara— Comeremos pizza.
Light le da un beso de la emoción y Elle se pone de pie con desgano. El próximo viernes tendrá su revancha, pero hoy su terroncito quiere pizza y tendrá pizza.
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24. Apodos cariñosos
Es viernes por la noche y como se ha vuelto costumbre, Light y Elle se la pasan viendo películas en el sofá grande de la sala. Ya no tienen la misma energía de cuando tenían veintidós como para salir de fiesta y luego de una larga semana de trabajo realmente aprecian estos momentos juntos.
Se tiran en el sofá, Light encima de Elle mientras éste último busca en la lista qué película verán.
—Sabes, amorcito... —murmura Light acomodándose sobre el pecho de su esposo— Hoy me levanté muy temprano para arreglar el jardín.
—Me alegro, mi vida —Elle sonríe, acariciándole la cabeza— ¿notaste que hoy saqué la basura sin que me lo dijeras?
El castaño entrecierra los ojos y finge una sonrisa.
—Por supuesto, bebé. Yo estaba preparando el desayuno para entonces, ¿no te fijaste?
—¿Fue cuando salí al patio para traerte una rosa, mi cielo? —Le aprieta la punta de la nariz de manera juguetona.
—No mi osito, creo que fue cuando yo te estaba preparando la tina para que te relajaras un rato.
Es una guerra de quién hizo más tareas del hogar o por el otro, pero lo hacen con palabras dulces y motes cariñosos. Se ha vuelto costumbre que los viernes a la noche pidan algo para comer y así evitar todo el lío que implica cocinar. El problema es que hoy Light quiere pizza y Elle hamburguesas.
—Mi terroncito... —continúa Elle, dándole un beso en la frente— yo lavé el baño.
El castaño sostiene el aliento de inmediato y su corazón se acelera. Superar eso es difícil. Él no es un niño de mami y papi como cualquiera creería, es hábil con las tareas domésticas, pero lavar el baño es imposible porque le da demasiado asco. Sin embargo recuerda algo que hizo ayer por la noche que le asegurará la victoria.
—Mi pandita azucarado, te preparé un pastel y lo dejé en el refri, ¿lo viste?
Elle abre por completo los ojos y retiene un gritito, un sinfín de ideas cruzan por su cabeza, sin embargo ninguna es lo suficientemente buena, así que decide rendirse.
—Bien... —murmura pasándose una mano por la cara— Comeremos pizza.
Light le da un beso de la emoción y Elle se pone de pie con desgano. El próximo viernes tendrá su revancha, pero hoy su terroncito quiere pizza y tendrá pizza.