Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Siempre ambos por yaoiana

[Reviews - 52]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Hola a todos y todas, lamento tardar pero mi salud y el trabajo no me habían permitido adelantar.

 

Espero que este capítulo despeje dudas y les guste¡¡

Capítulo 20: Emboscada

 

Si bien no necesitaba dormir mucho, le gustaba compartir aquellos momentos de pereza con su hanyou, pero en esta ocasión, dio todo para fingir que dormía ante los agudos susurros de sus hijas y sobrina.

Inuyasha aún dormitaba tranquilo, ajeno a las habladurías que podía escuchar desde la cocina.

 

−       Se ven tan bien juntos - comentaba Moroha cuando había observado a su padre dormir sobre el pecho de Sesshoumaru.

 

−       Parecen unos adolescentes viviendo su primer amorío- manifestó algo molesta Setsuna, ya que ambos hombres olían a alcohol y sexo.

 

−      No te molestes Setsuna - dijo conciliadoramente Towa- para ellos esto es nuevo, además, cuando lleguen tendrán mucho trabajo y estarán muy ocupados.

 

−      Es verdad, déjalos disfrutar - expresó animadamente la casi humana- ambos están felices y no les vamos a estropear eso…  me pregunto… ¿cómo estarán las cosas en la otra época?

 

−      Si, también tengo curiosidad de ver como va la Academia - dijo la albina- supongo que luego de este último viaje debemos regresar.

 

−      ¿Qué tal si vamos con los cachorros y buscamos desayuno? - propuso Setsuna.

 

−      ¡Si! ¡vamos! - expresó Moroha.

 

Unos quince minutos después, la alcoba quedó únicamente con ambos.  Suspiró cansino de tener que fingir, pero las jóvenes tenían razón, pronto debían volver a sus tierras. Aprovechó para perderse en los rasgos de Inuyasha y le acarició el rostro y las orejas, que empezaron a moverse.

 

−      ¿Estás despierto?

 

−      Tus caricias y el hambre me despertaron- espetó mientras daba sutiles besos en el pecho del mayor.

 

−      ¿De qué tipo de hambre estamos hablando?

 

−      Ja¡ no piensas nada sucio - lo riñó.

 

−      Vamos a organizarnos, escuché que salieron por el desayuno.

 

−      Llévame, me dejaste el culo bien adolorido.

 

Sonrió y cargó al exigente hanyou hasta el baño, abrió la ducha y recostó al menor contra la pared, dejando que el agua caliente se paseara libre por sus cuerpos.  Allí, observando el cabello húmedo de Inuyasha y sus divinos rasgos, se sintió completo como nunca antes lo había experimentado.

 

−      Inuyasha…

 

−      ¿ Mmm? - consultó el menor mientras se sostenía del cuello de su esposo.

 

−      Si te pierdo, enloquecería.

 

−      Tonto, ¿a qué va eso?, estoy aquí contigo - dubitativo.

 

−      Es lo que siento y mi yoki lo refuerza, cuando estoy lejos de ti siento una angustia que me carcome, al punto de enloquecerme.

 

−      Ven aquí - exigió el híbrido para luego besar con fogosidad a ese varonil y sensual demonio… sabía que Sesshoumaru era burdo para decir lo que sentía, pero en aquellas palabras iba disfrazado el amor que le profesaba el daiyokai.

 

−      También te amo y siento lo mismo que tú… somos uno ahora Sesshoumaru, recuérdalo siempre.

 

Se besaron por largo rato, ajenos al agua que corría por sus cuerpos como testiga de la devoción que se profesaban ambos poderosos seres.  Finalmente salieron del baño y se vistieron, siendo acertados ya que sus vástagos acababan de entrar y traían el desayuno. 

Cuando los bebés los vieron, inmediatamente estiraron sus manos para ser cargados por sus padres.

 

−      ¿ Me extrañaron, pequeños bribones? - comentó Inuyasha mientras recibía a sus gemelos.

 

−      Buenos días pa, señor Sesshoumaru - saludó Moroha- pa, ¿ no te levantaste con resaca? - indagó.

 

−      ¿Resaca? mm… no, ¿por qué?

 

−      Cuando fuimos por el desayuno, escuchamos sobre dos hombres peli platas que casi se toman todas las bebidas del bar - dijo divertida Towa.

 

−      Supongo que si nos excedimos un poco… - dijo un tanto apenado el hanyou.

 

−      Bueno, no importa, vamos a desayunar para que sigamos con el itinerario - comentó Setsuna.

 

Desayunaron en familia y luego alistaron todo para viajar con destino a  Transilvania.  Inuyasha no quiso preocupar a las chicas, pero estuvo atento del estado alerta de su  esposo… quien olfateaba con disimulo cualquier presencia extraña.

 

−      Todo estará bien, Sesshoumaru.

 

−      Prefiero ser precavido.

 

Fue así que llegaron en la puesta del sol, caminaron por la plaza detallando la rústica y hermosa arquitectura gótica y se instalaron en un sencillo hotel. Para fortuna, el hotel venía con la oferta del recorrido por el castillo Drácula, el último recorrido de la jornada.

 

−      Tuvimos suerte de también adquirir el recorrido- dijo Towa.

 

−      ¡ Si! es el último- acompañó Moroha- y de noche, aún más tenebroso

 

−      Supongo que será algo emocionante- añadió Setsuna- pero también tranquilizador, no he percibido alguna criatura extraña, solo humanos.

 

−      Yo igual-afirmó el mayor de los demonios un poco más tranquilo.

 

−      Ya dejen la paranoia, dejemos todo aquí y preparémonos para la salida- puntualizó Inuyasha.

 

Más tranquilos, dejaron todo en el hotel y partieron para el tour por el castillo.  La noche estaba iluminada por la luna llena y varias estrellas, una noche muy parecida a las que se plasmaban en la época Sengoku. 

Inuyasha y Sesshoumaru iban atrás con los gemelos, mientras observaban la emoción de sus hijas por recorrer aquella magnánima fortaleza.  Para el daiyokai también fue curioso ver la estructura, si bien no era tan grande como su palacio, se veía tétrico e imponente, además ese tono ladrillo de las copas del edificio, le daban un matiz de catástrofe.  El interior era similar, a excepción de algunas flores y plantas que mitigaban el escenario de terror; no obstante, lo lúgubre se hizo presente cuando empezaron a bajar por los pasadizos oscuros y poco iluminados.

Los humanos que acompañaban el recorrido iban muy unidos y tomando algunas fotos, se veían tranquilos, muy tranquilos para el gusto de Sesshoumaru.

 

Cuando llegaron a la planta más baja, Sesshoumaru supo que habían sido engañados.

 

−      Setsuna, Moroha, Towa, protejan a Inuyasha- ordenó el mayor.

 

−      ¿Eh?, ¿pero qué pasa?– preguntó Moroha algo desubicada.

 

−      Vaya, no solo eres fuerte, sino suspicaz- dijo una voz que inundaba la estancia- no pensé que fueras a venir maldita bestia, debiste dejar todo por la paz y no buscarme.

 

Inuyasha y las chicas observaban cómo las personas que los habían acompañado en el recorrido los rodeaban y de algunas compuertas salían más.

 

−      Váyanse de aquí, no queremos lastimarlos- advirtió Moroha. Empero, los humanos se miraron entre sí y comenzaron a reír.  Ninguna entendió nada hasta que los “ humanos” comenzaron a transformarse en criaturas horrendas.

 

−      ¿Qué clase de criaturas son estas?- preguntó Inuyasha- ¿cómo pudieron ocultar su nauseabundo olor?- reflexionó y supo que fue de esa manera que los habían estado vigilando y los condujeron a esa emboscada.

 

−      Los quirópteros hematófagos superiores pueden disfrazarse de seres humanos, por lo general, poseen una extraordinaria rapidez, fuerza y habilidades sobrenaturales de curación- expresó el sujeto rubio que habían conocido en Kioto- somos los únicos de nuestra raza, los únicos sobrevivientes.

 

−      Déjanos ir y prometemos no exterminarlos- ofreció Inuyasha mientras cargaba a los gemelos y se refugiaba tras las chicas.

 

−      Inuyasha- gruñó el daiyokai ante la tregua que proponía su esposo. Él quería acabar con ese sujeto sin importar qué, sentía un odio inmenso por esa criatura.

 

−      Comprendemos lo que se siente mantener vivo el linaje, toma la tregua y no habrá derramamiento de sangre- proponía nuevamente el hanyou.  Las chicas lo miraban y sentían que hablaba con sensatez, además, de que habían dejado todo en el hotel, incluso, sus espadas…

 

−      Es una buena propuesta, sin embargo, si los vencemos y nos alimentamos de su sangre, podremos vivir por mucho más- sonrió ladinamente- así que propuesta declinada.

 

La lucha dio comienzo, el daiyokai con su látigo comenzó a atacar a la criatura de cabellos dorados, mientras que las chicas, batallaban contra aquellos abominables seres.  Estos medían aproximadamente tres metros, con cuerpos encorvados, garras y su rostro parecía el de un murciélago.

Debían hacer uso de su fuerza física, sus espadas estaban lejos de su alcance y no podían darse el lujo de marcharse por ellas.

El albino menor observaba todo mientras cargaba y arrullaba a los asustados gemelos, si bien las jóvenes peleaban con toda su fuerza, aún les faltaba la experiencia en combates que a él le sobraba.

 

−      Maldición, esto será más complicado de lo que pensamos- exclamó Moroha algo agotada de estar dando puños y esquivando golpes.

 

−      Quédense con los niños, yo me haré cargo- formuló Inuyasha.

 

−      ¡ No!, padre nos ordenó protegerte y lo haremos con nuestra vida- comentó la gemela azabache.

 

−      ¡ Set…suna!-  exclamó con sorpresa el hanyou.

 

La batalla era fiera, Sesshoumaru intentaba intervenir para ayudar a las chicas pero aquel ser era veloz y se lo impedía.  Las hanyou habían acabado con una bestia, pero aún faltaban seis, era una pelea muy desigual.  

Inuyasha estaba preocupado y mucho más al escuchar los sollozos de sus hijos, tan desorientado que no contó con que las mujeres, solo batallaban contra cinco de los quirópteros… ¿dónde estaba el sexto?

 

−      ¡¡ Inuyasha!!- llamó con fuerza Sesshoumaru al ver como por la espalda, una de las criaturas saltaba para atacar a su esposo. Sentía como la pesadilla volvía a repetirse.

Todo lo que pasó, sucedió ante los ojos aterrados y anonadados de los demonios.  El hanyou yacía tendido en el suelo, con la mirada perdida y completamente inmóvil. A su frente, yacían dos perros demonios del tamaño de Kirara (cuando se transformaba) que lo cubrían y que habían destruido a la bestia con sus fuertes y prominentes mandíbulas.

 

−      Ryotaki… Yukiyo… - llamó en un hilo de voz Inuyasha, pues sus hijos se habían transformado en perros demonios para protegerlo y se veían sumamente amenazadores.  De sus fauces salía veneno y su saliva era ácido, la cual, estaba dejando aberturas en el suelo… era como ver la transformación de su esposo, pero en tamaño pequeño.

 

−      ¿Qué clase de criaturas son ustedes?- consultó inquieto el vampiro al ver aquellas bestias caninas.  Ordenó la retirada, no creía que pudiesen enfrentarse contra una bestia que lanzara ácido y consumiera sus cuerpos.

 

El daiyokai pensaba seguirlos, pero al ver tan asustado a su esposo y tan enfurecidos a sus hijos, decidió dejar todo concluido.  Se acercó a Inuyasha y lo besó para tranquilizarse, se había asustado pero olvidó que ahora era  apoyado por su familia… eran una camada y como tal, se protegían.

 

−      Ryotaki, Yukiyo- los llamó con su imponente voz y los cachorros se acercaron a él.  Les acaricio  el lomo intentando tranquilizarlos- lo hicieron muy bien - les dijo- todos lo hicieron muy bien - expresó nuevamente pero esta vez viendo a las féminas quienes se sintieron orgullosas por la consideración.

 

−      Vamos a casa, mis bebés- les dijo con ternura Inuyasha mientras les besaba sus hocicos, aquello fue lo más tranquilizador para los gemelos, que de nuevo tomaron su forma humanoide y se instalaron en sus brazos.

 

−      Vaya, esto fue intenso-expresó Moroha animada- espero que nuestras próximas vacaciones sean así.

 

Todos sonrieron ante el comentario, aquel viaje familiar había sido bastante particular y lo era, debido a que su linaje era muy singular.  Optaron por recoger sus cosas y partir a Japón, tan solo les esperaba el festival de Tanataba y regresarían a su verdadero hogar… las Tierras del Oeste.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).