Llevaba días perdido en el desierto, ni siquiera podía recordar cuando fue la última vez que bebió agua y su cuerpo estaba a punto de llegar a su límite. Apenas podía caminar y por más que intentaba cubrir su rostro para que los rayos del sol no fueran tan intensos no lograba sentirse mejor.
Necesitaba descansar y beber un poco de agua pronto o no podría llegar más lejos que eso. Pero no encontraba un solo lugar en el cual poder refugiarse o lo suficientemente seguro para detenerse a descansar.
Debía haberse vuelto loco para estar haciendo algo así, pero desde el momento en que esos ojos rojos y desafiantes acompañados de la sonrisa de dientes afilados aparecieron en su sueño no había pensado en nada más.
Lo invitaban a seguirlo, lo sabía por la expresión grabada en ese rostro que apenas podía ver, por la forma en que su mano se estiraba hacia él y su garganta se resecaba haciéndolo pasar saliva con solo verlo.
Necesitaba encontrarlo sin importar qué, incluso si estaba arriesgando demasiado por una simple ilusión y alguien que ni siquiera existía, pero no podría detenerse hasta haber investigado si aquella persona era real.
No estaba seguro de lo que ocurrió, si el calor y la deshidratación lo estaban haciendo alucinar o si solo estaba soñando de nuevo, pero ahí estaban de nuevo esos ojos rojos de mirada desafiante clavados en él mientras lo retaban a ir hasta donde estaba.
El agua lo rodeaba y solo incrementaba su deseo de encontrarlo ¿Se estaba burlando de él? ¡Si estaba en esa situación era a causa suya! Y no le bastaba con ocupar sus pensamientos todo el día desde hace tiempo, sino que además ahora lo provocaba y lo hacía necesitarlo.
La única razón para vagar a mitad del desierto era encontrar esos ojos que seguían apareciendo en sus sueños y no lo dejaban pensar en nada más. Sabía que debía encontrar al dueño, algo en su interior gritaba que debían encontrarse y no podría estar tranquilo hasta conseguirlo.
Quizá había llegado a su límite y estaba alucinando o luego de desmayarse alguien lo encontró e intentaba ayudarlo, pero escuchaba que alguien lo llamaba con insistencia.
Abrió los ojos con dificultad y al fin lo vio, el dueño de los ojos rojos estaba frente a él, refrescándose en un oasis cristalino sin preocuparse por más. Sintió la presencia de Haru y su mirada contemplándolo, haciendo que dirigiera su vista hacia él.
También lo buscaba y supo qué se trataba de él en el momento que sus miradas se cruzaron. El agua brincó a su alrededor creando una pequeña brisa al tiempo que le regalaba la sonrisa más amplia que tenía mientras extendía su mano hacia él.
Su expresión no era la misma de sus sueños, seguía invitándolo a acercarse, pero no lo retaba más, sino que mostraba lo mucho que también había ansiado encontrarlo y lo emocionado que estaba por tenerlo ahí.
No lo dudó más y tan pronto vio su expresión se deshizo de su ropa y saltó al agua junto a él. La sed había desaparecido y solo quedaba el deseo de compartir ese pequeño paraíso a su lado...
—¡Haru! ¿Qué haces aquí? Volveré a casa en un par de días —apenas podía creer que estuviera ahí, esperando fuera de su hotel.
—Necesitaba verte —frotó sus ojos un poco, aun si la diferencia horaria no era mucha el vuelo había acabado con su energía y sin poderlo evitar sus ojos se habían cerrado.
—Pudimos hacer una video llamada, no tenías que venir hasta aquí —acarició sus mejillas suavemente sin dejar de mirarlo, no era un regaño ni trataba de hacerlo sentir mal, solo estaba preocupado de que hubiera hecho todo eso sólo por verlo.
—Si hubiera sido una video llamada no podría sentir tus caricias —aun estaba adormilado y solo dejaba que Rin siguiera con lo que hacia disfrutando del contacto.
—Así que después de todo tu madre tenía razón y debo vigilarte por si acaso —le fue inevitable reír unos instantes sin despegar su vista de él—. Ven aquí, necesitas descansar y dormir un poco, pero no en la calle —Rin sujetó su mano para poder guiarlo hacia el interior.
—Solo necesito estar contigo, estaré bien después de eso —rodeó su cuerpo por la espalda mientras se acercaba más a él, aunque fuera difícil decirlo su compañía le había hecho más falta de la que esperaba y no había dejado de pensar en él un solo momento.
—De verdad eres muy extraño —lo miraba con dulzura y una disimulada sonrisa, Haru podía ser impulsivo en algunas ocasiones, pero siempre que lo hacía terminaba siendo adorable.
—Tuve un sueño extraño, y estabas en él... —no entraría en detalles ni explicaría que ese sueño se había repetido tantas veces que por eso decidió viajar a Australia para verlo—. Debe ser culpa tuya, mis sueños siempre han sido normales, eres tú quien sueña cosas extrañas.
—Quizá tengas razón y compartimos más de lo que creemos... —no pudo evitar reír, también lo extrañó en esos días lejos, y justo ese mismo día había soñado con él y estaba seguro de que si le contaba su sueño su primer comentario sería que era extraño como siempre.
Tal vez sus sueños fueron completamente distintos entre ellos y quizá no tenían ningún tipo de conexión, pero existía una pequeña posibilidad de que fuera una señal de su inminente encuentro o de su deseo de que ocurriera.
Poco importaba en ese momento, fuera lo que fuera, al menos Haru estaba ahí, y no tendrían porque seguir ansiando su reencuentro.