Haru llevaba varios días actuando extraño, más que otras veces. Había hecho todo tipo de cosas, desde mostrar su fuerza y su velocidad al nadar hasta recoger varios gatitos que encontraba en el camino solo para llevarlos hasta donde él estaba para que pudieran jugar con ellos.
A Rin le gustaba tenerlo cerca intentando atraer su atención, pero también se sentía extraño que todo el tiempo pareciera querer impresionarlo incluso con las cosas más comunes. No se lo había dicho, pero comenzaba a ser incómodo y no tenía idea de como afrontarlo.
Así que simplemente dejó que siguiera con lo que sea que planeara, al menos hasta encontrar una manera de hablarlo con él. O eso había pensado hasta el día en que Haru decidió llegar frente a él con todo tipo de regalos.
—¿Qué significa esto? —lo miraba con curiosidad intentando ocultar lo avergonzado que también se sentía.
—Son para ti —comenzó a dejar las cosas sobre su mesa sin siquiera mirarlo, estaba demasiado concentrado en entregarle los presentes como para eso.
—Pregunté que significa... ¡Ni siquiera necesito la mitad de estas cosas! —Haru seguía dejando obsequios—. Basta, parece que me estás ignorando —comenzaba a molestarse y no permitiría que siguiera con eso sin decir nada.
—Son regalos para ti, estoy cortejandote —por fin lo miró dejando el último regalo.
—¿Qué? —por supuesto que lo escuchó, pero no podía entender que trataba de hacer.
—Se supone que la mejor forma de conquistar un omega es mostrando que eres el mejor candidato para tener cachorros, tus habilidades para protegerlo son mejores y puedes darle todo lo que necesita —su expresión era seria y no dejaba de verlo.
—¿Disculpa? —Rin no había tomado bien el comentario de Haru y su expresión lo dejaba claro.
—Lo siento, no es eso lo que quería decir —sospechaba que usar ese argumento resultaría terrible, pero ni siquiera sabía como explicar lo que intentaba hacer.
—Te daré otra oportunidad para explicar lo que sea que tratas de hacer —cruzó sus brazos sobre su pecho esperando que hablara.
—Me gustas, Rin...
Ambos permanecieron en silencio durante unos instantes, ninguno sabía que decir en ese momento y solo podían mirarse.
—Haru... Nada me gustaría más que ser correspondido... Pero no quiero que sea porque estamos destinados o porque eres alfa y yo omega —hizo una pausa un poco larga antes de fijar su mirada en los regalos.
Haru en verdad se había esforzado eligiendo cada uno de ellos, pues eran cosas que a Rin le gustaban, pero pensar que lo hacía solo por la conexión entre ambos era demasiado doloroso para soportarlo, incluso si decía que le gustaba.
—En realidad, no quiero estar con nadie si es sólo porque somos alfa y omega —jugó con sus dedos sobre algunos de los regalos evitando la mirada de Haru.
—No se trata sólo de instinto Rin —necesitaba ser sincero, por más difícil que resultara hablar—. No me importa si estamos destinados, o lo que sea que somos. Me gustas desde hace más tiempo del que puedo recordar, y nada tiene que ver que estemos destinados.
Rin intentó hablar, pero Haru no se lo permitió. No quería que pensara cosas que no son ciertas y sabía que si desaprovechaba esa oportunidad quizá no podría sincerarse nunca.
—Sabes bien lo cerca que he estado de marcarte en este tiempo, pero pongo todo mi esfuerzo por no hacerlo. No haría nada que pudiera lastimarte, y mucho menos te obligaría a hacer algo que no quieres —su expresión era seria y Rin lo sabía—. Quiero hacer esto bien, e incluso si he intentado mostrarte que soy la mejor opción que tienes lo que realmente quiero es que sepas lo importante que eres para mí.
—Haru... —estaba tan sorprendido por escuchar esas palabras de él que ni siquiera podía pensar en una respuesta.
—Quiero estar contigo, pero no como tu alfa. Quiero compartir contigo muchos más momentos, estar ahí para apoyarte y que juntos podamos enfrentar el futuro —acortó la distancia entre ellos, sin apartar su mirada.
Rin se quedó sin palabras, la sinceridad de Haru era demasiada y no sabía ni por donde empezar a explicar todo lo que estaba sintiendo. Solo pudo acariciar suavemente sus mejillas mientras lo miraba, no podía sentirse más feliz.
—Siempre eres tan problemático... —sonrió mientras Haru cerraba los ojos dejándose llevar por el contacto—. Creo... Que en realidad puedes ser un gran novio —tomó su mano esperando que también lo mirara—. Y aunque fuiste un poco lejos con los regalos te lo agradezco.
—¿Eso significa que también te gusto...? —Haru frotó su rostro lentamente contra él de Rin, mostrándole su cariño.
—Tonto... Significa que me gustas, y también quiero estar contigo —sonrió mientras mientras se frotaba contra él también.
Haru podía ser muy dulce, y ahora que sabía lo que realmente sentía no había ningún impedimento para mostrar lo que todo este tiempo sintió por él. Si ambos estaban enamorados ¿Por qué seguir ocultándolo?