Habían pasado un par de días desde su conversación, Haru estaba mucho más tranquilo y no lo evadía más. Pero Rin sabía que la única razón para eso era la gran cantidad de supresores que estaba tomando pese a que su celo aun no comenzaba.
No quería que hiciera eso y había tomado una decisión. Aun dudaba y se sentía demasiado preocupado, pero Haru era demasiado importante para él como para dejarlo sufrir de esa manera, y solo.
Por eso aprovechó un día que no tuvo clases y Haru volvería tarde para preparar todo. Compró todo lo necesario para la curación, había hecho las compras y preparó comida, no sabía que podía pasar pero era mejor estar preparado.
Tomó un baño para relajarse y se vistió con ropa cómoda, también se aseguró de que la habitación estuviera en orden y la cama fuera cómoda mientras esperaba a Haru. Se sentía nervioso aunque intentaba mantenerse tranquilo o él lo notaría de inmediato.
Haru por fin volvió a casa y en cuanto entró solo pudo percibir el aroma de Rin quien no tardó en recibirlo y abrazarlo con fuerza antes de cerrar la puerta y guiarlo hacia la habitación. No entendía lo que pasaba, pero una vez más sus ojos se tornaron dorados y sus colmillos comenzaron a sobresalir.
—¿Qué pasa? —era extraño ver a Rin actuar de esa manera y sabía que no todo estaba bien.
—Nada, te extrañaba ¿Está mal? —seguía abrazándolo y lentamente se frotaba contra él mientras acariciaba sus brazos y espalda lentamente.
—No lo sé ¿Lo está? —se sentía extraño, mientras Rin lo abrazaba podría jurar que estaban en la playa, el olor a brisa marina era intenso y sus instintos comenzaban a despertar.
—No, no lo está... —seguía frotándose suavemente contra él mientras sus caricias comenzaban a ser más necesitadas y buscaba el contacto con Haru.
Se sentía abrumado y no había podido resistir demasiado, ni siquiera supo en que momento había comenzado a acariciarlo también y antes de ser consciente ya estaba sobre él besándolo.
Daba pequeños besos sobre su cuello y hombro provocando que el cuerpo de Rin se tensara y su nombre escapara de sus labios casi suplicante. Fue hasta ese momento que se dio cuenta de lo que estaba ocurriendo y por fin se separó de él.
—¿Qué pasa? —su respiración era agitada y sus ojos estaban ligeramente cristalizadas sin despegarse él.
—Tu celo no debería haber comenzado aun —intentaba volver a la normalidad, no podía dejar que la situación avanzara.
—No es mi celo. Yo solo... —no sabía por donde empezar, la expresión de Haru le preocupaba y temía haber cometido un error—. Estoy listo para que me marques, eso es todo. Sé que hablamos de esto antes, y esperaríamos hasta terminar la universidad y conseguir un empleo, pero de verdad estoy listo.
Haru no terminaba de entender que significaba todo eso, pero sus sentidos estaban demasiado alterados aun para pensar con claridad. Menos aun pudo hacerlo cuando Rin expuso su cuello frente a él invadiendo sus fosas nasales con su aroma.
Comenzó a recorrer lentamente su cuello con la punta de su nariz aspirando su aroma, era embriagador y sólo podía pensar en eso. Poco a poco cubrió de besos su piel, disfrutando de su sabor y la reacción que tenía.
Pasó lentamente su lengua sobre su cuello y sintió el cuerpo de Rin temblar, se sentía tan estimulado por todo lo que estaba ocurriendo que la más mínima reacción de su parte lo volvía loco. Sus colmillos estaban totalmente expuestos y cuando rozaron su piel un suave quejido salió de sus labios.
Haru estaba más que listo para clavar sus dientes sobre su cuello y justo cuando sintió la capa más superficial de la piel de Rin romperse se detuvo. Por más que hubiera dicho que estaba listo su cuerpo mostraba lo contrario.
Su olor no mostraba sino miedo y la forma en que sus músculos se tensaron eran un signo de lo inseguro que se sentía y lo mucho que quería que se detuviera. Se alejó para mirarlo y lo primero que vio fueron las lágrimas en sus ojos.
—¿Por qué hiciste esto? —se alejó un poco de él, sentía el sabor de la sangre en su boca y un poco más brotando de la pequeña herida provocada por la mordida.
—Te dije que estoy listo, no tenías porque detenerte —limpió rápidamente sus ojos intentando ocultar su llanto.
—¡No lo estás! Estás asustado y ni siquiera intentes negarlo, tu olor lo dice todo —no podía creer lo que acababa de hacer y no pudo contener su molestia.
—Estoy preocupado por ti, no quiero que debas tomar tantos supresores para no perder el control y solo hasta que me hayas marcado y estemos enlazados estarás tranquilo —no quería causarle más preocupaciones, pero sabía que negarlo solo empeoraría la situación.
—¿Y piensas que es mejor lastimarte? —no podía creer lo que estaba diciendo y debía hacérselo saber—. Si es por no hacerte daño tomaría supresores toda mi vida, los que fueran necesarios —volvió a acercarse a él mientras tomaba su rostro por las mejillas—. Estamos juntos no porque sea tu alfa destinado o porque es lo más cómodo para ambos, fue una decisión que tomamos juntos luego de hablarlo y parece que lo olvidaste.
—Haru... Yo solo...
—No me importa lo que se supone que debamos hacer, o si la forma más fácil para mí de sobrellevar esto es enlazarnos. Nunca voy a hacer nada que pueda lastimarte de cualquier manera, e incluso si eso significa nunca enlazarnos lo aceptaré. Rin para mí no eres mi omega destinado, eres a quien amo y con quien quiero formar una vida.
Rin estaba conmovido por sus palabras, siempre era abrumador escuchar a Haru siendo tan sincero, pero no podía negar que saber lo que realmente sentía lo tranquilizaba. Incluso si lo conocía y podía darse cuenta de muchas cosas prefería saber directamente de él lo que pasaba.
—Y ahora déjame traer algo para curar tu herida, no es grave pero sigue sangrando —intentó levantarse de la cama para buscar algo con que limpiar y proteger la herida, pero Rin se lo impidió mientras se aferraba a su cuerpo.
—Es solo un poco de sangre, estaré bien —Haru iba a protestar, pero se lo impidió—. Lo que necesito realmente es que me abraces, después podemos curar esto...
—¿Y yo soy el caprichoso? —se limitó a presionarlo contra su pecho mientras acariciaba lentamente su cabello, quería ayudarlo a tranquilizarse—. Solo prométeme que no volverás a hacer una locura como esta —Rin asintió varias veces mientras se aferraba a él.
Quizá la situación sería mucho más difícil de lo que ambos creyeron en un principio, pero debían trabajar juntos para encontrar una solución. De ahora en adelante, tendrían que aprender a tratar los asuntos importantes como pareja.