A la mañana siguiente Rin despertó antes para prepararse e iniciar el día. En todo el tiempo que llevaba viviendo con Haru nunca había tenido que preocuparse por su celo, lograba controlarlo solo con los supresores.
Pero no esta vez, algo ocurría, no sabía que era y al parecer Haru no tenía intenciones de hablar sobre eso. Así que simplemente haría lo que pudiera para apoyarlo, incluso si para él era igual de difícil.
Tampoco se lo había dicho a Haru, pero no sólo estaba más sensible a su aroma y su contacto, sino que también la herida en su cuello había vuelto a dar problemas pues constantemente sentía un poco de ardor y su aroma se intensificaba al sentirlo cerca.
Esa fue una de las razones que lo motivó para sugerir utilizar el collar. Tampoco se sentía del todo cómodo usándolo, pero incluso si mostraba rechazo hacia otros alfas que se acercaban a él y los que tenía a su alrededor ya estaban enlazados, no se sentía seguro.
Llevaba varios días pensando en eso, esta vez en verdad sentía que el momento de enlazarse con Haru había llegado. Su relación era estable y no dudaba ni un poco lo que sentían uno por el otro.
Estaba seguro de que quería estar el resto de su vida con él y que todo estaría bien mientras estuvieran juntos. Y aun así, no encontraba la manera de hablar con Haru al respecto. Aunque no se lo dijera, sabía que aun seguía luchando contra su deseo de marcarlo.
No quería hacerlo más difícil para él, y por eso ocultaba lo que también deseaba. Rin se sentía extraño con la situación, no podía creer que ambos estuvieran deseando lo mismo y aun así no pudieran hacerlo.
Al salir de la ducha concentró su mente en otra cosa, para Haru era fácil saber cuando algo lo tenía intranquilo y lo que menos quería era preocuparlo. Debía ser su apoyo en ese momento y si no se tranquilizaba no podría hacerlo.
Se cambió y se aseguró de que su conjunto cubriera por completo el collar, no sólo para ocultarlo y sentirse menos incómodo, también lo hacía para que Haru no pensara en eso con solo verlo.
Salió del baño tranquilamente y encontró a Haru preparando la mesa para servir el desayuno, estaba concentrado y ni siquiera notó cuando Rin se acercó hasta él y lo abrazó por la espalda mientras reía.
—Buenos días ¿Dormiste bien? —se separó de él para poder mirarlo, pero su expresión revelaba que no estaba de humor—. ¿Qué pasa?
—Debo ir a trabajar, te veré más tarde —Rin intentó detenerlo, pero se soltó de su agarre apenas sentirlo—. El desayuno está listo, no te preocupes por mí —y sin decir más ni esperar a que pudiera reaccionar salió del lugar.
Rin no entendía que había pasado, sabía que no se sentía bien con todo lo que estaba ocurriendo, pero en ningún momento hizo o dijo algo que pudiera herirlo. Él no era así, y necesitaba entender lo que ocurría.
Aunque tendría que esperar hasta volver del trabajo, lo que menos necesitaba Haru era sentirse presionado para hablar pues no solucionaría nada con eso. Serían horas muy largas, pero era la única alternativa que tenía.