Durante los días siguientes el Omega se dio a la tarea de investigar sobre la otra casta, sólo para saber qué pasaría y cuál era la mejor manera de sobrellevarlo.
Descubrió que después de ser mordido debía de curarse la herida correctamente; había parches con anestesia o bonitos, todos los artículos que recopiló sobre la mordida arrojaban lo mismo, siempre es el Alfa quién muerde a su compañero.
Cuando ocurre se libera una sustancia que al entrar en contacto con la sangre omega crea la reacción que comúnmente se le llama “lazo”. Y ya.
Como era de esperarse, no encontró puntos de vistas omegas.
Dejó caer las puntas de sus dedos una y otra vez sobre la mesa, pensaba en todas las variantes de la mordida, por ejemplo, ¿qué pasaría si el omega se retira durante la inyección de ese fluido? Además de proteína, ¿qué contiene exactamente ese fluido? ¿Los omegas también inyectan algo? Sabía perfectamente que no encontraría investigaciones al respecto pero…
¿Por qué nadie había parado a estudiar la estructura interna de los colmillos de los omegas?
Oh sí, porque todos eran incubadoras defectuosas cuyo castigo era la muerte.
Estaba claro que él no podría sacarse uno para estudiarlo pero los dentistas seguro tendrían esa información, así que adelantó su cita de rutina lo más pronto que la agenda de su doctor permitió y una vez estando en el consultorio, lo preguntó.
-Es una duda interesante -contestó revisando las heridas del paladar con sumo cuidado-, te voy a recomendar una pasta dental que ablandará tus púas para evitar que te sigas lastimando.
-GaAsiaz.
-En la facultad recuerdo un solo libro de texto que habló sobre la dentadura de los omegas -dijo usando la cureta para revisar del interior de la boca-, había una pequeña imagen de la estructura interna de los colmillos de los Omegas.
-Aaj?A
-Era una dibujo pequeño que mostraba que eran igual que los dientes sólidos, es decir, no cuentan con un conducto para inyectar fluido a diferencia de los Alfas. Pero había muchas dudas al respecto, los omegas son una especie reservada y protegida. El genocidio hizo que los siguientes científicos exigieran al gobierno protección exhaustiva a la casta; nadie puede ni debe experimentar con omegas ni con sus cuerpos. Incluso los que son donados a la ciencia son reclamados por la Organización Mundial de Protección de Omegas… pero comúnmente se sabe que la mordida es algo propio de otra casta… es un excelente tema de investigación. Enjuágate.
-Usted qué cree que pase -tomó un sorbo de agua para escupirlo- ¿si yo muerdo a alguien?
-Creo que le dejarás una marca -contestó riéndose-, pero si ocurre otra cosa debes de compartirme tus hazañas.
Entonces ahí estaba, el Alfa comenzó a acompañarlo a casa después de la escuela tras bajar en la parada del autobús, primero ambos caminaban con cierta distancia prudente pero al paso de los días se acercó más hasta llegar al punto en dónde ponía su brazo en los hombros del Omega, dejando caer el antebrazo hacia su pecho.
Ese musculo tonificado se mecía a cada paso que daban.
El vahoo, que era como los tambores tocando una marcha fúnebre, apareció entre sus labios; acercó su boca abriéndola lentamente hasta que el Alfa se dio cuenta por el calor que recibía, pasó saliva ansioso sintiendo su corazón latir fuertemente en su pecho y su rostro ardiendo.
Finalmente el omega cerró su dentadura en ese trozo de piel, presionando hasta escuchar un quejido del alto.
-Ookey -susurró siendo liberado, mirando la marca de los dientes pero ninguna perforación-. Eso fue raro, ¿sabes?
-Quería probar algo -dijo adelantándose unos pasos y así salir del abrazo-, pero no te preocupes -buscó en los bolsillos de su pantalón -. Compré esto.
-¿Un parche? -preguntó el alfa tomándolo- Oye, esto se ha puesto más raro aún. ¿Sabes que el Alfa soy yo?
-Si no lo quieres, dámelo.
Tendió la mano esperando obtenerlo de regreso pero el alfa negó.
-Lo regalado es mío y se acabó.
Abrió el sobre del parche con el filo de los dientes, dejándole ver al omega lo prominentes que eran esos caninos comparándolos de inmediato con los propios; estaba seguro que si Loomer pasaba la lengua por encima de ellos se cortaría y él sólo sentía esa cima sin filo.
-Me iré a mi casa antes de que hagas otra cosa así -dijo el Alfa mirando el parche con lunares sobre su piel-. Está lindo.
Se rió al ver los colores pastel aunque acercó su antebrazo hasta su nariz porque sintió un pequeño aroma.
-Oh -susurró el omega tomándolo entre sus manos-, se supone que es absorbente. Puedes darle tu aroma y las microcápsulas lo capturarán.
-¿Y yo por qué querría hacer eso? -preguntó- Mejor hazlo tú.
-¿Yo? -susurró nervioso, pero ya lo tenía entre sus manos así que no perdía nada- Está bien.
El alfa observó cómo cerraba sus ojos y lentamente ese aroma a pan dulce lo rodeó.
Se sintió como en ese carnaval donde la música suena de fondo y las parejas bailan alrededor de una fogata, todos riéndose y aunque sea de noche uno se siente cálido por el amor que el mismo sitio emana.
Luego sintió sus caninos extenderse, ese omega estaba preparando la atmósfera para recibir su mordida.
-Bueno basta -dijo tirando de su brazo- me largo.
Se giró sin darle oportunidad de hablar, pero sí pudo escuchar un leve risita que comenzaba a sonar como el tintinar de un cascabel.