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25:64 PM por 5kn_akatsuki

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Notas del capitulo:

OJalá pueda poner otro hoy también!

Explicarle a su mamá por qué tenía un parche de curación fue más fastidioso de lo que esperó, esa Alfa no paraba de burlarse porque lo había mordido un omega pero él no se sentía herido, de ninguna manera.

Miraba el parche con estrellas en los ojos, incluso lo acariciaba de vez en cuando para despender el aroma de su omega.

Esa noche durmió tranquilo.

Haberle dado esa explicación escrita fue lo mejor que puedo hacer, el omega comenzó a sobrevivir a sus arranques de la casta con un ingenio divertido; pero hay cosas que no se pueden reinventar, justo como ese día que terminó en la enfermería porque no se sentía bien.

El omega incluso estaba perdiendo el brillo de su piel, su voz sonaba tan dolorosa que estaban seguro que debían canalizarlo a un hospital.

El alto había conseguido salir de clases para sentarse fuera de la enfermería, sentía que debía estar ahí y el reporte de ser un pura sangre hizo que los directivos respetaran esa decisión. Así que se encontraba mordiendo su labio inferior, desesperado, porque sabía que algo no andaba bien pero no podía entrar a verlo.

La enfermera que lo describiría como un perro desesperado por acercarse a su dueño, reconoció dicho comportamiento. Eso es lo que experimentan los alfas cuando sus compañeros o cachorros están sufriendo.

-¿Es tu primera vez? -preguntó moviendo la cuchara dentro de café- Que tu compañero se enferma.

-Sí -contestó rápido-, ¿puedo entrar?

-No -le dijo-, no puedo dejar que un alfa inexperto se acerque a un omega en mal estado.

-¡Pero…!

-Pero tu suéter sí puede entrar -dijo sonriendo-, anda, dámelo.

Ni preguntó por qué, se limitó a quitárselo y tendérselo.

-Te avisaré cuando venga su madre por él, regresa al salón de clases.

-Ellos dijeron que podía estar aquí.

-También dijeron que tendrías que presentar trabajos extras para justificarte.

-No es como que me asusten.

-Es una orden -usó su voz de mando-, regresa a tu salón de clases.

El alfa experimentó ese miedito picante que su madre le infundaba. Lo que la enfermera no sabía es que tenía cierta resistencia por la cantidad de años que ha vivido con eso.

-Cuando él esté bien necesitará apuntes ¿y qué mejor que tú, como su compañero, se los proporcione?

-Oh -susurró sorprendido-, bueno, así cambia la cosa.

-Ve, yo le daré esto y te verá mañana.

-¿Me lo promete? -volteó hacia la puerta aun cerrada- Que él se pondrá bien.

-Por supuesto -afirmó-, confía en mí.

El muchacho asintió y suspirando dejó salir un poco de su aroma antes de retirarse arrastrando los pies y pateando al aire porque no quería separarse, pero algo le decía que podía confiar en ella.

Una vez que el chico desapareció al girar por el pasillo, abrió la puerta percibiendo la cantidad de aroma que flotaba en la habitación.

Su corazón se apachurró al ver que ese omega en posición fetal estaba buscando el calor del alfa.

-Él está muy asustado -dijo entrando-, la primera vez siempre es aterradora.

Caminó hacia él con el suéter.

El omega la miró por el rabillo de ojo; estaba temblando tan fuerte porque sentía demasiado frío pero su frente estaba perlada de sudor.

-Toma -colocó la prenda cerca de sus manos-. Estás atravesando tu primer celo.

-T-tengo frío pero… mi termostato se rompió.

La enfermera suspiró.

-Después que ocurre la mordida se crea un vínculo irrompible y comienzan a aparecer los celos. Esos momentos cada dos meses en que tu cuerpo está listo para…

-No soy una incubadora -susurró molesto pero aferrándose al suéter.

-Yo sé que no -dijo-, pero después de vincularte con otra alma avanzas al siguiente paso: procrear. Ocurren dos cosas: tu libido se dispara buscando semilla, nudo, cachorros o tu cuerpo decide morir.

-¿E-estoy mu-muriendo?

-Eso es culpa de los Alfas -dijo asintiendo-, durante toda la historia los omegas siempre fueron reconocidos por el calor así que no hay registros exactos de qué provoca la hipotermia, incluso se planteó la idea que es un efecto secundario de los supresores, es un tema que aún está en la mesa de debate.

-¿Pero…? -preguntó asustado.

-Yo sé que no eres un incubadora pero si tu cuerpo está vacío...

-Así que si no nos mataban los alfas… moríamos de todos modos.

-Si no hubiera existido el genocidio probablemente habría una manera de manejarlo o una explicación más detallada y real -dijo-, pero sabemos que los nidos brindan calor.

-¿Nidos?

-Sí -contestó sonriéndole-, tu compañero alfa te mandó ese suéter para que armes uno pequeño aquí y puedas parar la hipotermia.

-¿Cómo? ¿Este suéter es suyo?

-¿Notaste que has dejado de temblar?

En ese momento miró sus manos notando que ya no estaban azules.

-Oh, vaya.

-Anota el día de hoy -le recomendó-, tu ciclo ha comenzado y se repetirá hasta que decidas tener a sus cachorros.


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