Estaba a punto de pensar en cómo debía hacerse amigo de su casta o dejar de pensarle como si fuera un ente a parte pero el camión llegó.
Tuvo el impulso de buscar al pequeño y avisarle pero ya se encontraba recibiendo su boleto dentro del autobús; camino a casa miraba sus muñecas, abría y cerraba sus manos sintiéndose más ligero a cuando portaba las ligas.
Una vez llegó, encontró a su madre en la cocina.
-A los alfas los muerden, ¿no? -preguntó dejando su mochila y chaqueta a un costado de la puerta.
-Se decía que un alfa podía someterse a otro; eso lo convertía en un delta -contestó sin dejar de picar verdura-, ¿vas a comer hoy?
-No -contestó sentándose en el sofá-, tengo que ir a comprar las berrys y el atún que dijo el nutriólogo.
-¿Por cuánto tiempo comerás eso?
-Hasta la competencia -dijo encendiendo el televisor-, má, ¿y si soy un delta?
-Qué mamadas dices, hijo -soltó una carcajada-, eres un pura sangre, como tu madre.
-Un omega me mordió -confesó.
-¿Y?
-Luego tuvo su primer celo y no me permitieron estar cerca, pero le entregaron mi suéter y dijeron que eso le ayudó a hacer un nido provisional ¿y te das cuenta de lo estúpido que suena todo esto? -apagó el televisor levantándose del sofá- Má, esto está mal, es una pendejada, hasta me da vergüenza pensar en lo que dije.
-No tienes que avergonzarte de nada -dejó lo que cocinaba para girarse y poder mirar lo asqueado que lucía-. Tener una casta no te hace diferente.
-Me hace un estúpido -contestó-, en la escuela prefiero que digan que tengo novia a que soy un alfa porque, qué asco.
Pensar demasiado en su casta solía provocarle arcadas porque siempre repudió esa idea, sonaba completamente como los chicos que solía golpear por creerse personajes de anime.
-Tú abuelo, tu bisabuelo y yo, hemos sido alfas exitosos.
-Sí porque creían en todo ese circo.
-¡Billy! -le reprendió.
-¿Por qué no pude ser como mi papá? -resopló antes de tomar su chaqueta- Un hombre normal que sólo se preocupa por trabajar y ganar dinero para que su familia esté bien.
-Porque un alfa engendra alfas.
-Sí, sí, a la chingada -tomó la perilla de la puerta-, espera, eso significa que mis hijos tendrán esta maldición también. Oh genial, bueno, no voy a tener hijos, no merecen vivir este circo.
-Dices eso porque aún estás muy chico.
-No mamá -abrió la puerta-, es demasiado deshonroso ser alfa. ¿A ti te da orgullo decirlo? ¿Sabes que nosotros fuimos responsables de uno de los mayores genocidios de la historia? Somos como Hittler pero somos miles de hittlers por ahí todos violentos y estúpidos creyendo que somos la cúspide ¿de qué? ¿De esta mala parodia de la naturaleza?
-Que un omega te muerda no significa nada porque sus colmillos son cóncavos -dijo muy seria-, eres un alfa y lo vas a ser siempre.
-No, pero si él puede convertirme en delta estaré agradecido.
Salió de casa sin azotar la puerta porque eso también lo ponía de mal humor y estaba seguro que su mamá estaba a un gota de explotar. Además, tenía que ir al mercado a comprar las berrys de su dieta.