Debía admitir que tenía otras expectativas sobre cómo sería la competencia, pero sólo era área del gym que se usaba para crossfit completamente despejada con las pesas para cada nivel.
Había bancas, sí, pero en realidad imaginó que habría más luces, decoración, algún anfitrión o un pódium no que el entrenador usaría el silbato para mediar los tiempos. Le preocupaba un poco el hecho de que no había no había nadie que pudiera dar primeros auxilios si ocurría algún accidente.
Cuando fue el turno del peso de su alfa observó que sólo había otros tres competidores a diferencias de otras categorías; vio a los primeros chicos casi desfallecer al levantar la pesa, luego fue el turno de él, que lo hizo con algo de dificultad y finalmente el favorito que ejecutó el levantamiento tan limpiamente que seguro se llevaría el primer puesto.
Tal vez por eso nunca dijo que ganaría el primer lugar.
Los ganadores se anunciaron cuando todas las categorías concluyeron con su demostración y cuando nombraron el nombre del alfa, el pequeño omega fue víctima de la euforia de su madre que lo sacudió incitándolo a celebrar la victoria.
El premio fue una medalla acompañada de un reconocimiento, tomaron la fotografía de los ganadores que se exhibiría en el gym y poco después llegó su familia a seguir festejando.
Pero mientras se tomaban una foto más, uno de los competidores susurró “hizo trampa porque es un alfa” que quedó en los oídos del omega, siguiendo con la mirada a ese chico que se burlaba.
No pudo ignorarlo así que salió del lente de la cámara para ir directo a él.
-¿Qué dijiste? -espetó.
El Alfa se dio cuenta de ese cambio optando por seguirlo.
-Tranquilo -se acercó tomándolo del antebrazo-, regresemos con mi mamá.
-No -se soltó de su agarré-. Él dijo algo y estoy esperando que lo repita.
-¿Yo qué dije? -tonteó- Llévate a tu noviecita antes de que…
-Antes de que, qué -el omega dio un paso hacia él-, si no puedes repetirme lo que dijiste menos podrás ponerme una mano encima.
El alfa se quedó callado y sorprendido como intrigado.
-¡Pues ven! -le provocó gesticulando también- ¡Un pinche tiro tú y yo!
El omega sonrió altanero mostrándole como sus caninos crecían al tiempo que se le acercaba.
El aroma de pronto cambió haciendo que el alfa tomara el control y al segundo siguiente estaba entre el perdedor y su omega.
-Si a mí me vale madre -le susurró acercándose a su oído- ¿por qué a ti te importa?
-Te faltó el respeto.
-Toma las cosas de quién vienen -dijo alejándose de su rostro-, este es un pobre pendejo que vale para pura chingada.
Entonces el omega lo miró retrayendo sus colmillos.
-Okey -susurró rindiéndose.
-Okey -repitió ordenándole que se girara y regresara a dónde estaba su mamá.
-Okey -volvió a decir obedeciendo-, y no digas “okey” o te voy a golpear- le advirtió con el índice en alto así que el alfa se limitó a asentir.