-N-no -susurró llevando sus manos a la nariz, tenía que dejar de embriagarse con su aroma-, no me hagas esto.
El alfa sonrió divertido para tomarlo de las muñecas y liberar más de sus feromonas.
Mientras piccoletto mantenía los ojos fuertemente cerrados, luchando por ignorar su aroma sintió cómo su cuerpo era rodeado de calidez. Lo estaba abrazando.
-No voy a hacer algo que no quieras -susurró casi ronroneando-, pero tú quieres tirar los supresores, ¿verdad?
El Omega perdió la batalla cuando asintió.
-Y quieres que te marque.
Lo encerró entre sus brazos, bajando su boca a la altura de su oído.
Iba a decir algo más pero fue mejor la idea de mostrar los colmillos en todo su esplendor para acariciar con ellos la piel suave y deseosa del pequeñín, sintiendo cómo se crespaba de inmediato. Sentir sus temblores y el vahoo de su boca era una experiencia casi religiosa.
-Tíralos y mándame una foto, yo iré a marcarte.
-¿Lo harás? -preguntó salivando, presa de las feromonas.
-No hay nada que desee más, que hundir mis caninos para romper tu piel -aspiró el aroma a pan dulce de su omega exhalando tan cerca, robándole un tímido gemido- Y reclamarte mío.
El omega flaqueó tomándose fuertemente de la ropa de su compañero para evitar caer, alzando su pelvis tocando la contraria.
Ese tacto fue suficiente para despertar a Axel, que de inmediato notó la situación.
-Oh no -susurró asustado.
Presionó los ojos por lo que iba a hacer pero no encontró mejor idea para sacar del trance a ese omega que darle una bofetada; dejando su mirada al suelo y saboreando ese dolorcito punzante en su cara.
El muchacho abrió las manos del omega para dejarlo en el pupitre, luego salió del salón no sin antes encender los ventiladores del techo a toda potencia.
-¿Qué demonios? -susurró yendo a uno de los bebedores y mojarse el rostro -Mi mamá dijo que me dejara de pendejadas o me mataría y tú no me estás ayudando, amigo.
Se quejó con su alfa interno.
Aunque sabía que no recibiría respuesta alguna.
-Necesito decirle que no es cierto -susurró acomodándose el cabello-, que lo que dije no es verdad.
Su mente le envió un flashback muy inoportuno de sus palabras antes de salir del trance.
-Bueno -susurró incómodo-, sí queremos marcarlo -se rió nervioso- pero no así, no mames, no somos bestias. Tú haces que yo sea un estereotipo y eso no está chido.
Continuó quejándose de su alfa interno hasta llegar al salón de clases, encontrando el pupitre solo con sus pertenecías, entonces recordó lo que había preparado para su omega yendo directo al suyo.
-Dicen que les da mucha sed -tomó la botella de agua que había comprado el día anterior-, esto le ayudará.
Iba a pegarle una notita pero eso era demasiado cursi y para nada su estilo, así que sólo la dejó en el asiento.
Sonrió emocionado y se asustó al escuchar un gruñido tras de sí.
Volteó rápidamente pero no había nadie.
-¿Qué fue eso? -preguntó al aire.
-Amigo, tú ronroneas tan mal -entró uno de los betas-, me diste un susto de muerte pero supe que eras tu por tu apestoso aroma.
-¿Ronroneé? -preguntó sorprendido- ¿Cómo? Pensé que era cosa de omegas.
-Sí y no lo vuelvas a hacer -tomó su respectivo asiento- Suena que estás a punto de pelear a golpes, ningún omega se dormirá con ese gruñido.