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Inefable por Menma Lightwood-Uzumaki

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Notas del capitulo:

Gente ¿Adivinen quién se quemó el pecho con aceite caliente? XD

No es joda, señores, me parezco al Freddy Krueger y ando tomando medicamentos para el dolor que me dan mucho sueño, es por eso que no pude terminar el capítulo a tiempo ayer. Sin embargo aquí estoy, relativamente temprano para cumplir con la actualización de esta semana.  

Si alguien por ahí me puede recomendar remedios naturales para las quemaduras lo apreciaría, porque lit ya intenté con la bendita sábila y esa verga es lo peor que pude haber hecho -.- Así que gente, ya sabes, si se quemen no se echen sábila, eso es horrible.  

En fin, ojalá les guste UwU   

Y disculpen el pequeño retraso :'3  

XXIV

Yeah, I wanted to play tough

Thought I could do all just on my own

But even Superwoman sometimes needed Superman's soul

Help me out of this hell

Your love lifts me up like helium

Your love lifts me up when I'm down

When I've hit the ground

You're all I need

 

– ¿En dónde anda Ren? – Kaiyah parecía algo apurada en lo que recogía la montaña de papeles que había en la segunda habitación, intentando organizar cada documento en su lugar mientras Deidara la observaba sentado en la cama.

Ofrecerle una mano habría sido una opción de no ser por lo inusualmente maniática que era con la organización de sus cosas, por lo que se limitó a darle su espacio en lo que se encogía de hombros.

– Según sus palabras anda revolucionando el mundo ninja – En vista de que ella no se vió para nada contenta, alzó una ceja – ¿Por?

– Se ha vuelto a llevar mis expedientes y los necesito para continuar investigando.

– Pensé que ya lo habías investigado todo.

– Más o menos, pero ayer me surgió una teoría y he estado leyendo un poco para ver si es posible.

– ¿Más rollos por culpa del chakra? – Preguntó ligeramente intrigado por lo aparente que resultaba la existencia del pequeño monstruo sin siquiera haber nacido.

"Somos dos" Era un pensamiento en su mayoría irónico, ya que desde muy joven pudo intuir que la ruleta de su destino estaba predestinada a girar en las peores direcciones, y no estuvo muy equivocado; Sin padres, sin familia, sin vínculos, sin hogar, exiliado de su país, reclutado a la fuerza para acabar con el mundo, encaprichado con un genio con traumas peores que los suyos y, como si fuera poco, terminó gestando los genes de un clan lleno de sociopatas que se arrancan los ojos cada semana.

No obstante, tampoco es como si la suerte del monstruo fuese mejor; Una llegada más que indeseada, descendiente de un mártir y un terrorista con posibles problemas socioafectivos, destinado a una posible crianza bajo un adolescente traumatizado y aparte deberá cargar con un chakra mezclado que ni la misma ciencia puede explicar. Eso por supuesto sin cortar que sigue siendo el objetivo principal de un ególatra megalomaniaco y su perro faldero para esclavizar al mundo.

Literalmente aún no había nacido y ya tenía una suerte peor que muchos.

"Nos tocó" Se desentendió tranquilamente Deidara, él había aprendido a vivir con sus propias cargas y algún día a ese pequeño monstruo le tocaría hacer lo mismo.

Sentándose en la esquina de la cama para separar algunos pergaminos, Kaiyah meneó la cabeza como si lo considerase.

– No exactamente, digamos que la culpa sería más del Kinjutsu que de la combinación de los chakras en si.

– ¿De que manera? – Estando algo curioso, Deidara se acomodó mejor y la Hyuga procedió a satisfacer su curiosidad adoptando el tono de profesionalismo que siempre utilizaba cuando le explicaba algo.

– Verás, las técnicas ninjas aunque provienen del interior son completamente independientes al cuerpo del usuario. Me refiero a que si tu creas una escultura y luego alguien te la destruye no sentiras ningún tipo de dolor, a menos claro que la destruyan muy cerca de tu cuerpo y la explosión te afecte – Recibiendo un asentimiento por parte de su paciente, ella prosiguió – El detalle es que como el Kinjutsu literalmente se adhirió a tu cuerpo eso significa que en cierto modo forma parte de él, por lo tanto lo anterior ya no aplica porque el caso es diferente – Apuntó entonces hacía la boca que yacía semi abierta en la palma de su mano – Si yo te clavase un Kunai en esa lengua ¿Te dolería?

Deidara le devolvió la mirada con fijeza.

– Obvio.

– Exacto, te dolería porque es el producto de una técnica que está fusionada a tu cuerpo al punto de que no se sabe dónde empieza uno y termina el otro, es por eso que puedes sentir dolor si te lastiman esas bocas, eso incluye la del pecho.

– ¿Y eso en qué se supone que afecta al engendro? – Habiendo certificado que ya era imposible desarrollar más efectos colaterales dirigidos a su persona, ahora mostraba cierto interés por aquellos que si le afectaban al pequeño pateador que jugaba con sus intestinos cada mañana.

– Pues que existe justamente gracias a un Kinjutsu cuya costumbre es mantenerse en equilibrio gracias a ti, lo cual está muy bien para una técnica pero no para un bebé. Una vez que nazca deberá aprender a ser independiente, pero si mi teoría es correcta es posible que eso se le haga algo difícil.

– No me digas ahora que no podrá vivir sin mí – A diferencia de los primeros meses en dónde hubiera sufrido una crisis segura, ahora lo único que experimentaba era intranquilidad. Seguía sin querer involucrarse demasiado, pero necesitaba saber que tan importante era su presencia en el proceso, ya que su deseo de hacer que Itachi tuviera una satisfactoria convivencia junto a su hijo se había intensificado luego de los últimos días; Kaiyah se mostró algo indecisa.

– No estoy segura. Los recién nacidos de por sí tienden a ser bastante apegados a lo único que conocen, y en este caso esa persona eres tú. Justo ahora ese pequeño está como el Kinjutsu, es decir que no puede distinguir que parte de su cuerpo le pertenece y cuál no, por lo que asume naturalmente que todo es lo mismo.

Deidara frunció el ceño con extrañeza.

– ¿Cree que somos la misma persona?

– No es algo inusual, la verdad. Los bebés al nacer no tienen la capacidad neurologica para reconocer que son seres independientes, eso es algo que van desarrollando a medida que crecen, el problema en este caso es que como se está desarrollando en un ambiente que ya de por sí está adaptado a trabajar pegado a tu sistema, es probable que se le haga un poco más difícil el estar lejos de ti.

– ...Ajá – Encontrándose prontamente sarcástico, Deidara torció la boca – ¿Sabes? No sé porqué pero me da la impresión de que quieres que le tenga lastima.

– Nada de eso – Había intuido esa respuesta, aunque ella la confirmó con una sacudida igualmente – Es tu decisión el tiempo que decidas quedarte, yo solamente te digo como puede resultar la separación. Evidentemente en algún momento se va a acostumbrar a no tenerte cerca, pero al principio será complicado, principalmente porque ahora lo único que puede concebir es la idea de que pertenece al mismo sitio en el que tú estés, y cuando ya no lo haga, aunque difícilmente sentirá dolor físico, lo más probable es que sea bastante duro a nivel emocional.

– Suena algo dramático ¿No crees? – Desde siempre había tenido la idea de que los niños eran un cúmulo berreante de drama, incapaces de hacer otra cosa que llorar y patalear. Por lo tanto le era un tanto extraño imaginar a aquel bollito con patas como una persona totalmente capaz de sentir desolación, en especial si era por algo que él mismo estaba propiciando; Kaiyah tenía una idea de cómo era la complejidad de sus pensamientos, pero como él le había pedido expresamente que fuera explícita, entonces no se abstendria de satisfacer su deseo de la manera más directa posible.

– Quizás lo sea, pero ha sido de esa manera desde el principio y lo seguirá siendo hasta que terminé. Tú eres su mundo – Clarificó, generandole sin querer una sensación algo incómoda – Cambiar eso no va a ser sencillo.

– ¿Y que era lo que querías certificar con la investigación?

– Cuánto se tardaría en superarte, básicamente – A pesar de encogerse un poco para no mortificarlo demasiado, su rostro se vió algo contrariado – Así como que métodos alternativos puedo utilizar para no causarle más ansiedad.

Algo agotado por el aparente sinnúmero de problemas que acarreaba su decisión, Deidara resopló sin ganas.

– ¿Que acaso no existe una manera más fácil de calmarle el berrinche?

– Pues si – Sus ojos perla se mostraron sarcásticos – Dejándole en un lugar que le haga sentir seguro, y creo que no me hace falta aclararte en dónde – Habiéndole sacado un frustrado bufido al artista, ella le observó con simpatía – No te preocupes, nosotros encontraremos la forma de solucionar ese problema, mientras tanto tú preocúpate por su salud.

"Cómo si fuera tan fácil" Suspirar sin ganas fue tan necesario como inevitable, aún seguía batallando con sus malos hábitos alimenticios y le era bastante difícil progresar cuando tenía a todo el mundo presionandolo para que lo hiciera bien.

Por lo menos sus entrenamientos estaban resultando mucho mejor, lo cual le entusiasmaba ya que apenas tenía unos dos días trabajando en ellos; El comienzo había sido algo trabajoso, pero con la ayuda de su segundo médico como guía, ponerse en sincronia con el Kinjutsu no había sido tan difícil como imaginó en un principio.

– Es mejor si tomas mi mano – Tras haberle convencido de comenzar las prácticas lo más pronto posible, Ren se ubicó a su lado y le extendió el brazo.

– No creo que sea necesario – Objetó él, calculando mentalmente que tenían aproximadamente una hora y algo más antes de que Itachi terminasen de hablar con Kaiyah sobre las revisiones – De todas formas puedo usar la técnica sin tocar a nadie.

– Cierto, pero mientras más lejos esté la persona menos potencia tiene el Kinjutsu, y como la idea es que puedas conectarte con él para poder reducir su nivel de alcance, lo ideal es que puedas sentirlo en su máximo potencial.

– Lo he intentado antes – Comentó en medio de un suspiro, rememorando sus entrenamientos previos – Puedo enfocar el chakra pero no sé cómo detenerlo, es casi como si quisiera detenerme el pulso.

– Eso es porque has dejado que el Kinjutsu tome control de tus emociones, lo primero que debes hacer es mentalizarte de que es solo una técnica, que tú eres el usuario y por lo mismo solo tú tienes el control. Una vez tengamos eso lo siguiente será mas fácil, solamente no olvides que por ahora no puedes detener la técnica por completo, solo debilitarla, y para eso debes sincronizarte con el chakra primero – Moviendo los dedos con más urgencia, el chico esbozó una mueca algo cómica – Anda, la mano.

De no haber estado tan determinado en aquella tarea fácilmente le pudo haber metido otra patada en la rodilla, pero como le necesitaba en un estado óptimo para su aprendizaje le dejó estar y sostuvo su mano, cerrando los ojos y siguiendo sus instrucciones de como canalizar todos los chakras en su interior y enfocándose en aquel que era el responsable de la absorción de energías.

– ¿Lo sientes? – Ren se oyó curioso pero sereno, como si no quisiera interrumpir su concentración.

Totalmente enfocado en las delgadas líneas de chakra prohibido que corrían por sus venas, Deidara asintió.

– Si.

– Muy bien, ahora quiero que intentes ir más allá. No busques solo tu chakra, también todo lo que está alrededor de él, así podrás ver cómo se le va adhiriendo la nueva energía. En este caso la mía – A modo de facilitar un poco el asunto, el médico aumentó ligeramente su propio chakra en busca de que fuese más visible para el artista – Intenta ver el proceso, luego trata de enfocarte en la sensación.

Ese segundo paso resultaba algo complicado ya que solo podía sentir su propio poder, sin embargo, tras unos cruciales minutos de intensa concentración, logró canalizar aquel pequeño flujo de chakra que venía del exterior y se iba añadiendo al suyo propio. Era como si proviniese de una puerta secreta que no sabía que tenía, con la energía del médico siendo absorbida a través de ella de forma automática.

– ¿Lo conseguiste?

– Si, creo que sí – Estaba fascinado por la sensación, pues a medida que más chakra ajeno iba ingresando él se sentía más revitalizado. Era parecido a beber agua, solo que la absorción de chakra calmaba una sed diferente de la cual no tenía conocimiento alguno hasta ahora – Está bien raro.

– Podría decir lo mismo pero lo cierto es que yo no siento nada – A pesar de sus palabras, su voz denotaba entusiasmo – Es fascinante, se supone que estás drenando mi poder y aún así no soy capaz de darme cuenta. Debe ser porque es un Kinjutsu, de otro modo no podría justificar que sea tan difícil notarlo.

– Difícil pero no imposible ¿No?, A fin de cuentas ustedes lograron notar que les estuve quitando energía.

– Claro, pero eso en parte fue porque ya teníamos un conocimiento previo de tu caso.

– ¿Eso significa que de no haberlo sabido no lo hubieran descubierto? – El cuestionamiento le hizo abrir los ojos, recapacitando en lo afortunados que habían sido por haberles dado esa información a tiempo, ya que de no ser así, quien sabe cuánto habría empeorado la enfermedad de Itachi estando tan cerca de él.

– No exactamente, que sea una habilidad discreta no significa que las consecuencias se puedan observar a largo o corto plazo dependiendo de que tanto absorbas. Cuando nos conocimos me quitaste una cantidad considerable de chakra porque tu organismo estaba buscando desesperadamente cualquier energía que le permitiera a tu monstruo crecer, es por ello que me afectó más rápido. Mientras que el Uchiha quizás no se dió cuenta en todos esos años puesto que estando enfermo debió creer que era normal sentirse débil, no sabiendo que eso era culpa tuya – Ren solamente estaba constatando un hecho que era innegable, pero mencionar el daño que le había estado haciendo por tanto tiempo le causó escalofríos.

A su mente venían imágenes de todos los momentos en los que estuvo a su lado mientras tenía una crisis, creyendo que le hacía un bien cuando lo cierto es que solo lo estaba empeorando; Era bastante triste en si mismo pensar que simplemente habría bastado con alejarse lo mas que pudiera, y ahora que eso ya no era posible gracias a un terco Uchiha que se negaba a dejar de verlo, como mínimo quería encontrar una manera de que no se esforzase tanto.

– De acuerdo – Algo más determinado ahora, observó a su acompañante con seriedad – Ahora dime cómo puedo reducir la técnica.

– Honestamente eso es algo que no te sabría explicar muy bien – Suspiró un poco en lo que trataba de encontrar las palabras correctas – Intenta visualizando de nuevo el ingreso de energía y luego imagina que le atraviesas algo en frente que le impide el paso.

– Eso suena algo engorroso.

– Entonces figurate que mi energía se quiere colar por una ventana y tú la cierras lo suficiente como para que no pase. No importa de que manera lo quieras ver, solamente trata de impedir que siga ingresando la misma cantidad de chakra, una vez consigas eso el resto será menos jodido.

Resignandose a qué no todo podía ser sencillo, Deidara volvió a cerrar los ojos e intentó retomar desde el punto en que se había quedado.

Era bien sabido que aprender algo nuevo por lo general resultaba complicado para cualquier ninja, al menos para la mayoría, y como Deidara no era un prodigio cuyo nivel le permitía aprender las cosas a la primera, sabía que sería algo difícil al principio; En su primer intento canalizó nuevamente el Kinjutsu, imaginandolo como delgados hilos translúcidos que vivían en su sistema y que ahora se encontraban arrancandole la energía a su médico. Su mandíbula se apretó cuando les ordenó ir más lento, con sus músculos tensandose en lo que buscaba que su cerebro se sincronizase con ellos para que realentizaran el proceso.

Deidara pudo reconocer entonces que no iba a ser nada fácil dejar de absorber energía, pues tenía tantos años haciéndolo que detenerse era el equivalente a parar los latidos de su propio corazón.

Era complicado, pero se conformaba con poder disminuirlo por el momento, y sin embargo esa tarea tampoco es que fuese más sencilla.

– No te vuelvas loco tan rápido – Advirtió el médico visualizando su rostro contraído por el esfuerzo – No conseguirás nada de la noche a la mañana por mucho que te esfuerces, estas cosas requieren práctica.

– Ya lo sé – No estaba muy conforme al respecto pero se conformaba con el hecho de al menos saber que hacer; Bufó a medias – Bien, lo único que falta es que me indiques en qué momento llego a la mitad de mi poder.

– Eso ya es más fácil – Una vez superado el momento más complicado, Ren se incorporó con su habitual mueca despreocupada – ¿Vas a entrenar o algo? Porque necesito que pierdas fuerza para medir tus límites.

A Deidara no le hizo falta terminar de escuchar su propuesta para sacudir la cabeza, también había pensado en esa posibilidad pero si hacía explosiones podía llamar la atención de Itachi, o en su defecto del cuervo quien era aún más metiche que su propio dueño.

En busca de una forma para reducir sus límites de la manera más silenciosa posible, el artista se enfocó sencillamente en expulsar su chakra hacía afuera sin mover un músculo; El pasto a su alrededor comenzó a enegrecerse, quemado por la oleada de calor que el chakra Uchiha expedía de su cuerpo a la superficie. Ren tuvo que ponerse de pie y alejarse un poco, no pudiendo quedarse sentado cuando sus muslos empezaban a arder por la resequedad de la tierra y las pequeñas flamas que aparecían por momentos.

– Alto – Alzando la voz para hacerse oír, Deidara abrió los ojos para ver a su médico elevar una mano – Según mis cálculos ya deberías estar a media capacidad o al menos cerca.

– ¿Ya? – Parpadeó un poco, estando ligeramente extrañado. No había sido poco chakra el que perdió pero tampoco tanto como creyó que haría – ¿Seguro?

– ¿No sientes algo diferente?

– La verdad no.

– Piénsalo un poco más – Aseveró él con el ceño fruncido – Mira que de eso depende que no te mueras mientras vas practicando.

Intentando no renegar ya que se trataba de un asunto importante, Deidara lo pensó unos segundos más.

– ...Frío – Contestó al cabo de un momento, no estaba seguro si se relacionaba a la perdida de energía pero sentía un leve escalofrío en su interior, parecido al que se tiene cuando se sufre un sobresalto – Aunque no demasiado, tampoco es desagradable.

– Pues mejor prevenir que lamentar – Haciéndole una seña con las manos para que igualara su postura – Párate. Hay que salir de todas las dudas.

Aún si la mayoría de sus ideas tendieran a ser más burlonas que efectivas, Deidara se alegró de haberle hecho caso en esa ocasión, ya que en el minuto que se puso de pie el cambio fue instantáneo.

Ahora no solamente sentía el escalofrío, también habían diminutas manchas negras bailando en los bordes de su visión, parecidas a las que se tienen cuando se sufre una baja de tensión; Todavía tenía fuerza y estabilidad para permanecer de pie aún si no era una sensación cómoda, por lo que se sintió bastante satisfecho consigo mismo.

– Bien, eso era todo lo que necesitaba – Su conformidad era evidente aún si el médico seguía viéndose indeciso.

– Sigo sin creer que esto sea una buena idea...

– A lo mejor no – Elevó sus hombros sin mucho apuro – Despreocúpate, seré cuidadoso.

Ren le obsequió una sonrisa sarcástica que pretendía ser seria.

– Así pensó el clan Uchiha y mira como acabaron.

– Bueno, yo no soy un Uchiha.

– Pero llevas uno – Por mucho que fuera verdad, su burla consiguió hacerle rodar los ojos – Solamente procura tomarte esto con seriedad y todo saldrá bien.

– Hecho – Alzó sus brazos para estirarse, frunciendo un poco el ceño al recibir otra despiadada patada en dirección a su estómago. Al parecer el pequeño monstruo no se encontraba tan feliz como él por los entrenamientos – Te mantendré informado de cualquier cosa.

– ¿No seguirás intentándolo hoy?

– No, ya he gastado lo suficiente durante la prueba – Aparte de que necesitaba ir de nuevo al baño; Definitivamente algo debía tener la composición de su vejiga, porque nada justificaba que la patease tanto – Iré adentro, necesito hacer algo.

Absteniéndose de indagar, el de cabello castaño solo se encogió de hombros.

– Si insistes.

A veces a Deidara le impresionaba cómo su segundo médico podía ser tan metiche y al mismo tiempo darle su espacio. Quizás fuera porque entre ellos existía un cierto cariño mutuo que les impedía fastidiarse hasta sobrepasar los límites, pero como eran demasiado orgullosos difícilmente lo mencionarian en voz alta.

A partir de entonces Deidara había aprovechado cualquier momento de soledad para comenzar a disminuir su técnica, utilizando primero sus propias esculturas ya que estás tenían una cierta cantidad de poder suyo adentro, y una vez consiguió tenerlas en las manos son quitarles una gota del poder que contenían, comenzó a intentar lo mismo con animales pequeños. De preferencia ardillas, pájaros o cualquiera lo suficientemente pequeño para practicar. Lamentablemente muchos fallecieron en sus intentos debido a que les quitaba tanta energía vital que terminaban colapsando entre sus manos, sin embargo, en su último intento el animal no había muerto, quizás se veía algo enfermo pero definitivamente seguía vivo, y eso le confirmaba que estaba mejorando poco a poco.

Mientras Deidara mantenía sus prácticas ocultas, el resto del tiempo se la paso disfrutando de la visita de un Uchiha que apenas duró tres días, esto debido a todo el trabajo acumulado en Akatsuki; La noticia fue amarga pero se conformo con el tiempo que tenían, obviando la inconformidad y mostrandose interesado cuando le dijo que había escogido esperar al nacimiento para saber el sexo del bebé. Imaginó que el factor sorpresa debía parecerle una buena idea, y como no se veía opinando en el asunto se limitó a burlarse de él llamándolo anticuado.

La estadía de Itachi, aunque corta, resultó igual de satisfactoria que las anteriores... salvo por un pequeño detalle.

Más que alguna molestia por algo que hubiera hecho, lo que tenía era una disyuntiva a un nivel más íntimo. Lo cual le parecía algo cómico debido a la reticencia inicial que había tenido con respecto a retomar el sexo teniendo aquella barriga, no obstante, y luego de pensarlo con más profundidad, decidió que la experiencia no era muy diferente a cuando recibió las bocas extra en sus manos; Inicialmente se había sentido raro, diferente al resto de ninjas cuyas técnicas no deformaban su cuerpo de esa manera tan obvia, aunque al final solo necesitó vagar un tiempo por el mundo ninja para darse cuenta que la apariencia en realidad era relativa. Algunos solo utilizaban máscaras mientras que otros – como Orochimaru o Kakuzu – portaban características más marcadas, y ninguno se avergonzaba por ello. En cierto modo estar en Akatsuki le hizo madurar en ese sentido, comprender que aunque las personas tienden a juzgar por la primera impresión, el recelo inicial se termina perdiendo una vez que se muestra el verdadero nivel de poder.

No obstante, existía una diferencia bastante significativa en cuanto a su vida sexual, y eso era que el Uchiha le había conocido teniendo aquellas bocas extra, por lo que no tenía un punto de comparación, mientras que no podía decir lo mismo con aquel vientre de embarazo puesto que evidentemente no había estado allí antes; Aparte que las bocas no habían cambiado desde el día que las obtuvo, en cambio aquella barriga solo empeoraba cada día, así como los erráticos movimientos del pequeño Uchiha debajo de su piel.

La última vez que estuvieron juntos había sido diferente puesto que su cerebro solo podía enfocarse en él, en la emoción que le causaba sentir sus manos acariciandole con ternura mientras sus ojos rebosaban de adoración; Fue un momento en el que sencillamente no pudo centrarse en su físico, ni siquiera cuando unos labios presionaron suavemente un costado de su abdomen, ya que se habían tratado con tanto fervor que las muestras de afecto, incluso las que jamás esperó recibir, resultaron infinitamente agradables, en especial si eran combinadas con algo más carnal y placentero como lo era el sexo. A eso le debía juntar que Itachi siempre sabía como hacerle sentir bien, principalmente porque no le miraba de manera diferente por el embarazo, reforzando la idea de que no era importante por estar llevando sus genes o cualquier habilidad que pudiera poseer, sino sencillamente por ser él. Nada más.

De allí a que pudiera ignorar, al menos momentáneamente, la incomodidad que representaba tener aquella barriga y desear algo de placer para aliviar un poco sus cargas.

Salvo que era justo allí en donde radicaba el problema.

No es que la enfermedad o la situación hubieran hecho perder a Itachi sus dotes como amante, el detalle era más bien un tecnicismo de su gusto personal del cual tuvo conocimiento en la tarde del mismo día que entrenó con Ren; Sus médicos ya se habían marchado para ese punto, por lo que estando algo más cómodos Itachi finalmente le reveló que el motivo de su verdadera preocupación con Akatsuki era que Sasuke se había vuelto más habilidoso para seguir sus pistas, y eso obviamente representaba un problema.

– ¿Como consiguió rastrearte? – Deidara estaba sentado horizontalmente sobre el sofá, con las rodillas dobladas hacia arriba en lo que una gruesa manta le cubría parte del cuerpo. Tenía algo fríos los dedos de los pies, y por ello los ocultó debajo de los muslos de un Itachi quien también usaba parte de la tela para cubrirse.

Sinceramente no tenía tanto frío como él, pero era una buena excusa para poder compartir un momento algo más íntimo.

– No me ha rastreado a mí específicamente, creo que ha cambiado su estrategia a seguir los pasos de los demás miembros del equipo.

– Tiene sentido que lo haga, a fin de cuentas dónde hay uno por lo general siempre aparecen los otros. Aunque eso no es necesariamente bueno – Sus cejas rubias frunciendose al recordar que cualquiera de sus ex compañeros no dudarían en matar a ese chiquillo si intentaba algo impulsivo – Me refiero a que los que quedan no son tan teatrales como lo eran Kakuzu o Hidan, pero tampoco es que Akatsuki se conozca por ser discreto – Tras menear la cabeza ante el comportamiento de aquel joven Uchiha, le miró con curiosidad – ¿A quien estuvo rastreando, por cierto?

Los ojos negros del Uchiha se vieron prontamente fríos.

– A Pain.

– Peor aún – Torció la boca, compartiendo su inquietud – ¿Él te dijo algo?

– Solo si tenía planes de encargarme de él – Había tensión en sus hombros, enseñando con algo más de definición los huesos de su clavícula – No le gusta que merodee tan cerca de Akatsuki, cree que puede estar filtrando información para Konoha.

– Pensé que tú hermano estaba fugado de su aldea.

– Lo está, pero no hay forma de convencer a Pain de ello. He estado intentando dejar pistas falsas para alejarlo, pero vuelve al camino luego de un rato – Suspiró entonces, y aunque su gesto era agotado en su mayoría, había una minúscula sonrisa en su rostro que denotaba cierto afecto – Ha mejorado mucho.

– No es raro viniendo de un Uchiha – Se limitó a contestar, echando la cabeza a un lado para recostar la mejilla en el respaldo del sofá – ¿Cuando tienes planeado pelear contra él?

– Dos meses a partir de hoy, o al menos ese era el plan original.

– ¿Y cuál es el de ahora? – No podía negarselo, le entusiasmaba cualquier tiempo extra que pudieran tener, y aparentemente Itachi se sentía igual.

– Quedarme hasta que termine – Le había mirado a los ojos al decirlo, como si de cierta forma le estuviera haciendo una silenciosa promesa; Entonces su gesto se hizo más vago – Luego de eso... Me conformaría con cuatro meses, quizás seis.

– ¿Solo seis meses?

– Es más de lo que hubiera esperado antes – Era notable que el hablar de ello le afectaba en más de una manera – Tener más recuerdos memorables que pueda llevarme a donde sea que vaya es más que suficiente.

A Deidara a veces se le olvidaba que aparte de aquella llamativa pero enfermiza belleza que tenía, Itachi también cargaba unas pesadas cadenas atadas a su espalda. A veces le imaginaba como un ángel caído, con un rostro letargico que mantenía en alto mientras su cuerpo martirizado arrastraba unas inmensas y pesadas alas rotas. Su contextura delgada pero hermosa estaría llena de heridas sangrantes, goteando un interminable rojo que solo resaltaría la palidez de su piel. Y sin embargo, aún cuando sus frágiles huesos eran incapaces de soportar tanto dolor, Deidara podría jurar que estaría sonriendo.

– ¿Mmm? – Itachi había ladeado la cabeza al escucharle murmurar algo, aunque no logró oírle con claridad – ¿Que has dicho?

– Te he preguntado por el nombre – Viendo que eso tampoco era muy específico, aclaró –: Me refiero al que le vas a poner.

Indudablemente aquello logró sorprenderle, sintiendo aligerar su pecho al verle interesado por ese detalle.

– No estoy seguro aún – Parpadeó lentamente, pasando a esbozar una mínima sonrisa – ¿Tú que piensas?

– Siempre que no sea el mío todo bien – No le molestaba cuando le hacía esa clase de preguntas, de hecho eso le parecía mejor a que simplemente diera por hecho que no quería saber. Eso le hizo ver que se había tomado muy en serio sus quejas de la última vez, y sentirse contento al respecto fue inevitable – Pensé que le pondrías el nombre de alguien.

– ¿De quién? – En vista de lo informal e íntimo de la conversación, Itachi se permitió imitar su pose para que pudieran verse de frente; A Deidara le resultó algo chistoso verle con la mitad del rostro aplastado contra el respaldo del sofá, y mantuvo la misma gracia cuando se encogió de hombros.

– No lo sé, el de tu padre, tu madre, hasta el de tu mejor amigo si quieres, solo no te quejes si también se queda ciego.

Su ocurrencia le hizo ampliar su sonrisa, pues definitivamente Deidara era la única persona que tenía la capacidad de mencionar cosas tristes de su pasado y aún así hacerle reír por ello.

– No lo haría.

– Bueno, de todas maneras seguiría siendo un Uchiha, no sería inusual que se quedase ciego – Tras una chistosa mirada compartida, Deidara suspiró tranquilamente – Puedes escoger cualquiera de esos, solamente tenía curiosidad.

– ¿Tú escogerías el nombre de alguien?

– No hay nadie como tú o como yo en esta vida – Replicó en un tono de voz inusualmente sabio – Ninguna de mis esculturas es idéntica a otra, así como mi arte no es igual a ningún otro que exista en el mundo. Y si nadie es igual a nadie, ¿Por qué los nombres habrían de serlo?

– Entiendo – Habría dicho alguna otra cosa que equivaliera su sabiduría, pero se había ensimismado por la luminosidad que brillaba en su ojos al hablar de su arte.

– Además esos nombres son horribles.

Un ruidito algo cómico se escuchó cuando retuvo en su garganta las ganas de reír, serenando lo suficiente su expresión al hablar de nuevo.

– ¿Tú qué elegirias?

– ¿Me estás pidiendo mi opinión? – Se encontró alzandole una ceja ante la despreocupación del otro.

– ¿Por qué no?

– Mmm... – Fue apenas un segundo de vacilación que tuvo hasta que se recordó que no estaba tomando una decisión definitiva, simplemente era una opinión que él podía seguir o no – No soy muy creativo para nombrar cosas, quizás por eso mis ataques tienen nombres cortos. Aunque cómo normalmente tiendo a esculpir de acuerdo a lo que siento en el momento, supongo que lo único que podría decirte es que escogieras uno que encaje con todo lo que está pasando.

– ¿Algo simbólico?

– Supongo que sí, pero esa es solo mi opinión, tu puedes ponerle el nombre que se te de la gana.

Sin perder la sonrisa, Itachi le miró fijamente.

– ¿Se te ocurre alguna palabra en particular?

– Desastre – Respondió de inmediato tan cómicamente que las sonrisas surgieron de forma natural – Destrucción, atrocidad... me abundan muchas opciones así que mejor detenme ahora.

Aparentemente el Uchiha se lo había tomado en serio, pasando del chiste e inclinándose para darle un beso. Era un momento bastante bonito si tomaba en cuenta que estaban progresando como personas, Itachi estaba aprendiendo a separar sus propios intereses de aquellos que incluían a Sasuke, y Deidara estaba cada vez estaba más adaptado a la idea de que no moriría si se abría un poco de vez en cuando. A fin de cuentas que la relación no fuese eterna no quita que las enseñanzas si lo sean.

La tibieza de sus labios le había hecho pensar de nuevo en la idea de dejar a un lado las inquietudes sobre su abdomen, y el roce de sus manos terminó por convencerlo. Provocando que ambos terminasen enrollados en aquel sofá de una forma que, aunque placentera, no evitó que Deidara se diera cuenta del famoso detalle.

Él había estado sentado encima de su acompañante, con sus piernas rodeando su cintura en lo que Itachi pasaba distraídamente sus labios por la piel de su garganta. Seguían algo agitados por el ejercicio previo – en especial el artista quien siempre se entusiasmaba de más cuando decidía ir arriba – pero aún con la usual relajación que viene después de ello, Deidara simplemente no pudo abstenerse de hacerle una pregunta.

– ¿Te sientes bien?

– Si – Apenas alzando sus ojos negros para verle de reojo con curiosidad – ¿Por qué lo preguntas?

– Por nada especial, la verdad. Hace rato que no veo problemas con tus pulmones – La punta de sus dedos pasearon por las cicatrices que tenía en sus hombros, y al Uchiha le agradó tanto la acción que cerró los ojos, hablando en un tono de voz armonioso que se perdía en un ronroneo de satisfacción.

– El bloqueo está funcionando bien.

Deidara no había comentado nada más, aunque lo cierto es que no había sido del todo sincero, pues el verdadero motivo por el cual había hecho esa pregunta era para indagar sobre algo que terminó de certificar después. Para ello requirió de otra sesión de sexo que Itachi realmente no tuvo problema en concederle, no teniendo la más mínima idea de que Deidara ya había comenzado a desarrollar una pequeña venita frustrada. No por algo que estuviera haciendo mal, no realmente, Itachi era excitante, sensual, tranquilo, cariñoso...

Y ese era justo el problema.

No es que Deidara despreciara la suavidad de sus caricias o la diligencia con la que repartía besos por su espalda, el dilema estaba en que extrañaba demasiado el salvajismo que habían compartido la mayor parte de su relación; Itachi ciertamente era sosegado la mayor parte del tiempo, pero él le conocía en todas sus facetas, incluyendo esa que oscurecia sus ojos antes de aventarle sobre la primera superficie sólida que se le atravesara en el camino. La cuál, para su desgracia, era una que no había vuelto a ver desde que abandonó Akatsuki.

Las primeras veces en la casa habían sido intensas, aunque no necesariamente fuertes, supuso que era por la extrañeza de saber que entre ellos había un pequeño frijolito de genes Uchiha descansando plácidamente; La siguiente vez había sido un momento más emocional que otra cosa, por lo que no le pareció raro que abundase el cariño. Pero ahora, por mucho que siguiera siendo bastante disfrutable y pasional en diversos niveles, Deidara seguía sin encontrarle la parte salvaje por ningún lado.

Estaba consciente que pedir lo mismo que tuvo en Akatsuki era difícil, en especial porque quitando el hecho de que el volumen de su abdomen no era el ideal para que le tirasen contra una pared, tampoco veía a ninguno de los dos del todo cómodos retomando prácticas tan violentas. Él porque sabía que sus órganos no daban para tanto por mucho que sanaran rápido, e Itachi porque era más probable que se le bajase la tensión ante la idea de aceptar el ser tan brusco con su monstruo de por medio.

Deidara lo sabía, y tampoco es que pidiera demasiado. Pero si tan solo pudieran hacer un ochenta, sesenta... hasta cuarenta por ciento de aquello que hacían, estaría más que bien.

"Hombre, hasta veinticinco, pero que sea algo" Bufaba tantas veces al día que era imposible que Itachi no lo notase, pero en vista de que también se la pasaba de mal humor por el embarazo, es posible que se lo atribuyera a eso.

Su mente tampoco le ayudaba, haciéndole regresar a un lejano pero glorioso día en el que no había hecho absolutamente nada para provocarle, y lo sabía porque lo único que hizo fue pasar la tarde con su maestro antes de subir a su habitación. Él había estado justo en su camino, esperando a que llegase con una expresión neutra que no lograba disimular la profundidad de sus ojos. Era casi como si toda su aura le estuviera invitando a pasar la noche con él, y como de ambos siempre fue el más vicioso, dejó que una mano pálida le guiara a una habitación que lentamente había comenzado a pertenecerle también; El qué le había pasado a Itachi de bueno ese día sigue siendo un misterio, pero ya fuese por una buena noticia de su hermano, una cacería exitosa con su compañero o el que su organismo estuviera de buenas, algo le llenó de la vitalidad suficiente para adoptar una actitud que impactó al artista casi con la misma potencia que logró complacerlo.

Aún recordaba con un estremecedor cosquilleo el haber estado tumbado de cara al colchón, con su amante empujando frenéticamente entre sus piernas mientras una de sus manos apretaba su garganta, ensombreciendo su visión con el más delicioso placer; Que mantuviera entrelazada su otra mano a la suya le pareció poético en contraste a los mordiscos con los que llenó su espalda, dejándole marcas que ahora recordaba con un anhelo poco sano.

Querer era poco, pues lo que sentía se acercaba más a una inmensa necesidad.

A saber si era culpa de su ser rebelde, la cantidad excesiva de ternura a la que no estaba acostumbrado o al alboroto interno que le causaba el Kinjutsu, pero Deidara estaba a un paso de enloquecer si no tenía sexo como seguramente Dios no lo habría mandando.

Que lo mandasen luego al infierno si querían, pero ahora solo se le antojaba fuerza bruta, salvajismo desmedido y hasta sangre si se podía.

Necesitaba con demasiadas ganas que algo de esa faceta violenta volviera a surgir, pero el tiempo se le fue increíblemente rápido y él seguía exactamente igual. Estaban ahora en la última noche que compartirían antes de su partida, y las ansias que le carcomían los nervios terminaron por escalar a su punto más alto; Su carácter siempre había sido directo al grano y eso no había cambiado, el problema era que la cabeza no le daba mucho material para explicar el asunto sin sonar jodidamente ansioso.

– ¿Que esculpes? – Preguntó curiosamente Itachi sentadose a su lado en el suelo.

"Mi cordura" Entre sus dedos había una bola amorfa de arcilla que había apretujado con el nivel de su frustración, y ahora la miraba con la misma amargura que no le dejaba descansar.

Estaba sentado en la entrada de su casa, inspirando hondo ante la cercanía de un Uchiha cuyos mechones delanteros rozaban superficialmente sus hombros. Era como una tortura, Itachi le mataba cada segundo que pasaba guardándose para si mismo ese demonio sexual y dejándole a él con las sobras que solo sabían repartir caricias.

– ¿Deidara?

– No estoy esculpiendo nada – Masculló de la misma forma que solía hacer cuando se enfurruñaba en Akatsuki por algún mandado de Pain.

– ¿Pasó algo?

– ¿A qué viene la pregunta?

– Estás molesto – Podría haber dejado de suponer casi todo, pero en ese aspecto le conocía lo suficiente como para seguirlo haciendo.

En respuesta, el artista profundizó aún más el entrecejo.

– Sí.

Itachi no era una persona de preguntar demasiado, por lo que se limitó a ladear la cabeza, mirándole de esa forma que normalmente le hacía saber que podía contarle si quería, y si no, que también estaba abierto a hacer algo que lograra distraerlo.

Aquellos ojos terminaron por romper sus nervios, por lo qué terminó girandose para tenerlo de frente.

– ¿Cómo que tan grueso sigue chakra del Kinjutsu?

– ...Casi igual que al principio, apenas un par de centímetros menos – Estaba algo extrañado por la pregunta aunque no lo demostró demasiado – ¿Por qué? ¿Sientes alguna diferencia?

– No – Mencionar su breve momento de dolor no venía al caso ya que primero debía consultarlo con Kaiyah – Quería confirmar solamente.

Si estaba casi tan grueso que al principio supuso entonces que un par de empujones extra no harían mucho la diferencia. El detalle, sin embargo, seguía radicando en cómo plantear la cuestión.

– ¿Tiene que ver con lo que te está molestando?

– Algo así – Sacudió un poco la cabeza para espantar la impotencia – Da igual, no quiero hablar de eso ahora. He superado mi límite por este día.

– Muy bien – Aún estando algo confuso, asintió.

– ¿Hay otra cosa que debas hacer antes de que te vayas? – Fue una pregunta que hizo más por compromiso que por tener esperanzas, pero se llevó una gratificante sorpresa cuando le ofreció aquella expresión que conocía muy bien.

– Quizás – Se veía tranquilo, pero había una implícita proposición que podía aceptar si quería. Y si que lo hacía.

Súbitamente efervecido por la oportunidad, Deidara le tomó de la ropa para acercarlo a él y así poder robarle un beso como los que solían compartir antes, un contacto feroz y rebosado de lujuria que fue correspondido de la misma manera... Al menos en ese sentido, ya que en vez de quedar acorralado en el suelo como tanto quería, siguió estando sentado al lado de un Uchiha cuyas manos le seguían tocando como últimamente lo hacía.

Itachi echó la cabeza atrás cuando le sintió gruñir de inconformidad en medio del beso.

– ¿Que es diferente ahora? – Le cuestionó tan rápido que no pudo preguntarle si había hecho algo para enfadarlo, cosa que aparentemente así era.

Debió retroceder un poco para comenzar de cero, procurando utilizar cada gota de su inteligencia para adivinar cuál había sido su error esta vez.

– ¿En qué sentido?

– En este – Su forma de decirlo fue suficiente para aclararlo, aunque eso no significaba que Itachi estuviera en su misma página.

– No ha cambiado nada, al menos de mi parte – Su dimisión solo consiguió que girase la cabeza emitiendo un chasquido se molestia.

– Porquerías.

– ¿En qué crees que es diferente? – Optó mejor por preguntar, aunque Deidara le sorprendió con otro cuestionamiento diferente.

– ¿Lo que te preocupa es el chakra? Porque tú mismo acabas de decir que sigue igual.

– No me preocupa eso – Deidara le elevó tan lentamente ambas cejas que él retuvo las ganas de sostenerse el puente de la nariz ante aquella respuesta tan absurda – No me preocupa en ese aspecto, ¿Por qué habría de hacerlo?

– Que se yo, es la única explicación que le encuentro al porqué actúas como si se me fuera a deshacer todo por dentro sí dejas esa actitud tan jodidamente melosa por un minuto.

"¿Actitud melosa?"  Resolverlo realmente no es que fuera de los mayores misterios a los que le habían sometido, pero una vez logró hacerse una idea sobre la naturaleza de su queja, inevitablemente le sobrecogió una sensación que se debatía entre las ganas de sonreír y ese momento de inusual vacío que experimentaba cuando conseguía tomarlo con la guardia baja.

La cabeza del Uchiha cayó un poco hacía un lado en lo que una variedad de emociones pasaban por su rostro, la mayoría de ellas de lo más entretenidas.

– ¿Eso es lo que te molesta?

– ¿Algún problema? – Torció la boca en desagrado, e Itachi negó con la cabeza antes de hacerle enfadar de verdad.

– Para nada – Una vez se figuró el estar lo suficientemente apaciguado como para responder sin ofenderle en el proceso, indagó –: ¿Si querías algo diferente por qué no solo lo pediste?

– Antes no tenía que hacerlo.

– Antes algunas cosas no estaban como ahora.

Los ojos azules inmediatamente le observaron con reproche.

– ¿Ves como el Kinjutsu si tiene que ver?

– Yo no lo decía por eso, me refería a tí – En lo que Deidara  formulaba un gesto de escepticismo, Itachi procedió a explicar brevemente a su duda – Soportas demasiado, mi enfermedad tiene altas y bajas pero tú casi siempre estás en el mismo punto. Simplemente quería evitarte más dolor.

– ¿Y en donde quedó el dejar de suponer cosas en vez de preguntar?

– Deidara, tal vez no lo notes pero te quejas casi siempre. Es imposible que te sientas mal y no me de cuenta porque tú mismo me lo dices sin tener que preguntartelo. La respuesta ya me la estás dando, y aún cuando deseas hacer algo más de lo habitual siempre llega un punto en el que algo te afecta.

Aquello no era del todo una mentira, pues aún cuando las intenciones de Itachi no pasaban de querer consentirlo un poco, tarde o temprano algo terminaba molestándole. Si no era la piel, era los órganos, el chakra o la coyunturas, pero lo único cierto es que terminaba sintiendo dolor de alguna u otra manera.

– ¿Entonces...? – Lo pensó un poco en lo que su ceño se fruncia – ¿Lo que te hizo cambiar fue lo que dije?

– Se podría decir, aunque tampoco es como si hubiese planificado un cambio, solo actúo de la manera en la que ninguno termine perjudicado de ninguna forma.

Eso también podía entenderlo ya que hubieron días estando en Akatsuki en los que no pudo hacer con él ciertas cosas debido a sus pulmones o al dolor de su corazón, por lo que inconscientemente tendía a medirse un poco cuando notaba que su sistema no estaba del todo predispuesto para algo más intenso, o directamente no hacían nada. A fin de cuentas siempre encontraban algo que hacer, y supuso que un pensamiento similar es el que le había hecho actuar de esa manera, y no que le estaba tratando diferente por culpa del embarazo, como erróneamente había creído.

Ante tanta información, terminó dejando caer los hombros con apatía.

– Ah.

Se veía bastante resignado, por lo que Itachi esbozó una sonrisa amigable antes de pasarle el pulgar por el mentón.

– Aún así eso no cambia lo que he dicho antes.

– ¿Sobre que? – Cuestionó al ver cómo lo oscuro de sus ojos le veía con una profunda significancia.

– Si quieres algo, pídelo.

Tras parpadear unos segundos, Deidara hizo un rápido recuento de sus dolencias internas. Los músculos estaban decentes – no tanto como podían pero al menos no se sentían rígidos – su vejiga no había sido pateada en todo el día lo cual ya era ganancia, sus riñones seguían delicados y eso era un pequeño problema a menos que no les aplicase mucho peso, su corazón estaba relativamente estable y por lo que se veía el monstruo debía estar dormido. Y aún si no lo estaba tenía la certeza de que se quedaría sin estorbar como cada vez que hacía una actividad física.

"Es lo mejor que voy a conseguir" Declaró finalmente, aceptando que si le iba a doler otra cosa como mínimo que fuese por haber hecho algo placentero antes.

– Lo quiero hoy – El entusiasmo que experimentó fue genuino, así como el cosquilleo de anticipación cuando le vio mirarle de la misma forma indiscreta y excitante que había extrañado.

A lo mejor e Itachi a veces diera la impresión de ser un ángel, pero podía pasar de ello a ser un verdadero demonio con solo una sonrisa y un profundo tono de voz.

– Como quieras.

Satisfecho es poco en comparación a como terminó después de cumplir su dichosa fantasía, aceptando que algo de abstinencia tenía la ventaja de intensificar las cosas cuando las retomaban; Quizás no fue el sexo brutal que había soñado ya que eso era imposible por dónde se viera, pero haciendo acoplo de esas mentes brillantes lograron encontrar el preciado punto medio que no le destruía los huesos a nadie y tampoco ponía en riesgo al pequeño Uchiha, el cual, cabe destacar, colaboró a su causa manteniendo un comportamiento ejemplar.

La costumbre entre ellos en cuanto a la intimidad siempre había sido el comunicarse sin decir mucho, pero ambos tuvieron que aceptar que una charla de vez en cuando era más que instructiva, en especial cuando se encontraban en situaciones donde las cosas cambiaban a cada segundo.

A pesar de lo bueno que resultó todo, Deidara también debía admitir que no le disgustaba seguir recibiendo algo de cariño extra en la cama, sobretodo en los días más difíciles. De modo que la cuestión, así como todo, era encontrar el equilibrio.

– ¿Que haces? – Itachi se posó en el marco de la puerta, vestía de nueva cuenta su uniforme y tenía ese aire de inconformidad que siempre le embargaba cuando llegaba el momento de partir.

Intentando pretender que no sentía lo mismo, Deidara alzó las manos que tenía llenas de ropa.

– Trato de arreglar un poco mi desastre – Era algo cómico que sus esculturas siempre estuvieran organizadas pero le daba una pereza impresionante acomodar todo lo demás. El Uchiha normalmente se encargaba de esa tarea, pero al parecer le tocaría arreglarselas por su cuenta – ¿Ya te vas?

– Si – Su porte seguía regio, pero su semblante emanaba desilusión – Intentaré volver antes del siguiente mes.

Sabiendo de antemano que su mortificación era causada por aquel adolescente vengativo, le dió un asentimiento breve.

– Tómatelo con calma y no mueras en el intento.

– Podría decir lo mismo – A pesar de todo habían amanecido de buen humor, y eso era algo que no planeaban empañar por una separación que no duraría demasiado.

Hubo un cambio considerable en su despedida, ya que al estar con las manos ocupadas, Deidara resolvió mejor estirarse para darle un corto beso que terminó siendo más prolongado, casi tentandole la cordura para permanecer unas cuantas horas más. Itachi estuvo peligrosamente cerca de acceder, pero la lista de obligaciones que tenía por cumplir era tan larga que debió echarse atrás con un suspiro, anotando internamente el no despedirse con besos a menos que pudiera darse el lujo de llegar un poco más tarde con su compañero.

Una vez completamente solo, Deidara utilizó su habilidad sensorial para certificar que ya estuviera lo suficientemente lejos, luego procedió a sacar la bolsita de sobras que había guardado a escondidas, ofreciéndole más de la mitad al cuervo quien comió muy animado antes de partir a buscar su paga; La cantidad que le había dado era más de lo que acostumbraba, por lo que intuyó que se tardaría unas dos horas en regresar.

"¡Muy bien!" Habían sido días complicados llenos de ocio, pero ya había llegado el momento de poner en marcha su plan "A entrenar"



OoOoOoOoOoOoO



– De nuevo – Gruñó para si mismo al ver que la ardilla con la que había estado practicando murió al quedarse sin energía.

Tenía más de una semana con los entrenamientos y su mejoría ciertamente era notable, aunque no tanto como le hubiera gustado; La mayor parte del tiempo solía frustrarse, pero su coraje bajaba considerablemente al recordar el gran avance que implicaba haberse conectado con el Kinjutsu, ahora no solo lo visualizaba cómo una sucesión de hilos, sino más bien como las raíces de un árbol que se enredaban en su flujo de chakra de una manera tan espectacular, que era imposible no encontrarlo artísticamente magnífico.

Su esfuerzo era notorio aunque probablemente se estaba esmerando más de lo que debería, puesto que entre el drama de aprender y la visita de Itachi había olvidado por completo preguntarle a Ren que tantas veces podía practicar sin sufrir consecuencias.

Optó por dejarlo unas dos veces al día, dejando las suficientes horas de por medio para descansar y de paso tratar de comer algo que no fueran dulces.

Un par de días después se encontraba en la sala leyendo algunos de los libros de la biblioteca que aún conservaba, su concentración era alta pero no la suficiente como para ignorar aquella sensación punzante a un costado de su abdomen. Él no era un experto en embarazos y sin embargo no lo necesitaba para intuir que esa zona probablemente se encontraría un poco más levantada que el resto, siendo empujada hacia afuera por alguna pequeña extremidad; Apostaba la vida a que era un pie, porque cuando le tocaba con las manos era como un suave cosquilleo, mientras que al meterle patadas era el equivalente a que estuviera practicando Taijutsu dentro de su cuerpo.

"Tu sigue si te da la gana, total, me han golpeado peor" Era irónico pensar que justo hora su mayor rival era ese pequeño monstruo, porque Ren jamás le atacaba e Itachi muchísimo menos. De allí a que lo más cercano a una batalla que hubiera experimentando en esos últimos meses fuesen los empujones que le daba sin falta todos los días "Bueno, tampoco jodas"  Contrajo el rostro cuando se hizo más insoportable. Aún no superaba por completo el frío que le provocaba el haber llegado a la mitad de su capacidad, por lo que no estaba en óptimas condiciones para tolerar sus ataques.

"Plan B" Había algo que nunca fallaba, y eso era hacer el sacrificio de ingerir algo relativamente pesado. Los primeros cinco minutos después de eso estaría más activo, pero luego se largaria a dormir por unas dos horas que le permitirían terminar de leer y de paso también tener un sueño tranquilo.

El cuervo soltó un graznido en su lugar y él le rodó los ojos.

– No te pienso dar nada, se supone que eres un animal salvaje, ve y caza algo – Era un esfuerzo inútil, sin embargo. Le había malcriado tanto que probablemente el ave ya había olvidado lo que era pasar hambre o esforzarse por su propia comida.

A pesar de todo estaba muy acostumbrado a su presencia, por lo que era seguro que le extrañaría cuando se fuera. Llevárselo no le parecía una mala opción siempre que Itachi no tuviera alguna queja al respecto, y anotó el preguntarselo cuando volviera a verlo.

Había estado pensando en ello, sintiendose algo nostálgico hasta que la punta de su mano izquierda ardió de pronto. Él la echó hacia atrás, viendo que se había quemado accidentalmente con el fuego de la estufa.

Entonces formó un gesto de extrañeza.

"¿Me quemé?" Era casi insólito, porque luego de tantos meses ya casi no podía recordar como era estar sin poder controlar el fuego; Sumamente intrigado, volvió a poner la mano cerca de la llama, el chakra que tenía hizo que le rodease la piel sin dolor alguno, al menos unos segundos, luego fue como si lentamente fuera perdiendo eficacia, haciendo que la lejana sensación de calor se fuese haciendo cada vez más potente hasta que tuvo que retirar la mano, y una vez hecho eso ya no pudo volver a repetirlo. No importaba cuanto esfuerzo pusiera, ahora se quemaba como antiguamente lo hacía.

En contraste al ardor que le había quedado en la piel por la quemadura, la oleada de frío que mantuvo desde su entrenamiento se hizo más presente; Deidara comprendió entonces que finalmente se le habían acabado los beneficios del chakra Uchiha, pero procesar aquello fue demasiado difícil cuando el frío pasó a hacerse increíblemente más pesado. Una bruma le ensombrecio la mente, apenas dándole tiempo de apagar la estufa con la mano que no tenía quemada; Su primer instinto fue tomar asiento en alguna silla, salvo que perdió concentración cuando unas sombras treparon por los costados de su visión, era casi como si estuviera perdiendo la vista después de haber visualizado todo muy brillante, y desesperarse por ello habría sido más sencillo de no sentirse tan repentinamente aletargado; Su mano tanteó a ciegas hacia atrás, y aunque logró tocar la esquina de la pared realmente no supo si pudo apoyarse en ella para sentarse, pues un segundo estuvo allí y al siguiente estaba soñando con el día que le reclutaron para pertenecer a Akatsuki.

Recordaba con amargura como ese día no había hecho nada en particular para llamar la atención, y sin embargo ellos habían venido a reclutarlo, eso probaba que sin importar cuanto lo evitase algunas cosas estaban destinadas a suceder de cualquier forma.

Quizás su situación actual también había sido planeada, aunque eso difícilmente podía creerlo. Él estaba ahí porque sus decisiones le llevaron a ello, su soledad le condujo a esa azotea, su curiosidad le hizo quedarse incluso cuando apareció alguien más, su imprudencia le hizo relacionarse con él aunque sabía que no era la mejor idea, sus hormonas transformaron el asunto en algo sexual y el Kinjutsu en algo familiar. Todo pasaba por sus propias decisiones, y aún cuando entre ellas estuvo el cumplir con el trato al pie de la letra, se dió cuenta que igualmente habían sido sus acciones las que impidieron que cumpliera con ello como debería.

No podía dejar de pensar en eso con cierto remordimiento, empeorando en el segundo que despegó levemente los párpados para ver el sitio en el que se encontraba. No sintió en ningún momento que le hubiesen movido de alguna forma, así como tampoco podía calcular el tiempo que había pasado desde que se desmayó sobre el piso de la cocina, lo único cierto es que alguien le estaba llevando en brazos mientras sus ojos se veían momentáneamente enceguecidos por ese blanco típico que pertenecía a los centros médicos.

"Odio los hospitales..." Adormecido por la debilidad, su cerebro le arrojó un recuerdo que había querido enterrar desde la edad más temprana de su juventud.

Debía tener unos tres años, y caminaba tomado de la mano de una persona cuyo rostro ya no podía distinguir. La mayoría de sus rasgos le resultaban imposibles de definir entre la bruma que era su memoria, y aún así era capaz de recordar la confianza que sentía estando a su lado, demostrándolo con el fuerte agarre que mantenía sobre su mano para no perderse. Sin embargo seguía siendo curioso, por lo que sus ojos vagaban distraídamente por el lugar, detallando con su mente infantil las decoraciones de las paredes y los afiches informativos.

Estaba ahí por una herida en su rodilla, solamente necesitaba unos dos puntos y estaría listo, pero su acompañante no avanzó con él cuando la doctora llamó para atenderlo.

– Ven conmigo – Su pedido habia sido hecho con la cara que normalmente ponía para salirse con la suya, pero no funcionó aquella vez.

– Yo te esperaré aquí – Sus ojos no le veían, ignorandole de la misma forma lo que habían hecho los últimos meses. No importaba lo que hiciera, aquellos ojos oscuros sencillamente estaban fríos, carentes del amor y cariño que necesitaba con tanto fervor al punto de lastimarse a propósito para ver si con ello conseguía algo. No lo hizo, apenas logrando que le llevase al médico con aquella rigidez mecánica que compartía con la otra persona que vivía con ellos.

Se suponía que eran una familia, tres personas que debían amarse con locura, y aunque viviesen juntos, Deidara no podía sentirse más solo.

La curación de su herida no duró ni veinte minutos, con la enfermera poniendo una venda alrededor de su pierna y advirtiendole que no volviera a tocar objetos filosos hasta que entrase en la academia. Él prestó atención apenas, saliendo con apuro para poder regresar a casa.

– Hola, muchacho – Esa fue le primera vez que vió de cerca al tercer Tsuchikage, era más alto que él en aquella época, sumándole unos escasos centímetros gracias al sombrero que utilizaba en su incipiente calva; No poseía un rostro naturalmente amable, pero la voz que utilizó aquella vez era cordial, por lo que no le generó desconfianza.

– Hola.

– La enfermera me ha dicho que tú nombre es Deidara, ¿Cuántos años tienes? – A pesar de que su tono le resultaba amable y su apariencia algo chistosa, Deidara pasó de la pregunta para inspeccionar el lugar de un lado a otro con una sensación de desasosiego en su pecho.

– ¿Y mi mamá?

La expresión del anciano se descompuso unos segundos, con sus pequeños ojos destilando algo triste que logró disfrazar con tensa cordialidad.

– Verás, Deidara, he tenido que mandar a tus padres a una misión por un par de meses.

– ¿Por qué? – No es que en el último año hubieran sido igual de afectivos que de costumbre, pero hubiera esperado que al menos se despidieran de él como siempre lo hacían.

El Tsuchikage le sacudió una mano con fingida despreocupación.

– Cosas de guerra que no comprenderías, no pienses demasiado en ello – Tras carraspear un poco, se inclinó ligeramente hacia él con una mueca de amabilidad – Mientras tanto vas a tener vivir solo un par de meses, yo puedo cubrir tus gastos hasta que puedas mantenerte pero si lo deseas también podrías venir a vivir con mi familia. He oído que tienes fama de alborotador así que creo que te llevarías bien con mi nieta, ella tampoco sabe cuándo dejar de hacer desastres.

Deidara se vanagloriaba seguido de ser un niño valiente, pero al salir de aquel hospital y ver su hogar tan vacío como si nunca nadie hubiera vivido allí, le entró la ansiedad. No quería dormir solo habiendo tantos monstruos en la oscuridad, de manera que aceptó la propuesta del Tercer Tsuchikage y en menos de un día estuvo compartiendo habitación con una pequeña Kurotsuchi que no paraba de querer trenzarle el cabello.

Fueron necesarios varios años para Deidara comprendiera que sus padres no iban a volver, que en vez de llevárselo prefirieron dejar sus documentos legales en aquel hospital e irse sin decir a dónde o al menos explicar sus motivos. La única razón de porqué no terminó en un orfanato fue gracias a que su madre había sido cercana a la familia del Tsuchikage, por lo que la noticia de su abandono corrió tan rápido que los pacientes del hospital no dudaron en avisarles que el pequeño acababa de ser abandonado y no tenía un sitio al cual volver; Para ellos no representó ningún sacrificio ya que a Kurotsuchi no le venía mal tener compañía, pero para él la transición resultó bastante traumática.

En su adolescencia Akatsuchi le había comentado que algunos de sus familiares se volvieron locos por culpa de la guerra, y que quizás a sus padres les había sucedido lo mismo, sin embargo, no se lo creyó. Por mucho que su teoría pudiera parecerle conveniente no quiso escuchar historias en donde ellos eran las víctimas, porque para él era más fácil vivir creyendo que eran villanos.

Hicieron que los esperara por años, generando un cambio inconsciente a su conducta, pasando de ser un niño normal a uno reacio a formar vínculos con cualquier otro ser vivo; Al principio fue porque creía que si volvían y notaban que era feliz con otras personas no se lo llevarían con ellos, pero al aceptar su definitiva ausencia sus razones pasaron a ser la característica desconfianza que le tendría al mundo en general, pues no sentía que las personas fuesen confiables. A fin de cuentas un día lo amaron y al siguiente le dejaron solo, si ellos lo habían hecho ¿Que impedía que lo hiciera alguien más?

No vivió ni cuatro años con la familia del tercer Tsuchikage por lo mismo, simplemente no quería relacionarse demasiado con las personas, y aún cuando el viejo volvía cada semana para entrenarle como discípulo al mismo tiempo que Kurotsuchi le daba regalos de cumpleaños, él no pudo devolverles ese cariño de la misma forma. Algo se había cerrado en su cabeza, y la soledad que tanto llegó a temer se convirtió en lo único capaz de generarle tranquilidad.

No volvió a pisar un hospital luego de aquel día, y hubiera seguido de la misma forma de no haber tenido aquella recaída; A diferencia del centro médico en Iwagakure, el lugar en el que estaba era más pequeño y sencillo, aunque no por ello menos equipado. La camilla en la que estaba recostado era cómoda, en su cara había una máscara de oxígeno que le estorbaba, su mano izquierda tenía una venda y en la derecha una vía intravenosa que subía hasta una bolsa de suero cuyo contenido estaba más abajo de la mitad.

El abdomen le pesaba demasiado sobre sus órganos, así que se giró hacia un lado con cierto esfuerzo, volviéndose a dormir cuando estuvo más cómodo.

Despertó unas horas más tarde viendo la silueta de Ren acomodar algo en su bolsa de suero.

– ¿Quieres terminar de matarme? – Murmuró por lo bajo, a lo que su médico reparó en él con una sonrisa resignada.

– Al parecer no necesitas de mi ayuda para eso – Arrastrando una silla para poder acomodarse mejor, se sentó justo al lado de su cama y le bajó con cuidado la máscara de oxígeno – ¿Sabes que fue lo que te paso?

– Tal vez – Lo suponía, pero estaba demasiado agotado como para aceptarlo en voz alta; No obstante, Ren le hizo el favor.

– Para empezar te esforzaste demasiado en los entrenamientos.

Deidara torció la boca.

– No sobrepase la mitad.

– Pero lo hacías demasiado seguido – Le frunció el ceño con una seriedad inesperada para venir de él – Ese tipo de prácticas no eran para que las hicieras todos los días, te agotan demasiado rápido y por si fuera poco tampoco has estado comiendo bien – Al tener la completa atención de su paciente, Ren suspiró con desgana – Kaiyah te hizo un examen de sangre, estás anemico, Deidara. Te garantizo que no quieres saber cuáles son tus valores porque hasta a alguien que no es doctor le daría un infarto, y con razón, se supone que vives por dos y apenas ingieres la mitad de lo que es sano para tí.

– Lo se.

– No basta con que lo sepas – Por primera vez desde que lo conocía, su segundo médico parecía molesto – No habría aceptado ayudarte de haber sabido lo que estabas haciendo, y se que odiaras que te lo diga, pero indiferentemente de lo que sientas debes ponerle seriedad a esto.

– No es como si fuera fácil...

– Jamás he dicho que lo sea, pero nosotros no estamos aquí de adorno. Nuestro trabajo es ayudarte con tus problemas y no podemos hacerlo si nos echas a un lado creyendo que puedes contra el mundo tú solo. Ayer se te acabó oficialmente el chakra extra que tenías, así que a partir de ahora si no te cuidas vas a morir, y no creo que te hayas esforzado tanto para rendirte ahora, ¿O si?

– No – No podía debatir en lo absoluto porque aceptaba que se había equivocado enormemente, por lo mismo solo atinó a suspirar – ¿Y ahora que?

– Primero que nada Kaiyah te ha prescrito una dieta que vas a seguir, necesitas con urgencia subir un par de kilos y por el infierno que me voy asegurar de que cumplas todo al pie de la letra. Podré ser tu compañero, pero primero soy tu doctor y con todo el derecho que me corresponde te garantizo que haré que te comas hasta la última migaja que te quede en el plato.

– Ya, está bien.

– También vas a suspender tu entrenamientos hasta que te recuperes, y no acepto quejas – Le apuntó con un dedo al advertir su ceño fruncido – Olvídate de ayudar al Uchiha o lo que sea que estés tramando, porque de nada sirve que lo salves si vas a terminar muerto en el proceso. Ahora lo más importante es tu salud y la de tu engendro, así que hasta que esos exámenes digan lo contrario tú y tu orgulloso trasero se van a quedar aplastados en la cama, ¿Entendido?

Deidara le miró fijamente en lo que deseaba tener la fuerza para liberar su frustración con un buen par de explosiones.

– Eres un puto fastidio.

– Y tú un jodido dolor de culo – A pesar de su momento de rudeza, Ren terminó por resoplar sin ganas – Solo ayúdanos, ¿Vale? Es lo único que te pido.

Sin muchas opciones que escoger, el artista solo pudo exhalar con cansancio.

– ...Está bien.

– Pues amén por eso – Ren se giró a ver de nuevo la bolsa de suero como queriendo comprobar que todo estaba en orden, y su acción indudablemente le causó curiosidad.

– Pensé que mi sistema no podía recibir medicamentos.

– Estos no son antibióticos, es suero para intentar hidratarte un poco. La única razón por la cual tú técnica no lo rechaza es porque como el chakra Uchiha se ha reducido a tu zona abdominal, el resto de tu cuerpo puede recibir fórmulas sencillas como esta – Entonces en medio de aquella profesionalidad surgió su distintiva sonrisa maliciosa – Aunque sigues sin poder recibir anestesia, por lo cual nuestra apuesta sigue en pie

Aquello le hizo negar un poco, pero el recordatorio de los sedantes le hizo ser más consiente de sus propias dolencias.

– ¿Y Kaiyah?

– Está afuera atendiendo otro paciente, estás en su consultorio, por cierto. Aunque me imagino que eso ya lo sabías – Deidara asintió ya que resultaba difícil creer que le habían llevado a un hospital cualquiera siendo un criminal y encima cargando adentro a un Uchiha. Ren, por su parte, meneó la cabeza – Está algo enojada pero le he convencido de dejarme hablar contigo, así que no va a regañarte.

– Vale... – Reparando con algo más detenimiento en la profundidad de su condición, se mostró cuidadoso – ¿Aún no le ha dicho nada al Uchiha?

Ren le miró entonces, con sus ojos emanando cierta resignación en lo que se cruzaba de brazos.

– Si lo que me vas a pedir es que no le diga te informo que ya es algo tarde para eso.

– ¿Por qué?

– Rubio, ¿Quién crees que te trajo?

"Carajo..." Inevitablemente tuvo que bufar, cerrando los ojos unos segundos al imaginar lo patético que se debió haber visto estando completamente inconsciente en el piso por lo crítico de su condición.

– ¿Como fue que se enteró? – Renegó en voz alta con una mueca – Se supone que ya estaba en Akatsuki.

– Por el cuervo – Contestó a cambio, encontrando graciosa la incredulidad en su rostro – Recuerda que su tarea es avisarle si sucede algo y eso fue justo lo que hizo.

– Grandioso – La presencia de Itachi no le molestaba, lo hacía el que le hubiera visto en una situación tan jodida como aquella, especialmente teniendo en cuenta los factores que le llevaron a terminar de esa forma – ¿Donde está él?

– Esperando afuera – Esbozando entonces una amplia sonrisa de lo más divertida – Debiste verlo en su momento, apareció aquí como teletransportado y parecía que hubiera visto un fantasma. No dijo ni una sola palabra, pero la cara que puso cuando le dije que debía quedarse afuera es una de las que te mata y resucita tres veces seguidas.

Obviando aquel comentario que le hizo sentir algo curioso al imaginarselo tan abiertamente preocupado por él, se acomodó un poco mejor en su sitio.

– ¿Por qué no le dejaste pasar?

– Porque te tenían que atender y adentro estorba – Estando completamente despreocupado por la aparente angustia que había sentido el Uchiha, incluso parecía disfrutarlo en cierta medida – Le puedo decir que pase si quieres, pero más tarde. Aún necesitas dormir otro rato.

– Está bien.

– Bien – Se inclinó hacia él para tomar la máscara y ponérsela de nuevo en su sitio – Ahora descansa que te hace falta.

Estaba al tanto de que para ese punto él ya debía saber todo lo que Ren le había dicho, por lo que supuso que la conversación que tendrían sería bastante difícil; Tenía un dolor de cabeza al que le hubieran venido bien un par de medicamentos, pero en vista de que aquello no era posible, terminó resignandose por encontrar consuelo en la inconsciencia. Alguien le había quitado la coleta que sujetaba su cabello – posiblemente en busca de alguna lesión – por lo que estaba completamente suelto y enredado sobre la almohada. El frío del ambiente le hizo encogerse un poco, otorgándole la suficiente comodidad para dormir unas cuantas horas más.

Más tarde dedujo que debía ser de día, ya que su polizon tendía a removerse de una forma particular cuando rondaban las siete. Era como si diera giros, y eso algunas veces le daba cosquillas.

No notó que ya tenía los ojos algo abiertos hasta que la sombra de Kaiyah le hizo parpadear.

– Tienes el sueño pesado – A pesar de que era notable la molestia en su expresión, se mostró bastante cortés – ¿Como va esa mano?

Ya no tenía puesta la máscara de oxígeno así que podía responder sin moverse, aunque de igual forma se tomó un segundo antes de hacerlo.

– Normal.

– ¿Te arde?

– Algo.

– No es una quemadura preocupante pero igualmente te he puesto una crema que no tiene componentes fuertes, así que creo que debería servirte – Hizo una pausa para reparar en su paciente con un gesto significativo – Me imagino que Ren habló contigo.

Decidido a no recibir más de un sermón por ese día, el artista suspiró para luego afirmar con la cabeza.

– Fue muy específico.

– Todo bien entonces – Sonrió a medias aun si sus ojos le prometían un regaño que era más que merecido – Me voy para que puedan conversar, volveré en un rato.

Ella se movió para marcharse, permitiendole ver que al fondo de la habitación estaba Itachi sentado en la misma silla que había utilizado Ren. Verle resultó algo incómodo, y aún si el sentimiento podía ser mutuo, se acercó a él cuando quiso incorporarse. Sosteniendole con cuidado para que pudiera sentarse sin mover demasiado la vía que aún seguía conectada a su muñeca; A Deidara le escoció la piel de su mano izquierda bajo el vendaje, signo de que ahora las heridas ya no se le iban a curar tan fácilmente. El desasosiego, sin embargo, pasó a segundo plano cuando su acompañante se sentó en el pequeño espacio libre que había en la camilla.

Itachi se veía tan cansado, pálido y con las   ojeras pronunciadas que inmediatamente torció la esquina de su boca, sabiendo que era en parte responsable por ello.

– Si lo que piensas es darme un sermón te recomiendo que lo hagas de una vez – Había imaginado que le vería algo exaltado, pero le sorprendió al mostrarse tranquilo.

– No pensaba hacer eso.

– Entonces solo dime lo que sé que estás pensando.

Le estaba mirando con tanta seriedad que le fue inevitable respirar profundo, hace mucho que no sufría un sobresalto tan inmenso como el que sintió al verlo totalmente inconsciente. Por su mente habían pasado un millón de pensamientos, cada uno más crítico que el anterior al ver que nada de lo hacía podía ayudarle; Él era una persona capaz de mantener la calma aún en los momentos más difíciles, y a pesar de ello le había recorrido la angustia cada segundo que estuvo afuera esperando por recibir noticias.

No quería mortificar a Deidara de ninguna manera posible, pero tampoco podía pretender que no tenían un problema bastante serio de por medio.

– ¿Dices que no tenías hambre?

Aquel le tono le sonó tan comprensiva que le fue imposible no sentir como le atravesaba un breve atisbo de vergüenza mezclado con incomodidad.

– No mucha.

– ¿Desde cuándo?

– Supongo que desde que salí de Akatsuki – Estaba completamente seguro de ello, porque no recordaba un solo momento en el que hubiera podido comer tranquilo estando en su casa; Itachi le miró entonces con un seriedad que parecía más preocupada que otra cosa – Es complicado.

– ¿Que hacías con todo lo que te preparaban?

– ¿Estas preguntas tienen algún propósito?

– Si – Aunque se veía serio, no sentía que le estuviera juzgando – Saber porqué preferiste hacer eso en vez de decir que no tenías apetito.

– Era más fácil – Confesó con un gesto que, aunque despreocupado, en realidad solo buscaba evadir su propia irresponsabilidad.

– Y peligroso.

– No es como si hubiera querido que lo fuera.

– No digo eso – Tranquilo y sereno, sus ojos parecían instarle a una calma que él no podía imitar – Pero de haberlo hablado antes no habría resultado tan difícil.

– ¿Y que se supone que debia decir? – Espetó entonces, a lo que Itachi, sin perder un apice de calma, le puso una mano en la rodilla.

– Cómo te sentías.

Sabiendo de antemano que la pesadez en su corazón no era por culpa de nada que el Kinjutsu pudiera generar, Deidara intentó tragarse la molestia en su garganta.

– ...No habría hecho la diferencia.

– Te equivocas.

– ¡No habría hecho la maldita diferencia! – Alzó algo más la voz, encontrando su mirada con toda la frustración que se había guardado desde el día que no pudo tragar el primer bocado – ¿En qué me ayudaría hablar de lo horrible que se siente esto, de lo jodido que es tener que soportarlo? Se supone que salí de Akatsuki para ser libre y lo único que he hecho es estar atrapado en un infierno diferente, al menos allá tenía la capacidad de dormir y comer en paz, y decirlo no cambia absolutamente nada. Sigue siendo horrible, sigue siendo insoportable y es una mierda tener que guardarmelo porque todo el mundo piensa que esta porquería es genial – No recibió más respuesta que unas cejas ligeramente fruncidas en reconocimiento por su dolor, y eso solo le hizo bufar más fuerte – ¿Que es lo que se supone que debí hacer? ¿Decirte que me había equivocado? ¿Que no era tan sencillo como había creído? ¿Que habría escogido morir en Akatsuki de saber que tenía que pasar por todo esto? ¿Se suponía que debía decírtelo a ti aún cuando me miras de esa forma? – Los ojos de Itachi pasaron a ser algo más suaves, y eso le hizo ampliar los suyos con una desesperada frustración – ¡A eso me refiero! No paras de mirarme como si tuviera la cura de todos tus males, y es jodido lidiar con eso cuando en el fondo solo quiero regresar a la época en la que mi única preocupación contigo era encontrar la forma de matarte.

La mano que tocaba su pierna se apretó un poco en un gesto tan paciente que apretó la mandíbula unos segundos antes de resoplar.

– Ese viejo inútil tenía razón, no sé como lidiar con la idea de importarle a alguien, tampoco de desahogarme sin sentir que no vale la pena y mucho menos quejarme sin hacerme a la idea de que me lo merezco por haber escogido pasar por esto – Hizo una pausa para parpadear un poco – A lo mejor y sea verdad que lo merezco por haber sido tan imbécil, pero duele, joder que si, me duele cada maldito centímetro del alma y es una mierda que no pueda ser de otra manera, que no pueda sentirme de otra manera, porque cada día que pasa lo único que hago es hundirme. Me estoy asfixiando... – Inspiró profunda y dolorosamente, casi sintiendo el escozor de su alma – Y estoy cansado de fingir que eso no me importa.

Persistió un momento en el que solo podía escucharse el amortiguado ajetreo detrás de la puerta, con ellos manteniéndose en un prolongado silencio que murió en según que Itachi dejo salir una suave exhalación, acomodandose un poco mejor a su lado.

– ¿Como fué?

– ¿Como fue qué? – Deidara prefirió enfocarse en la claridad de las sábanas que le cubrían en vez de la compasión que mostraba su semblante.

– Decir todo eso.

– ... Estuvo bien – A pesar de que no se habían resuelto ninguno de sus problemas, hablar de ellos resultó más liberador de los que había creído. Estaba menos cargado, aunque no por ello mas tranquilo, por lo cual al ver como aquellos brazos se abrían sutilmente, se permitió el capricho de arrimarse hasta poder descansar la mejilla en su hombro; Tras largos meses de dolor, distanciamiento, mala alimentación y reproches, sentía que necesitaba un poco de contención, y el brazo que frotaba su espalda se encargó de dárselo maravillosamente – ¿No vas a recriminarme nada?

– No.

– ¿Por qué? Te he dado motivos de sobra.

– Hace un par de semanas dijiste que merecía más – Parecía casi como le contase una historia, porque su voz era lejana y algo nostálgica – Sabes lo que he hecho, los sueños que he acabado y las vidas que he destruido, pero seguiste creyendo que merecía más de lo que tengo. Tú pudiste ver algo que yo no, de la misma forma que yo puedo ver cómo necesitas apoyo aún si tú no puedes hacerlo.

– ¿No crees entonces que me lo merezco? – Murmuró por lo bajo, viéndole negar con la cabeza.

– No todo el dolor es merecido, no todas las decisiones son correctas y no siempre debemos afrontar la vida solos – Recargó levemente su cabeza contra la suya – Tú no estás solo.

Esas palabras le causaron una agradable sensación que no era muy definida pero si lo suficientemente hermosa como para hacerle sentir bien, incluso disuadirle de sonreír a medias.

– Tu tampoco.

– Lo sé – Apenas moviéndose para poder observarle de reojo – La pregunta es ¿Tú lo sabes?

Desde un comienzo Deidara había tenido en cuenta el apoyo incondicional de Itachi para lo que necesitara, pero no fue hasta ese segundo que comprendio que no era un apoyo que se restringía a los bienes materiales o las charlas esporádicas, él realmente estaba dispuesto a ofrecerle cualquier cosa que necesitase aún si eso implicara convertirse en alguien con quien soltar parte de sus cargas; Exceptuando su poca asertividad para exponer sus sentimientos, la razón por la cual había titubeando tanto para decirle cosas importantes era porque aceptar sus problemas los hacia reales, y necesitar ayuda de alguien para solucionarlo le hacía sentir frustrado e impotente, sobretodo cuando solo se trataba de sus emociones, pues por mucho que antes hubiera sido facil manejarlas ahora eran más complicadas de vencer que una lucha cualquiera.

Aceptaba ahora que esa era una guerra que aunque pudiera ganar solo, sería mucho más amena si la enfrentaba con alguien más.

Y quería que fuese con él.

– Lo sé ahora.

Era un hecho que las palabras no eran suficientes para hacerles salir adelante, lo que necesitaban eran acciones. Gestos de mutualidad que evidenciaran lo mucho que estaban dispuestos a esforzarse a partir de ahora, y con una buena parte de los problemas ya conversados, lo único que ahora debían hacer era solucionarlos con paciencia, apoyándose en el otro hasta que el tiempo diera por finalizada aquella ruda y hermosa batalla que les tocó librar como equipo.

Caminar uno al lado del otro definitivamente no sería nada fácil, pero si pudieron con todo lo que les había tocado hasta ahora, podían con otro poco más.

A fin de cuentas, ahora se tenían el uno al otro para afrontarlo juntos.







Continuará...

Notas finales:

Aclaraciones:

1_ Los recién nacidos son apegados a su mamá porque la sienten como si fueran la misma persona, es por ello que cuando ella se va, se sienten abandonados e incompletos. ¿Han escuchado alguna vez que el bebé no se despierta ni con un terremoto, pero la mamá se levanta de la cama y hace drama? Pues es por lo mismo, y eso es resultado de los nueve meses que se pasó flotando como pescadito adentro de la barriga. Ahora, en el caso de Deidara, la cría se formó gracias a un Kinjutsu que está literalmente pegado a su cuerpo (No es un Rasengan que se puede tirar hacia afuera o como el Edo Tensei que se usa y listo, la técnica de Deidara ya forma parte de su organismo, y es por eso que las bocas sienten su dolor y viceversa) de modo que imagínense lo que es no solamente sentir que pertenecen a un sitio por naturaleza, sino que todo a su alrededor se los grita. Pues es justo ahí que surge el problema.  

Recuerden que el bebé se compuso de chakra, uno que en su mayoría no trabaja si está separado de Deidara. Entonces la cosa sería en este plan: Mi pequeño cerebrito se quiere quedar cerca de Deidara porque es mi lugar seguro + Todo el chakra que tengo alrededor requiere obligatoriamente estar cerca de Deidara para funcionar = NECESITO estar cerca de Deidara.  

De allí la preocupación de Kaiyah ya que es evidente que la cría al nacer va a necesitar estar junto a él los primeros meses (Mucho más que otros bebés) y se necesitará de tiempo para irle acostumbrado a estar lejos, tiempo que obviamente no van a tener porque Deidara se piensa ir después del nacimiento, lo cual, y si su teoría es cierta, le puede traer algunas complicaciones a la cría, como ansiedad por separación, por ejemplo.  

2_ La anemia de Deidara es producto de su mala alimentación, la única razón de porqué no le afectó hasta ahora fue gracias al chakra Uchiha que tenía, manteniéndole fuerte e incapaz de sentir lo afectos secundarios. Sin embargo, una vez acabado el chakra ajeno finalmente pudo sentir todos los síntomas, de allí a que tuviera el desmayo. Literalmente no fue por perder el chakra extra, sino porque literalmente experimentó todas sus debilidades tan de repente que se le apagó el cerebro.  

3_ Itachi obviamente intentó pasarle chakra a Deidara cuando le vió moribundo, pero no le hizo efecto ya que su problema no estaba en su poder, sino en su organismo (Por la anemia) De modo que es por ello que le llevó al consultorio de Kaiyah.  

Ahora sí, con las notas:  

Banda, el que no haya sentido penita por el Deidara chiquito es porque definitivamente no tiene alma xD  

Hay una cosita que quería aclarar antes de que me le tiren arena al pobre Deidara, y es que su mala alimentación no era producto de un capricho o el embarazo, sino por la ansiedad que el embarazo mismo le había producido. Si alguna vez se han ahogado en angustia y ansiedad entonces deben hacerse una idea de lo difícil que es querer comer y no poder. Sin embargo, él se esforzaba en picar ciertos alimentos, no por él, ni tampoco por la cría, sino por Itachi, ya que de morirse también se nos muere la cría y él ya le había prometido dársela.   

Así que señores, yo solamente quiero recordarles que los problemas alimenticios son una cosa seria. Nunca den por sentado las cosas y tampoco dejen de cuidarse, la vida es jodida pero también bonita, así que no pierdan la esperanza.  

Lo último que quería decir es que no voy a poder actualizar el viernes, primero porque no se cuando me voy a recuperar de las quemaduras, y segundo porque les tengo una sorpresa OwO Así que relajense que será una espera que valdrá la pena.  

Yo los quiero mucho!  

Pequeña uva, a ti te amo UwU  

Edmary, Kaory, Zidian, hoy no tengo notas largas porque me estoy muriendo, pero igualmente gracias por darse el tiempo de comentar, me alegran la vida :'3  

Posdata: Oh, por cierto! He hecho un One shot luego de un largo rato así que les invito cordialmente a que le echen un ojito si gustan UwU  


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