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128. Huyendo de la Navidad (21) por dayanstyle

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De acuerdo, de manera que quizás hubiese reaccionado de manera exagerada. Hwi Chan comenzó a sentirse como un idiota, cuanto más tiempo se encontraba sentado en el dormitorio. Sabía exactamente lo que Han Gyeom estaba intentando decir, y había permitido que su culpa se interpusiera.

Levantándose de la cama, fue hacia la ventana, intentando descubrir cómo disculparse con Han Gyeom, cuando vio a un ciervo en el patio trasero. Tenía pequeñas astas, y…  entrecerró los ojos. ¿Era un arnés rosado alrededor de su cuello? ¿Alguien en Villa Kim tenía un ciervo como mascota? ¿Se habría soltado?

 

Con un rebelde deambulando por el pueblo, le preocupaba que el ciervo fuese atacado. Shifters que se habían entregado a su lado animal, no discriminaban cuando se trataba de matar. Humanos, no humanos, animales salvajes, no importaba, y después de que Bones se hubiese soltado y ladrado en el bosque, tenía miedo que el rebelde estuviese cerca.

 

 

Abrió la ventana, estremeciéndose cuando el frío aire se propagó. —¡Shoo!

Quizás pudiera asustarlo lo suficiente, para que corriera hacia su hogar.

El ciervo lo miró, pero no se movió. ¿Era el mismo ciervo, que había visto en el rancho? Nahh, no podía ser. El que vio en el rancho no llevaba un arnés rosa, y dudaba mucho que lo hubiera seguido hasta la casa de Jae Han.

—No deberías estar ahí fuera —, dijo. —No es seguro.

—¿A quién le estás hablando?

Hwi Chan se dio la vuelta, para ver a Jae Han en la puerta del dormitorio. —Hay un ciervo con astas, afuera. Creo que le pertenece a alguien. Sólo estaba intentando hacer que regresara a casa.

Se dio la vuelta de nuevo y frunció el ceño. El ciervo se había ido.

Ni siquiera veía huellas de pezuña en la nieve. Se rascó la cabeza. 

—Estaba allí mismo, hace un segundo.

Jae Han se le unió, en la ventana. —¿Estás seguro?

Abrió la boca para decir algo, cuando vio una sombra en el bosque. —¿Ves eso?

Con un gruñido, Jae Han cerró la ventana. —Ve a la sala de estar con Han Gyeom, mientras lo chequeo.

—Pero–.

—No discutas. —Jae Han le tomó la mano y lo sacó de la habitación. —Tampoco quiero que salgas afuera, ¿entiendes?

—¿Qué está pasando? —Han Gyeom se levantó del sofá, su mirada rebotando entre Jae Han y él.

—Vi una sombra, en el bosque —, dijo. No quería dejar ir la mano de Jae Han. ¿Qué pasa si ese león estuviese ahí afuera? ¿Qué pasa si Jae Han fuese herido?

 

Ya había perdido a la persona más importante en el mundo, y no quería perder a nadie más que le importara. Puede que acabara de conocer a Jae Han, pero se habían vinculado, y sentía una profunda conexión en el alma, con el shifter pantera.

 

—Vuelvo enseguida. —Jae Han agarró su abrigo y se dirigió hacia la puerta trasera.

Han Gyeom y él se miraron fijamente durante un latido de corazón, y luego corrieron hacia la cocina, para observar por la ventana sobre el fregadero. —¿Era una sombra grande?

—No logre verla lo suficientemente bien —, dijo. Se acercó más a Han Gyeom, sus brazos tocándose. —También vi un ciervo con astas, justo antes de que la sombra apareciera.

—Probablemente, un ciervo macho—, dijo Han Gyeom.

—Tenía puesto un arnés rosa.

Débiles arrugas se formaron entre los ojos verdes de Han Gyeom. Amaba cuando este fruncía el ceño. Hacía que las pecas sobre su nariz, se juntaran. —¿Por qué un ciervo tendría puesto un arnés?

—Como si lo supiera. —Se encogió de hombros. —Imaginé que sería la mascota de alguien.

 

 

—Este pueblo, se vuelve cada vez más raro. —Han Gyeom miró de nuevo por la ventana.

Enroscó su mano alrededor de la de Han Gyeom, mientras veía a Jae Han andar raudamente a través de la nieve, acercándose al bosque. Su corazón se aceleró, su preocupación aumentó. —Realmente, desearía que atraparan a ese rebelde.  

—Yo también.

Ambos hombres gritaron, cuando dos panteras se unieron más allá de la línea de árboles, dirigiéndose directamente por Jae Han. Su primera reacción, fue agarrar un arma y correr afuera, pero las únicas armas que vio, fueron los cuchillos en su base, y el pensamiento de apuñalar a alguien, hizo que se sintiera mareado.

Jae Han no cambió y luchó contra ellos. De hecho, se quedó allí de pie, viéndose como si estuviera gritando a las panteras. Su rostro estaba contraído y estaba señalando con el dedo, hacia la casa.

 

—Se ve enojado —dijo Han Gyeom.

Se acercó incluso más, golpeando los brazos con Han Gyeom. 

—Siento lo de antes.

Han Gyeom lo miró con los labios apretados y las fosas nasales ensanchadas, y luego la ira se desvaneció. —Sabes que no te veo como una puta, y no tienes nada por lo que sentirte culpable. Sólo porque no estuviese preparado para tener sexo con Jae Han, no quiere decir que debieses.

Han Gyeom y él se dieron la vuelta, cuando Jae Han entró por la puerta de atrás, las panteras detrás de él. Han Gyeom retrocedió hasta que estuvo presionado contra el mostrador, empalideciendo, cuando un nervioso sonido escapó de su garganta.

La mirada de Jae Han se dirigió hacia Han Gyeom. 

—No hay nada por lo que preocuparse. Sólo son los idiotas de mis hermanos.

Era un shifter, había vivido en el mundo no humano toda su vida, pero incluso él estaba un poco intimidado, por la presencia de los esbeltos y musculosos gatos.

 

—¿P-Por qué se estaban escondiendo en el bosque? —Miró a uno, y luego al otro, deseando que estuviesen en sus formas humanas.

—Buena pregunta—dijo Jae Han. Bajó la mirada hacia sus hermanos. —Vayan a mi dormitorio y cambien. Pónganse algo de ropa de mi armario. Si le muestran sus partes colgantes a mis parejas, los abofetearé.

Las panteras salieron de la habitación. Se giró hacia Han Gyeom, para ver sus ojos siguiéndolos. —Eso fue un poco… intenso.

—Nah—Jae Han cerró la puerta de atrás. —Son inofensivos.

—¿Inofensivos? —Le resopló a Jae Han. —No es como si fuesen gatitos. Tiene largos y afilados caninos y son letales.

Jae Han rodó los ojos. —Estaba intentando tranquilizar a Han Gyeom.

—No funcionó —dijo Han Gyeom. —Creo que podría haberme orinado un poco.

 

Se rió entre dientes. No pudo evitarlo. Agarró a Han Gyeom y arrastró a su pareja a sus brazos. 

 

—Entonces, tendremos que ducharnos juntos. —Movió sus cejas.

—Tengo un gran cuarto de baño —añadió Jae Han. Llevaba una gran sonrisa de mierda.

El pensamiento de los tres duchándose juntos, hizo que su polla se endureciera. Pasó las manos por los costados de Han Gyeom. 

—Eso suena como un increíble plan.

Jae Han soltó un gruñido, cuando sus hermanos entraron a la cocina, sólo llevando puestos los vaqueros. Jadeó ante sus magros músculos, antes de que Han Gyeom le pusiera una mano en los ojos.

—¿Qué? —Gimió. —Estoy emparejado, no ciego.

Intentó alejar la mano de Han Gyeom, pero este envolvió un brazo alrededor de él y lo apretó con fuerza. Amaba estar en los brazos de Han Gyeom. Se retorció contra su pareja, frotando su culo, sobre la ingle de este.

—Compórtate. —Dijo Han Gyeom.

 

—Nunca. —Se rió entre dientes, cuando quitó la mano de Han Gyeom de sus ojos.

—¿Les importaría decirme, por qué están acechando, en mi patio trasero? —Ladró Jae Han.

Jeno y Chen Le se miraron uno al otro, antes de que se giraran hacia Jae Han. —Fue su idea. —Chen Le señaló a Jeno.

—Vaya manera de apuñalarme por la espalda —gruñó Jeno. —No voy a dejar que Jae Han me muela a palos —alegó Chen Le. 

—Te dije que era una mala idea, pero me arrastraste al frío, de todos modos.

—No puse una maldita pistola sobre tu cabeza —gruñó Jeno. —De manera que no pienses ni por un segundo, que sólo es mi culpa. Sus ojos rebotaban entre ellos.

 

—No me importa una mierda de quién fuese la idea —gruñó Jae Han. —¿Por qué estaban allí?

—Haciendo algunos ángeles de nieve. —La sonrisa de Chen Le era grande y boba, y ahora veía que lo gustarían los dos hombres.

 

Jae Han se veía a segundos de golpear a Chen Le. Él esperaba que no. Sintió que Han Gyeom se estaba relajando lentamente tras él. No necesitaba que su pareja humana se asustara, si Jae Han hiciese daño a sus hermanos.

—De acuerdo. —Jeno levantó las manos. —Estábamos ahí fuera, porque estábamos rastreando al rebelde y nos llevó hasta aquí.

Demasiado como para no asustarse.

 

Jae Han agarró el brazo de Jeno, arrastrándole hacia la puerta de la cocina, pero antes de que se fuera, miró a Chen Le. —No será que… tú.

—¿Qué se supone que eso significa?

 

—Sabes exactamente lo que significa —dijo, y luego tiró de Jeno hacia la sala de estar. —Podrían haberse guardado la parte del rebelde, para cuando mis parejas no estuviesen cerca.

—Tú eras el que nos estaba interrogando—se defendió Jeno. —Si hubieses retrocedido, te habría dado una pista sutil, para que hablásemos en privado.

—Y deberías haber venido a mí, en lugar de asustar a muerte a mis parejas. —Soltó el brazo de Jeno. —¿Por qué no me lo contaron? Cuando llegué a casa, Bones estaba afuera, ladrando en el bosque.

—¿Cuándo llegaste a casa? —Jeno se veía confundido. 

—¿Cómo salió?

—Ni idea—El misterio lo incomodaba. Bones había salido antes, pero él estaba seguro de que había cerrado la casa, cuando se fue. Aunque nadie había estado en la casa cuando la comprobó, aún estaba un poco incómodo por estar aquí, sin ninguna respuesta. No le gustaba la idea de que sus parejas estuvieran en peligro.

—Perdí su aroma, en tu patio trasero —dijo Jeno. —Ese es el por qué Chen Le y yo, estábamos observando tu casa.

—Entonces, pueden continuar ayudándome.

—¿Estás loco?—Preguntó Jeno. —Ahí afuera hace muchísimo frío. Sólo salimos de la camioneta, porque vimos algo en el patio trasero.

—Era un ciervo.

—Sí, nos dimos cuenta de eso. Salió rápidamente tan pronto como olfateó a nuestros gatos. Entonces, hicimos un barrido del bosque, y ahí es cuando nos encontraste. — Jeno caminó hacia la ventana de la sala de estar y miró a través de las cortinas. —Quiero decir, podría no ser nada, ya sabes. Quizás Bones se asustó por un ciervo.

Quizás Jeno tuviese razón. Entre encontrar a sus parejas y todo esto del rebelde, estaba al límite. Todos necesitaban una buena noche de sueño. —Gracias por venir, pero ahora pueden irse.

 

 

Quería su ayuda, pero no quería a sus hermanos estuviese fuera con ese frío.

—Llámanos, si nos necesitas. —Jeno le apretó el hombro, antes de dirigirse hacia la cocina.

Miró a Bones, que estaba acurrucado junto a la estufa, sus dos gatos acurrucados junto a él. Una pena que Bones no fuese un shifter. Si lo hubiese sido, podría haberle preguntado, cómo había salido y a qué le había estado ladrando.

Pero era un misterio que tendría que solucionar por sí solo. Y lo haría luego. Era tarde, y una buena noche de sueño, les haría bien a todos.

 

Han Gyeom se levantó temprano, para hacer el desayuno. Le gustaba cocinar, cuando su cabeza estaba llena con demasiados pensamientos. Mientras volteaba los panqueques y revolvía la olla de sémola, pensó en todo lo que había sucedido ayer.

 

Fue un día para recordar. Había abierto su mente, y aún estaba intentando absorber todo lo que había descubierto.

Bones estaba sentado en la puerta de atrás, mirando fijamente la cocina mientras le daba la vuelta al bacon. 

—No estoy seguro, si Jae Han te alimenta con comida de mesa—, dijo. —Sin embargo, el bacon huele bien.

El perro gimoteó y arañó la puerta. Ya que nunca había tenido su propia mascota, le tomó un segundo descubrir que Bones necesitaba salir afuera.

—Siempre y cuando, prometas no salir corriendo. —Movió un dedo hacia el perro. —Eres como uno de los niños de Jae Han. Creo que me retorcerá el cuello, si te pierdes.

Bones le lamió el dedo. Con una sonrisa, abrió la puerta de atrás y dejó salir al perro. Mascotas con las que podía tratar. Era todo lo demás lo que le daba un fuerte dolor de cabeza. 

 

 

Se había sentido débil, cuando ayer vio a las panteras en el patio trasero, y ni siquiera quería encontrarse, por azar, con un demonio o vampiro.

La sola idea lo hizo estremecerse, mientras apagaba el fuego y emplataba todo. Cuando hubo terminado, abrió la puerta de atrás para decirle a Bones que entrara de nuevo, pero no vio al perro por ninguna parte.

El pánico lo invadió. —¡Bones!

Nada. Ni siquiera un ladrido. Asustado de que Bones se hubiera escapado, se apresuró a la sala de estar y agarró su abrigo y botas. Salió corriendo por la puerta de atrás, buscando las huellas del perro. Las encontró, pero el problema era que estaban por todas partes, como si Bones hubiera corrido en círculos, antes de que hubiera escapado.

Mierda y doble mierda. —¡Bones!

 

Un lejano ladrido, hizo eco en el frío aire.

—¡Regresa aquí, ahora!—Quizás utilizar una voz firme, funcionaría. Siempre lo había hecho, cuando su padre la utilizaba con él.

Atravesó raudamente la nieve, dirigiéndose en la dirección en la que había escuchado el ladrido. Estaba demasiado frío para esto, y no le daría un regalo a Bones, cuando regresaran.

Mientras más se alejaba de la casa, más deseaba haber despertado a Jae Han. Había un rebelde suelto, y el tonto de él, estaba ahí, persiguiendo a un perro.

—¡Bones!

El perro ladraba como loco. Su corazón se aceleró, mientras corría hacia el ruido. Cuando vio a Bones, se detuvo tan rápido, que estuvo cerca de caerse de cabeza, en la nieve.

El perro no estaba solo.

Su cerebro se negó a procesar lo que veía. Era un león, de la vida real, avanzando lentamente hacia Bones –cuerpo enorme, gran melena, incluso dientes muy grandes.

 

 

Hwi Chan le había dicho, que el rebelde era un shifter león, y le había oído decirlo. Pero escuchar sobre ello y ver al león, eran dos cosas totalmente diferentes. Su estómago se retorció dolorosamente, mientras sus músculos se tensaban y se le hacía difícil respirar.

Retrocedió dando pasos rápidos y espasmódicos, pero no quería dejar atrás a Bones. Miró sobre su hombro y vio que estaba más lejos de la casa, de lo que había tenido intención de hacer.

Si echara a correr, el león le atraparía, antes de que estuviera a salvo. Había crecido en Villa Kim, había estado aquí toda su vida, y ni una vez había visto nada fuera de lo ordinario. Llevaba emparejado un maldito día y ahora toda la locura se estaba saliendo de control.

Continuó retrocediendo lentamente, rezando para que no atraer la atención del león. Cuando estuvo lo suficiente cerca de la casa, gritó.  —¡Bones, ven chico, ahora!

 

Este se dirigió rápidamente hacia su derecha, arrastrando el culo, mientras el león rugía, y luego lo perseguía. Gritó ante la imagen del león acercándose a ellos. Giró y corrió rápidamente, tanto como podía, hacia la puerta de atrás.

 

Justo antes de que la alcanzara, la puerta se abrió de golpe y una pantera negra salió corriendo, devorando la distancia hacia el león. Se dio la vuelta, horrorizado cuando la pantera atacó al león. Ese era Jae Han, y podría ser asesinado, si el león le clavara sus afilados dientes.

—Ven aquí, rápido —dijo Hwi Chan desde la puerta de atrás. Bones entró corriendo en la casa, pero sus pies se negaron a moverse. Se quedó allí, parado, mirando fijamente, mientras los dos poderosos animales luchaban.

—Han Gyeom—Hwi Chan le agarró el brazo.

—No—Lo liberó. —No voy a dejar a Jae Han, ahí afuera.

—Y estará bastante enojado, si algo te sucede —declaró Hwi Chan.

Abrió la boca, para decirle a Hwi Chan que no se movería hasta que Jae Han estuviese a salvo, pero la cerró, cuando dos enormes lobos se lanzaron al patio trasero.

Lobos.

 

La contracción bajo su ojo, regresó. ¿Realmente estaba viendo esto? Jae Han le había contado sobre los ellos, pero una vez más, verlos era muy diferente que escuchar sobre ellos. Como si su corazón no estuviese latiendo lo suficientemente rápido antes, ahora lo hacía tan fuerte, que debería haber estallado en su pecho.

El león dio un fuerte rugido, antes de salir rápidamente hacia el bosque, los lobos dándole caza. La pantera cojeó de regreso hacia ellos, su cuarto trasero sangrando. Jae Han entró en la casa, pasándolos. Se olvidó de su miedo, de que Jae Han fuese una peligrosa pantera, cuando se apresuró a entrar para conseguir algo para limpiar la herida.

Cuando entró en la sala de estar, la pantera estaba tendida en el suelo, junto a la estufa. Bones lamía al enorme gato, mientas gimoteaba.

Quitó a Bones del camino. —Ve a la habitación de papá.

 

Para su asombro, Bones escuchó, alejándose lentamente. Wiggles y Queenie siguieron tras él. Las mascotas de Jae Han, realmente comenzaban a gustarle.

 

—Sólo necesita tiempo, para sanar —dijo Hwi Chan, cuando estuvo ahí de pie, con el botiquín de primeros auxilios bajo su brazo.

—Así que, ¿esto es inútil? —Alzó el botiquín.

—Más o menos.

No le gustaba sentirse inútil. Quería hacer algo para ayudar a Jae Han. Tuvo el raro impulso de hervir un poco de agua y conseguir algunas toallas, aunque tampoco estaba seguro de por qué las necesitaría.

—¿Por qué estabas ahí afuera, en primer lugar? —Hwi Chan se sentó en el suelo, acariciando el pelaje de la pantera. Ver lo tierno que Hwi Chan estaba siendo con el enorme gato, hizo que su pecho se contrajera. Era un momento muy tierno y amó a Hwi Chan más por eso.

Le contó sobre dejar salir a Bones, y lo que sucedió después de eso.

—Deberías haber despertado a Jae Han —lo amonestó Hwi Chan.

Lágrimas se juntaron en sus ojos. —Si algo te hubiese sucedido…

 

Se arrodilló y enroscó sus brazos alrededor de Hwi Chan. Odiaba verlo llorar. No era frecuente, pero siempre le rompía el corazón. 

—Estoy bien.

—No vuelvas a hacer algo tan estúpido de nuevo. —Hwi Chan se secó los ojos.

—No puedo prometer, no ser un estúpido de nuevo —bromeó. Estaba intentando hacer sentir mejor a Hwi Chan, pero estaba temblando hasta el fondo, cuando pensó en ese león y en cuán terriblemente mal podrían haber ido las cosas.  

Mientras sostenía a Hwi Chan y esperaba que Jae Han sanara, se preguntó si estaba hecho para esta clase de vida. Estaba llena de tantos peligros, sin embargo, tanto como esta vida le asustaba, ahora no podía imaginar alejarse de cualquiera de los dos hombres.

 continuará...


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