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128. Huyendo de la Navidad (21) por dayanstyle

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Había sido un largo día y Han Gyeom había estado agotado, para cuando regresaron a la casa de Jae Han. Se había quitado la ropa he ido a la cama, bostezando cuando sus parejas se unieron a él. Se acurrucó entre ellos, quedándose dormido, mientras su calidez lo empapaba.

Una pena que no se hubiera quedado dormido toda la noche. Abrió violentamente los ojos y se preguntó qué estaba pasando, cuando Jae Han saltó de la cama y salió corriendo de la habitación. Hwi Chan y él se sentaron y miraron a su alrededor. Cuando miró el reloj, vio que eran las tres de la madrugada.

¿Qué demonios estaba haciendo Jae Han?

Entonces Hwi Chan salió de la cama, con una mirada de pánico en sus cansados ojos. Olió el aire, y luego se giró hacia él. 

      —Huelo humo.                                                                        

No olía nada. No hasta que Hwi Chan lo mencionó. Ahora eso era todo lo que olía. Lanzó las mantas hacia atrás y salió de la cama, corriendo por la habitación.

Aún estaba un poco desorientado por despertar tan rápidamente, y golpeó la pared cuando corría hacia el pasillo. Hwi Chan pasó a su lado. Se frotó los ojos, y luego corrió hacia la sala de estar. Jadeó ante el fuego consumiendo las cortinas en las ventanas, y subiendo por las paredes, detrás del árbol de Navidad.

—¡Saca a Han Gyeom de aquí!—Gritó Jae Han. —Llama a los bomberos. Tengo que encontrar a los gatos.

Bones ya estaba en la cocina, ladrando como loco. Corrió de nuevo por el pasillo y se vistió rápidamente, antes de agarrar el móvil de Jae Han y marcar. Mientras hablaba rápido, como una bala por el teléfono, vio a Hwi Chan entrar corriendo en la habitación y arrojando su ropa. Hwi Chan agarró la ropa de Jae Han del suelo, antes de que salir disparado.

 

 

Cuando colgó, se metió el teléfono de Jae Han en su bolsillo trasero y corrió por la habitación. El pasillo ya se estaba llenando de humo. Tosió, mientras intentaba recordar dónde estaban sus botas.

Hacía demasiado frío afuera para salir descalzo. Sin embargo, lo haría si tuviese que hacerlo.

Sus ojos estaban escocidos por el humo, cuando vio sus botas junto al sofá. Se las puso rápidamente, agarró su abrigo del sofá y fue hacia la cocina. —Vamos, Bones.

Abrió la puerta de atrás para el perro, y luego regresó a la sala de estar y vio a Jae Han completamente vestido y buscando a los gatos.

—Tenemos que irnos —gritó. El fuego se había extendido aún más, devorando el techo y los cuadros colgando en la pared. Nunca había estado tan malditamente asustado en toda su vida.

 

—No me iré sin mis gatos —dijo Jae Han. —Tú y Hwi Chan salgan de aquí—Le entregó sus llaves. —Entren en la camioneta y permanezcan calientes.

Jae Han gritó su nombre, cuando corrió por el pasillo, en lugar de salir afuera. Revisaría el dormitorio por lo gatos antes de salir de la casa. Sabía cuánto significaban para Jae Han. Eran como familia, y si podía evitar que su pareja sufriera una devastadora pérdida, entonces encontraría a esos felinos.

 

 

Cerró la puerta del dormitorio de un golpe, para evitar que el humo entrase antes de arrodillarse y mirar bajo la cama. Queenie estaba ahí abajo, hecho un ovillo en la cabecera.

—Ven aquí, chica—Estiró el brazo para alcanzarla. Le bufó y golpeó con una garra. Gritó cuando sus pequeñas garras atraparon su mano. —¡Sólo estoy intentando salvarte!

Si moría porque esta bola de pelo era demasiado terca para salir de debajo de la cama, regresaría y la cazaría. Lo intentó de nuevo, esta vez agarrando su pata. Maulló como loca, mientras la sacaba de debajo de la cama.

—Me lo agradecerás más tarde —dijo, mientras iba hacia la puerta del dormitorio. Cuando la abrió, espeso humo entró en la habitación. Cerró la puerta de un golpe, y entró en pánico. ¿Cómo demonios saldría ahora de la casa?

Escuchó sirenas en la lejanía, pero no estaba seguro que los bomberos llegaran a tiempo para salvarlo. Quennie luchaba por liberarse de sus brazos. Tenía que pensar.

Miró hacia la ventana del dormitorio. Podía salir, pero no estaba seguro que pudiera escalar con un gato moviéndose. —Lo siento por esto. —Agarró una almohada y le quitó la funda. —No quiero meterte aquí, pero no puedo pensar en otra manera.

Queenie lo odiaría toda su vida por esto, pero no había otra opción. La metió en la funda, y luego hizo una mueca cuando se volvió loca, bufando y azotando. Sus garras pasaban a través del material, pero afortunadamente no lo rasgaron.

Giró alrededor, cuando la puerta del dormitorio se abrió de golpe. Jae Han entró, y luego cerró la puerta tras él. Wiggles escondido en su brazo. Su pareja tosió, frotándose los acuosos ojos. 

—Te patearía el culo, por entrar aquí.

—Tenía que ayudar. —Miró la puerta, su corazón latía desbocado. 

  —¿Dónde está Hwi Chan?                                                                               89

—Afuera, con Bones—Jae Han se movió hacia la ventana y la abrió. Bajó los ojos, hacia el saco en su mano. —¿Queenie está ahí?

—Está entrando en pánico —dijo. —Fue en lo único en lo que pude pensar, para sacarla sin que ella o yo nos hiciésemos daño.

Jae Han asintió con la cabeza. —Bien pensado.

Estaba aliviado. Durante un segundo, pensó que Jae Han estaría enojado por haber empujado al gato en la funda. Queenie aún estaba bufando, pero había dejado de saltar como una arpía. Estaba agradecido que se tranquilizase, pero lo sentía por ella. Tenía que estar asustada hasta la muerte.

Él estaba muy seguro de estarlo.

Luces se arremolinaron dentro de la habitación. El camión de bomberos había llegado. Jae Han lo ayudó a salir por la ventana, antes de que le entregarle los gatos. Mierda, la temperatura tenía que ser de un solo dígito. Hacía tanto frío, que comenzó a temblar como loco.

 

Por otro lado, podría estar temblando por el miedo aún aferrándose a él. Jae Han agarró su brazo y lo arrastró hacia la camioneta. Miró el frente de la casa. Las ventanas de la sala de estar estaban reventadas, y el fuego estaba ascendiendo hacia el tejado.

—Dame las llaves —dijo Jae Han.

Metió la mano en el bolsillo y se las entregó. Hwi Chan se unió a ellos, Bones aún ladrando.

—No salgan de esta camioneta —advirtió Jae Han. Desbloqueó la puerta y la mantuvo abierta.

Hwi Chan, él y Bones entraron, antes de que Jae Han le regresara las llaves.

Tomaría una eternidad para que el calor se notase. Arrancó el motor, rezando para que no se congelase hasta la muerte, mientras veía a Jae Han correr hacia los bomberos, quienes obviamente, también lo conocían.

—Esto es de locos —dijo Hwi Chan, mientras acariciaba a Bones. Se giró hacia él. —¿Estás bien?

—Sólo asustado —dijo. —¿Qué comenzó el fuego?

Hwi Chan sacudió la cabeza. —No tengo idea.

Estaba contento, de que todos hubieran salido de ahí con vida. Una casa podía ser reemplazada. Sus parejas y mascotas no.

—Mira, te dije que la Navidad no trae nada bueno. El fuego comenzó por el árbol. Jae Han nunca debería haber traído esa cosa a la casa, y esas decoraciones, sólo alimentaron las llamas —dijo Hwi Chan.

Suspiró. Había estado teniendo la esperanza que esta Navidad fuese diferente para Hwi Chan, que aceptara las fiestas ya que había encontrado a sus parejas, pero parecía que desear que su amante se interesara en el espíritu, sería inútil.

Se sentó allí y observó, mientras los bomberos trabajaban para apagar las llamas con las mangueras. Jae Han regresó, pero sólo el tiempo suficiente para quitar la camioneta del camino de entrada y aparcarla en la calle.

 

Eran afortunados, tenían una cabaña a la que regresar, pero ver el daño en la casa de Jae Han lo entristeció. Había comenzado a pensar en el lugar como su hogar, lo que era extraño, considerando que hace dos días había declarado, que no iría a la casa de Jae Han.

Una hora después, de que llegara el camión de bomberos, Jae Han entró en la camioneta, viéndose francamente agotado, mientras se alejaba. —Tendremos que quedarnos en la cabaña, hasta que pueda evaluar los daños y ver qué necesita ser reparado.

Cuando llegaron a la cabaña, ya no se sentía como un hogar. Era oscura y triste. Este lugar no era íntimo y acogedor como la casa de Jae Han, y carecía de decoraciones para demostrar que casi era Navidad. A estas alturas, realmente no le importaba. Estaba cansado, y el solemne estado de ánimo de Hwi Chan, no estaba ayudando. Estaba preparado para declarar la Navidad como pérdida y comenzar el año siguiente.

Jae Han golpeó la puerta detrás de ellos, haciendo que se diese la vuelta. Jae Han se veía como si estuviese a punto de perderla cabeza.

Su mano temblaba, mientras se la pasaba por la cabeza.                            91

—¿Estás bien? —Le preguntó. Era una tonta, considerando lo que acababa de suceder, pero también fue una reacción instintiva.

Jae Han lo arrastro junto con Hwi Chan, hacia él, aplastándolos contra su pecho. —Podría haberlos perdido, esta noche.

—Pero no lo hiciste—Se echó hacia atrás ligeramente, tomando una muy necesaria respiración.

—No quiero que pase un día, sin decirles que amo a ambos— Jae Han los abrazó de nuevo. Si esto continuaba, se sofocaría. 

—He estado queriendo decírselos, pero tenía miedo que fuese demasiado pronto.

Se quedó sorprendido, por la declaración de Jae Han, pero también emocionado por ello. Hwi Chan y él habían expresado su amor él uno al otro, hacía unas pocas semanas atrás, pero por alguna extraña razón, sintió como si su vida se hubiese encauzado con las palabras de Jae Han.

—También te amo —dijo Hwi Chan. —¿Ahora podemos respirar de nuevo?

Sintió que enrojecía, mientras levantaba la mirada hacia Jae Han. 

—No es demasiado pronto. También te amo, Jae Han.

Y Jae Han tenía razón. Uno o todos podrían haber muerto en ese incendio, y la vida era demasiado corta para contener cómo te sentías. No le importaba que acabara de conocer al hombre, sentía una profunda conexión de alma con ambos, y no podía imaginar su vida sin ellos en ella.

Tres días más tarde Jae Han vio cuán deprimidos estaban sus dos hombres y no le gustó. Cierto, su casa había sufrido daños, pero todo el mundo había salido ileso de allí. El jefe de bomberos le había dicho, que el incendio había sido causado por un cortocircuito. No estaba seguro de cuánto le costarían las reparaciones, pero acudiría a Doo Joon Moon para ver si el shifter oso, les ofrecería un buen acuerdo. Valía la pena intentarlo.

Doo Joon tenía su propia compañía de construcción, y había ayudado a construir la mayor parte de Villa Kim. Los Moon eran hombres decentes, y estaba seguro que Doo Joon trabajaría con él, solo por el costo de las reparaciones.

 

Cansado de ver a Hwi Chan y Han Gyeom recostados en el sofá, se levantó y se puso las botas.

—¿Qué estás haciendo? —Preguntó Han Gyeom mientras cambiaba los canales de la televisión. Además de cocinar para un batallón, eso era todo lo que había hecho durante los últimos días. Zapping.

—No puedo decidir, si robar la tienda de bebidas o quedarme de pie en el centro del pueblo y desnudarme. —Fue a por su abrigo colgado en la puerta. Bones corrió hacia él, meneando la cola.

—Estás bromeando, ¿cierto? —Preguntó Hwi Chan cuando se sentó, la incertidumbre en sus ojos marrones. —Quiero decir, si tienes un impulso de desnudarte, puedes hacerlo en esta cálida y acogedora habitación.

 

 

Su sonrisa era hermosa, y estuvo tentado, pero necesitaba sacarlos de la cabaña. Quizás algo de compras navideñas animaran a Han Gyeom. No estaba seguro de qué hacer para sacar a Hwi Chan de ese estado de ánimo.

—Sólo ponte tus cosas, para que podamos dar un paseo—Odiaba quedarse sentado. Necesitaba algo que hacer, además de ganar algunos kilos comiendo la cocina de Han Gyeom.

Mientras esperaba por sus parejas, Bones y él salieron para que utilizara cuarto de baño. El golden retriever saltó a través de la nieve, rodando, antes de ver una ardilla y darle persecución.

Bones tuvo una buena idea. Quizás más tarde, permitiera a salir a su pantera para una carrera. Su bestia estaba inquieta. No le importaba el invierno. Odiaba el frío y la nieve. Dale días interminables de verano y sería un hombre feliz.

—Así que —dijo Han Gyeom cuando se le unió en la puerta. 

 

—¿Vamos a ayudarte a robar la tienda de bebidas o mantener la camioneta caliente, de manera que no te congeles después de quitarte la ropa? —Han Gyeom movió sus cejas rojas. —Puedo ser el conductor de la fuga. Sólo asegúrate de traerme una gran botella de whisky añejo.

 

Se rió entre dientes. Amaba el sentido del humor de Han Gyeom. 

—Estaba pensando, que Hwi Chan fuese el conductor. Puedes agarrar una caja de whisky, mientras yo vacío la caja registradora.

Hwi Chan rodó los ojos. —¿A dónde vamos realmente?

Podría no gustarle el invierno, pero amaba la Navidad, y deseaba poder encontrar una manera de regresarle a Hwi Chan su espíritu navideño. El pensamiento de un Cazador matando a cualquiera de los miembros de su familia, hizo que se sintiera enfermo del estómago. No podía imaginar por lo que Hwi Chan había pasado, y no le deseaba eso a nadie.

Arrastró Hwi Chan hacia sus brazos y le dio un rápido beso.  —¿A dónde quieres ir?

 

—De regreso al sofá —, dijo Hwi Chan. —Por favor, no me digas que realmente nos llevas al pueblo. No creo que pueda soportar más de esa música o las decoraciones.

Vio la desesperación en los ojos verdes de Han Gyeom. Ambos no sabían qué hacer con el amargo estado de ánimo de Hwi Chan.

Su atención se apartó, cuando escuchó ladrar a Bones. Salió afuera, escaneando el rancho, buscando a su perro. Vio a Bones junto al granero, retrocediendo, mientras continuaba ladrando.

Pa salió de su casa, observando a su alrededor. Cuando miró en su dirección, se encogió de hombros. No tenía idea de por qué Bones se estaba volviendo loco, pero una sensación de hundimiento se instaló en su estómago. Miró a sus parejas, de pie en la puerta de la cabaña. —Quédense aquí.

Pa se le unió, mientras se dirigían hacia el granero. Dos más de los hijos de Pa también habían salido, pero no estaba familiarizado con los hombres Moon, y no conocía sus nombres.

 

—Leo, ve a comprobar los caballos —dijo Pa. Se giró hacia el otro hijo. —Ve a comprobar el ganado, Chansung.

 

—¡Bones! Ven aquí, chico—El perro lloriqueó, antes de que se diera la vuelta y corriera hacia él. Cuando le alcanzó, dijo, —Regresa a la cabaña.

El perro esperó algunos latidos, y luego salió disparado. Vio como Han Gyeom lo dejaba entrar en la cabaña. Una vez que supo que su labrador estaba a salvo, su atención regresó al granero.

—¡Cuidado! —Gritó Pa, cuando Leo salió del granero. El león fue rápido, viniendo de un lateral y saltando hacia Leo.

Sin pensarlo, cambió, corriendo hacia el rebelde. Hace una semana este había estado en su patio trasero. ¿Estaba acechándolo de manera intencional? No estaba seguro de por qué. No conocía al shifter león, pero continuaba apareciendo en cualquier lugar al que fuese. Probablemente sería una coincidencia, pero estaba cansado del bastardo, y quería ponerlo a dormir.

De manera permanente.

Leo cambió al igual que Pa. Dos grandes osos se unieron a su pantera, mientras perseguían al león que huía. 

De ninguna manera, lo dejaría escapar. Ya era hora que dejara de aterrorizar a este pueblo.

Aceleró, saltando en el aire antes de clavar sus garras en los cuartos traseros del león. Este rugió cuando se giró, intentando quitarse de encima a la pantera. Hundió sus dientes profundamente en el músculo, cuando los osos los alcanzaron.

Un oso golpeó con la cabeza el costado del león, mientras que el otro su espalda, casi derribándolo de encima del rebelde.

El león les dio un infierno de lucha, chasqueando sus mandíbulas e intentando girar de lado, pero le habían inmovilizado. Se soltó de su espalda y sujetó con sus mandíbulas el cuello del león, asfixiándolo. Uno de los otros hombres Moon, corrió hacia ellos con un arma de fuego en las manos. Se apartó, justo cuando el hombre elevó el arma e hizo un agujero en el pecho del león.

Cambió. —¡Podrías haber esperado hasta que estuviera más lejos!

El hombre sonrió. —Nah, no estuviste en peligro. Soy bueno en esto.                                                                                                                  

Reconoció esa sonrisa. Era Lee Joon. 

—Bastardo —le gruñó, Los osos podían disponer del cuerpo. Se estaba congelando las pelotas y estaba temblando para el evento. Necesitaba algo de ropa, y sostener a sus parejas.

Pero al menos el rebelde no aterrorizaría a nadie más.

Cuando alcanzó la puerta, Han Gyeom lo miró boquiabierto. 

—¿En serio derribaste al león?

Hwi Chan sonrió. —Mi héroe.

Se rió entre dientes, mientras se vestía, y los tres se dirigieron al pueblo.

          

continuará...

Notas finales:

ese Lee Joon es un caso perdido.... XD

dejen rw


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