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128. Huyendo de la Navidad (21) por dayanstyle

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—¿Ya lo encontraste? —Siwon se reunió con Jonghyun, frente a la panadería del pueblo.

—Capté su olor, pero luego desapareció.

Siwon no podía entender cómo el olor de un shifter rebelde, simplemente se desvaneció. El rebelde había estado cerca de The Lucky Clover, atrayendo a un humano hacia el callejón, cuando lo vio y le dio caza. Había perdido de vista al shifter león, pero Jonghyun había encontrado el rastro.

 

¿Ahora, simplemente había desaparecido? Eso no tenía ningún sentido para él. Habían acorralado al rebelde. ¿Cómo pudo haber desaparecido? —Tenemos que seguir buscando, antes de que mate a alguien.

Aparte de los problemas que habían tenido en la aldea de los elfos del bosque, todo había estado tranquilo en Villa Kim, y quería mantenerlo así. Había demasiada gente haciendo las compras de Navidad, y serían una presa fácil si no atrapaban al rebelde, y pronto.

 

 

Una camioneta paró en el bordillo junto a ellos. Jongin salió de ella. El Alfa cerró la puerta y se unió a ellos en la acera. 

—¿Cómo se escapó?

Se encogió de hombros. —O puede volverse invisible, lo cual dudo, o es un ninja silencioso, lo cual también dudo.

—Entonces, no tienes ni idea —, gruñó Jongin.

—No —dijo. —Pero cuando ponga mis manos en él, descubriré cómo nos eludió a los dos.

—Acabo de llamar a algunos centinelas más. Quiero que peinen cada centímetro de este pueblo. —Jongin se puso a caminar calle abajo.

—Supongo, que tenemos que revisar cada centímetro—Jonghyun se frotó la nuca. —Key me va a matar. Se suponía que íbamos a ir al centro, esta tarde, para hacer algunas compras.

Su compañero tampoco estaría feliz, pero Heechul comprendería. Estaba acoplado con un guerrero, y era su trabajo, junto con el de cada shifter que vivía en la Guarida, para mantener a salvo este pueblo.

Cruzó la calle, teniendo cuidado de evitar los charcos, mientras se dirigía al Café. Si iba a estar fuera con en este clima helado, se armaría con un chocolate caliente.

Y tal vez adquiriría un pequeño regalo para Heechul, así su compañero no se enojaría mucho por tener que cancelar sus planes.

 

Después de vestirse en el cuarto de lavado y regresar a la sala de estar, Hwi Chan sintió a Han Gyeom merodeando en el pasillo. Quería ir con su compañero, pero sabía que este tenía que ir a ellos. Se sintió mal por asustarlo, pero esa era la única forma de convencer a su compañero de que los shifters realmente existían, de que Jae Han y él no le habían mentido.

—Entrará en razón—Jae Han le apoyó la mano en la espalda, y la mano fuerte y cálida se sentía bien, pero estaba más preocupado por Han Gyeom en este momento. Ni siquiera había tenido tiempo de procesar, que tenía otro compañero. Había estado tan preocupado por Han Gyeom, que no había pensado mucho en Jae Han.

 

Pero era difícil no hacerlo, ahora que la mano de Jae Han descansaba sobre su espalda. Quería saltar a los brazos de la pantera y pedirle que lo reclamara. Era puro instinto cuando encontrabas un compañero, pero se obligó a permanecer quieto y no suplicarle al hombre que lo jodiera.

—¿Cómo lo sabes?—Jae Han acababa de conocer a Han Gyeom. Ni siquiera él estaba seguro de que su otro compañero pudiera entrar en razón. A veces, Han Gyeom era una persona difícil de entender. Un minuto estaba feliz y despreocupado, al siguiente, malhumorado y silencioso.

Le gustaba que Han Gyeom estuviera emocionado por las fiestas – aunque Hwi Chan las odiara– y daría cualquier cosa porque Han Gyeom tuviera esa felicidad de vuelta. ¿Y si estaba tan enojado con él por mantener este secreto que se alejaba y nunca volvía a hablar con él? —Confió en que Han Gyeom puede manejar lo que le dije —dijo Jae Han.

Deseó poder tener tanta confianza. Y le gustaba que Jae Han aparentara ser tan fuerte, pero vio la duda en los ojos de la pantera. Ninguno de los dos estaba seguro sobre Han Gyeom.

Incapaz de permanecer allí más tiempo, se dirigió hacia el pasillo, sus nervios un confuso lío. 

—Siento como si estuviera de nuevo en el instituto y esto fuera un baile—dijo, mientras se acercaba lentamente a Han Gyeom. —¿Bailarás conmigo?

Una sonrisa tiró de los labios de Han Gyeom, a pesar de que luchaba por no mostrarla. —Nunca fui a ningún baile.

—¿Está bien si te toco? —Se frotó la nuca, odiando sentirse tan perdido.

La sonrisa de Han Gyeom se ensanchó ligeramente, ayudando a desenredar la bola de nudos en su pecho. —Nunca te rechazaría.

 

No esperaba que fuera el primero en saltar, pero al menos tenía que conseguir que Han Gyeom se acercara al agua. 

—Bien, sé que generalmente soy el que no habla mucho, pero tenemos que romper el hielo con Jae Han.

Han Gyeom retiró la mano de su agarre y se cruzó de brazos. —Rompió el hielo, cuando habló sobre tener una orgía.

Jae Han arqueó una ceja. —No creo que esas palabras salieran de mis labios.

—Pero eso es lo que estabas pensando —, declaró Han Gyeom.

Gruñó. Estaba nervioso también, pero al menos, no estaba siendo un cabeza dura sobre esto. —Nadie dijo, que fuéramos a tener sexo de inmediato.

 

 

—Y realmente, me gustaría que vinieran a mi casa—Jae Han se levantó del sofá. —Tengo que alimentar a Bones.

—¿Quién es Bones? —Preguntó Hwi Chan.

—Mi golden retriever —dijo Jae Han. —Se suponía que iba a ir al pueblo, para conseguir algunas cosas. Probablemente, necesite salir también.

Han Gyeom se rió.

—¿Qué es tan gracioso? —Preguntó Jae Han.

—Un gato que tiene un perro. —Han Gyeom se rió con más fuerza. —Lo siento, pero es tan divertido.

Cuando Jae Han sonrió, le robó el aliento. Verdaderamente era un hombre hermoso, que necesitaba sonreír todo el tiempo.

 —Supongo que es irónico —dijo Jae Han. —Es una mascota rescatada.

¿Eso no derritió su corazón? —Iré a empacar algunas cosas. —Se

volvió hacia Han Gyeom. —¿Dime que vienes también?               

Los ojos de Han Gyeom se dirigieron a Jae Han. —Todavía es un extraño, y no confío en él. ¿Cómo sabemos que no nos llevará a su harem?

Jae Han se atragantó, luego hizo una mueca. —¿Es eso lo que piensas? ¿Qué tengo una horda de hombres en casa?

Rodó los ojos. —Estoy bastante seguro, de que no lo tiene.

Jae Han se rió. —Soy un tipo atractivo, pero dudo que alguien caiga rendido a mis pies, para así vivir en una especie de comuna sexual, junto conmigo.

¿Era el tipo serio? Miró boquiabierto a Jae Han. —Siento disentir.

—Deja de acariciar su ego —, alegó Han Gyeom.

Jae Han le guiñó un ojo a este. —Hwi Chan y tú pueden acariciar cualquier cosa que quieran. Confía en mí. No me importaría en lo absoluto.

—Vamos. —Tiró de Han Gyeom a sus brazos, esperando que su compañero no lo alejara. —Si decides que no quieres estar allí, nos iremos. Lo prometo.

 

Han Gyeom miró a Jae Han, y luego de nuevo a él. —¿Lo prometes?

Cruzó los dedos sobre su corazón. —Palabra de scout.

Han Gyeom entrecerró los ojos. —Nunca fuiste un scout.

Jae Han se rió. —Prometo no mantenerte como rehén, si no quieres estar allí, aunque creo que cambiarás de opinión, después de que conozcas a Bones.

Con un suspiro, Han Gyeom se volvió y se dirigió a su habitación. 

—Todavía no entiendo nada de esto, pero tengo debilidad por un animal rescatado.

Han Gyeom estaba cediendo más rápido, de lo que había esperado, y se alegraba de que su compañero no lo pateara fuera de la cabaña. Los dos empacaron para unos días, y luego se reunieron con Jae Han en su camioneta.

 

Se detuvo, cuando vio a un gran ciervo con unas astas enormes. Estaba a una buena distancia de ellos, y simplemente lo miraba.

—Es sólo un ciervo—dijo Han Gyeom. —Tengo frio. Sube a la camioneta.

 

Una vez más, estaba sentado en el medio, pero no le importó. Le gustaba estar atrapado entre los dos hombres. Lástima que no lo estuviera, mientras estaban desnudos. La sola idea hizo que su pene cobrara vida. Ocultó su sonrisa, cuando Jae Han salió de la cabaña.

El viaje a casa de Jae Han no tomó mucho tiempo, aunque el viaje fue un poco lento a veces. Había placas de hielo en las carreteras secundarias y Jae Han tuvo que atravesarlas con cuidado. Habían echado sal a los caminos, pero la nieve derretida, se había congelado en muy poco tiempo.

Cuando entraron al pueblo, Jae Han frunció el ceño. 

—¿Por qué hay tantos centinelas?

—¿Qué son los centinelas? —Preguntó Han Gyeom.

Cuando miró a su alrededor, los notó también. No era inusual que los hombres de Jongin estuvieran en el pueblo, pero en este número, no indicaba nada bueno. —¿Compras de Navidad? Jae Han lo miró, con dudas.

 

 

—¿Alguien me puede explicar, de qué están hablando? —Han Gyeom dijo.

Jae Han se detuvo al lado de la tienda de motocicletas. —Hwi Chan te explicará. Necesito averiguar qué está pasando.

Cuando Jae Han salió, Han Gyeom lo miró.

Iba a estrangular a Jae Han, por dejarle esto. Ya fue bastante malo tener que decirle a Han Gyeom que existían las panteras y los impalas, ¿pero ahora tenía que volver loco aún más, a su compañero? —Los centinelas viven con Jongin.

—¿El alcalde?

—Bueno, Jongin es el alcalde, pero también es el alfa de este pueblo. Él y sus hombres mantienen Villa Kim a salvo.

Han Gyeom se quedó sentado allí, mirándolo, regresando esa palpitación bajo su ojo. —¿A salvo de qué? — Preguntó Han Gyeom, con cautela.

—Oh, no. —Negó con la cabeza. —No vas a enloquecer, estando conmigo.

 

—Si hay un número fuera de lo normal como dices, eso no puede ser algo bueno. Tengo derecho a saber, qué está pasando —, discutió Han Gyeom.

Jae Han regresó a la camioneta, con una expresión sombría en su rostro. Salió de la acera y se unió al tráfico en la calle, en dirección al otro lado del pueblo.

—¿A salvo de qué? —Preguntó Han Gyeom.

—De cosas que ocurren en la noche —, dijo Jae Han, retomando la conversación. —Si quieres saber de lo que estoy hablando, te lo diré cuando lleguemos a mi casa.

—¿Sabes qué? —Han Gyeom se cruzó de brazos, dándoles una mirada asesina. —No creo que quiera saber. Sólo conserven esa mierda para ustedes solos.

Tenía la sensación, de que iba a ser una noche muy larga.

 

Han Gyeom se puso tenso, tan pronto como entró por la puerta de la casa de Jae Han. Sabía que los labradores no eran perros de ataque, pero Bones era bastante grande, y salió disparado hacia él, tan pronto como lo vio. Hwi Chan, en cambio, se rió mientras se inclinaba y acariciaba al perro, diciéndole a Bones lo hermoso que era. ¿Quién hubiera pensado que cambiaría roles con Hwi Chan? No él. Pero ahora, se sentía tímido, mientras que Hwi Chan parecía estar saliendo de su caparazón.

—Siéntanse como en casa, chicos —dijo Jae Han, y silbó. Bones se alejó al trote, meneando su cola peluda, mientras se dirigía a lo que supuso, que era la cocina.

Hwi Chan hizo una mueca, mientras miraba a su alrededor.  —Toda la casa está decorada con adornos navideños.

 

Le gustaba el gran pino y las decoraciones que bordeaban la repisa, las paredes y las puertas. La casa de Jae Han se sentía festiva en comparación con su cabaña apagada. Hwi Chan se negó a dejar que decorara para Navidad, lo que había empañado su estado de ánimo.

Sonrió, mientras extendía los brazos. —Así es como tienen que ser la Navidades.

 

 

—Creo que me están saliendo sarpullidos —refunfuñó Hwi Chan.

Rodando los ojos, fue a la cocina y vio como Jae Han dejó al perro salir por la puerta de atrás. —¿No tienes miedo de que se aleje?

—Nah—Jae Han negó con la cabeza, mientras se dirigía a la cocina. —Lo malcrío demasiado, como para que se vaya.

Él no conocía a Jae Han, pero de alguna manera lo creyó. Mientras estaba parado en la entrada de la cocina, lo miró de arriba a abajo. Maldición si no estaba caliente, pero él siempre había sido tímido, cuando se trataba de coquetear. Con Hwi Chan fue fácil, porque era aún más tímido que él.

Pero Jae Han era un tipo grande, que exudaba confianza. Si era honesto consigo mismo, Jae Han lo intimidaba.

—Espero que podamos tener la oportunidad de conocernos— Jae Han colocó la tetera sobre el fogón y encendió el quemador. 

—Pero tendré que acercarme mañana, para hacer saber a Seung Hyun que necesitaré unos días libres.

—¿Quién es Seung Hyun? —Fue a la puerta de atrás y miró por la ventana. Bones estaba saltando y revolcándose en la nieve. Parecía feliz de estar afuera.

—El jefe de bomberos.

Se volvió hacia Jae Han. —¿Eres bombero?

Jae Han asintió. —Hace casi un año ya.

Estaba impresionado. Saber que Jae Han salvaba vidas para ganarse la vida, lo tranquilizó. No podía ser un mal hombre, cuando entraba en edificios ardiendo. —Esto es, simplemente abrumador para mí.

—Lo sé—Jae Han sacó tres tazas del lavavajillas. —Te daré el tiempo que necesites para adaptarte, pero eso no significa que te dejaré huir.

 

Justo entonces apareció Hwi Chan, quien lo miraba lleno de dudas. No había manera de que pudiera estar enojado con este, no cuando se veía tan nervioso, parado en la entrada de la cocina.

Notó algo por el rabillo del ojo. Se volvió para ver a Bones caminando de regreso hacia la casa. Abrió la puerta trasera y dejó entrar al perro. Estaba cubierto de nieve.

 

—Ve a secarte —dijo Jae Han.

El perro trotó desde la cocina. Curioso, lo siguió. Sus cejas se alzaron, se cuándo Bones se tumbó en una almohada para perros, junto a la estufa de leña.

—Es muy inteligente —, dijo Hwi Chan, detrás de él.

—Y lindo —dijo —Nunca tuve una mascota.

—Yo tampoco—Hwi Chan chocó el hombro con él. —¿Estamos bien? Girando, tomó a Hwi Chan en sus brazos. —Estamos bien. Pero prométeme que no me ocultarás más secretos.

Hwi Chan le sonrió radiantemente, como si su mundo se hubiera enderezado. 

—Lo prometo—Miró por encima del hombro. —Entonces, ¿qué piensas de Jae Han?

 

 

—Es extraño—confesó, mientras acariciaba con la mano el cabello caoba de Hwi Chan. —Nunca antes he estado en una relación, con dos chicos.

—Ni yo—dijo Hwi Chan. —Pero los compañeros son raros y especiales. No estoy diciendo que esto no me esté volviendo loco, porque lo hace, pero me gusta Jae Han. Creo que deberíamos darle una oportunidad.

Arqueó una ceja. —Lo dices, porque quieres meterte en sus pantalones.

Por extraño que pareciera, no estaba celoso por la atracción de Hwi Chan hacia Jae Han. Debería estarlo, porque Hwi Chan era su mundo entero.

—¿Acaso no lo quieres? — Hwi Chan preguntó, mientras llevaba sus labios sobre los suyos. —Dime que no es el hombre más caliente, que jamás hayas visto. —Tú eres la cosa más sexy y caliente, que he visto nunca —, dijo.

—Pero sí, es guapo.                                                                                   

Los ojos marrones de Hwi Chan centellearon, como si estuvieran encantados con su cumplido. Meneó las cejas, juguetonamente. 

—Tendré que agradecerte más tarde, por decir eso.

Eso era una cosa sobre Hwi Chan. Era vergonzoso y tímido, pero no cuando se trata de sexo. En ese aspecto, era un perro caliente, y amaba que este nunca tuviera suficiente de él y nunca tuvo miedo de mostrarle cuánto lo deseaba.

—Tengo que admitirlo—Besó la mandíbula de Hwi Chan. —El pensamiento de tener sexo con Jae Han, es intimidante.

—Sí, lo es—Hwi Chan jadeó, cuando él besó a su amante en el oído.

Cuando miró más allá de Hwi Chan, vio a Jae Han de pie en la puerta de la cocina, apoyado en el marco, con los brazos cruzados, observándolos.

—Ya que prometí no esconderte nada, —dijo Hwi Chan, inclinando la cabeza hacia un lado, —Jae Han puede escuchar cada palabra que decimos. La audición sobrenatural es superior a la humana.

 

 

Sintió sonrojarse, cuando Jae Han le guiñó un ojo. Se alejó de Hwi Chan. —Estoy hambriento.

Los ojos de Jae Han estaban llenos de lujuria, cuando asintió. — Como no esperaba compañía, podemos ordenar o ir a la ciudad para comer.

Necesitaba aire fresco y una distracción. Abrió la boca para decir que podrían ir al pueblo cuando vio un gato blanco y negro paseando por el pasillo. —¿Tienes un gato?

—Dos. —Jae Han se inclinó y tomó al gato en sus brazos. —Este de aquí es Wiggles, y el otro gato, que pasa la mayor parte de su tiempo durmiendo en mi cama, es Queenie.

Hwi Chan se rió. —¿Hay más animales por aquí, Dr. Dolittle?

Wiggles ronroneó, mientras Jae Han le rascaba la barriga. —No, sólo los tres.

—¿Son rescatados también?

 

—De la calle—Jae Han dejó a Wiggles en el suelo. El gato se acercó a Bones y se acurrucó junto al perro. —Eran gatos callejeros. Cada vez que dejaba salir a Bones, los tres jugaban, así que decidí darles un hogar.

 

—Eres un gran blandengue, ¿no? —Hwi Chan se sonrojó, cuando habló. Sonrió. Su amante se sonrojaba fácilmente, pero no tanto como él. Era embarazoso, cuando se sonrojaba porque era tan pálido que el enrojecimiento solía abarcar toda su cara, cuello y orejas.

Hwi Chan era de ascendencia chilena, así que a pesar de que veías el enrojecimiento extenderse sobre su piel de color moka, no se notaba tanto como sobre la suya.

—Tengo un punto débil, por los animales. —Jae Han se dirigió a la puerta principal. —Podemos ir a The Lucky Clover o al restaurante.

—El restaurante —dijeron Hwi Chan y él al mismo tiempo. The Lucky Clover era demasiado caro para su billetera. Eso hizo que pensara en la casa que él y Hwi Chan habían estado ahorrando para alquilar. ¿Necesitarían alquilar una, ahora que Jae Han estaba en la pintura? No quería asumir nada, especialmente porque no sabía cómo funcionaba todo esto del acoplamiento.

 

Cuando pasó junto a Jae Han al salir por la puerta, este le atrapó la muñeca para detenerlo y rozándolo con su barba, sobre la mandíbula. —No tienes que sentirte intimidado por mí, cariño. Prometo ser amable contigo.

El tipo le estaba tomando el pelo, pero eso no evitó que su polla se endureciera. Juguetonamente empujó a Jae Han, avergonzado de que su cara estuviera en llamas y que este pudiera verla. 

—Lo que sea.

Fue una floja respuesta, pero estaba demasiado nervioso para pensar en una ingeniosa.

 La risa de Jae Han era suave y profunda, cuando se apresuró a salir por la puerta.

          

continuará...


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