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Gamma por Verde Lima

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Oven

Han sido tres días y tres noches agotadoras, no me tenía por un gamma débil, pero siento que estoy llegando a un punto en el que no me he visto nunca.

Me duelen hasta las pestañas y soy incapaz de salir de la cama.

Reconozco que Bleach estaba haciendo casi todo en casa del líder, pero desde que me enteré que Rag está embarazada y todos asumimos parte de su tarea, me he dado cuenta que Bleach es la que más lo hace.

Los gammas como ella son tontos hasta la extenuación, entregados y capaces de agotarse hasta enfermar por darlo todo de ellos.

Así que me he quedado con las dos casas, más las letrinas, lavar toda ropa de los alfas y  hacer compañía al omega embarazado y hablador, y joder cómo habla el coso oloroso. Luego vuelvo a la zona gamma y le echo una mano a la abuela, evito a Slate, y después por la noche tengo que salir corriendo a la cabaña de Hammer para tener una sesión de sexo larguísima, para escaparme de nuevo y dormir un par de horas.

No puedo más, y solo llevo tres días, creo que para el fin de semana habré muerto.

Quizás es solo que me he acostumbrado a no hacer nada durante todo el día y mi cuerpo, que es un cabrón, ahora solo quiere darse la buena vida.

Tumbado abrazando a Mop realmente me debato en salir de mi lecho calentito, pero la idea de Hammer entrando a nuestro barracón haciendo que toda esta gente se cague encima seguro que me impide dormir tranquilo.

Haciendo un enorme esfuerzo beso la coronilla de Mop que solo se remueve levemente.

Voy arrastrándome como alma en pena por el barracón, me arrastro igualmente por el suelo polvoso de la calle, y aún me quedan demasiadas calles por recorrer hasta llegar a la puta zona vip, tendré que vigilar que ningún alfa me vea, y colarme como un ladrón por la ventana que Hammer deja abierta.

Entonces me paro en seco, ¿por qué mierda tengo yo que estar haciendo todo esto mientras él está tumbadito cómodamente en su cama tocándose sus privilegiados huevos?

Estoy a un pelo de cerdo de darme la vuelta, no es justo, no es nada puto justo que sea yo siempre el que tenga que hacer todo esto para mantenerle contento.

La vocecita de mierda que me habla en mi cabeza con un tono ponzoñoso me dice que a mí también me gusta, que me gusta colarme allí y agarrarme a ese asqueroso alfa más de lo que me ha gustado nada en mi vida.

Pero todos sabemos que a las voces de nuestra cabeza no hay que hacerles caso, porque un día te dicen ve con ese alfa, y otro, mátalos a todos.

Así que en un elevadísimo momento de autoconsciencia y amor propio me doy la vuelta; que le chupe la polla hoy otro, yo estoy muy cansado.

Ni dos putos pasos y siento que pierdo pie, eso y una peste a eucalipto que tira para atrás.

Hammer.

—Me tenías preocupado —me dice en susurros, me giro para mirarle, estoy tan molesto que hasta él se da cuenta y me baja.

La idea de que el muy maldito iba a ir a sacarme del barracón gamma no era tan disparatada al fin y al cabo.

—Estoy cansado —digo también en susurros, el pelo rubio desordenado parece hoy aún más desordenado. Este alfa no está acostumbrado a no tener lo que quiere y se ha tirado de la melena al ver que no llegaba, como si pudiera verlo.

Casi me rio, casi, en serio, estoy muy cansado hasta para insultarle.

Y el muy idiota hace una tontería, me carga en sus brazos, ni que yo fuera un puto omega inválido, pero mira, si no tengo que andar, mejor.

Que yo me acurruque contra su pecho es solo para evitar un bamboleo innecesario.

Creo que me he quedado dormido porque cuando despierto estoy en su lecho abrazado a su enorme pecho desnudo.

Me revuelvo, un poco desconcertado, como si solo hubiera cerrado los ojos por un instante.

—Duérmete. —Me atrae aún más contra él. Y por primera vez en mi miserable vida le hago caso a alguien voluntariamente. Me quedo completamente dormido en un suspiro.

Cuando despierto lo hago sobresaltado, y es porque la luz entra por la ventana, no, me he quedado dormido de verdad, y ahora cualquiera me verá si salgo de la cabaña y me voy a la zona gamma.

—Quédate un poco más. —La mole rubia aparece delante de mí, y me acaricia el pelo, siento un extraño repelús.

No me ha cuidado nadie desde que era una niño tocapelotas, bueno, eso lo sigo siendo, pero solo la abuela me ha acariciado así, y me rebelo bajo su mano.

—Tengo que irme —digo, tratando de salir de las mantas.

—He dicho que te quedes durmiendo. —Ya estaba con la voz de martillo, le odio. Pero mi cuerpo dice que aún está puñeteramente cansado y se tumba.

—Tengo que irme —me quejo, para mí mismo.

El lecho se hunde cuando se sienta a mi lado, es raro verlo así, pero no pienso admitir que está guapísimo, y que si no estuviera tan cansado le comería toda la polla.

—¿Estás trabajando de más? —me pregunta, y bufo sin controlarme, él eleva una ceja, qué se joda, ya me conoce.

—Siempre trabajamos de más.

—Nunca te he visto así de cansado.

Y sí, tiene un punto, aunque siempre he trabajado bastante, últimamente parece que tuviéramos el triple cada uno.

—Somos pocos para la cantidad de trabajo que hay que hacer. —Y no hay ningún tono sarcástico o jodido, es la verdad, no somos suficientes para la cantidad de trabajo que se nos requiere cada día.

—Cada uno tenemos nuestras responsabilidades. —No esperaba que me entendiera, pero obviamente me molesta.

—Ya lo sé, pero...

—Pero.

—¿Sabes el número de gammas que somos? —digo molesto.

Él asiente, claro que lo sabe, es el puto Primero.

—Haz los cálculos tú mismo —me incorporo—, haz el cálculo de el número de betas y alfas que tenemos cada uno de nosotros.

—Los hogares betas... —comienza a decir, pero le interrumpo.

—Los hogares betas también los hacemos, cocinamos para todos, limpiamos para todos, lavamos para todos, cosemos para todos.

Iba a añadir que incluso algunos poníamos el culo para ellos, pero por una vez, me callé, no era el punto.

—Eso no está estipulado así.

Me rio, ahora sí que me rio. No hay más ciego que el que no quiere ver, y nadie, nadie quiere vernos. Que este esté perturbado y me meta en su cama no significa nada.

Comienzo a salir de la cama, sé que voy a acabar muy enfadado, frustrado y lo peor de todo, encima me va a soltar el discurso de que tenemos que estar agradecidos por dejarnos vivir entre ellos.

Busco la ropa que me tuvo que quitar ayer por la noche, siento el nudo de rabia en mi garganta, y sé que acabaré vomitando toda mi mierda.

—Oven, quédate hoy aquí. —Sorprendentemente su tono es de los más suaves que he escuchado hasta el momento.

—Si no hago mi trabajo, otro gamma sobrecargado tendrá que hacerlo.

—Por favor.

Levanto la mirada mientras me ato los zapatos, esas jodidas dos palabras de nuevo. Soy demasiado débil ante ellas, y ante este alfa, mi nudo en la garganta lo sabe, y se desliza hacia abajo juntándose con toda la bilis de mi estómago.

Bajo la cabeza de nuevo, no debería hacerlo, ya he estado fuera por tres semanas, no quiero volver a acostumbrarme a estar allí encerrado porque es demasiado fácil, y demasiado placentero.

Porque que alguien te cuide es adictivo y no quiero engancharme de este alfa.

La puta voz, la jodida puto voz regresa con ese sonido pedante.

"Enganchado, ridículo, débil"

Coño, la prefiero cuando dice "mata, mata".

Hammer me quita los zapatos y me guía hasta la cama, me mete debajo de las mantas aún calientes por nuestros cuerpos, huele a él y supongo que también a mí.

Y se va.





Hammer

Cuando cierro la puerta de mi casa, siento que desde que Oven retornó a su lugar, me siento intranquilo, verlo entrar y salir por la ventana, verlo huyendo en la oscuridad no me gusta, no me deja dormir bien.

Y cada vez me arrepiento más de haber aceptado aquel plan, cuando un alfa encuentra a su omega no lo saca de su hogar, no lo deja escaparse a cualquier sitio en la oscuridad de la noche, sencillamente no puede.

Pero Oven no es un omega y eso parece cambiarlo todo, o debería, porque yo solo quiero verlo cuando llego, dejarlo descansando cuando me voy, saberlo sano y seguro.

Y hoy no parece ninguna de las dos cosas, parece al punto del colapso, y solo han pasado unos pocos días desde que volvió a sus tareas.

Si he aprendido algo de él en este tiempo es que no miente; insulta, blasfema y bufa, bufa muchísimo, pero no miente.

Si dice que están sobrecargados, es porque muy probablemente lo estén.

Me dirijo hacia el consejo, quiero repasar el censo, quiero comprobar las cifras, y estas no mienten.

El número de betas cada vez es más elevado, mientras que el de gammas solo ha ido menguando.

Lo divido entre los restantes, y tengo que sentarme.

¿Cómo el consejo no ha alertado sobre este dato?

Veo aparecer a Dagger con una sonrisa, su futura paternidad le tiene en una nube, así que decido investigar más sobre el tema antes de involucrarle.

Cuando hablo con Wage, el beta encargado de la parte social de la manada, entiendo nuestra falta de conocimiento sobre el tema.

No es relevante, no hay quejas, ni ningún dato más allá de los nacimientos y defunciones, no hay nada sobre los gammas en nuestros registros, porque a nadie les interesan.

Y me siento un completo imbécil, queriéndome hacer el sorprendido, cuando ahora, ahora que me veo involucrado con uno, es la primera vez que me preocupo de estos temas.

La hipocresía si tomara forma me abofetearía en el rostro. Y encima solo podría apretar los dientes y callarme.

No muestro mi relación con Oven por este mismo motivo; lo encerré en mi casa, por este mismo motivo; se escabulle por las noches, por este mismo motivo y hacerme el sorprendido de este nuevo dato, es por el mismo motivo.

—¿Todo bien, Hammer? —me pregunta Dagger, que ha colocado una mano sobre mi hombro.

Porque fuera de si me parece justo o no, hay algo más fuerte, hay un prejuicio contra los gammas, y no se va eliminar solo porque yo me folle a uno.

—Tenemos que hablar sobre el número de gammas en la manada en la próxima reunión —le aclaro.

—¿Por?

—Se está reduciendo cada vez más. —Dagger solo asiente.

Cuando mis responsabilidades me dejan un hueco, me escapo a mi casa para encontrarla limpia y solitaria, Oven no me ha obedecido y se ha ido.

Y en vez de enfadarme porque me ha desobedecido, siento una profunda preocupación.

¿Debería pedirle que no venga por las noches, que solo descanse en su barracón?

Pero me doy cuenta de que he perdido el control, como la noche anterior que salí a buscarle y a llevármelo conmigo.


 

 

Notas finales:

Hala, otro capítulo, y este jugosito de gamma deslenguado.


Hasta el martes.

Besos

Sar


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