Slate
Atrapar a Oven es materialmente imposible cuando él te evita, siempre ha sido así.
Pero le he dicho que le quiero y creo que es hora de enfrentar los hechos, sigo pensando lo mismo y se lo voy a demostrar.
—Tenemos que hablar —le digo.
Él me mira de mala gana con su cara de enfado, mira a todos lados y al final asiente resignado.
Le sigo apartándonos del resto como hemos hecho tantas veces, pero esta vez no me contento con solo seguirle, le alcanzo tomando su mano y él se queda muy rígido.
Nuestra historia es complicada, lo entiendo, y está claro que debería haberle intentando tratar mejor, demostrarle que era algo más cuando me di cuenta de ello.
Pero las cosas con Oven nunca son tan sencillas, y nunca lo serán. Se para en seco, su eterno gesto de mal humor debo reconocer que me encanta, trato de besarle, de tocarle, en el lugar que me ha traído lo hemos hecho un montón de veces.
Pero él se aparta, aún así he podido olerte, huele fuerte pero no a su olor, tampoco a otro solamente, tiene una mezcla de olores alfas extraños, molestos. Incluso huele a bollo de leche.
—Tienes amigos mejores ahora, ¿no? —Ha sonado igual de mal que en mi cabeza y él evita mi mirada.
Así que es cierto, no me está únicamente evitándome en nuestro típico modo de relacionarnos.
—Quiero hablar contigo de lo que te dije el otro día. —Retomo el tema del que quiero de verdad hablar— Quiero que vengas conmigo, quiero crear algo contigo… te …
Pero él no me deja acabar.
—Te estás confundiendo —me dice—, llevas demasiado tiempo sin echar un buen polvo, Slate y se te está yendo la cabeza.
Casi me rio, porque este sí es Oven aunque me toque los huevos que niegue lo que siento. Pero es él y no un cascarón roto.
—Yo sé perfectamente lo que siento —sonrío sobre él.
—Pues yo no quiero eso.
En mi fantasía de declararme a él la opción de que se tire a mis brazos y me diga que también me quiere es casi nula, lo sé, le conozco desde hace años.
—Te propongo que lo probemos, que dejemos de pelearnos, de hacer como si no disfrutáramos juntos.
Acaricio su pelo oscuro, está más largo, me gusta, pero él intenta que le quite las manos de encima, esta siempre es nuestra lucha. Y por una vez quiero dejar de luchar con él.
—Déjame quererte bien —le digo junto a sus labios, mirándole a los ojos—, déjame hacerlo todo bien.
Le beso suave y él gira el rostro, trata de huir de mí, y como quiero hacer las cosas bien me aparto.
—Cuando te perdí supe lo que tenía, lo que podíamos tener, y sé que tú puedes llegar a sentir lo mismo.
—Slate, tú no sabes una mierda.
—Sé que estás con un alfa —le digo, y él trata de no parecer sorprendido—. Ascenso inmediato, desaparición, y ahora vuelves. Hueles a alfa, te escapas y por las noches no estás en los barracones.
Oven me mira sin pestañear pero su nuez subiendo y bajando le delata.
—Lo sé, pero estoy seguro que ese alfa tuyo no puede darte lo que yo quiero darte —le acaricio el rostro y él ni se aparta— quiero algo de verdad, tú y yo, delante de todos.
Y por primera vez me mira sin el ceño fruncido, sin el morro torcido, y sé que nunca le he querido tanto.
Oven
Obviamente he estado evitando a Slate y todo su rollo de que ahora está loco por mí, pero loco en el modo amor y corazones.
Si lo piensas es para volverse loco, llevamos años así, y a ver, que si yo no quisiera no hubiera pasado, no ha nacido nadie que me obligue a algo que no quiero. Bueno, la abuela, la abuela es todopoderosa y tiene más mala leche que yo.
Pero yo he estado con Slate porque me ha salido del culo, tampoco folla tan mal, a ver, no es Hammer, joder, es el puto Hammer. Pero en honor a la verdad, no es tan malo como yo lo quiero pintar, pero sí sé que yo no siento nada de eso por él.
Escúchame, no tengo claro si me cae bien como para andarme pensando si le … si le… bueno eso, corazones y brillitos.
Pero me deja descuadrado que sepa que estoy con un alfa y lo que me diga sea tan putamente cierto.
Yo que entro a hurtadillas en los resquicios de la vida de Hammer, jamás podrá ser algo como lo que a este se le ha metido en la polla que quiere ahora.
Y si me dices: ¡qué coño, es un ofertón! No te creas, lo sé, lo es. No sé qué mierda puede hacernos la manada, pero seguro que es mucho menos malo que lo que harían si saben que estoy con Hammer.
El problema es que no soy Mop y que a mí estas cosas me importaban una mierda antes. Ahora también, no necesito eso.
—Estoy bien como estoy —le digo, tampoco estoy mal de morirme. Un poco cansado puede, pero ya está.
—Yo voy a estar aquí —sonríe después de aceptar el golpe a su orgullo—, y lo seguiré estando cuando el alfa ese se canse.
—Qué patético, Slate, hasta para ti —me rio de él, aunque en mi vida he estado más de acuerdo con él en algo.
Se inclina y el muy cabrón me besa y se frota conmigo, no había nada de sexual en ello. Se estaba refregando para dejarme su olor, jamás sería el de un alfa, ni siquiera el de un gamma, pero Hammer lo iba a oler y se iba a enfadar.
—Ya sabes dónde encontrarme —me dice yéndose.
Puto Slate de mierda, si supiera lo gilipollas que ha sido de su parte hacer eso. Lo mismo estaría bien dejarle que Hammer le jodiera a base de bien.
Pero debe ser que la Diosa me dio algo de bondad y paso por las duchas y el barracón a por ropa limpia.
Cuando Hammer llega me ha traído comida, pero yo me lanzo contra él, aún tengo el pelo húmedo.
—Anúdame hoy —le digo, en modo lapa cachonda.
—No.
—Blue dice que no duele tanto —me quejo mordiéndole el cuello—, quiero la cosa gorda esa dentro.
—No deberías hablar con Blue de esas cosas —me riñe, pero ya la tiene dura, así es mi alfa.
Pero lo que me mete son los dedos, se cree que me va a hacer cambiar de idea, me voy a empalar yo solo si hace falta y me va a meter eso; porque Slate no lo tiene, y nunca lo tendrá, y estoy con un alfa, y eso es mío.
Aunque mañana me arrepienta.
Mop
No me gusta espiar a Slate y Oven, no era mi intención, solo quería darle a Oven una empanada de las de Pot de las que tanto le gustan.
Pero cuando le encuentro está con Slate, y no puedo evitar sentirme mal.
Les veo besarse, aunque dura poco y Oven se va, Slate cambia la sonrisa confiada por una triste.
Es tan incorrecto que me guste Slate, cuando siempre he estado enamorado como un idiota de Chip, pero él es diferente.
Cuando voy a irme, él me ve y me sonríe y me siento más tonto que nunca cuando se acaba acercando a mí.
—¿Qué tal Mop? —me dice, y creo que hasta me he sonrojado, así que como el estúpido que soy le ofrezco la empanada que había robado a Pot para Oven.
—Oh, estás son las mejores —dice, después de darle un buen bocado.
Cuando se va me revuelve un poco el pelo, es el gesto cariñoso que le harías a un niño, o a un perro, y no tengo claro en cuál de ambas me podría incluir.
Lo que sí sé es que lo he vuelto a hacer, enamorarme de alguien imposible para mí.
Entonces noto un fuerte pinchazo en mis testículos, y comienzo a temblar.
No, el celo no. Soy incapaz de moverme, aterrado por lo que voy a comenzar a sufrir en pocos días.
Los celos gamma son raros, escasos y en mi caso dolorosos, muy, muy dolorosos.
Hace más de un año que no tengo uno, y solo recuerdo que me quería morir.
Cuando el pinchazo remite me arrastro a las cocinas, miro a todos mis amigos gamma, sonríen, hablan bajito, y no paran de trabajar. Pero yo me siento solo, muy solo.
He pasado mis pocos celos con Oven, y este lo voy a tener que pasar solo.