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Gamma por Verde Lima

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Mop

Llevo dos días sin ver a Oven, pero el rumor ya se ha extendido por toda la manada, el Primero y un gamma, todo lo malo que podrías escuchar lo han dicho ya.

Es horrible y temo por él, pero cuando he intentado llegar a la zona alfa, me han echado para atrás. Las medidas de seguridad en esa área se han redoblado, y si antes, al menos, los alfas nos ignoraban ahora nos tienen muy identificados.

Nos ven y no les gustamos.

Bleach nos ha dicho que está bien, que ha podido hablar con él unos segundos, pero que su alfa no le deja separarse de él ni un minuto.

—Si le vieras la cara —se ríe—, trata de disimularlo, pero está loco por ese alfa, bueno, es normal, es el Primero, ¿tú le has visto? Es guapísimo.

Yo sonrío, porque sé que lo que dice Bleach es verdad, porque por mucho que Oven trate de negarlo está loco por ese alfa, sino, mi amigo no hubiera hecho lo que había hecho durante todo ese tiempo.

No Oven.

Pero que ese alfa lo haya reconocido delante de los suyos, por muy feliz que me haga sentir por él, también me preocupa.

Y otra parte de mí, una muy egoísta y que cada vez me asusta más, piensa en que ya no va a estar disponible para Slate.

Desde que se fue de los barracones gamma no le he vuelto a ver, y sé que yo no tengo que pensar en él, y esperarlo anhelante cada noche cuando acabo mi trabajo en las cocinas.

Pero inconscientemente no dejo de esperarle, de pensar en él, de querer verle, y entonces hago la cosa más estúpida que he hecho nunca.

Le pido a Pot que me deje ir a la zona de construcción beta a llevarles el agua, ella me mira con el ceño fruncido.

—Ya verás a ese beta cuando acabe tu turno —me dice ella, yo solo miro mis pies.

Pot no es una mala persona, solo es dura y sabe que siempre estamos desbordados, si me voy, aunque solo sea media hora alguien tendrá que hacer mi trabajo.

Lo sé, me han traicionado mis ganas de verlo.

—Te quiero aquí de vuelta antes de que empiece el turno de la cena —me dice después, y yo no me lo puedo creer.

Pero agarro las jarras, pesan una barbaridad, pero me da igual.

Yo no he estado nunca en la zona beta, mi recorrido va de la gamma a la cocina que es el límite de nuestro espacio permitido.
Otros gammas sí se mueven por toda la manada encargados de otras tareas.

Aunque estoy nervioso no puedo evitar mirarlo todo, es bonito, muy bonito. Pero cuando veo las caras de los betas mirarme mal vuelvo a concentrarme en el suelo.

Thimble, el otro gamma que lleva el agua a los betas de la construcción me indica con la cabeza cuál es la casa en la que está Slate.

Siento un nudo en mi estómago, y me arrepiento de estar allí, si él hubiera querido verme después de mi celo, hubiera venido.

Paso tras paso me meto en una casa a medio terminar, no es muy grande, pero es bonita.

Escucho el ruido de las herramientas, colándose dentro de mi estómago destrozado por los nervios.

Le veo, como si de todos los que estuvieran allí trabajando, mis ojos tuvieran un radar para localizarlo solo a él.

Está sonriendo, otro beta le está diciendo algo, y debe ser divertido, yo sonrío al verle sonrojándome completamente, al menos hasta que me ve con las grandes jarras de agua fresca.

Entonces Slate deja de sonreír.

La he cagado, solo quería verle, pero está claro que él no quiere verme a mí.

Dejo las jarras para que ellos las tomen cuando quieran, más tarde vendré a recogerlas, pero cuando ya no quede nadie.

Voy a irme, no tendría que haber venido en ningún momento.

—Santa Diosa, cada vez apestan más —dice un beta que pasa por mi lado.

No es casualidad que los gammas con olores más fuertes y desagradables para los demás miembros de la manada estemos destinados a las cocinas, allí nadie nos ve, no nos huelen, no molestamos.

Casi tiro una de las jarras queriendo salir de allí corriendo, pero entonces siento una mano en mi hombro.

—Ey, Mop, ¿qué haces aquí? —Es Slate, y me giro para verle.

Me siento tan estúpido que quiero comenzar a pedir perdón, como siempre.


—Yo traje agua —digo como un imbécil, obviamente eso ya lo ha visto Slate.


—¿Ahora haces eso? —Me pregunta dudoso.

Claro que no, yo no salgo de las cocinas, yo no voy a la zona beta a ver a uno de ellos que me ha ayudado en mi celo, yo no voy a acosarle porque no he dejado de pensar en él.

Y lo sabe, Slate lo sabe porque me mira con pena.

Me siento tan ridículo.

Los betas a las espaldas de Slate nos están mirando con curiosidad, y sé que esto va a acabar aún peor.

—Slate, ¿tú también eres como Hammer ahora? —dice un beta bastante mayor, con una sonrisa burlona.

—Quizás ahora los gammas se pongan de moda —se ríe otro.

—Joder, pero este es muy feo, me pido a la de ayer —dice otro.

Y sé lo que viene, siempre es igual, ahora Slate tendrá que insultarme para que sus amigos no se rían de él.

Como había hecho Chip, como hacía Rake.

En un acto de autoprotección, trato de agarrarme con mis propias manos el vientre, trató de hacerse pequeño y duro.


—Para eso se te tendría que levantar, Clod—dice Slate con una sonrisa—. No insultes a Mop, es mi amigo y tiene mejor gusto que cualquiera de vosotros.

Levanto la mirada, ¿su amigo? ¿Slate me ha defendido delante de los demás betas? Miro rápidamente a las espaldas de este loco beta, y veo que los otros sonríen y el tal Clod se sonroja abochornado por el insulto de Slate.

Miró a Slate, ¿mi amigo? Entonces Slate sonríe, y me aprieta el hombro, haciéndome sonreír de nuevo.

—¿Cómo has estado? —me pregunta Slate andando hasta la salida conmigo.

—Bien, con mucho trabajo —reconozco aún nervioso.

Slate cabecea, pero no deja de sonreír.

Estamos fuera de la casa, y yo tengo que apartar la mirada de Slate, porque me siento que soy completamente transparente en ese momento. Miro a mi alrededor.

—Son bonitas —digo sobre las línea de casas en construcción.

Slate me mira, y mira las casas, asintiendo.

—¿Has estado alguna vez en la zona beta? —pregunta prudentemente.

—No, es la primera vez —reconozco, mirándole tímidamente.

—¿Quieres ver una terminada? —me sonríe él.

Sonrío, sí, quiero ver cualquier cosa que Slate quiera enseñarme.

 

 

Slate

Cuando he visto entrar a Mop en la obra, reconozco que me he quedado demasiado sorprendido.

Nunca le había visto con los gammas que venían hasta aquí, y su sonrojo al mirarme me ha dejado claro por qué ha venido, y como casi se cae tropezando con sus propios pies cuando ha tratado de irse cuando le han insultado.

Clod no es un mal tipo, pero es otro de los idiotas que necesitan hacerse notar.

Veo como Mop se encoge ante sus palabras, este chico no se merece que nadie le hable así. Es bueno, entregado y sobre todo, no tiene la culpa de los prejuicios de los demás.

Ni siquiera de los míos.

—Para eso se te tendría que levantar, Clod—digo agarrando al gamma—. No insultes a Mop, es mi amigo y tiene mejor gusto que cualquiera de vosotros.

Todos se ríen, pero Mop me mira como si me hubieran salido dos cabezas.

Está mal que yo no pueda evitar protegerle, porque así es como le ayudo a hacerse ideas equivocadas sobre nosotros. Lo sé, pero protegerlo se me está haciendo costumbre.

Le invito a salir de allí, sé que los chicos ya no van a decirle nada, les he dejado claro que con él no. Pero aún así, prefiero sacarlo.

Le miro mirarse los zapatos, están hechos un desastre, y me cago en todo, dicen que no hay más ciego que el que no quiere ver, y se ve que yo no he querido ver una mierda.

Su pelo rojo y corto me está llamando a que lleve una mano allí y que se lo acaricie.

No quiero que sufra, y eso es más fuerte que cualquier otro sentimiento que yo haya tenido nunca. Ni siquiera por Oven he tenido esa necesidad por protegerlo, pero es que Oven nunca ha sido una presa fácil como Mop; Oven le hubiera cortado los huevos a Clod y se los hubiera servido al desgraciado de cena.

Mop me mira, él no es así.

—Ven, te ensañaré una.

Y lo conduzco a una de las casas acabadas, allí vivirán una nueva familia beta, no es muy grande, pero es algo que ni yo ni Mop tenemos.

El gamma lo mira todo con sus ojitos pequeños y animados, sigue intimidado, tímido, robándome alguna mirada.

Ambos miramos los acabados de la vivienda, estoy orgullo de cómo ha quedado esta, y por un momento me imagino cómo sería vivir aquí, cómo sería compartir mi día a día con una única persona.

La imagen de Oven se desvanece en mis dedos, jamás pensé que Hammer iba a dar la cara por él, pero todos en la manada estamos alucinando con el tema.

Los alfas están nerviosos, se puede sentir, y entre los betas se están oyendo también muchas cosas, y la verdad, es que ninguna es buena.

Y sé lo que va a ocurrir, sé el destino que tienen todos los alfas cuando sacan los pies del tiesto, y este alfa va a ser desterrado y convertido en un delta, y se va a llevar a Oven consigo.

La realidad es tan aplastante que lo siento realmente sobre mí, ¿nos hubiera pasado lo mismo a nosotros? No, no lo creo, a los betas no nos destierran de ese modo, se nos complica la vida, sí, pero no nos echan de nuestra manada.

Claro que nunca he visto una relación estable de un beta con un gamma, en mis pensamientos se cuela una imagen, una de Mop mirándolo todo, imaginando lo mismo que yo estoy imaginando.

Una vida normal, una vida en pareja, una vida que ninguno de su clase tiene derecho a tener.

Y su carita de nuevo es triste, como acariciando un sueño que nunca será para él.

Veo los restos de los materiales en una esquina, y tengo una idea.

Una un poco loca, porque como Clay, el capataz, se se dé cuenta, me va a arrancar los huevos.

Tomo el cubo y el saco casi completo, sé que voy a necesitar más, pero quizás pueda ir tomando materiales poco a poco.

—¿Tomas eso? —le pido a Mop señalando otro saco a medio acabar, podrá con él, y él lo agarra con más facilidad de lo que me hubiera imaginado por su cuerpo de apariencia débil.

—¿Dónde lo llevo? —dice mirándome con una inocencia que contrasta con las mierdas que le han pasado últimamente.

—A tu barracón, vamos a adecentarlo un poco, ¿me ayudas? —le digo.

Sus ojitos son pequeños pero los abre como platos, y noto el rubor cubrir su rostro blancuzco a parches.

—¿No te meterás en un lío? —pregunta preocupado.

—Seguramente.

Sonrió echando a andar, y aunque algunos nos miran, nadie, bajo ningún concepto podría imaginar que esto es lo que es, porque a nadie se le pasa por la mente que ayudar a unos gammas pueda hacerse.

En verdad esta manada está jodidamente mal, y por una vez pienso en Oven desde otro punto de vista, por una vez espero que le vaya bien con su alfa, porque todo esto es una mierda y más pronto que tarde va a estallar.

 

 

 

Notas finales:

Secundarios que me roban la vida y el corazón ... para variar.

Nos leemos.

Besos.

Sara


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