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Step by step por rivaida

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Notas del fanfic:

Después meses, he vuelto a aparecer, con una historia que llevaba tiempo en el tintero y todavía no salía, pero al fin ha logrado culminarse. Espero que la disfruten y le den una oportunidad.

 

— Rivaida.

Notas del capitulo:

Los personajes no me pertenecen, son única y exclusivamente autoría de Hajime Isayama. 

Eren POV’s

 

Apoyé la barbilla en la bandeja metálica a la vez que soltaba un suspiro bajo por la escena que estaba presenciando. Intenté componer la mejor expresión de neutralidad, cuando por dentro quería darle una patada en el culo al sujeto que Armin había llevado a comer.

 

¿Por qué tenía que traer gente nueva cada vez? Ni siquiera viene a verme a mí, maldición, que soy su mejor amigo de toda la vida.

 

Fruncí el ceño bufando y rodando los ojos, sin poder creer aquella inaudita acción que el desconocido había osado con el rubio. Se estaban tomando de las manos y entrelazando las mismas por sobre la mesa.

 

— Pero qué demonios, Armin — Gruñí molesto al ver que le sonreía al desconocido como todo un colegial enamorado – Vamos, amigo, ese chico no me llega ni a los talones ¿Es en serio?

 

Apreté los puños con molestia, sintiendo la sangre arder de cólera, optando por apartar la mirada cuando Armin se inclinó hacia adelante para dejar un beso en la mejilla de su cita. No era necesario hacer aquello, estaban solo conociéndose y ya le estaba dando alas.

 

No puedo creerlo, de todas las personas que pudo haber traído para presentarme, este es el peor. De solo verlo me dan náuseas. No lo entiendo, Armin es atractivo y tiene ese encanto que atrae a cualquiera, sin mencionar su gran intelecto que me hace sentir un idiota cada vez que lo escucho hablar, lo cual admito, porque me tiene completamente enamorado.

 

Si debiera de indicar una fecha exacta desde que comencé a sentirme atraído hacia mi mejor amigo, debería mencionar que fue en mi pubertad, descubrí mis inclinaciones sexuales un día en que comencé a fantasear con un Armin de quince años que se había quitado la camiseta después de una clase de educación física. Definitivamente fue una gran revelación el darme cuenta de que tenía fantasías con mi mejor amigo.

 

Desde luego, no fue para menos, estuve cerca de seis meses actuando como un enamorado a su lado, sonrojándome y sintiéndome nervioso. Todo esto hasta que lo vi interactuar con otras personas y de pronto, se consiguió un novio. Así nada más, en frente de mis narices. Y yo, como abnegado, no me quedó de otra más que apoyarlo.

 

Y aquí estoy, con veintiún años, observando otro pretendiente más a la fila de novios que se ha echado encima mi gran amigo rubio.

 

— Si tan solo me miraras a mí, maldición.

 

— Si tan solo te declararas, cobarde — La voz de Mikasa me hizo saltar en mi lugar, sonriéndole con fingida simpatía antes de fulminarla con la mirada – No vas a lograr nada mirando desde lejos.

 

— Tampoco puedo ir y arruinarle la cita.

 

— Cobarde.

 

Gruñí nuevamente, casi mostrándole los dientes ante su provocación, era obvio que lo que buscaba era nada más y nada menos que provocarme como siempre. Pero no caí. Al menos no de inmediato.

 

El gerente me entregó el nuevo pedido para la mesa cinco y me dirigí allí luego de llenar mi bandeja con las cosas, teniendo cuidado de equilibrar todo en antes de tomarla por el centro con una sola mano, caminando entre las mesas con cuidado de no pasar a llevar a ningún cliente.

 

— Buenas tardes, les traigo su pedido, si me permiten — Compuse una sonrisa coqueta al mirar a las jóvenes en la mesa, comenzando a dejar las copas en cada lugar correspondiente frente a las chicas que me miraron fijamente.

 

No pude evitar guiñarles un ojo en consecuencia, causando que ambas rieran divertidas. Una de ellas, la de cabellos azabaches largos y lacios, comenzó a enrollarse unos mechones en el dedo índice mientras me miraba sin disimulo.

 

— Tu… ¿Tienes novia?

 

Terminé de acomodar los utensilios a cada lado de los platos y me incorporé llevando la bandeja tras mi espalda para prestarle atención a la clienta.

 

— Desafortunadamente no — Respondí aclarándome la garganta y mirando con nerviosismo hacia la dirección en que Armin se encontraba, tuve la mala fortuna de encontrarlo mirándome con desaprobación.

 

— Una lástima, eres muy guapo — La voz seductora de la muchacha nuevamente llamó mi atención, sin embargo, le sonreí simplemente por mera cortesía antes de disculparme en silencio y así dar por terminada mi labor.

 

Suspiré en camino a la caja registradora desde donde me esperaba Mikasa leyendo una revista de chismes. Me acomodé a su lado e imité su pose al apoyar el codo sobre la cerámica y luego la barbilla en la mano, leyendo las páginas con atención superficial.

 

Mi mente seguía llevándome de vuelta a Armin, y mis ojos terminaban por buscarlo a pesar de que el restaurante se encontraba vacío tan temprano por la mañana. Solo había tres mesas ocupadas y el trabajo estaba ligero todavía, incluso el gerente estaba relajado a esa hora, lo cual era sumamente extraño considerando lo quisquilloso que era con vernos hacer nada.

 

Volví a suspirar, esta vez de una forma más sonora mientras seguía mirando a la pareja que Armin había traído hoy. Tensé el puño derecho y lo levanté en el aire cerrando un ojo y simulando que le pegaba al desconocido.

 

— Amigo, eres tan patético, consíguete una novia — Mikasa se burló sin siquiera dedicarme una mirada completa, ya que seguía interesada en sus chismes de famosos.

 

— Patética eres tú leyendo estupideces.

 

— No leo estupideces, este será mi novio y debo saber en todo lo que está metido para conquistarlo — Una de sus muy cuidadas uñas con manicure recién hecho esa mañana, señaló el centro de la revista donde había una foto de un sujeto que aparentemente era modelo.

 

Lo miré con ojo crítico, era más que obvio que mi amiga estaba mal de la cabeza, por lo que simplemente le asentí con compasión y le di suaves palmadas en la espalda. Si ella quería creer que iba a lograr conquistar a un americano famoso, pues quién era yo para arruinarle sus sueños, después de todo, yo ni siquiera era capaz de conquistar a un rubio de ojos azules que tenía enfrente de las narices a punto de besarse con su cita.

 

— ¡¿Besarse?! — Grité de pronto al darme cuenta de lo que estaba sucediendo – Ah, no, sobre mi cadáver.

 

Armin apartó la vista del sujeto al cual estaba a punto de besar y me miró con confusión, abriendo más y más los ojos al ver que me doblaba los puños de la camisa mientras caminaba totalmente decidido en golpear al chico que lo acompañaba.

 

Como si ya lo esperara, el rubio se acomodó en su silla suspirando. Me pareció ver un ligero resquicio de sonrisa en sus labios, sin embargo, no pude confirmarlo porque se llevó la taza de café a la boca para resguardar su mueca.

 

Entrecerré los ojos para mirarlo con advertencia, y desde luego, me dio su mirada más inocente.

 

— Lo siento, el local no acepta muestras de afecto públicas, el gerente pide cordialmente que te retires — Me incliné de mala gana en una reverencia para fingir cortesía mientras le daba una mirada fulminante a mi mejor amigo, esperando a que su maldita cita se marchara.

 

— ¿Eh? ¿Estás de broma? 

 

— Cliente, por favor retírese.

 

— ¡Pero ni siquiera era yo quien iba a besarlo!

 

Aquello hizo que la sangre se me calentara de sobremanera. Encima teniendo el privilegio de besar a Armin y le echa la culpa.

 

Sin pensarlo más, lo tomé por el cuello de la sudadera y lo levanté fácilmente de la silla. No era más que un debilucho, un tipo así no merece a mi mejor amigo.

 

— Desde luego, yo lo ayudo a caminar a la salida — Forcé una sonrisa mientras le indicaba el camino a la salida, empujándolo de mala gana para que caminara.

 

El gerente me miró desde la cocina, entrecerrando los ojos para advertirme que no hiciera escándalos y solo asentí en silencio, empujando fuera del restaurante al desconocido indeseado.

 

Me sacudí las manos una vez cumplí mi misión y suspiré satisfecho, cruzando los brazos contra el pecho. La ex cita de Armin me fulminó con la mirada y me levantó el dedo medio, solo le despedí cordialmente con la mano y sonreí victorioso.

 

— Eren.

 

La voz del rubio me hizo dar un respingo en mi lugar, por lo que volví sobre mis pasos en dirección a la mesa y me dejé caer en el asiento ahora vacío que había frente a mi amigo. Agaché la cabeza, dispuesto a recibir mi castigo, sin embargo, los segundos pasaron y por más que esperé por el golpe, éste nunca llegó. Abrí un ojo y luego el otro antes de mirar a Armin.

 

— ¿Q-Qué pasó?

 

— Nada, gracias por la atención, nos vemos.

 

El rubio sacó un billete y lo dejó bajo la taza que estaba bebiendo, tomando su mochila para luego ponerse de pie y marcharse del local en silencio, sin siquiera dedicarme una mirada.

 

Tragué duro. Definitivamente recibir la indiferencia de Armin era mucho peor que una reprimenda.

 

Volví a levantarme intentando detenerlo, pero finalmente me contuve al ver que no podía decir nada. Usualmente siempre reacciono del mismo modo cuando Armin trae citas nuevas aquí, y cada vez que le espanto una posible pareja futura, me regaña una y otra vez, tirándome el cabello o dándome golpes leves en el brazo…

 

— La cagaste, amigo.

 

— Cállate — Fulminé a Mikasa con la mirada y ella negó con la cabeza.

 

— Desde hace unas semanas Armin ha estado dándote indiferencia ¿Qué hiciste?

 

Me tensé en mi lugar mientras dejaba la bandeja sobre la cocina para dejar los trastes sucios y luego lavarlos. Mordí mi labio inferior a la vez que pensaba en las palabras de Mikasa. ¿De verdad Armin llevaba unas semanas tratándome así? ¿Desde cuándo específicamente?

 

Moví mis pies por la cerámica, caminando en modo automático en dirección a la caja. Nuevamente me situé junto a la pelinegra y la miré con seriedad.

 

— ¿Crees que tenga novio?

 

— Más bien creo que tú hiciste algo — Apuntó mi amiga, dándome una mirada de compasión. Puso su mano en mi hombro y suspiró — De seguro la cagaste bien feo.

 

— Deja de decir eso, no es divertido — Me llevé el pulgar a la boca y comencé a mordisquear la uña mientras miraba con preocupación la puerta principal por donde Armin acababa de irse minutos atrás — ¿Y si de verdad la cagué?

 

— ¿Y si tiene novio?

 

— ¿Y si tiene novio? — Repetí de forma automática, sintiendo como la sangre se me helaba solo por la idea.

 

Negué con la cabeza, era imposible. De tener novio no estaría trayendo citas nuevas cada dos días. Asentí para tranquilizarme y sonreí de forma nerviosa.

 

— Nah, no tiene — Murmuré abstraído.

 

Miré a Mikasa a mi lado, quien tenía una sonrisa divertida en sus labios y una mirada maliciosa. Dudé en ese momento de que ella fuera realmente mi amiga, siempre buscaba hacerme pensar en exceso y luego pisotear mis ilusiones con Armin.

 

Le cubrí la boca con las manos antes de que se atreviera a hablar y fruncí el ceño negando con la cabeza. Ella pareció entender por lo que después de unos segundos la dejé ir y simplemente suspiré por quinta vez en lo que iba del día.

 

Todas mis ilusiones por el piso.

 

Me senté en el suelo y abracé mis rodillas para luego apoyar la frente contra las mismas. Ciertamente si vuelvo a repasar las últimas tres semanas, Armin ha estado actuando más distante conmigo.

 

Comenzó a enfocarse solo en su teléfono cada vez que nos juntábamos, sonriendo a la pantalla del móvil e ignorándome olímpicamente. Luego fueron disminuyendo nuestras salidas a comer o al cine, hasta que solo he podido verlo cuando viene a comer al restaurante al mediodía con sus amigos de la universidad.

 

No responde a mis mensajes con la misma regularidad. Cambió su foto de perfil en todas las redes sociales donde salíamos juntos y ahora le sonríe a otras personas y no solo a mí.

 

— Parece como que hubieran roto — Murmuró Mikasa cerrando su revista una vez terminó de hojearla, viéndose tan indiferente como siempre.

 

Se apoyó en el mostrador de espaldas al mismo y me miró desde allí.

 

— ¿A qué te refieres?

 

— Parece que ustedes dos terminaron su relación.

 

— Solo somos amigos.

 

— Vamos, Eren — Puso los ojos en blanco y me miró con molestia — Todo aquel que los veía creía que eran pareja, eran como siameses, hacían todo juntos y pasaban cada día juntos.

 

— Pero… Eso hacen los amigos.

 

— No, tú y yo ni nos llevamos tan bien y somos amigos.

 

— Es la excepción.

 

— Como quieras verlo, solo te digo lo que pienso.

 

Solté un gruñido y me golpeé la frente contra las rodillas en un ritmo lento y constante mientras renegaba una y otra vez en lo que Mikasa acababa de decirme.

 

Bueno, aunque nos veamos como pareja, solo somos amigos. Y Armin siempre ha tenido citas constantes, incluso antes de que se volviera distante conmigo estas últimas semanas. Y siempre le espanté las citas cuando me las presentaba.

 

Creí que era nuestro pequeño acuerdo tácito. Él me muestra pretendientes y yo los espanto si no me parecen dignos.

 

Aunque siendo franco, nadie será digno de él.

 

— ¿Tal vez se cansó de que le baje a los novios?

 

— Tal vez…

 

El tono incierto con el que dijo aquellas dos palabras me hizo mirarla con intriga, pero suspiré negando con la cabeza y poniéndome de pie nuevamente. Me sacudí el polvo del trasero y volví a mi posición de chismoso con Mikasa, mirando hacia el frente del restaurante con aburrimiento.

 

— Supongo que debo darle su espacio.

 

— Déjalo ir.

 

Agaché la cabeza entre los hombros con derrota. Aquellas dos palabras tan cliché saliendo de los labios de la azabache me hicieron sentir un ligero tinte melancólico.

 

— Realmente nunca lo tuve.

 

— Entonces será más fácil, como sacar una bandita.

 

— Una bandita de seis años.

 

— Todo se supera.

 

Mikasa deslizó un brazo por mis hombros para abrazarme de ese modo y darme consuelo a su manera. Solté otro suspiro sonoro y simplemente asentí en silencio. Dolía pero no tanto como creí que podría doler.

 

Si Armin se estaba apartando de mí por no darle su espacio, prefería dejar de actuar de este modo y no perder su amistad. Después de todo, la amistad es más importante. Llevamos conociéndonos desde los seis años, no voy a echar a perder todo eso por estos sentimientos que me surgieron a los quince años.

 

Afortunadamente, el trabajo no me da tiempo para deprimirme pensando en mis sentimientos, ya que luego del mediodía comienza a ingresar gente del campus de la universidad. Y en cosa de una hora ya están todas las mesas del interior ocupadas. Mikasa y yo nos turnamos para ir atendiendo las mesas y la caja registradora, repartiendo los quehaceres bajo las indicaciones del gerente que se encarga de cocinar.

 

 A eso de las tres de la tarde, llegó Jean y Sasha para hacer el cambio de turno con nosotros. Por lo que simplemente me despedí del gerente y me marché dejando a Mikasa atrás puesto que siempre que la invito a irnos juntos, me niega por irse a comprar cosas inútiles que encuentra en rebaja todos los días.

 

Suspiré mirando al cielo. Las nubes comenzaron a llenar la vista despejada que había minutos atrás. Me estremecí al sentir una gota de agua caerme en la nariz y me acomodé mejor la capucha de la sudadera para cubrirme de la llovizna que comenzaba.

 

Tres semanas atrás, este mismo panorama lo pasaba con Armin, quien casi siempre me esperaba hasta que terminara mi turno, caminábamos hasta su facultad y lo acompañaba a estudiar en la biblioteca mientras yo simplemente me sentaba frente suyo a leer o jugar videojuegos. Me deleitaba mirándolo a escondidas, sumido en sus propios pensamientos cada vez que se concentraba demasiado en las cosas.

 

Supongo que las cosas que Mikasa dijo son ciertas, y no me queda de otra más que simplemente asumirlo.

 

Enfoqué la mirada en mis zapatos, de pronto disminuyendo el ritmo de mis pasos a la vez que me dedicaba a evitar pisar las líneas del diseño del pavimento. Al menos aquello me mantiene distraído de mis pensamientos, lo suficiente para desperdiciar el tiempo de alguna forma.

 

Creo que nunca había tardado tanto tiempo en llegar a la parada de buses. Pero cuando estás solo el tiempo pasa demasiado lento, así que simplemente tuve que conformarme con la compañía del frío y la lluvia que empapa mis ropas sin miramientos.

 

Me estremecí por lo frías y pesadas que se transformaron mis ropas, sin embargo, solo me mantuve erguido esperando la llegada del bus que me llevaría a casa.

 

Siendo sincero, nunca quise ingresar a la universidad. Aunque sí admito que envidié un poco a mis amigos cuando comenzaron a dejarme atrás. Conociendo gente nueva y haciendo nuevos amigos mientras yo me quedaba simplemente estancado en trabajos de medio tiempo.

 

Aunque no me arrepiento de mi decisión. Opté por lo que me hacía feliz. Y si para lograr mi sueño debo seguir trabajando diez años más hasta tener el dinero suficiente como para financiarme todo sin preocuparme de nada más, supongo que simplemente pondré aquellas cosas en espera y mientras tanto me relajaré.

 

Las luces intermitentes del bus llamaron mi atención, lo suficiente como para enfocar la vista en los números que se encuentran en la parte frontal, comprobando que es el que debo abordar para ir a casa.

 

Casa. Un simple departamento/estudio lo suficientemente grande como para tener lo básico y sin pagar una extravagante suma de dinero.

 

Saqué los auriculares inalámbricos del bolsillo y lo conecté a mi teléfono para luego emprenderme en el viaje de quince minutos, aprovechando de utilizar el tiempo para recorrer un poco de las redes sociales.

 

Fruncí el ceño apenas ingresé a Instagram. La primera publicación de quien puedo ver en mi feed es nada más y nada menos que Armin. Bueno, gracias vida por darme la señal de que no puedo dejar de pensar en mi tan entrañable amigo.

 

Me acerqué el teléfono a la cara para luego detallar en la imagen de Armin… Tomándose una selfie, con un desconocido, que tampoco era el chico que llevó al restaurante, sino que era alguien nuevo, que lo sostenía confianzudamente de la cintura al rodearle por allí para atraerlo más cerca. La sonrisa en el rostro de mi amigo era deslumbrante, y su mirada brillaba con emoción, al igual que cuando se embarcaba en sus estudios de la biblioteca, aprendiendo cosas nuevas con un apetito intelectual voraz.

 

El sujeto que sostenía a Armin tan cerca era de cabellos negros y ojos de color verde pero tonalidad oscura, además poseía un rostro alargado y una sonrisa relajada en sus labios. Me irrité de inmediato con solo verlo. ¿Tanta confianza se tenían como para abrazarse de esa forma?

 

Tal vez Armin de verdad tenía un novio. Eso explicaría lógicamente el cómo han estado desenvolviéndose las cosas entre él y yo.

 

— Bueno, es hora de dejarlo ir entonces.

 

A regañadientes musité aquellas palabras. Comencé a leer la descripción bajo la foto y los emojis utilizados por el rubio me hicieron dar escalofríos. ¿Desde cuándo mi amigo se había vuelto así de meloso con aquel “Bertolt”?

 

Me dieron ganas de vomitar.

 

Contuve una arcada mientras me levantaba rápidamente al ver que ya se acercaba mi bajada. Guardé el teléfono en mi bolsillo y decidí dejarlo pasar. No tiene por qué afectarme más. Supongo que solo me queda apoyarlo desde ahora y dejar de lado mis sentimientos egoístas.

 

Si Armin puede pasar página y renunciar a lo que teníamos para poner una distancia razonable, entonces también puedo hacerlo. Después de todo, el acuerdo tácito que al parecer teníamos, era simplemente una ilusión mía, de mis sentimientos unilaterales.

 

Me llevé la mano al bolsillo del pantalón para buscar la llave del departamento. Comencé a subir las escaleras y estornudé ruidosamente, estremeciéndome por el escalofrío que me recorrió debido a la lluvia que mojó mis ropas.

 

No tardé en llegar a la puerta con el número de mi lugar e introduje la llave en la ranura para entrar y quitarme los zapatos. Luego le siguió la ropa que dejé desperdigada en el suelo para dirigirme a tomar una ducha y entrar en calor nuevamente antes de agarrar un resfriado.

 

No hay tiempo para enfermarse y faltar al trabajo.

 

Una vez estaba en la ducha mi teléfono sonó anunciando el ingreso de una nueva notificación. No me preocupé por ello hasta que terminé de bañarme y vestirme, preparándome para el trabajo de la tarde.

 

Tomé nuevamente el teléfono y me senté en el borde de la cama, secando mi cabello con la mano libre al restregar la toalla por mi cabeza sin rumbo alguno. Moví mi pulgar, deslizando el mismo por la pantalla táctil para desbloquearlo y luego tocar el ícono de Instagram que indicaba una notificación.

 

Revisé los mensajes directos y abrí el que correspondía a Armin. Me encontré con que me había escrito para preguntarme si esta noche tengo turno en el bar.

 

— Hmm… Sabes que siempre trabajo en las noches.

 

Fruncí el ceño y suspiré con cansancio. Si quiere jugar al que se olvida de las cosas, está bien por mí, de todos modos ya sé que estamos pendiendo de un hilo invisible que está a punto de cortarse.

 

Le escribí una respuesta afirmativa y silencié las notificaciones en lo que me iba a la cocina a hacer algo de comer. De fondo encendí los altavoces y puse una lista de reproducción de Youtube con algo para relajarme y a la vez buscar energía para el turno extenuante que se me acercaba.

 

Desde hace un año conseguí un empleo en un bar nocturno. Al principio era solo mesero, sin embargo, con el paso de los meses comencé a familiarizarme con el barman, Levi, y de un momento a otro me encontré aprendiendo a preparar tragos simples hasta un poco más complejos.

 

Hace unos tres meses aprendí a dominar casi por completo todas las mezclas y la cantidad exacta de licores que se necesitan para crear los diferentes tragos que piden en una noche agitada. Desde entonces solo he estado practicando con Levi cada vez que él tiene tiempo libre. Nos encontramos en el bar una hora antes del turno, otras veces me invita a su departamento, mucho más espacioso que el mío, y me enseña todo lo que ha aprendido con el paso de los años.

 

Es obvio que no tengo la misma habilidad que él tiene, pero sí he logrado ser de ayuda cuando está corto de manos. Eso me hace sentir mejor. Además, compartir tiempo con el gran Levi Ackerman, es todo un logro.

 

Escuché de sus amigos – uno –, que Levi no es de llevarse bien con demasiadas personas y por eso prefiere trabajar sin hablar con nadie. Lo bueno de su método, es que avanza rápido y no se entretiene en conversaciones innecesarias con los clientes.

 

Sonreí en lo que me seguía haciendo un sándwich, recordando el mal humor de mi amigo pelinegro.

 

A pesar de todo, me siento bastante satisfecho de lo que he logrado en estos tres años. Los conocimientos y habilidades que he adquirido de manera informal, me han sido de utilidad en bastantes ocasiones cada vez que me reencuentro con amigos de la escuela o incluso con Armin y Mikasa y sus amigos que me han presentado.

 

Nuevamente Armin.

 

Apoyo la frente contra la pared y me doy un suave golpe mientras mastico mi insípido sándwich de tomate y jamón.

 

Tengo a Armin presente en cada pensamiento por más que intente evitarlo.

 

Observé el reloj colgado sobre la pequeña pantalla en la que veo televisión y me apresuré en terminar el sándwich, alternando con sorbos a mi café de vez en cuando.

 

El trabajo me queda un poco lejos, por lo que debo irme dos horas antes para tomar el bus que se tarda una hora, y llego justo a tiempo para tomar un par de clases prácticas con Levi.

 

Por lo que ahora solo me quedan unos quince minutos para cepillarme los dientes y caminar a la parada de buses. Así que no pierdo más tiempo en divagaciones, y simplemente lavo los trastes sucios y luego me dirijo al baño a cepillarme rápidamente.

 

Tomé mi abrigo, un paraguas y pertenencias básicas para luego cerrar con llave y marcharme a paso apresurado, casi corriendo en mi camino a la parada de buses.

 

La lluvia golpeteó rápida y fuertemente contra la tela de mi paraguas, pero me sentí protegido bajo el mismo, estremeciéndome por la humedad y frío que logró colarse bajo mi ropa. La camisa negra del uniforme no era lo suficiente para hacerme sentir cálido, y el abrigo parecía de una delgada tela en ese momento.

 

Comencé a correr para conseguir algo de calor, sintiendo el aire quemar en mis pulmones por lo imprevisto del ejercicio. El vaho quedaba en una nube blanca tras de mí conforme mis zancadas se hacían más rápidas y estables contra el pavimento.

 

En menos de cinco minutos alcancé mi objetivo, sintiendo el rostro acalorado por el golpeteo del frío viento contra mi rostro, y algunas gotas de agua alcanzaron mis pantalones, mojando la parte anterior de mis muslos, haciéndome sentir incómodo por ello.

 

Respiré profundamente una vez me detuve, cerrando el paraguas, ligeramente corto de aliento mientras apoyaba las manos en las rodillas para recuperar un poco del aire perdido. Entonces llegó el autobús y me subí sin perder los segundos, pagando la tarifa y luego sentándome junto a la ventana, acomodando la sombrilla para que el agua resbalara por el suelo y se secara en el trayecto.

 

Conecté nuevamente los auriculares y la música para recostarme contra la ventana y mirar los vehículos y paisajes, para después de unos minutos cerrar los ojos y simplemente relajarme.

 

Intenté por todos los medios posibles alejar a Armin de mis pensamientos, por lo que solo me enfoqué en seguir el ritmo de los instrumentos de las canciones que se escuchaban por los auriculares. Marqué el sonido del bajo con la punta de mis dedos y dejé que mi audición se acostumbrara a identificar todos los instrumentos que componían aquellas piezas de música, desde los compases de la guitarra hasta la batería.

 

El trayecto al trabajo fue rápido con aquella forma que ocupé para mantenerme distraído, y ni siquiera sentí que fuera tan largo, lo cual agradecí internamente. Siempre he odiado los trayectos que debo de hacer cada día para ir al bar, a excepción de aquellas veces en que Levi se ha ofrecido a traerme a casa en la madrugada.

 

Me bajé del autobús, bostezando ruidosamente y luego estirándome, tomando la sombrilla para abrirla y resguardarme de la lluvia nuevamente. La música, mi fiel acompañante, se mantuvo sonando para agregar emocionalidad al trayecto que debía cubrir por un par de metros antes de llegar a Paradise, el bar nocturno.

 

Al doblar en la esquina de la calle céntrica, vi a lo lejos a mi compañero de trabajo, lo cual me hizo sonreír de inmediato. El pelinegro estacionó su vehículo en el lugar privilegiado de los pertenecientes al local y se bajó emitiendo su mal humor desde el primer paso.

 

— Levi — Grité llamando su atención de inmediato.

 

Me agitó una mano a la distancia y me esperó en la acera mientras se enfocaba en revisar su teléfono, a lo que yo aproveché de quitarme los auriculares y apagar la música, guardando todo en el bolsillo de mi chaqueta. Apresuré el paso de inmediato para alcanzar al mayor, y una vez a su lado, lo empujé suavemente con diversión, sacándole un gruñido habitual.

 

— Eren, como siempre tan enérgico.

 

— Y tú, como siempre tan malhumorado.

 

— Gracias.

 

Me ofreció una sonrisa divertida y caminamos uno junto al otro para resguardarnos de la llovizna de ese momento bajo el paraguas. Una corriente de viento frío me hizo estremecer de inmediato, estornudando luego de unos segundos.

 

Me arrebujé más en mi abrigo y di unos cuantos pasos más hasta llegar a la entrada del bar. Cerré el paraguas con suavidad y lo sacudí unas veces para quitar el exceso de agua, entonces saludé al guardia de seguridad quien abrió la puerta cortésmente para que entráramos.

 

— ¿Qué quieres practicar hoy día, campeón? — La voz de Levi me llamó la atención, sonaba ligeramente más ronca de lo usual lo cual me hizo fruncir el ceño.

 

— Uh… Podría ser la variedad de lowballs, aún me toma trabajo memorizar las mezclas de 6 y 8 onzas.

 

— Seguro — Se aclaró la garganta llamando más mi atención todavía.

 

Ahora que lo notaba, llevaba las mejillas ligeramente rojas y tenía una mirada vidriosa. Si no lo hubiera visto bajar solo del vehículo, habría jurado que acababa de tener sexo.

 

— Estás resfriado — Murmuré negando con la cabeza.

 

Era fácil decirlo, de un momento a otro su fachada de que todo estaba bien se vino abajo y se dejó ver tal como se encontraba. Comenzó a temblar ligeramente por escalofríos y se limpió la nariz con un pañuelo.

 

— Es algo pasajero.

 

— Uh huh, supongo que quieres seguir trabajando así y contagiar a los clientes.

 

— No soy tan irresponsable, desde luego que tendré cuidado.

 

— Uh huh.

 

Enarqué una ceja y le di una mirada desaprobatoria. Lo obligué a tomar asiento al empujarlo sobre una silla y comparé nuestras temperaturas al situar mi mano derecha en su frente y la izquierda en la mía.

 

Definitivamente tenía fiebre.

 

— ¿Tomaste medicina?

 

— Sí, antes de venir aquí.

 

— Bien, ve a dormir al despacho, queda una hora para que esto abra, puedo atender solo durante un rato mientras te recuperas.

 

Me miró con algo de duda y abrió los labios para refutar mi indicación, pero al ver que no vacilé en mis palabras ni en la forma en que lo estaba mirando para ordenarle descansar, soltó un suspiro cansino para ponerse de pie y tomar la manta bajo el mostrador.

 

— Despiértame cuando empiece a llenarse.

 

— Lo haré, descuida, anciano.

 

Me levantó el dedo medio con una media sonrisa, caminando en dirección a la puerta que se encontraba junto a la estantería de licores, desapareciendo tras la misma y encerrándose en el cuarto de descanso.

 

Solté el veinteavo suspiro del día y me quité el abrigo para guardarlo bajo el mostrador junto al paraguas. Puse los brazos en jarras, observando lo tranquilo que estaba todo, las mesas aún con las sillas volteadas sobre la superficie plana, la pista de baile con las luces apagadas y la tarima del DJ vacía.

 

Tenía cerca de una hora para practicar los tragos que me tomaban más trabajo memorizar, antes de tener que arreglar las mesas y sillas para disponer del lugar a los clientes.

 

Los mechones de cabello lacio y largo comenzaron a molestarme en el rostro, por lo que los amarré de inmediato en un moño desordenado semi-suelto, apartando los mechones más largos de mi visión, quedando un par de cabellos más cortos en mis sienes.

 

Gruñí ligeramente frustrado cuando algunas hebras de cabello se enredaron en los piercings hélix de mi oreja derecha, e intenté liberarlos con delicadeza para no tironear de los mismos.

 

Una vez listo el cabello, doblé las mangas de la camisa negra y me amarré el mandil a las caderas para no mancharme de momento. Entonces abrí el cuaderno de notas que había hecho junto a Levi, el cual mantenía en el trabajo para cada vez que tenía que practicar, así evitaba preguntarle cosas innecesarias y solo me dedicaba a estrujar cada consejo de técnica que podía darme el mayor.

 

Me apoyé en el mostrador, repasando las mezclas para los tragos lowball y luego de repasar la mayoría, cerré el cuaderno de notas y comencé a tomar las medidas y botellas que iba a utilizar en ese lapso de tiempo.

 

El problema de practicar solo, era que al momento de probar el trago, no tenía la certeza de que mis papilas gustativas supieran identificar entre lo que estaba bien preparado y lo que no, sin embargo sabía distinguir si estaba bien equilibrado entre grados de alcohol.

 

Conforme la hora transcurrió, sentí que practicando y probando los tragos realmente no habían pasado más de quince minutos, sin embargo, la alarma que había programado indicó que ya era mí tiempo límite.

 

Por lo que no tardé en dedicarme a ordenar el local de inmediato, bajando las sillas de las mesas y barriendo por última vez el impoluto piso que cada madrugada nos dedicábamos a limpiar con Levi.

 

El gerente del bar llegó minutos después de que terminé de ordenar y volver a dejar todas las botellas en sus lugares.

 

— Eren, mi buen trabajador ¿Cómo has estado?

 

— Erwin — Me limpié las manos en el mandil y le estreché la que me ofreció – Estoy bien, cuidando del local.

 

— Así puedo ver… — Su mirada se paseó por el lugar, escrutando minuciosamente los espacios oscuros, supuse  yo que en busca de Levi — ¿Y Levi? — Y así mismo fue.

 

— Está enfermo, le dije que descansara en el despacho, debe estar durmiendo.

 

— ¿Enfermo? ¿Qué le sucedió? — El tono preocupado del rubio me hizo reír divertido.

 

Desde hace un tiempo sé que a Erwin le gusta mi amigo Levi, sin embargo, es un hueso duro de roer y no ha caído bajo ninguno de los intentos que el rubio ha hecho para llamar su atención.

 

— Está resfriado, siempre le digo que se abrigue más pero para terco nació.

 

— Ese idiota — Suspiró el mayor — Voy a verlo entonces.

 

Tomé su brazo para detenerlo y le ofrecí una sonrisa cordial.

 

— Por favor, deja que duerma otro poco, me costó mucho convencerlo y ya tomó medicina, así que podrás verlo más tarde.

 

Desde luego que me estaba tomando atribuciones en la salud de Levi, lo conozco casi tan bien como su mejor amiga Hange, por lo que sé que si Erwin entra allí sin su permiso, solo arderá Troya. No le gusta que lo despierten, mucho menos si es alguien a quien lleva evitando desde hace una semana.

 

Intuyo que tuvieron una discusión, porque desde ese día, Levi ignora completamente al rubio, sin siquiera importarle que sea su jefe.

 

Erwin suspiró derrotado y asintió.

 

— Está bien, iré a mi oficina entonces. No dudes en llamarme si necesitas ayuda.

 

— Lo haré, tenga buena noche, jefe — Incliné ligeramente mi torso en una reverencia y luego de que lo vi marcharse a la oficina, suspiré negando con la cabeza.

 

De seguro que esos dos tienen problemas amorosos. Y con el malgenio que tiene mi amigo, es de esperarse que el rubio se vea tan derrotado.

 

El guardia de seguridad ingresó para anunciar que abriría las puertas y le di un asentimiento con tranquilidad, quitándome el mandil y dejándolo sobre mi abrigo, para luego dar suaves aplausos, a ver si de ese modo podía darle más calor a mis falanges entumecidas.

 

Soplé un poco de mi aliento entre mis manos para ver si así lograba infundirles calor, sin embargo, duró poco y nada.

 

— Si tan solo mi corazón se entumeciera de este modo con Armin — Murmuré sin ser consciente de que aquellas palabras salieron hasta que me escuché a mí mismo.

 

Me di una palmada en las mejillas y negué con la cabeza. Ya debo detenerme con estos pensamientos inútiles.

 

Debo pasar página de una vez y cerrar este capítulo tan tortuoso.

 

Los primeros clientes ingresaron después de media hora, mientras yo me enfocaba en un juego de destreza en mi teléfono. Sin embargo, apenas vi a la pareja tomar asiento, tomé el talonario en el cual anoto los pedidos y me dirigí con el lápiz en mano.

 

Tomé nota de los tragos que pidieron y luego volví a la barra para comenzar a prepararlos, por suerte no pidieron nada de comida, ya que el cocinero estaba retrasado y no podía cubrir ese lado también.

 

Una vez listos los tragos, los llevé a servir con cuidado, retirándome con una sonrisa cordial en lo que revisaba la hora y volvía a mirar a la puerta esperando por Connie, el chef a tiempo parcial que habían contratado hace un mes.

 

Lo extraño de que llegue tarde es que nunca se ha retrasado en todo lo que lleva trabajando. Por esa razón es que comienzo a preocuparme ligeramente.

 

Estiré la mano para tomar mi teléfono sobre la barra y aproveché de revisar las notificaciones verificando si había algo nuevo. Me mordisqueé el labio inferior con ligera ansiedad y estrés al ver el mensaje de Connie avisando que venía en camino.

 

Una nueva notificación vibró en mi teléfono y fruncí el ceño al notar que era de Armin. Me había enviado una captura de un evento que se llevaría a cabo esta misma noche por parte de su facultad, en este mismo bar, con citación de las 9 PM.

 

Así que esa era la razón por la que me habló para preguntarme si trabajo hoy.

 

Supongo que tendré que aguantarme el verlo con sus amigos, borracho y desinhibido con quien sea que traiga de pareja. Pero no seré el que lo lleve a casa cuando termine perdiendo la conciencia.

 

Dejé el teléfono en el bolsillo de mi pantalón y tamborileé los dedos sobre la barra. El trabajo es lo que me importa ahora. Y han pasado quince minutos desde que Connie me texteó, debería estar llegando entonces.

 

Miré hacia la entrada, observando que dos personas más ingresaban y luego tres más. De pronto me sentí como en mi primer día de trabajo sin saber cómo atender en un bar, sin embargo, solté un suspiro sonoro y dejé ir aquellas aprehensiones.

 

Llevo un año trabajando aquí, esto es nada.

 

— Hola, buenas tardes ¿En qué puedo ayudarles hoy?

 

Atendí a la primera pareja para tomar la orden de inmediato, agradecido nuevamente de que solo pidieran por bebidas. Entonces me dirigí a las tres personas que acababan de sentarse, tomando el pedido y anotando los tragos junto al número de mesa para ir llevando la cuenta más tarde.

 

Volví a mi lugar tras la barra, y comencé a digitar los pedidos en la computadora para llevar el registro de las mesas.

 

Mis ojos viajaron a la puerta cuando vi a una persona entrar corriendo. Lo único que pude vislumbrar fue un borrón gris que se detuvo a mi lado con la respiración agitada y el rostro perlado en sudor.

 

— Gracias a dios, Connie, ya me tenías con dolor de colon.

 

— Lo siento, perdí el autobús porque se había perdido mi gato y… — Intentó retomar el aire y se sujetó de la barra — Por suerte lo pillé a tiempo y tuve que correr.

 

— No pasa nada, de suerte nadie ha pedido comida por el momento.

 

Tomé una copa y una botella de agua de la nevera, sirviendo un vaso para mi compañero, sonriendo divertido cuando se tomó todo el contenido de un solo sorbo.

 

— Gracias, estaba sediento… — Sus ojos viajaron por todo el local observando a las personas y frunció el ceño mirándome nuevamente — ¿Y Levi?

 

— Está resfriado y tomando una siesta en el despacho, cuando esto se llene lo despertaré.

 

— Gracias por el aviso, me abstendré de ir allí entonces… — Bromeó limpiándose el rostro con un pañuelo para luego abanicarse con las manos. A pesar de que estábamos en un clima lluvioso y algo frío, Connie llevaba el rostro rojo por haber corrido una maratón — ¿En qué te ayudo?

 

— Por el momento… Solo ve a tu lugar y empieza a preparar lo básico, ya sabes cómo se pone todo en un rato más.

 

— Es viernes, esto va a estar que revienta a las once.

 

— Querrás decir a las nueve, todos los universitarios de la calle tienen una fiesta aquí hoy día.

 

— ¿De verdad? — Se quitó la chaqueta y la guardó en el mismo lugar que la mía.

 

— Sí, la facultad de derecho terminó los parciales y ha creado un evento para hoy a las nueve — Le mostré el evento en mi teléfono, cortesía de Armin, y Connie suspiró con cansancio anticipado — Buena suerte en la cocina.

 

— Lo mismo te digo con las cuentas, no generes muchas pérdidas, Erwin te tiene entre ceja y ceja.

 

— Cállate, nunca he perdido tanto dinero.

 

Lo empujé a la cocina y luego suspiré más calmado. Con Connie aquí tengo que preocuparme solo de la caja y el bar.

 

El bar, cierto.

 

Comencé a servir las copas de cerveza que me habían pedido, y preparé los otros tragos en una bandeja aparte para ir a servirlos. Como era de esperarse, de inmediato aprovecharon de pedir una orden de aperitivos para acompañar las bebidas, por lo que Connie comenzó a trabajar de inmediato.

 

Al ingresar la orden en la computadora y guardar el dinero de la primera mesa que atendí, se abrió la caja registradora y se me cayó una moneda de las manos. Por lo que me incliné a recogerla en el momento para no perderla de vista.

 

— Eren, listo para la mesa cinco — Connie dejó una bandeja de vidrio con la los aperitivos sobre la encimera de la ventana corrediza que conectaba a la cocina.

 

— ¡Voy!

 

Exclamé tomando la moneda reluciente para luego levantar la cabeza y golpearme de lleno contra el borde de la caja que había dejado abierta. Siseé en respuesta al dolor que me quedó en el tabique de la nariz por el impacto. La zona me punzaba sin misericordia y me apreté la misma en caso de que fuera a darme un sangrado.

 

— Connie, ve a entregarla tú, me he herido la nariz y está sangrando ahora — Me aparté la mano para mostrarle al de cabeza rapada quien solo asintió y salió de su lugar para ir a hacer la entrega.

 

Rápidamente me encaminé al baño del personal y encendí la luz para mirarme al espejo. Efectivamente me había abierto una herida horizontal en el dorso de la nariz, y estaba sangrando levemente.

 

Tomé un poco de papel higiénico y me lo presioné contra el corte superficial, mientras tanto rebusqué en el mueble junto al lavamanos hasta encontrar el botiquín de primeros auxilios. Lo abrí y saqué una bandita adhesiva.

 

Boté a la basura el pedazo de papel ensangrentado y luego quité los plásticos al adhesivo para pegar el parche sobre la herida. Guardé todo nuevamente y eliminé cualquier evidencia que delatara lo que había sucedido. Solo porque Levi es quisquilloso si ve cosas fuera de lugar.

 

Entonces me di un último vistazo en el espejo y negué con la cabeza. Ahora cualquiera creerá que me metí en una pelea y me rompieron la nariz.

 

Bueno, no es como si no me hicieran comentarios de que parezco un delincuente con el cabello largo. Solo tendrán más razón para hablar.

 

Me encogí de hombros y salí del baño para volver al puesto de trabajo.

 

— Qué diablos.

 

Susurré una vez me enfrenté nuevamente al bar. De un momento a otro la barra estaba llena de gente esperando, y un Connie demasiado ataviado con jarrones de cerveza en las manos. La pista de baile estaba casi llena y el DJ ya estaba animando el ambiente con música electrónica que no tardó en elevarse sobre el volumen para acallar las conversaciones de todos.

 

Si Levi no había despertado por el barullo de conversaciones, ahora sin duda lo haría. No quería ni imaginar su mal humor.

 

Me apresuré a la barra en el rescate de mi compañero inexperto. Me dio una mirada de agradecimiento apenas vio que me empecé a hacer cargo de los pedidos con fingida tranquilidad, ya que por dentro me encontraba cagado de nervios.

 

Es una noche agitada y las pérdidas de dinero por descuidos a veces son inevitables, por lo que intento mantener el ritmo del registro en la computadora sin tardarme demasiado.

 

— Y una mierda, si no tienes dinero no bebes — La amargada y seca voz de Levi me sorprendió.

 

Volteé para encontrármelo peleando con un cliente. Aquello me hizo reír, tan característico de su personalidad. Le di vistazos de reojo para comprobar que se encontraba mejor ahora, ya que su apariencia era más animada y menos congestionada que hace unas horas.

 

Me dio una mirada de fastidio por el cliente que seguía insistiendo y decidí intervenir luego de entregar dos vasos de Martini.

 

— Lo siento, ¿En qué puedo ayudarle?

 

— Este imbécil insiste en pedir las bebidas sin pagar — Gruñó Levi fulminando con la mirada al muchacho.

 

Le di una mirada de disculpa al cliente y empujé a Levi para se marchara a atender otros clientes. Entonces dirigí nuevamente mi mirada al muchacho frente a mí, de cabello rubio corto, alto y composición robusta, sumado a unos ojos café claro y unas cejas muy finas que apenas eran visibles con su piel blanquecina.

 

— No he dicho que no voy a pagar — Me miró con el ceño fruncido, pero luego soltó un suspiro relajándose notablemente — Ese sujeto malentendió la situación.

 

— ¿Entonces? — Enarqué una ceja tomando los vasos que debía comenzar a secar para los próximos tragos.

 

Aún debía ir a recoger los vasos de las mesas, al igual que los platos. El trabajo solo se acumulaba.

 

— Vine con mi fraternidad y queremos pasar un buen rato — Me sonrió con aire cómplice, a lo que yo solo forcé una mueca de sonrisa — Tenemos una tarjeta con una gran cantidad de fondos.

 

— ¿Y?

 

— Y aquí está, así que asegúrate de cobrar todo a esta cuenta.

 

Me entregó una reluciente tarjeta de color negro con letras plateadas. La tomé y la elevé a la altura de mis ojos para leer el nombre.

 

Fruncí el ceño y le di una mirada extrañada al contrario.

 

— ¿Reiner es tu nombre?

 

— Sí, ¿Por qué? ¿Te gusto, niño bonito? — Sonrió con coquetería y yo solo forcé un amago de sonrisa y luego tomé mi libreta para comenzar a anotar.

 

— ¿Qué vas a pedir y en qué mesa están?

 

— Estamos en la de allí — Señaló un lugar junto a la pista de baile, un grupo de personas se reunía allí y no pude reconocer a nadie, sin embargo, me encogí de hombros y anoté el número de la mesa — Vamos a pedir una ronda de tequila, una botella entera para la mesa con quince vasos… Eso de momento.

 

Asentí suspirando con algo de fastidio. Desde siempre he odiado a los niños ricos que presumen de su dinero. Y se notaba a metros que éste era uno de ellos, solo faltaba ver la forma en que se dirigía a mí, ligeramente altanero y arrogante.

 

Pasé la tarjeta por la computadora, abriendo una cuenta para la mesa veinte, a la vez que deslizaba la tarjeta para descontar la suma de la botella. Luego me dirigí a los estantes y tomé una botella sellada, le hice una expresión de disgusto a Levi en dirección al rubio que seguía esperando y el pelinegro me correspondió rodando los ojos a la vez que se dirigía a seguir atendiendo.

 

— Bien, aquí tienes.

 

Le entregué la tarjeta y tomé una bandeja para acomodar los vasos de shot sobre la misma, y en medio la botella para no perder el equilibrio. Entonces me dirigí con el pedido tras el rubio, quien lideró el camino abriendo el paso y a la vez facilitándome el no tener que chocar con los cuerpos sudorosos que se retorcían en alguna especie de baile deforme en medio de la pista.

 

— Buenas noches, espero que disfruten de Paradise — Dije elevando un poco la voz para hacerme escuchar.

 

De inmediato comencé a acomodar los shots sobre la mesa en una línea recta y tomé la botella para destaparla y verter el contenido con rapidez. Levanté la mirada para ver a los estudiantes y sonreí de forma cordial mientras volvía a cerrar la botella y clavaba mi atención en aquel par de ojos azules que me miraban con una sonrisa burlona, ignorando por completo al resto de miradas que tenía encima.

 

Desde luego, un par de ojos tan azules y suspicaces como esos cautivan a cualquiera.

 

Armin.

 

Mantuve mi sonrisa estoica, y con una leve reverencia me di media vuelta y me retiré, caminando cerca a las otras mesas para recoger vasos y platos desocupados que debían ser lavados antes de volver a utilizarse.

 

En todo momento sentí la mirada de mi mejor amigo clavada en la espalda, pero no volteé en ningún segundo. En su lugar, entablé un par de conversaciones con algunas chicas que se me acercaron, y les coqueteé de forma disimulada.

 

Armin siempre me regañaba por ser demasiado coqueto con las chicas, según él “soy un jugador de los peores”, solo por el hecho de dedicarle un par de sonrisas y guiños a las chicas guapas que se me acercan sin llamarlas.

 

La verdad no encuentro lo malo en ello. Pero el solo imaginarme la mirada fulminante y el ceño fruncido de mi amigo, me hace sonreír genuinamente ante las muchachas.

 

— ¿Podemos tener tu número? — Una de las chicas se colgó de mi brazo mientras yo caminaba de vuelta a la barra.

 

Levi me sonrió de forma socarrona y me guiñó un ojo con coquetería al verme con dos muchachas, una a cada lado de mi cuerpo, colgándose ligeramente de mis brazos. No soy tonto, sé que aquel truco lo utilizan a menudo para aprovechar de tocarme, y lo sé porque sus manos se encierran en torno a mis bíceps.

 

— De poder pueden… — Incliné el rostro hacia un lado con una sonrisa ligeramente incómoda antes de dejar la bandeja sobre la barra con delicadeza, deshaciéndome del agarre de las féminas — Pero de que quiera darlo es algo completamente distinto.

 

— Ay, vamos — Se apoyaron sobre la barra y me escudé tras la misma en la seguridad de mi lugar de trabajo, dándole una mirada a Levi en busca de ayuda — No te hagas de rogar, niño bonito.

 

— Huh… — Me reí rascándome la nuca con algo de incomodidad y luego me giré hacia mi compañero de trabajo – Verán, chicas, tengo mucho trabajo esta noche, tal vez en otra ocasión.

 

— Te tomaremos la palabra — Me miraron de forma desafiante y luego rieron en conjunto al mirarse la una a la otra.

 

La más alta, de cabellos castaños largos y ondulados hasta la cintura, se quedó un paso atrás de la más baja y me guiñó un ojo de forma coqueta, girando un mechón de cabello en su dedo índice. La despedí con un movimiento de la mano y luego les di la espalda haciendo una expresión de horror.

 

— Amigo, debes aprender a decirles que no de una vez — Levi me entregó una jarra de cerveza y dos vasos de daiquiris — Mesa cuatro, ordenaron hace diez minutos así que apresúrate.

 

Fruncí los labios con resignación y dejé los platos en la ventanilla abierta que daba a la cocina para que Connie se encargara de ellos. Intercambié una mirada con el cocinero, ambos denotando cansancio y estrés ante el número de pedidos que solo aumentaban con la hora, al igual que la cantidad de gente que se abarrotaba por todos lados en el club.

 

Situé los tragos sobre la bandeja y acomodé la jarra de cerveza con los vasos, teniendo cuidado en el inicio de mi trayecto.

 

El olor a sudor del ambiente era sumamente denso, incluso yo me encontraba sudando y cubierto por una ligera capa del mismo debido al calor que se estaba acumulando en el espacio reducido. Elevé la bandeja por sobre mi cabeza cuando me enfrenté a la multitud que bailaba, y rogué para que mis habilidades manejando aquella bandeja estos últimos meses, no me fallara.

 

Intenté apresurarme rápidamente a la mesa, y gracias a los dioses, no derramé ninguna gota de alcochol.

 

— Hola, buenas noches, una cerveza y dos daiquiris — Dije dejando los tragos sobre la mesa y luego la jarra con los vasos — No duden en pedir cualquier cosa.

 

Me retiré con una reverencia leve y suspiré recogiendo más platos y vasos desocupados en mi trayecto de vuelta. Tropecé un par de veces con personas que no me dejaban pasar al encontrarse demasiado emocionadas por la música electrónica que me hubiera dejado sordo de no ser porque ya estaba acostumbrado.

 

Luego de un par de empujones y codazos, logré atravesar el mar de gente con la bandeja de platos y vasos intactos, aunque en varias ocasiones estuve a punto de dejar caer más de alguno. Pero al parecer cuento con una buena racha esta noche.

 

— Así que aquí estás.

 

O tal vez no.

 

La voz ligeramente aguda que se intentó hacer escuchar por sobre el ruido, me hizo saber inmediatamente de quién se trataba.

 

— Armin… — Me giré lentamente de donde estaba secando unas copas y colgué el paño sobre mi hombro derecho para cruzarme de brazos y acercarme hacia la barra, apoyándome sobre la misma — Así que estás celebrando esta noche.

 

— Ya sabes como es.

 

De hecho no lo sé, pero haré como que sí para no quedar como un marginado.

 

— Me lo puedo imaginar, varias muchachas se acercan a dejarme saber sus preocupaciones universitarias, si sabes a lo que me refiero — Le guiñé un ojo insinuando un doble sentido en mis palabras.

 

De inmediato el rubio frunció el ceño con molestia, algo de indignación y ¿Tal vez celos? No, eso último me lo estoy imaginando yo para aferrarme a alguna esperanza, como siempre he hecho.

 

— Por supuesto, he visto tus dotes seductores.

 

— Lástima que no has caído por ellos todavía.

 

— No surten efecto conmigo, soy tu mejor amigo.

 

Exactamente, damas y caballeros, la tan temida y odiada friendzone.

 

Quise reír de mi propia desgracia. Casi podía visualizar la nube gris con rayos y lluvia sobre mi cabeza.

 

— Mh-hm — Asentí sin mucho entusiasmo, intentando no delatar lo mucho que aquellas palabras me habían dolido.

 

— En fin… — Se encogió de hombros y se acomodó el flequillo hacia un costado con un suave movimiento de cabeza.

 

Hasta la forma en que se acomodaba el cabello era bella.

 

Aunque debo admitir que desde que se cortó el cabello luego de terminar la secundaria, se ve mucho más guapo y atractivo, más adulto, más experimentado y mucho más sexy.

 

Maldición.

 

Me mordí el labio inferior en un intento de detener el rumbo de mis cavilaciones.

 

Armin tomó su teléfono y al parecer activó la cámara frontal para mirarse a sí mismo, y vi cómo se acomodó algunos mechones de forma estratégica. Observé cada uno de sus movimientos y gestos, sonriendo levemente cuando lo vi fruncir la punta de su nariz antes de estornudar de forma ahogada contra su brazo.

 

Le extendí un pañuelo y me lo agradeció con una pequeña sonrisa, antes de limpiarse la nariz y guardar el papel en su bolsillo. Siguió con su trabajo de arreglarse el cabello – el cual ni siquiera necesitaba arreglar puesto que así estaba muy bien – y finalmente, me miró.

 

Sus ojos azules se clavaron fijamente en los míos, y contuve el aliento solo por la intensidad de su mirada. Le ofrecí una suave sonrisa, recordando viejos tiempos en donde solíamos llevarnos mejor de lo que hacemos ahora y él simplemente se mantuvo inexpresivo.

 

— Vine a pedirte que nos tomes una fotografía.

 

De alguna forma me perdí en el movimiento de sus labios, y el sonido de las palabras llegó a mi mente con efecto retardado, por lo que me quedé mirando su boca por varios segundos en silencio, antes de mirar a sus ojos y asentir lentamente al comprender el significado de lo que me dijo.

 

— Claro.

 

Es la única razón por la que me hablas entonces.

 

Suspiré pesadamente y me dirigí a la mesa de su grupo, liderando el camino para abrir un espacio y así Armin no tuviera que ser golpeado por los jóvenes en la muchedumbre. Varias veces miré por sobre mi hombro para asegurarme que el más bajo no se alejara de mí, y sonreí con algo de orgullo al ver que me tomaba la mano para que no se perdiera.

 

En ese momento no pude evitar recordar aquellos tiempos donde no éramos más que niños inocentes que se tomaban de las manos cada vez que podíamos en la escuela, sin otras intenciones más que estar juntos y darnos la seguridad que necesitábamos.

 

Si bien ahora era una situación similar, la única diferencia residía en que yo tenía sentimientos y deseos ocultos detrás de aquellas acciones.

 

Sostuve aquella delicada mano con suavidad y me sentí ligeramente pesado una vez llegamos a la mesa y él se deshizo de mi agarre como si le estuviera quemando el solo hecho de estar a mi lado.

 

Sentí una ligera punzada en el pecho, pero forcé una sonrisa ante los pares de ojos que me miraban fijamente. Me rasqué la mejilla con el índice, ya que me sentía incómodo en aquel momento con tanta atención desconocida encima.

 

— Bueno, traje a mi amigo para que nos tome la foto grupal.

 

— No tenías que molestarlo, Armin, podíamos haberle pedido a cualquiera que… — Una muchacha de cabellos rojizos se veía bastante divertida, y Armin corrió a cubrirle la boca con la mano.

 

— Bien, aquí tienes, tú nos dices cuándo.

 

Armin me entregó su teléfono desbloqueado y miré la pantalla por varios segundos. Esperaba encontrar algún fondo de pantalla de su novio y él, sin embargo me alivió encontrar nada más que la foto de su gatito, el cual posaba feliz mostrando su panza y sus cuatro patas en alto.

 

Sonreí de inmediato por aquella foto tan tierna, y al ver que todos comenzaban a acomodarse, busqué la cámara de inmediato. Apreté el ícono y la cámara se abrió, dejándome a la vista mi propio rostro. Aproveché de hacer una mueca coqueta y me tomé una foto rápida antes de cambiar el modo de la cámara para capturar al grupo de Armin y sus compañeros de facultad.

 

— A la cuenta de tres… — Conté lentamente con los dedos en el aire para no elevar la voz.

 

Sonreí al ver las muecas que hacían unos a otros, capturando varias fotos en varios momentos que posaban.

 

Una vez terminaron, abrí la galería para revisar que las fotos no se vieran borrosas, eliminando aquellas que se veían ligeramente difuminadas. Armin seguía riendo con sus compañeros, y sonreí de forma inconsciente al verlo tan relajado y feliz.

 

Las fotos siguieron deslizándose por la galería, y me sorprendí al ver algunas fotos de su gatito, pero de inmediato me enternecí por ello. Hacía mucho tiempo no veía al señor bigotes.

 

Fue entonces que una foto llamó mi atención.

 

Y cómo no llamar mi atención.

 

Tragué con dificultad a la vez que miraba a Armin sin poder creerlo.

 

Entrecerré los ojos para darle una mejor mirada a aquello. No podía fallarme la visión en ese momento.

 

¿De verdad era Armin?

 

Madre mía.

 

Si ese de la foto de verdad es Armin, estoy en graves problemas. Porque estoy seguro de que voy a fantasear con esta imagen por el resto de mi vida.

 

Las pálidas y tonificadas piernas blanquecinas se encontraban semi flexionadas en una pose sumamente provocativa. Al parecer estaba desnudo en la foto, completamente desnudo, pero sus piernas juntas permitían cubrir su zona inferior.

 

Su espalda estaba ligeramente arqueada, dejando expuestos aquellos rosados pezones, los cuales se erguían hacia el espectador, denotando en aquella piel tersa y nívea que clamaba por ser tocada y marcada.

 

Pero su rostro. Su expresión no tenía precio.

 

Aquellos ojos azules, con aquellas espesas pestañas rubias, apenas entreabiertos, mirando a la cámara. Las mejillas sonrojadas y los labios ligeramente abiertos, dando paso a su lengua que se encontraba lamiendo dos de sus dedos, mientras la otra mano la ocupaba para mantener el teléfono en alto y capturar aquel momento.

 

De tan solo ver esta foto he comenzado a fantasear.

 

¿Qué habrá estado haciendo para verse de esa forma tan necesitada?

 

Miré a Armin quien seguía hablando con una de sus compañeras, quien le tenía tomado de la muñeca para que no se alejara. Agradecí a esa muchacha el tiempo extra, porque seguí recorriendo en la galería por las fotos, encontrando más y más poses comprometedoras, lascivas y sexys.

 

Si había tenido una semi-erección con la primera, con las siguientes terminé de ponerme duro en cosa de segundos.

 

La tentación de compartirme aquellas fotos por mensaje interno fueron demasiadas, sin embargo, me quedé paralizado cuando Armin se acercó a mi lado y vio lo que yo estaba mirando.

 

No supe quién de los dos fue capaz de musitar algo primero, solo sentí un fuerte escozor en mi mejilla, que luego asimilé como una bofetada.

 

Y todo fue de mal a peor.

Notas finales:

El segundo capítulo será subido el próximo viernes, quedo atenta a sus comentarios, ¡Espero que les haya gustado! Besos <3


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