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Angra Mainyu por Mascayeta

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Notas del capitulo:

Penúltimo capítulo, nos acercamos al final de la historia.

 

Ginevra seguía con la mirada fija en el retrato que Harry mandó a hacer cuando tuvieron a Eris, «La familia completa» dijo su exmarido con una sonrisa abrazándola frente al pintor que alababa la bella relación que aparentaban desde hacía varios años.

Se removió incómoda cuando el dolor y la picazón que comenzó a sentir desde la noche anterior en su espalda, aumentaron deslizando la molestia hasta la mano, con un gesto amargo la levantó para observar una mancha negra en tres de los dedos y que parecía crecer con cada minuto que pasaba.

Recordó el hechizo y el juego de palabras de Aramazd, a eso se refería cuando habló de la retribución si no concluía el vínculo, uno por el que ya no valía la pena luchar, porque Harry Potter, Lord Black y Prewett, se unió a su pareja destinada, lo que significaba en el mundo mágico, que cualquier lazo terreno que tuviese sería finalizado. Cerró los ojos y pensó en cómo la vida le demostró que lo dicho por Hermione siempre fue verdad, sin embargo, su tozudez no le permitía aceptar que Harry tuviese otra pareja mágica que no fuese ella, ¿Acaso Molly le mintió?

¡Nunca! Su madre jamás sería capaz de engañarla, ella leyó lo escrito por la abuela, donde se determinaba que se casaría con Potter y gobernarían sobre los demás, por eso, esperó con gran paciencia a que Harry comprendiera que era liderar una empresa, que supiese manipular a otros, y ser astuto para solucionar los problemas que se le presentaban. Era el momento. Nadie tenía la fuerza política para ocupar el cargo de Ministro, nadie excepto el niño-que-vivió-y-venció, y con ella a su lado, convertirían el patético Mundo Mágico, en un imperio.

Por tal motivo, no podía seguir lamentándose. Ginny se levantó del suelo para acomodar su falda y con un simple encantamiento transformar la parte final de las mangas en guantes, era mejor cubrir lo que le sucedía hasta que consiguiera pensar con cabeza fría y tomar una decisión sobre lo que debía hacer. Cuando se giró, encontró que en la puerta le esperaban dos guardias de seguridad junto a Cordelia, para su alivio, Tyndall les pidió que la dejasen pasar, algo que Ginevra agradeció, solicitando que le enviaran la cuenta de los gastos ocasionados al igual que el costo del arreglo al personal de Gringott a cargo de su bóveda para reparar el daño. Se despidió con la intención de regresar más pronto de lo que creían, así que les daría el tiempo para disfrutar del aparente triunfo que acababan de tener.

Una vez en la calle, la pelirroja sintió que el mundo la observaba para juzgarla por la forma estúpida con que actuó, había perdido todo por confiada.

Caminó entre las personas y se detuvo ante un gran aparador que le mostraba la imagen de la Ginevra actual, se preguntó dónde quedó la joven que luchaba por lo que quería y, sobre todo, se amaba a sí misma por encima de Harry. Simplemente no estaba, en el espejo se encontró a una mujer con una expresión amargada, desaliñada a pesar de tener un vestido de un diseñador muggle que le costó varios galeones, y entendió lo que seis años con Potter le dejaron: Nada.

Perdió su dignidad el día que aceptó ser su novia, y la enterró después de la batalla cuando observó lo que siempre había estado allí y nadie aceptaba, que Harry y Draco parecían complementarse de tal manera que uno orbitaba alrededor del otro de forma natural, casi magnética. Pudo retractarse, empero, actuó por impulso y tomó varias malas decisiones, apresar a los Malfoy, apresurar el matrimonio, quedar embarazada de James, y utilizar ese vino con el brebaje muggle de lujuria que le suministró a Harry para preñarse de Albus.

No obstante, si lo comparaba con la loca idea de secuestrar a Astoria y robar a su cría, nada fue tan erróneo, y bien podría decir que ese fue el comienzo del fin. En un principio pareció una buena idea, Granger se quedaría con el dinero, Draco y la Greengrass morirían, y el niño daría su magia para que Molly pudiese sobrevivir. ¿Qué podría salir mal?

La respuesta la obtuvo cuando Harry se dio cuenta de todo, si antes la rechazaba, tras ese incidente el matrimonio se rompió por completo, si no se divorciaba era por el acuerdo que firmaron, uno que en Yule pareció debilitarse cuando Teddy asumió su liderazgo y la parte de herencia Black siendo reconocido por Walburga y los padres de Andrómeda Tonks como digno descendiente de la familia.

El ardor en su espalda le hizo despertar del episodio de autoconmiseración en que sumergió, debía seguir con los planes que se trazó, esto incluía hablar con el Jinx, convencerlo de ayudarla y le que finiquitara la maldición que avanzaba por no concluir el hechizo que le instauró a Harry para que la amara. Por un segundo la conversación con Aramazd se repitió en su mente, Ginevra sonrió, el espíritu en el acertijo le advirtió de las consecuencias al fracasar, así como también incluyó la manera de solucionarlo si se equivocaba.

Pasó su mano por el cabello dirigiéndose a un lugar donde pudieran arreglarlo, en la caminata recapacitó sobre las opciones que tenía para retomar las riendas de su vida. El celular en el bolsillo resonó con un nuevo mensaje de Largman, leyó con calma para dar la respuesta, si todo salía como esperaba, tanto Molly como ella podrían al final del día ser las mujeres más felices y ricas del mundo mágico, lo único malo es que Harry no volvería a ser el mismo, ¿y Albus?, bueno, siempre llegaban niños a los orfanatos.

Apagó el móvil para no ser molestada, abrió la puerta del salón de belleza y saludó a la dependiente, necesitaba verse hermosa porque no todos los días le demostrabas a tu enemigo que eres mejor que él. Además, Draco nunca podía darle a Harry lo que ella sí, y no significaba tener hijos.

Largman leyó el mensaje, esa mujer estaba loca, no merecía ir a Azkaban sino a la sala psiquiátrica de San Mungo. Guardó el aparato muggle para colocarse al frente del grupo de aurores que se encargaría de la seguridad de los Potter, en la reunión con los periodistas, se les había dicho con claridad que la idea era controlar cualquier situación extrema —léase entre líneas— la aparición de Ginevra Weasley, ya para ese instante era vox populi que la pelirroja no se contendría de lanzar Avada al rubio por lo ocurrido con Molly.

Por eso, delegó a los más experimentados las zonas de tránsito, mientras los más jóvenes irían con Potter más para su propia comodidad, ya que el niño-que-vivió los protegería de ver un peligro inminente olvidando a los otros, lo que le daría la oportunidad de desaparecer con Malfoy, a quien vigilaría personalmente. Innia Vane observó a Vogel que asintió felicitándolo por la idea, era mejor tener al Jefe de Seguridad como escolta del rubio, al fin y al cabo, de cumplirse lo que sospechaban, tendría que llevarlo directo a Azkaban.

A la hora señalada se vio en los trasladores internacionales la presencia de Harry Potter, sus dos hijos, de Teddy Lupin y del hijo de Lucius. De inmediato los aurores tomaron sus lugares para empezar el camino hacía una sala donde tendrían una rueda de prensa preparada en especial para explicar la ausencia de la familia y lo del ataque en La Madriguera.

—Agradezco su presencia y la manera tan rápida como contestaron a la invitación que les hice —los periodistas comenzaron las preguntas en un algarabía que el mismo Potter calmó con un gesto de la mano—. Primero, he de decir que mi ausencia se debió a la salud de Eris, o he decir, de Scorpius Hyperion Malfoy Greengrass.

El silencio en la sala fue la reacción contraria a la que esperaba, pensó que la sala estallaría en gritos, lo que le desconcertó, pero al ver al niño comprendió que necesitaban más que su palabra.

—Ginevra Weasley junto a Hermione Granger secuestraron a Astoria Malfoy, al enterarme le solicité a la mujer la custodia del niño, haciéndolo pasar por mi hijo —al menos los murmullos comenzaron y eso era el aliciente para que el plan de Vogel se cumpliera—. Soy culpable de la desaparición del menor, y de tenerlo oculto por estos tres años, a pesar de que su búsqueda continuó.

Harry no quería quedar como un héroe, deseaba expiar sus culpas, por eso narró todo lo ocurrido con la menor de las Greengrass, y sus crímenes en contra de Draco para obligarlo a confesar que fue el amante de Voldemort. Sin embargo, la versión fue retorcida y la intención inicial de que vieran hasta donde el orgullo lo corrompió, quedó opacada cuando alguien lo justificó diciendo que buscaba «proteger al niño de quienes podían convertirlo en un mago oscuro».

Las cámaras se fijaron en Malfoy que mantenía a su hijo cargado y a Albus de la mano, mientras Teddy se aferraba a su túnica. La voz de Rita Skeeter se impusó sobre el bullicio de las acusaciones.

—Usted dijo que el viaje fue por la salud del niño que todos conocíamos como Eris Potter, ¿Puede explicarse?

—La señora Weasley vinculó la magia de Scorpius tal cual como lo hizo con mi primogénito —dijo Harry con firmeza, era necesario que dejaran tanto rumor—. Molly Weasley ayudada por Hermione Granger y Ginevra Weasley, asesinaron a James Sirius Potter al vincular su magia con la de la matriarca, ya que desde la Batalla de Hogwarts, ella muere por culpa de un pacto que ejecutó antes de la primera Guerra Mágica.

El grito de alguien en la parte posterior de la sala llamando a Potter mentiroso, vendido y otra cantidad de cosas que no escuchó bien, desembocó en el alboroto que Largman necesitaba para huir con Draco, de un momento a otro se oyeron varias explosiones y un grupo de hombres vestidos de blanco y con capuchas que cubrían sus rostros entraron lanzando hechizos aturdidores que eran repelidos por los aurores, Vogel e Innia protegieron a los niños separándolos del platinado.

En un abrir y cerrar de ojos tres de los encapuchados se dedicaron a atacar al Jefe de Seguridad y su protegido, Malfoy no tenía varita, así que lo único que podía era ocultarse tras Largman que retrocedía tratando de llevarlo a una de las salidas, tan pronto estuvieron fuera de la sala, el supuesto guardián se volteó para mirar al reo, Draco colocó una de sus manos sobre la frente del Jefe de Seguridad, y con una sonrisa lo desmayó, para él desaparecer.

 

Ginny avanzaba con Molly por las escaleras de La Madriguera que se mantenía en pie con bastante dificultad. Arthur detuvo la demolición por el estado de salud de su expareja, pero dio un plazo de ocho días para comenzar con los trámites y poder mudarse definitivamente a Brasil.

Las dos pelirrojas llegaron hasta la habitación de la menor, con delicadeza Ginny colocó a su madre en la única silla que parecía no se iba a caer con el peso de una persona.

Tomó aire y comenzó a disponer el círculo mágico que Molly dibujó cuando fue echada de la hacienda Prewett para poder comunicarse con el Jinx, luego se dedicó a sobreescribir el vinculante de magia que el médico francés le enseñó, para obtener lo que necesitaba, si todo salía como esperaba, entrarían cuatro a esa alcoba y saldrían sólo dos, renovadas y dispuestas a recuperar lo que les pertenecía.

Con seguridad recitó los hechizos para que tan pronto ingresara Largman con Malfoy, ninguno de los dos pudiesen abandonar el sitio, ya que ellos eran el sacrificio.

Ginny invocó a Aramazd, el espíritu se materializó con un sonrisa que le sorprendió, parecía satisfecho por hallarse en ese lugar.

—Las mujeres Weasley nunca dejan de sorprenderme. ¿Cómo vas con la maldición? —señaló Aramazd la mancha que ya cubría el cuello de la pelirroja.

—Mejor de lo que esperabas —repuso con indiferencia ante el sarcasmo, necesitaba hacer tiempo para ejecutar su plan—. Te tengo una pregunta ¿Por qué no huir cuando vienes hasta acá?

—Estoy atado a su magia, las runas en la piedra —dijo Aramazd sin borrar su sonrisa—. Sin embargo, al ser un... "espíritu", puedo ir y venir en el tiempo y el espacio, algo que tu madre aprovechó para traerme aquí.

Ginny asintió con la cabeza, por lo visto, Molly nunca dimensionó el poder que tuvo en las manos.

Por su parte, Aramazd con esa confesión distrajo a la joven que sin duda pensaba cómo utilizar en su propio beneficio el que pudiese movilizarse sin importar la barrera espacio-temporal, los pensamientos de la chica lo inundaron y confirmaron que no se equivocaba.

Ginevra trataba de encontrar el punto al que debía regresar en el pasado para deshacerse de Malfoy y que Harry jamás supiese que ellos eran destinados, eran tantos los recuerdos que se entremezclaban con la envidia, la ira y en especial, el resentimiento de no poder tener lo que se deseaba. Mismos sentimientos y emociones que estaban en la casa, donde el único punto de luz y bondad que encontró, se veía opacado por la tristeza de la muerte, pero protegido por la esperanza de perpetuar un legado de risas y bromas.

La atención de la deidad regresó a Ginny cuando ésta, de manera conciliadora le propuso un trato.

—¿Mi libertad? —sin duda la bruja poseía agallas para tratar de engañarlo.

Aramazd con un ademán solicitó que continuara, una propuesta ante la cual cedería sin contemplaciones para volver a donde pertenece, todo a cambio de un viaje al pasado, y tener la oportunidad de convertir en realidad el vaticinio de Lady Lucretia Prewett, «ser la reina del mundo mágico».

—Tu padre no deseaba tener más hijos, y Molly arruinó su posibilidad de tener dinero con los Black y los Malfoy poco antes de preñarse de tí, ¿Cuál será el punto de inflexión? —Ginevra modificó la expresión de dulzura a una dura que mostraba realmente quién era.

—Ninguno de los dos, me importa poco el dinero de ellos, quiero el poder de la imagen de Potter, por eso, si volvemos será en quinto año, acabaré con tres indeseables al mismo tiempo.

Aramazd analizó a la mujer frente a él, pensaba que Molly en su desesperación por recuperar el amor de sus padres actuó de manera equivocada, pero en Ginevra no veía lo mismo, ella presentaba una obsesión malsana por quién, a su parecer, amaba. Era tal la necesidad de posesión que Ginny profesaba por Potter, que el sentimiento le impedía compartirlo incluso con sus hijos, y de ahí provenía el odio por ese chico Malfoy.

—Por las cadenas que me sostienen estoy obligado a cumplir tu deseo, pero sacia mi curiosidad ¿Cuáles indeseables?

—Sirius Black, Remus Lupin y Draco Malfoy, los tres deben morir para que Harry busque en mi consuelo y amor, es necesario que vea que soy la mejor opción.

—¿Estás dispuesta a pagar el precio?

—¿Qué será está vez? Con mi madre es una vida por otra, de ahí que en el momento que alguien tome su lugar, ella vivirá. Y conmigo, pides que dé "amor por amor".

Aramazd hizo una mueca de decepción. Observó en las facciones de la menor de los Weasley el desprecio por lo que consideraba un tonto intercambio para salirse con la suya. Confundió el mensaje, Ginevra junto a Molly hace mucho se apartaron de lo que él como espíritu sagrado exigía, con los años y sus actuaciones se acercaban más al legado de Angra, su gemelo, su complemento.

Hace años, cuando el mundo de los mortales parecía decepcionarlo cada vez más, encontró una persona que le devolvió la esperanza, ver el amor de Arthur por sus hijos a pesar de no tener sino lo básico para sostenerse, fue lo que le impulsó a conceder el deseo de Molly, aún conociendo lo que podría suceder, pero ignoró con soberbia lo que su tercer ojo le alertaba.

Veintiséis años después, frente al regalo que le otorgó a esa mujer, se le ofrecía una mentira, regresar el tiempo implicaba repetir su cárcel, alejarlo de ser libre.

—Me ofreces lo que no puedes dar, me sacrificas para obtener lo que el universo te negará una y otra vez por los crímenes que ella y tú cometieron en contra de la magia.

Ginny levantó su varita hacia el espíritu, si no lo conseguía por las buenas lo obligaría, ya lo había hecho una vez, una segunda sería fácil. De pronto la habitación se comenzó a enfriar, tanto que las pocas palabras recitadas salieron con el humo propio de los días de invierno, la claridad que se colaba por las rendijas y la claraboya que hacía las veces de ventana, se cubrió con nubes negras que presagiaban lluvia.

Los pasos en el corredor causaron una sensación de triunfo en Ginevra, al fin tenía la posibilidad de deshacerse de Malfoy y dar una nueva oportunidad de vida a Molly, y curiosamente, tan pronto el Jinx le cumpliera su deseo, lo haría por segunda vez antes de que la guerra finalizara, con eso salvaría a Dumbledore, Snape y la pareja Malfoy saldrían del camino con el fallecimiento del hurón, y Voldemort volvería a ser derrotado, un nuevo mundo para ella ser feliz con Harry.

Tan inmersa estaba en su sueño de grandeza que Ginny no se percató de que había quedado en total oscuridad, y menos de la poderosa magia que ingresaba al lugar.

Aramazd alzó sus brazos viendo como los grilletes que le ataban brillaban al punto de permitirle, por primera vez, leer los encantamientos con que fue atrapado. Las cadenas mágicas e invisibles se manifestaron como rayos dorados que rodeaban su esencia provocando que quedara en una de sus formas terrenales.

Ginevra pareció despertar del aturdimiento cuando sintió los pasos en la puerta de la habitación, el frío caló en sus huesos y más al ver cómo su aliento prácticamente se congelaba, los Dementores que ingresaron parecían escoltar a quien producía el ruido, aquel que le sonrió desde la penumbra demostrando la satisfacción de arrebatarle lo que por derecho le correspondía.

—Así que los rumores son ciertos, Draco Malfoy es el amo de los Dementores —habló la pelirroja más por ganar tiempo para atraer al ojigris al círculo—. Siempre supe que eras patético, un estúpido niño mimado.

—Al menos no soy ladrón y tampoco asesino —devolvió el comentario con ironía.

Aramazd se removía en el pilar que Ginny le dispuso, sabía que era invisible por el hechizo de ocultamiento que tenía para evitar que se descubrieran sus planes. No obstante, los ojos grises que se posaron en él, le dieron la seguridad de que el calvario finalizó.

La pelirroja notó como Draco avanzaba hacía el círculo, parecía atraído por la magia de Aramazd, mucho más fácil de lo que se imaginó, el imbécil se dirigía por voluntad propia a la trampa, los Dementores no tendrían tiempo de atacarla si veían al hombre en peligro, necesitaba mantener la calma y tener un poco más de paciencia. Observó cómo Draco se quitaba el guante que cubría una de sus manos, algo que nunca se percató en la hacienda Prewett tuviese, los largos dedos blanco parecían cadavéricos en comparación a los de una persona normal, con la elegancia que lo caracterizaba, los colocó sobre la barrera murmurando algo en un idioma que no pudo entender, eso estaba mal, debía detenerlo, pero le era impsible moverse del lugar donde parecía congelada. Así que era eso, los Dementores jamás pensaron ir por ella, era consumirla en la desesperación de perder lo que por tanto tiempo luchó.

—¡Cállate Malfoy! —chilló desesperada al verlo atravesar la pared invisible— ¡No lo hagas! ¡Detente! Por favor, detente...

Lo último lo dijo llorando, no valía la pena rogar por misericordia, ella y Molly jamás la tuvieron cuando se trató de Aramazd, y de los Malfoy, ¿Por qué la iban a tener con ella?

Ginny dejó caer la varita que sostenía en sus manos, lo que la mantenía en pie se desvaneció junto con su temple, entre lágrimas observó la pared desaparecer y a dos rubios que entrelazaron sus dedos sonriendo mientras recitaban en voz alta el contrahechizo oculto entre las runas de las cadenas que brillaban con gran intensidad, el estallido ocasionado por la ruptura de estas provocó que la débil estructura de La madriguera se estremeciera, al fin Aramazd era libre.

La penumbra propia del ocaso regresó a la habitación, poco a poco la temperatura se normalizó mientras Ginevra sollozaba en un rincón.

Aramazd se aproximó a la joven que en algún momento fue su regalo a un humano que consideró digno poseedor de las virtudes que él valoraba.

—Ganaste Malfoy —susurró con rabia Ginevra limpiando las lágrimas rodaban por sus mejillas—. ¡Lárgate!, no tienes nada más que robarme.

—¡Chiquilla tonta! Es tal tu amargura, que ni siquiera te das cuenta que no somos Draco —el que habló fue Angra colocando a su gemelo detrás suyo, no deseaba ninguna sorpresa de la bruja.

Los ojos marrones de Weasley se fijaron en los grises que tenía al frente, así que ese era su castigo, enloquecerla, hacerla quedar como una desquiciada delante de la comunidad mágica, agachó la cabeza buscando dónde quedó su varita, jamás la vería vencida, ella siempre sería mejor que él, más poderosa que un Malfoy.

Con una rapidez que sorprendió a las deidades, Ginny se irguió lanzando el hechizo que utilizó Molly para vencer a Bellatrix, el Glacius impacto en Angra congelándolo, de inmediato mencionó el Petrificus en contra de Aramazd.

—Hasta nunca, REDUCTO.

Los cuerpos estallaron en pedazos, un digno final para un traidor.

Ginevra abandonó la alcoba con la satisfacción del deber cumplido, pronto iría a la hacienda Prewett, recuperaría a Harry quien en ese instante debía estar pasando por el dolor de la pérdida de su destinado, la magia incompleta sellaría una parte del núcleo de Potter dejándolo a su merced, de aquí en adelante sería ella quien tomaría las decisiones.

Abrió la puerta de La Madriguera con la consigna de nunca más volver a ese lugar, la quemaría por completo con el Fiendfyre, ninguna prueba con la pudiesen inculparle la muerte de Malfoy, el muy estúpido creyó que con ese encantamiento de dobles podría engañarla, más tarde iría por Largman, ese era otro que pagaría con creces su error.

Sin embargo cuando Ginny dio un paso fuera de la casa, se dio cuenta que volvía a estar dentro de esta. Giró de inmediato, repitió la acción para de nuevo quedar en la sala de La Madriguera.

Esto no podía estar pasando, corrió hacía la parte posterior de la vivienda, saldría por la cocina, sin embargo, el resultado una vez más fue el mismo. No supo por cuanto lo intentó, hasta que cayó rendida en uno de los sofás que tantas veces ocupó con su familia o con Harry. Sólo entonces se dio cuenta de los sonidos que provenían de la parte superior, caminó con varita en mano dispuesta a defenderse, al abrir la habitación que antes perteneció a Molly y Arthur, lo comprendió.

Las presencias de cada una de las personas que ella en compañía de su madre y de Hermione asesinaron estaban aguardando, pero, sin duda, el peor era un pequeño de cabello castaño con una corona encima de la cabeza, poseía unos ojos marrones similares a los ella, todo esto pasaba desapercibido al detallar la piel que daba la impresión de estar quemada, y el rictus de dolor en el rostro del menor.

Los presentes hicieron una reverencia dándole la bienvenida a su reino, el pequeño tenía un cojín con los colores de Gryffindor y encima una corona de oro con rubíes que le incitó a colocarse tan pronto estuvo frente a ella.

Los aplausos y vitores por la llegada de la reina marcaron el comienzo de la eterna tortura que Ginny supo era su condena. Alzó la mirada al techo de La Madriguera para ver el par de ojos grises que la observaban, sólo ahí lo comprendió, ellos no eran Draco Malfoy, nunca lo fueron, y jamás podría derrotarlos.

 

Aramazd agitó el adorno viendo como el escenario cambiaba, la única que parecía permanecer inmóvil era la pelirroja, al fin sería la reina dentro de su mundo mágico.

—¿Cuánto crees que permanezca cuerda? —cuestionó a su gemelo. Angra levantó los hombros e hizo una mueca que demostró lo poco que le importaba si era un día o un siglo—. Eres cruel.

—Y así me amas, y no podrías vivir sin mi.

Aramazd sonrió dejando un beso en la mejilla de quien era su reflejo, tenía razón, así lo amaba.


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