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La complicada vida de Draco Malfoy por Orseth

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            Esa noche, ya en su casa y listos para cenar, Hermione recibió una llamada vía flú de Harry.

            -Hola Harry ¿Qué pasa? –preguntó ella mientras colocaba los cubiertos en la mesa en tanto Ron sacaba un estofado del horno.

            -Es Malfoy –dijo con gesto preocupado.

            -¿Qué pasa con Malfoy? –preguntó Ron llegando al comedor con una cacerola entre sus manos con guantes.

            -Contrajo viruela de Dragón.

            -¡Mierda, eso es grave! –dijo colocando la cacerola en la mesa y acercándose a la chimenea en donde ya Hermione estaba.

            -Supe de eso –intervino ella- el ministro ordenó una investigación a fondo, es muy grave que una persona común haya logrado cultivar una cepa tan peligrosa en su laboratorio, fue un viejo mago haciendo experimentos, por fortuna ya todo está contenido y el mago confesó que trabajaba solo y con fines de investigación.

            -¿Segura?

            -Créeme cuando te digo que los aurores de piel más gruesa se encargaron del tipo  -respondió Ron- ese asunto está concluido.

            -Solo en lo que respecta al exterior, tenemos nueve pacientes contagiados.

            -¡Ay por Dios! –Exclamó Hermione con las manos en las mejillas- estuvo a punto de salirse de control, Harry ¿cómo está Malfoy?

            -No muy bien a decir verdad, la fiebre es un gran problema, no cede y es muy peligroso, además las pústulas ya brotaron en algunas partes de su cuerpo.

            -¿Cuál es su pronóstico? –preguntó Ron.

            -Reservado… definitivamente no puedo declararlo fuera de peligro.

            El joven matrimonio se quedó callado con pesar  y Harry lo entendió, así que se despidió de ellos y regresó con Draco.

            -El hurón no puede tener tan mala suerte –dijo Ron dejándose caer en el sofá.

            -Ojalá todo esto pase pronto… ya verás que cuando se recupere, iré a verlo y a ofrecerle nuestro apoyo, que sepa que ya no está solo en esto.

            -Tienes razón cariño, ya no somos colegiales y además ya no solo es él, también hay dos bebés en el ajo… bueno Herm, cenemos, no hay nada que podamos hacer.

            -Bien, voy por Hugo y Rose.

 

 

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            Esa noche Harry no regresó a su departamento, se pasó toda la noche cuidando a Draco, quien por momentos empeoraba.

            -Mis… mis niños… -dijo con esfuerzo mientras Harry secaba su frente con un paño helado.

            -Estarán bien, no te preocupes.

            -¿Ellos… ellos pueden sobrevivir de siete meses fuera de mi?

            -¿Porque lo preguntas?

            -Porque… porque si es necesario… quiero que los saques si yo no puedo…

            -No será necesario –interrumpió oprimiéndole una mano.

            -Pero me siento… muy mal…

            -Lo sé, pero lo lograrás ¿no eres un Malfoy?

            Las lágrimas comenzaron a anegar los ojos grises.

            -Eso de nada me ha servido… mi apellido me persigue como una maldición… -Harry no supo que contestar, por lo que Draco continuó- prométeme algo.

            -Claro.

            -Sí… si esto no sale bien…

            -Malfoy…

            -Por favor, déjame hablar… sé que es un abuso de mi parte pero… quiero que me prometas dos cosas…

            Harry exhalo un suspiro, Draco hablaba como si estuviera en su lecho de muerte, pero la verdad era que aunque quisiera mostrarse optimista frente a él, él mismo no estaba seguro de nada.

            -Está bien –dijo sabiendo que lo mejor era tranquilizarlo.

            -Primero… que si hay que elegir… elijas la vida mis bebés…

            -Malfoy…

            -Promételo.

            -De acuerdo, lo prometo, pero ya verás que no será necesario.

            -Y segundo… -cerró los ojos en un evidente esfuerzo por seguir hablando, por lo que Harry sacó su varita para volver a checar sus signos vitales- segundo es que… promete que los llevarás con mis padres… nadie mejor que ellos… para protegerlos…

            -Eso haré Malfoy –dijo soltándole la mano y poniéndose de pie mientras miraba alarmado la presión arterial que iba bajando rápidamente y entonces Draco dejo de hablar y cerró los ojos- Malfoy abre los ojos… ¡Malfoy!

            Apretó un botón y una alarma sonó en el pasillo, por lo que un equipo de sanadores no tardó en aparecer.

 

 

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Al día siguiente, a primera hora, Ron y Hermione ya estaban en el hospital.

-Gracias –dijo al recibir el capuchino caliente que Hermione le había llevado- de verdad me hace falta.

-No regresaste a casa ¿verdad? –preguntó Ron sentándose frente al escritorio de su amigo.

-No, ni siquiera he pegado un ojo en toda la noche.

-¿Y cómo sigue?

-Por ahora logramos estabilizarlo, pero sigue en cuidados intensivos, sigo sin declararlo fuera de peligro.

-¿Y los bebés? –preguntó Hermione.

-Estables.

-Qué bueno.

-Pero me hizo prometerle que si había que elegir, eligiera la vida de sus bebés –declaró con pesar- y no puedo mentirles que esa posibilidad si me pasó por la mente anoche.

-¡Oh Harry! –Exclamó Hermione- es terrible… pero hay esperanzas ¿verdad?

Harry miró a su amiga y sólo pudo pasarse los dedos por entre su alborotada cabellera.

-Siempre hay esperanza –dijo sonriéndole débilmente.

 

 

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Un chico de cabello negro y ojos azules entró al salón principal de la gran mansión MacLeod encontrando a una chica de cabello castaño bebiendo té con una amiga.

-Hola Garia –saludó Andreas MacLeod- ¡Pero qué sorpresa! –Exclamó después de besarla y notar su avanzado embarazo- ustedes no pierden el tiempo ¿eh? ¿Cuándo fue la boda, hace nueve meses?

-Ocho en realidad.

-¿Y cuanto tiempo tienes?

-Seis meses.

-¡Vaya! ¿Y ya sabes que sexo es?

-Sí, un varón –respondió sonriendo orgullosa.

-Pues en hora buena.

-Te perdiste mucho tiempo, supe que estabas en Suiza.

-Sí, terminé un diplomado en negocios, ya sabes, exigencias de mi padre –respondió rodando los ojos- así que por eso después de tu boda me desaparecí, al menos alcance a disfrutar la fiesta.

-Sí, cómo olvidarlo –dijo alzando una ceja haciendo reír a Andreas.

-¿Dónde está Barnett? Le dije que vendría.

-Sí, te espera en el salón de juegos.

-Bien, voy a verlo, las dejo mujeres hermosas.

 

 

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La familia MacLeod (MacLaud) o como eran llamados los escoceses, “El Clan MacLeod”; era una poderosa familia  sangre pura orgullosa de sus orígenes, liderados por el cabeza de familia Allister MacLeod, quien tenía dos hermanos más, los mellizos Iona y Tavish, cinco años menores que él, los tres habían recibido herencias a partes iguales de sus padres, pero de los tres, definitivamente Allister era quien tenía criterio, astucia y sangre fría más que suficiente para los negocios y pronto hizo crecer su fortuna sobresaliendo de entre los tres y acrecentando la ya de por si reputación del Clan MacLeod; Iona y Tavish hicieron lo que pudieron, pero no al nivel de Allister quien no tardó en ser visto como el líder de la familia, al cual todos temían y respetaban y de quien cuya última palabra era ley; los mellizos se casaron, Iona tuvo dos hijas, quienes al ser mayores también formaron sus respectivas familias; Tavish  tuvo un hijo que a su vez también se casó y tuvo tres hijos, uno de los cuales era Andreas, un joven locuaz de veinticinco años; Allister se casó también y tuvo solamente un hijo, al cual llamó Evander, un hijo que a su vez se casó y le dio dos nietos, Calem de actualmente treinta años y Barnett de veinticinco, para su infortunio la desgracia los había atacado desde muy jóvenes, pues a la edad diez y cinco años respectivamente sus padres habían muerto en un accidente dejándolos en la orfandad y al cuidado del abuelo Allister y la abuela Ayla, quienes destrozados por la pérdida de su hijo y su nuera, se avocaron al cuidado de sus nietos.

Ciertamente aunque el abuelo intentara participar activamente en la vida de sus nietos, sus negocios no le daban el tiempo suficiente, por eso la abuela Ayla había sido como una madre para ellos, aun así el abuelo Allister ponía todo de su parte para darles una buena educación y guía a Calem y Barnett  quienes no tardaron en ver en él a una figura de respeto, poder y autoridad.

-Hola primo –saludó Andreas cuando entró al salón de juegos y vio a Barnett acomodando el triangulo de bolas sobre la mesa de pool.

-Andreas bastardo ¿Cuándo regresaste? Dejaste de responder mis cartas hace meses –respondió Barnett retirando el triangulo y viendo las bolas decidiendo en que ángulo atacar.

-Sí, lo siento, pero estaba en etapa de exámenes y mi padre parecía una maldita lanza en mi costado –dijo tomando un palo y tomando posición al lado contrario de la mesa- pero por fin estoy libre, al menos por un par de meses, le dije a papá que merecía un descanso.

-Pues al menos eso me hubieras dicho en una maldita carta ¿tanto te costaba hacer una llamada flú de cinco minutos?

-Ya Barnett, pareces novia desairada, bien sabes que una llamadita de cinco minutos se hacía una llamada de dos horas en las que me contarías de tus aventuras y fiestas mientras yo me quedaba ciego de tanto estudiar.

-Solo te ponía al tanto de la vida social londinense –respondió riendo- además Andreas, necesitabas un poco de relajación después de tantas horas metido en los malditos libros.

-Pues si pero al otro día lo sufría con los jodidos maestros que no me daban tregua.

-Un descansito no te hacía mal –dijo golpeando una bola.

-Quienes no descansaron fueron Calem y Garia ¿eh? Se casaron hace menos de un año y ya está embarazada.

-Sí, que pereza ¿no?... digo, aun son jóvenes ¿para qué contraer responsabilidades así? Pudieron disfrutar más la vida, no sé irse de viaje y cosas así, de por sí Calem ya se la pasaba trabajando mientras Garia hace fiestas de beneficencia y esas cosas… ya se siente la abuela Ayla.

-Tú sigues yendo  a la empresa ¿no? –dijo tomando su turno en el juego.

-Obvio, pero ya sabes que eso no le basta al abuelo, él quiere vernos sentar cabeza como hombres respetables –dijo sonriendo- últimamente me ha estado poniendo de ejemplo a Calem, que siente cabeza, que deje la fiesta, ya sabes… -añadió negando con la cabeza.

-¿Así que por eso estás de noviecito de Isobel Dunn?

-¿Ya te llegó el chisme?

-Claro, Isobel es la joya preciada de los Dunn, no iban a dejarla salir con cualquier pelagatos, aunque bueno, eso no exenta que sean unos bastardos ¿cierto? –añadió con gesto burlón, a lo que Barnett respondió con una carcajada.

-¿Me sabes algo o estas adivinando?

-Sólo digo y ahora que estoy de regreso supongo que me iré por mi cuenta a buscar algo de diversión  como premio por mi buen desempeño en Suiza.

-¿Por tu cuenta?

-Sí, como ya estás reformado y eres un novio formal, no puedes andar por ahí buscando diversión en lugares donde tu novia no aprobaría verte, quiero ir a ver chicas hermosas bailar en un pole dance esta noche y tú seguramente debes ir a verla para mirarte en sus hermosos ojos bizcos.

-¡No está bizca! –exclamó riendo con ganas- sólo le falla la visión en un ojo, pero sino la miras fijamente no te das cuenta –Andreas comenzó a reír también- pero realmente es hermosa Andreas, yo no andaría con cualquier esperpento aunque las mujeres no sean lo mío; además nuestra relación es conveniente para ambas familias, más para la de ella que para mí obviamente.

-¿Piensas casarte con ella?

-Por Merlín, obvio no, pero me sirve para que el abuelo me deje en paz, al menos es lo suficientemente “digna” –dijo haciendo énfasis en la palabra- para que el hombre deje de joder y creo que le ha agradado lo suficiente como para decirme que la invite a cenar de vez en cuando, ahora imagina  si le dijera que quien en realidad  me gusta es su hermano, no creo que me diga que también lo invite a cenar.

Andreas rio de nuevo negando con la cabeza.

-Sí el abuelo supiera que  te gustan las vergas te deshereda.

-Corrección, primero me mata y luego me deshereda.

-Y hablando de herencias ¿cómo es que no te preocupa que Calem vaya a tener un hijo primero que tú? Pensé que se enfrascarían en una lucha de matrimonios y embarazos y cosas así, pero te veo muy relajado –dijo golpeando una bola y viendo satisfecho como ésta iba a dar directo a la buchaca.

-¿Y por qué no habría de estarlo? –preguntó mirándolo extrañado para luego centrar de nuevo su atención en el próximo tiro- ¿qué me interesa a mí que tenga hijos? Ni que yo fuera a cuidarlos.

Andreas lo vio inclinarse y apuntar el taco de billar en una bola blanca.

-Pues no –dijo intentando quitar su expresión de extrañeza- pero pensé que la herencia era un tema lo suficientemente motivante para tener un hijo; digo, un treinta por ciento más de las acciones te haría un accionista mayoritario.

Barnett apuntó a la bola pero no dio el golpe, lo que hizo fue enderezarse y mirar confundido a su primo, quien lo miraba recargado en la punta del taco con ambas manos.

-¿De qué hablas?

Andreas lo miró entrecerrando un poco los ojos estudiando la expresión de su primo, intentando discernir si éste le estaba jugando una broma o si de verdad no entendía el asunto.

-De la boda, Barnett –respondió sin moverse y sin dejar de mirarlo para ver si éste por fin captaba el asunto- bueno, más que de la boda, del primer nieto o más bien, bisnieto.

Barnett lo miró fijo por unos segundos más y luego negó con la cabeza alzando ambas cejas mientras se inclinaba y apuntaba su taco a la bola blanca otra vez.

-Parece que hablas con acertijos y eso me desespera, no sé de qué bisnieto hablas -Andreas lo vio asestar el golpe en la bola blanca fallando el tiro haciéndolo hacer una mueca- tu turno… -dijo al no verlo estudiar el siguiente tiro- ¿Qué pasa?

-¡Es en serio! –dijo Andreas con una pequeña sonrisa de incredulidad- ¡es en serio que no sabes lo del primer bisnieto!

Barnett entrecerró los ojos y frunció el ceño al ver que Andreas al parecer sabía algo que él no y parecía tener cierta importancia.

-Habla claro.

-¡Oh por Morgana! –Exclamó Andreas moviéndose en su lugar sin ocultar para nada su sorpresa- ¡lo ignoras!... ¡ignoras lo del primer bisnieto! ¿Cómo puede ser?

-¡De qué primer bisnieto me hablas, idiota! ¡Deja ya de hablar a medias! –respondió exasperado.

Andreas sonrió sin dejar de negar con la cabeza para exasperación de su primo, quien exhaló un suspiro haciendo acopio de paciencia.

-Ok –dijo Andreas dejando el taco de madera sobre la mesa y yendo a servirse un trago del bar- ven, tómate uno también, te aseguro que te hará falta.

-No quiero nada, habla ya –dijo yendo a sentarse a un amplio sofá color crema que estaba a un costado del salón, siendo alcanzado por Andreas momentos después.

-Hace casi un año hubo la reunión anual de la familia, ya sabes, sólo los principales, o sea  tus abuelos, mis abuelos y los otros abuelos.

-Sí, detesto esas reuniones –exclamó con fastidio- puro vejestorio… digo, amo a los abuelos, pero esa reunión solo es para ellos, hablan de gente que uno nunca conoció y que nunca conocerás porque ya están muertos; las fiestas de navidad son más divertidas, están todos los primos y se arma la fiesta, en cambio sus reuniones anuales son más formales y creo que más bien son para ellos y no para el resto de la familia, no sé porqué insisten en que los acompañemos.

-Pues sí, opino lo mismo.

-Dejé de ir a esas reuniones en cuanto pude zafarme de ellas y tú también lo hiciste, no lo niegues.

-No, no lo niego.

-Calem también las detesta, aunque ciertamente él los ha acompañado muchas más veces que yo.

-Y la última te la perdiste.

-Sí, lo mismo que tú, porque si mal no recuerdas, nos fuimos a la playa con un par de hermosas bailarinas argentinas y un chico cubano.

-Lo recuerdo bien –respondió sacando un cigarrillo y encendiéndolo- incluso recuerdo que al regresar de la playa yo me fui con las argentinas a mi departamento a seguir la fiesta y tú te fuiste con Draco Malfoy al departamento donde lo tenías viviendo.

-Mmm si –dijo haciendo una mueca, como evocando un mal tema- bueno ¿y? ¿Qué con la reunión anual de los abuelos?

-Que en esa última reunión, el abuelo Allister declaró que le heredaría un treinta por ciento de las acciones totales de las empresas MacLeod al primer bisnieto varón que tuviera y bien sabes que nosotros tenemos poder de decisión en la empresa hasta que cumplimos veintiún años, por lo que hasta que ese bisnieto tenga veintiún años, el padre de éste vendría siendo el accionista mayoritario cuando el abuelo se retire, ya sabes que él ha dicho que cuando lo haga, tiene el suficiente dinero para tres vidas más, que quiere ver en vida cómo sus nietos manejan el imperio que él ha creado; aunque  no se retirará del todo obviamente, ese lobo de mar es más duro que la espada de William Wallace, pero es un hecho que heredará sus bienes en vida… quiere ver con sus propios ojos de qué están hechos los hijos de su hijo que él mismo crió -Barnett lo miraba sin expresión en su rostro, como si lo que Andreas estaba contando fuese un tema intrascendente, por lo que éste continuó- Por eso quiere que ya sienten cabeza como él dice… ¿sabes? Es un alivio saber que aunque mis abuelos estuvieron de acuerdo con los tuyos, no piensan igual, también heredarán en vida pero se retirarán sin meterse más en nuestras vidas, mis padres dicen qué…

-¿Qué dijiste? –interrumpió con actitud calmada… aparentemente.

-Lo que acabas de oír, no esperarás que repita todo ¿verdad?

Barnett se mojó los labios e hizo una mueca mientras cerraba los ojos y levantaba el dedo índice sin pronunciar palabra, Andreas en tanto comenzó a sonreír conociendo esa expresión de cuando algo estaba a punto de hacer explotar a su primo.

-¿Acabas de decir que el primero de nosotros que tenga un hijo prácticamente será el heredero mayoritario del impero MacLeod?

-Sí, eso mismo –respondio con naturalidad para después dar una calada a su cigarrillo y luego dar un sorbo a su coñac, sólo que sus labios no alcanzaron a tocar la fría superficie de la copa de cristal cortado, pues un golpe en ella la mando al suelo haciéndola añicos.

-¿¡Sabías eso y nunca me lo dijiste?! –gritó poniéndose de pie.

Andreas quedó mudo por unos segundos, luego reaccionó mirándolo sin levantarse desde su lugar.

-Estaba contigo en la playa ¿recuerdas?

-¡Pero lo supiste después! ¿¡Por qué no me lo contaste!? –dijo mirándolo con una furia asesina que no asustó en lo más mínimo a Andreas.

-Tranquilo Barnett, no voy  a tolerar que me hables así.

-¡Vete al demonio, tú lo sabías y no me dijiste algo tan importante!

-Porque me enteré meses después, mi madre me lo contó en una visita que me hizo a Suiza, pero en nuestras llamadas nunca lo mencionaste y a mí francamente se me olvidó, luego ya no pude hacer llamadas ni contestar tus cartas y me enfoqué al estudio, no tuve tiempo de nada más, pero no sé, deduje que ya lo sabías y si a ti no te importaba ¿Por qué a mí sí?... total, aunque las empresas de nuestras familias están relacionadas, la mayor parte de los bienes están separados, realmente no me afecta si tú o Calem hereda más que el otro.

-Calem no me dijo nada –exclamó comenzando a caminar de un lado a otro con una mano en la cintura y otra en la boca- el muy bastardo… con razón se casó con Garia un par de meses después.

-No puedes culparlo por eso, ya eran novios formales desde hace seis años.

-¿Por qué todo el mundo me lo ocultó?

-No te lo ocultaron Barnett –respondio dejando su cigarrillo ya casi terminado en un cenicero y levantándose por otro trago después de desaparecer los cristales rotos con su varita- fue una conversación entre los abuelos y ciertamente ninguno de los nietos está ansioso por saber de qué platicaron seis viejitos, además esas reuniones no son secretas y mucho menos excluyentes, cualquiera de nosotros puede ir, incluso nos han invitado, solo que nosotros nos zafamos, mi madre dijo que en ésta última reunión la única persona joven era Calem; vaya ni mis padres ansían esas reuniones, solo van por cortesía y por ser amables con sus tíos y como nadie preguntó, pues…

-No puede ser…

-Más bien pregúntale a Calem porqué no te puso al tanto… pero la pregunta interesante sería… ¿tú lo hubieras hecho? –añadió sonriendo mientras tomaba asiento de nuevo.

-Hijo de puta… -masculló sin dejar de caminar de un lado a otro.

-Cuidado que hablas de la misma mamá.

-Maldito hijo de puta.

-Ustedes se llevan bien pero acéptalo Barnett, tú tampoco lo hubieras hecho.

-¿Y cómo lo sabes? –exclamó furioso sin dejar de bufar como toro de lidia.

-Porque te conozco… y conozco a Calem, es un buen hermano pero heredó el colmillo de tiburón del tío abuelo Allister, si hablamos con honestidad, creo que el impero MacLeod debería estar en manos de Calem –Barnett lo miró boquiabierto- Oh vamos Barny –exclamó dejando la copa en la suave superficie de madera e intentando hablar con familiaridad- ambos sabemos quién se toma con seriedad los asuntos de la familia.

-Hablas de mí como si fuera un idiota.

-Pues no, no lo eres, pero te limitas a cumplir tus obligaciones, en cumplir ante el tío abuelo, pero nunca asistes a las reuniones de los accionistas, solo estás atento a tu asignación mensual.

-No parece molestarte cuando vamos a divertirnos.

-No porque yo tengo mis propios asuntos que atender, no me meto en los tuyos; una cosa es diversión y otra muy distinta los negocios, además ¿de cuándo acá aceptarías un consejo mío?... sé honesto Barnett, si tú no sabías la decisión del tío abuelo, no es culpa  mía, ni de Calem, ni de nadie, es sólo tuya por tu falta de interés.

Barnett no respondió, solo se detuvo mirando hacia al frente, luego también se sirvió un trago y se lo bebió de un tirón.

-No, no lo hubiera hecho.

-Además tendrás parte en las acciones de la compañía, no es que estés fuera, así que calma tu drama.

-¿Crees que es sólo el dinero? –Preguntó recargado en el bar- hablas de Calem como si fuera la octava maravilla.

-No pero ha demostrado un interés en los negocios familiares que en ti brilla por su ausencia.

-Siempre está menospreciándome, haciendo alarde en que se ha convertido en la mano derecha del abuelo.

-¿Y qué hiciste tú al respecto, irte de fiesta para ahogar tu triste vida?

-¿De qué maldito lado estás? –exclamó enojado sirviéndose otra copa.

-De ninguno, eres mi primo favorito porque nos llevamos muy bien y tenemos los mismos gustos en lo que a diversión respecta, excepto en los chicos claro; pero con Calem  también me llevo bien, tenemos gustos muy distintos y por eso nunca nos divertimos juntos pero es buen primo.

-A la mierda…

-En todo caso Barny ¿de qué te sirve enojarte tanto ahora?  Calem ya te ganó, Garia está embarazada y pronto parirá al próximo heredero del clan MacLeod –concluyó sacando su cajetilla de cigarrillos y encendiendo uno dejando la cajetilla en la mesita central.

Barnett tomó la cajetilla y sacó uno, dejó que Andreas se lo encendiera y luego se sentó junto a él cruzando una pierna y estirándose en el sofá mientras daba una profunda calada.

-Draco… -dijo después de expulsar el humo y mirando al frente.

-¿Draco Malfoy? –Respondió levantándose para tomar nueces de la india del bar y llevar el platito hasta su lugar en donde se sentó de nuevo.

-Sí.

-¿Qué hay con él? –preguntó extrañado del repentino cambio de tema mientras se echaba a la boca un par de nueces.

-Es intersexual.

-¿En serio?... vaya, nunca lo imaginé; bueno, bien por ti, dos en uno, aunque es raro… no te gustan las vaginas.

-Eso es lo raro, en él si me gustó… ni yo lo entiendo.

-Con razón se me hizo raro que duraras con él mucho más tiempo que con tus otras aventuras masculinas, cuanto duraste con él… qué ¿un año?

-Más tiempo, casi dos años… era divertido, inteligente y culto, podías hablar de cualquier cosa con él sin aburrirte y del sexo ni se diga, me lo montaba por delante y por atrás, ventajas de su intersexo.

Andreas sonrió negando con la cabeza mientras daba un sorbo a su copa.

-Sí el abuelo Allister supiera de tus andanzas homosexuales no necesitarías que Calem te sacara del juego, él mismo te daría una patada en las nalgas mandándote a China.

-La mente cerrada del abuelo Allister…

-Bueno ¿y qué con Malfoy, porqué terminaron?... o él te terminó a ti.

Con esas últimas palabras Barnett no pudo evitar reírse a pesar de su mal estado de ánimo.

-Hasta ahora nadie me ha terminado a mí.

-¿Y entonces, a qué viene al tema? –preguntó tomando el platito de nueces y escogiendo las más grandes.

-Pues que terminé con él porque se embarazó.

Andreas miró las nueces en sus dedos por unos segundos y luego fijó su mirada en su primo, que permanecía mirando al frente, ensimismado.

-¿Qué?

-Sí –respondió suspirando y mirándolo por unos segundos para llevar el cigarrillo a sus labios de nuevo- La verdad yo insistí en hacerlo sin protección, me gusta hacerlo sin condón, ya sabía yo que él no tenía ninguna ETS, además de que no salía con nadie más, iba de su trabajo al departamento y viceversa, yo lo tenía bien checadito, pero él no quería, ya sabes… por un posible embarazo, así que le llevé medicamentos anticonceptivos pero no los quiso tomar, como sea yo insistí y él accedió, pasó un tiempo hasta que me salió con la noticia de que estaba gestando.

-¿Y qué pasó entonces?

-Lo mandé al diablo, él tuvo la culpa por negarse a tomar medicamentos, además si tanto quería evitar un hijo ¿Por qué se negó a practicarse el aborto que yo mismo le ofrecí pagar?.... lo que pasó es que pensó en atraparme con el truco más viejo.

-¿Entonces continuó con el embarazo?

-Supongo… no lo sé, lo eché del departamento con la amenaza de que haría de su vida un verdadero infierno si se atrevía a volver a aparecerse ante mi vista.

-¿Y hace cuanto de eso?

-No lo sé exactamente, solo sé que fue antes de que Garia se embarazara.

-Barnett…

-Sí –dijo mirándolo directamente- si Draco continuó con el embarazo aun le puedo ganar a Calem.

 

 

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Notas finales:

Hasta la proxima semana ^^


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