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EL BEBÉ INESPERADO DEL SEDUCTOR MULTIMILLONARIO por cyntia

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Naruto estaba pasando el tiempo tecleando y miró el reloj. Quedaban diez minutos para la reunión en la que hablarían del anuncio de BubFun. Su equipo tenía previsto mantener una reunión previa antes de ver a los ejecutivos de BubFun.

A pesar del hecho de que Naru era íntimo de Sasuke, tan íntimo como para haberse acostado con él en Madrid y después haberse visto dos veces en Estados Unidos, para Naru era una norma el no hablar con él de trabajo. Por tanto, el protocolo para programar la reunión sería el habitual, y estaba llevando mucho tiempo porque Sasuke no sabía personalmente que su empresa quería tener la reunión.

Y el mayor problema era que él lo había llamado una hora antes, de nuevo, para decirle que se iba a Washington por una reunión urgente. Con la cantidad de viajes que requería el trabajo de ese hombre, Naru dudaba que lo viera más de cinco veces al año.

Pero en ese momento Naruto no estaba tan preocupado por eso como por que no volviera a tener náuseas. La noche anterior había salido corriendo de la limusina y había suspirado con alivio pensando que, al menos, si hubiera vomitado en la hierba no había destruido nada caro, solo la hierba. Ni siquiera se había dado la vuelta para mirar a Sasuke.

Él le había enviado un mensaje mucho después, pero Naru ya debía de estar dormido para entonces. Y esa mañana Naru estaba en la ducha cuando él lo llamó. Cuando Naru le devolvió la llamada, él no dijo nada sobre su extraño comportamiento de la noche anterior, y Naru se alegraba porque no podía ni explicar lo que le aterrorizaba poder destruir el interior de su coche.

Ino puso una taza de café junto a su ordenador portátil, y Naruto le sonrió con gratitud.

—Gracias, Ino.

—¿Te encuentras bien? Pareces cansado y un poco asqueado. Naruto miró a su amiga e hizo una mueca.

—Gracias. Ahora me siento genial conmigo mismo. Ino se rio.

—Estoy siendo sincera. Eso es lo que hacen las amigas. ¿Preferirías que te dijera que tienes un aspecto fantástico? ¿Que te mintiera?

Naruto negó con la cabeza y sonrió.

—Ya sabía que tengo un aspecto horrible, porque me siento horrible. Ayer pasé la peor noche de mi vida. Estuve a punto de vomitar al menos cien veces, pero no vomité y no dormí nada bien. Me he despertado con dolor de cabeza.

—Hmm… ¿Estás estresado por el anuncio con BubFun? Naruto negó con la cabeza.

—La verdad es que no. En realidad, ahora que lo pienso, me he sentido bastante dolorido y cansado los últimos días. Solo que anoche empeoró mucho.

—Deberías ir al médico. Sabes que últimamente hay muchos virus por ahí. No quieres coger algo como el ébola y no saberlo hasta que sea demasiado tarde.

Naruto le dio un codazo en la pierna a su amiga.

—Gracias, Ino.

Ino se rio y después se le paralizó la expresión de la cara.

—¿Sabes qué?

—¿Qué? —Naruto hizo una pausa porque, a juzgar por su reacción, pensó que Ino había sentido un terremoto o algo similar.

Ino abrió los ojos de par en par y separó los labios como si estuviera calculando algo.

—Tienes náuseas. Te sientes dolorido y no puedes dormir bien…

—Ajá.

—¡Podrías estar embarazado! —exclamó Ino con intensidad.

Naruto se quedó inmóvil y vio a varias cabezas girarse hacia Naru con su visión periférica. Naru apretó los dientes y entrecerró los ojos mirando a su amiga, que inmediatamente pareció sentirse culpable.

—Podrías estar embarazado —susurró Ino, como si así eliminara su anterior reacción de la memoria de otras personas.

—¡No! —articuló Naruto, y volvió a su ordenador.

—Podrías estarlo. —Ino se acercó, susurrando en alto—. Estuviste con Sasuke Uchiha en Madrid. Han pasado más de tres semanas. Podrías estarlo.

—¡No! —siseó Naruto—. Utilizamos protección. Ino entornó los ojos.

—Mi hermana tomaba anticonceptivos, usaba condones y aun así se quedó embarazada. ¡Tres veces! En tres años consecutivos. Su carrera profesional se detuvo hace siete años.

Naruto se quedó paralizado.

—Deja de estresarme, Ino. Ahora que lo pienso, tu diagnóstico de ébola era más alentador.

—No estoy de broma, Naruto. Deberías hacer un test de embarazo. Naruto volvió a mirar alrededor.

—¿Podrías dejar de usar esa palabra aquí? La gente te puede oír. No estás susurrando.

Ino apretó los labios y bajó el volumen un poco más.

—Estoy intentando ser una buena amiga, ¿vale? Naruto suspiró.

—Es muy estúpido. Utilizamos protección. Y, además, ni siquiera tengo que tener la regla todavía.

***

Cuatro días después, en la mañana en la que debía bajarle la regla, Naruto se sentó en el baño de la oficina sujetándose la frente con una mano y un test de embarazo con dos rayas brillantes con la otra. Estaba conmocionado. Se le habían paralizado las piernas. Alguien estaba golpeando la puerta del baño y Naru ni siquiera se molestó en contestar. Simplemente miraba fijamente a esa cosa mientras el corazón le latía rápidamente pero su cuerpo se mantenía inmóvil.

«Mi hermana tomaba anticonceptivos y usaba condón y aun así se quedó embarazada. ¡Tres veces! En tres años consecutivos. Su carrera se detuvo hace siete años».

Las palabras de Ino resonaron en su cabeza como un cántico. Y entonces su propio cerebro pensó en unos cánticos personalizados. «Un bebé. Un bebé. Se ha terminado tu carrera. No puedes lidiar con esto. No puedes ser madre. No sabes cómo hacerlo. No puedes hacerlo. ¡Nunca tuviste una madre para saber cómo se hace!».

Las lágrimas le empañaron los ojos y, por fin, encontró la energía para moverse lo suficiente para secarse los ojos con furia. Maldijo entre dientes y cerró los ojos con desesperación. Entonces se levantó del baño y tiró el test de embarazo en la papelera antes de salir del servicio. Una de las diseñadoras gráficas entró en el cubículo al instante. Naruto ni siquiera se molestó en mirarla. En cambio miró su reflejo, su piel amarillenta, sus ojos hundidos hasta el suelo por la falta de sueño.

Suspiró. Unas semanas y el bebé ya lo había transformado por completo. Ino tenía razón. Su carrera se había acabado. Con la falta de energía que tenía estaba seguro de que, en el mejor de los casos, estaría en cama en un par de semanas. El embarazo no era para él.

Unos cánticos desordenados resonaron en su cabeza y se arregló el rímel que se le había corrido por debajo de los ojos antes de salir del baño. Tenía que irse a casa.

Se acababa de sentar en la silla de la oficina cuando una chica se puso a su lado, muy cerca, invadiendo su espacio personal. Naruto reconoció a la diseñadora gráfica que casi había tirado la puerta del cubículo del baño para entrar.

—¡Enhorabuena!

Naruto entrecerró los ojos.

—¿Qué?

La diseñadora se tapó la boca.

—Es que he visto el test en la papelera. Y oí la conversación que tuviste con Ino el otro día. Ay, Dios mío… ¡Me alegro tanto por ti! ¡Un bebé!

Naruto se quedó inmóvil cuando varias cabezas se giraron hacia Naru. La más sorprendida era una chica a la que conocía muy bien: Ino.

Entonces Naruto se vio rodeado de felicitaciones y comentarios sobre la fiesta prenatal. Las mujeres y  donceles que tenían hijos adolescentes hablaban sobre cuándo comprar las cosas del bebé y qué marca de ropa era la más duradera. Naruto estaba atrapado en una pesadilla.

Odiaba ser el centro de atención. No era para él. Desde que era un niño pequeño y tímido odiaba que hablaran de el. Esa misma costumbre lo había llevado a optar por ser director cuando lo que en realidad le encantaba era ser modelo y actuar. Había pasado toda su vida apartándose del foco de atención, y ahora ahí estaba…

¡Jodidamente embarazado! Toda la oficina hablaba de él, de su bebé y de dónde debía dormir el bebé, y de la fecha del parto.

Naruto se levantó, fingió una sonrisa, recogió sus cosas y salió de la oficina.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


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