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EL BEBÉ INESPERADO DEL SEDUCTOR MULTIMILLONARIO por cyntia

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En respuesta, Naruto deslizó una mano entre sus cuerpos y le agarró el miembro, que estaba atrapado a un lado en sus pantalones. Él se sacudió y apretó los ojos un instante.

—¿Hablas de paciencia? —susurró Naru, que parecía deleitarse con la gruesa circunferencia que estaba agarrando. Naru pasó la palma de la mano a lo largo y, descifrando su tamaño, su sonrisa se desvaneció.

Él estaba demasiado absorto como para seguir jugando. Sin duda, Naru lo estaba midiendo y se sorprendió con lo que estaba agarrando. Él habría sonreído con su expresión, pero estaba demasiado absorto con las intensas sensaciones que notaba al tener sus dedos sobre su miembro. Respirando profundamente, él deslizó los dedos a lo largo de sus brazos abajo y arriba, inclinando la cara hacia un lado mientras se hacía con los labios de Naru de nuevo.

Naruto gimió y le mordió el labio inferior. Él se retiró suavemente, interrumpiendo el beso lentamente.

—Hazlo con calma.

Él pasó los labios suavemente sobre su boca, y Naruto sucumbió a su deseo con los labios débiles por un instante antes de seguir el ritmo lento de su beso.

—Eso es —susurró él en su boca—. Quiero disfrutar de esto.

Naruto parecía estar casi en trance. Automáticamente, movió la mano despacio sobre su miembro mientras la otra mano descansaba sin fuerza sobre su bíceps. Él jugaba con los labios, golpeándole el labio inferior con la lengua. Naruto abrió los ojos cuando los labios de él dejaron de estar en contacto con los suyos, pero él le clavó la lengua en la boca a un centímetro de distancia. Naruto le ofreció su lengua tocando la de él. Tras unos segundos largos y tortuosos, Naru jadeó y capturó su boca en un beso ávido y cálido que ya no era suave. Era salvaje y Naru parecía incapaz de contener su deseo por más tiempo.

Sasuke estaba volviéndose loco. Había pasado los últimos años con diferentes mujeres y donceles que no conectaban con él. Pero había encontrado a Naruto no en una reunión social, sino de negocios. Había marcado un límite a tener una aventura en el trabajo o una relación de negocios que pudiera conducir a esto. Pero con Naru había sido inevitable. Incluso antes de que supiera que Naru se relacionaría con su empresa en un contexto profesional, lo había visto y se había sentido atraído por él. Le habían cautivado su dulce cara, la inocencia de sus rasgos y sus ojos tan diferentes.

Él sabía instintivamente que Naru había visto y hecho cosas que habían afectado su forma de ser, y él estaba decidido a quitar esas capas, a descubrir lo que lo movía y quién era. Estaba entusiasmado por saber que esa conexión se había traducido en una urgencia tímida pero voraz cuando Naru estaba necesitado, y él no podía esperar más para probarlo.

Él no quería contenerse, pero era necesario que lo hiciera. Con sus entrañas gritándole que siguiera besándolo, se retiró y le agarró los brazos.

—Deberíamos parar, ¿verdad?

—No. —Naru le mordió los labios otra vez.

—Naruto —susurró él mientras Naru seguía besándolo, y su boca respondió automáticamente antes de que interrumpiera de nuevo el beso con dificultad—. Naruto, deberíamos parar antes de que…

—No —gruñó Naru casi enfadado.

Sasuke miró boquiabierto sus ojos ardientes, su cara ruborizada y sus labios hinchados. Tomando la decisión por ambos, sasuke lo agarró de la cintura y lo arrastró hasta subir unas escaleras que había cerca.

***

A Naruto le resultaba difícil seguirle, aunque tenía una sensación distante de que estaba llevando un paso lento para que Naru pudiera seguirle. No estaba seguro de lo que él misma quería. ¿Quería parar? ¿O no? Estaba demasiado absorto como para pensar con claridad. Sasuke lo llevó hasta el cubículo de cristal de la zona VIP donde se habían sentado antes, y Naruto entrecerró los ojos cuando sasuke lo llevó fuera de la discoteca por el lugar por donde habían entrado.

En silencio, dejó que su dominancia total y controladora se encargara. Estaba claro que él sabía lo que estaba haciendo. No parecía estar perturbado por la decisión. O lo iba a llevar de vuelta al hotel o la iba a llevar a otro lugar. Quizá a un lugar con más privacidad.

En cuanto Naru entró en la limusina, él se sentó a su lado. Naruto estaba jadeando por el increíble beso, por la lujuria y por el rápido paseo de vuelta a la limusina.

Sasuke lo miró y golpeó la mano con furia contra el panel de botones que había a su izquierda. El sonido de la mampara de separación subiendo entre ellos y el conductor era suave y silencioso mientras él lo miraba.

Naru levantó las cejas en duda y, al ver que él no decía nada, estuvo a punto de preguntar a dónde iban cuando el sonido de la mampara se detuvo. Se había cerrado completamente. Estaban tan solos como podían estarlo en un coche con conductor.

Sasuke le cogió la cara con las palmas de las manos, atrayéndolo más cerca y atrapándole la boca con la suya. Naruto disfrutó del beso y, cuando él deslizó las manos por la parte delantera de su cuerpo, Naru gimió en su boca. Él le rozó los pezones con los nudillos sobre el tejido del vestido. Cuando le cubrió el pecho con la mano y apretó, Naru gimió en su boca y deslizó la mano por su muslo.

En cuanto Naru empezó a tocarle el miembro por la parte delantera de los pantalones, Sasuke lo puso sobre su regazo. Naru gimió al intentar mantener el equilibrio mientras se agarraba con las manos a sus amplios hombros. Interrumpiendo el beso, Naru se retiró cuando él le levantó el vestido por los muslos, por las caderas y hasta la cintura. Jadeaban en un placer mutuo, mirando en silencio la cara del otro al tiempo que él deslizaba las manos por sus muslos, apretando la carne suave y volviendo a subir para cubrirle las caderas.

 Sin aliento, Naruto se agarró al asiento por detrás de él, con las manos a ambos  lados de su cabeza. Cuando llegó a su boca esta vez, sus manos se abrieron paso por las bragas de encaje para apretarle las voluptuosas caderas. Instintivamente, Naru arqueó el cuerpo y apretó la entrepierna contra la de él, produciéndole un gruñido de placer proveniente de la garganta.

Él tenía las manos en su culo y, cuando las subió para bajarle la cremallera del vestido, Naruto deslizó los dedos por el cuello de su camisa para aflojarle la corbata.

Sasuke le bajó el vestido apresuradamente mientras Naruto presionaba los labios sobre su cuello.

Naru jadeaba mientras él deslizaba los dedos por su pecho. Sasuke pasó los nudillos por sus pezones, que se podían ver a través del encaje, y tuvo que esforzarse por tragar con dificultad, como si se le hubiera cerrado la garganta. Con la mano que le quedaba libre, le bajó el vestido hasta que quedó rodeándole la cintura, con las caderas y el pecho desnudo.

—Eres precioso.

Cuando él le metió los dedos en las bragas tras pasar por su trasero, Naruto gritó y le cubrió la boca con la suya.

Los jugos de su cuerpo se derramaban para él, y él tenía los dedos empapados en ese líquido espeso mientras le acariciaba su entrada, que ansiaba y esperaba que lo tocara, y penetraran hasta el fondo. Naru se sacudió cuando él lo penetro con los dedos y toco su punto G, y deslizó las manos bruscamente por su cuerpo hasta el cinturón, desabrochándolo y abriendo la bragueta.

—Quítatelo —gimió Naru en su boca al no poder hacerlo, y él liberó su miembro de los confines de sus boxer.

— ¡Oh, Dios! —Naruto se quitó el pelo de la cara y lo puso detrás de las orejas, acercándose más a él. Él hacía círculos en su entrada, penetrándolo y volviéndolo loco hasta el orgasmo, y Naru empezó montarle la mano, bajando la mirada hacia el miembro que apuntaba hacia Naru.

Naru lo envolvió con la mano con avidez y pasó el pulgar por la punta, esparciendo la pequeña gota de líquido que brillaba en la cabeza. Naru estaba a punto. Se iba a correr.

—Así no —instó Naru, intentando sacar la mano de él—. Te quiero dentro de mí.

Esas palabras acabaron con su control. Sacó la mano de sus bragas y las cogió por la goma, rompiéndola entre sus dedos.

Naruto estaba impresionado, pero no tenía tiempo para asombrarse con su evidente habilidad para romper bragas de doncel. Naru tenía el culo desnudo y él le estaba agarrando el pezon, y eso era todo lo que su cerebro era capaz de procesar en ese momento. Inclinándose hacia atrás, él sacó un pequeño paquete de aluminio del bolsillo de sus pantalones y deslizó un condón sobre su miembro, enfundándolo endurecido en toda su longitud. Entonces sasuke levantó la mirada hacia Naru, y el fuego que ardía en esos ojos negros hizo que a Naru se le agitara el corazón de placer.

—Hazme tuyo.

Sus palabras recorrieron sus extremidades, excitándolo. La urgencia era viva, haciendo que la lujuria se multiplicara por diez. Naru levantó las caderas y se movió sobre su miembro mientras lo colocaba sobre la abertura, guiando la punta por sus pliegues resbaladizos.

—Naruto…

Naru abrió los ojos, jadeante y febril, sin querer pensar en las consecuencias de ese acto, sin querer preocuparse por lo que estaba haciendo con un hombre que había conocido veinticuatro horas antes.

Él se puso las manos alrededor del cuello y después le agarró la cintura y apretó  sus caderas hacia abajo y sobre él. Naruto gritó por la invasión mientras su miembro lo atravesaba por dentro, abriéndolo. Naru entornó los ojos y gimió, presionando los labios ligeramente sobre los de él.

—Estoy dentro de ti —susurró con furia al tiempo que Naru comenzaba a moverse ligeramente, levantando las caderas y bajando de nuevo.

—Por fin. —La gran fascinación y el asombro que Naru sentía espesaron su voz al tiempo que su cuerpo se aferraba al de él, se arrastraba hacia él, llevándolo más adentro cada vez que se movía.

Naru se inclinó hacia atrás para que el miembro de sasuke entrara completamente e hizo un gesto de dolor cuando él llegó demasiado adentro. Ese dolor leve, la locura de estar repleto con su miembro abultado y caliente, le hicieron arder el cuerpo desde dentro. Se sintió como un horno al notar la sensación de la punta de su miembro cubierta de goma deslizándose dentro de el y saciando una necesidad profunda y carnal.

Adelante y atrás, Naru se movía contra él, clavándole la lengua en la boca.

—Oh, Dios —susurró Naru en su boca cuando él se hizo con el control. Agarrándolo de las caderas, lo movía de arriba abajo en embestidas fuertes e intensas.

—Voy a… Sasuke…

—Sí, cariño, déjate llevar. No te reprimas.

Naru gritó, agarrándole los hombros, mientras su pecho se rozara con el de sasuke al tiempo que la fricción dentro de su cuerpo se hacía demasiado difícil de soportar. Sentía que explotaba con las llamas del orgasmo. Temblando, gimiendo suavemente, puso los brazos alrededor de su cuello y se balanceó sobre él, estremeciéndose. Él no dejó de hundirse dentro de Naru. Retirándose, Naru lo miró a los ojos todavía con temblores del orgasmo.

La cara de él se había transformado. Incluso en el interior oscuro de la limusina, los rasgos duros de su cara eran claramente visibles. En su cuello se marcaban las venas y, cuando se estremeció, Naru sintió el cálido torrente de su alivio.

Naru se sentó en su regazo con el cuerpo todavía unido íntimamente al suyo mientras el pecho de él se elevaba y caía con una respiración acelerada sobre el suyo.

 ¿Qué había hecho?

Sasuke no parecía sorprendido cuando Naru se liberó bruscamente y se apartó de su regazo. En una ráfaga de movimientos, Naru se levantó la parte superior del vestido para cubrirse el pecho, manteniendo la mirada desviada. Las bragas estaban rotas y eran inservibles, así que simplemente se estiró el vestido para taparse las caderas.

Abrochándose los pantalones, Sasuke lo miraba atentamente pareciendo ver a través de Naru la vergüenza que le invadía la mente.

—Oye… —dijo él con calma y, como Naru no levantaba la mirada, él se acercó y le agarró de la barbilla suavemente, levantándola—. ¿Qué ha pasado?

Los párpados de Naru estaban agitados y mostró una sonrisa en los labios.

—Nada. Yo… eh… Nada, de verdad.

—Mírame.

Esa tierna orden lo rompió, dándole escalofríos de algo cálido, sensible y sentimental. Por alguna razón, estaba lleno de emociones y no tenía sentido. Quería que desapareciera esa sensación. Odiaba sentirse tan vulnerable.

— ¿Crees que lo que ha pasado ha estado mal?

—Ha estado mal —dijo Naru enérgicamente, contento de que saliera a la luz. Él agitó la cabeza.

— ¿Has sentido que estaba mal mientras hacíamos el amor?

Hacer el amor. A Naru se le cortó la respiración. Sus ojos negros eran tan dulces, tan reales. No había ni un ápice de ostentación en su cuerpo. Ningún aire de superioridad.

—No estaba pensando en ello mientras estábamos… ya sabes…

—Si estuviera mal, lo habrías sentido durante el acto. Solo te sientes culpable ahora porque apenas nos conocemos.

Naru suspiró.

—Me alegro de que al menos estés de acuerdo en eso.

—Le pondremos remedio.

Naru juntó las cejas mientras él se apartaba y presionaba un botón del panel, hablando en un italiano rápido al conductor.

—¿Qué haces?

—Te voy a llevar a mi casa. Te enseñaré el lugar. Y hablaremos, nos conoceremos mejor.

Naru lo miraba boquiabierto, pasmado. Los hombres ricos y exitosos, los símbolos sexuales que eran conocidos por ser los solteros más deseados del país no les prestaban mucha atención a los donceles después de hacerlo con ellos. Pero Sasuke lo estaba haciendo.

Entonces, se dio cuenta de algo y de buen grado abandonó esa cadena de pensamientos deprimentes.

—¿No vives en Nueva York?

—Sí.

—¿Y cómo es que tienes casa aquí?

—Tengo residencias en los países a los que viajo a menudo. España es uno de esos países.

Naruto asumió esa información mientras la limusina frenaba y aceleraba de nuevo, girando en una curva antes de detenerse.

El chófer abrió la puerta y Sasuke cogió la mano de Naruto para ayudarlo a salir.

—Aquí estamos.

Naru inclinó los hombros hacia delante cuando una ráfaga de viento lo golpeó, y se dio cuenta con retraso de que no había cogido el abrigo de la discoteca cuando Sasuke lo había llevado a toda prisa hasta el coche. La molestia solo duró un instante, entonces Naruto recordó asuntos más urgentes. El chófer… Lo vería y sabría sin duda lo que acababa de pasar.

Bruscamente, se colocó el pelo y se estiró el vestido, pero el chófer ni siquiera  miró hacia Naru. Y Naru se alegraba. Porque estaba seguro de que tenía aspecto de que su jefe se lo acababa de tirar por completo.

La enorme casa era un regalo para la vista. Era cálida y acogedora, y el interior tenía unos muebles informales y modernos que la hacían sentir cómodo y encantado.

—Este sitio es precioso.

—Gracias.

Él lo condujo hasta el salón, básicamente un gran espacio abierto que durante el día estaría iluminado por la luz del sol. En ese momento, las grandes paredes de cristal ofrecían una vista espectacular de la piscina, que estaba iluminada con unas pequeñas luces tenues. Naruto se sentó en el sofá, haciendo gestos discretamente al sentir que le ardían las entrañas.

—¿Cuándo vamos a tener una reunión para hablar de la ejecución del anuncio? — preguntó él.

—Hmm. —Su mente dejó de funcionar y tenía dificultad para entender lo que había dicho. Era un cambio de tema repentino. En un momento le estaba mordiendo la lengua y clavándole las uñas en sus caderas y, un segundo después, todo eran negocios. Estaba preparando una respuesta en su cabeza cuando sonó el timbre y él movió el dedo para indicarle que esperara.

—Dame un momento.

Él caminó hasta la puerta principal y volvió con una caja enorme de pizza. Naruto se rio entre dientes, dejando de intentar adivinar lo que iba a hacer por el momento.

—Vaya, eso ha sido inesperado.

—Tenemos que comer, así que lo pedí antes. Y perdona por no poder ofrecerte nada más. El ama de llaves y el cocinero están dormidos y esta es la comida más rápida que mi chófer podía pedir. —Salió de la habitación y volvió al poco tiempo con dos copas y una botella de vino.

 Naru sonrió y le rugió el estómago, recordándole con retraso que Naru también tenía hambre.

—Me muero de hambre. —Un escalofrío de agradecimiento le recorrió el cuerpo mientras él se quitaba la corbata y la lanzaba al sofá para después subirse las mangas de la camisa. Entonces, como si fuera la cosa más normal del mundo, el propietario de la mayor empresa fabricante de juguetes en Estados Unidos se sentó con las piernas cruzadas sobre la alfombra y abrió la caja de pizza.

Entretenido, entusiasmado y sintiendo que estaba en una cita como un adolescente y no con un carismático magnate, Naru sucumbió a la tentación, se quitó los zapatos y se sentó junto a él en la alfombra.

—¿Cuándo es nuestra próxima reunión? —preguntó él nuevamente.

—¿Quieres decir profesional?

Él se atragantó con la comida, riéndose por lo bajo.

—Profesional y no profesional. Me interesan mucho las dos.

Naruto se rio y clavó la mirada en sus dedos mientras él servía la bebida.

—Podríamos tener la reunión de negocios en cuanto vuelvas a Estados Unidos.

—Vuelvo mañana. ¿Te gustaría que te lleve? Me encantaría tener compañía.

—¿Que me lleves?

—Ehh… tengo un jet —dijo él con tono de disculpa. Naruto se rio después de una larga pausa.

—Me encantaría ir contigo. Pero todavía tengo que asistir a reuniones en los próximos dos días.

—Qué lástima. —Él le miró la boca y Naruto apartó la mirada. Él levantó una mano para acariciarle la mejilla—. Me encanta cómo te delatan las mejillas ruborizándose por ser tímido.

Naruto resopló y le apartó la mano de forma juguetona.

—No soy tímido.

Riéndose, él se acercó y apretó los labios sobre su mejilla. Entonces respiró hondo.

—Maldita sea —musitó él silenciosamente para después volver a su bebida.

Naruto frunció el ceño, le ardía la piel que había tocado sus labios y su cuerpo estaba vivo por la ráfaga de eléctrica lujuria que se producía a menudo desde que lo había conocido. Una mirada, un contacto, una sonrisa, cualquier cosa podía activarlo. Era tanto maravilloso como terriblemente alarmante.

—Entonces te recogeré en el aeropuerto cuando aterrices en Nueva York.

—No, no pasa nada. Me las arreglaré.

—Quiero decir que te recogeré, saldremos, comeremos juntos. Tengo que volver mañana, si no te obligaría a volar conmigo. Imagínate las cosas que podríamos hacer en el cielo.

Naru se rio.

—Eres un pervertido.

—Apenas. —Él se acercó y presionó los labios a un lado de su cuello. El vaso de Naru aterrizó en la mesa con un ruido estrepitoso, pero, de alguna forma, consiguió mantenerlo vertical. A Naru se le escapó un gemido cuando los labios de él, húmedos de vino, se deslizaron por su cuello y lo mordisquearon suavemente.

—Naruto… —susurró él con pasión en la garganta al tiempo que Naru dejaba caer la cabeza hacia atrás. Él le puso la mano sobre la nuca, enredándose en un mechón de su pelo—. Maldita sea, me vuelves loco —siseó él, mordiéndole el lóbulo mientras el corazón le golpeaba en el pecho contra el hombro de Naru cuando Naru se sacudió en respuesta. Levantándose de repente, él lo miró desde arriba y le cogió las manos para que Naru se levantara.

—Me gustaría haberme saciado de ti, pero no lo he hecho.

Naruto inclinó la cabeza hacia atrás y puso los labios sobre su barbilla para después pasar la lengua sobre su labio inferior.

—Yo tampoco.

Sasuke le cubrió los labios con los suyos y gimió cuando Naru le mordió el labio inferior enérgicamente. Agarrándole el trasero con las dos manos, él lo levantó de un tirón y Naru puso las piernas alrededor de su cintura. Sin esfuerzo, lo llevó hasta el comedor y apoyó la cadera de Naru sobre el borde de la mesa.

Naruto movía los labios sobre los de él en mordiscos rápidos y ansiosos mientras deslizaba los dedos hábilmente por su camisa desabrochándole los botones.

—Necesito verte, tocarte —susurró Naru apasionadamente.

Él le mordió la lengua cuando Naru la metió en su boca, y su jadeo de dolor placentero resonó en él. Naru pasó las manos por su pecho mientras le retiraba la camisa. Interrumpiendo el beso, bajó la mirada hacia su pecho. Sus pectorales duros eran maravillosos bajo las palmas de sus manos, y deslizó los dedos hacia abajo sobre su contorneado abdomen, dibujando la uve marcada en su ombligo.

Sus músculos se tensaron cuando Naru le tocó y, cuando puso los labios sobre su pezón plano y moreno, pareció perder el control con un chasquido.

—Naruto… —Volvió a subirlo a la mesa, dominándolo completamente, apretándolo, manoseándolo, y Naruto sucumbió con gusto a sus manos y a su boca dominantes.

Él apartó el dobladillo del vestido de sus caderas y, antes de que Naruto supiera lo que él pensaba hacer, le abrió las piernas y deslizó los dedos por su entrepierna.

—Oh. —Naru se estremeció, arañando la superficie de la mesa, pero la tortura no había terminado todavía. Él puso la boca sobre la zona sensible y húmeda entre sus piernas, y Naruto arqueó la espalda mientras intentaba cerrar las piernas de forma instintiva.

Él respiraba sobre su entrepierna mientras le separaba las piernas, saboreando y jugando, mordisqueando con los labios el lugar que parecía volverlo loco.

Naruto se estremeció y deslizó la mano por su pelo para mantenerlo en el sitio.

Mientras él seguía torturándolo con la lengua y con los labios, Naruto relajó las piernas

y sus gemidos resonaron en la enorme casa vacía a medida que se acercaba al eufórico estallido de placer.

—Sasuke… —jadeó Naru, incapaz de hablar, incapaz de controlarse, al tiempo que se le tensaban las piernas cuando los pinchazos le indicaban que estaba casi ahí… al límite.

Sasuke arrastró la lengua por su entrepierna sacándole un fuerte jadeo. Cuando le mordió la cara interna del muslo mientras le frotaba el pene en círculos, Naru se sacudió bajo su boca. Naruto emitió gemidos largos y leves, estremeciéndose violentamente.

Los temblores todavía lo golpeaban cuando él deslizó los brazos por sus hombros y sus rodillas, y Naru se vio arrastrado hasta su pecho. Poniendo los brazos alrededor de su cuello, Naru abrió los ojos con el ceño fruncido mientras él lo llevaba por el salón y subía las escaleras.

— ¿Qué haces? —gimió Naru con una sonrisa tímida.

 

 

 

 

 

 

 

 


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