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No hubo necesidad de Kryptonita o que los ojos brillantes de Conner lanzaran aquel rayo contenido. Nada de eso fue necesario para calmar a la bestia. No. Solo hizo falta que Lex entrara en su campo visual, con una calma muy calculada y como una madre que regaña a su hijo indicara en un silencioso y mortal:

— Suéltalo.

Entonces Clark soltó a Conner como si quemara, retrocediendo al punto de golpear su gran espalda contra la pared y mirar sus propias extremidades; aliens sustituyendo sus manos, asesinos y crueles. Alzó su mirada al adolescente, que se refregaba su cuello como si doliera, pero tenía esa sonrisa sádica en su rostro, casi transmitía un: “lo sabía”, y de alguna forma, esa replica silenciosa se tradujo en su mente con la voz de Lex: “sabía que eras un monstruo”. Y todos sus temores le golpearon la cara como si fuera un puño envuelto en piedra verde y plomo. “Lo siento”, murmuró, tan bajo que solo el otro extraterrestre de la sala podría oírlo, mientras que Luthor solo le regalaba una mirada llena de decepción, pálidos ojos transmitiendo todo el dolor que un padre podría guardar cuando su hijo hizo algo que sabía que estaba mal, pero aun así lo hizo.

— Lionel clonó tu ADN por primera vez después del éxito con mi clon —. Comenzó Lex, como si debiera de contar una historia pese a que nadie la pidió. Clark, se dio cuenta que estaba hiperventilando, y que la voz calma de narrativa del hombre calvo estaba distrayendo su mente sobre acelerada; apenas registro a Conner sentarse en el sofá con una pereza característica de un adolescente hastiado, sus pies golpearon con dureza la mesa y recibió una mirada de disgusto de su padre, eso pareció ser suficiente para que solo se cruzara de brazos y murmurara cosas sin sentido—. La clonación pura de tu ADN creaba monstruos, probablemente debido algún cambio genético generado por nuestra tecnología precaria.

Hay una sonrisa, irónica, mientras decía aquellas palabras. Clark no puede evitar imaginarse, pequeños monstruos con su cara, asesinos a sangre fría, conquistadores despiadados como la memoria de su padre biológico, corrupta y vengativa; quizás no era realmente una falla de la tecnología, sino la forma natural de su especie, al final de cuentas, a parte de su prima y memoria materna, no había ningún Kryptoniano que pudiera demostrar lo contrario; y él había sido criado por humanos, eso había hecho un gran cambio en su mentalidad. Hizo una mueca ante la idea, no demasiado extraña en su mente. 

— Los he visto ser asesinados, como si fueran perros con rabia. Tenían tu rostro, tus ojos suplicantes, los he visto ser masacrados. Uno tras otro, Clark, como si no fueran nada. Siete niños, antes de que se le ocurriera la idea de enlazar tu ADN con la de un humano, pero ninguno era compatible, los fetos morían antes de desarrollarse plenamente en los vientres artificiales; porque tu ADN es demasiado invasivo —. Lex se sentó junto a su hijo, su mano se posó sobre el muslo del niño y apretó suavemente, como si buscara apoyo, este se le otorgó. Vio como Conner se volvía manso, tranquilo, estirándose en el sofá hasta recostar su cabeza contra las piernas de su “progenitor”, y dejaba que este entrelazara sus delgados y largos dedos entre sus rizos rebeldes. No por primera vez en el día, sintió unos terribles celos—. Pero un segundo donante, mutado por las piedras de meteoritos y con capacidad regenerativa, era perfecta. 

— El tuyo —. Agregó Clark, elocuentemente, a la conversación. Su respiración se había calmado y se había permitido sentarse en el suelo. Piernas abiertas y brazos apoyados sobre sus rodillas, mirando la situación “hogareña” de su clon, “hijo” de Lex y suyo, ¿no es ese el sueño más irrealista y deseado que alguna vez podría tener? Pero era todo tan retorcido, que ni esa pequeña pizca de euforia podría llenarlo. También reconoció esa información extra: no podría tener hijos con otro humano, no uno no mutado, seguramente lo mataría como mató a sus hijos no nacidos. 

— Sí. Conner fue el segundo en crearse, el primero, Cael, había sido envenenado por mi padre; Conner fue usado como moneda de cambio, así que se conservó más a mi lado, fue influenciado principalmente por mi presencia —. Nuevamente, hay un tono autocritico, como si quisiera decirle: “y mira como salió”—. Luego llegó Conrar, Carter y Colin. Creo que al nombrarlos mi padre estaba intentando de transmitirme que sabía el origen de la muestra, un guiño sutil, ¿no crees? ¿Kal?

Clark tuvo la decencia de hacer una mueca ante ello. El nombre de Kal había sido mencionado durante la “locura” de Lex, cuando creyó que él también estaba en complot contra su persona. Claramente, este dato, demostraba que no había olvidado absolutamente nada con esas descargas recibidas y eso lo hacía sentirse peor. Abrió la boca para decir algo, pero la cerró. Hizo un sonido suave sin arriesgarse a comprometerse en nada y esperó a que continuara con su gran narrativa; estaba bastante consiente como no había ninguna referencia real a lo que pasó allí, solo las creaciones, que asumía que el cuento llevaba a excusar la anterior afirmación de Conner: que era un asesino.

— A estas alturas Lionel había muerto y mi “hermano” quedó a cargo. Los “clones” fueron gestados, Clark, y apenas despertados al tener 5 años después de un crecimiento acelerado en el útero falso. Desde entonces se los entrenaba, para ser armas contra ti. Realmente hiciste un gran número con mi gemelo malvado, te odia hasta la médula. No sé qué jueguete le robaste o rompiste, pero estaba decidido a asesinarte y reemplazarte por un prototipo perfecto. Los hizo enfrentarse uno contra el otro, alentándolos arrancarse miembros de ser necesario y de paso comprobar si mis cualidades curativas habían mutado o eran iguales en ellos —. Aunque la voz conservaba un tono desinteresado, como si comentara sobre un reporte climático y no de ver a su propia carne matándose entre sí.

— Cuando enfrentarnos entre sí no fue suficiente, usó a nuestro padre como carnada, ya que la mayoría de nosotros habíamos formado vínculo con él. El único desinteresado era Cael, lo que le dio una ventaja sobre nosotros. Asesinó a mis hermanos, uno por uno, por sentir debilidad ante nuestro padre —. Añadió Conner, su tono levemente adormilado. Notó, en ese momento Clark, que dicho se había acurrucado de un modo que se aferraba a Lex protectoramente. Sus brazos rodeando su cintura y sus piernas pegadas a su cuerpo, pero también a la del adulto, listo para ser un escudo entre el mundo y él. Podía entender ese sentimiento, había salvado a Lex más veces de las esperadas y cada vez quería envolverlo en papel burbuja en espera de que así dejara de ser un imán para las catástrofes.

— Conner no es un asesino, a diferente de mí, él sólo mató a Cael porque si él sobrevivía, si Cael salía vencedor, sería tu reemplazo y ya no era un "él" contra nosotros, sería un "él" contra el mundo. Eso lo heredó de los Kent, el bien mayor por sobre el propio, seguramente Jonathan repudiaría esta creencia, pero Martha siempre fue una mujer más sensata en esos términos —. La figura punteada por Lex, de este tal Cael, era terrible. Un monstruo rojo que se precipitaba por sobre su hombro; se imaginaba sustituyéndolo, visitando a su madre y cuando esta lo regañara o hiciera algo que no le gustaba, destrozando el pobre cuerpo de su querida mamá. Se imaginó, caprichoso, con los ideales de Lionel y la locura del clon de Lex, listo para pisar a todos los que estuviera en medio de su camino, indistintamente, hasta que no quedara nada. Un conquistador maquiavélico. Errante, imparable. Intentó que esas imágenes aplastaran la negativa ante el asesinato de su persona, pero era tan difícil. Sabía, racionalmente, que era mejor así, lo sabía, pero eso no quitaba de que podría haber habido otra forma; una mejor, una que no implicaba arrebatar una vida. Debería existir, tenía qué—. Esa acción de Conner le permitió sobrevivir, Alexander creyó que, si era capaz de asesinar por sobrevivencia, podría usarme como moneda de cambio y sustituirte, tendría a un Superman manejable a su gusto mientras viviera. 

El tono de Lex atrajo nuevamente la atención de Clark. El brillo apagado que tuvo durante toda la charla adoptó determinada determinación, mientras la palabra “mientras viviera” era puntualizada suavemente, Kent no pudo evitar preguntarse si era una implicación aún más profunda. Era un escritor, un reportero, su vida se basaba en leer entre líneas y Lex siempre había gustado de ser muy claro, sin serlo del todo, para él. Su mirada pálida se alza y clava en la azul; sus ojos permanecen quietos y transmiten la verdad. Si el equipo no hubiera llegado y esto hubiera continuado como "Alexander" planeaba... Lex tenía una resolución permanente para acabar con el maniaco plan.

Eso —. Se atragantó al comenzar la frase, tosió, adquiriendo una voz profunda; promesas y determinación entrelazadas —. Eso ya no es una opción.

Siempre será una opción.

— No, jamás lo permitiré.

.

.

.

Clark había tenido que ausentarse cuando la Liga lo convocó, como era de esperarse, Oliver era un bocón. Antes de irse, le había sugerido a Lex tomara su cama; aunque no era lo más cómodo del mundo, era tamaño King, y eso podría permitir que los dos hombres restantes pudieran dormir cómodamente una siesta sin sentir que el mundo los vigilaba a cada respiración dada. Despertar a Conner había sido demasiado fácil, y la facilidad con la que se había puesto a la defensiva, era un poco preocupante; pero considerando el cuento sin detalles, aunque aterrador, de Lex no podía evitar sentir que era justificado. Ni bien ambos tocaron el colchón, quedaron muertos en vida. Entrelazados de forma posesiva entre sí, con fuerza y protectoramente, había sido la última imagen que se gravó en fuego en la mente de Clark. 

La sede de la Liga estaba llena de sus héroes principales. Batman a la derecha de la mesa y Diana a la izquierda, la cabecera solía ser suya, pero esta vez se quedó al final ya que sería él a quien interrogarían o cuestionarían, aparte quería tener la capacidad de una salida dramática si quisiera. Arthur se encontraba allí, un poco aburrido, un poco queriendo irse, realmente no muy interesado en estas discusiones triviales; Oliver, como de esperarse, estaba con punta a la guerra, mientras que Barry charlaba bajo con Hal* (esos dos eran como uña y carne, si no fuera por el interés amoroso de cada uno específico y porque supiera que al menos Barry tenía descendencia suficiente para llegar a la existencia de Bart, tendría duda sobre su relación (demasiada química chocando)). Le sorprendía la ausencia de Cyborg.

Como era de esperarse, hubo un silencio tentativo instalado hasta que se sentó. Clark no se había dignado a ponerse la ropa de Superman, dado que este incidente le concernía más a “Clark Kent” y no realmente a “Superman”, también era una clara muestra de protesta y, más aún, que nadie debería de meterse en medio en asuntos que no les concernían. Este mensaje se lo hubiera estampado en la cara a Oliver, si pudiera. El rubio no parecía tomar la indirecta o simplemente prefería no hacerlo; le sorprendía que, en base a esto, no hubiera arrastrado a Chloe con él.

— Tanto el clon de Luthor como el de Clark deberían de estar bajo la custodia de la Liga, no sabemos lo peligrosos o volátiles que pueden ser, especialmente considerando por quién fueron creados —. Afirmó con vehemencia Green Arrow, Batman apenas alzó su ceja bajo la máscara, pero su atención se centró en Clark principalmente. 

— Lex no es un clon —. Refutó un poco más brusco de lo requerido.

— ¿Cómo lo sabes? — Aunque Clark estaba listo de saltarle a la yugular a Oliver, se calmó cuando la pregunta, curiosa y sin juicio, de Diana irrumpió cualquier diatriba que el rubio estuviera por soltar.

— Lo sé, simplemente lo sé. Todos estos años, después del psiquiátrico, me parecía que Lex había cambiado, que no era el mismo Lex. Lo atribuí al electroshock que fue sometido, pero ahora... ahora todo tiene más sentido.

— Podría estar engañándote.

— Podría —. Asintió sin dudarlo—. Pero no siento que sea así.

— ¿Lo someterías al juicio de mi Lazo de la Verdad?

— No —. Y el silencio se hizo ensordecedor. La respuesta fue rápida y contundente, lo que casi hace que Oliver hiciera señas de: “¿vieron?”, como si fuera obvio que Clark había caído bajo alguna clase de control mental o incapacidad emocional para desapegarse a una fantasía muy bien planeada. Sea como sea, esto produjo que Bruce se inclinara un poco sobre la mesa.

— Haré una visita y emitiré mi juicio. Si creo que es necesario que Lex Luthor sea sometido al veredicto de Diana, lo permitirás —. Del mismo modo que Clark parecía renuente a dejar que nadie se acercara, también era consiente que de las pocas amistades que Lex tuvo en su infancia, Bruce era la única que a veces mencionaba con cierto cariño desapegado; un recuerdo fantasma de alguien que pudo ser cercano, pero el mundo, en ese momento, no se los permitió. Aparte, ambos tenían cierta aversión por Oliver, lo que hizo que tuvieran un poco más de apego emocional entre sí. Sabía que si alguien se daría cuenta de la veracidad de las palabras sería él, especialmente despues de que entre las pocas noches en las que Clark lloró por la pérdida de su “amistad” con Lex, él mismo mencionó que el comportamiento le parecía fuera de lo esperado. Más cuando tenían intercambios comerciales, casi parecía indiferente a viejos conocimientos, como si fueran desconocidos para su persona y eso, dentro de todo, no era raro. La amistad latente entre los dos había sido fieramente oculta, nadie lo sabía, ni siquiera el mismo Alfred y él sabía todo sobre Bruce. No fue hasta hace un par de años que ese secreto salió a luz.

— Bien.

— ¿Qué? ¿Eso es todo? ¡Tenemos un clon demente de Clark paseando por la calle! —Estalló Oliver.

— Conner no es peligroso —. Aunque no estaba seguro de poder afirmar realmente aquello, podría asegurar que mientras Lex, su Lex, estuviera bien, el niño no tendría razón para declararle una guerra al mundo. Él mismo confirmó aquello. Solo esperaba que la Liga no hiciera nada contra Luthor, porque que Dios los ampare, nadie en este planeta parecía que podría detenerlo, lo sabía porque nadie podría detenerlo a él mismo en ese caso.

— Es un adolescente con poderes.

— Fui un adolescente con poderes —. Resopló—. Puedo ayudarlo hacer el bien, y si es necesario, enviarlo con Garrick para que sea entrenado. 

— Esa suena buena idea —. Secundo Barry, quien por primera vez deja de hablar entre murmullos con Hal, antes de presentarse nuevamente a conversar con susodicho. Parecían que estaban muy entretenidos debatiendo una ficción bastante interesante sobre que Oliver estaba celoso de que volviera el ex mejor amigo de Clark en su vida y entonces este sería desplazado, mientras que Jordan se burlaba argumentando sobre la necesidad de cortar la tensión sexual y que Oliver debería de acostarse ya. La perspectiva de acostarse con Oliver le enviaba un escalofrío y no del bonito. No porque su amigo no fuera atractivo, sino porque era su amigo y uno muy bueno, casi un hermano. Su cerebro traicionero le dijo que Lex una vez fue considerado igual, excepto que sabe que jamás lo fue realmente.

— Si no hay ninguna otra queja, me gustaría volver a descansar. Ha sido un día bastante agotador —. Escuchó a Oliver burlarse sobre el “agotador”, sonando amargado, y recibió una patada por lo bajo de parte de Arthur, quien se había conservado mortalmente silencioso esta vez. No era preocupante, no realmente, pero aun así un poco curioso. El resto aceptó la retirada, saludo y programó con Bruce una idea, mañana por la tarde, llevaría el brunch. Eso le permitiría arreglarlos un poco, también indagó sobre ropa o necesidades que podrían tener; claramente Lex no podría cubrir nada, ya que era, dentro de todo, un fantasma en la vida y Conner legalmente no existía, tampoco. No tenía posiciones materiales, ni ropa. Puede recordar vagamente como estaba vestido Lex antes de irse; con unos viejos sudadores suyos y una sudadera de Met U que lo hacía parecer aún más pequeño de lo que era. Conner no se había cambiado ni duchado desde que llegó, aun conservando la ropa de “paciente” levemente sucia y rancia. Wayne, como siempre, le dijo que no se preocupara y se alejó mientras llamaba a Alfred; sabía que este hombre los salvaría, siempre lo hacía, merecía el mundo al igual que su propia madre.

.

.

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Clark tuvo la decencia de pasar a visitar a Lois antes de ir a su apartamento. Comentó sobre que no iría a trabajar al día siguiente, vagamente diciendo sobre haber encontrado un experimento de parte de Luthor del cual debía de encargarse, pero sin entrar en detalles. Ella supo, rápidamente, que había mucha información retenida, y con un beso en la mejilla, asegurándole que estaría allí para él cuando deseara hablar sobre ello, se despidieron. Hacía tiempo se habían dado cuenta que las cosas no funcionarían, no porque no la amase, lo hacía, solo que no completamente como ella lo merecía. Lois merecía mejor y ese no era él. Conservaban una buena relación después del divorcio, posiblemente más cercana que nunca antes.

Al terminar decidió darle una visita rápida a su madre, con una intención escondida: encontrar su vieja ropa. Era mejor que nada, asumía, y dudaba que Conner deseara ponerse su ropa actual, considerando la negativa; contrario, si le entregaba vieja ropa quizás podía persuadirlo ya que podría mentir diciendo que no era de él. También le urgía ver a alguien que conocía a Lex de antes, antes del desastre, antes del asilo, antes de que todo se desmoronara. Necesitaba gente que avale el cambio, que le diga: “sí, después de esos cambió radicalmente” y entonces, realmente, no sintiera que las palabras de Diana u Oliver tuvieran peso en su vida. La duda, como siempre, era un virus que se aferraba a su sistema.

Martha era una mujer inteligente, siempre lo había sido y, se puede afirmar, que siempre lo será. Ella sospechó de la ceguera de Lionel, pese a que decidió aferrarse a que un hombre no podía ser tan malo, durante bastante tiempo y se sintió engañada; pese a que en el fondo siempre supo lo contrario. Ella siempre fue perspicaz, así que cuando Clark aterrizó en la parte trasera de la granja sin una llamada previa, supo que algo había pasado, algo lo suficientemente importante para volverlo despistado. Ella ya estaba esperándolo con agua lista para un café, doble, cuando él decidió al fin ingresar a la vieja casa. Saludó con un abrazo demasiado efusivo y un beso en la mejilla a la mujer mayor, quien solo le regaló esa ceja alzada que decía: “escúpelo ya, hijo”.

— Fuimos a este viejo laboratorio de Lionel, hoy. Hay una cantidad bastante sorprendente de laboratorios escondidos bajo el nombre de Luthor, te sorprendería, Má —. Comenzó a divagar, mientras se sentaba en la mesa de la cocina y su madre, pacientemente, lo dejaba dar vueltas dado que parecía necesitarlo—. Se suponía que íbamos a recuperar Kryptonita, ¿sabes? Entrar, noquear a los guardias si había y retirar las piedras, para que Luthor, ningún Luthor, pudiera usarlo en mi contra —. Continuó, su mano comenzó a temblar, mientras la pasaba por su cabello indomable. Una, dos veces, a la tercera alzó su vista para ver a la pelirroja canosa verter el agua en dos generosas tazas y tenderle el café recién hecho. Clark lo tomó entre sus manos, más por necesidad de consuelo que otra cosa.

— Pero no fue lo único que encontraron... —, continuó por él, como siempre, perspicaz. Clark alzó sus ojos azules y los clavó en ella, parecía tan joven que rompía el corazón de Martha; asustado, vulnerable y perdido—. ¿Qué encontraron, Clark? — Indagó bajo, con cuidado, mientras extendía su propia mano la posaba, apenas, sobre la de su niño. Un consuelo vago, pero suficiente. Susodicho tragó saliva, desvió la mirada como si se replanteara todo en su vida y luego volvió a centrarla en ella.

— Lex, nuestro Lex.

Martha, para su crédito, no miró a su hijo como si estuviera loco. Solo lo observó, lentamente intentando de descifrar tal frase. “Nuestro”, ¿acaso existía más de uno? Una parte de ella también deseaba regañarlo, Lex no era una posesión, no era de nadie y lo había dejado claro más de una vez. Bueno, algunos afirmarían que era de Lionel y eso, más allá de ser perturbador, era claramente falso y él mismo se encargó de demostrarlo. Luthor nunca será posesión de nadie. Y mientras buscaba respuestas a preguntas sin formular, vio la esperanza filtrarse, cruda y tangible. Entonces entendió que significaba, Lex, aquel que fue el amigo de Clark y que hubiera dado todo por él, no el monstruo (aunque ella se negaba a considerarlo tal, solo era una persona rota, demasiado rota) en que se convirtió y entendió todo. Su rostro se suavizó, como si estuviera por hablar con un animal herido, que cree aún en la humanidad, pero teme acercarse después de ser lastimado tantas veces.

— Clark, cariño, ¿a qué te refieres?

— ¡Lex!, estaba encerrado allí. Su padre, Lionel —, comenzó, demasiado eufórico, mientras se alzaba y caminaba nerviosamente por el pequeño lugar que conformaba la cocina. Martha lo dejó, mientras fruncía su ceño demasiado confundida—, Lionel, ¿puedes creerlo?, lo encerró allí. ¡Clono a su hijo y lo encerró por no ser un buen perro obediente!, así que creo al perfecto, al Lex que hemos conocido estos últimos diez años.

— ¿Clonó?, Clark, detente, no puedo seguirte —. Cortó la mujer, fácilmente, mientras extendía su mano para enfatizar el punto de que la estaba mareando. El niño prácticamente podría hacer un agujero en el suelo de su ir y venir tan lleno de energía nerviosa, Martha dudaba que no explotara pronto —. Hijo, siéntate y explícame lentamente qué sucedió hoy.

— Lo siento, Má —. Y Clark se desplomó en la silla otra vez, haciéndola crujir un poco bajo su peso, pero no lo suficiente como para romperla. Tomó el café otra vez entre sus manos, bebió un trago y luego suspiró de forma ruidosa—. ¿Recuerdas cuando lo llevaron al manicomio? ¿Cuándo papá me prohibió rescatarlo? —. Preguntó, con cuidado. Había sido un momento bastante tenso, porque Lex sabía su secreto y eso ponía siempre a la defensiva a Jonathan, que en paz descanse, pero que era un paranoico de primera y Martha a veces detestaba la terquedad del hombre—. Lionel encargó electroshock para su hijo, para hacerlo olvidar las últimas semanas, si no meses, en espera de que Lex dejara de cazarlo. ¿Recuerdas su paranoia inducida por las drogas? ¿Por qué se estaba acercando a un gran secreto de Lionel? —, su madre solo asintió, pero no agregó nada—, intenté salvarlo, sabes que lo hice, pero no llegué a tiempo y creí, creí que había funcionado, ¿sí? Volví días más tarde y él estaba tan confundido, no parecía recordar nada así que lo dejé. No tuve que dejarlo Ma, no tuve —. Su voz se agrietó y unas lágrimas se escaparon. Martha no lo soportó más, arrulló a su hijo abrazándolo y atrayéndolo a su pecho, como cuando era un niño pequeño.

 — Hiciste todo lo que pudiste, eras un niño Clark.

— ¡Ese es el punto!, ¡no lo hice! Tenía tanto miedo de que pudiera recordar mis poderes que no indagué más, no me opuse cuando decidió irse a Metrópolis a seguir a su padre, como si él estuviera colgado en la luna y fuera un maldito dios —, la maldición tomó por sorpresa a la mujer, pero no dejó de hundir sus dedos en el grueso cabello de su hijo, pese a su arrebato emocional—. Debí darme cuenta que el Lex que salió de ese lugar no era mi Lex, nunca lo fue, y él quedó encerrado para ser un conejillo de indias de su padre y luego de su clon malvado —. Continuó, con tanto pesar que parecía que llevaba la carga del mundo entero sobre sus hombros, lo hacía en cierta medida. Martha no se perdió el énfasis posesivo y hubiera reclamado, si no fuera porque en este punto era el menor de sus males.

Todo lo vivido posteriormente, toda la locura, toda la maldad encarnada salida de Lex, de Luthor, ahora quería encontrar una justificación. Ella no estaba segura de que existiera tal, sea o no un clon aquella persona con la que han convivido estos últimos años, seguía siendo Lex; en el fondo, podría haberse convertido en ello, todos lo sabían. Bueno, ella y Jonathan lo supieron, Clark siempre fue más inocente en ese término. Las garras de Lionel siempre se clavaron profundo en el alma de la gente y si no las destruye, las corrompe. Ah, ahí estaba ella, intentando de hacer lo que dijo que no haría: justificarlo.

— ¿Cómo sabes que aquel que estaba en el laboratorio no es el Clon, Clark?

— ¡Lo sé! —, estalló al fin, alejándose de su madre, limpiándose las lágrimas con violencia y levantándose de la silla, arrastrándola un poco y enfatizando su berrinche—. Todos me preguntan lo mismo, pero realmente no sé cómo explicarlo, solo lo sé. Nunca sentía a Lex como Lex, por eso no me fue tan difícil ponerme en su contra y alejarme; aunque intenté mucho tiempo por no hacerlo, en el fondo, sabía que no era él... debes de creerme.

— Te creo.

Y eso fue todo lo que necesitó para desinflarse. Martha se encontró sorprendida de darse cuenta que su afirmación era real, realmente le creía. Se sentó, otra vez, y bebió su café en un silencio relativamente tranquilo, al menos durante los siguientes cinco minutos.

— Tengo un hijo —, soltó, luego, sin poder contenerlo demasiado. Martha, que estaba sorbiendo su café descafeinado, casi se atraganta. Se gira para mirarlo como si acabara de crecerle una segunda cabeza y abre su boca, para indagar más, pero antes de poder decir una palabra, Clark continúa (ya podía imaginarse preguntándole si había dejado embarazada a Lois, no quería que se hiciera ideas equivocadas de la situación)—, un Clon, mío y de Lex —. Bien, su madre parecía que tendría una aneurisma, bien hecho Clark; estaba seguro que si su padre viviera y escuchara esta noticia, ya estaría buscando su escopeta—. Mi sangre, la que sacaron cuando me enfermé, Lionel la usó para crear replicas mías, pero eran inestables así que la mezcló con ADN humano, pero si el ADN no estaba mutado, creo, no sé si es por las cualidades curativas solamente que tiene Lex, como sea, solo el ADN de Lex podía estabilizarlo lo suficiente así que sí, tengo un hijo. Bueno, tuve varios, ¿creo que 5?, pero solo uno sigue vivo —. Soltó rápido, sin respirar y luego tomó una bocanada de aire. Observó la boca abierta de la Señora Kent, que parecía no poder procesar lo dicho; no la culpaba—. Su nombre es Conner, poco he visto de él, pero es igual a mi cuando tenía su edad; ¿trece?, parece de quince o dieciséis años, pero siempre me vi más grande de lo que era, así que asumo que debe tener trece años. Considerando que Lex lleva diez años allí y eran despertados a los cinco años, sí, creo que sería la edad correcta —. A Martha no le daban las cuentas, pero asintió vagamente.

El silencio fue ensordecedor. Ella no dijo nada, Clark siguió envolviéndose en la idea real de que era un hijo, Conner, un hijo. No, un Clon, ¿un hijo? Dios, no entendía nada ya. Si era un clon, ¿eso no lo convertiría en su hermano? Le gustaba más la perspectiva de tener un hijo en conjunto con Lex, pero a su vez era tan jodidamente retorcido. Todo era un desastre. Pasó su mano por su maraña de cabello y decidió no intentar racionalizarlo. Sabía que Conner llamaba a Lex padre, sabía que el niño jamás lo llamaría así a él y eso era todo lo que necesitaba saber por ahora. Pero le encantaría que llamara a Martha abuela, realmente, porque ella merecía nietos y dadas las circunstancias, sería lo más cercano que jamás tendría a uno.

— ¿Podré conocerlo?

— Cuando estén listos —, prometió. La voz esperanzada de su madre hacía que todo fuera un poco más fácil. Luego se desvió la conversación a cosas más mundanas; su trabajo, su relación rota con Lois, su equipo extracurricular. Él comentó lo de la ropa y rebuscaron entre las cajas viejas, consiguiendo algunas prendas antiguas de Clark. Aún olían al jabón que Martha usaba en esa época, trayéndole recuerdos agridulces, pero recordándole que, si alguien podía sobrellevar esta situación, era él.

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Regresó a su apartamento con varias bolsas de ropa vieja –incluidas algunas prendas de Jonathan para Lex-, y cinco cajas de pizza siendo equilibradas en su mano. Creía que era una buena idea, alimentarlos con la mejor comida chatarra del universo; estaba seguro que Conner jamás tuvo el placer y que, Lex, pese a estar en contra anteriormente a esta clase de consumo, estaría gradecido de algo tan mundano como el capricho del queso grasoso. Había pedido la favorita de Lex, caprese; este lugar en particular colocaba unas buenas rodajas de tomate, jugosas y muy sustanciosas, lo que haría que la boca se le hiciera agua de solo verla. También una común con doble queso y luego pidió pizzas a medias, para que el niño probara; napolitana, con salami, anchoas y hawaiana (solo por el placer de ver la cara arrugada de Luthor al ver tan aberración). Con un poco de dificultad pudo abrir la puerta de su apartamento y fue recibido por el sonido bajo de la televisión encendida. Sus invitados estaban allí, en la sala/comedor/oficina/cocina, donde se habían posado cuando recién llegaron a su morada.

El sofá, frente al televisor encendido con caricaturas reproduciéndose, estaba siendo ocupado por el dúo de Luthor. Lex había conseguido la laptop de Clark y había descifrado su contraseña de inicio, al parecer. La equilibraba entre el brazo del sofá y una de sus piernas, mientras que la otra estaba siendo usada como almohada de su hijo indómito; quien estaba a mitad de cuerpo acostado en el sofá y la otra mitad pasaba sobre el apoyabrazos dejando sus piernas flotar y moverse de forma nerviosa. Ninguno de los dos se giró para darle la bienvenida, ayudarlo o siquiera hablarle; aunque era claro que habían notado su presencia. Conner se erizó, esperando cualquier señal para atacar. Lex cuadró sus hombros, pero no dejó de hacer lo que sea que estuviera haciendo. Esperaba que el olor de la pizza calmara las fieras. Así que dejó las bolsas junto a la puerta y se movió para depositar las cajas en la mesa ratona frente a ellos; no dispuesto a obligarlo a moverse de su lugar asignado. Abrió una tapa y el niño prácticamente se lanzó para arrebatarle el alimento, lo que produjo una risa involuntaria propia y fue allí cuando el calvo al fin despegó su vista de la notebook y miró la escena, con un fantasma de sonrisa.

— Espero que una de esas sea caprese, Kent —, la voz fue seria con un deje de burla. Y se sintió tan cotidiano, tan común y como si jamás hubieran dejado de hacerlo que Clark, solo por unos momentos, se olvidó que acaba de sacarlo de un laboratorio donde pasó más de una década y que tenía un jodido hijo clonado; que esto era algo común, que siempre estuvieron allí, en su apartamento compartiendo pizza y nada más era anormal. No. Clark se aseguraría de que fuera así, que esta fantasía se volviera real e inamovible; aunque joder, tenía un gran camino por recorrer, empezando porque Lex ahora realmente, legalmente, no era nadie y eso, sabía que traería una tormenta arrasadora. Sin contar de la sombra gigante de "Alexander" filtrándose en cada grieta.

 

 

 

Notas finales:

*Aunque técnicamente el linterna de esta línea es John, que me encanta John, no se equivoquen, lo cambié por Hal dado que amo mucho su dinámica con Barry y si puedo añadir un pedazo pequeño de otras ships, hombre, lo haré. No pongo a Michael y Ted, porque están en Smallville y no son nada que ver a los de la ship que tengo, pero sino también estarían ahí con apariciones esporádicas (??).

Solo para que quede constancia, sí, me iré por las ramas y seguramente todos los pjs serán ooc, perdón.


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