De alguna manera había descubierto la existencia de ese lugar e inmediatamente sintió la necesidad de llevar a Haru. Quizá era demasiado obvio tomando en cuenta la fascinación que tenía por aquella criatura, pero realmente quería acompañarlo y compartir con él algo que disfrutaba.
Fue difícil hacer espacio en sus agendas para organizar la visita y quizá Rin era el más emocionado. No era especialmente fanático del pez de las profundidades, pero estaba ansioso por ver la reacción de Haru una vez estuvieran ahí.
Por supuesto la emoción podía verse en sus ojos en cuanto los dientes afilados y los pequeños ojos sobre ellos los recibieron en la puerta principal. Rin debía admitir que por extraño que Hosoe-so-kun le pareciera la decoración era impresionante y le daba cierto toque adorable al lugar.
Pero no era lo único fascinante que el parque tenía para mostrarles, pues cada uno de los espacios en el interior estaba detalladamente decorado como los diversos escenarios del juego.
Habían jugado juntos en varias ocasiones y le sorprendía el nivel de detalle que había en la decoración, incluso tenían algunas botargas de los diferentes personajes dando la bienvenida e interactuando con los visitantes.
—Sé que Hosoe-so-kun es tu favorito, pero debes estar ansioso por ver a los demás también —rascó su nuca unos instantes mientras miraba a las criaturas cerca de ellos—. Anda ya, solo decide con quien te tomarás foto primero...
Haru no tardó en acercarse a una de las tantas criaturas que estaban cerca con ese peculiar brillo en los ojos cuando hace cosas que ama. Y por más que intentara parecer avergonzado por estar ahí Rin no podía evitar sonrojarse cada que su novio mostraba lo feliz que estaba.
Tomó varias fotografías con los personajes que se encontraban a su paso mientras recorrían las diferentes atracciones. Había juegos mecánicos, de habilidad, arcade y una exposición sobre animales marinos de las profundidades.
No habían perdido ni una sola oportunidad para demostrar quién tenía mejor puntería o capturaba más peces, quien tenía los mejores movimientos y trucos para derrotar a su oponente o resolvía más rápido los laberintos y llegaba al nivel más alto.
Luego de haber recorrido el parque se dirigieron a la zona de comida, tenía gran variedad platillos e incluso un menú infantil especial con un regalo incluido.
—¿Vas a querer el menú infantil? —intentaba provocarlo un poco y quizá avergonzarlo con su sugerencia.
—Puedes conseguir tarjetas y figuras exclusivas —Haru parecía serio al respecto, no había duda en su voz y pronto su mirada se posó en Rin—. Si también pides el menú infantil serán el doble de oportunidades.
—Agh, maldición... —hizo una mueca de molestia intentando disimular lo adorable que estaba siendo Haru, no podía negarse luego de la forma en que lo miraba—. Al menos pide algo normal también, estoy seguro de que las porciones no son las adecuadas para nosotros...
Apenas podía creer que haría algo como eso, pero la expresión emocionada y más que satisfecha en el rostro de su novio mientras le mostraba los regalos que obtuvieron y le explicaba algunos detalles sobre los personajes valía totalmente la pena.
Su sonrisa era amplia mientras Haru ignoraba por completo la comida frente a él siendo consumido por completo por la emoción de las figuras que agregaría a su colección. Él mismo no había sido capaz de pensar en la comida por lo absorto que estaba en Haru.
—Vayamos a la rueda de la fortuna antes de volver a casa —tímidamente su mano viajó por debajo de la mesa hasta encontrarse con la de Haru.
—¿Podemos pasar a la tienda de recuerdos también? —sujetó su mano presionándola suavemente mientras su mirada no se despegaba de las figuras, demasiado avergonzado por la manera en que Rin lo miraba para hacer contacto visual.
—Solo si prometes que no llevarás más de lo que puedas cargar —sus ojos no podían despegarse de Haru ni un instante; amaba todo de él, incluida su extraña fascinación por los animales marinos peculiares.
Por fin sus miradas se encontraron, como si nada alrededor existiera. La suave risa de ambos se escuchó como un eco a oídos del otro y nada más que el suave toque de sus manos los mantenía en la realidad.
Quizá Deep sea crossing y sus personajes eran extraños, pero hacían feliz a Haru y eso era lo único que importaba.