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Noche eterna... por Doki Amare Pecccavi

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Cap. 3: El enano trabajador

 

Mejor no comentar nada de lo ocurrido en la madrugada, Gerard tomó sus libros bajo el brazo, dejó que la abuela acomodara su saquito zurcido, después peinó su cabello negro de ensueño.

 

Mikey llegó a la cocina un poco adormecido, la abuela se apartó con cariño de Gerard para besar en la frente de su niñito más pequeño. Rubio pequeño de ojos verdes, las mejillas pálidas y las pestañas espesas llenas de lágrimas por el sueño.

 

—  Michael, mi pequeño flojito... ¿Por qué aún no estás vestido para ir al colegio? —  Gee jaló del delantal de la anciana, y ella entendió. — ¿Quieres faltar hoy? ¿Qué te parece si me acompañas a la casa de la señora Rosie?

 

El pequeño asintió con alegría, miró a su hermano, también le sonrió. Gee un poco encantado, pensó que Mikey no le hablaría pero que mejor que se le hubiese pasado ese mal enojo.

 

—  Diviértete Mikey, prometo pedir los apuntes de tu clase, adiós abuela. —  Corriendo, Gee, salió de la casona vieja de gran portón.

 

Gee pensó, que hoy tampoco él iría al colegio.

 

.*.

 

Reposando el cuerpo, su único recuerdo de antaño; el sol ahogándose entre las nubes blancas, tan maravillosas.

 

Cuando niño, pensaba que el ser adulto sería lo más grandioso del mundo, “Ella le alentaba a alimentarse” decía que al crecer tendría una hermosa familia, después de sus sueños un encuentro cercano con alguien que ya ni recordaba, mucho miedo entonces, todo desaparecía. Sabía un poco más.

 

Tiempo de inconsciencia... un hombre joven le cuidaba, entre despertares le platica cosas sin sentido que ahora comprendía perfectamente. El tiempo paso, él encerrado en aquel lugar, cuando notó, cuando se dio cuenta, cuando los años pasaban y sus manos no se hacían grandes, ni se ensanchaban sus hombros, ni su voz se endurecía.

 

Cuando se preguntó sobre las meriendas extrañas que nunca recordaba, fue cuando se dio cuenta que el tiempo no pasaría para él, que los años habían dejado de tener importancia. No más sueños celestiales, ya muy tarde para dar marcha atrás.

 

El día y la noche, cada tanto tiempo, juntos; sus ojos avellana se abrieron, la posición que le entumecía fue rota, abandonó su lugar de criptas modernas, un sótano olvidado, al igual que la casa a la que pertenecía. Aún estaba confundido por lo de la noche anterior ¿Tenía él acaso el poder de curar? ¡No! Apenas si podía hacerlo con él mismo.

 

– ¡Maldición... si no hubiese ido, no me estaría atormentando ahora! –  Pero la duda no era lo único que le hacía ponerse nervioso, recordó al niñito regordete que protegía al desahuciado. Le recordaba tan ingenuo y bonito... le recordaba su infancia utópica, se preguntó; ¿Yo también habría protegido a seres querido?

 

Caminando por la calle, a oscuras, una víctima segura, ahí donde los hombres y las mujeres promiscuas pierden la cordura, bonito lugar para perder gente, y nunca encontrarla. Los hombres, en su mayoría con sombreros cortos, chalecos o trajes sastres, un barrio de mezclas, pobres y no tan pobres. Se paró, simulando esperar a alguien, la noche era joven y muy posiblemente tendría que esperar mucho para tener a alguien cerca, absorto en pensamientos mientras miraba aquella figura...

 

–  "Pobre vida..."– Un enano ayudando a descargar botellas de vino. –  "Ya de noche y aun trabajando... "

 

.*.

 

– ¿Tu abuela no lo sabe? –  El pequeño negó con la cabeza... no era la primera vez que, hacia ese tipo de trabajos, el señor dueño del negocio, un hombre demasiado ambicioso y lascivo, haría cualquier cosa por ahorrarse unos centavos...– Mira niño, si prometes no contar a nadie que te he puesto a trabajar seguiremos en esto.

 

–  Yo lo juro, no, no se lo contare a nadie, pero por favor...– 

 

–  Será sólo porque sé que nenecitas el dinero... pero oye bien esto... vete buscando algo más para tu edad.

 

El niñito sonrió, la paga del viejo siempre era buena "para un niño de su edad" con sus manitas blancas comenzó a acarrear las cajas, una por una, el viejo no le había puesto límite de tiempo, ese señor tan bueno, le había pagado por adelantado para reponer la medicina de Mikey, también le había dejado ir a la escuela a medio día para recoger sus apuntes y los de su hermano. Hombre tan bueno; quince minutos de descanso cada tres horas para poder adelantar sus tareas escolares.

 

.*.

 

Ese perfume a vida combinado con alegría y cansancio...

Con sus ojos avellana miró al enano trabajador.

 

–  "Debo estar imaginándolo"– Las manos del enano temblaban, rojas y ya con visibles llagas, un gorro para cubrir su rostro, el paliacate, rojo sangre, a medio rostro para mayor seguridad – Debo dejar de pensar en “eso”.

 

¿Y qué perdía si se aseguraba de que todo era una ilusión...?

 

.*.

 

– ¿Te conozco...? –  Cuestionó alguien a su espalda – ¿Te conozco de algún lado?

 

Gee sin intenciones de voltear, si le descubrían decepcionaría al dueño del negocio, ya había acabado de cargar las cajas de comida, las de copas, también su nueva reserva de vinos, sólo tres cajas de cosas para la cocina y todo estaría terminado.

 

– ¡Dime! ¡Que no tengo tu tiempo! –  A ese mal nacido que no facilitaba las cosas... lo habría convertido en su cena, de no ser porque... los enanos no le apetecían.

 

Gee echó a correr con la caja, apenas si podía... apenas si sus piernas le respondían.

 

– ¡Maldito...! –  corrió tras él, poderes y un cuerpo menos agotado, acorralado en segundos. Jaló a Gee y la caja cayó al suelo, su gorra se desprendió de su cabeza, el paliacate fue arrebatado...– ¿Qué haces aquí?

 

–  Lo siento... no debo hablar con extraños...–

 

¿Y encima de todo el mocoso le había olvidado...? Sin cuidado jaló al pequeño de una mano, las llagas dolieron más, no sabía hacia donde, no sabía del por qué, de esa atracción espiritual.

 

–  Por favor... suélteme, necesito acabar con esto... mis cosas están dentro del local..., no puedo marcharme si ellas "He trabajado tanto por eso..."

 

–  Yo las llevo – Empujó al niño y fue directo a las dos cajas dentro de la carroza de carga, también tomó la que Gee había tirado...– Más te vale que vayas por tus cosas ¡Ahora...!

 

–  Sí...– Dijo el niño y echó a correr. Ese hombre ayudando en su trabajo, parecía bueno y además... había curado superficialmente a Mikey.

 

 

 

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«. ·°·~*~No te busqué'~*~·°·. »
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