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Muñeca por AdriRdC2406

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Notas del capitulo:

Nota del capítulo original: He recibido mucho amor por este fic y quiero agradecerles a todos por ello hasta ahora :>

La próxima vez que Chiffon habla con él es cuando finalmente se acercan a la entrada del Castillo de Whole Cake, terminando su paseo por el corazón de la Ciudad Dulce, que había sido una experiencia de visualización interesante. La gente, una vez más de cada carrera, bullía, algunos apuntando y gritando tanto bien como mal en el carruaje. Ace está seguro de que tiene algo que ver con el ceño oscuro del que puede deshacerse.

A medida que el carruaje comienza a parar es cuando Chiffon habla. –¿No es hermosa la ciudad? –Lo primero que dice desde que hizo enojar a Ace.

Los ojos de Ace se pasean alrededor del paisaje. –Supongo.

El intento de conversación muere allí. Es un silencio entre ambos y clamor de las multitudes de afuera mientras el carruaje pasa por una puerta que Ace presume conduce al Castillo. No sabe cuándo el próximo lado se podrá poner un pie fuera del lugar, por lo que aprecia el aire fresco en tierra firme, por lo que aprecia el aire fresco en tierra firme mientras pueda antes de que el carruaje se detenga al pie de una gran escalera.

Chiffon está ansioso por ponerse de pie y abrirle la puerta. –Vamos, Ace, estoy segura de que ha sido agotador, pero tu viaje casi ha terminado.

Ace estaría minando si dijera que no estaba al menos cansado. Se traga la terquedad, se levanta y sale del carruaje. Ahí está un taburete y todo, dejados por unos pequeños guardias que parecen piezas de ajedrez.

Sigue a Chiffon hasta las escaleras y sube los amplios escalones. Mantiene la cabeza gacha y los brazos cruzados sobre su pecho. Su estómago se siente como si se estuviera digiriendo a si mismo por los nervios.

Chiffon le devuelve mirada, con una sonrisa natural en su rostro plano. –¿Estás ansioso?

Ace la mira y se cruza de brazos. –…No lo sé –Dice secamente. Es una cosa sentir los nervios comiéndoselo vivo, otra muy distinta es admitirlo en voz alta. Pero el aleteo en su estómago es tan malo que no puede negarlo.

La sonrisa de Chiffon cae un poco, hasta el punto en que sólo tira de las esquinas de sus labios, y no levanta sus mejillas. Como si la sonrisa fuera forzada.

Suben las escaleras hasta llegar a la cima, y la gran puerta del Castillo está a sólo unos metros de él. Más tipos de aspecto de ajedrez están estacionados frente a el, y viendo la llegada de Chiffon y Aces, trabajan para abrir la enorme cosa.

Mientras se abre con un chirrido lento y climático, el rostro de Chiffon cambia. Ella toma sus hombros y lo obliga a mirarla. –Ahora parecerá que todo el mundo está en tu contra, Ace. Si surge alguna oportunidad, pase lo que pase, tómala y vete de aquí.

Los labios de Ace se tensan dolorosamente al escuchar eso, y sus dedos se aferran a sus pantalones, cerrados en puños sudorosos.

–Lo siento –Dice –Pero no sé adónde iría si lo hiciera.

Chiffon lo mira con nostalgia y parece como si quisiera decir algo, pero antes de que pueda, otra persona se les acerca desde la puerta que se abre del Castillo.

Una mujer delgada y muy alta que, una vez parada junto a Ace y Chiffon, se balancea para levantar la cadera y cruzar los brazos.

–¿Es él, Chiffon? –Ella dice, su tono breve coincide con su cara amarga y angular.

Chiffon se vuelve hacia la mujer y la mira con una sonrisa. - ¡Claro! Ella chirría –El mismísimo Portgas D Ace. ¿Eres tú quien lo escolta a su habitación, Galette?

La mujer, Galette, golpea impacientemente con el dedo enguantado la curva de su codo. –Asi es. Ese tipo de Tamago iba a hacerlo, pero todo ha sido agitado preparándose para esto, así que mamá me pidió que fuera en su lugar.

–Suenas molesta.

–Hay muchas otras cosas que preferiría estar haciendo.

Chiffon agita su mano despectivamente. –¡No seas así, Galette, es nuestro nuevo cuñado! Ace es encantador una vez que lo conoces.

Ace le mira con una ceja levantada. Ace ciertamente no le ha mostrado ningún tipo de "encanto", así que él no sabe de dónde sacó eso.

Galette no pelea con Chiffon por nada de eso, sólo suspira y mira a Ace, que la mira a los ojos. Hay una diferencia significativa de altura entre los dos. Ace está ciertamente acostumbrado a eso en el barco de Barbablanca, pero la vibra es completamente diferente aquí. Esta mujer se siente increíblemente intimidante, literalmente mirándolo así.

Ella suspira. –Ven, Ace. Te mostraré tu habitación.

Chiffon pone su mano sobre su hombro y lo da una palmada afirmativa. –Si no te veo en los próximos días, te veré en la boda –Dice –Te veré cuando te vea. Y no olvides lo que te dije –Ella termina con un guiño.

Maneja una sonrisa apretada, sin sentir una completa animosidad hacia ella. –Sí, gracias.

Chiffon se despide y Ace se queda con la mujer aterradora que se eleva sobre él y no tiene miedo de dejar claro lo molesto que cree que es.

Ella no le dice ninguna palabra adicional antes de que ella empiece a caminar hacia el salón principal. Eso está bien para Ace, extrañamente, hoy sólo ha tenido cierta paciencia, y ya la ha gastado toda. A pesar de su rabia, su primer instinto con cualquier persona nueva es ser educado, y por su aspecto, no tendrá que agotarse con modales con esta mujer.

Decidió ignorar el eco retumbante de la enorme puerta cerrandose, sellándolo dentro de esta gran jaula cubierta de glaseado.

En silencio, sigue a la dama grande, manteniendo la cabeza relativamente baja y los ojos fijos en sus pies, observando hacia dónde va. 

Atraviesan pasillos y vestíbulos y suben en linea recta y en espiral. Es un laberinto que recorre el lugar, no hace ningún esfuerzo para recordar nada de ello. 

–¿Así que me llevas a mi habitación? Ace habla después de un tiempo. ·¿No hay cena ni nada?

Galette responde –¿Tienes hambre?

El estómago de Ace gruñe.

–...No.

Ella se da vuelta hacia adelante y sigue caminando sin ser disuadida. –Habrá algo para ti por la mañana. Estoy segura de que a mamá le encantaría reunirse contigo lo antes posible.

–Suena genial. –Dice lo más sarcásticamente posible.

—————

El resto de la caminata es silenciosa, al igual que el resto del paseo con Chiffon en el carruaje. No sabe qué hacer, qué pensar, qué decir, incluso cómo sentirse. No sabe cuál es su posición respecto a esta gente, qué se le permite y que no se le permite saber y lo que puede y no puede preguntar. Esta seguro de e que hacer un agujero en la pared más cercana sería lo mejor para ayudarlo a sentirse mejor en este momento, pero, ahora siendo un prisionero aquí, no está seguro de si se le permite siquiera salirse de la línea.

Debieron haber subido incontables escaleras y más laberintos de pasillos antes de dar la vuelta a la última esquina. Es un callejón sin salida con una puerta a lo largo de la pared izquierda al final. Una puerta alta, una por la que parece que podrían pasar a varios de el mismo, verticalmente. Parece estar hecho de chocolate a cuadros.

Galette sigue caminando por el pasillo, y Ace duda antes de seguirla. Se tropieza un poco para recuperar esa distancia y se detienen en la puerta.

Ella se vuelve hacia él. –Esta es tu habitación, donde te quedarás esta noche y, tal vez, el futuro previsible.

Ace levanta una ceja. –¿Tal vez?

Galette lo mira con total transparencia. –No sé cuáles son sus planes para después de la boda.

Ace quiere reaccionar con la cantidad apropiada de horror que le produce la implicación, pero se las arregla para mantener los labios apretados.

Sin embargo, el tema cambia rápidamente, por lo que Ace no podría profundizar en él incluso si quisiera. –Hasta donde yo sé, no se te permitirá salir hasta mañana por mañana. Esa suele ser la regla.

–¿Y qué me detendrá?

Galette le frunce el ceño. –Crees que eres muy listo ¿No?

Ace no responde a eso, sólo mantiene los brazos cruzados y la mirada fija en el suelo.

Después de unos momentos, su ira disminuye. Ella suspira y pone las manos en sus caderas. –Lo que sea, ya terminé aquí. Tengo trabajo que hacer. –Ella pasa junto a él y comienza a alejarse, el sonido de sus tacones comienza a alejarse. –Si necesitas algo, seguro que tendrás un amigo que preguntar, listillo.

Dobla la esquina y el sonido de sus tacones hace eco a través de las paredes hasta que se desvanece por completo.

Y de repente, se encuentra solo en el pasillo y la sensación es horrible. Hay un silencio que ahora cubre todo su entorno, tan silencioso que puede oír sus latidos de su corazón en sus oídos. La sensación de malestar de antes está empezando a volverse común medida que regresa, y el sombrío indicio de su futuro que esa mujer dejó escapar no le está haciendo ningún favor.

Sin embargo, todavía siente que algo lo está viendo.

Al no tener nada que hacer más que lo obvio, levanta la mano y envuelve sus dedos alrededor de la desagradable manija de la puerta dorada. Todas las acciones son subconscientes, pero antes de que pueda bajar la manija, una voz suena a centímetros de su cara.

–¡Debes ser el prometido de Katakuri!

Ace nunca había sentido un peor pico de adrenalina en su vida por el jumpscare. Grita maldiciones a medida que cae hacia atrás, de bruces. Es una reacción vergonzosa, pero sintió como si su alma dejara su cuerpo. Su cabeza gira por el pasillo, buscando la fuente de la voz. A su derecha está la pared plana, a su izquierda está el tramo del pasillo, pero no hay nadie a la vista. 

No hay alma a su alrededor. Pero jura que esa voz estaba justo delante de él.

–¡Oh, lo siento mucho!

Ace jadea y salta al oírlo de nuevo. Gira su cabeza hacia adelante y hacia arriba, de vuelta a la puerta, y sus ojos se abren increíblemente al ver una cara entera en la puerta de madera oscura.

–¡Se me olvidó por completo que no debes ser de aquí! Probablemente no hayas visto algo así antes.

Qué carajo... –Ace está jadeando por el shock y la caída. –¿Quién carajo eres?

La cara, ausente del tono de piel, sólo ojos de caricaturescos, una boca y una nariz prominente, sonríe de par en par. –¡Soy la puerta de su habitación, señor prometido! ¡Una vez más, siento mucho haberte asustado!

Ace todavía está completamente tenso y en guardia, incluso alcanzando inconscientemente la daga que suele llevar en su cintura, pero la sorpresa y el miedo inicial está empezando a calmarse. –¿Qué eres, algún tipo de habilidad de la fruta del diablo?

El rostro se anima. ¡Oh! ¡Eres perceptivo! Sí, soy producto de la fruta del diablo de mamá ¡La Fruta del Alma! ¡Yo soy lo que llamarías un amigo~!

Ace se da la vuelta y se pone de pie, sacudiéndose los pantalones. Recuerda que la mujer Galette había mencionando esa palabra ¿Es realmente de eso de lo que estaba hablando? –Fruta alma alma ¿Eh? ¿Esa es la fruta que tiene la vieja bruja?

El rostro pasa de su sonrisa a un ceño fruncido. –No debería llamarla así, señor prometido. Especialmente no en su propia casa.

–No me llames así –Se burla Ace, molesto. No necesita que le recuerden cada dos frases que es, de hecho, un prometido.

La sonrisa vuelve. –¡Bueno! ¿Cómo debería llamarte entonces?

Ace se pregunta qué es más loco: dar su nombre a una puerta después de que está lo pide, o que su primer instinto sea no proporcionarlo con el único propósito de ser obstinado. A una maldita puerta.

–...Ace.

– ¡Encantado de conocerte, Ace!

–¿Puedo entrar en mi habitación ahora?

La manija se inclina hacia abajo por su cuenta y la puerta se abre al dormitorio. –¡Por supuesto, bienvenidos!

Va a ser muy difícil acostumbrarse a eso, Ace decide mientras obliga a sus pies a avanzar hacia adelante en la habitación.

–Desafortunadamente, no puedo encender las luces para ti, ya que no tengo manos ¡Pero debería haber un interruptor justo a tu izquierda!

La extensión de la oscuridad implica que la habitación es grande, y hay algunas ventanas cerca del otro extremo que deja entrar algo de luz de la luna, pero él va a accionar el interruptor y dejar que se encienda la lámpara de araña del techo.

No traiciona sus expectativas, ni un poco. Es como algo sacado directamente de un cuento de hadas. Muebles de madera ornamentados que incluyen mesas de consola, tocador y armarios, y una mesa de té con dos sillas en el medio. Hay otra puerta doble en la pared del fondo, justo delante de donde está parado ahora. Pinturas a lo largo de las paredes que no le sorprenderían si cuestan más que su maldita recompensa. Una hermosa lámpara de araña que parece estar hecha de algún caramelo cristalizado, y mierda santa, ese es el techo más alto que ha visto en su vida. Lo más destacado de todo tiene que ser la cama más grande que jamás haya visto en su vida (bueno, aparte de en la que dormía Barbablanca), con un impresionante dosel de madera y un grueso colchón y sábanas envueltas y cubiertas con tantas almohadas y mantas que parece caer en ellas lo tragaran entero.

La realidad de que esta es su nueva habitación, donde se espera que viva, haría a cualquiera absolutamente extasiado, incluso él normalmente. Pero, por alguna razón que ni siquiera él sabe, eso sólo hace que ese sentimiento de malestar que se revuelve en sus entrañas sea aún peor.

Este lugar es apto para que viva la realeza, y él es lo más alejado de la realeza. Se siente increíblemente fuera de lugar, y hace que el miedo se acumule en su estómago.

 

La puerta se cierra por sí sola detrás de él y la cara aparece por dentro. –¿Qué pasa Ace? No te gusta tu habitación?

 

No, no pertenezco aquí

No merezco nada que valga ni una fracción de todo esto

–Es sólo que... –Lucha por hacer las palabras. Es como si la miel estaba atrapada en su garganta, impediéndole incluso respirar con facilidad. –No estoy... realmente acostumbrado a esto.

–Ah, ya lo entiendo –Suena –Estas acostumbrado a ensuciar los barcos piratas. Tu anterior capitán también era un emperador ¿No? Es una pena que no te hayan mimado allí.

–N-No –Ace se dirige a la puerta –Barbablanca no era codicioso; esto, no era su estilo... –No tiene sentido defender a su capitán ante una puerta, incluso él sabe que el ir y venir no tiene sentido. Sus palabras ni siquiera transmiten la ira que probablemente deberían contener. Ace es del tipo que defende a los que ama hasta los confines de la tierra, incluso si eso lo matara, por lo que es desconcertante incluso para sí mismo que no esté destrozando esta cosa. Su primer instinto es defender a Barbablanca, defender la marca que ha tallado en su espalda, pero el hombre también destrozó su confianza en todas las formas imaginables. ¿Por qué debería seguir defendiendo a un hombre así? Es conflictivo y la confusión lo hace sentir extremadamente incómodo.

No pertenece a la tripulación de Barbablanca y no tiene idea de cómo procesar eso, pero también sabe que tampoco pertenece aquí.

Observa el resto de la habitación nuevamente antes de tropezar sobre sí mismo tan rápido como puede hasta la puerta y forzar la manija, que ahora no se mueve. Está jadeando por aire mientras se da cuenta de que está encerrado dentro.

–¡¿Qué diablos estás haciendo–?! –Ace le grita la puerta mientras golpea la madera y mueve la manija con todas sus fuerzas. ¡Abre la maldita puerta!

–¡No puedo hacer eso, Ace, lo siento! Te dejarán salir de aquí por la mañana.

Ve rojo cuando escucha eso. Grita de frustración, un sonido carnal mientras golpea su hombro contra la puerta con todas sus fuerzas una vez, luego dos veces. Pero la maldita cosa todavía no se mueve.

–¡No, no, déjame salir! ¡No puedo estar aquí!

Se da vuelta y corre hacia la otra puerta que vio hace un momento, esperando que eso conduzca a otro pasillo o un balcón o algo así. Afortunadamente, está desbloqueada, y el abre las puertas para ver...

Un balcón, aunque probablemente sea más preciso llamarlo un patio trasero. Una jardín nocturno y cuidado en zonas secadas, y césped perfectamente recortado en la mayor parte del área. El aire fresco de la noche golpea su piel, y se da cuenta de que todo está abierto al cielo nocturno. Sobre todo. 

La peor parte son las barras en forma de jaula de pájaro que rodean toda la zona.

Cae de rodillas, y su pánico se calma sorprendente y repentinamente. Como si de repente se encontrara en el ojo del huracán. 

Su cabeza está clara sólo por un momento. Es suficiente tiempo para comprender plenamente gran parte de ello.

Es una trampa.

Es una prisión.

Las lágrimas le llenan los ojos.

—————

El resto de la noche es difícil. Si alguien oye su crisis desde cualquier otro lugar del castillo, ciertamente no vienen a comprobarlo. 

Hay una jarra de agua sobre una mesa, y él se lo bebé todo una vez que se queda sin energía hasta el punto en que se siente como un zombi. La puerta no dijo una sola palabra, ni siquiera mostró su cara, todo el tiempo, lo cual fue una puta cosa buena de eso. Estaría tirándole sillas a esa maldita cosa si siquiera le recordaba a Ace que existía. 

Termina arrancando el edredón hinchado de la cama y llevándolo fuera sobre el césped, y se queda dormido allí. En cuanto a por qué, por mucho que le encantaría decir que es porque quería ser mezquino, en realidad es porque esta es la forma más cercana que tiene a la normalidad. Se envuelve en la manta como si fuera un taco y se desmaya adecuadamente acurrucado bajo el cielo nocturno.

Su último pensamiento antes de quedarse dormido es admitir, por doloroso que fuera lograr que lo dijera, que la manta es agradable y suave.

Notas finales:

Nota de la traductora: Perdón por tardar, me enferme y estaba bastante mal, pero ya me recuperé 


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