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Un rayo de esperanza por Akiko_y_Shizuka

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Capítulo dos: Un amante


El día había amanecido con una temperatura agradable. Lo suficiente para salir a correr, ya de paso olvidarse un poco de los asuntos que perduraban en casa.

Daryl siempre salía antes que su padre lo notara, ya que, aunque parecía estar satisfecho con que ejercitara su cuerpo, no compartía la misma opinión al ver que salía al parque más cercano para ello. Después de todo era su más valiosa posesión. O al menos eso le decía continuamente.

Con todo y eso, Daryl encontraba relajante salir. Pese a que tendría que regresar, podía ser libre por una hora... o lo que desease. Así que corría lo más lejos que le era posible de ese lugar.

Justo había completado las dos horas fuera de casa. Para su fortuna, el día era lo suficientemente agradable como para permanecer sentado en la sencilla plaza a la que había llegado, mientras miraba de manera pensativa la tienda de mascotas a la que había intentado escapar el día anterior.

Y en su campo de visión apareció ese joven que era arrastrado por los cinco perros que sacaba a pasear, y que luchaba por todas las maneras para meterlos de nuevo a la tienda.

Aquel rubio parecía desesperado ya que los animales no le estaban haciendo mucho caso, pero al fin y al cabo terminó por tirar de las cuerdas y acercarlos un poco más a su destino.

En eso miró al frente y lo descubrió observándole.

El chico levantó una mano y saludó con una bonita sonrisa antes de desaparecer por completo tras aquella puerta.

Unos minutos más tarde el rubio salió, y mirando a un lado y otro de la calle, la cruzó hasta correr donde aquel muchacho estaba.

- Te divierte ver como me dominan los perros, ¿eh? - rió a modo de broma, cuando llegó hasta él.

- No pretendía que pareciera que me divierta - admitió Daryl con un rubor - Solo... tenía un poco de envidia. Quizá si tuviera un perro sería así de rebelde.

- No hace falta un perro para ser rebelde - contradijo amablemente y Evan se sentó en un banco cercano - Además, los animales requieren muchos cuidados, y según oí, no tendrás mucho tiempo para ello, ¿no?

Daryl se ruborizó.

- Siempre hay tiempo si uno se organiza - murmuró - Y hasta ahora me han dicho que soy muy bueno organizando mis cosas... y las de los demás.

- Si tu padre logra sus planes, seguro que habrá mas gente colaborando con eso - respondió el rubio - Ese día te regalaré uno, siempre es bueno ser amigo de un político - acabó con una escueta risita.

La verdad es que ese rubio era simpático, pensó Daryl con una sonrisa.

- Si, es lo que dicen - se animó - Espero que no sea por lo que todos quieren ser amigos míos - bromeó y se tocó el pecho - Aquí dentro hay una buena razón para hurgar más allá del abogado, futuro político.

Evan abrió sus pequeños ojos color miel a lo grande, fingiendo sorpresa.

- ¿En serio? - dijo, acercándose un poquito a él - ¿Y me dejarías a mí? Así puedo deshacerme de la excusa del perrito...

Eso tomó por sorpresa al chico y volvió a ruborizarse.

- ¿No es... muy precipitado? - preguntó con algo de timidez - Nadie ha querido.

Evan desvió la mirada de él para observar el precioso cielo azul.

- La posición de tu familia intimida un poco, sobre todo tu padre. Hay que ser un verdadero valiente para ello - el rubio regresó sus ojos a él - Yo me considero uno de ellos.

Daryl habría querido decir mucho a eso, pero no encontró las palabras adecuadas que pudieran expresar su entusiasmo, sin echar todo a perder.

Solo rozó una mano de Evan, a quien casi no solía mirar porque había estado demasiado ocupado siendo el estudiante perfecto, y meneó la cabeza con la esperanza de que eso disminuyera el carmín en sus mejillas.

- Seamos valientes - dijo al fin.

- Estupenda decisión - Evan se inclinó para darle un suave beso en la mejilla - Por fin ese rubor es hacia mí y no hacia esos cachorros de la tienda.

Daryl tendría que acostumbrarse a eso, el rubio era bastante más lanzado de lo que ese muchacho pudiera soportar.

La llegada a casa fue mucho más amena para el chico, quien saludó con una cálida sonrisa a la cocinera y se sentó a almorzar.

- ¡Buenos días, padre! - saludó con respeto y miró la comida - Esto luce estupendo.

Kenneth miró a su hijo con desaprobación.

- Daryl, tus modales - le recordó con frialdad, mientras, de forma pulcra, desdoblaba una servilleta para acomodarla sobre su regazo y esperar a que ese mayordomo le sirviera.

El chico imitó a su padre a la perfección y borró su sonrisa, para comenzar a comer.

- Una firma muy importante desea que me una a ellos - dijo con suavidad - Desde luego no he dado una solución. Quizá quiera considerarlo, padre.

El hombre masticó su comida con total tranquilidad, después bebió un poco de vino y dejó la copa justo en el mismo sitio en que había estado antes.

- No son los planes que tengo para ti - con eso Kenneth ya lo había dicho todo - Tu agenda a partir de pasado mañana estará muy apretada, Daryl.

- Oh - el chico permaneció impasible - ¿Antes de pasado mañana puedo salir? Me gustaría despejarme un poco después de los estudios.

Kenneth pareció pensarlo un poco mientras bebía de nuevo.

- Tendrás la tarde libre, en la mañana viene el modista para tomar medidas de tus trajes nuevos, con los estirones que das los que tienes ahora no son nada adecuados - dictaminó el hombre.

Y su palabra iba a misa.

- ¡Es suficiente! - el chico estaba entusiasmado - Gracias, padre.


* * *


Evan bajó de la atracción intentando colocar su cabello en su sitio a la par que no podía dejar de reír.

- Nunca hubiera imaginado que pudieras gritar tanto en una montaña rusa, ¡de veras!

- Yo tampoco - admitió Daryl, ignorando su alborotado cabello negro - Allá hay otro sitio al que deseo subir - señaló hacia una larga plataforma - Jamás me he aventado de un sitio tan alto.

Evan miró el lugar mientras era arrastrado hacia él.

- ¿No te dará vértigo?

- Siempre he deseado hacerlo - dijo Daryl con despreocupación y pagó dos entradas antes de mirar con emoción - Debe ser genial, casi como volar.

Evan no podía estar más de acuerdo cuando el aparato subió a lo más alto y se dejó caer como si nada.

También era una forma de cómo dejar sordo al compañero de un lado y ver como un niño perdía una de sus chanclas por los aires y bajaba de la atracción envuelto en llanto, corriendo hacia su padre.

El rubio tomó del brazo a su acompañante.

- Sé otra cosa que te va a gustar... - ronroneó muy cerca de él- ¡Azúcar! Justo allí venden unos algodones buenísimos.

Daryl miró las golosinas con las mejillas coloreadas y sonrió para comprarle a Evan. …l no comía azúcar, así que se limitó con verlo comer.

- ¿Que otra cosa va a gustarme? - preguntó cuando iba a la mitad de su algodón - ¿Más riesgo?

Evan comió un poco más y se chupó uno de los dedos con glotonería.

- ¡Un laberinto de espejos!

Daryl enarcó una ceja ante eso.

- ¿Si? - preguntó no muy convencido, pero aun así se levantó - Nada se pierde con probar - aceptó finalmente y extrajo dos billetes para pagar - ¿Terminarás todo ese dulce?

Evan negó y tiró a una papelera cercana el resto, para, esa vez, ser él quien arrastrara al muchacho a la atracción.

El rubio en verdad pensó que esa clase de lugares podía ser muy angustioso para la gente que tuviera problemas con los sitios cerrados, o quizás oscuros, pero a él le divertía esa clase de luces que hacían que su camiseta blanca luciera de un morado brillante.

- ¡Ay!

Pero no tanto el darse contra un espejo creyendo que ese era el camino correcto.

- Ten más cuidado - Daryl se acercó para verificar que no se hubiese hecho daño - ¿Cómo puedes confundir un espejo con un camino?

Evan torció sus bonito labios.

- Lo hacen a propósito, ¿sabes? - lloriqueó el rubio y lejos de intentar otro camino, se colgó directamente del cuello de Daryl - Aunque prefiero darle otra clase de propósito a estas atracciones - confesó poniéndose de puntillas para besarlo sin ningún tapujo.

Daryl se tensó ante ese gesto.

Intentó liberarse, pero recordó a tiempo que había aceptado una clase de relación con Evan, así que se relajó y separó un poco los labios para permitirle profundizar el beso.

¿Hace cuanto que no besaba a nadie?

Daryl no lo recordaba. Incluso la primera vez fue bastante aparatosa. Su prima había hecho un escándalo por sorprenderlo dándose un beso con su profesor de educación física. Cosa que le mereció un castigo, cuando su padre se enteró.

Pero ahora resultaba... agradable. Incluso menos peligroso, a pesar de estar en un sitio público.

Evan lo notó, pero aún así no se separó de él.

El rubio buscó la deliciosa lengua uniéndola a la suya y chupó aquellos labios con la misma glotonería en como hacía comido su dulce.

Y es que Daryl, a pesar de no tomar azúcar, era un dulce de lo más apetitoso.

Evan estrechó mucho más su cuerpo contra el de él, coincidiendo con esa zona tan sensible a propósito.

- No estés tan tenso... - ronroneó en el tiempo que se separó de sus labios para lamer su cuello.

- Alguien podría venir - protestó Daryl. A pesar de eso ladeó la cabeza para dar más espacio a Evan - ... podrían vernos...

- Que miren - determinó el rubio con una risita - Deberías de pensar más en las ventajas que ofrece una sala llena de espejos... - musitó Evan, quien había logrado bajar la cremallera de ese pantalón en donde había notado una incipiente erección - Por ejemplo... "mirar".

Y el rubio se despegó de su cuerpo para arrodillarse en el suelo.

Daryl tomó a Evan por los hombros y lo apartó suavemente.

Su respiración era jadeante, y estaba consciente de su excitación, pero no podía permitirlo.

- Aquí no - dijo con firmeza, sin negar el deseo que sentía hacia ese impaciente rubio - No soy un chiquillo que puede darse la libertad de tener un defecto antes de impulsar su carrera.

Esas habían sido las palabras de su padre aquella vez. Y eran definitivas para Daryl.

Quizás algún otro se hubiera sentido ofendido por el rechazo de algo más intimo, sin embargo Evan era consciente de que no a todos debía de gustarle su impulsividad, así que simplemente sonrió mientras le subía la cremallera de nuevo y con cierta diversión le dio dos palmaditas "ahí".

- Quieres buscar un lugar más... ¿adecuado? - propuso el rubio.

Daryl podía ser un perfecto académico graduado en honores, pero no dejaba de ser humano. Por eso acabó la visita al parque de diversiones y se dirigió al departamento de su prima, quien estaría muy feliz en su viaje por Europa.

En cuanto pudo cerrar la puerta estrechó a Evan con suavidad para invadir esa boca. Acarició la espalda masculina hasta deslizar ambas manos hacia las nalgas y apretarlas contra su erección, emitiendo un gemido satisfecho.

Evan intentó caminar por el desconocido apartamento buscando un lugar algo más cómodo mientras devoraba esa deliciosa boca. En el camino ya había hecho que Daryl perdiera parte de la ropa superior y en cuanto divisó un sofá, determinó que sería ahí donde perdiera los pantalones.

El rubio tiró a Daryl contra el sofá con picardía. Evan se quitó la camiseta para trepar por ese cuerpo y lamer con descaro una de las tetillas.

Daryl gimió tomado por sorpresa. Por la mente le pasó la idea de que Evan tenía una idea un tanto equivocada respecto a él y se mordió los labios para no soltar una pequeña carcajada.

No porque le desagradase la idea, sin embargo no se sentía listo para entregar lo único que le quedaba virgen a un chico al que solo veía de vez en cuando.

Eso fue lo que lo motivó a atrapar el cuerpo de Evan y se las arregló para colocarlo debajo. Con agilidad lo despojó de los pantalones y besó ese abdomen plano al mismo tiempo que una de sus palmas comenzaba a acariciar entre las piernas, aun sobre la tela de la ropa interior.

Evan enarcó una ceja y justo después gimió con discreción.

Al parecer Daryl había decidido tomar las riendas, algo que tampoco le molestaba en absoluto... ya que sabía adaptarse perfectamente a cualquier tipo de situaciones.

Daryl se concentró en excitar a su amante antes de deslizar la tela de la ropa interior. El miembro se irguió de forma orgullosa y lo tocó con la punta del dedo índice, antes de tomarlo con la mano y acercar la lengua hacia la base, para desplazarla en toda la extensión, antes de meterlo en su boca.

Le pareció un tanto curioso estar haciendo eso, en vez de disfrutar de lo que podría ser su último día libre. Sin embargo un erótico sonido proveniente de la garganta de Evan le convenció de que no estaba tan mal, después de todo, y comenzó a succionar, tras levantar un poco esas caderas y sujetar bien las piernas del chico, encima de sus hombros.

El rubito se retorció de placer bajo esas caricias y lo daba a entender perfectamente con esos movimientos y esos sonidos. En algún momento acompañaba a esa boca moviendo sus caderas y otras se quedaba tan quieto que resultaba extraño.

Siendo como era, Evan atrapó una de esas grandes manos y la acercó hasta su entrada dándole a entender que buscaba más.

Daryl entendió a la perfección y se apartó del miembro para deslizar la lengua hacia esa entrada, ya de paso, asegurándose de tocar los delicados testículos en el camino, hasta tener que abrir las redondas nalgas y alcanzar ese punto que comenzó a acariciar y humedecer, antes de atreverse a meter un dedo y prepararlo.

Evan volvió a acompañarlo en su "expedición" con eróticos sonidos.

En verdad al empezar la tarde no habría creído que Daryl se dejara llevar tan fácilmente hasta esa situación; siempre le había visto un chico bastante más "parado", tímido quizá, en lo que le había podido observar a lo largo que había visitado la tienda.

Pero eso era diferente a lo esperado.

Evan gimió de nuevo.

Después de todo no iba a ser tan malo tenerlo como pareja... nada malo.

Daryl anexó un dedo más. En ese momento había alcanzado ese punto en el cuerpo de Evan y lo acariciaba esporádicamente a la vez que movía ambos dedos para ensanchar con cuidado. Fue un tenso espasmo lo que le hizo detenerse y se apartó de Evan para terminar de desnudarse, antes de acercarse de nuevo y reclamar sus labios. Con cuidado se acomodó en la entrada de su cuerpo y suavemente empujó, ganando terreno, hasta estar por completo en su interior.

Unos pocos segundos más fueron los trascurrieron hasta que Evan levantó las caderas y las acomodó mejor para disfrutar de esa invasión.

El rubio gimió a cada movimiento que Daryl procuraba dentro de su cuerpo y aferró las piernas a sus caderas devorando una vez más aquella boca; robándole todo el aire e incluso arañó la suave piel de aquella espalda al sentirlo más.

Ambos cuerpos se movieron con furia y deseo, aumentando el mar de sensaciones que se fueron transformando poco a poco hasta la cumbre del éxtasis, donde Daryl se dejó morder un hombro y arañar la espalda, mientras él apretaba ese cuerpo con ambas manos, sintiendo la manera en que ese líquido caliente le bañaba el vientre y la forma en que llenaba ese estrecho lugar con su propia semilla.

Después de eso se dejó caer contra el sofá, llevando a Evan encima suyo y escuchando ambas respiraciones.

El rubio suspiró profundo y se acomodó mejor contra ese cuerpo.

- Me gustas mucho, Daryl - susurró bajito.

Por un momento, Daryl se sintió incapaz de responder a eso.

Con una devoción admirable tomó a Evan y le besó la frente, pensando que podría llegar a tomarle el mismo sentimiento.

- Sigámonos viendo - pidió - No tendré mucho tiempo, pero si tu eres paciente, podríamos lograr algo.

Evan se incorporó un poco y cruzó los brazos sobre el pecho masculino para verlo.

- ¿Y si me dejas ayudarte en la campaña? Soy bueno organizando cosas también - propuso el rubito.

- ¿Si? - Daryl parecía indeciso - Quizá a mi padre no le haga mucha gracia...

- Por probar no se pierde nada - contestó, encogiéndose de hombros.

- Tienes razón - terminó aceptando y suspiró para apretarlo más a su cuerpo - Seamos valientes.

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