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Melodia Para el Sol por Marieth

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Notas del capitulo: El primer capítulo tuvo algunos problemas con los espacios de los cuales no me di cuenta, muchas gracias a los que me lo hicieron notar. Como disculpa le pongo el segundo capítulo. Disfrutenlo
Eran cerca de las diez de la mañana, el sol entraba por las ventanas e iluminaba la habitación, sobre la mesa estaba todo puesto para el desayuno que consistía en pan tostado con mermelada de fresas, jugo de naranja, leche y algunas frutas. La única diferencia ese día era que el desayuno no era para una persona, era para dos.

-Espero que no te importe usar esa ropa vieja, es la única que tengo que te queda. –Roy veía con ternura al chico que recién aparecía por la puerta, vestía con unos pantalones negros, zapatos del mismo color y una camisa de botones color rojo.

-Me gusta mucho esta ropa, gracias por tomarte tantas molestias conmigo, aunque la siento un poco rara. –El chico no se daba cuenta de varias cosas: Traía los zapatos al revés y los botones de la camisa mal puestos. Roy no pudo dejar de sonreír ante tal descuido.

-Déjame ayudarte –Como si fuera un niño le acomodó los botones y los zapatos en su lugar –Así es como se ponen ¿No está mejor? –Le dijo mientras le quitaba algunos mechones de la cara para verlo mejor, ese niño le causaba un gran deseo de cuidarlo y ayudarlo en lo que le fuera posible.

-Gracias, lo que pasa es que nunca había usado esta clase de cosas –Dijo mientras un sonrojo aparecía en sus mejillas, no le apenaba la cercanía del moreno, le apenaba haberse puesto mal la ropa.

-Vamos, no se si te guste lo que tengo para el desayuno, pero al menos es algo.

Ambos se sentaron y comieron en silencio, Edward comía un poco de todo lo que tenía frente a él excepto la leche que ni siquiera tocó. A Roy eso le dio gracia. Cuando hubieron terminado comenzaron a platicar.

-Dime Edward, te puedo preguntar ¿Qué hacías sólo y sin ropa en el bosque?

-Pues…No sé si me vayas a creer.

-Confía en mi por favor, quiero ayudarte en lo que pueda.

-Está bien –Le dedicó una sonrisa para luego decir –Pero si me prometes dos cosas.

-¿Cuáles?

-La primera es que me digas Ed, es muy cansado que todo el tiempo me digas Edward, además es más corto.

Roy sólo asintió -¿Y la segunda?

-Que no le cuentes a nadie lo que estoy a punto de decirte –Había seriedad en sus palabras, al parecer Ed le iba confiar a Roy algo importante.

-No te preocupes, si es algo que no puedes contar a nadie no te sientas obligado a decirme. –Roy se sentía feliz de que el rubio le quisiera confiar algo importante, después de todo, a penas se conocían, pero no quería que se sintiera obligado a hacerlo.

-Pero es que quiero decirte, tú eres alguien muy bueno y me gustas por eso. –Ahora Ed había hecho sonrojar a Roy, pues al decirle aquello le sonreía de la manera más dulce que el moreno podía haber visto.

-Pero ¿cómo sabes que soy alguien en quien puedes confiar? A penas nos conocimos esta mañana.

-Eso es fácil, tus ojos me dejan ver lo que eres realmente, tú nunca me harías daño. –El rubio le tomó de la mano diciéndole con ello que confiaba plenamente en él.

-Entonces prometo que de mis labios no saldrá nada de lo que me confíes –Devolvió el gesto y le indicó a Ed que tenía toda su atención.

-Primero voy a responder las preguntas que me hiciste antes. Estaba en el bosque porque ahí vivo, aunque el lugar donde está mi casa no es un lugar al que los humanos puedan entrar –No pudo continuar porque fue interrumpido por Roy que lo miraba confundido.

-Espera un momento, dijiste ‘humanos’, ¿qué se supone que eres entonces?

Con toda la tranquilidad del mundo le respondió –Soy un hada, nuestra magia nos permite crear ropa hecha de luz, pero al perder las alas la luz desaparece, por eso me viste desnudo –Al decir esto Roy se cayó de la silla en la que estaba, cuando por fin se levantó y se sentó de nuevo en su silla pudo hablar.

-U-un hada, ¿no se supone que las hadas tienen forma de mujer y son pequeñitas?
Ed suspiró antes de seguir respondiendo.

-Las hadas nacemos con una apariencia no del todo humana, tomamos nuestra forma del primer humano que nos ve a la luz de la luna, claro que no todos los humanos son capaces de vernos, sólo los que tienen un corazón puro y sin malicia. Las mujeres son las que pueden vernos con mayor facilidad, por eso predominan las hadas con forma de mujer y se ha creado ese mito.

-Ah, entonces a ti te vio un hombre.

-Si, era un muchacho muy dulce que amaba las rosas.

-Debes querer mucho a ese muchacho, cuando hablas de él se te ilumina el rostro.

-Lo apreciaba mucho, vivía en el castillo del valle ahí cultivaba sus rosas, pero murió siendo muy joven todavía, se enfermó y una mañana no despertó, después su familia abandonó el castillo. Hace cien años de eso –El rubio escondió sus ojos con su fleco, ese relato lo había entristecido tanto que no se dio cuenta que el moreno se había vuelto a caer de la silla por lo que acababa de decir.

-¿C-cien años dijiste? ¿Eres tan viejo? –Decía Roy mientras se sentaba de nuevo en su silla.

-¡No soy viejo! Todavía soy muy joven, a penas tengo ciento diez años, en la aldea hay hadas que ya pasan de los mil años. –El chico se encontraba con las mejillas rojas, al parecer se había ofendido con el comentario.

-Lo siento, no quise decir eso, pero debes entenderme, nosotros vemos como un logro llegar a los setenta años. –Roy trataba de disculparse, al parecer tendría que tener cuidado con lo que decía.

-No te preocupes, se me olvida que los humanos viven muy poco.

-Puedo saber ¿Cómo perdiste tus alas?

-Antes de decirte eso debes saber que nosotros tenemos ciertas regla que debemos seguir, ni siquiera nuestra reina tiene derecho a quebrantarlas.

-Te escucho –Roy encontraba esa plática muy interesante, todavía no podía creer que lo que escuchaba fuera cierto, pero lo era. Él había escuchado sobre la familia de aquel castillo y sobre la gente que lo habitaba y, efectivamente ahí había vivido ese joven al que habían admirado por sus hermosas rosas, no era algo que mucha gente supiera y los que lo sabían tenían cuando menos veinticinco años.

-Nosotros sólo podemos mostrarnos ante los humanos cuando buscamos obtener nuestra apariencia humana, una vez hecho esto no podemos dejarnos ver por ellos a menos que sean niños o bebés.

-¿Por qué?

-Porque los adultos son muy irrespetuosos y algunos son hasta peligrosos, los niños al contrario son muy dulces y buenos, ellos dependiendo de las cosas buenas que hagan por los demás tienen derecho a pedirnos favores. Tu debiste ser un niño bendecido por las hadas, eres muy bueno incluso ahora. –Ed había hecho sonrojar de nueva cuenta a Roy, este por su parte ya estaba un poco avergonzado, ninguna persona le hablaba así, al contrario, él era el que dedicaba los cumplidos.

-Gracias, pero no lo creo, nunca he visto un hada.

-Creo que no las has reconocido, tomamos diferentes formas para presentarnos con los niños: mariposas, pájaros, flores, conejos, etc. Pero las que acabo de decir son las más comunes.

-¿Tu qué forma tomas?

-Tomaba siempre la forma de una rosa blanca. Pero al único que me acercaba era al joven con quien compartía mi rostro. Otra norma que debemos seguir es la de no dañar a ningún ser vivo, eso es algo que sólo se le permite a los soberanos de cada aldea y sólo para proteger a otro ser vivo.

-¿Qué pasa si dañan a otro ser vivo?

-Tendríamos que pagar con nuestra vida ese pecado. Incluso si los soberanos lo hicieran con otro fin que no sea el de proteger tendrían que pagar.

-No quiero interrumpirte, pero…

-¿Quieres preguntarme algo?

-Este… pues si.

-Adelante –Ed sonrió para Roy intentando así que el moreno no se sintiera cohibido, cosa que no logró.

-Quisiera saber si… es cierto que son muy pequeños. Viéndote creo que eres pequeño, pero no tanto como dicen los cuentos.

-¿¡¡¡¡A QUIEN LE DICES QUE ES TAN PEQUEÑO QUE HASTA EL VIENTO SE LO PODRÍA LLEVAR!!!!? –La reacción de Ed tomó por sorpresa a Roy que sólo atinó a taparse los oídos.

-Cálmate, yo no dije eso. No sabía que te molestaba eso, perdóname –El moreno trataba de calmar a un muy alterado rubio.

-Está bien, te perdono –Mientras decía eso cambiaba su mueca de enfado por una sonrisa cálida, cualquiera que lo viera diría lo mismo que pensaba Roy: “Cambia su estado de ánimo muy fácilmente”. –Lo que dicen los cuentos, hasta donde sé es verdad, medimos en promedio veinte centímetros.

-¿Cuánto mides tu?

-¿E-en forma de hada? –A Ed lo había puesto nervioso esa pregunta, no quería decirle a Roy que hasta como hada era pequeño, no lo quería admitir.

-Si, digo, si se puede saber (Roy se dio cuenta).

-M-mejor no.

-Entonces sígueme contando.

-Muy bien, la última regla es que si llegamos a enamorarnos de un humano debemos pedir permiso para primero observarlo y luego presentarnos ante él o ella y hablarle. Si el humano acepta casarse con el hada en cuestión, esta pierde sus poderes, pero a cambio gana un alma inmortal. Si no corresponde a sus sentimientos, el hada muere de tristeza y el humano no recuerda haberla visto nunca.

-Es algo triste, pero ¿a qué te refieres con que ganan un alma inmortal cuando se casan con un humano? ¿Qué no tienen alma?

-No, por eso es que vivimos tanto.-Eso lo dijo haciendo un claro gesto de tristeza -Los seres humanos no necesitan vivir siglos, al morir ellos se convierten en estrellas y tienen la oportunidad de volver a vivir. Nosotros podemos vivir lo que queramos, pero al cansarnos de la vida nos desintegramos y volvemos al elemento del cual nacimos.

-¿Cómo que elemento? –Roy no dejaba de mostrar lo interesado que estaba en el tema, quería conocer muy bien por lo que estaba pasando aquel ser y ayudarlo en lo que pudiera.

-Las hadas nacemos de alguno de los elementos de la naturaleza: Agua, Fuego, Viento, Tierra; esos son los más comunes, aunque hay otros como yo que nacimos de la luz del sol o de la luna.

-Ya veo, ¿entonces tú naciste de la luz del sol?

-Si, pero ¿cómo lo supiste? Nunca especifiqué si había nacido del sol o de la luna.

-Viendo tus ojos, cuando te da la luz del sol se ven más hermosos de lo que ya son.

-G-gracias –El muchacho tenía la cara roja como un tomate –Nunca me habían dicho eso.

-¿Me podrías seguir contando por favor?

-Claro, pero…esto es algo que me cuesta un poco de trabajo. Quiero decírtelo, pero no deja de ser difícil.-Miraba hacia sus manos, le dolía aquello, pero la voz del otro le hizo levantar la cara.

-Si no lo quiere decir está bien, no tienes por qué esforzarte tanto. –Mientras decía eso le regalaba al pequeño una mirada que le transmitía paz y una sonrisa que le mostraba su afecto y comprensión.

-Gracias, gracias por tenerme tanta consideración pero, es algo con lo que quisiera que me ayudaras. Y para eso, ahora mismo te diré cómo perdí mis alas.
Notas finales: Gracias a los que me han dejado su opinión, el capítulo que siguelo subiré dependiendo de cuanto me lo pidan. Deben comprender que quiero saber si les está gustando. Hasta entonces!

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