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Ángelo por Komka Daisuke

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Notas del capitulo:

Ofrecemos una disculpa pero por diversas razones ajenas a nosotros no habiamos podido subir el capitulo, pero aqui esta, esperamos que sea de su agrado.

Komka Daisuke

Capitulo 10 Encuentros cercanos

 

En la estación de Servicio

 

Franco y Andrea continuaban recordando lo sucedido con sus exparejas.

 

-Recuerda que yo te salvé antes de que el par de maiali (cerdos) abusaran de ti mientras estabas dormido, comentó Andrea.

 

-Ah capisco (comprendo) le respondió rápidamente Franco y por eso debo hacer como que no veo, ni me entero que quieres cogerte a ese niño en la camioneta.

 

– ¡Por favor! No dramatices lo único que quiero es lo mismo que tu quieres porque no me vas a negar que te mueres de ganas de tocar a tu Piccolo.

 

–Bueno, no te puedo negar que me muero de ganas de hacerlo, pero le he prometido a sus padres que no lo lastimaría, ni haría nada contra su voluntad.

 

–Mira Franco, yo te conozco y sé que estas loco por ese niño, igual que yo lo estoy por Francesco, el brindarles y que nos brinden un poco de placer no tiene nada de malo. Así no les haremos daño y además quítate de la cabeza que los vamos a forzar, si ellos están mas que dispuestos, y estoy tan seguro de ello, que te apuesto 1,000 euros a que Ángelo se ha quitado en el baño la ropa interior al igual que Francesco, esperando recibir caricias de tu parte.

 

–Acepto recibir tu dinero porque mi Ángelo no es un chico calenturiento, pero una cosa si te propongo, pase lo que pase no debemos lastimar a estos piccolos.

 

–Aceptado, respondió triunfante Andrea.

 

En ese momento Ángelo y Francesco regresaron de los baños, bastante animados chiflando y cantando e inmediatamente se subieron en el último asiento de la camioneta.

 

Nuevamente acomodados, Vincenzo al volante, Marcello de copiloto. Carlo solo en el asiento trasero el cual "amablemente" le cedieron sus amigos para dejarlo dormir y en el último asiento Franco y Ángelo; Andrea y Francesco, continuaron el viaje…

 

En el asiento trasero donde se encontraban los cuatro, Franco tenía a su lado derecho a Ángelo y Andrea a Francesco en su lado izquierdo. El viaje transcurría con calma, el paisaje era hermoso pero ninguno de los ahí presentes era conciente de ello, Andrea no perdió el tiempo y retomo lo que había iniciado hacia poco, ya con mayor libertad de movimiento, exploro bajo la holgada bermuda de Francesco encontrando un pene totalmente erecto y en espera de caricias, mientras tanto, sigilosamente bajo la cremallera de su pantalón y saco su miembro a fin de que su pequeño lo tomara, acción que fue tomada inmediatamente, al principio solo realizaban tibios movimientos el uno al otro, frotando sus respectivas virilidades, con movimientos ascendentes y descendentes, pero de pronto, Andrea queriendo cambiar el ritmo, levanto ligeramente a Francesco y metiendo la mano izquierda por detrás de la bermuda, sin dejar de masturbar al muchacho, comenzó a introducir el dedo medio en la entrada de un casi desfalleciente Francesco que con las mejillas totalmente rojizas, apretaba los dientes para no gritar por el placer que le estaba proporcionando su novio, lo que no era obstáculo para que a su vez, sostuviera firmemente el pene de Andrea, sacudiéndolo con movimientos torpes, debido a su inexperiencia. Tal manipulación no podía durar mucho por lo que lanzando un gemido ahogado, Francesco se vino completamente en la mano de Andrea, quien sin poder aguantar mas, soltó el pene de su niño para con esa misma mano manipular su propia erección, que reclamaba de acciones mas contundentes que las que el inexperto muchacho le estaba brindando, para finalmente con un suspiro, derramar toda su semilla sobre su propia ropa… lentamente saco el dedo que tenia en Francesco y abrazándolo le dio un beso. El muchacho correspondió al beso y le brindo la mejor de sus sonrisas al tiempo que le decía.

 

–Te amo Andrea.

 

–Yo también te amo -le respondió el mayor.

 

Por su parte, Franco pensando en ganar la apuesta, acerco su mano derecha sobre una de las rodillas de Ángelo y disimuladamente como si no fuera consciente de ello, comenzó a subir paulatinamente la mano tocando la parte interior de los muslos hasta llegar a la para entonces bastante evidente erección de su muchacho debido a que solo vestía un ajustado short de likcra. Con lo que inmediatamente se dio cuenta de que había perdido la apuesta, pero eso no le importaba ahora, ya que al contactar la dureza de Ángelo, no se podía concentrar en nada mas que no fuera tocar lo mas que se pudiera…

 

Con un rápido movimiento, le bajo completamente el short y comenzó a masturbarlo, despacio al principio y con mayor velocidad al aparecer unas gotas de liquido preseminal que le ayudaron con la lubricación.

 

Por su parte, Ángelo que no deseaba quedarse fuera de la diversión, acerco su mano al pantalón de su novio, para sentir la dureza de su miembro sobre la ropa, con mucha dificultad, bajo la cremallera para liberar ese miembro que tantas veces había imaginado tocar…

 

Con movimientos ascendentes y descendentes ambos amantes se daban gusto disfrutando cada uno el sentir la piel del otro, recorriendo toda la longitud de sus respectivos miembros, engolosinándose con las sensaciones provocadas.

 

Después de tanta manipulación el pequeño se corrió primero, preso de las más candentes emociones, ahogando los gemidos y gruñidos que luchaban por salir de su garganta, y al poco tiempo Franco hizo lo propio derramando su semen sobre la mano de su pequeño quien con gran curiosidad la acercó a su boca para lamer de ella la semilla de su amado, al principio no le gusto el sabor, pero terminó bebiéndoselo todo.

 

Después, discretamente levanto del suelo su diminuta prenda y se la colocó. Franco le abrazó y ambos se quedaron dormidos, con una sonrisa en el rostro.

 

El resto del viaje transcurrió sin mayores contratiempos, pero las parejas ahora tenían un vínculo más fuerte que les unía…

 

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Non tocca mai un'altra pelle con tant'amore. (Jamás toque otra piel con tanto amor)

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Sicilia Casa de los Podesta

 

Esa mañana todos reunidos en el comedor, ya que por la hora en que habían llegado, Marcello había insistido en que todos se quedaran en su casa, disfrutaban de un desayuno ligero, todos estaban un poco cansados por el viaje así que no tenían mayores planes, Carlo también se había quedado ya que sus padres aún no volvían de su viaje y prefería estar con sus nuevos amigos, además quería estar presente cuando llegara Luciano a recoger a su patrón y primo Franco.

 

-Marcello, queremos agradecer mi primo y yo tu hospitalidad, el resto de la semana, podré quedarme en Sicilia porque tengo aún algunos asuntos pendientes pero el sábado debo regresar a Cagliari ya que como sabes nuestro negocio lo manejamos desde allá y todos nuestros contactos y clientes tienen sus oficinas también en esa ciudad, explico Franco.

 

Al escuchar lo anterior, los ojos de Ángelo se llenaron de lágrimas, pero no dijo nada, solo discretamente se limpió los ojos y fingió seguir bebiendo su chocolate.

 

-Hablando de negocios, señalo alegremente Andrea, mas vale que hagas un cheque a mi nombre por 1,000 euros.

 

-Si, no tienes que recordarme mis obligaciones, objetó Franco sacando su chequera. Llenó el cheque y se lo extendió.

 

-Tu tienes que irte caro cugino (querido primo) respondió Andrea, recibiendo el cheque, pero yo aún puedo quedarme unos días mas.

 

Ahora el que se sobresaltó pero de alegría fue Francesco y casi se atraganta con el plátano que se estaba comiendo…

 

-En verdad es un gusto tener nuestra casa llena de gente, hace mucho tiempo que mi piccolo y yo, no convivíamos con nadie y yo me siento muy afortunado ya que primero apareció Ángelo para alegrar la vida de mi Francesco y después la mía al venir a vivir con nosotros, después apareció el hermano de mi amado Massimo para conquistarme siendo fruto de nuestra relación este bebe que albergo en mi cuerpo, por ello Vincenzo y yo hemos decidido casarnos lo mas pronto posible con la finalidad de darle a nuestro hijo un hogar con dos padres… y finalmente mis hijos, porque así los considero a los dos, han encontrado dos jóvenes serios y formales (si como no) que los cortejan y les garantizan un futuro estable y feliz, no puedo pedir nada mas…

 

-Bueno aún tenemos que hablarlo, pero debemos decidir donde llevaremos a cabo nuestra residencia -adelanto Vincenzo- ya que ambos tenemos negocios que atender en diferentes ciudades, pero por el momento no creo que sea apropiado que mi gattino viaje mucho, no quiero arriesgarme…

 

Y así siguió la amena charla, hasta que tocaron a la puerta y el mayordomo informo que a la puerta se encontraba el joven Luciano Bertoni Sacchetti preguntando por el Sr. Franco Sacchetti.

 

Ahora el que se levanto como resorte de su asiento fue Carlo con el rostro encendido…

 

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Non tocca mai un'altra pelle con tant'amore. (Jamás toque otra piel con tanto amor)

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Arezzo casa de los Mastroni

 

El doctor se encontraba en la habitación revisando a Michael quien repentinamente había caído en cama con fiebre alta y el cuerpo cubierto de molestas ronchas rojas.

 

-Temo decirle que al igual que sus piccolos ha contraído sarampión -dijo el galeno dirigiéndose a Michael.

 

Lo que realmente preocupó a Occhi, debido a que por lo precaria de su situación económica no podía darse el lujo de dejar su trabajo en el taller para cuidar a su esposo y a sus dos hijos que también se encontraban enfermos de sarampión.

 

La solución llegó en la persona de Enrico quien una vez repuesto de su infección estomacal, se ofreció a cuidar a los enfermos… bueno si le daban permiso… hablaría con Franco para plantearle la situación y pedirle que le enviara una computadora para no atrasarse en su preparación para el ingreso a la escuela y sobre todo, permiso para atender a los enfermos…

 

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Non tocca mai un'altra pelle con tant'amore. (Jamás toque otra piel con tanto amor)

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Sicilia Piazza Vigliena

 

Ya era viernes y el tiempo había pasado muy rápido para Ángelo en compañía de Franco aunque realmente por estar rodeados de tanta gente no habían podido tener nada de privacidad, lo que para Ángelo era una tortura ya que buscaba la soledad de la noche para poder satisfacer, aunque fuera parcialmente, todos los deseos insatisfechos que durante el día en compañía de su amado se acumulaban como una necesidad urgente parecida a la de respirar…

 

Pero ese día se había propuesto que fuera diferente, al día siguiente, Franco debería partir y habían decidido pasar ese último día juntos, el mayor había tenido que asistir muy temprano a ver un cliente pero había citado a Ángelo en la plaza Vigliena o Quattro Canti, al medio día para, a partir de ahí, pasar el día juntos.

 

Quattro Canti o Piazza Vigliena, en honor al virrey bajo cuyo mandato se finalizó la construcción de los cuatro palacios barrocos, es el centro del Palermo histórico (Palermo es la capital de Sicilia), en la intersección de Via Vittorio Emmanuele y Via Maqueda.

 

Proyectada entre 1608 y 1620 por Giulio Lasso, quién estructuró las cuatro fachadas cóncavas de los palacios que dan a la plaza con tres ordenes de estilo dórico, jónico y corintio en las tres plantas de los edificios.

 

El primer orden posee cuatro fuentes que representan las cuatro estaciones mientras que el segundo contiene las estatuas de los reyes españoles Carlos V, Felipe II, Felipe III y Felipe IV. Sobre ellos en el último plano las estatuas de las cuatro santas de Palermo: Oliva, Ágata, Ninfa y Cristina.

 

Ángelo llevaba algunos minutos de estar esperando a su novio en la plaza, habían quedado de pasar toda la tarde juntos, debido a que la mañana siguiente Franco debía regresar a Cagliari a culminar algunos asuntos que no podían esperar y por los que sus abogados lo buscaban ya ansiosos, debido a que algunos millones de euros estaban en juego.

 

Miraba ansioso en la dirección que debería aparecer, hasta que al filo de la acera, vio dibujarse la esbelta figura de su amado, enfundado en ropa casual, pero no por ello menos elegante que de costumbre.

 

Mientras lo veía acercarse, confirmaba su resolución de pedirle a su novio algo que desde hace un tiempo le quemaba la piel y le daba noches de mucho calor e insomnio.

 

-hola beddu (bonito, recordando que estamos en Sicilia donde el Italiano y el Siciliano se utilizan indistintamente con sus variantes por ejemplo, el siciliano sustituye la "LL" italiana por "DD", de forma que por ejemplo "bello" (bonito) sería "beddu" en siciliano).

 

-¿Me has esperado mucho tiempo? -preguntó Franco abrazando y dándole un beso en la boca a un emocionado Ángelo.

 

-No, no mucho, prácticamente voy llegando, solo que estaba pensando que aún no te vas, y ya te estoy extrañando.

 

-No tienes nada de que preocuparte, Cagliari no esta lejos y además ahora podrás hablarme a la hora que quieras del día o de la noche -le respondió Franco, alargándole un teléfono celular, casi tan sofisticado como el suyo, con juegos, mp3 y no sé cuantas cosas más.

 

-¿Un teléfono?, ¿para mi? -pregunto como un niño ante un juguete nuevo. (Bueno de hecho aparte de teléfono era todo un centro de entretenimiento el dichoso aparato)

 

–Claro, ¿no pensarías que me iba a ir de viaje dejándote aquí sin poderte comunicar conmigo con privacidad verdad?

 

Ángelo lo abrazó fuerte y lo beso apasionadamente, en ese instante el tiempo se había detenido para los dos y solo ellos existían en ese momento, el mayor deslizo después los dedos de su mano derecha por el rostro del pequeño quien sorpresivamente los introdujo en su boca y comenzó a chuparlos lentamente.

 

Muy cerca de ahí, un turista ingles les veía con cierta envidia, comiéndose con los ojos a Franco, éste se dio cuenta, lo que aumento su ego pero por respeto a su niño, disimulo que no veía cuando el inglés le guiñaba un ojo, sin embargo, Ángelo si lo vio y sintió unos celos enormes, por ello sin perder más tiempo y dirigiéndose a su amado dijo:

 

-Franco, -hay algo que te quiero pedir… exclamó el pequeño, mirándolo a los ojos, para después bajarlos apenado.

 

-Lo que quieras, Piccolo, lo que quieras.

 

-Hazme tuyo hoy, en este momento…

 

Las palabras retumbaron en la mente de Franco, no esperaba eso, lo deseaba, pero nunca hubiera imaginado que su pequeño fuera el que se lo pidiera, estaba en shock, no podía articular palabra, pensaba que no era real lo que había escuchado y no sabia que contestar, estaba en un grave problema de conciencia, por una parte la promesa que les había hecho a los padres del pequeño de no lastimarlo, por otra la promesa que había hecho con su primo de respetar a los piccolos, (promesa que por supuesto no habían cumplido durante el viaje en la camioneta donde metieron mano hasta mas no poder) y por último esa inocente solicitud del ser mas adorable y tierno que jamás hubiera conocido.

 

Ángelo, malinterpreto el silencio y empujándolo lejos de él, le dijo:

 

-Oh es que tal vez prefieras pasar un rato con el rubio ese que no te quita la vista de encima.

 

Franco volvió a la realidad inmediatamente y tomando al pequeño por atrás lo abrazó para susurrarle al oído.

 

–No, mi pequeño, no hay persona en este mundo con la que yo quiera estar mas que contigo, no tengo ojos para nadie mas y si no te respondí inmediatamente es porque le hice la promesa a tus padres de no lastimarte ni forzarte a nada que tu no quisieras.

 

-Pero no me estas forzando mi amor, yo soy el que te lo esta pidiendo y estoy seguro que serás cuidadoso y no me lastimaras ¿verdad…?

 

-No, pequeño, nunca te lastimaría.

 

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Non tocca mai un'altra pelle con tant'amore. (Jamás toque otra piel con tanto amor)

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Hotel La Scala

 

Al llegar al hotel y con la finalidad de no tener mayores contratiempos, Franco se adelantó al cuarto mientras Ángelo se divertía con las peceras en el lobby del hotel, pasados 10 minutos, tomó el elevador, mientras en su bolsillo sujetaba con fuerza la llave del cuarto que le había proporcionado Franco.

 

Un delicioso miasma que nublaba los sentidos se despedía de esa habitación, Ángelo entro sigilosamente y sin pensar mas, el aroma le indico el camino a la habitación principal, sintió escalofrío debido a la ansiedad y sus mejillas dibujaron un leve tono rojizo, sintiéndose un poco absurdo, pero recordando de golpe porque estaba ahí.

 

Entro a la alcoba, que entre flores blancas y velas dibujaban un camino hacia la cama, pero Franco no se veía por ninguna parte, tal vez esta en el baño, pensó y se sentó sobre la enorme cama King Size.

 

En un segundo, apareció Franco desde el baño, perlas gotas de agua adornaban su cara, Ángelo detuvo la respiración al verlo ahí, tan sensual, tan atractivo, tan suyo al fin…

 

Se puso en pie correctamente mientras Franco cerraba la puerta, disminuyendo el espacio entre ambos, hasta hacerlo prudente, cercano, y aún así tan lejos que de adelantar sus labios no lograrían probarse, acción que muy a su pesar, quería realizar lo antes posible, ambos encontrados a mitad de la habitación, cerca de la cama.

 

El mayor alcanzó su mentón, levantándolo con el borde de sus dedos, cerrando los ojos, incitándolo a imitar sus movimientos, eliminando el espacio entre ellos, tomándolo de la cintura, sus labios apenas se juntaban, en una entrega mutua. En un instante ambos se entregaron con frenesí a la caricia, entreabriendo los labios, penetrando la boca contraria con la punta de su lengua, que en un momento se volvió una caricia completa.

 

Poco a poco se acercaron a la cama, Ángelo temblaba mientras se sentaba, Franco sonrió.

 

El pequeño comenzó a sentir las sutiles caricias que Franco le prodigaba sobre su cuerpo, en el interior de sus muslos levemente separados, tal y como había hecho en la camioneta, pero ahora sin la incomodidad de ser observados ni de estar en un espacio reducido, recorriendo todo su cuerpo sobre la ropa, al llegar a la zona del pene se detuvo un poco mas para frotar con movimientos circulares la erección que ya clamaba por salir, logrando suspiros y pequeños jadeos en el pequeño, sin separar un momento sus miradas, ascendió su contacto, toco poco a poco cada palmo de su cuerpo, sus manos parecían tener vida propia y el pequeño con los ojos cerrados no dejaba de gemir, tomándose el tiempo de adorar con paciencia a su pequeño novio, prodigando caricias ardientes a lo largo de las piernas aún con ropa, llegando hasta el trasero, deteniéndose ahí… ahí para con una mano frotar su erección y con la otra palpar sus redondeadas nalgas. Hacía rato que Ángelo no le observaba preso de las más eróticas sensaciones.

 

Al poco tiempo, el mayor se levantó para poder moverse mejor, introduciendo las manos bajo el delgado suéter, disfrutando de esa piel caliente que se estremeció al sentir la caricia directa. Hizo una pausa para colocar un beso en la enrojecida, inocente y encantadora mejilla del niño, despojándolo de la prenda para notar un poco más de la piel trigueña.

 

Suavemente beso los mechones de pelo del menor, descendiendo hasta el oído, donde deposito una ligera mordida en el lóbulo dejando que de la boca de Ángelo escapara un pequeño gemido. Siguió su recorrido hasta la barbilla y luego al cuello devorándolo con pasión, mientras sus manos seguían acariciando todo el cuerpo, Ángelo tenía aferrado su propio miembro sobre la ropa y se frotaba lentamente, mientras su amante se maravillaba de tanta belleza y sensualidad encerradas bajo aquella inocencia, la preciosa combinación de tan sólo un niño de quince años...tan delicioso a tan joven edad, siendo quizá esto causa de su enamoramiento, porque después de aquella noche en ese mismo hotel, Franco podía afirmarlo con certeza: Estaba enamorado.

 

Poco a poco su camino de besos lo llevo hasta el pezón derecho del menor el cual tomo con un delicado mordisco, al cual Ángelo correspondió con pequeños suspiros. A lo que rodeando el erecto botón, lo volvió a succionar para repetir el proceso, imitando ahora ese movimiento con la otra mano, incitando ahora el otro pezón de igual forma.

 

Siguió recorriendo con besos todo el cuerpo tendido sobre la cama en lento recorrido, de rodillas a un lado del pequeño, hasta llegar a los pies, en una posición tan sugerente, que Ángelo, un poco impresionado, tuvo que virar la vista, intentando contener el desfile de imágenes que durante aquellos últimos días le asaltaban entre sueños, sonrojándose aún más al reflexionar cada una de ellas. Todo su cuerpo estaba caliente, y su rostro irradiaba vergüenza, demostrada abiertamente por el rojizo que coloreaba sus mejillas, bajo el castaño de su mirada, en esos momentos, perdida en un punto infinito de la habitación.

 

¿Se sentiría tan bien ser penetrado como lo imaginaba?

 

Antes de siquiera poder reflexionar sus intenciones, en un lento movimiento que fue casi imperceptible, Franco bajó a la mitad la cremallera de su pantalón, desabrochándolo, abriéndolo, haciéndose paso a través de caricias, logrando que su compañero diera un respingo de sorpresa, duda y excitación, jadeando en silencio una exclamación que permaneció ahogada. Le sintió jalar los pantalones escolares, hasta el punto en que la dolorosa erección se vio libre, en todo su esplendor, aún debajo del short escolar y del bóxer negro; y la evidencia de su placer logró en él aún mayor vergüenza, obligándolo a cerrar los ojos.

 

Franco maldijo por lo bajo ante tanta ropa, pero la tibieza de sus dedos se filtro a través de toda ella, quebrantando toda barrera entre ellos, tomando el palpitante miembro con sutil firmeza, dejándolo salir por arriba, al tiempo que suspiraba y se relamía los labios en espera de lo que a continuación sucedería.

 

-Ahhh…

 

-Siiii…

 

-Mmmphhh -gemia el pequeño ante el contacto firme que la mano de Franco prodigaba sobre su virilidad que en este punto chorreaba de presemen.

 

Franco, con el miembro caliente encerrado entre los dedos, se dedicó a acariciarlo lentamente, de arriba a abajo; deleitado, callando su propio placer tras sus dientes fuertemente apretados.

 

-¡Ahhhhh!

 

-Maasss

 

–Jala, jala… -jadeaba el pequeño ya que el Mayor había acelerado el ritmo.

 

El rubor en sus mejillas ardía, casi tanto como su cuerpo siendo recorrido por una tenue capa de sudor, brillando bajo la luz del ocaso, tiritando por la excitación. Sostuvo con más fuerza su cabello, y con la poca respiración que le quedaba suplico.

 

-¡Haz...lo!- y cerró los ojos. Debía tenerlo... sería aún más exquisito.

 

-¿Hacer qué?- Franco se detuvo, tomándose el tiempo, virando por unos segundos como si no supiera a lo que se refería.

 

Se retiró la camisa, dejándola a un lado sin mucho cuidado, observando la mueca de sorpresa de su pequeño amante: Ceño bajo, la mirada fija, entrecerrada, la respiración entrecortada, sumada a la pena. Sonrió satisfecho.

 

-Sólo bromeaba -una pequeña súplica en forma de caricia fue abandonada entre las hebras de cabello. -¿Tanto te ha gustado?- observó el pene erguido, muy cerca de sus labios dibujando una sonrisa traviesa, y no tuvo que precisar de respuesta alguna. Entreabrió los labios, cerrando un poco los ojos, con la punta de la lengua ansiosa, tomo el miembro con la mano izquierda, desde su base, deslizando lentamente la cabeza en el interior de su boca, presionando un poco a su alrededor.

 

El gesto fue tomado con un pequeño grito ahogado que contuvo su nombre, gemido con tal deleite que no pudo sino estremecerse de igual forma.

 

La lengua hasta ese momento pasiva, se levantó un poco, acariciando dentro de su boca, rodeándolo, presionándolo, disfrutándolo, Franco tenia toda la longitud de su pequeño en la boca y lo estaba disfrutando enormemente. Ángelo se hallaba tan impaciente, tan condenadamente excitado, que no resultaba de gran ayuda, eyacularía en cualquier momento.

 

-Mmmhhh...Más...- divertido por el rápido respirar, así como las ligeras súplicas en forma de fuertes jadeos, retrocedió.

 

-¡No!-

 

La exclamación apenas pudo ser dicha, pero no le dio importancia, soltándolo por completo, alejándose.

 

-...Por favor...Franco...- le tomó de la cadera con fuerza, evitando se moviera, empujando su lengua fuera de su boca, cerrando los ojos, recorrió la extensión caliente, tan firme y suave, rozando la piel con sus labios, haciendo que la respiración de su compañero nuevamente se viera desacompasada ante la lenta tortura, tan deliciosa; en conjunto con su cabello fino haciéndole cosquillas en el vientre, incitándolo a enloquecer.

 

Ángelo dejó que sus labios finalmente se abrieran, sin importarle ya el ser escuchado. La mandíbula comenzaba a dolerle de tanto apretar los dientes, con decenas de ansiosos jadeos encerrados ya.

 

-¡Ahh! ¡Ah!... ¡Más...más rápido!

 

Pero no fue obedecido, dejando bien claro quién llevaba el control de la situación Nuevamente de una bocanada fue tomando, sólo la punta para amenazar lo que le quedaba de razón.

 

-¡¡¡Ahhh!!!

 

Un poco más adentro, Franco lo empujaba con lentitud dentro de su boca, rodeándolo, dejándolo temblar.

 

¡Todo...! pensó Ángelo, mientras era devorado por adelante, atrás, fuera, dentro, poco a poco, sin que las prisas existieran. Inclinó un poco el cuerpo hacia delante, abriendo los ojos, sintiéndose soltado por tercera vez a lo que tomándole por el pelo no le permitió separarse para derramar su descarga sobre la boca de su amante quien la bebió integra.

 

Al tiempo que Franco levanto el rostro y pudo darse cuenta de que estaba totalmente sonrojado, y tenía aún un poco acelerada la respiración, sin mencionar el brillo de deseo que todo él irradiaba, y la ternura y cariño que parecía profesar en su preciosa mirada.

 

Le ofreció la mano derecha, ayudándolo a levantarse; y tan pronto se halló cercano, le abrazó, entregándole un beso dulce, cargado de agradecimiento y amor, mientras Franco le tumbaba en la cama, suavemente, acompañándolo.

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Jaló un poco los pantalones hasta casi tenerlos fuera de las piernas largas, ligeramente torneadas por los músculos, que se tensaron tan pronto se halló liberado de la estorbosa prenda, bajo la atenta mirada de Franco, que no paraba de sentir que todo era no más que un bendito sueño... tan delicioso y afortunadamente real. Sentía la lengua seca, y sin embargo ambas bocas se unieron, humedeciéndose con el sabor de la contraria, en un beso tan lleno de entrega que creyeron hallarse ausentes.

 

Franco le ayudó a deshacerse del uniforme del colegio que aún portaba con cierta pecaminosa inocencia, deleitándose con cada trozo de piel que quedaba expuesta, atrapándola entre sus labios, besándolo con adoración, mientras el sudor corría entre ambos, dejando todo en un plano de irrealidad, al igual que al deshacerse del short blanco y el bóxer bajo él; y recordando lo que aún palpitaba como recuerdo, le obligó a acostarse a su lado y de cara al techo, viajando a través del color blanco mezclado con el suave rubor, de tal forma que le sintió estremecer mientras acariciaba el cuerpo perfecto, masturbándolo con cuidado...y las memorias llegaron.

 

Franco había cerrado los ojos, suspirando frecuentemente aunque en tan bajo volumen que recién se le escuchaba, gimiendo su nombre:

 

–Ángelo… Ángelo…-contra los labios que le encontraron en una suave caricia, con las manos perdidas entre las sábanas un tanto revueltas.

 

Ángelo se hallaba a su lado izquierdo, ligeramente levantado, con el peso sobre el brazo diestro, mientras no desocupaba la labor iniciada en el miembro de Franco, y acercándose a su oído, con un tono sofocado por la excitación provocada por los jadeos deliciosos, le mencionó sin temor alguno.

 

-Ayer hice esto pensando en ti. -Aceleró un poco el ritmo, tal y como le hubiera gustado a él ser obedecido, pero muy por el contrario de sus pensamientos, Franco no lo deseaba.

 

-Espera- lo detuvo, sosteniéndole la muñeca, haciéndose soltar.

 

Mostró una sonrisa satisfecha, sentándose en la cama ante la mirada estupefacta de su amante.

 

-¿En serio te masturbas pensando en mí?- por la directa pregunta, Ángelo no halló respuesta más lógica que una afirmación con la cabeza.

 

Asintió, ocultando su rostro en las almohadas. El mayor rió divertido, le había gustado aquella confesión, tanto así que le pareció adorable, y le permitía esperanzarse, sintiéndose desbordar de felicidad.

 

Le observó colocarse entre sus piernas (y al gatear hasta el sitio le permitió una preciosa vista de su muy bien redondeado y firme trasero), tomándolo desde los muslos, levantándolo un poco, haciéndolo flexionar y abrir, también dando un espectáculo, acariciándolo lentamente, pasando un par de dedos a través de su erección, con cierta firmeza exuberante que aceleró los latidos. El color rojo en su rostro (aquel que hacía minutos había cedido un poco) volvió con más fuerza al verlo desplazarse hacia atrás, agachando su cuerpo hasta la altura de la cama, sonriéndole antes cerrar los ojos y tomar entre sus labios la deliciosa erección que endureció lo más posible, hasta el grado de ser dolorosa, y encontró en la humedad de su boca su oculto placer.

 

Al levantarse un poco, conteniendo su cuerpo en los brazos un poco tras su espalda, interrumpió la concentración de su amante.

 

-...Quiero ver- el otro hubiera sonreído, pero prefirió que el brillo de sus ojos lo explicara todo antes de nuevamente cerrarse.

 

Estaba feliz. Recomenzó, permitiendo que el trigueño abriera un poco más los ojos por la sorpresa, sin querer abandonar aquella escena, bajo los mechones de rebeldes castaños, cubierto por tonos acaramelados del final del ocaso, impreso en su cuerpo desnudo la perfección, se hallaba el deleite, no aquel que encontraba entre sus piernas, sino el tierno chico que tanto quería.

 

-¡Ah! ¡Mmmmhhhh...ahhhhhh! ¡Ángelo...!- un poco más lento, dejándolo saborear, más rápido para escuchar los fuertes gemidos excitando cada uno de sus sentidos.

 

Tras unos minutos más, en que su preciosa cabeza se vio subir y bajar una y otra vez entre sus piernas, en constantes ritmos deliciosos, diversos, le soltó, abandonando una estela de saliva y presemen al separarse, observando el cuerpo sudoroso, caliente, que temblaba, y le dejaba saber cuánto disfrutaba lo que hacía, que aunque todo era parte de un experimento pues también era su primera vez que haría el amor, había ya aprendido de sus continuos roces, era tan fácil instruirse....y tan delicioso.

 

Deslizándose hacia delante, apoyándose en sus manos, que durante todo aquel tiempo no habían abandonado su cadera ansiosa, logró llegar hasta sus labios, donde nuevamente arrebató el poco aire que Ángelo lograba sostener.

 

Descansaron un poco, durante un par de minutos en que no hicieron más allá de besarse y acariciarse mutuamente...ahora venía lo mejor.

 

Pues rápidamente se puso un condón que justificó la interrupción, para volverle arrancar un gemido y jadeo para continuar.

 

Al notarlo más relajado, mordió un poco su cuello, dejando esas agradables marcas que pronto desaparecerían, mencionando con tal voz sensual que le hizo estremecer...

 

Acarició con la yema de los dedos aquellos labios tornándose a rojizos, rozándolos recién, la boca entreabierta del pequeño capturo tres de ellos, dirigiéndolos, entendiendo a ciegas lo que deseaba hacer Franco, le dedicó varios mordiscos, mojándolos antes de que Franco le ordenara detenerse y le besara, descendiendo el brazo hasta lograr su objetivo, mientras Ángelo lo encerraba casi de forma posesiva.

 

Ángelo le condujo el brazo hasta su propia entrada, abriéndose para facilitarle la tarea, el momento que soñaba había llegado, y no podía estar más nervioso. Lo hubiera dicho, pero se hallaba demasiado entretenido jugando con la boca del mayor, intentando obtener el control del tierno beso apasionado.

 

Simplemente se dejó llevar, esperando el momento en que aquellos dedos ensalivados se introdujeran lentamente en su interior, frotando las paredes de su entrada inexperta, acariciando, profundizando a cada momento más, intentando llegar al punto exacto sin hacerle daño, haciéndolo más rápido hasta lograr la dilatación adecuada, debido al placer que le proporcionaba, abrió más las piernas en un movimiento inconsciente.

 

Suspiró profundamente al verle retroceder nuevamente, sobre su regazo casi comiéndose su mano entera, debía estar preparado. Poco después cuando Franco retiro su mano, cerró los ojos, esperando el dolor, arrugó un poco su nariz, girando un poco el rostro.

 

Franco tomó su miembro, masajeándolo un poco, goteaba líquido preseminal, acomodo al pequeño boca arriba en la orilla de la cama, levanto separando sus piernas ¡que vista! El miembro erguido de Ángelo junto a sus suaves testículos que caían libremente… y más abajo la virginal entrada ya preparada para recibir su premio.

 

Se deslizo suavemente entre sus piernas, levantando ligeramente el cuerpo del pequeño para acomodarse mejor dirigiendo el suave pero firme pene hacia la entrada del menor, metiéndolo poco a poco, sin poder evitar una mueca de placer y dolor a pesar de haberse preparado.

 

-Dios... ¡que delicia! arqueó la espalda, con un jadeo al sentirse con media estocada dentro, rodeado por la magnífica estrechez de su pequeño.

 

-¡Ahh...!- un pequeño sollozo escapó de los labios del niño, deslizándolo un poco más, dando como punto final una embestida, la mitad restante de un solo golpe.

 

Tras un par de minutos, en los que Franco no se movió en el interior, solo masajeaba el pene y los testículos de Ángelo, tratando de brindarle confort (le había prometido no lastimarlo y lo cumpliría aún a costa de su propio placer), por lo que cerrando los ojos solo esperó a que el esfínter se relajara para poder continuar, al abrir los ojos, se encontró con el precioso cuerpo de un ángel ultrajado por su propia decisión, inmóvil en el intento de acostumbrarse a la invasión de que era objeto, con la cara bañada en lágrimas.

 

Con todo el cuidado posible, como si fuera a romperse en cualquier instante, le prodigo caricias hasta donde pudo alcanzarlo, lo que tranquilizó al pequeño que comenzó a aventar el cuerpo hacia delante para hacer mas profunda la penetración.

 

-...Franco...

 

-Ahhh Franco…

 

Adoraba tanto pronunciar su nombre.

 

-Mettere tutto dentro (mételo todo adentro), acariciaba su lengua con tal delicadeza que no pudo evitar volver a hacerlo.

-Franco...- pero fue más un jadeo, una súplica que pronto se vio recompensada al sentir las continuas y largas estocadas del miembro de Franco en su ano.

 

Recordó la noche anterior, sobre su cama, masturbándose e imaginando que los dedos de Franco eran insertados en su virginal entrada, pensando en el hombre que ahora le hacía el amor. ¡Esto era mucho mejor!

 

-Ahhh, Ahhh, maasss, maass oh que placer!!! –Casi gritaba Ángelo en el colmo de la excitación y Franco había redoblado esfuerzos para brindar a su pequeño las mejores y más profundas estocadas, parecían un solo cuerpo fundido, los dos jadeaban de gozo.

 

Después de un tiempo de ese juego erótico de entrar y salir ya se habían ajustado perfectamente, por lo que Franco decidió experimentar. Tras una larga estocada, saco de pronto todo su miembro y abrazándolo tomó al pequeño, lo volteo boca abajo en la cama, subiéndole el trasero que le presentó una vista increíble.

 

-Así es más fácil -dijo Franco y se abalanzó sobre él, entre sus piernas listo para la intrusión, teniendo cuidado de no hacerle daño, y tan pronto estuvieron cerca, le entregó una profunda estocada en la que los testículos de ambos entrechocaron haciendo más placentera la penetración ya que por la profundidad de la misma y la posición en la que estaban, el glande de Franco fue a golpear directamente la próstata del pequeño, brindándoles una nueva sensación que casi lo enloquece de placer.

 

¿Qué había sido aquella sensación que por poco le enloquece? Salió de él con lentitud, quedando a la mitad, escuchando la respiración entrecortada de ambos al invertir el movimiento, jadeando por un poco más.

 

-¿Estás bien? -Pregunto el mayor.

 

Tomó el ligero asentimiento como una respuesta. Probó nuevamente, haciéndolo un poco más rápido, saliendo casi por completo, experimentando al dar un fuerte empujón nuevamente adentro, hallándose rodeado del placentero calor que se contrajo.

 

-¡Mmmhhh! Aaahhh –gritaban los dos invadidos por el placer.

 

Ángelo elevó las caderas, levantándose un poco más, Franco reclinado contra él, incluso permitió que pequeñas gotitas de sudor cayeran sobre el otro cuerpo, lentamente acariciando su piel al descender. jaló, dejando la cabeza dentro, dando una fuerte embestida, tan rápida como la anterior y la siguiente, repitiendo el movimiento en demasiadas ocasiones, que causó nuevamente la demostración del placer, por parte de ambos, encontrándose con su ansioso compañero a la mitad del recorrido, que había alzado la cadera, buscando lo más pronto sentirlo profundo, tocando aquel punto sensible.

 

-Más fuerte...- obedeciendo a sus súplicas, él mismo halló aquel ritmo que pedía, entrando lo más posible, saliendo tanto como se lo permitiera. -¡Ahhh! ¡Así!- la sonrisa que se dibujó en sus labios hasta esos momentos la conocía, una de completo placer y tranquilidad, juntas en esa linda boca que se entreabrió en un gesto quejumbroso, exclamando al tiempo de buscar más oxígeno.

 

-Rápido...- suspiró, haciéndole caso, disfrutando de la imagen que se desvanecía entre la oscuridad de la noche que había caído, irradiando en el manto azul con luz propia, tan hermoso como siempre.

 

-Ahhhhh...- sonrió, acariciando durante su vaivén el miembro erecto de Ángelo, tomándolo y arrancando de sus labios una exclamación aún más fuerte al empezar a mover los dedos a través de él. Antes de que hablara, supo lo que diría, anunciándolo con un toque de coqueteo que no pasó desapercibido a pesar de lo entrecortado de su respiración.

 

-¿Más....fuerte? ¿Dónde?- se encontró con la mirada castaña, que por primera vez en minutos se abrió, mostrándole nuevamente el tono divertido, ligeramente perverso e inocente a la vez, que tanto le gustaba, aquella que se concentró en su cuerpo, observando sus movimientos, excitándose más al observarlo, esforzándose en tomar placer de ambos cuerpos, lográndolo con éxito. Sonrió, no durarían mucho a ese ritmo tan cadencioso, profundo, largo y rápido y ninguno de los dos deseaba parar.

 

Y no pudiendo contener por demasiados segundos los gemidos, contrayendo los músculos un ápice más...se acercaba el orgasmo.

 

-Franco...yo...- no hacía falta siquiera decirlo, se lo mostró con los elevados jadeos conteniendo su nombre, encerrándolo entre sus piernas, permitiendo que entrara aún más profundo. Ángelo apartó los mechones chocolate de su frente, mojados, volteando la cara permitiendo le viera completo, disfrutando de sus movimientos tanto como él, sintiendo su cadera chocar, en un movimiento confiado y perfecto, queriendo más aún. Dejó el rápido ritmo, dedicando sus últimos minutos a uno lento, profundo, tan delicioso como el anterior, saliendo por completo varias veces, penetrándolo todo, con tal maestría como si conociera aquel cuerpo desde siempre, y hubiera esperado hasta esa noche para hacerlo suyo.

 

-Á n g e l o -El cuerpo bajo él empezaba con pequeños espasmos interrumpiendo la forzada respiración, apretándolo en su interior, haciendo más difícil y exquisito el moverse dentro y fuera de él. Lo incitó a descargarse, acariciando la cabeza de su miembro, apretándolo todo tras unos segundos, sosteniendo con firmeza...

 

-Más rápido...por favor....más...- supo de sus intenciones, obligarlo a venirse juntos. Asintió entre la bruma de irrealidad que teñía su alrededor: haría lo que quisiera.

 

-Ahhh... ¡Ahhhhhh! ¡Ahh!- ardiendo, no podía continuar por demasiados segundos más. Soltándolo, se inclinó hasta él, besándolo con cierta dificultad, sosteniendo su cabello, gimiendo contra sus labios, acariciándolo entre sus cuerpos al tiempo de rozar el cielo, con los ojos cerrados, los labios ligeramente separados sin decir nada, conteniendo la respiración, desapareciendo todo a su alrededor, tiempo, espacio, materia, lo que no importaba ya además de su amante. Moviéndose un poco, saboreando de sus últimas penetraciones.

 

-.........Franco- descendiendo poco a poco, halló al mayor en igualdad de condiciones, llenando ambos cuerpos con la esencia.

 

El aire tan caliente...tanto como las mejillas que besó, manteniendo una caricia de sus labios, que se encontraron al tiempo de sus respiraciones chocando una con otra, suspirado su nombre con agradecimiento y placer.

 

Ángelo sintió como el mayor salía de él con lentitud, lo que le provoco un gruñido de desaprobación, pero la voz del mayor le regresó a la realidad.

 

-Vamos a bañarnos. Te invito a cenar...- sí, aquel era el chico que tanto le gustaba, y le había enseñado que el placer y el amor era algo que nunca había experimentado y lo llenaba de energía e ilusión.

 

-...y luego volvemos a hacerlo hasta desfallecer-

 

Ángelo sonrió, levantándose, le gustaba la idea.

 

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Non tocca mai un'altra pelle con tant'amore. (Jamás toque otra piel con tanto amor)

 

Continuara...

 

 

 

Notas finales:

 

Bueno ojala les halla gustado y nos vemos en el siguente capitulo, prometemos mas Lemon...

Komka Daisuke


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