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Ángelo por Komka Daisuke

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Notas del capitulo:

Hola

No nos maten por no actualizar, pero la verdad es que no lo habiamos podido hacer.

Gracias por continuar leyendo y este capitulo va dedicado a nuestras amigas,CHAE y lizshely-chan y  por supuesto para Jeff y Luca.

Komka Daisuke

 

Capítulo. 22 Destini (Destinos)

 

 

Resaca

 

Luciano se encontraba en su habitación, con una resaca terrible, la boda lo había agotado física, pero sobre todo emocionalmente, su hermano, su compañero de juegos, su inseparable compañero, ahora se encontraba casado con "Dios-sabe-que" sujeto y su futuro le parecía incierto, no había caído en cuenta cuanto amaba a su hermano ya que para él era algo natural que siempre estuvieran juntos y que todas las actividades las realizaran juntos.

 

Desde siempre habían sido muy unidos y habían compartido todo y "todo" significaba eso realmente los juegos, la escuela, las malas notas, el trabajo, hasta que maldita la hora, pensaba Luciano, que le vio la marca Giancarlo de ser un chico fértil y por consiguiente los exámenes habían revelado la fertilidad de Enrico y ahí había empezado el principio del fin de su relación como cómplices para ser nada, puesto que al irse a vivir a Arezzo con la familia de Ángelo la distancia entre ambos se incremento.

 

//Vuela alto hermano mío

Que en tu vuelo, toco al fin la libertad"

 

Quisiera abrirte de par en par

Vibrar en tu sensibilidad

Tenerte en exclusiva, poderte robar

La nostalgia que me brilla en la mirada

Es porque no estás aquí

Vierta el cielo sus estrellas sobre ti

Y te traiga hasta mí...

 

Vuela alto hermano mío

Que en tu vuelo, toco al fin la libertad.... //

 

Sinceramente le deseaba a su hermano, la mejor de las suertes.

 

El estaba decidido a buscar su felicidad también.

 

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Qualche giorno quando abbiamo potato per vederli l'un altro, ancora, io chieda se saremo tali. (Algún día cuando podamos vernos uno al otro, de nuevo, me pregunto si seremos los mismos.)

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Conspiración en el bajo mundo

 

Giancarlo se encontraba rumiando su mala suerte, hace tiempo lo había perdido todo y todo por culpa de los estúpidos hermanos Bertoni, primero habían llegado a estorbarle en su trabajo como jefe de seguridad de los Sacchetti, Franco y Andrea, después poco a poco su deseo irrefrenable hacia Enrico lo había perdido, pero no, no estaba enamorado de él.

 

Solo era ese sentimiento mezquino que había nacido en su interior, no quería más que tirarlo sobre su cama y "cogérselo"... quizá la palabra "coger" fuera demasiado fuerte, pero no quería otra cosa, no quería hacerle el amor, ni siquiera podría llamarse sexo, simplemente quería cogérselo... pero siempre llegaban los conflictos, el chico era primo de sus patrones y su compañero de trabajo y no podía mantener relaciones sexuales con él, por muy efímeras que fuesen, pero lo deseaba a pesar de todo y de todos.

 

Luego, como en cascada se habían desencadenado diferentes sucesos, entre los que destacaba la intromisión del maldito Juez ese que finalmente había desembocado en un problema mayor en el que Franco al enterarse de la situación lo había despedido como un perro.

 

Desde ese día había jurado venganza, no sabía como, pero poco a poco al enfriarse las cosas y pensar con mayor detenimiento la solución le había llegado de improviso.

 

Sabía que directamente no podía hacer nada en contra de la persona de los primos Sacchetti, su poder era mucho, tenían conocidos muy influyentes y nadie lo apoyaría en esa aventura suicida, pero tenia la idea de cómo poder darle un escarmiento a estos y de paso a los Bertoni y lo haría donde más le dolería a Enrico, su querido hermano.

 

En ese momento, tocaron a la puerta, Giancarlo se incorporó para abrir, era Genaro, un hampón de la peor calaña, que trabajaba a sueldo para la mafia, su especialidad eran los secuestros y los asesinatos, ¡toda una personalidad el angelito!, tenia la misma edad que Giancarlo, 25 años pero parecía mayor ya que contaba con fuertes y musculosos brazos que hacían imaginar a un gladiador de lucha libre, su pelo aunque castaño, principalmente lucia un mechón rubio en el frente totalmente estilizado con gel que le hacia parecer un gallo.

 

-Hola Giancarlo, me han dicho que tienes un trabajo muy interesante para mi. Dijo a modo de saludo Genaro.

 

-Pasa, Genaro, si, es un trabajo muy importante para mi, se trata de secuestrar a alguien, cobrar el rescate y finalmente matar a la victima.

 

-¿No piensas regresar al secuestrado aun cuando se pague el rescate?

 

-No, lo quiero muerto, bien muerto.

 

-Debes de odiarlo mucho, para querer hacer algo así, pero eso no es un asunto que me importe, quiero 250 mil euros por el trabajo y como no confío ni en mi, los quiero por adelantado.

 

-Eso si no se va a poder, ya que yo tendré el dinero hasta que halla cobrado el rescate.

 

-Entonces el precio se eleva a 500 mil.

 

-Eres un...

 

-Lo tomas o lo dejas.

 

-Está bien.

 

-Y ¿quien es la victima?, espero que tenga suficiente dinero para pagar el rescate.

 

Prendiendo un cigarro, largo la mano para alcanzar un sobre cerrado que le acababan de entregar, lo abrió y saco un expediente que en la primera hoja rezaba:

 

Carlo Fabbri, 16 años.

 

-Genaro palideció, pero haciendo acopio de todo su autocontrol, disimulo muy bien sus sentimientos.

 

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Qualche giorno quando abbiamo potato per vederli l'un altro, ancora, io chieda se saremo tali. (Algún día cuando podamos vernos uno al otro, de nuevo, me pregunto si seremos los mismos.)

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El secuestro

 

Habían pasado ya dos semanas desde la boda de Enrico y Carlo tenía varios días de estar muy triste, en el último año, muchas experiencias se habían acumulado en su mente y no sabía que hacer ni como actuar, sus padres uno médico y el otro investigador durante todo el tiempo le habían dado todo, todo menos cariño y tiempo, por su profesión se encontraban siempre muy ocupados y con diversas actividades en diferentes partes del mundo, siempre había vivido entre nanos y sirvientes, que en cada etapa de su vida, se habían convertido en su única familia, sin embargo, para su suerte había conocido a Ángelo y Francesco y por supuesto a Luciano, su primer verdadero amor y sin reservas se había entregado a él.

 

Tal vez esa misma falta de experiencia le había orillado a hacer ciertas locuras y entregarse sin freno al amor, sin importar hora y lugar.

 

Todavía tenia vivas en su piel, las caricias de Luciano, y más en el fondo de su memoria las emociones sentidas con Guido, cuando sin mayor trámite, había introducido sus dedos en su entrada y lo había hecho sentir una lujuria, que nunca había sentido.

 

Entendía que solo había sido algo accidental, pero le había dejado huella y dudas.

 

Carlo meditaba desde su noviazgo con Giovanni,  la superficialidad de ser el novio del chico más popular para luego ser difamado por él mismo acerca de su comportamiento sexual hasta el beso con Luciano y como se dejo envolver por el deseo y como sin conocerlo completamente se entrego a él.

 

Indudablemente amaba a Luciano, eso trataba de decirle su corazón a su cuerpo, y ansiaba estar con él, pero a partir de lo sucedido con Guido, había sentido que Luciano ya no era tan efusivo con él y sus encuentros se habían espaciado, desde el regreso de la casa de campo luego que el tío Marco había hablado con ellos sobre que meditaran si se iban a casar de inmediato o a tener un noviazgo largo, a fin de que Carlo terminara sus estudios y Luciano retomara la escuela, pero el chico no contesto nada, sobre cuales eran sus proyectos tanto con Carlo como de su vida.

 

Mientras su cuerpo lo añoraba y cuando pensaba en él, humedecía su ropa interior, y su mente se llenaba de los momentos de intimidad que pasaban en su mente como si fuera una película donde se recuerda el pasado que no va a volver.

 

Esa mañana, en la soledad de su habitación se disponía a salir, se había levantado temprano, se había aseado y solo esperaba que el chofer pasara a recogerlo para ir al colegio, se había inscrito en un taller de computación y así tenia la mente ocupada, durante casi toda la mañana.

 

Salió de su habitación y se dirigió a la cocina, donde solo tomo un vaso de leche y de la alacena tomo un paquete de galletas y salio a esperar a que pasaran por el.

 

No tenia ni un minuto de estar esperando cuando el chofer llego por él, el transcurso fue tranquilo y al llegar al Colegio, se despidió indicándole al chofer a que hora regresara por él.

 

Entro al salón, mientras llegaban los demás estudiantes, tomo asiento en una mesa apartada y simplemente espero, a los pocos minutos llegó el profesor, el cual dio algunas indicaciones y en ese momento salió de su estado de semi-inconciencia, encendió su laptop e inmediatamente se conecto al mensajero, iba a abrir el correo cuando un mensaje llamó su atención.

 

"Luciano, acaba de iniciar sesión"

 

Luciano dice: Buenos días pequeño.

 

Carlo dice: Buenos días mi amor.

 

Luciano dice: ¿aun estás molesto conmigo?

 

Carlo dice: No estoy molesto contigo es solo que has estado muy frío conmigo y no se te ve muy feliz, pero supongo que todo es por tu hermano ¿verdad?

 

Luciano dice: Si supongo que si

 

Carlo dice: ¿te veré hoy?

 

-Sr. Fabbri, escucho un grito a sus espaldas, era el profesor.

 

Carlo cerro sesión, apareció en el mensajero de Luciano, ni siquiera le había podido responder que tal vez hoy pasaría por él al Colegio.

 

Lanzando un suspiro, apagó su PC, aún tenía cosas por hacer.

 

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-Sr. Fabbri -repitió el profesor-, no me obligue a sacarlo del salón, bien sabe que en esta clase está prohibido el uso del mensajero, además como puedo observar ni siquiera ha empezado con el ejercicio que le solicite, pensándolo bien, hágame el favor de salir del salón, es claro y evidente que no le interesa mi clase.

 

-Pero profesor... -quiso alegar Carlo.

 

-Fuera, Sr. Fabbri

 

Carlo, apagó su equipo, lo guardo y en silencio abandono el salón de clases.

 

En las afueras del colegio un vehiculo oscuro, de aspecto misterioso, aguardaba, tras el volante, se podía adivinar la figura de alguien demasiado grande para el tamaño del vehiculo y un mechón de cabello rubio, brillaba al sol.

 

En el momento que Carlo salió para retirarse del Colegio ya que tomaría el transporte público, no quería esperar cuatro horas más a que el chofer regresara por él.

 

El vehiculo estacionado frente a esté inició su marcha, sin embargo, Carlo ni siquiera se dio cuenta, estaba totalmente absorto en sus pensamientos.

 

Al llegar a la esquina, y justo cuando se disponía a cruzar la calle, el auto viró cerrándole el paso, de la parte trasera del vehiculo descendieron dos sujetos y antes de que pudiera hacer algo, tomaron a Carlo, le taparon los ojos y colocándole un pañuelo dentro de la boca para impedir que gritara, lo llevaron al interior del vehículo el cual salió a toda velocidad con rumbo desconocido.

 

No hubo testigos, nadie se dio cuenta de lo que paso, solo en la acera, quedo una mochila conteniendo las pertenencias de Carlo.

 

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Genaro

 

Los Caselli era una humilde familia de los suburbios de Cagliari, ambos padres, obreros de la construcción apenas podían sostener a sus 3 hijos de 20, 18 y 15 años, cuando una desgracia mas se posó en la familia, Pino el padre fértil de los Caselli, contrajo una misteriosa enfermedad que en principio atribuyeron a las condiciones tan penosas en que había llevado a cabo sus embarazos, sumido en la pobreza y con grandes carencias.

 

Sin embargo, en el hospital comunitario, aún no habían realizado un diagnóstico concluyente sobre las causas del mal, que para ese momento tenían postrado en cama a Pino sin poder, moverse y con fuertes dolores en el abdomen.

 

En ese tiempo, se encontraba haciendo su año de servicio social Interno un joven médico proveniente de Sicilia, que se decía que era realmente una maravilla ya que sus diagnósticos y tratamientos eran casi siempre certeros y efectivos.

 

Para suerte de los Caselli, esa mañana asignaron a ese maravilloso médico al pabellón de urgencias donde se encontraba Pino, al entrar un joven de aproximadamente 15 años se acercó a él para pedirle, no, mas bien para suplicarle que revisara bien a su padre porque ya llevaba un tiempo con agudos dolores que lo tenían postrado y casi inmovilizado.

 

El joven médico tranquilizó al muchacho y le dijo que le daba su palabra de que haría hasta lo imposible por curar a su padre.

 

Efectivamente el doctor empezó a tratar a Pino, detectándole una hernia en el intestino que una vez operada, le libró de toda molestia y por ello ese doctor se gano el eterno agradecimiento del joven.

 

Una vez que el doctor autorizo el alta del enfermo, el joven se acercó al consultorio, para despedirse.

 

-Muchas gracias doctor, le debo la vida de mi padre, si usted no lo hubiera atendido, es seguro que hubiera muerto irremediablemente ya que los otros médicos no encontraban cual era el mal.

 

-Si es cierto, a veces es difícil realizar un buen diagnóstico y no es que los doctores sean malos, yo solo hice lo que tenia que hacer.

 

-Doctor...

 

-Si dime.

 

-Si hay algo que ahora o en el futuro, necesite y yo lo pueda ayudar, por favor considérelo por hecho.

 

-Gracias, pero por cierto llevamos mucho tiempo tratándonos a diario y aun no sé cual es tu nombre.

 

-Genaro, Genaro Caselli, Doctor Fabbri.

 

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El rescate

 

Genaro había estado maquinando el plan con exactitud de reloj, todo tenía que salir de acuerdo a lo programado, porque sabía que también corría peligro.

 

Al recibir el expediente de Carlo, tan solo con ver el apellido Fabbri, supo que era seguro que tenia que ver con el médico que le había salvado la vida a su padre, lo cual fue confirmado cuando estudió mas a fondo los datos que ahí estaban asentados, no cabía duda Carlo era hijo del doctor Fabbri.

 

Curiosamente y como todo buen Italiano, aun para una escoria como Genaro la familia era lo más importante por lo que no dudo un momento en solo seguir el juego a Giancarlo y realizar el secuestro para después entregarlo a las autoridades, no había forma de que Giancarlo supiera que él lo había delatado.

 

Cuando llegaron a la casa de Genaro, este último pidió a sus acompañantes que dejaran en la cama al niño y se retiraran, y que él haría el resto, de antemano sabían. Cual era el plan de Genaro y no tuvieron objeción en ayudarlo sin recibir una retribución económica.

 

-Carlo, ¿porque ese es tu nombre verdad? Comenzó a hablar Genaro, -Quiero que pongas mucha atención a lo que te voy a decir.

 

-¡Maldito!, ¿que quiere de mi? Le respondió un Carlo lleno de angustia.

 

-Tienes razón al tener miedo, por la forma en que te secuestramos, pero no temas, yo jamás podría hacerte daño.

 

-Y como se que lo que me dices es verdad, dijo irónicamente.

 

-Porque nunca dañaría al hijo del hombre que le salvo la vida a mi padre.

 

-Queeeeeeeeee Exclamó Carlo. Y Genaro le contó toda la historia, y el plan que debían ejecutar ambos si querían salir con vida.

 

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Dos días después, Giancarlo se encontraba en la entrada de una bodega vacía en el centro comercial de Cagliari, Genaro se encontraba en el interior de la misma con Carlo amarrado de pies y manos y con los ojos vendados, esperaban el arribo de los padres del muchacho con los dos millones de euros que había solicitado como rescate.

 

El ex guardaespaldas no había sospechado nada, ni aun cuando lo vio llegar solo con el niño, pensó que tal vez no quería involucrar a nadie más para poder quedarse con todo el dinero que le había solicitado.

 

El plan era esperar la señal de que el pago había sido realizado, para que a su vez Genaro asesinara a Carlo y posteriormente escaparan ambos con el dinero.

 

Lo que no sabia Giancarlo es que Genaro y Carlo habían llamado a los padres del chico desde el primer día del secuestro y les explicaron que era importante fingir la histeria y conmoción del rapto del chico, por si el guardaespaldas tenía cómplices dentro de la mansión de los Sacchetti, y que ellos hablaran con la policía pues a Genaro no le convenía tener tratos con los uniformados a fin de que no le quedara fama de "traidor".

 

Carlo no podría regresar a la mansión mientras se negociaba el rescate y poder atrapar a Giancarlo, lo que no agrado para nada al temperamental Luciano.

 

Los dos días pasaron lentos para Luciano quien estaba al tanto de todo el plan y de acuerdo a lo planeado ya se encontraba en camino al lugar acordado, junto con toda la guardia de guardaespaldas, quienes luego de ser sondeados y puestos a prueba, demostraron ser leales a Franco y Andrea. El cuerpo de seguridad estaba listo para actuar en cuanto la policía tuviera en su poder a Giancarlo.

 

A la hora señalada, hicieron su arribo los padres de Carlo en una lujosa limusina llevando consigo dos maletas conteniendo el dinero pactado.

 

Detrás de ellos un ejército de policías encubiertos seguían todos sus pasos.

 

Se oyó la canción de un celular sonar y luego una voz ronca y varonil.

 

-Dr. Fabbri, no se acerque y deje las maletas en el suelo, una vez que haya revisado el contenido, su hijo estará en la entrada del centro comercial y podremos terminar este asunto.

 

-No, quiero ver a mi hijo ahora, respondió el Doctor.

 

-No. las cosas se harán como yo diga, le respondió con voz dura Genaro.

 

-Esta bien, pero por favor no dañe a mi hijo. Y diciendo esto, apago el celular y salio del automóvil para depositar  las maletas y  regresar a la limusina la cual se alejo lentamente.

 

Giancarlo se acerco a recoger las maletas de dinero, pero no alcanzo ni a tocarlas cuando una veintena de policías le rodeo, para no permitirle el paso e impedir su huida.

 

Giancarlo saco un arma y al tratar de dispararla decenas de balas cayeron sobre de él.

 

Al mismo tiempo, Genaro salió con Carlo ya sin ninguna atadura y con los ojos descubiertos, mientras la Limusina ya regresaba al tiempo que Luciano corría hacia Carlo para tomarlo en sus brazos y llenarlo de besos.

 

-No vuelvas a asustarme así, chiquillo. Casi muero de la pena.

 

-Yo también te extrañe, pero Genaro, se comporto como un hermano conmigo.

 

Luciano volteo a ver al mencionado, y aunque su mirada reflejaba odio, solo menciono un escueto "gracias".

 

Genaro camino hacia la limusina de la que se estaba apeando el Dr. Fabbri solo para extenderle la mano y sin que el maleante lo esperara, el Doctor lo abrazó llorando y apenas sin poder casi hablar, balbuceaba palabras incoherentes en las que solo se podía entender gracias, gracias.

 

Ya más tranquilo, le comentó, -Tu deuda, si es que existía alguna, ya está pagada. No critico tu forma de vivir, pero si alguna vez quieres cambiar, búscame.

 

-Gracias Doctor.

 

-No, doctor no, llámame Renan, para ti, solo Renan. Y nuevamente le extendió la mano.

 

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Planes para el futuro

 

Esa tarde se encontraban Luciano y Carlo paseando por el mismo centro comercial donde había sido rescatado este último.

 

Tenían planes para ver una película, pero antes de entrar quisieron pasar a los servicios, Luciano le pidió: sígueme.

 

El menor  se quedo rezagado al principio y luego caminó con seguridad y rapidez. Sabía donde ir, y también que Luciano estaría con él.

 

Luciano no tuvo que esperar demasiado, en los servicios tan solo estaba encendida una pequeña luz, que envolvía el lugar en apacibles tinieblas, cuando Carlo llegó, como apareciendo de la nada. Como saliendo del aire.

 

Uno frente al otro. Mirándose de nuevo. Sintiendo su propio deseo en su cuerpo, el del contrario en el aire.

 

No esperaron demasiado. Cerraron y aseguraron la puerta. El ambiente ideal, en tinieblas. Cálida y reconfortante medio oscuridad.

 

Se acercaron a la vez, hasta que sus labios se unieron y sus lenguas se entrelazaron en una apasionada danza, preludio de lo que vendría después, sin que ninguno de los dos cediera ni ganara terreno, hasta que el mayor se separó lentamente con un gruñido sordo, y volteó al otro chico hasta estar a su espalda, para poder disponer de él sin que el otro pusiera mayor resistencia.

 

La ropa desapareció rápidamente. Estaban demasiado ansiosos, se deseaban demasiado.

 

El mayor deslizó su mano por la espalda del otro chico. Dedos suaves, aún fríos, en la piel caliente que anhelaba ese contacto. La respiración jadeante en su oído, en su cuello. El roce de aquel suave pelo con su cuerpo.

 

Las manos pasaron a acariciarle el pecho, rodeándole el cuerpo. Aquel roce suave, frío y ardiente, las uñas deslizándose por su piel, los dientes afilados acariciándole el cuello, miles de sensaciones despertándose en su cuerpo, electricidad en cada uno de sus poros...

 

Los dientes se clavaban mientras su lengua acariciaba el cuello, placer y dolor, amor y deseo, tan profundamente mezclados que no se pueden distinguir, tan unidos que forman uno...

 

Roces que en ratos eran caricias suaves para tornarse movimientos bruscos, uñas que arañan, ávidos besos. Piel para saborear, para acariciar, para arañar. Piel para probar, para disfrutar, para morder...

 

Carlo dejó su papel pasivo para girarse y besar frenéticamente al mayor, devorándolo.

 

Una mano fuerte se enredo en los cabellos del mayor tirándolos hacia atrás, dejando el cuello y el pecho a su merced para morderlo suavemente, mientras la otra mano le recorría todo el cuerpo, deteniéndose en las partes más sensibles, haciéndolo enloquecer de deseo.

 

Ante esas caricias correspondidas, los dos cuerpos cayeron al suelo, lamiendo, devorando... todo mezclado, todo haciéndose uno, sentimientos, esencias, pieles, salivas, sabores...

 

El cuerpo pálido de Carlo sobre su espalda bronceada, sintiendo una sinuosa lengua probando cada centímetro de su piel, preparándolo en esa peculiar lucha de deseo para poseerlo completamente, para hacerlo suyo, para unir sus cuerpos llevando al máximo las sensaciones de éstos.

 

Leve tensión en el menor, que no podía moverse, ganas de echarse adelante para apurar lo que inevitablemente estaba por venir, las sensaciones eran demasiado fuertes para separarse de aquel cuerpo que se rozaba con el suyo, de aquel ronco jadeo que oía mientras unos dientes se clavaban en su oreja y unos dedos penetraban en su cuerpo... no podía imponer voluntad a su cuerpo,

 

No había manera de escapar a ese encuentro, no cuando él mismo lo deseaba tanto, no cuando los besos ardientes y fogosos eran como una droga, no cuando sabía que tendría posibilidad de morder aquella piel y hacerla enrojecer, que podría clavar sus uñas en el cuerpo de su Luciano y recorrer todo su cuerpo...

 

Una mano se puso a su alcance y él giró la cabeza para lamer aquellos dedos, los mordisqueó, gimiendo, mientras tanteaba con las manos hacia atrás para tocar aquel cuerpo que lo esquivaba juguetonamente mientras lo torturaba con las manos y con la lengua.

 

La mano se apartó de sus labios y le dio la vuelta, el mayor quería mirarlo a la cara mientras lo hacía suyo. Las miradas de ambos se encontraron. El mayor sonreía dulcemente, y sus ojos verdes brillaban como esmeraldas en bruto. Los ojos de Carlo también brillaron, con lujuria; amaba que su cuerpo en aquellos momentos, respondiera de manera salvaje, tanto o más que como cuando había sido invadido por Guido, le repugnaba pensar que no fuera capaz de sentir lo mismo con Luciano.

 

El mayor aún lo hizo esperar un poco, pasando sus manos por el pecho, acariciando los aun no bien formados pectorales y bajando por aquel abdomen perfecto...

 

Aquellas deseables, casi obscenas manos de dedos largos y suaves, aunque varoniles, se afianzaron con fuerza a la cintura del menor. Luciano sonrió, mientras su amante relajaba el cuerpo, a la espera... Amor, tanto amor... y tanto deseo, ganas de empalarse él mismo en su oponente, de entregarse completamente, de nunca huir y de permanecer allí siempre...

 

Al fin, un movimiento firme pero no brusco. Las manos agarradas con fuerza en la cintura, casi clavando las uñas, señalaron el inicio de la penetración. Movimientos acompasados, jadeos roncos, manos que acarician, y dientes que muerden ligeramente la piel de las orejas... embestidas profundas, poderosas y cada vez más rápido... el dolor... inexistente o tal vez solo atenuado por el placer... o al revés...

 

Amor en sus miradas, deseo en los ojos castaños, triunfo en los verdes, pasión y deseo en ambos... se entregaban el uno al otro en aquella danza de amor, en aquella lucha apasionada de cuerpos desnudos.

 

Una corriente de electricidad en ambos, el placer y el amor en su máxima expresión... Las manos del menor agarrándose donde pueden, el cuerpo arqueado y tenso, las piernas desnudas aprisionando el cuerpo del mayor, la boca abierta en un grito ronco de deseo... y aún más de placer... El mayor dentro de él, gritando también de placer aunque con los dientes apretados, las manos en los costados del otro casi atravesando su piel, el pelo del mayor pegado a la frente sudorosa, los ojos casi cerrados en ese instante donde ambos cuerpos llegaron al máximo...

 

Después, ambos tumbados juntos en el piso, jadeantes, uno encima del otro, recuperándose, las marcas de la pasión, visibles por sus cuerpos empapados en sudor, pequeños arañazos, mordiscos, etc.

 

Entonces se separaron lentamente, dejaron de tocarse, de sentir el calor del otro y se miraron, ambos con una sonrisa, de triunfo, de satisfacción y sobre todo del inmenso amor que no podían ocultar.

 

Sin hablar y sin dejar de mirarse, se vistieron en silencio en la semi oscuridad, disfrutando aún del placer, experimentando sentimientos de satisfacción y también un poco de cansancio...

 

Salieron de los servicios, tomados de las manos y decidieron marcharse a casa a continuar con su romance... sin ver la película.

 

Al llegar al estacionamiento, se ubicaron dentro del vehículo e iniciaron el camino de regreso a casa, mientras recorrían la carretera, Luciano recordó la primera vez que había conocido a Carlo y cómo en ese mismo auto lo había llevado a casa, la cara de tristeza, de miedo, de frustración, que presentaba y para su sorpresa ¡era la misma expresión que tenía en ese momento!

 

-¿Que te pasa Carlo?, ¿Estas arrepentido de lo que paso?

 

-Noooooo, jamás, respondió rápidamente el menor, pero hay algo que te tengo que decir.

 

-No me asustes, ya dime pequeño ¿Qué pasa?

 

-Es muy probable que ya no te pueda ver. Soltó secamente Carlo. Luciano salió a la zona de acotación de la carretera y frenó bruscamente el vehiculo para encarar a Carlo.

 

-Dime que es mentira lo que acabas de mencionar.

 

-Desgraciadamente no lo es... y sin poder reprimir mas el dolor, comenzó a sollozar, primero apenas en un suspiro y después de manera desconsolada, tratando de expulsar todo el dolor que se había acumulado en su pecho.

 

-Cálmate y dime que pasa, ¿Por qué ya no podré verte? Dijo casi gritando Luciano.

 

Carlo haciendo un gran esfuerzo, le relató a Luciano que no sabía como decírselo, pero que sus padres aún temían por su seguridad, que sabían y estaban conscientes que Luciano no había tenido que ver nada en el secuestro, pero que finalmente la venganza estaba dirigida a él y aún sabiendo que Giancarlo estaba muerto, no querían confiarse porque con el trabajo de Luciano tarde o temprano volvería a estar expuesto a cualquier acto de violencia y no querían que Carlo se viera nuevamente envuelto en otra situación como la que había vivido. Por lo tanto habían decidido sacarlo de Italia y enviarlo a estudiar a America específicamente a la ciudad de San Francisco en los Estados Unidos, es decir lo más lejos posible...

 

-Pero eso no es posible... comenzó a hablar Luciano con un nudo en la garganta, no puede ser...

 

-Si puede ser... mis padres ya lo han decidido.

 

Luciano sintió como si le hubieran arrancado de raíz el corazón, sintió por un momento como si Carlo realmente lo quisiera abandonar sin presentar lucha, como si se hubiera dado por vencido antes de la pelea... No se sentía con ánimos de discutir... guardo silencio.

 

-Y hay algo más... siguió Carlo.

 

Luciano no contesto, tenía la mirada fija en la carretera en un punto inexistente...

 

-El vuelo sale mañana a las 10:00 de la mañana.

 

Luciano solo encendió la marcha del auto y comenzó a manejar en silencio, despacio, con la mirada perdida y con un dolor indescriptible en el corazón.

 

Al llegar al hotel donde estaban hospedados los padres de Carlo simplemente abrió la puerta del vehiculo, el chico hizo el intento de despedirse de Luciano, pero éste tenia la vista fija al frente, por lo que Carlo solo salio del vehiculo y cerró tras de si la puertezuela.

 

Luciano como autómata solo arranco el vehiculo sin rumbo fijo.

 

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Qualche giorno quando abbiamo potato per vederli l'un altro, ancora, io chieda se saremo tali. (Algún día cuando podamos vernos uno al otro, de nuevo, me pregunto si seremos los mismos.)

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Triste final

 

Me dijo adiós

Sin rencor

Y vuelvo a ser ave de paso

Después de este fracaso.

 

Me dijo adiós

Sin lágrimas

Busco y no encuentro la razón

De esta separación

 

Y sin embargo

Me grita el alma

¡Vete ya!

Aún estás a tiempo

De encontrar

Un nuevo sentimiento

Que te haga olvidar

 

Porque el amor

Nace cuando quiere

Y después

Vive lo que puede.

 

Y no hay nada que hacer

Para detenerle

Ni diciéndole ¡quédate!

Ni diciéndole ¡vete!

 

Me dijo adiós

Sin palabras

El silencio ahogaba mi voz

Con un nudo en mi garganta.

 

Me dijo adiós

Sin dudar

Con el último beso yo me fui

¡Qué triste final...!

 

Y sin embargo

Me grita el alma

¡Vete ya!

Aún estás a tiempo

De encontrar

Un nuevo sentimiento

Que te haga olvidar.

 

Porque el amor

Nace cuando quiere

Y después

Vive lo que puede.

 

Y no hay nada que hacer

Para detenerle

Ni diciéndole ¡quédate!

Ni diciéndole ¡vete!

 

Sin embargo

Me grita el alma

Vete ya

Aún estás a tiempo

De encontrar

Un nuevo sentimiento

Que te haga olvidar

 

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Cuando Luciano llegó a casa de los Sacchetti ya era muy tarde, había vagado sin rumbo fijo por horas, desde que había dejado a Carlo, no quería regresar a casa a enfrentarse con la soledad y el dolor que ello le causaba, ¿Por qué no podía ser feliz? ¿Por qué todo se confabulaba en su contra? Pensaba...

 

Cuando ingreso a la casa, ni siquiera tuvo ánimos de llegar a su habitación, se tumbo en el sofá del recibidor y abrazando un cojín para no hacer ruido, lloró hasta quedarse dormido.

 

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A la mañana siguiente, Franco se disponía a salir a una reunión de trabajo, cuando decidió buscar a Luciano para preguntarle como se encontraba después del secuestro de su novio, dándose cuenta de que Luciano no estaba en su habitación y que por lo que se podía observar no había pasado la noche allí.

 

-Y trae mi auto, espero que no halla hecho una tontería -dijo para sí mismo e inmediatamente marco el número de teléfono de Luciano, mientras bajaba las escaleras para salir hacia su reunión.

 

Cuando el teléfono empezó a sonar, le tranquilizo escucharlo dentro de la casa, justo hacia el lugar al que se dirigía.

 

-Ja ja ja ja ja, rió divertido Franco, ¿que no piensas contestar? Pregunto a Luciano que sentado en el sofá solo miraba el teléfono sin atreverse a contestar.

 

-Perdóname Franco, me quede dormido en la sala y apenas voy despertando, pero dime ¿a donde quieres que te lleve?

 

-Primero me vas a decir que tienes, ese semblante no es de borrachera pero a ti te pasa algo.

 

-E e es... Carlo...

 

-Que pasa con Carlo, ¿ya se debe sentir mejor? ¿o no? ¿Qué le sucede?

 

-Se va... respondió Luciano y con lágrimas en el rostro le relato todo lo pasado y los temores de los padres de Carlo sobre su seguridad y la decisión de mandarlo fuera de Italia.

 

-Detente Luciano, esta muy claro lo que tienes que hacer...

 

-¿Claro?

 

-Si esta muy Claro.

 

-Pero si no sé realmente que hacer, lo único que sé es que sin Carlo me voy a morir.

 

-Bueno, tienes tus papeles en regla ¿no es cierto?

 

-Si, pero no sé eso que tiene que ver.

 

-Eres idiota o solo disimulas... lo que tienes que hacer es irte con Carlo a Estados Unidos y por lo que me has dicho, solo tienes una hora para llegar al Aeropuerto.

 

-Pero mis padres, no tengo ropa arreglada y no sé como lo vaya a tomar Carlo...

 

-Quieres dejar de poner pretextos, los problemas déjamelos a mi, ahora sube inmediatamente por tu pasaporte, mientras muevo unos cuantos hilos para que tomes ese vuelo.

 

-Gra... gracias Franco... dijo Luciano, corriendo a su habitación por el pasaporte.

 

Mientras tanto, Franco llamó a Andrea que se encontraba aún fuera de la ciudad para avisarle y afortunadamente también estuvo de acuerdo, después Franco llamo a un alto funcionario de la línea aérea que era su conocido, quien le aseguró que ese avión no saldría de Cagliari, sin Luciano abordo y que se aseguraría de que en Roma tuviera un lugar en primera clase, para el vuelo a San Francisco.

 

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Cuando arribaron al aeropuerto, se dirigieron inmediatamente al mostrador de la aerolínea para documentarse y les informaron que precisamente en ese momento estaban anunciando el abordaje, pasaron a la sala de espera y ahí estaba Carlo, con una pequeña mochila en la fila ya para abordar. Nada mas llegar, Luciano corrió a abrazar a Carlo, quien con cara sorprendida no entendía lo que pasaba, Franco a una prudente distancia solo veía como el amor que esos dos se tenían era tan grande que merecía una oportunidad.

 

-Carlo, ¿puedo ir contigo?

 

-¿A América?

 

-Al fin del mundo, si fuera necesario, respondió Luciano.

 

-¡Claro! Pero ¿y tu trabajo?, ¿tu familia?

 

-Quieres dejar de poner pretextos, los problemas déjamelos a mi, le dijo recordando las palabras de Franco.

 

-¡Si es contigo, no me importaría ir a la luna!

 

-La richiesta per i passeggeri a Roma completa, nel collegamento al volo alla città di San Francisco. (Ultima llamada para los pasajeros con destino a Roma, en conexión al vuelo a la ciudad de San Francisco.) se escucho en el altavoz.

 

-Pues por lo pronto vámonos a Roma o nos deja el avión.

 

Y extendiendo la mano en señal de despedida hacia Franco, se abrazaron y tomaron el avión con rumbo a su destino.

 

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Qualche giorno quando abbiamo potato per vederli l'un altro, ancora, io chieda se saremo tali. (Algún día cuando podamos vernos uno al otro, de nuevo, me pregunto si seremos los mismos.)

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Continuará...

 

 

Notas finales:

Esperamos que les haya gustado el capitulo y tenemos una sorpresa, como hasta el momento hemos utilizado algunas canciones, pensamos hacer el OST de esta historia, dejenos sus comentarios para saber que opinan sobre esta idea y sus opiniones.

Se aceptan reclamaciones, amenazas de muerte, etc. etc. no es cierto lo ultimo no, pero si queremos conocer su opinion,.

Cuidense y hasta la proxima.

Komka Daisuke


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