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Efecto Carmesí por Satshuka

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Fue un beso extraño, fue un beso con los labios cerrados, hermético. Dado sin chochar nada más que sus bocas, justamente como lo hacen los niños.

 

Un toque suave, apenas un toque, apenas un beso.

 

Pero a pesar de su simplicidad, cuando tuvo su boca pegada a la suya un calorcillo extraño le embargo, uno jamás sentido y luego el tan esperado cosquilleo, haciéndole sentir una suave sensación de vértigo a la altura de su estomago, provocándole un ligerísimo mareo, una tenue

 

En medio de aquel beso cerrado, quiso reír por aquella novedad: Se sentía mareado, pero lucido a la vez.

 

Aquella sensación adormecedora; nada molesta, pero extraña y nunca antes sentida, eso si; se iba apoderando de el. Algo dentro de si, empezaba a hacer ebullición y eso le daba gracia, sin saber el por que.

 

El anterior titubear, el doble pensamiento, su propia torpeza y el sonrojo en sus mejillas eran el resultado de todo y era gracioso porque era casi como recordar el primer beso.

 

Todo parecía igual, tan igual que incluso estaba aquel mismo abismo abriéndose a sus pies, acariciándole los dedos por encima de las medias, absorbiéndole.

 

Tan igual que eso.

 

Pero la risa interior pronto se calmo, abrió los ojos y con la misma calma despego sus labios de los Aki. Este no se opuso.

 

Se miraron fijamente, no por que el quisiera claro, tan solo porque no podía evitar mirar a la persona que había besado recientemente.

 

-Aki, yo…-Trato decir, pero su cabeza estaba en blanco.

 

Aki tampoco parecía tener intención de decir algo realmente, solo estaba allí sentado junto a el, tan cercanamente como nunca antes.

 

Aquella barrera, invisible pero concreta, esa, establecida entre ellos dos después de aquella experiencia tan, digamos, “inolvidable”, se había quebrantado al fin.

 

Y con solo un beso; “Era de esperarse.” Pensó Ueno.

 

Tendría que haber sabido que seria inevitable, casi tanto como lo que estaba pasando a hora. Sus ojos rojos, expectantes de algo que hasta el esperaba, le observaban, imposibles, con una fijación igualmente imposible, expectantes de una próxima oración, de una próxima acción.

 

Cualquiera pensaría que era un maleducado por mirar a alguien que conoces de esa manera tan irrespetuosa…La diferencia era que ellos ya se conocían (Y bastante bien, a nivel físico), pero…

 

Algo no estaba bien.

 

Aquello no…, no, eso no podía pasar. No sabia porque pero sencillamente no podía pasar.

 

Debía separarse, mas sin pensar si quiera en su próximo movimiento, casi como un acto reflejo al pensamiento, ambas manos suyas fueron a descansar en su cintura, abrazándola y juntando más ambos cuerpos en el trayecto.

 

De repente, su cuerpo ya no se movía al propio antojo.

 

“¡GAH! ¿Qué-que estas haciendo Ueno?” Se cuestiono en la cabeza mientras cerraba los ojos. “¡Sepárate, sepárate!” Grito, esperando respuesta pero sus extremidades no parecían dar señal de movimiento.

 

¿Cómo un beso podía confundir sus movimientos? Lo único que quería era separarse del chico pero lo único que terminaba haciendo era todo lo contrario a ello.

 

Lo único que hacían era ceñir más ese delgado cuerpo al suyo, tanto que podía sentir el cabello desordenado de Aki acariciar sus mejillas con mas insistencia.

 

Era algo a lo que no podia negarse.

 

“Ya que…” Pensó sin pensar, cerrando sus ojos con ellos sus pensamientos repentinos.

 

Se besaron de nuevo, abriendo poco a poco sus labios, encontrándose nuevamente sus bocas y fue entonces cuando aquella sensación hipnótica volvió a invadirle.

 

La sensación abismal de antes se incremento, pero dejo de lado eso y accedió.

 

Habían juntado sus labios y con estos, sus lenguas, con suavidad. Y puede que pareciese absurdo pero el momento se le hizo una eternidad.

 

Pensó en cuanto veces había pensado en el y en cuantas veces había soñado con aquel contacto. Pensó en cuantas veces había besado esos labios en sus sueños y en cuantas veces los había saboreado en medio de su inconsciencia. Pensó en esas noches de flemática agonía, pensó en las veces que había terminado por acercarse a el, sin poder evitarlo, mientras dormía con la sola intención de mirarle hacerlo y pensó en como, silenciosamente, volviendo en si, se había distanciado hasta volver a su propia cama, preguntándose el por que de aquel acto.

 

Aquellos momentos si que habían sido una eternidad. Y pensó también en el ahora, en lo que estaba pasando ahora.

 

Sus lenguas habían empezado un dúctil vaivén, acariciándose entre si, sin prisa, cubriéndose de la cálida humedad, por lo que no tardo demasiado en asimilar el nuevo y tan esperado sabor.

 

“¿Que…?”

 

Y Por Dios, su boca, su lengua… ¡Era inenarrable!

 

No había manera de describirlo, no sabia nada que hubiese probado antes, no sabia a nadie que hubiese besado antes. Y es que en realidad, en su boca no había nada parecido a la menta, o chocolate, o vainilla o tantas otras esencias trilladas de las que había oído hablar cuando se besaba.

 

¡No sabia nada!

 

Apenas había un impalpable atisbo de la leche que había tomado hace unas horas, además del casi inexistente vislumbre de la pasta dental que había utilizando antes de dormir.

 

Pero fuera de eso, no había nada más. Nada, tan solo la placentera humedad de la danzarina alianza y nada más que ese indescriptible sabor.

 

No sabia nada, pero ¡con un demonio que sabia demasiado bien! A nada pero sin duda era delicioso.

 

Al principio, estaba decidido besarle lenta, lentamente, pero no tardo en desear mas; puso una mano en su nuca, presionando y haciendo el mismo del contacto uno mas rudo, mas apasionado, mas necesitado, y proporcionándole a lo ajeno entre cada pequeña separación, pequeños mordiscos.

 

Ahora, era aun, mas delicioso que antes; podía escuchar los quejidos, los ahogados y sumisos quejidos de Aki.

 

El contacto tan solo pudo tornarse más deseoso, mas apasionado que antes.

 

¿Cómo diablos había podido contenerse antes?

 

¿Cómo diablos no lo había besado antes?

 

¿Y como evitaría la tentación de hacerlo de nuevo?

 

Estaba llevando ahora él el control, Aki no se oponía, mas pronto, sintió el aire acabarse, por lo que accedió a soltarse.

 

Y aun en la oscuridad, podía ver a Aki. Y, aun con los ojos cerrados, podía verle con inquietante claridad.

 

“¿Qué estoy…?”

 

El estaba allí, mas presente que en esas noches. Más presente que esas vacías esperas.

 

Más presente que el mismo.

 

Con los ojos semi-abiertos, mirándole a el; respirando agitadamente, con las mejillas que relucían con el rojizo resplandor de una manzana; sus labios, hinchados por las dulces mordidas, se entreabrían para dejar paso al aliento gozoso del anterior encuentro, mientras un fino hilo de saliva se deslizaba por una de las comisuras de su cavidad bucal, por demás, torturada.

 

Todo aquello antes de una atrevida lengua limpiase el rastro, en un claro acto de insinuación, tan notable, que hasta un tipo tan lento; como lo era el mismo, notaria

 

Y si, mirándole fijamente, con aquellos ojos centellantes, deseosos por una continuación.

 

Vaya, incluso antes del verdadero contacto ‘definitivo’, el venia y le mostraba una visión de esas.

 

Demasiado para un tipo tan simple como el.


Sin pensarlo dos veces, condujo su boca hasta su cuello; que se le parecía blanco y apetecible, repartiendo pequeños besos y probando su sabor también con suaves lametazos para comprobar el hecho que de que todo en Aki era delicioso, extremadamente delicioso.

 

Pudo oír a Aki gemir y a pesar de que sus gemidos se oían tan lejanos, la excitación en el bullía con rapidez. Casi con la misma rapidez con la que sus manos comenzaban a querer desvestirle.

 

-Ah, Ueno-kun, Ueno-kun…- Le oyo decir entonces, con deleite y aquello fue como una remembranza de algo. Tal vez de aquel sueño o tal vez de aquella vez.

 

Una voz en su cabeza le recordó las cosas importantes. Una voz que era un grito y gemido. Una voz que era su voz, su estremecedora e impactante voz.

 

“Ueno-kun.”

 

De repente, despertó. Y fue como despertar de un sueño muy profundo.

 

“¿Qué diablos estoy haciendo?”, pensó, completando finalmente la pregunta en su cabeza.

 

Descubrió un extraño sabor en sus labios, y viendo al muchacho con aquella expresión pintada en el rostro –de lo más extraña también-, encontró la respuesta.

 

De repente no creía lo que acaba de hacer.

 

No, no y no.

 

¿Qué acaba de hacer? O mas bien ¿Qué estaba tratando de hacer ahora?

 

Con violencia, pudo sentirse enrojecer.

 

-¡P-perdon!- Fue lo único que pudo decir, tratando de controlar su repentino tartamudeo. –¡No fue mi-mi-mi intención!...bueno, en realidad, si, pero…¡Te lo juro, no fue intencio-!- Intento continuar su repentina disculpa pero había sido frenando por un dedo y que se había posado en su boca.

 

-Shhh…- Siseo Aki, silenciándole.

 

-P-pero, Aki…-El, mas rojo que un tomate, trato de continuar.

 

-Callate.- Dijo. –Calla, lo entiendo, no tienes por que disculparte.-

 

Ueno parpadeo doblemente mientras detenía su dramatización que amenazaba con ir más lejos.

 

-¿Ah, si?

 

-Lo entiendo. Claro que lo entiendo.- Solamente dijo antes de darle una intensa demostración de lo mucho que entendía en los labios.

 

Ueno, alarmado, atino a soltarse de inmediato, sin hacerlo del todo.

 

-¡A-Aki!- Chillo en reclamo.

 

El mencionado tan solo se aparto un centímetro.

 

-¿Qué pasa?- Cuestiono calmado, lamiéndose los labios de forma aun mas sensual.-No estoy haciendo nada malo.

 

Solo pudo enrojecer, aun más, si es que eso podía ser posible.

 

-¿Cómo que no? ¡Me has besado!- Exclamo, tratando de fruncir el ceño y fingir molestia, pero por la expresión de Aki, no lo estaba haciendo bien.

 

Porque sonreía. Y aquella sonrisa no se parecía a ninguna de las que había podido registrar en su memoria.

 

Cuando conoció a Aki – en aquella “fatídica” noche- fue prácticamente obligado a tener sexo–sin tener opción de oponerse- por una fuerza que hasta ahora, según el, podía considerarse como “sobrenatural”.


Incluso a pesar de que aquel escenario pareciese de alto riego (Vamos, no todos los días encuentras alguien con esposas, totalmente desnudo y con magulladuras en todo el cuerpo enclaustrado en un closet) no pudo contenerse.

 

E, incluso, a pesar aquella visión de Aki –que era perturbadora por su estado-, no pudo evitar apreciar con extrema incomodidad el atractivo del confinado.

 

No pudo evitar no sucumbir a esa fuerza.

 

O a lo que sea que le había arrastrado.


¿Era Aki, una criatura divina y seductora desconocedora de sus propios efectos en los demás normales mortales como el?

 

O quizás era el quien exageraba, quizás era el mismo el del problema.

Entonces… ¿Era el, Nakatsu Ueno, un tipo enfermo, ávido de otro de esos encuentros sexuales?


Tenia que admitir en aquello había sido realmente excitante –por no decir el mejor sexo de su vida- pero aquello simplemente era demasiado.

 

-No…-

 

-No he hecho nada malo.- Rectifico su torturador. –Además, tú también me besaste. ¿ne? –Susurro juguetón, lamiéndole una mejilla y haciéndole chillar.

 

-¡Eso ha sido un error!- Apresuró. –Además, dijiste que lo entendías…-Empezó, pero la oración murió en sus labios al ver como el otro bajaba su cabeza. Su rostro, ensombrecido por sus cabellos plateados, no dejaba debajo ver su expresión.

 

Espero a que levantase su rostro para encararle pero eso no sucedió.

 

¿Le habría lastimado al decir que aquello había sido un error?

 

Si, quizás había sido eso.

 

Una punzada de culpabilidad le hinco sin misericordia.

 

Su rostro, plagado de una belleza casi injusta para un varón común, se cubrió de un matiz incierto. Primero un brillo que no pudo identificar y luego ya no había emoción alguna.

 

-Aki…yo…-Trato de decir para disculparse, llamándole con la mano pero sorpresivamente este se alejo levantándose y dándole la espalda, rompiendo todo contacto, volviendo a su distancia inicial.

 

Tan sólo dibujo una mueca muy parecida a una sonrisa en su bonito rostro, que se oscureció por la sombra de sus cabellos, desconcertándole.

 

No pudo no sentirse decepcionado. ¿Realmente no iba a pasar nada?

 

“Uhm…supongo que no. No se puede obligarle, de todas formas.” Pensó para luego regañarse. “¿Qué estas diciendo, baaka? ¡Si tu mismo eras el quien temía llegar al final, so idiota!”

 

“Al menos ya desistió.” Se dijo a si mismo para disipar la extrañeza y la culpa causada por su imprevisto alejamiento, mientras se tranquilizaba para pensar en que decir para al menos, decir algo.

 

O eso pensaba hasta que el sonido de algo que cayo en suelo llamo su atención, cuando dirigió su mirada hacia a aquello, palideció cuando se dio cuenta que era el pantalón de Aki.

 

Para ser mas exactos su pantalón y su ropa interior esparcidos sin cuidado y a unos pasos, el dueño, con solo la camisa que hacia de pijama cubriéndose el torso y que, curiosa y tentativamente, se extendía de largo cubriéndole hasta la mitad de los muslos.

 

Aki giro en su dirección, pero su mirada no reparo en su figura gacha.

 

Toco su pecho con ambas manos, y las deslizo hacia el borde el cuello de la camisa, ante el estupefacto escrutinio del moreno, desabotonándola con parsimonia hasta cierto punto para saltarse un botón y seguir con el resto, dejando así al descubierto un parte de su torso, sus pezones rosados de sugerente dureza, su delgadez y sus caderas suavemente curveadas.

 

Y hacia todo aquello sin mirar; era como si el no estuviera en esa misma habitación, como si no estuviera entre aquellas mismas paredes ni entre aquella misma distancia.

 

Era un espectáculo dedicado a las cortinas, a las paredes, a la nada.

 

Se tocaba y al tocarse, le tocaba también.

 

Entonces, le miro e hicieron contacto visual por fin; Ueno no lo sabia, pero lo deseaba.

 

Poso una mano en su cintura y ladeo el cuerpo hacia el en provaccion. Se volvió y le dio la espalda una vez mas, para girar de nuevo y levantar la mirada, dándole una muestra gratuita de lo que tenia a su alcance, de lo que se le ofrecía.

 

De lo que podía tomar pero no quería y también, de lo que no podía ignorar ya.

 

De lo que ya no podía seguir ignorando.

 

Nakatsu asimilo la suma de cada parte de aquella hermosa silueta con un solo atisbo. Sus ojos actuaban con exactitud y veracidad para captar su cuello libre, su sexo altivo y la perfección de sus piernas, para regresar, al fin, a los ojos de Aki, que esperaban atentos, imperiosos.

 

No se inhibía en lo absoluto: Aki se sabia atractivo; eso era un cuchillo filoso, era un arma de corto alcance y era, mas que nada, un hecho que el no podía negar ni aunque quisiera.

 

-Tentador, ¿no es así?– Una leve risita se dejo escuchar, seguramente por su cara, espejo de su aturdimiento. -¿Lo ves, Ueno- kun? –musito el. – ¿Notas como algo se enciende por dentro? ¿Notas como algo parece hervir por dentro? ¿Lo notas?- Cuestiono seguidamente; sus palabras oyéndose adorablemente altivas. - Oh, claro, por supuesto que si.- Se respondió segundamente.

 

Ueno no podía responder.

 

Esta casi ido, casi estupefacto, casi pasmado y a la misma vez, consciente, tal vez demasiado, de todo lo que pasaba a su alrededor.

 

Consciente de Aki, de quien parecía emanar un erotismo hostil pero embriagador y consciente de su nulo temple y por lo tanto consciente de lo pronto a acontecer.

 

Aki camino hacia el, y se sentó de horquillas, mostrando la beldad pálida de sus piernas dobladas. A pesar de las cicatrices que surcaban la pálida piel, parecía tersa e inmaculada, deseable al tacto.

 

-No eres tan deshonesto como quisieras.-Siseo, de si las palabras salían roncas, como rozando su garganta, haciéndola retemblar al hablar. –La gente es deshonesta no solo con otros, sino también con ellos mismos. Están en constante negación, se mienten para luego mentir a los demás y así crear un telar de falacias inconsistentes y de logros vacios, por un tiempo se creen seguros e incluso llegan a creer que su aparente debilidad ha desaparecido, pero lo único que logran con eso es infundirse un imaginaria seguridad y confundirse; cuando aparece un nuevo percance que amenaza con truncarles, suelen escapar despavoridos de la realidad…Y es curioso porque… ¿No es acaso no lo que esta pasando ahora?

 

Había visto cuerpos desnudos tantas veces, casi tantas veces como el número de dedos de sus dos manos, pero ninguno le había causado ese efecto fulminante.

 

Quizás era la verdad de sus palabras o mas bien la brillantez de su mirar.

 

O quizás era la sensualidad de su persona.

 

Pero ninguno le había hablado de esa forma. Ninguno le había provocado de esa forma ni ninguno le había echo sentirse tan desprotegido y emocionado a la vez, ninguno.

 

-Tu… ¿De que vas?- Fue lo único que pudo soltar con irritación, enojado consigo por sentirse tan desamparado.

 

Por dejarse ser arrastrado hasta allí.

 

Por tener aquella sorprendentemente seductora criatura en hinojos sobre si, por no poder contestar a debidamente a sus atormentadores mensajes y por no poder sacársele de encima.

 

Pero aquello solo hizo que soltase una carcajada.

 

-¿Qué de que voy?- Cuestiono con un gesto distorsionado por la insospechada reacción. –Eso debería preguntar yo, Ueno.-Pronuncio con desdén; había dejando de usar el honorario. -Me has estado mirando bastante últimamente.- Afirmo con seguridad.

 

-¿Qué dices?...Eso...no es cierto.

 

-Ah, entonces lo niegas.-El albino dio un semi suspiro. -No deberías; he visto esa mirada ya muchas veces.

 

-¿De que estas hablando?-Hablo ofendido.- ¡Mi mirada no tiene nada de raro!

 

-Yo he dicho que tenga algo de raro, en realidad no he dicho nada ofensivo para que te pongas así, baaka.-Dijo tiernamente dándole un beso pequeño en los labios.

 

-¡No me digas baaka!- Trato de alejarse, avergonzado.-¡Oye, oye! ¡¿Qué haces?!

 

Gimió, ofuscado, al sentir un peso sobre si. Era Aki, quien prácticamente se hallaba sentado –cómodamente, debía decirlo- sobre el.

 

-Ya te lo dije.- Siseo Ueno, cansado, a punto de ceder. – Eso fue un error, entiéndelo…

 

-Y lo entiendo, Ueno, lo entiendo. – Dijo entonces Aki, inclinándose para susurrarle al oído. –Entiendo que esto no es un error. Lo que yo entiendo es que te gusto.

 

¿Gustar?

 

¿Qué le gustaba Aki?

 

¡Ni hablar!

 

-¿Qué? ¡No! - Grito Ueno de verdad alarmado, por su actual posición y por como parecían estar dándose las cosas.

 

-Claro que si. – Murmuro, cercano y sonriente el otro. –No puedes mentir.

 

“¡No, yo no estoy mintiendo!”

 

Aki bajo una mano, parsimoniosa pero directa, sin mas preámbulos, hacia su entrepierna.

 

Haciendo un esfuerzo grande, contuvo un gemido al sentir la opresión de sus dedos en su hombría, súbitamente abultada.

 

-¡Ah!- Exclamo, sorprendido de su propia e ignorada situación.

 

¿Cómo se había puesto así?

 

No. ¿Cuándo se había puesto así?

 

“Bueno…quizás estoy mintiendo un poquito, hum..”

 

-No puedes mentir, tu cuerpo no puede mentir, Ueno-kun.- Le susurro, mirándole con una malicia que no recordó haber visto antes asomarse en sus ojos.

 

Y con aquella sonrisa inamovible que tan común se empezaba a ver, y tan ensimismado estaba que no se había dado cuenta cuando Aki le había desabotonado el botón del pantalón y bajado la cremallera.

 

-¿Eh? ¡Aki, quita!- Chillo cuando sintió una mano escabullirse entre su ropa interior.

 

-Shhhh…

 

Pronto sintió la caliente firmeza de una mano tomando su miembro, sin ningún aviso para sacarlo al aire libre.

 

-¡A-Aki, pero que…!- Tartamudeo al sentir el “fresquito”.

 

Pudo ver como “aquello” se alzaba solo en segundos, en toda suprema rigidez.

 

Ante aquella visión de si mismo, era Aki quien se había quedado ensimismado, mirándole de forma fija, mas bien, mirando de forma fija aquella parte, avergonzándole aun mas.

 

¿Por qué le miraba así?

 

-Vaya…Si que esta duro.- Le oyó decir después de un rato. –Parece una roca. –Dijo, para darle un golpecito limpio en la punta, haciendo temblar todo el tronco.

 

-¡Uah, eso ya lo se!- Ladro molesto, haciendo a Aki sonreír como antes.

 

-Y pensar que tan solo se te ha puesto así con un besito mío…- Dijo picándole.

 

“¿Un besito?”

 

-¿Un besito? ¿Un besito dices?... ¡Pero si ha sido con lengua!- Grito, con el orgullo injuriado.

 

Aki rio de buena gana, y su risa era melodiosa, tanto que le enfermaba. –Estoy hablando del de la mejilla, pero creo que te has confundido con el anterior… ¿Qué nunca te han besado así?

 

No supo que responder en ese momento, claro que había tenido ya ese tipo de besos, pero ninguno había causado tal efecto.

 

-¡C-claro que si, idiota!- Se apresuró a contestar, haciendo que Aki alzase una ceja, incrédulo. -¡Es verdad!

 

-Si, claro.

 

-¡Lo digo en serio!

 

-Y yo también. No te molestes, o-baka-san.

 

-¡No me llames así!

 

-¿Por qué?


-Porque… ¡Ah! ¿Qué…q-que estas haciendo?- Cuestiono alarmado al sentir la suave caricia de unos dedos que no eran suyos y que se extiendo con la misma delicadeza por todo el glande de su durísimo ‘amigo’, como retando su entereza.

 

Como jugando con el.

 

-Nada.- Contesto el otro, simple. –Nada que no te guste, ‘querido’.- Finalizo añadiendo un burlesco tono a la última palabra, para tomar con firmeza a aquella constante prolongación de si mismo y tirar de ella hacia arriba y abajo, estableciendo un movimiento constante y, dada la reciente sensibilidad de Ueno, placentero.

 

Este cerró los ojos, dejándose hacer, justo como aquella vez.

 

No podía quejarse ni decirle que pararse, no sintiendo la fuerza de su voz y temple agitándose también.

 

No podía decir nada ya.

 

Hasta que sintió una nueva sensación, una húmeda sensación, cuya procedencia no tardo en suponer.

 

No quiso, pero no pudo evitar abrir los ojos y enfocar su vista en lo que estaba pasando en sus bajos.

 

Entre sus piernas, se encontraba el muchacho de los cabellos plateados, haciéndole una monumental mamada. Sin ningún tipo de reparo o cortedad propias de cualquier persona con libido normal –y hagamos remarque en eso de normalidad-, lamia, chupaba y volvía lamer con excitante ahínco, pasando su escurridiza lengua por toda la longitud, desde el principio del tronco hasta la animada punta, envolviéndole en un placer aun mayor.

 

Esa boca, esa exquisita y deliciosa boca era la gloria, la misma gloria.

 

-La tienes grande, Ueno …-Decía entre cada succión con voz adquiriendo un matiz morboso, sucio. –Tan grande…- Decía, haciéndole vibrar, como nunca antes.

 

Como aquella vez.

 

Y mirándole con esos ojos carmesí, mirándole inmutablemente, preguntándole con desdén cuando podría soportar; ciertamente no mucho, no siendo observado de esa forma que solo podía hacerle sonrojar. Y hablándole así.

 

- Tu…P-para…-Pidió, con la voz entrecortada.-Para…Para, por favor…

 

Aki, entonces alejo sus labios, pero no por eso deteniendo el fabuloso trabajo, siguiéndolo con la mano.

 

-¿Por favor?- Dijo, sonriéndole afectadamente. –Ueno-kun, suena como si fuese doloroso lo que estoy haciendo…pero creo que es mas bien todo lo contrario… ¿Acaso no te gusta?- Pregunto regalándole una media sonrisa.

 

-No, no es eso…eso lo que… ¡Ah!- Gimoteó ante el repentino cambio de velocidad.- Aki…por favor…

 

-No creo que esa sea la manera de pedirle algo a alguien…- Le susurro, sin parar, acelerándole.

 

-No…Aki, para, para…- Trato de decir como pudo, virando la cabeza para no ver más aquella expresión en su rostro, esa expresión que podía hacerle venir, aquello parecía tan pronto… - ¡P-para, por favor!

 

-Y vuelves a decirlo. –Sonrió Aki, acariciando la punta de su virilidad firmemente, arrancándole nuevos gemidos. -¿Por qué no eres mas honesto contigo mismo, Ueno-kun?

 

¿Honesto?

 

-Ah... ¿Que…que…estas…tratando de insinuar, idiota?...-No pudo ni si quiera quejarse porque entonces se sintió preso de un calor abrasador en aquella parte baja; sin avisar y por su propia, Aki se introducía con lentitud.

 

-…– Sin poder decir algo oportuno, Ueno atino a taparse los labios, tratando de contener las bocanadas de aire, ya que el las consideraba ruidosas a pesar de que se podían confundir el simple sonido que hacia al respirar.

Oyó a Aki gemir fuertemente y sintió sus uñas marcándole los hombro. Aal ver la expresión de su compungida carita pudo ver que dolía.

 

Sin quererlo, una de sus manos viajo hasta su mejilla blanca para acariciarla, encontrándola bañada en lagrimas.

 

-Oye… ¿te duele mucho?-Pregunto, y en sus palabras descubrió una profunda preocupación. Una de la que no se creía capaz.

 

Estaba realmente preocupado; Aki solamente le sonrió.

 

-¿Bromeas?- Cuestiono divertido para acercar sus labios a su oreja –Se siente magnifico. –Le susurro entonces, como un secreto.

 

La connotación de la oración produjo un ramalazo de calor que azotó las mejillas morenas de Ueno.

 

-Pues me da igual…Quítate…- Balbució, ya sin fuerzas.

 

Aki le miro lastimeramente y Ueno pudo sentir la misma punzada que antes le había atacado, era un dolor tan punzante y tan real como el que una navaja afilada podía proporcionar.

 

-¿Cómo puedes decir eso?- Le pregunto mientras tomaba su rostro con ambas manos; su equilibro sobre el era envidiable mientras las deslizaba hacia el centro del pecho ajeno.-¿Cómo puedes decir eso aquí?- Pregunto con las manos cerca de su palpitar, en el lugar donde yacía su corazón.

 

Ueno se pregunto como un toque podía hacerle acelerar los latidos, si es que eso era posible.

 

-Aki…por favor…

 

-Lo siento.- Dijo para introducirse por completo, a modo de disculpa–No pretendo parar solo porque lo pidas.

 

-Aki, quítate.- Pidió una vez mas, obteniendo una nueva negación.

 

Se había prometido no volverlo hacer mas. Por más que su cuerpo le pedía tomar el control de la situación, se había prometido no hacerlo más.

 

Era irreal; hasta sus propias manos, traicioneras, oprimían con fuerza su camisa de dormir, ciñéndola mas, como tratando de impedir algún escape, tratando incluso cuando era el quien quería escapar.

 

De esa situación y de si mismo.

 

Sencillamente su cuerpo le ignoraba, le pasaba por alto y le hacia caso omiso; eso era lo que, en conclusión, significaba estar atrapado.

 

“Solo…Solo…apártate…” Se decía, tratando de hacerlo lo ordenado. “Solo…apártate de el, solo hazlo… ¡De una vez!” Pero era imposible. Su cuerpo no se movía. Dentro de si, alguien con su misma apariencia se abrazaba a si mismo y repitiéndose mil veces “No puedo” se mecía.

 

Y era así, no podía. Era eso.

 

Era ese aroma tan suave que parecía despedir Aki y que se hacia mas presente según su cercanía; era ese suave respirar que acariciaba con dulzura su bronceada tez; eran su ojos, esos malditos, endemoniados ojos que parecían ver por entre carne y hueso.

Basto solo que Aki se apegase mas a el para que dejase de lado aquellas ideas escapistas. Y su mirada carmesí era como una orden, una orden que provenía también de si mismo; su cuerpo claramente le pedía disfrutar del momento con el.

 

-Solo cierra los ojos.-Le susurro con un tono indefinible, acercándose. –Solo hazlo. Todo estará bien.

 

Y le creyó porque con ‘ese’ mismo tono ‘indefinible’ todo se acababa: Sus pensamientos paradójicos, sus ganas de alejarse, su falta de impunidad, todo, todo se acababa.

 

Su aplomo y sus ganas de alejarse se iban, como el viento por ventana abierta, rápida y fugazmente, sin dejar espacio a nada más que el acatar.

 

Suspiro; podía ver esos labios, que aparentaban ser de lo mas adictivos, acercarse a el. Y verle así, tan entregado, era más de lo que podía soportar y acercándole para juntar sus lenguas nuevamente como en un principio, gimió dentro de si, abrumado: Era el fin.

 

Era el fin de las burlas y las risas mutas; de esas sonrisas y de esas miradas furtivas; de esa distancia acordada no verbalmente pero respetada hasta ahora, de esas palabras nunca dichas y de esas caricias nunca hechas; del solo creer que podrían ser compañeros de habitación y nada mas que eso…De todo ese “deseo” no consumado, era el final.

 

Era el fin de todo aquello. El final de toda esa relación de esos largos meses porque, con ese beso, todo se acababa.

 

Porque era esa fuerza sobrehumana que le impedía el moverse o el negarse si quiera.

 

“Mañana tengo examen…El examen final…” Se recordó a la única idea a la que podía aferrarse en ese momento cercano a la perdición.

 

Más, cuando fue tocado por esos labios, todo aquello se esfumo de su cabeza. Y la pregunta, surgida de la preocupación, de sobre con que cara le miraría a la mañana siguiente había dejado de tener importancia (si es que alguna vez la había tenido).

“¿Examen?”

 

-Más, más, más… ¡Más rápido!- Pidió Aki y el no pudo nada mas que obedecer.

 

¿Qué examen?” Se inquirió, sin de verdad saber a que se refería con la pregunta.

 

TBC

Notas finales:

N/A: Para quien haya llegado hasta aqui sin saltearse:

 

 

¿He mencionado ya que los lemon no son mi fuerte en lo absoluto? Bueh, no hay caso, puesto que ustedes ya debieron haberlo notado. –I totally suck…ugh- ¿Cómo alguien pude escribir tan mal? Ehm…no respondan –hablándole a la nada.- Acabo de arruinar un buen comienzo =_=U

 

En fin, muchísimas gracias por los reviews -ahora estan todos contestados- En fin, ahora directa a los puntos =D

 

Punto 1: Siento haber decepcionado a quienes esperaban un lemon bien cachondo o_o, si, si, ya se, ¡se supone que es Sensitive Pornograph! (refiriéndome a que no tiene ningún plot concreto), pero eso ya vendra despues, creo que aun es mas pronto.

Punto 2: Aki es tan lindo =/////////= -reaccion Uenesca-

Punto 3: Todo el mundo sabe que Ueno-kun es un dejado, verdad? –Asentimiento general- muy bien.

Punto 4: ._. Necesito un/una beta.

Punto 5: Necesito una vida (pero mas un beta :3)

Punto 6: Dije que ya que Aki esta enfermo?

Punto 7: Sobre "Nakatsu" es el apellido que le puse a Ueno-chan, momentaneamente claro, aunque tambien puede ser usado como nombre -en realidad, saque la idea del nombre de mi sobrino que lleva dicho nombre-

Saludos. 


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