Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

El Destino que nos deparó tu Ángel por UchihaxMatt

[Reviews - 5]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Matto: cada vez me gusta menos el título del fic

 D:!!!! acá está el capítulo 2 del fic!!!! después de casi UN AÑO de no haberlo terminado!!! nisiquiera me gustó como quedo D: soy un desastre T-T



Era una tarde tranquila. El sol iluminaba Konoha con una luz muy suave y la temperatura era agradable, el río que bordeaba la ciudad se veía claro, limpio, inmaculado y las calles de las afueras eran transitadas por poca gente, no se sabía dónde el ruido había ido a parar. Un día perfecto. Sólo una extraña melodía interrumpía esa calma.

Por el camino al bosque se podía distinguir a un chico rubio, esbelto, de ojos color zafiro y con una sonrisa muy alegre caminar en dirección a una gran mansión que se creía inhabitada. Iba tarareando una canción, inventada por él mismo y con muchos errores de afinación, mientras recordaba el camino que el día anterior había recorrido para llegar a la “casa embrujada”. Al llegar frente a un portón reparó en que el mismo que el día anterior tenía una gran cadena entrelazada, impidiendo su movilidad, ahora estaba libre de atadura alguna.

- “Quizás Itachi la sacó hoy en la mañana...”– pensó mientras trataba de abrir el portón.

Tuvo que hacer un gran esfuerzo, pues, además de ser muy pesado, al parecer no se abría a los invitados desde hace mucho tiempo y sus bisagras no estaban aceitadas, lo que entorpecía y dificultaba su movilidad y provocaba que el rubio perdiera su paciencia. Una vez dentro cerró el portón bruscamente y se dirigió trotando hacia la mansión como si nada hubiera pasado, admirando en el camino el amplio y hermoso jardín.

Al llegar dio unos golpes a la aldaba de pantera en la puerta para llamar la atención, y al nadie abrirle dio una vuelta por la esquina izquierda para rodear la construcción, mientras hacía un puchero infantil.

- ¡Itachi! ¿Dónde estás?, ¡Ya llegué! – Caminó buscando en cada rincón, como si fuera a encontrarlo debajo de una piedra, hasta llegar casi al final de la mansión, donde se encontró con una muralla de arbustos con una rejilla en un lado. La miró curioso unos momentos, atraído por saber lo que había tras ella, y al sentir una mano sobre su hombro se sobresaltó, diciendo a medias una grosería y encontrando detrás a quien buscaba - ¡Itachi! ¡Lo siento!... eemm... como nadie me abría vine a… buscarte… – el chico quedó un poco atontado por la sorpresa, era la misma persona que había conocido el día anterior, lo sabía, pero visto con total iluminación era mucho mejor de lo que recordaba.

Tenía piel blanca y rasgos refinados. Sus ojos eran alargados, y de un color negro muy profundo, al igual que su cabello, liso y bastante crecido, con el flequillo encuadrándole el rostro. Sus labios delgados, firmes, su nariz recta y muy acorde a su cara, y su mirar penetrante, seguro e intimidante, aunque también solitario y un poco melancólico.

Vestía una camisa gris medio abierta que revelaba todo su cuello y, muy para mal de Naruto, parte de su pecho, unos pantalones de tela negros que no eran muy ceñidos, pero que de seguro revelaban atributos si se ponía a mirar bien, y unos zapatos de cuero del mismo color. Sencillo, sin embargo con clase y muy elegante.

- Buenas tardes Naruto – Su voz hipnotizante le pareció, una vez más, muy sensual, y sólo reaccionó a dedicarle una torpe e infantil sonrisa, que Itachi pensó se veía tierna en el especial rostro del rubio, de ojos grandes y azules, lo que ponía en duda su origen japonés. Su cabello corto y rebelde caía de a mechones sobre su rostro, lo que en conjunto con el resto de su cara lo mostraba como un chico juguetón .De estatura normal, llevaba puesto el uniforme del instituto al que asistía junto con su bolso, por lo que sólo se podía apreciar que era esbelto y tenía la piel un poco tostada – Mirabas la muralla del jardín trasero, ¿quieres verlo? Es lo único que realmente cuido de la mansión...

La idea atrajo al rubio de inmediato, quizás así podría conocer mejor los gustos de su misterioso anfitrión. Asintió con la cabeza e Itachi se dirigió con paso lento y postura altiva hacia la reja, seguido de un emocionado y enérgico Naruto, que comprobó que esos pantalones de tela si mostraban bastantes atributos.

Al pasar por la rejilla, el rubio no pudo evitar quedar boquiabierto gracias a la belleza y complejidad del lugar, era tan mágico que parecía sacado de un cuento de hadas, tan maravilloso que casi exigía ayuda divina, un verdadero Edén. Entró sin cambiar su expresión hasta escuchar una pequeña risita de los labios del moreno y caminó por un largo sendero admirando todo a su alrededor, lo verde del pasto, los colores llamativos de las flores. Trató de ver más allá del camino, para calcular su distancia, pero sólo logró ver un sinfín de plantas.

- Tiene dos kilómetros cuadrados de superficie. – dijo casi adivinando su pensamiento, a lo que el joven a su lado respondió con una graciosa expresión de asombro.
- ¡¿Y lo cuidas tú solo?!... Yo ni siquiera puedo cuidar mi habitación… Impresionante…

El suelo estaba forrado con un pasto suave pero muy firme, de un verde potente y sano con diferentes flores creciendo por doquier, y el único camino que se distinguía era un sendero de piedrecillas con violetas en los costados. Los árboles eran variados en tamaño y forma, había unos gigantes de raíces y troncos gruesos en los que se podía trepar y jugar, y otros pequeños y delgados que podían usarse sólo para aprovechar su fruto y sombra.

Recorrieron el parque y Naruto vio con asombro las muchas flores, fuentes de agua, prados en los que correr y pérgolas que resguardaban grandes balancines, formando una asombrosa armonía. Pidió permiso para caminar descalzo por la grama y se divirtió trepando un haya como un pequeño niño mientras que era observado con disimulada tristeza, hacía mucho tiempo que Itachi no tenía tanta alegría en su patio, y era justamente otro rubio el que lo disfrutaba...

El día era soleado, pero el calor se veía suavizado por el viento, que jugaba entre las hojas de los árboles, y bailaba en el cabello de dos felices y apuestos jóvenes.

- Itachi, me encanta como arreglas el jardín, me alegro de habértelo encargado – dijo uno entre risas, corriendo por el pasto y agitando las manos en el aire disfrutando de aquel paraíso.
- Lo que sea por verte feliz – susurro el otro mientras caminaba siguiendo al rubio frente a él - ¡Ten cuidado Deidara! No te vayas a caer.
- ¡Si se! No es para tanto… – gritó mientras trataba de escalar un enorme árbol que había en una pequeña montaña. Casi se cayó un par de veces, en las cuales el corazón de Itachi casi explota del susto, pero en poco tiempo llegó a una de las ramas más altas, donde permaneció un rato.

Al cabo de diez minutos de total juego Deidara parecía cansado. Últimamente se había estado cansando por todo lo que requería ejercicio físico y no sabía porqué. Trató de bajar, pero sus piernas no le respondían bien, y no podía simplemente arrojarse pues estaba a mucha distancia del suelo. Apoyó la espalda en el tronco y trató de tomar aire para llamar al pelinegro, pero las palabras eran ahogadas por una opresión en su pecho y sus ojos eran cegados lentamente por la oscuridad antes de caer de rodillas...

- WAAHH! – Itachi sacudió la cabeza saliendo del recuerdo y vio nervioso como Naruto colgaba con un brazo de una de las ramas del gran árbol. Corrió hacia él a todo lo que dio, con el temor de que pudiese terminar en una tragedia, pero se detuvo al observar como, con gran agilidad, el rubio volvía a incorporarse para seguir jugando.

Esbozó una sonrisa melancólica, no podía comparar con Deidara a alguien a quien apenas conocía, pero se le hacía difícil. El cabello color oro, la tez blanca, los ojos grandes y azulinos, la nariz ligeramente respingada y una sonrisa digna de envidiar hacían que Naruto pareciera el hermano pequeño, pero estaba seguro que su difunto ángel no tenía familia…

- ¡Itachi! ¿Te quedarás ahí? – gritó el rubio mientras colgaba de cabeza en una rama en el árbol. El aludido lo pensó un rato después de soltar una risa, a decir verdad hace mucho que no se subía a un árbol, la última vez que lo hizo fue cuando rescató por poco a Deidara de la caída. Miró a Naruto y le sonrió afirmando con la cabeza, haciendo que bajara a encararlo - ¿Por qué? - veía los ojos zafiro sin despegarles la mirada un segundo y sintió una leve soberbia al notar un pequeño rubor en las mejillas del otro.
- No he subido a un árbol en mucho tiempo.
- Entonces ¿me seguirás mostrando la mansión? Hoy me tienes que enseñar el segundo piso… - la sonrisa que mostraba conmovía el corazón de Itachi, llena de alegría y ansiedad, ¿Cómo negarse? Además se lo había prometido.
- Si, te la mostraré, ¿Vamos de inmediato?
- Vamos, a decir verdad ya me estaba aburriendo de jugar solo...
- Lo siento, la próxima vez que vengas jugaré, sólo debo ejercitarme un poco – decía mientras caminaba el dirección a la mansión. El menor lo seguía animado, por alguna extraña razón no perdía energía de manera normal.

Al llegar cerca de la construcción Naruto notó que ésta tenía una entrada directa al patio. Una pequeña escalera separaba el parque de una terraza, que tenía una mesa y unas cuantas sillas oxidadas. Subieron las escaleras y el rubio esperó que Itachi abriera una puerta de madera similar a la que se encontraba en el frente de la casa, y entraron a lo que reconoció como el salón que había visto el día anterior, aunque no recordaba la puerta.

Después de estornudar dos molestas veces observó el resto de la estancia. Además de la puerta, se encontraban varias pinturas que, aunque estaban cubiertas de polvo como casi todo lo demás, se notaba que eran hermosas. La mayoría eran paisajes, montañas cubiertas de nieve, lagos, playas, pero había otras con temas abstractos o extraordinarios. Se acercó a una que le llamó especialmente la atención, era un bosque selvático, en el que se encontraba un hada apoyada en uno de sus árboles.

Miró hacia los lados buscando algo con que limpiar el polvo que le impedía ver los detalles, y al no encontrar algo más que las sábanas que cubrían los muebles, buscó en su bolso unos pañuelos desechables que solía llevar. Sacó uno y lo abrió para pasarlo como si fuera un plumero por sobre el lienzo, muy delicadamente para no dañar la pintura.

Al terminar de limpiar el cuadro el pañuelo adquirió un color plomo oscuro, y la pintura quedó visible para que Naruto pudiera apreciarla con cierta conmoción. Era una obra de arte hermosa. El hada cubría su delgado cuerpo sólo con un camisón, que ofrecía una transparencia coqueta pero no atrevida ni vulgar y hacía relucir las ligeras curvas de su pecho y su cintura de manera grácil y muy bien lograda.

No llevaba zapatos ni alguna clase de accesorio que pudiera quitarle la belleza natural. Su cabello era claro y su tez muy blanca, su rostro femenino atraía al rubio de una manera extraña, pero supuso que era porque, además de tener una sonrisa en sus labios, dos lágrimas surcaban sus mejillas, creando un efecto triste y dulce.

Los colores que se usaron para el paisaje eran mayormente verdes, pero la mezcla de amarillo y blanco también se presentaba, haciendo que todo pareciera vivo, como si se pudiera atravesar el lienzo y llegar a aquel lugar mágico. Trató de acercar su mano para hacerlo, pero se contuvo pues si trataba mal la pintura podría estropearse, y eso sería una desgracia que él no podría arreglar.

Ver toda la pintura le produjo un extraño sentimiento en la boca del estómago, y a los pocos segundos la nostalgia estaba apoderándose de su ser. Dejó suavemente el cuadro donde estaba y se dio vuelta para mirar a Itachi, pensando en un plan para no pensar en aquella pintura.

- ¿Pintas? - se cruzó de brazos y sus ojos se encontraron con los del otro.
- No… el artista era Deidara, si yo tratara de hacer algo como eso estarías viendo un cuadro abstracto – respondió con una sonrisa.
- ¿Te gustan sus pinturas?
- Me encantan… ¿porqué preguntas? – pensó un poco lo que iba a decir, si le gustaban tanto ¿porqué las tenía en tan mal estado?
- Voy a venir a limpiar tu casa día por medio. Así como está de sucia no puedes apreciar nada de lo que hay aquí… - Itachi bajó la cabeza en signo de desapruebo y continuó caminando a la puerta que daba con el pasillo.
- No vendrás a limpiar… - no necesitaba una empleada, o mejor dicho, no quería que el rubio fuera la suya, pero Naruto era un terco que no entendía a la primera, y se lo haría saber.
- Si, lo haré… - sabía que lo lograría, siempre lograba todo insistiendo.
- No… - pero nunca había tratado con alguien como Itachi, y no sabía como podía reaccionar.
- Claro que si, comenzaré mañana – siguió sus pasos a través del salón hasta el pasillo mientras seguía con el juego.
- No.
- Si. – Se detuvo en seco al casi chocar con el actual dueño de la mansión cuando se dio vuelta para mirarlo fijamente.
- Naruto... – retrocedió un paso al escuchar el tono con que dijo su nombre y clavó sus pupilas en las contrarias - no quiero que vengas a limpiar – dijo con seguridad, paralizando al rubio – ¿entendido? – de inmediato asintió enérgicamente con la cabeza mientras pronunciaba un suave “si”.

Lo que pasó en el momento siguiente hizo pensar a Naruto en retirarse a su casa, un silencio de unos segundos bastó para hacerlo entender que quizás insistir tanto no funcionaba igual con todos y que había personas que no eran tan pacientes con él como la mayoría de sus conocidos. No se había atrevido a levantar la cabeza, por eso se asustó cuando el mismo levantó su rostro acariciándole la barbilla.

- Lo siento – dijo casi en un susurro – no quiero alterarme contigo, pero puedes ser muy molesto si te lo propones.
- ¿Por qué no quieres que venga a limpiar? No me aburriría haciéndolo, es más, me gustaría mucho.
- No quiero que tengas que responsabilizarte por lo que yo debería hacer.
- Pero... yo quiero que este lugar reluzca, se vería mejor... además así tendría otra excusa para venir, ya que no creo que Iruka me deje venir seguido sólo porque sí. – El rubio tomó las manos de Itachi con las suyas, trató de poner su sonrisa más tierna y preguntó como si nada hubiera aprendido de la situación - ¿Puedo?

Un pequeño silencio se hizo presente mientras pensaba, le agradaba mucho aquella compañía, y si le decía que sí lo tendría ahí cada dos días, aunque el hecho de que limpiaría no le gustaba en absoluto, él debería encargarse de todo eso, como buen dueño. Vio la cara del rubio otra vez y no pudo evitar sonreír por la mueca que hacía.

- Está bien, puedes venir y hacer lo que quieras... – el rubio alzó sus brazos y pronunció un “wiii” como signo de victoria – pero si vas a limpiar yo te voy a ayudar, no voy a dejar que lo hagas tú solo. – No esperó a que el otro pudiera quejarse y se volteó para seguir con el dichoso recorrido, que era la razón por la cual tenía visita - ¿Seguimos viendo la mansión ahora?

• • • • • • •

Al subir las escaleras que había visto el día anterior en el lobby no pudo evitar pensar que la gran casa podía ser una caja de sorpresas permanente para él. Tal vez no se había imaginado así el segundo piso porque desde el primer piso nada se veía, sólo una vez arriba pudo darse cuenta realmente que esa no era como las mansiones que se ven en las películas de millonarios y que no debería siquiera pensar en subestimarla.

- ¿Cuántos pisos tiene esta mansión?
- La verdad es que tiene cuatro, ¿preguntas porque desde afuera se notan sólo dos?

Asintió, pues así era, sólo había podido ver dos pisos desde afuera, y ahora se veía delante de otra escalera, igual de elaborada que las que acababa de subir pero de menor tamaño. Naruto se veía cada vez más intrigado con esa casa, a él mismo le gustaría tener una así, y disfrutaría haciendo fiestas con sus compañeros de colegio, incluso aunque la limpieza de los días siguientes fuera casi interminable y contara sólo con Shikamaru para ayudarle, pues sería el único que lo haría.

La zona en la que estaban en ese minuto servía como balcón para ver el lobby, la estatua podía verse claramente aunque estuviese de espaldas, y casi podría tocarse si se inclinaba sobre el balaustre. Había algunos jarrones con plantas pegados a las paredes, y más pinturas colgadas de éstas, igual de cubiertas de polvo que las otras. Era una estancia menor que el lobby, la escalera que había iba por el lado derecho, dejando un espacio entre la pared y la misma. El rubio no lo pensó dos veces y pasó por debajo, sin notar las telarañas antes de salir por el otro lado. Itachi se le acercó y el menor vio cómo ponía una extraña expresión en su rostro.

- Naruto ¿de casualidad te asustan las arañas? – el rostro del aludido se puso serio de inmediato apenas escuchó la última palabra de la pregunta.
- Por favor no me digas que tengo una en la cabeza...
- Entonces si te asustan las arañas – el movimiento afirmativo de la rubia cabeza y la mirada de sus ojos lo confirmó - Cierra los ojos y piensa en algo que te guste – el rubio obedeció y de inmediato se puso a pensar en una caja con chocolates mientras cerraba los ojos muy fuertemente. Por su lado el pelinegro tomó muy cuidadosamente al pequeño arácnido para llevarlo debajo de la escalera y dejarlo vivir veinticuatro horas más antes de que fuera exterminado por la limpieza. Volvió al frente del joven rubio y observó por unos segundos más la graciosa cara que este le ofrecía. – listo.

Abrió un ojo lentamente sin cambiar la expresión de su rostro o controlar el temblor de su cuerpo y preguntó con voz suave “¿se fue?” para que el otro le respondiera asintiendo con la cabeza y una sonrisa en los labios. Al ya no sentir peligro, Naruto relajó sus hombros y ladeó su cabeza hacia atrás mientras emitía un largo suspiro.

- Siempre que tengo una araña cerca me paralizo – sintió cómo un escalofrío le recorrió la espalda y se sacudió fuertemente – es horrible, siempre me ha pasado, no sé porque, ¡si no hubieras estado y me hubiera dado cuenta no me habría podido mover!!! – agitaba los brazos enérgicamente como alguien encendido en llamas mientras Itachi lo observaba entretenido.

Hace mucho tiempo que no gozaba, se sorprendía más cada minuto que estaba con el rubio de cómo éste lo hacía sentir algo parecido a la alegría de nuevo. Hasta el día anterior lo único que hacía era recorrer la enorme mansión y sus alrededores una y otra y otra vez, lamentándose de tener todo y no disfrutarlo, de estar sólo y no hacer cosa alguna para cambiar su situación. Era solitario del principio, es verdad, pero siempre había estado rodeado de personas con las que podía contar si lo necesitaba. Y había estado acostumbrado a eso, a tener mucha gente alrededor. El perderlos a todos significó para él perder su confianza en lo que lo rodeaba, y con eso ganó miedo, aunque lo guardara muy en su interior.

- Son sólo arañas, te tienen más miedo que tú a ellas.
- Lo sé, pero aún así no puedo evitar sentirme aterrorizado cuando veo una, ¡no puedo siquiera verlas en la televisión o en fotografías!
- Mmm… eso si que es extremo… - Naruto lo observó fijo y preguntó sin más.
- Y tú, ¿a qué cosas le tienes miedo? – era la pregunta que más le disgustaba. Siempre que él mismo se la planteaba no podía dormir por la reflexión que le significaba hacer, y siempre llegaba a la misma conclusión. Ahora se la hacía otra persona, algo que había implorado que no llegase a ocurrir. No quería tener que explicarle a un extraño que le temía a la soledad, y que pasaba sus días sumido en la amargura. Que bien por él que siempre había sido bueno ocultando las cosas.
- La verdad es que nada me produce singular temor – dijo mirando debajo de la escalera, por donde el rubio había caminado, y al verlo y observar su expresión de admiración pudo notar un extraño vacío formarse en su interior.
- ¿En serio no hay algo a lo que le temas?
- Para mí todo es normal… - el vacío seguía creciendo, le apretaba el pecho – ¿seguimos?

Mentiroso.


+ + + + + + + + + + + + + + + + + + + + + + + + + +




-Naruto! – Iruka seguía llamando a su hijo para que bajara a cenar, pero éste parecía estar demasiado metido en sus asuntos como para hacerlo – “ojala esté haciendo sus deberes escolares” Naruto! ¡Qué haces por qué no bajas a cenar? – dijo al abrir la puerta de su habitación y encontrarlo con su cuaderno de dibujos en la cama.
-No tengo hambre – le dijo con tono amable para que no se molestara – además estoy haciendo un trabajo para… em… artes.
- A ver – siempre se ha interesado en lo que Naruto hace para artes, se pone muy feliz al pensar que podría tener un hijo artista - déjame verlo.
- MMMM no, todavía no está terminado y tu sabes cuáles son las reglas para ver mis cosas.
- Si, si sé que tienen que estar terminados para que los pueda ver, porque si los veo antes se te va la inspiración. ¿Entonces no bajarás a cenar?
- No gracias papá.
- Está bien, pero no te acostumbres, que todavía estás creciendo y necesitas comer.
Lo sé papá – Iruka salió de la alcoba cerrando la puerta y Naruto pudo seguir con su dibujo. Lo había empezado a hacer hace sólo unos momentos, pero había avanzado bastante. Era una imagen bastante fiel de la mansión vista desde afuera, pero en vez del patio estar descuidado en el dibujo se podía apreciar un jardín delantero mucho menos tétrico, sin maleza y con un camino no destruido por las raíces de los árboles que hay en él.

La visita a Itachi le había dejado muy contento y con mucha inspiración, incluso si debía irse temprano de ahí. Pudo conocer más de la casona y ver que además de ser hermosa por fuera lo era mucho más por dentro. Cerró su cuaderno de dibujos para ponerse su pijama pensando en cómo habría ido cambiando desde que fue construida hasta que quedara casi deshabitada y en el tipo de personas que la habría concurrido. “De seguro la mayoría deben haber sido personas con mucha soberbia” pensó. Se preparó como corresponde para ir a dormir, pero al apoyar su cabeza en la almohada no pudo dejar de pensar en las pinturas de Deidara. Que envidia le daba no poder pintar así, aunque tal vez si se esforzaba lo podría lograr. Miró la hora en el reloj de la pared, ya debería estar durmiendo, mañana era el último día de la semana y debía despertar temprano para ir al instituto.





------------------------------



-Estoy raro – dijo en voz alta al diario que había buscado hace unos minutos en las repisas de la biblioteca – puedes imaginártelo ¿no? Después de todo he venido a buscarte, aunque no creo que te ocupe… -esa manía de hablarle a las cosas inexistentes se había hecho mayor con el pasar de los años, y empezó cuando dejó de escribir en ese mismo diario. En vez de hacerlo se dedicaba a hablar todo lo que quería escribir en él y así se acostumbró, hasta que dejó el pequeño cuaderno muy bien escondido en la tercera repisa desde la pared izquierda de la sala cuando era pequeño, junto a los cuadernos de índole religiosa que nadie se molestaba en buscar para leer. – Hoy vino una visita, si, como escuchas… una visita. Y no fue como las que solía recibir cuando era niño y mis padres vivían, esas que me molestaban tanto gracias a su hipocresía o a su antipatía. A esta persona prácticamente la invité yo... Se siente extraño, hace muchos años que nadie viene a la casa, y menos a verme. – Se acercó a la ventana de la habitación con el cuaderno todavía en las manos y miró a través de ella al patio tranquilo y oscuro – el último que me hizo algún elogio por ese patio fue Dei. ¿Qué estará haciendo ahora? ¿Vendrá a pasear al patio alguna vez como solía hacerlo?... Casi puedo sentirlo acariciando mi cabello cuando despierto todas las mañanas… - caminó hacia fuera de la biblioteca para subir a su alcoba en el cuarto piso de la mansión y al entrar dejó el diario en un escritorio junto a un lápiz. Lo observó un momento, miró el lápiz y se convenció. Atrajo una silla al escritorio, se sentó en ella y abrió el cuaderno dispuesto a hacer algo más que sólo mirarlo, buscó la última página escrita y se fijó en la fecha. Hacía cinco años que no escribía en el diario. Supuso que lo que escribiría en ese momento sería más complicado que todo lo que estaba ya escrito, así que tomó con sus manos el lápiz de tinta y se concentró en pensar cosas coherentes.

“Desde hace tiempo que estoy solo en este mundo, y la manera en que me afectó me ha hecho olvidar como se sentía pasear en el jardín con una sonrisa en los labios acompañado de alguien.
Hoy he vuelto a sentir algo como eso, aunque no estoy seguro de si será la misma sensación de antes. Un chico rubio me hizo sonreír varias veces, y pude notar cierto calor peculiar en el pecho. Se llama Naruto, y me sorprende que no le haya tenido miedo al hecho de que ésta es considerada una casa ‘embrujada’. Sólo los curiosos vienen, y se van casi tan rápido como llegan al más mínimo ruido. Pero él se quedó, incluso después de que lo asusté ayer cuando vino por primera vez, no es que lo hubiera querido hacer de todos modos. Sólo me miró sorprendido y luego me mostró una sonrisa, eso es extraño, nunca había visto tanta simpatía en alguien. Me recordó mucho a Dei, tienen algo de parecido físico y como siempre está sonriendo el parecido es mayor… Creo que mañana amaneceré con dolor de cabeza por tanto pensar en ciertas cosas, y por tanto sentir cosas ‘nuevas’…
Todavía pienso que Dei no se debió ir… no sé qué tipo de sádico dios me lo arrebató… no he podido rescatar nada de lo que pasó después que murió. Sólo puedo conformarme con recordar lo que viví después de llegar a vivir aquí con él cuando era niño. Todavía me pregunto por qué no puedo acordarme de cómo era mi vida antes, cada vez que trato de recordar algo, como alguna anécdota o incluso mis padres (si los tuve alguna vez) solo consigo una enorme punzada de dolor en la cabeza, como en este mismo minuto.”

Itachi dejó el lápiz y se levantó de la silla para prepararse para dormir, algo que detestaba profundamente era sentir dolor de cabeza. Se metió a su cama y justo después de apoyar la cabeza en la almohada se durmió por el cansancio, sumergiéndose a un sueño que esa noche sólo le traería pesadillas.

Notas finales: hoy dormiré esperando morir acuchillada... dejen review para torturarme por el pésimo capítulo :D

Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).