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Bajo la Sombra de una Iglesia por Supa_Mame

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Rezando, como todas las mañanas siempre lo hacía, el padre de aquella iglesia la cual en esos momentos se encontraba en total tristeza desde la aprensión de Edward Elric que su único mal había sido ser diferente a los demás.

 

El sol calido de invierno se colaba por el rosetón y los vitrales de aquella catedral de barroco moderado. El viento se colaba dentro de aquel lugar ya que la puerta había quedado inevitablemente dañada desde el día anterior cuando oprimieron al joven Elric.

 

Con sus manos juntas, y parado frente el altar, el padre rezaba todo los rezos que se sabía en un intento de que su Dios padre lo escuchase y le brindara la libertad a Edward y también a Roy, cuya noticia de aprensión había salido en los periódicos aquella mañana.

 

Un llanto fuerte se escuchó como eco en toda la iglesia, Celia apareció cerca del padre con el pequeño Ben en brazos, que lloraba por no sentir el calor característico de su papi, el pequeño estaba más flaquito de lo normal y su piel, de ser morena, se había tornado más pálida... Ben no quería comer nada que no fuera la leche que tanto había degustado con anterioridad y eso ponía en apuro a todos en esa capilla enorme... el pequeño se les iba a enfermar si no hacían algo pronto.

-Padre... no se que hacer...-soltó con voz apagada Celia, ligeras ojeras se mostraban bajo sus ojos, clara evidencia de que su sueño había sido poco en la chica -Ben no come...

 

El padre hizo a un lado el rezo y colocó sus ojos en el infante que lloraba y no hizo más que mostrarse triste por lo que estaba pasando con el pequeño niño tan ajeno al mundo que tanto lo había hecho sufrir en su mes de vida...

-¿Ya intentaron darle biberón tapándole los ojos?- preguntó aquel anciano ajustándose los anteojos de vidrio grueso que usaba.

 

Celia asintió ante la pregunta -Pero no quiere abrir la boca... aún con los ojos tapados... -mecía al pequeño en sus brazos, pero nada calmaba ese llanto lastimero -Sabe que Ed no está bien... -besó la frente del pequeño que hizo un puchero, con los pulmones cansados de tanto llorar.

 

-Si sigue así, su única salvación será que se le alimente por una intravenosa para que no se enferme...- Dijo el padre acariciándole la mejilla húmeda al niño. -No podemos hacer nada para traerle a Edward de regreso... no tenemos el poder para hacerlo, lamentablemente...

 

Celia bajó la mirada hacia el suelo y después hacia el pequeño Ben miraba a la monjita con sus ojitos rojos del llanto, estornudó con fuerza, lastimándose la herida y reanudando un llanto inconcluso.

-Ya... cállate, por favor, Ben...-pedía Celia, acariciando su mejilla con al frente del pequeño. Ben solo engarruñaba sus manitas con fuerza.

-Ed... coronel... -susurró con pena la chica, viendo hacia la cruz del supuesto salvador que cuidaba de los débiles.

 

Archer miraba aburrido su reloj de plata al sentir como su día se le iba tan lento, siendo aburrido y ordinario, algo que Frank detestaba en lo absoluto. Suspiró al cerrar su reloj y sentarse derecho en la silla de cuero en la que estaba sentado. Miró los papeles de un laboratorio con el que habían hecho negocios el día anterior y una sonrisa malvada apareció en su rostro al recordar el motivo.

-Mejor adelantemos los días de la entrega un poco...- Susurró al leer en aquellos papeles que la fecha de entrega sería en cinco días.

Una risa malvada no tardo en salir de sus labios. -Me muero por algo de acción.

 

Habían permanecido agarrado de las manos todo el tiempo, Roy podía jurar que ya su sangre no circulaba correctamente por su brazos, pero no quería quitarle esa tierna protección que estaba seguro Ed sentía al tenerle sujeto de aquella manera.

Se había despertado aquella mañana con una idea en la cabeza para poder salir de ahí... no dejaría que sentenciaran a Edward a una culpa que no tenía... así que, ahora solo tallaba en el suelo con una piedra lisa, muy concentrado en lo que hacía y recordando cada línea y detalle de lo que hacía... intentando hacerlo en silencio, ya que pensaba que Ed seguía dormido...

 

Y efectivamente Edward si seguía en el mundo de los sueños. Dormitaba en una posición bastante incómoda con su cabeza recargada contra los fríos barrotes y sus manos esposadas maltratándose por el hecho de que solo una era sostenida por el coronel pero la otra caía hacia delante y con aquel metal, que la mantenía inmóvil, dañándole la muñeca.

La colcha que cubría su cuerpo había logrado mantenerle tibio aquella noche helada de invierno y era por eso que sus labios ya no estaban tan morados como lo habían estado el día anterior. Seguía desnudo bajo la colcha pero aquella le cubría lo suficiente para bloquear la vista de cualquiera...

 

Roy tallaba a conciencia en suelo, esperando a que nadie viniera de momento a molestarle, ya que necesitaba de mucho tiempo para mínimo poder hacer un dibujo decente.

En eso, los paso suaves de un soldado se escucharon muy próximos. Roy dejó su trabajo y miró al soldado con una bandeja de comida.

-Señor... su desayuno -dijo con voz suave aquel policía, Roy pudo notar que aquel chico aún le tenía cierto respeto, sonrió a su modo, vio como dejaba la bandeja con comida de verdad y en buen estado en el suelo y después escuchó como se cerraba la reja de nueva cuenta. Y después los pasos desaparecer de la nada...

Roy esperó un momento y después continuó tallando el suelo...

 

-¿Qué tanto dibujas?- Preguntó una voz soñolienta del otro lado de la celda después de que un bostezo fuera escuchado.

 

Roy se crispó al escuchar la voz de Edward y después le miró con cariño -Nada especial... duerme, todavía es muy temprano -dijo Mustang acercándose a Edward y besando su frente con cariño, sintiendo los barrotes helados en sus mejillas.

 

-¿Cómo sabes que es muy temprano si ni si quiera tienes reloj?- Preguntó el rubio con un sonrojo en sus mejillas por aquel beso de "buenos días" que había recibido por parte de Roy. Sus ojitos lucían extremadamente cansados pero el terco de Edward se negaba a cerrarlos, si ya se había despertado, mejor quedarse así.

 

-Por que siempre traen el desayuno a las siete de la mañana -dijo Roy acariciando la mejilla de Edward, se sentía un poco más tibia y eso le tranquilizaba -Vamos, duerme un poco... ayer te la pasaste despertándote a cada rato... no has descansado nada...

 

Se le quedó mirando al pelinegro por varios segundos mas, al sentir aquella caricia, cerró sus ojos y se acurrucó contra la mano tibia de Mustang. Aquella calidez le brindaba la felicidad que él buscaba, el apoyo que necesitaba y, sobre todo, el ideal del amor que Edward solicitaba.

 

Roy miraba fijamente el rostro relajado del chico, sabiendo que aquello solo era superficial... Edward sufría mucho por el bienestar del pequeño Ben... él también, pero se tenía que mostrar fuerte y contagiarle esa fuerza a ese chico que por más extraño que fuera... estaba empezando a sentir algo muy cálido dentro de su pecho por él...

‘Quisiera abrazarte... para poder transmitirte aunque sea un poco de seguridad... un poco de este extraño sentimiento que siento en el pecho...'

 

Edward siguió acurrucándose en aquella mano, sus labios tocando la palma de esta y su nariz soltando el cálido aire que respiraba contra ella. Había encontrado la paz que tanto buscaba con tan solo estar con aquella mano y el rubio sólo podía pensar que jamás quería separarse del pelinegro...

-Coronel...- Comenzó el alquimista cuando un ligero rubor apareció en sus mejillas.

 

-Dime... -dijo Roy casi en automático sin dejar de ver al chico, completamente ido en la faz del rubio que descansaba parte de su peso en su mano, no pudo evitar mover el pulgar acariciando la mejilla suave de Edward.

 

Sus ojos se abrieron lentamente y buscaron los oscuros del pelinegro que le acariciaba la mejilla. Buscó el valor y, aun estando sonrojado, se atrevió a preguntar.

-¿Ya hay... algo entre nosotros...?- Lo preguntó con verdadera inocencia y con la esperanza deslumbrante en sus orbes doradas de escuchar una respuesta afirmativa y a su favor.

 

Roy se sorprendido ante la pregunta, más enseguida se compuso y le sonrió con comprensión al chico que anhelaba ser correspondido... ¿Qué tan grande era ese amor que Edward tanto le daba que podía hacerle seguir viviendo hasta en esta situación?...

-Para serte muy honesto, Acero...-susurró con voz calmada, más un ligero tono de cariño estaba en su voz -No lo sé... me importas... y estoy seguro que haría lo que fuera para que estuvieras con Ben sano y salvo, pero... no sé bien que es lo que siento... perdón...

 

¿Entonces tenía oportunidad? ¿Ya había esperanzas para ser correspondido? El brillo en el rostro de Edward se hizo más notorio. Iba a decir algo pero movió sus piernas y un intenso dolor en su entrada lo hizo crispar y sacarle un chillido de dolor se sus labios un tanto resecos.

-¡A-aah...!- Se quejó el rubio con sus ojos cerrados y bien apretados.

 

-¡Acero! -soltó preocupado el ex-coronel al verle quejarse, dejó la roca en el suelo con sus manos, tomó los hombros de Edward, sujetándole con suavidad -No te muevas mucho, tonto...-susurró con cierto cariño en su voz -Mejor recuéstate, necesitas descansar más...

 

-P-pero yo quiero platicar con usted...-Decía el chico entre dientes a causa del dolor que sentía en su entrada. -Y no quiero... que soltemos nuestras manos.

 

-No lo haremos... pero descansa un poco, por favor -pidió Mustang, acariciando el flequillo maltratado del chico -No quiero que te fuerces innecesariamente... Tienes que estar fuerte, de ahora en adelante... ambos tenemos que ser fuertes...-miró hacia el frente, para después notar su desayuno, sintió asco... no tenía hambre, a pesar de que el arroz, la carne y la sopa se veían muy bien -Vamos... te trajeron esto, come un poco...

 

Edward parpadeó varias veces ante lo dicho por Mustang y encontró con su mirada la comida que mencionaba Roy en el momento que su estómago gruñó con fuerza causando que Edward se sonrojara aún más.

-¿Para... mí?- preguntó sintiendo que se le hacía agua la boca ya que no había ni comido ni cenado el día anterior.

 

-Sí... -dijo, teniendo que separarse de Edward, para poder atraer la comida hacia ellos, colocando la bandeja entre ambos, pero del lado de Roy, para irle pasando lo que se quisiera comer Ed primero -Y quiero que todo te lo comas ¿de acuerdo?

 

-No tienes que repetirlo dos veces.- Dijo el rubio adelantándosele a Roy y tomando con rapidez la cuchara y tomando algo de arroz para llevarse, a como pudo, la cucharada a la boca luciendo desesperado y realmente hambriento.

 

Roy sonrió ante las ganas de Edward, eso lo hacía sentir más tranquilo, acarició la cabeza del rubio y continuó tallando el suelo, no podía perder mucho tiempo y ahora su brazo tenía un poco de descanso.

 

Edward estiraba su brazo para llevarse el alimento ya frío a la boca, cosa que no le importaba, ya que a él le sabía a gloria. Batallaba tomando la cuchara y llenarla de los granos de arroz de vez en vez por causa de las esposas que le amarraban las manos. Pero trataba de ignorarlo al seguir siendo insistente y alimentándose. En un movimiento brusco tiró por accidente el plato del arroz sobre la bandeja que se dudaba de su limpieza y Edward solo atinó a quedársele viendo como un niño cuando se le cae el helado al suelo.

 

Levantó la mirada ante el ruido y notó el arroz tirado en la bandeja. Levantó los ojos y miró al rubio, levantó una ceja en duda ante lo que había pasado.

-Acero...

 

-Lo tiré...-Dijo el rubio mirando el arroz en la bandeja. -Estas esposas no me dejan moverme mucho...

 

Estiró un poco más su mano, sintiendo como con el esfuerzo sentía un ligero ardor en su ano herido. Se mordió el labio inferior ante el dolor pero se dispuso a ignorarlo y siguió con su intento de alcanzar el arroz tirado.

 

Posó su mano en las de Edward, alejándolas del arroz, para después él empezar a recogerlo con calma, sin verle a la cara, muy concentrado en lo que hacía, con la cuchara metía el arroz dentro del platito de color azul cielo.

 

Edward miró las acciones del pelinegro mientras sostenía sus manos esposadas frente a si mismo en un par de puños. -¿Roy...?- preguntó viéndolo con detenimiento.

 

-No quiero que te esfuerces, Acero...-susurró con tranquilidad, para después tener listo el platito de nuevo en la bandeja, miró las muñecas mancilladas de Edward y frunció el cejo -Tengo que quitarte esas esposas... solo estorban... Vamos, come -dijo, dándole a Ed una cucharada de sopa, para que éste no tuviera otro accidente. Ni modo... el círculo tendría que esperar.

 

Edward parpadeó dos veces y después miró a Roy directamente a los ojos para después, con un sonrojo, abrir su boca y dejar que aquella cuchara entrara a su boca.

 

Le empezó a dar de comer con calma, esperando siempre paciente a que Edward ya estuviera listo para la siguiente cucharada.

-No mentí...-susurró al aire de la nada.

 

-¿No mentiste? ¿Cuándo?- Preguntó antes de dejar que otra cuchara entrara en su boca.

 

-Cuando te dije que eras lindo -soltó con una sonrisa cálida, que ya estaban empezando a hacerse comunes en el rostro pálido de Mustang.

 

Un sonrojo rojo puro se adueño de las mejillas de Edward al escuchar aquellas palabras, desvió la mirada y una sonrisilla apareció en su rostro. -G-gracias...- susurró apenado.

 

Roy sonrió ante las reacciones tímidas y desencajadas de Edward, al parecer en temas del amor, el chico en verdad solo era un principiante.

-Vamos, abre la boca -dijo para darle otra cucharada de sopa al chico.   

 

-S-si.- Contestó el rubio asintiendo aún sonrojado y abriendo su boca tímidamente.

Le encantaban los mimos que Roy le hacía en aquel intento de alimentarlo...

 

Así estuvieron un rato hasta que la comida se terminara, Roy dejó las cosas en la bandeja y la alejó un poco, para después mirar a Edward y decir -Duerme un rato, tienes un sueño que recuperar -dijo mientras tomaba la misma roca y continuaba tallando en el suelo, mirando de reojo al rubio, esperando a que le obedeciera.

 

Edward se le quedó mirando por varios segundos y luego asintió lentamente para después buscar con su mirada su túnica sucia que yacía en el suelo. -Pero primero creo que debería vestirme...- susurró arrastrándose, con su colcha sobre sus hombros, hacia la túnica e ignorando que sus piernas todavía estaban manchadas del semen de aquel hombre. -Aunque... será difícil ponérmela...

 

-De seguro ese tipo la rompió, si no ¿Cómo la sacó? -obvió el echo, ya que Edward seguía esposado y la túnica no hubiera podido ser sacada sin no fue rasgada con anterioridad.

Roy afiló la mirada ante esto, hasta que se le ocurrió una idea.

-Ven y dame la espalda...

 

Tomó la túnica del suelo después de asentir ante la petición de Mustang, acatando su orden y arrastrándose nuevamente hacia el pelinegro, dejando su túnica en el suelo a un lado de si mismo al darle la espalda a Mustang tal y como se lo pidió.

 

Tomó la toga del chico y la colocó por encima de éste, viendo que el sujeto que había abusado de Edward la había cortado de modo extraño, más no evitó que con eso se cubriera gran parte del cuerpo del alquimista.

Aunque la túnica estaba algo húmeda, frunció el cejo ante esto, quitó la toga nuevamente y después colocó una prenda que le serviría a Ed para el calor, al menos en el pecho. Su chaquetilla azul. Después, depositó la túnica de nueva cuenta encima de Edward y la cobija también, quedado Ed protegido del frío que se quisiera colar.

-¿Cómo te sientes ahora? -preguntó esperando ver el rostro de Ed.

 

Edward se volteó lentamente hacia atrás, mirando a Roy luciendo un tanto sorprendido y, sobre todo, sonrojado. -¿Me diste tu chaqueta...?- Preguntó al sentir el calor corporal de Roy que tenía impregnado aquella prenda que traía por lo bajo. El corazón de Ed se aceleró un poco por ello pero... una sonrisilla se coló en su rostro sorprendido.

 

-Es más caliente, además la túnica está húmeda, te puedes resfriar -dijo con una sonrisa y acariciando la cabeza de Edward.

-Bien, ahora si duérmete, no quiero que esos soldados te vean despierto -dijo mientras veía hacia los pasillos de aquel extraño calabozo.

 

El rubio alquimista asintió sin deshacerse del sonrojo en su rostro ante la petición del pelinegro y fue allí donde buscó con su mirada la cama del otro lado de la celda.

No estaba lejos, seguro, si se arrastraba, llegaría sin problema alguno pero sabía de ante mano que le dolería al momento de impulsarse a subir la cama.

Además... si se acostaba en aquella cama... estaría lejos de Roy y eso era lo que él no quería.

 

Colocó parte de la colcha en el suelo y se colocó encima de ella para después acostarse en el suelo y cubrirse con el resto de la colcha, usando su brazo como almohada. Así dormiría...

 

Roy negó con suavidad ante las ganas de Edward de querer estar con él, acarició los cabellos dorados por ultima vez, velando el sueño de ese chico que no había echo nada malo, salvo huir de lo que él provocó... suspiró pesadamente.

Tomó la roca pequeña con la que tallaba el suelo y se concentró de nueva cuenta en seguir con lo que había dejado pendiente, intentando no hacer mucho ruido y viendo de vez en vez al pequeño alquimista.

 

No pasó mucho tiempo para que Edward se quedara placidamente dormido en aquel tendido que se había hecho con aquella colcha. Se había quedado dormido con su boca entre abierta y un ligero y no molesto ronquidillo salía de su boca.

 

Roy le miró ante los ruiditos que hacía y negó con suavidad ante esto, ese chico no cambiaría. Miró el suelo, su circulo casi ya estaba listo... solo tenía que recordar los demás signos que llevaba y después ya no habría problemas... salvo el poder utilizarlo como se debía, suspiró pesadamente y continuó labrando el suelo.

-Si esto da resultado, Acero...-murmuró solo para él -Saldremos de aquí... si no...-se detuvo un momento y miró a Ed -Al menos tu saldrás... -se dijo convencido, continuando con su trabajo.

 

-Así es.- Comenzó Archer mientras caminaba de un extremo al otro frente dos soldados. -Ahora que soy el coronel de Central, tengo el privilegio de tener más poder en mis manos.

 

Los soldados seguían al nuevo coronel con la mirada portando el saludo marcial sin el descanso que Frank Archer todavía no les había concedido.

-La experimentación con el alquimista de acero se adelantará para hoy mismo.

Prosiguió el hombre de los ojos azules.

 

La última estacada rasgó con fuerza profunda el suelo, finalizando el ultimo signo de aquella ecuación aprendida hace años. Sonrió a su modo y se limpió el sudor de la frente, en verdad que se había cansado la mano al estar tallando.

Miró su mano derecha, estaba roja e hinchada, más eso no le importó, tenía que buscar el momento oportuno para poder activar el círculo y poder escapar con Edward... el punto era...

¿Cuándo?...

Miró a todos lados y nada parecía venir, hasta que afiló la mirada y agudizó el oído. Escuchaba pasos aproximarse, se acostó con rapidez en su cama, dando la espalda a la reja que la hacia de puerta, para que no le vieran despierto.

 

-Te digo que ese nuevo coronel Frank Archer es un presuntuoso hambriento de poder.- Decía un soldado algo delgado y de tez morena a su compañero mientras caminaban juntos en aquel pasillo medio oscuro.

 

-Eso es más que obvio, y pensar que los del consejo cambiaron al Coronel Mustang por alguien tan avaro y sádico... ese hombre no va a saber llevar a Central -le dio la razón un soldado con pecas en el rostro, cabello rojizo y de mirada despistada -Mira que acusarlo de traición... si solo defendía a ese otro alquimista ¿Qué no se supone que eso deben de hacer entre ellos? Yo no entiendo cual es el gran problema.

 

-Ni yo pero, ¿Qué podemos hacer?- Contestó el otro al rascarse la frente. -Somos dos soldados que solo sirven para seguir ordenes de gente mandona...

 

-Te faltó prepotente, sin sentido común, ni sentimientos -enumeró el pecoso, contando con los dedos de su mano lo que acaba de decir. Pasaron por el pasillo en el que estaba la celda de Edward y Roy, el pecoso se detuvo.

-Pobre chico...-susurró viendo al rubio completamente dormido.

 

-¿Hm?- El soldado de tez morena paró su caminata al notar que el otro se había detenido y miró a Edward al igual que el otro soldado. -Si... que lástima, es sólo un adolescente que ni si quiera a vivido la vida al máximo.

 

-¿Cómo pueden acusarlo de traición y mandarlo a un laboratorio? -preguntó el pelirrojo, quien no entendía ninguna decisión tomada por el nuevo coronel -¿Tu sabes que va a pasar con este chico?

 

Roy escuchaba atento la conversación de ambos soldados, sintiendo algo de miedo por la suerte de Edward.

 

-Le pasará de todo. Después de todo, sólo lo quieren para experimentar con él.- Comenzó el otro soldado mirando con detenimiento al rubio dormido. -Lo más probable es que lo abran para ver como funciona su cuerpo y después le hagan una sesión de experimentos... no sé.

 

Los ojos de Roy temblaron tras escuchar aquello, un extraño sudor frío perló su frente y el temblor no se hizo esperar en el cuerpo del mayor.

¡¿Abrirlo?! ¡¿Pretendían matar a Edward?! Todo por el echo de que podía dar a luz... aquello no podía ser cierto... no podía...

 

-Que horror... -miró al coronel -Lastima que nuestro mejor coronel haya metido la pata al protegerle... -siguió caminando, estar en ese lugar deprimía al pelirrojo.

 

-Pues si pero ya lo conoces...- Comenzó el otro soldado al reanudar su caminata junto su compañero. -Él siempre defendía a los que realmente le importaban....

 

Minutos después, nada de escuchaba en aquel lugar, solo el agua chocar contra los charcos en el suelo.

¿Proteger lo que realmente le importaba?... lo que en verdad tenía importancia para él era Edward... nada más... se paró de la cama y miró a Edward aún acostado en el suelo, tocó su hombro.

-Acero... Acero, despierta -movía a Edward con algo de fuerza.

 

El rubio movió su cabeza un poco al sentir como le movían el hombro. Sus manos se movieron ligeramente y sus orbes no tardaron en abrirse.

-¿Eh...?- Murmuró con voz soñolienta, sintiendo sus ojos pesados a causa de el sueño que aún sentía.

 

-Levántate, vamos...-soltaba Mustang un tanto alterado, viendo a los pasillos como si estuviera vigilando o atento a cualquier cosa.

 

Edward le miró con confusión al verlo tan alterado. Se levantó un poco, usando su codo como soporte y sintiendo como su túnica por fin se había secado contra su piel.

-¿Qué pasa?- Preguntaba el rubio mirando directamente a los ojos oscuros de Roy. -¿Qué tienes?

 

Miró a los ojos de Edward, de nada le servía ocultarle la verdad, si al final se iba a enterar, mejor que lo supiera desde ahora y le diera la seriedad requerida al momento.

-Van a llevarte a un laboratorio para experimentar contigo -soltó secamente Mustang, sin dejar de ver a los ojos a Edward.

 

La boca del alquimista se abrió ligeramente tras aquella noticia, al igual que sus ojos se abrieron como dos platos enormes y su cuerpo tiritó ligeramente. -¿Q-qué dices?- preguntaba Edward cuando sus manos no podían parar de temblar.

 

-Tenemos que salir de aquí antes de que lleguen -dijo mientras miraba a todos lados, intentando limpiar el signo de transmutación -No dijeron la hora, ni el día... pero no me voy a quedar a averiguarlo, además, necesitamos encontrar a Ben...-miró a Edward -¡Acero! -soltó al verlo temblar mucho.

 

-N-no pueden llevarme...-Decía el rubio llevándose sus dos manos esposadas a cubrirse su rostro al sentir como sus ojos se tornaban acuosos. ¿Querían experimentar con él por el simple hecho de que podía crear vida? Eso... era completamente inhumano. Privarle de la libertar por el simple hecho de no ser como los demás. Aquello le dolía a Edward en el alma.-

 -B-Ben me necesita, Alphonse me necesita, l-los de la iglesia también...- Murmuraba temblando del completo miedo que sentía y sus lágrimas decorándole sus mejillas rozadas.

 

-¡Acero! ¡Reacciona! -soltó Mustang preocupado, agarrando al chico de los hombros, con la reja en medio de ambos.

 

Aquel movimiento en sus hombros logró sacarlo de su conmoción, Edward solo pudo dejar que más lágrimas bajaran por su rostro y  bajó sus manos de su rostro que expresaba temor puro.

-¡A-ayúdame a salir de aquí!- Rogó Edward, mirándole con la suplica marcada en sus ojos. -¡Por favor! ¡Ayúdame, Roy!

 

-¡Acero, escúchame! -pidió Roy sujetando la cara del rubio entre sus manos, viéndolo fijamente a los ojos -¡Yo te prometí que te sacaría de aquí, a como fuera lo lograría! Pero necesito que tu también cooperes, no puedo hacer esto solo, Acero... -acercó mas su rostro al del chico, con esa reja de por medio -Te necesito alerta, y te necesito cuerdo... por favor... ¿De acuerdo?

 

Edward asintió casi por instinto y pero con una inseguridad en la promesa que hacía. ¿Cómo podría ayudar con aquello si estaba esposado y el dolor en sus piernas no lo dejaba en paz? Él solo era un estorbo por su condición física pero... mirando a los ojos de Roy, notó la esperanza que el ex coronel tenía en él, logrando infundirle la confianza que necesitaba...

-De acuerdo...-Susurró con su labio temblante.

 

Roy sonrió ante el esfuerzo que Edward hacía por permanecer conciente en aquella situación. Se separó un poco del chico y miró el signo de transmutación.

-Tallé este signo, creará una explosión y las rejas se romperán -explicó Mustang mostrándole la ecuación al rubio -El problema es que llamará un poco la atención... así que tenemos que actuar rápido.

 

-¿U-una explosión?- Repitió el rubio ante las palabras del mayor con algo de inseguridad. -Pero es peligroso... ¿Qué pasaría si por la humedad algo sale mal, coronel?

 

-Por eso te necesito, Acero -dijo Roy sin dejar cuidar los rincones de ese húmedo lugar -Necesito que hagas un gran esfuerzo por juntar las manos y seques toda esta celda -pidió Roy viendo ahora las muñecas mancilladas de Edward, aquello podía ser peligroso, pero no tenía otra salida, Roy no podía hacer alquimia sin sus guantes y tallar un círculo tomaba mucho tiempo -¿Puedes hacerlo, Acero? Se que es muy peligroso para ti... pero...

 

-No importa.- Le interrumpió Edward limpiándose el rastro de lágrimas de su rostro al tallarse contra su brazo derecho. La determinación se sentía tan viva en su voz, Edward quería que aquella pesadilla acabara antes de seguir. Sabía que tanto él como Roy tenían que salir de allí. -Lo haré.

 

Roy sonrió con orgullo ante las palabras determinadas de Edward y después afiló la mirada. Se alejó un poco de Edward y dijo -Bien, Acero... entre más rápido hagamos esto, será mejor para los tres -incluyó a Ben en aquella protección que necesitaba saliera bien.

 

‘Ben...', pensaba Edward tras escuchar las palabras de Roy y sintiendo como pensar en su hijo le daba más fuerzas para seguir adelante. ¡Tenían que ir a rescatar a su bebé y tenían que hacerlo rápido!

-Si.- Susurró mirando sus propias manos esposadas con detenimiento. Aquel tubo en medio que las separaba se veía demasiado resistente y parecía casi imposible que sus manos llegaran a tocarse para activar su alquimia pero... tenía que intentarlo para seguir en pie con sus esperanzas.

 

Roy sabía de antemano que lo que le pedía a Edward era un poco egoísta, pero en verdad necesitaba quitar toda la humedad del cuarto.

Miró a todos lados vigilando que nadie los descubriera y le separaran de Edward. Nuevamente dirigió su mirada a Edward, en espera de que actuara, más en eso unos pasos que resonaron por toda la cárcel, llegaron a oído s de Mustang.

 

Edward, al oírlos también, desvió su mirada hacia el oscuro pasillo húmedo de aquella prisión subterránea. Una figura de alta estructura caminaba a pasos seguros, aproximándose a las celdas de aquellos dos alquimistas encarcelados. Ed, rápidamente bajó sus manos para no crear sospechas y desvió la mirada hacia la pared. ¿Quién podría venir? ¿Y si venían por él? Pero... solo venía una sola persona y la oscuridad de aquel lugar le prohibía saber quien era.

 

Automáticamente pasó su mano por la reja, palpando la de Edward que descansaba en el suelo, sin dejar de ver hacia el pasillo, atento a lo que pudiera suceder. Sin estar muy conciente, reafirmó aquel agarre, sin lastimar al rubio. 

 

Acero, al sentir aquel agarre, volteó por inercia hacia su mano y la de aquel pelinegro. Un sonrojo con mezcla de sorpresa, y un inmenso sentimiento de protección, apareció en el rostro de Edward. Estando así, tomado de la mano con

Roy, le hacía sentir inmune a cualquier intento de hacerle infeliz en su vida...

Junto a Roy, nada ni nadie podía lastimarle... lo sabía...

Apretó, él también, el agarre de aquellas manos que se sostenían juntas.

 

Por fin la silueta fue revelada por la luz que se colaba por las extrañas ventanillas que daban al menos una pizca de ventilación en aquel húmedo y frío lugar.

Roy no pudo evitar sentir una cólera recorrerle el cuerpo, un extraño retortijón en el estomago que le estrangulaba hasta presionarle el aire en los pulmones. 

Frente a ambos estaba el desgraciado que le había arruinado la vida a Edward y todo por lo que Mustang había luchado, gozaba de sus nuevos emblemas y su porte altanero y prepotente seguía en su rostro delgaducho y esquelético.

-Veo que ya despertaron -soltó con voz suave y llena de burla -¿Vieron que les acomodé en celdas juntas? A que soy un buen coronel, ¿no lo crees, Mustang?

Roy afiló la mirada, más Archer solo amplió más su sonrisa, para dirigir una mirada de burla al alquimista rubio a un lado de Roy y notar las manos unidas de ambos.

-Ah... ya se empezaban a entender cuando llegué -Roy apartó su mano de encima de la de Edward.

 

Edward sintió como la protección y la seguridad se le iba en el momento que aquella mano se retiraba de la suya. Nunca podía penetrar dentro la mente de Roy, ¿qué podía estar pensando? ¿Acaso... no quería que Archer notara lo mucho que Mustang cuidaba la protección de Elric?

 

-Eso es algo que nos diferencia a ambos, Archer -soltó Mustang, parándose y mirando al mencionado con soberbia y un porte elegante y digno -Mientras que yo me ocupo al cien por ciento de mis subordinados, tu solo te ocupas de inflar tu egocentrismo y prepotencia.

Archer frunció el cejo con enojo, rompiendo con aquel ecuánime faz que anteriormente se cargaba.

-Eso fue lo que te llevó a donde estás ahora, Mustang -soltó entre dientes el nuevo coronel -Por sujetos como éste...  -soltó con indiferencia hacia el alquimista de acero -... son por los que terminaste en donde estas...

 

‘¿¡"Sujetos como éste"?!', pensaba el rubio ofendido y frunciendo el cejo por aquel comentario. ‘¡¿Quién se cree este bastardo?!'

 

-Por sujetos como "éste", así como les llamas tú, son quienes me han ayudado -soltó sin dejar revelar del todo la importancia de todos en el cuartel, los podía poner en peligro y no quería si quiera imaginárselo.

Archer solo ladeó la mano con desinterés, dejando en claro que no le importaba nada de lo que Roy decía -Lo que te importen tus  subordinados -soltó una risilla -Perdón, quiero decir ‘ex-subordinados' me tiene sin cuidado, Mustang... yo solo vengo a informar a Edward Elric sobre algo que estoy seguro necesita saber y que, como coronel, me concierne informar.

 

Edward parpadeó al escuchar su nombre ser mencionado y la curiosidad fue visible en su rostro, más nunca paró de mostrar su mirada de pocos amigos hacia Archer que no había hecho más que dañarle su espíritu. -¿Qué se supone que es lo que necesito saber, teniente coronel?- Le llamó enfatizándose en aquel rango a apropósito.

 

-Veo que sigues con ese carácter tan rebelde -dijo viendo al chico directo a los ojos, Roy no se movió de su lugar -Lastima que nuestro amigo no te enseñó muy bien lo que sucedía si te revelabas, mocoso ¿O ya se te olvido tu bebé? -preguntó tocando las fibras, que sabía eran las más delicadas en Edward.

 

-A mi bebé no lo tocas.- Amenazó el rubio entre dientes y sintiendo como el coraje le invadía las venas. Aquel tipo jugaba con la salud de su hijo, planeaba privarle de su felicidad y mandarlo a un laboratorio. ¡Le arruinaba la vida! -¡Te juro que si lo haces, yo...!

 

-Tu bebé ya está muerto, chico -soltó cortando las amenazas de Edward, dejando sus palabras volar al aire sin un solo dejo de interés, preocupación o delicadeza al soltar una noticia de tal magnitud.

 

El rubio sintió como se le paraba el corazón, como dejaba de sentir, como su rostro había perdido el color al escuchar aquellas palabras que eran tan potentes que, con un ligero soplido, podían abrirle la piel. -¿Q-qué...?- Susurraba Edward al sentir como inexplicablemente se le secaba la boca y se le dificultaba el hablar.

 

Roy abrió sus ojos ante la declaración del nuevo coronel, sintiendo como algo dentro de su pecho desaparecía, dejando un enorme agujero que no encontraba con que llenarlo de modo rápido y defensivo.

-Estas mintiendo -soltó Roy intentando suprimir sus sentimientos.

-No tengo porque... claramente se dictó que el bebé sería usado para fines experimentales -soltó Archer, colocando sus brazos atrás, explicando la situación en la que supuestamente Ben se encontraba -Eso se hizo, pero al parecer el niño no resistió tantas pruebas, y con justa razón, con una "madre" tan poco cuidado era obvio que el niño no naciera con los nutrientes necesarios, pero bueno...-optó una pose de fingido dolor -Lamento darle esta terrible noticia, joven Elric...

 

Se llevó ambas manos a la cabeza, cubriéndose su rostro, que había explotado en llanto, con sus dos brazos. Comenzó a temblar incontrolablemente cuando de sus ojos dos tremendas cascadas salían y decoraban el pálido rostro de Edward. Sollozos lastimosos y llenos de dolor se escapaban de los labios pálidos del chico cuyas pupilas se encontraban dilatadas. -¡N-no puede ser! ¡No puede! ¡ES IMPOSIBLE!- Gritaba el rubio esposado entre su llanto lastimero. -¡BEN NO PUEDE ESTAR MUERTO! ¡NO! ¡ES UNA MENTIRA! ¡BEN NO!

 

-No, no lo es, lamentablemente para los del laboratorio, el pequeño murió de sobredosis -aclaró Archer, mirando como el rubio se desmoronaba -Ni modo, pero alégrense llegamos a la conclusión de: como se formó ese, se pueden formar otros -animó con cinismo en sus palabras.

No pudo tolerarlo y sin importarle nada se echó sobre Archer en un intento de golpearle, agarrándole del cuello del saco azul.

-¡Desgraciado! -gritó Roy con la mirada afilada y las pupilas tan pequeñas que casi desaparecían, el nuevo coronel se sobresaltó ante el impulso de Mustang.

 

Edward lloraba a todo pulmón, sollozando con fuerza contra sus brazos y moviendo su cabeza de lado a lado, negando la cruel realidad que se le impregnaba en la piel. Su llanto aumentaba segundo a segundo de volumen, lastimándose sus propias cuerdas vocales en el progreso pero SU dolor era lo que menos le importaba en aquel momento.

-¡BEN!- Lloraba sin consuelo alguno si con su respirar agitado y entrecortado. -¡N-NO! ¡MI BEBÉ! ¡MI BEBITO!

 

-¡ERES UN DEGENERADO! -gritó colérico Mustang, sin soltar al nuevo coronel. Le habían arrebatado el porque luchar... su pequeña razón de felicidad -¡¿COMO PUDISTE JUGAR CON LA VIDA DE UN INOCENTE?! ¡¿QUE CLASE DE CORONEL ERES?! ¡ESE NIÑO NO TE PODÍA HACER NINGUN MAL! -gritaba Roy, se cuestionaba, pero sabía que de Archer no tendría ni una sola respuesta que le imploraba su corazón.

-Suéltame, Mustang... si no quieres que ese enano corra con la misma suerte...

¡Le estaba amenazando con Ed! Ese sujeto era un ser en verdad despreciable...  sin poder pelear desde su posición, tuvo que soltar la chaquetilla de Archer con disgusto.

 

Edward no supo como terminó recostado en el suelo, de lado, en posición fetal sin romper con su llanto que podía romper el corazón de hasta la persona más fría. Le habían quitado a Ben, el bebé por el cual tanto sacrificó, tanto cuidó, tanto amó e le hizo sentir la mayor felicidad que un bebito podía lograr dar.

Sin Ben... ¿Qué sería de él?

 

Se acomodó la chaquetilla con cuidado y miró a Edward con pena y lastima.

-¿Alguna condolencia que quieras dar, Elric?  ¿Palabras de cariño ahora que vayamos a sepultar al bebé? -preguntaba con veneno, resbalando cada palabra con perversidad.

 

-¡Q-q-quiero a mi bebé!- Lloraba el rubio levantando su rostro lleno de lágrimas cristalinas y mirando a Archer directamente a los ojos. -¡Quiero su cu-cuerpecito! ¡Tráemelo! ¡TENGO EL DERECHO!

 

Roy le miró con tristeza al escucharle decir esas palabras, él no quería verlo, ya había visto cuerpos de bebés en muchas guerras, pero jamás se imaginó... que SU bebé tuviera la misma suerte que ellos. Apretó las manos con fuerza.

Archer levantó una ceja ante el pedido de Edward ¿Y ahora que haría?... no había tal cuerpo.

 

El rubio solo miraba a Archer en espera de su respuesta. Edward en aquel momento se sentía la persona más débil del mundo, más desamparado, sin uno de los soportes que le ayudaba a estar de pie y seguir adelante...

Tenía a Roy, sabía que contaba con Al, los de la iglesia siempre estarían allí para él pero... ¿Y Ben? Ben ya no estaba... ya se había derrumbado su soporte y ahora era más fácil para Ed caer al suelo y no continuar.

 

Archer también miraba a Edward seriamente, hasta que una idea cruzó su mente -Esta bien...-dijo cerrando los ojos y encogiéndose de hombros.

Roy bajó la mirada adolorido. No podía mostrarse tan fuerte... pero tampoco podía dejarse caer.

 

Edward bajó la mirada y una triste sonrisa apareció en su rostro mientras miles y miles de lágrimas salían de sus orbes dorados que ya se encontraban hinchados por tanto llanto. Seguía temblado por cada sollozo que se le escapaba pero... tan si quiera sería capaz de darle un último beso en la frente a su bebé y un último adiós que sabría que le dolería hasta en el fondo de su corazón meramente lastimado.

 

-¿Qué parte del niño quieres que te traiga? ¿Un brazo, una pierna? ¿La cabeza? -preguntó con veneno en la voz, colocando una mano bajo su barbilla y mirando al rubio devastado -Aunque la cabeza tiene ciertos defectos.

 

Los ojos de Edward no tardaron en abrirse lo más que se podían ante aquellas palabras que le cayeron como un balde de piedras al rubio que recibía la noticia. -¡¿Q-qué...!?- Fue lo único que pudo salir de la boca del rubio asombrado en aquel momento. -¡¿Q-QUÉ LE HICIERON A MI BEBÉ!? ¡¿QUÉ!?

 

Roy no sabía como si quiera hablar, de repente aquello se había borrado de su mente. ¿Cuál parte?... habían desmembrado a Ben... negó con lentamente,

-Eres un... es mentira...-soltó sin mirar a Archer, sus ojos estaban perdidos en la nada, apretó la mandíbula con fuerza y miró resentido al nuevo coronel -¡ERES UN DESGRACIADO! ¡MAL NACIDO, ENFERMO! -gritó agarrando los barrotes de la cárcel, jalándolos, Archer se retiró dos pasos, algo asustado por la reacción de Mustang -¡TE VOY A MATAR, INFELIZ! ¡TE VOY A MATAR!

 

Edward escuchaba las amenazas de Roy pero parecía no entenderlas ya que su mente como sus ojos estaban idos, metidos en sus pensamientos y en las últimas palabras que había escuchado de Archer sobre su pequeño Ben.

¿No estaba completo? ¿Lo habían partido y cortado cada uno de sus miembros?

‘¡N-NO...!', pensaba Edward que sentía su rostro arder y sus lágrimas caer. Su garganta se había cerrado con fuerza, impidiendo paso alguno del aire que podía entrar a sus pulmones. ‘¡M-MI BEBÉ....!'

 

Recuerdos de Ben llegaron a la mente de Edward. La primera vez que lo vio y lo conoció cuando la madre superiora había entrado a su habitación con Ben en brazos. Recordaba lo feliz que se sintió al cargarlo en sus brazos y atraerlo hacia él para besarle la frente. Recordaba la primera vez que lo amamantó y lo tuvo dormido en sus brazos por toda la tarde. La primera vez que Roy lo cargó y Ben, fascinado, rió de felicidad. La última vez que lo escuchó llorar y que con cariño y amor logró callarlo y dormirlo...

La última vez que lo vio cuando Celia le rogaba que si le podría dar una ducha al bebé....

 

Ese bebé... su bebé... su Ben... estaba muerto... Había sufrido y él no le había dado el consuelo que tanto merecía ese pequeño.

Había sufrido por él, ese pequeñito que no tenía la culpa de nada había sufrido de la manera mas horrible hasta morir... había muerto injustamente y Edward no pudo estar allí para darle consuelo...

Edward  no supo cuando esos constantes temblados que se le escapaban en su cuerpo se habían vuelto tan violentos... No supo cuando sus brazos habían parado de ser su soporte y tampoco supo cuando cayó al suelo, provocando que el sonido de su cabeza contra el concreto resonara por todo el lugar. Para Edward... todo se había vuelto negro y ya no sentía nada...

Se había desmayado.

 

Archer le miró caer y soltó una risilla discreta -Bueno... creo que no quiere dedicarle ultimas palabras al pequeño -dijo sin mucho interés -Entonces creo que tendré que sepultarlo sin palabras de amor -se encaminó hacia el pasillo para poder salir de aquella prisión mohosa y sucia.

Roy le miró partir, sintiendo como su corazón se comprimía, ahora ese vacío había crecido más y más... dejándole mucho dolor en el pecho. Volteó hacia Edward al no escucharlo y sus ojos se abrieron en sorpresa.

-¡Acero! -gritó al verle desmayado, corrió hacia el y le acarició la cabecita rubia, varias lagrimas bajaron de sus ojos, se sentía tan impotente y débil.

-Lo siento tanto... perdóname... -susurraba al chico que ya no escuchaba ni una sola de sus palabras -Perdóname, Ben... no pude.... Lo siento...-bajó su rostro y varias lagrimas cayeron al suelo.

 

Pasos metálicos resonaban por las calles de Central, se le hacía normal que la mayoría de la gente que pasaba a su lado se le quedara viendo con asombro por su aspecto, ya era algo que si no llegaba a pasar se le hacía anormal.

Alphonse, después de estar varios meses fuera de Central por el hecho de que su hermano estaba perdido, caminaba sosteniendo un papel en sus manos de grosor grande que indirectamente no le pertenecían.

El chico había decidido por fin regresar y encontrar a su hermano mayor, Edward, que tenía muchas explicaciones que darle...

Se encontraba parado frente aquella iglesia de la época Barroco donde el coronel Mustang alguna vez le había dicho que allí su hermano se encontraba refugiado.

-Hermano, es hora de escuchar tus explicaciones...- Susurró la armadura de estatura enorme para después suspirar.

 

Estornudó con fuerza, acostadito en la cama que olía todavía su papi, sus ojitos llorosos dejaba en claro que el pequeño no había cesado en su llanto, extrañando mucho a su mami y papi... aunque ahora estaba dormido con una intravenosa en su manita que le alimentaba mientras tanto.

Celia cuidaba del sueño del pequeño, viéndolo ahora más relajado, le causaron  muchos problemas al doctor ya que Ben no se quería separar de la cama de su papi, empezaba a llorar enseguida, Celia deducía que era porque olía a Edward y lo hacia sentirse en los brazos de su papi.

-Pobrecito Ben...-decidió dejarlo solo, e ir a rezar por el bienestar de su amigo.

 

La armadura abrió con cuidado y mero respeto la puerta de aquella iglesia, la cual notó que estaba dañada. Por cortesía y agradecimiento en adelantado de que en aquel lugar se cuidara a su hermano, arregló los daños con alquimia y un destello de luz brilló a su alrededor.

-Mucho mejor.- Dijo Alphonse guardando su tiza y mirando alrededor del interior de aquella iglesia que lucía extrañamente vacía

-¿Hola?- Llamó con su tono de voz calmado e inocente. -¿Hay alguien aquí? ¿Hermano?

 

Celia cerró la puerta del pasillo de las habitaciones, para después mirar a las bancas y ver la puerta arreglada, ladeó la cabeza y a un lado miró una armadura enorme, varios signos de interrogación aparecieron encima de su cabeza.

-¿Y eso que es? -se acercó a dicho objeto con cuidado.

 

Alphonse escuchó la voz de una chica y rápidamente dirigió la mirada a la monjita que estaba a un lado de lo que era una puerta del otro lado de la iglesia.

-Ah, buenas tardes.- Le saludó el chico de armadura dando unos pasos hacia delante con intención de acercarse más a aquella mujer. -Busco a mi hermano...

 

Sudó una gota enorme al ver al objeto acercarse y hablar -¡KYYAAAA! -gritó asustada, regresando sus pasos hacia la puerta por la que había salido y se encerró tras ella.

-¡Dios... el diablo vino por mi! -lloraba la pobre chica, sacando su rosario y empezar a rezar todos los misterios que se sabía -No dejes que me lleve, señor...

 

Alphonse sudó una gota al ver como otra vez su apariencia había asustado a alguien...

Caminó cautelosamente, tratando de no hacer mucho ruido con su gran cuerpo de metal, hacia aquella puerta donde la monjita se había refugiado y, una vez frente a ella, tocó la puerta tres veces en espera de que le escucharan.

-Disculpe...- Comenzó Al. -Busco a alguien...

 

-¡KYYAA! -gritó asustada, separándose de la puerta, cayendo de sentón en el suelo y agarrando su crucifijo con fuerza -¡Padre nuestro que estás en el cielo...!-recitaba la chica, pegando el collar a su pecho y viendo la puerta con terror puro reflejado en la mirada -¡Vete demonio, no te temo!

 

-¿Demonio?- Preguntó Al en voz alta al atreverse a girar la perilla de aquella puerta y asomar solo su casco por ella. -Muchos nos han llamado así a mi hermano y a mí pero, aunque sea difícil de creer por mi apariencia, soy humano también.- Dijo la armadura al señalarse a si mismo.

 

-¡GYAAAAA! -soltó con lagrimas en los ojos al ver la cabeza de metal asomarse, para después callar enseguida y parpadear varias veces -¿Hermano? -preguntó mirando a la armadura ladeando la cabeza en duda.

 

-Perdón por mi intromisión a esta iglesia...- Comenzó Alphonse a llevarse una de sus manos a su pecho de metal. -Pero me dijeron que mi hermano había estado viviendo aquí los últimos meses y... vine a buscarlo, señorita...- Soltó el chico de quince años de forma amable a la mujer en el suelo.

 

-¡Hermana, no señorita! -soltó como si aquello le hubiera ofendido, se paró en seguida y enarcó una ceja -¿Acaso tu eres... Alphonse? -preguntó incrédula al ver que el relato de Edward había sido cierto... el alma de su hermano... estaba encerrada en una armadura.

-Imposible...

 

-Ah, si señori... es decir, hermana.- Contestó Alphonse sudando una gota por el error que casi cometía, pero el hecho de que la chica conociera su nombre le alegraba puesto que aquello significaba que su hermano efectivamente había estado allí. -Soy Alphonse Elric, hermano menor de Edward Elric...

 

Agarró la cabeza de Alphonse sin autorización y con fuerza lo jaló hacia ella, para ver lo que temía con toda su alma. Sudó una gota al ver el espacio vacío.

-¡KYAA! -soltó al chico y la cabeza de armadura.

 

-¡Waa! ¡Mi cabeza!- Fue lo que Alphonse dijo y su cuerpo rápidamente atrapó la cabeza con sus dos manos antes de que cayera al suelo. -Eso fue cruel.- Se quejó Al con una lágrima imaginaria saliendo de su ojo izquierdo al colocar su propia cabeza en su lugar.

 

-¡Ay Dios, mío! -soltó entre dientes -Es verdad, lo que Ed dijo es verdad -dijo con ojitos llenos de lagrimas -¡Esto es cosa del diablo! -gritó y se fue corriendo hacia el pasillo de los cuartos y encerrarse en el de Edward, quedando recargada en la puerta y sudando miles de gotitas -Esto me lo gano por saltarme las horas de penitencia... no lo vuelvo hacer -chilló con lagrimitas cómicas en los ojos.

 

-¿Edward? ¿En verdad conoce a mi hermano? Espere...- Pero era demasiado tarde, aquella chica había desaparecido de su vista.

La armadura se llevó su mano a la sien y suspiró para después caminar hacia donde la monja, que al parecer conocía a su hermano, se había escondido de él por segunda vez aquella tarde.

 

Celia corrió hacia Ben que miraba la ventana aburrido y babeando la cama, ya que estaba boca abajo, estornudó con fuerza.

-Ay, Ben... no se en que lío me he metido -susurró mientras tocaba la manita del pequeño.

 

-¿Disculpe?- Dijo Alphonse del otro lado de la puerta, tocándola con su gran mano, y esperando que se le hiciera un poco de caso. -Sé que le asusto pero solo vine a ver a mi hermano, después de eso me iré pero por favor dígame donde está.

Si Alphonse tuviese su cuerpo consigo, su rostro de seguro estaría bañado en preocupación por su hermano mayor, pero el caso con su cuerpo de armadura, no le dejaba más que mostrar sus sentimientos sólo por su voz. -Me tiene preocupado, no he sabido nada de él desde que desapareció...

 

-¡Ay! -chilló la hermana, viendo sobre su hombro a la puerta, ese "chico" era el supuesto hermano de Edward... no tenía porque temer, el rubio le había dicho que Alphonse era un chico bueno y servicial... pero es que el tamaño de aquella armadura daba miedo.

Celia tragó en seco y se paró de la cama -Ya que...-susurró con la voz temblorosa.

Se acercó a la puerta y la abrió... para después correr hacia la cama y cubrir al pequeño tras ella.

 

Alphonse entró en aquella habitación con cautela, ya que conocía que aquella monja le temía por su cuerpo metálico, y decidió no abandonar su carácter amable para ganarse la confianza de aquella mujer.

-Entonces... ¿usted conoce a mi hermano?- Preguntó el alquimista de armadura una vez dentro de aquella habitación.

 

Celia asintió con lentitud, sin dejar su actitud defensiva miraba al chico con algo de recelo.

-¿Y por que debería de creerte? -sudó una gota ante la pregunta estúpida -¡Buen, tal vez si debería de creerte, pero no es tan fácil!

 

-B-bueno, si mi hermano te habló de mí, ya haz de saber el por qué tengo este cuerpo... - Trató de convencerle Alphonse a la monjita. -Además... es muy probable que no haya muchas armaduras parlantes. ¿O sí?

 

-Eso es brujería, lo tuyo es caso especial -soltó sin convencerse la chica y meneando la mano sin interés -¿Qué quieres aquí? -preguntó sin dejar de estar hosca y grosera, pero mejor dejar en claro que el chico no se confiara.

 

-Ver a mi hermano...- Contestó la armadura un poco ofendido por el trato que recibía pero, ¿qué hacer? Él también mostraría desconfianza a un objeto ambulante y sobretodo parlante. -Ya le dije que me tiene preocupado...

 

Celia le miró y luego bajó la mirada, sintiendo como la garganta se le cerraba -Edward...-susurró con tristeza, un estornudo fuerte se escuchó detrás de la chica.

 

Alphonse la miró curioso por unos segundos y aquel estornudo sonaba tan infantil para ser de su propio hermano. -¿Hay alguien en la cama?- Preguntó la armadura confundido por la mirada de la monja y los quejiditos que de vez en cuando se escuchaban en aquella cama.

 

Celia se tensó y miró tras ella, Ben le miraba con sus ojitos dorados bien abiertos y un moquito saliendo de su nariz, la monjita sonrió con ternura y olvidándose del chico frente a ella, se paró de la cama y caminó hacia el buró para ir por un pañuelo para el bebé.

-Se llama Ben...

 

Alphonse miró al bebé por varios segundos y sintió como su alma sonreía al ver a aquella criatura bañada en inocencia que miraba a su alrededor con curiosidad.

-¿Ben?- Preguntó Alphonse al mirar como el bebé estiraba sus piecitos y sus brazos de vez y en vez. -Es un nombre muy lindo.

Había algo en aquel bebé que se le hacía tan familiar a la armadura parlante, pero desconocía que era...

 

-Si que lo es... Edward fue quien se lo puso -dijo con ternura, acercándose al pequeño y limpiando su naricita con suavidad y como había dicho Edward hace tiempo, a Ben no le gustaba que le tocaran la nariz, asi que solo se quejó con fuerza, frunciendo el cejo, para después volver a estornudar y la monjita retiró el pañuelo, con la naricita limpia de la criatura.

 

-¿Mi hermano?- Preguntó Alphonse acercándose un poco más a la cama para ver mejor al bebé que la monja cuidaba. Estaba contento que al fin la chica le contara algo sobre su hermano pero había algo más que lo tenía intrigado. - ¿Pero qué hace un bebé en una iglesia? ¿Dónde están sus padres?

 

-Fueron encerrados por el estado -soltó resentida, Ben abrió más sus ojos al ver a Al tan cerca y sin poder evitarlo empezó a llorar, lo había asustado. Celia le cargó en ese instante, mientras le arrullaba -Ya... pequeño... no te asustes.

Más Ben no hacia caso, como era frecuente desde que Edward no estaba.

 

Alphonse se encogió en hombros al ver lo que había provocado e inmediatamente dio tres pasos hacía atrás. -¿Por el estado? ¿Pero por qué motivo?- Preguntó la armadura denotando preocupación por el pequeño en brazos de la monja. -Dejaron a un niño huérfano que necesita de sus padres ahora más que nunca... Esto es injusto.

 

-Sí, es muy injusto -soltó sin dejar de ver a Ben y empezando a sentir algo más de confianza por el chico que junto a ella estaba -Por el simple echo de que él podía crear algo tan maravilloso como esto -soltó mientras acariciaba la mejilla de Ben con sus dedos, el pequeño ahora solo hacia pucheros.

 

-¿Él? ¿Te refieres al padre de Ben?- Preguntó Al algo confundido. Que él supiera, la mayoría de los hombres eran capaces de procrear... ¿Qué había de diferente en el padre de este bebé?

 

Celia asintió ante la pregunta -Le agarraron como si se tratara de un conejillo de indias....-sintió sus ojos arder y como varias lagrimas de agolpaban -¡Agarraron a Edward solo por traer a este pequeño a la vida! -soltó la chica, mientras sobrecogía al pequeño cerca de su pecho y empezaba a llorar, intentando ser fuerte.

 

-¿¡A-a mi hermano?!- Preguntó Alphonse realmente confundido. ¿Ben era hijo de su hermano mayor? ¿Ben era su sobrino...? ¿Pero quién era la madre del pequeño y por qué se habían llevado a Edward por ser el padre de ese bebé?

 

Celia no respondió, solo seguía llorando lo que no pudo durante este tiempo, cobijando al pequeño que ahora miraba atento a la armadura frente a él.

Estornudó con fuerza y bostezó casi enseguida, sintiendo sus ojitos pesados. Más Celia no atendía aquello, solo lloraba por la suerte de su amigo y del coronel.

 

-¿¡Pero que hizo mi hermano?! ¿¡Por qué el estado se lo ha llevado?!- Alphonse estaba totalmente confundido y con ambas manos empuñadas. -¡Tengo que hablar con el coronel Mustang! ¡Tiene que haber un error!

 

-Él no te va a poder ayudar...-susurró ahora intentando acomodar al pequeño que solo estaba de más en la conversación. Se paró de la cama y caminó hacia la ventana, mirando hacia las calles -Él también está en prisión... ya te lo había dicho...

 

-¿Eh...?- De verdad que cada vez Alphonse entendía menos. -Pero... ¿cómo?

 

-Te dije que los padres de Ben estaban en prisión... -encaró a Alphonse en ese momento -Roy Mustang y Edward Elric son los padres de Ben, niño tonto -soltó apretando los puños con fuerza, deduciendo que Al era un niño por su tono de voz -¿Qué es lo que se supone que no entiendes?....

 

Si Alphonse tuviera como, en aquel momento, estaría mostrando una cara llena de asombro interminable. ¿Que su hermano y el coronel eran los padres de Ben? ¿Acaso... aquello era posible si quiera en suceder? Sabía que su hermano sentía algo por Mustang pero...

-¿Se llevaron a mi hermano por el simple hecho de que podía crear vida como una mujer puede hacerlo?

 

Celia asintió secando sus lagrimas con su túnica blanca y miró las bolas brillantes que Al tenía por ojos -A ambos, el coronel intentó encubrirlo, pero todo se descubrió y ambos serán sentenciados y van a morir... no se que hacer para ayudarlos, si salgo... Ben se queda solo y ellos podrían encontrarle... Ed jamás me lo perdonaría, si dejo que le hagan daño a su pequeño... Edward se moriría...

 

Así se sentía el rubio que aprisionado en su mundo de dolor se encontraba. Ya no había llanto, solo un aspecto en el rostro de Edward que daba lástima...

Se encontraba aún en el suelo, sus ojos en la nada, su piel más pálida que nunca, sus cabellos sin brillo alguno... Estaba deshecho y sin ganas de vivir.

 

Tomó su mano fría entre las suyas, acariciándolas para que tuviera algo de calor, sus ojos negros estaban cansados y algo nublosos, pero intentaba ser fuerte, sus ganas de llorar todavía no se habían visto satisfechas, ya que tenía alguien a quien se le tenía que mostrar fortaleza.

-Acero...-susurró intentando llamar su atención -Tenemos que salir de aquí... los soldados no tardarán en bajar a llevarte... Acero...

 

-Odio mi cuerpo...- Susurró el rubio quien miraba a la nada y con un hilo de voz que se podía romper con cualquier movimiento. -Si tan solo no fuera un fenómeno, la vida inocente de nuestro bebé jamás hubiera sido cobrada...

 

Le dolió aquello, pensado en Ben... ese pequeñito que había logrado cargar y sentir en sus brazos, mirándolo con aquellos ojitos dorados que solo mostraban la más pura inocencia y ganas de vivir... no, podía creer que estuviera muerto... algo en su pecho, un cálido y agradable sentimiento le decía que Ben seguía vivo... que estaba bien... pero...

-Acero por favor, te necesito... para poder salir de aquí...  por favor.... Ponte en pie...

 

-Soy un estorbo...- Susurraba el rubio sin moverse ni un solo centímetro y mucho menos mostrando interés en su alrededor. -¿C-cómo vas a necesitar a alguien que muy y a duras penas se puede mantener de pie...?

 

-¡Dios! ¡Deja esa maldita actitud tan depresiva! -soltó enojado Roy, apartando su mano de la de Edward -¡Eres él único que puede secar este lugar con tu alquimia! ¡A mi también me duele, me quitaron a mi hijo! ¡Pero no estoy echado en el suelo sin ganas de vivir! -soltó Mustang viendo a Ed con algo de resentimiento -¡Al contrario, intento seguir en pie y vivir por Ben! ¡Tú deberías hacer lo mismo, Acero! ¡En vez de lamentarte la vida de un pequeño que por más lágrimas que derrames no va a regresar! -varias lagrimas se derramaron de los ojos de Roy, sintiendo como esa extraña esperanza se esfumaba de su pecho poco a poco.

 

Edward levantó su rostro un poco tras las palabras de Mustang y, al sentir como sus lágrimas ardientes le caían sobre la mano humana que el coronel sostenía, el alquimista notó como su ex coronel lloraba... lloraba por el bebé que ambos habían perdido... y que ambos amaron como lo más preciado en su vida.

Escuchar aquellas palabras salir de la boca de la persona que más quería le hacía realizar lo ciertas que eran y lo mucho que Roy le necesitaba en aquel momento, tal y como él al pelinegro.

Bajó el rostro por unos segundos y se intentó limpiar el rostro con la manga de su túnica pero más lágrimas se aproximaban en escapar. -¿E-está bien seguir adelante sin Ben...?

 

Levantó la mirada al ver los ojos de Edward y sonrió con cierta tristeza en su semblante, para después asentir a la pregunta del chico, era extraño... no sentía culpa por ello.

-Sí, Acero... está bien seguir... porque es lo que Ben hubiera querido ver... vamos... de pie -pidió animando al chico -Aquí estoy... para sostenerte... sin importar que pase...

 

El rubio bajó la mirada por varios segundos y, después, subió un poco sus manos esposadas al igual que su mirada hacia el coronel del otro lado de la celda. -Ayúdame a pararme...- Susurró ya que llevaba todo aquel día estando en el suelo y todavía había un ardor entre sus piernas que no le dejaba en paz, aún estaba débil...

 

Roy le miró y asintió casi enseguida, olvidando las lagrimas y mostrando determinación en su faz, agarró a Edward con cuidado de los brazos, siendo paciente al intentar ponerle en pie, era pesado por culpa de los implantes, pero nada que esas ganas de salir vivo y a salvo con Edward a su lado, no pudieran ignorar.

 

Ambos alquimistas se fueron parando, uno con ayuda del otro. Edward cerraba sus ojos con fuerza al sentir como, aquella molestia en su entrada, segundo con segundo crecía hasta hacerse insoportable al pararse.

Se mordía su labio inferior y hacía todo lo que le fuera posible por ignorarle. Sus nudillos se volvían pálidos al apretar sus puños pero... Roy estaba allí, tenía que ser fuerte y ayudarle a salir de allí...

 

Ya una vez de pie, Roy miró a todos lados, cuidado de que nadie les viera actuar, sin dejar de sostener a Edward le miró con seriedad, más un ligero brillo de calidez destellaba en aquella mirada oscura como el océano.

-Ahora, Acero...-susurró depositando toda su confianza en él, sabía que Edward no le defraudaría... jamás lo había echo, no tenía por que pasar ahora.

 

Asintió al verle y fue allí cuando Edward postró sus ojos sobre sus manos. Su muñeca humana se veía en verdad maltratada por la esposa que le sujetaba, sus dedos se veían tiesos y fríos pero... esa mano, y su implante, eran la llave para salir de aquel lugar con Roy...

Comenzó a hacer fuerza en unir ambas manos, aquellas esposas impidiéndole el paso pero Edward, siendo el terco que era, no se daría por vencido tan fácilmente.

 

Le dolía, si. Era un esfuerzo grande el que hacía... pero era un esfuerzo que, cuando logró juntar la punta de sus dos dedos medios, se vio gratificado con un destello brillante que brotó de ellos.

 

Roy seguía vigilando, más ese destello no pasó desapercibido y volteando, miró las manos de Edward, sintiéndose en verdad orgulloso.

 

‘Piensa en como las partículas de hidrógeno se transforman en oxigeno...', pensaba el rubio de los ojos cerrados al activar su alquimia y sintiendo como esta daba toques eléctricos en la puntas de sus dedos. ‘Piensa en como el ambiente pierde la humedad y siente como tus labios se resecan por ello...'

 

Roy miraba a Edward, deseando que se diera un poco de prisa, caminó hacia la reja que daba al pasillo y observó que nadie viniera.

Regresó hacia el alquimista.

 

Pero para cuando Roy había vuelto sus ojos al rubio, el goteo que siempre se escuchaba en aquel pasillo había desparecido al igual que la humedad, el lugar ahora estaba envuelto en la sequedad que con alquimia Edward había logrado formar...

 

Separó sus dedos medios y, luciendo cansado, miró al pelinegro a quien le sonrió algo batido pero un tanto orgulloso por su logro de aquella tarde...

 

-Listo...-

Anunció el rubio.

 

Roy tocó el suelo, agachándose en el proceso, sintiéndolo rugoso y seco, ni una sola gotera se escuchaba y los charcos estaban completamente secos.

-Buen trabajo, Acero -soltó con voz autoritaria y con una sonrisa de satisfacción y orgullo en sus palabras -Ahora aléjate -ordenó sin mirarle a los ojos y tocando con sus dedos el circulo tallado en el suelo. El ambiente empezaba a pesar por el calor que las paredes agarraban

 

Edward asintió y, sosteniéndose de la pared que estaba a un lado de su celda, se alejó lo más que esas rejas lograron dejarle.

Se mordió el labio inferior cuando su mente procesó lo que iba a pasar y fue allí cuando se atrevió a hablar.

-Ten cuidado... Roy...- Le pidió con la notoria preocupación en su faz.

 

El ex-coronel le miró por un momento y luego asintió con una sonrisa sincera en los labios, justo antes de tocar el circulo, con sus ojos puestos en aquel signo, tragó en seco... estaba de frente al circulo, si no pensaba rapido, podía dañarse él solo.

-Acero...-empezó Mustang, sin dejar de ver el signo.

 

El rubio lo miró atento al ser llamado. -¿Qué sucede...?- preguntó con ambas manos aferradas a aquellos barrotes oxidados de su celda.

 

-¿Te gustaría ir a comer después de esto? -preguntó alzando la mirada y sonriendo de un modo tierno -Como una cita, claro -soltó de modo coqueto, como siempre solía conquistar a todas las mujeres de central, más con Edward había cierto brillo de calidez y amor.

 

De las mejillas del alquimista de acero no tardó en salir un sonrojo carmesí por aquellas palabras del pelinegro, lucía sorprendido pero no tardó en sonreír y asentir ante aquella propuesta. - ¿Una cita?- Preguntó sonando alegre al decir aquello. -En... verdad que me gustaría...

 

Roy asintió ante la respuesta de Edward y después se puso serio, viendo el círculo de nueva cuenta - ¡Ahora! -ordenó y juntando sus manos hacia el suelo, el circulo brilló, emparejando cada uno de sus signos y un destello de color azul se expandió con fuerza por encima de Roy, después de aquello se logró causar una explosión enorme en toda la celda.

De color rojo y amarillo, un temblor fuerte y desde afuera del departamento de Central, se pudo ver como la parte trasera soltaba humo, tierra y fuego.

 

-¡¿Roy?!- Le llamó el rubio alarmado al no poder ver entre tanto humo y fuego. Tosía con fuerza y por ello refugió su rostro en su propio brazo mientras con sus ojos entre abiertos, y con lágrimas en cada esquina, buscaba al pelinegro que tanto lo traía preocupado. -¿¡R-Roy?!

 

Arriba, en el cuartel, todo estaba en tumulto, gritos desesperados, pasos corriendo con fuerza, miedo en las miradas, todo era un caos, las paredes y techos temblaban con fuerza, dejando caer piedritas y polvos, así como las paredes se agrietaban y partían.

-¡¿Qué demonios ha pasado?! -gritó Archer parándose de la silla que anteriormente le pertenecía a Mustang, vio como varios libros del enorme librero cayeron al suelo, así como objetos delicados que se rompieron. Frunció el cejo y salió de su oficina, viendo a todos lados.

-Esto es obra de ustedes, malditos alquimistas -gruñó entre dientes Archer, apretando sus puños con fuerza, no los dejaría escapar... los mataría el mismo de era necesario.

 

SAIGO NO KAJITSU: http://www.youtube.com/watch?v=WXGCc8gKsQg 

 

Notas finales:

El Universo Emocionado de SupaMame

¡PALO!

 ¡Gente! Seguimos actualizando, ahora un poco más aprisa, nuestra meta es terminar de publicar Bajo la Sombra de una Iglesia y VIH para antes de que sea noviembre. =DD y en cuanto a Trastornado, pues... en ese les espera una gran sorpresa. 

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