Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Adicto a Tus Besos por Katsuya_Kaiba

[Reviews - 18]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Fic de: Yatten Katsuya Kaiba

Idea original de: Yatten Katsuya Kaiba

Disclaimer: Los personajes de Slam Dunk no son míos… sino que pertenecen a Takehito Inoue y a sus respectivos socios… este es un trabajo hecho de fan para fans… sin fines de lucro…

Aviso: Esta Historia contiene género Yaoi… es decir relación Hombre x Hombre… si eres Homo fóbico / ca no sigas leyendo… no me haré responsable… estás avisado / a…

Dedicado: Todos los fic de Slam que escriba sobre esta pareja estarán dedicados en esencia a mi amiga de la infancia Anna Kyoyama.

Notas de Autor: Este fic lo escribo sola, sin la ayuda de Anna. No tiene nada que ver con el Fic la Misión, me demoraré más en actualizar, debido a que me meto en otro fic sin tener los otros listos, espero que este resulte más corto que La Misión. Tendrá los mismos personajes pero en otros papeles.

Nombre: Adicto a tus besos

Capítulo: 2 Pasado

Cerró la puerta de su departamento, aún era demasiado temprano, así que decidió marchar en bicicleta hacia sus clases, su compañero ya había salido rumbo al trabajo.

Había vuelto, aún no se hacía la idea, había vuelto de aquel lugar tan lejano como lo era América. Anduvo despacio por la playa de kanagawa, tiempo había pasado desde la última vez que había estado por esos lares, no se sorprendió al ver lo cambiada que estaban algunas cosas. Pasó para divisar su preparatoria, intentó ver algún rostro familiar, pero obviamente no reconoció a nadie, aunque a él si lo hicieron unos cuantos. Antes que los “mocosos” se acercasen para pedirle algún tipo de autógrafos comenzó a peladear largándose de ese lugar, reconociendo el tiempo que había pasado.

Aparcó la bicicleta en aquel lugar, junto a una roja que le llamó poderosamente la atención, ya que le recordaba el color de cabello de aquel que en antaño había sido su compañero de equipo. Sonrió recordando aquellos tiempos, habían sido tan buenos, pero como todo lo bueno debe terminar.

Caminó conociendo la nueva Universidad a la que se había inscrito sin saber por qué. Miente, él sabe por qué eligió esta y no otra de las tantas que ofrecían de sus servicios a pesar de sus antecedentes.

Suspiró mientras caminaba, recordaba todo lo que había sucedido, todos los hechos que habrían de desembocar en lo que era ahora.

Resultó ser que su primer año en la preparatoria no había estado nada de mal, junto a unos compañeros bastante prometedores, habían conseguido llegar a la final Nacional de baloncesto y ganar.

Durante ese tiempo había conocido a interesantes personas. Partiendo por el que por ese entonces era el capitán, El Gori, pensar que nunca se le quedó grabado el nombre de su capitán. Sonrió para sus adentros, si tan sólo él supiera que él también le llamaba Gori… lo más seguro era que le diera uno de esos golpes en la cabeza como se los daba a Sakuragi, a él lo dejó para el final. Después estaba Mitsui, un rival digno, pero con una lesión que le limitaba. Ryota, aquel que fue su capitán en segundo, había sido peor que el Gori. Kogure, o cuatro ojos, nada que decir de él, alguien bastante normal para ese grupo de especimenes que era ese equipo. Hanamichi Sakuragi… no evitó formar una sonrisa en su rostro…

Pero siguiendo, no solo conoció gente digna de competir en su equipo, sino, también, en otros del estado, Akira Sendoh, por ejemplo, había sido el adversario más difícil de vencer, bueno uno de los más difíciles, Hanagata… y así. Su mente recorrió todos y cada uno de los rostros que conoció a lo largo de ese primer año intenso.

Luego su mente se centró en una cabellera roja, en una piel bronceada y una risa estridente, sí, él había sido el mejor adversario de todos. Había comenzado como un principiante en el baloncesto y luego fue mejorando a medida que los partidos pasaban, manteniendo exhaustivos entrenamientos con aquel que estuviera dispuesto a ayudarle. Poco a poco había ido mostrando sus facultades y su presencia en el equipo le había ayudado a alcanzar el triunfo.

Lo había conocido el primer día de clases en la azotea de algún edificio del establecimiento. Le había llamado la atención, pero nada serio, recibió algunos golpes, algo que después se haría un poco común así como los insultos entre ellos dos. Sonrió al recordar como, cada vez que encestaba, le miraba y gritaba “Estúpido kistune” y refunfuñaba por lo bajo. Sí, desde un principio había obtenido su atención.

En segundo le sorprendió que se atreviera a seguir jugando a pesar de su lesión de su espalda.

-. Quita esa cara, zorro. No te será fácil deshacerte de este tensai, JAJAJAJA – le había gritado, cuando lo vio entrar al gimnasio el primer día de entrenamiento. A pesar que su relación ya no se basaba en los golpes, sino en una ligera complicidad en la cancha, los insultos no se habían ido de sus vocabularios, así que mientras él le siguiera diciendo “Kitsune” él le seguiría llamando “Do’aho”.

Tuvieron muchos partidos y bastantes Uno a Uno, donde cada vez se le hacía más difícil vencer a ese mono pelirrojo, que con tan sólo una sonrisa, una mirada o una mano en su hombro, lograba perturbarlo y/o sonrojarlo.

Más una tarde su sorpresa fue mayor al verlo entrar cabizbajo, sin su bolso de deportes, y aún con su uniforme puesto. Desde una esquina llamó a Ryota quien ya había comenzado el entrenamiento y los tenía corriendo de un lado a otro por todo el gimnasio. Miyagi se había encaminado hacia él con todas las intenciones de reprocharlo, pero al ver ese semblante se detuvo para escuchar comprensivamente lo que le iba a decir el pelirrojo. El capitán volvió con una cara de derrota y con pesar anunció que Hanamichi Sakuragi, el rey de los rebotes, dejaba el equipo por problemas personales. Se había enojado, o sí que lo había hecho, necesitaba respuestas ¿qué tan graves eran aquellos problemas personales que no le dejaban entrenar? Sin querer estaba preocupado.

Un día, le habían echado del salón por haberse quedado dormido y había decidido irse a la azotea a pasar la hora, ahí fue cuando lo vio y comprendió que sentía algo por él. Lo hizo al verlo ahí, afirmado contra la baranda mirando el cielo con los rayos de luz bañando su bronceada piel. Él, sin querer había cerrado la puerta con demasiada fuerza, sacando de sus cavilaciones al chico.

-. Kitsune… - dijo este en un susurro, volteando a verlo.

-. Hn…- pasó de él y se dirigió al otro extremo, pero al pasar a su lado no pudo dejar de preguntar y pensar que tal vez esta sería una gran oportunidad para preguntarle el por qué de todo su actuar. Le tomó el brazo en un agarre seguro, pero no fuerte, obligándole a verle a los ojos. - ¿por qué… por qué has dejado el equipo? – le preguntó en un susurro no acostumbrado a escuchar su voz.

-. Ah...? – el pelirrojo parecía descolocado, esperaba cualquier cosa, menos esa pregunta – pues… - decidió contarle la verdad – es mi madre… ella… ella está – las lágrimas cubrieron sus ojos, Rukawa quiso abrazarlo, mas no lo hizo – está enferma… y debo trabajar para pagar el tratamiento

-. Y tu padre? – preguntó, aunque supo de inmediato que no había sido buena idea.

-. Murió hace ya unos años… - respondió en un susurro. Kaede supo que era mejor dejar el interrogatorio, aquella respuesta le había golpeado bajo. Así que el monito tenía sólo a su madre, por que, supuso, que no habrían más hermanos. Sin más se dirigió hacia un rincón, pero eso no le evitó escuchar los sollozos de del pelirrojo.

Nunca más se encontró con Hanamichi, ni en la azotea, ni en el gimnasio, sólo lo veía un par de segundos en los pasillos cuando él salía a toda prisa para ir a su trabajo de medio tiempo.

Rukawa volvió a sus entrenamientos de antaño, era el primero en llegar y el último en irse, pocos escuchaban su voz en los entrenamientos, se podría decir que sólo Ayazo y Miyagi tenían esa fortuna, y en los partidos nadie le escuchaba, como no había pelirrojo que le sacara de quicio, ni Nobunaga Kiyota, quien tenía una personalidad tan parecida a la de Hanamichi, pudo sacarle un insulto cuando jugaban contra el Kainan.

Pasó un año en esa situación, él había sido llamado definitivamente a la selección de baloncesto juvenil y repartía su tiempo entre entrenar con los de Shohoku y con los de la selección, fue complicado al principio acostumbrase a la voz de mando del primer equipo, ya que, por obviedad, Miyagi le había elegido a él para ser su sucesor, el sucesor del sucesor de Akagi.

Un día, iba saliendo de los vestidores del gimnasio cuando se encontró con que Sakuragi estaba en él, observando detenidamente a la nada. Se le veía más alto, delgado, más pálido, con ojeras bajo sus castaños ojos, con la mirada triste y lágrimas surcando su rostro. Algo iba mal…

-. Do’aho…? – él le miró y más lágrimas salieron de sus ojos – Qué sucede? – el pelirrojo avanzó un paso hacia él, luego sin Rukawa saber, salió corriendo del gimnasio, dejándole solo con una gran preocupación. Hasta ese día se reprocha el no haberle seguido, pues desde ese momento nunca más vio al pelirrojo.

Cuando él estaba terminando el entrenamiento, momentos después, fue que se enteró del por qué de las lágrimas de do’aho.

-. Rukawa – le había hablado, después de bastante tiempo la chiquilla esa que ahora ocupaba el papel de ayako – Rukawa-san, irás mañana al funeral? – el moreno sólo se dignó a levantar una ceja en señal de no entender – ayer falleció la madre de Hanamichi – odió que ella lo llamase por su nombre, pero más aún, odió esa noticia -, irás? Es en la tarde, creo que

-. No puedo ir – dijo y se marchó dejándola sola. Se frustró, realmente quería acompañar a su Do’aho en aquellos momentos difíciles, él sabía lo que era perder a una familia, si no tuviera partido con la selección… aunque pensándolo bien, cómo explicaría su presencia en ese lugar, en esa ceremonia tan íntima? Deseaba ir, pero ese partido se lo impedía.

Aquel juego había sido el peor de todos los que había jugado hasta ese momento, simplemente su mente no estaba en el juego, estaba en otro lugar, casi al otro lugar de la ciudad, donde se hallaba el cementerio, acompañando, aunque sea mentalmente, a su pelirrojo.

Después nunca más vio a Sakuragi, llegó a pensar que se había retirado de clases definitivamente, pero algunos comentarios que mantenía la chiquilla esa con el amigo de Hana sabía que no.

Luego, al terminar la preparatoria había obtenido la beca para viajar a los Estados Unidos y formar parte de un equipo pequeño, pero que con su ayuda se había hecho muy famoso.

Ahí había conocido a Matthew Black, el doctor del equipo, trataba todo tipo de lesiones, dentro y fuera de la cancha. Un buen doctor, un buen amigo, lo sabía por que algo en él le hacía confiar, era con él con quien más hablaba, además había sido el único en tenerle paciencia en el idioma e intentar descifrar lo que decía, sin contar que el rubio médico entendía algo de su primer idioma.

Mathew Black, de unos veintiocho años era alto, bueno, tan alto como él, rubio casi platinado y ojos azules, el típico estereotipo de los Americanos

-. Inglés, chiquillo, soy inglés, no me mezcles con estos. – le había dicho cuando el moreno le había conocido después de tener una lesión en el tobillo al caer mal luego de una canasta.

Tenía buen humor, pero era centrado, y sin saber cómo siempre sabía qué pasaba por su cabeza, pero unos meses después de haber llegado se anduvieron.

-. Aléjate de Griffith – le había aconsejado el rubio, pero él ni caso le hizo. Así comenzaron sus desgracias.

Una noche en un bar, Griffith, que jugaba, irónicamente, como el número diez del equipo le había invitado una cerveza en el bar, allí unos amigos de su compañero le dieron a probar un polvo blanco y cayó en el vicio.

Cocaína, marihuana, éxtasis, coca (he de decir que es diferente a la cocaína), crack, hachís. Polvo, pastillas, inyecciones, como fuera necesitaba alguna en su organismo, para “ahogar” las penas, se decía, es que la tensión de ser siempre el mejor, su amor frustrado/no confesado a su pelirrojo, el de dar el mejor espectáculo en la cancha, el dolor de sus lesiones, todo junto más el sentirse solo, eran mucha presión para él.

Pronto comenzó a gastar todo su dinero para conseguir más y más, todos sus ahorros iban a ese destino, sus notas empezaron a bajar y presionado con eso, pues podía perder su beca, comenzó a consumir más. Su rendimiento en la cancha comenzó a disminuir y no tardaron mucho en reemplazarlo mandándolo directamente a la banca. Ahora no siendo titular comenzó a ganar mucho menos por partido, su sueldo ya no le duraba ni el mes y la droga no más de una semana.

Había perdido el norte.

No tardó en comenzar a venderse en los bares que frecuentaba para obtener un poco más de esa “medicina milagrosa” que le hacía olvidarse de todos sus problemas. Un beso, una mamada, un polvo, que gimiera, que se masturbase, que gritara por más, que de uno, que de a dos, que en el baño, que en el estacionamiento, que en la pista de baile. Todo tipo de humillaciones que se puedan imaginar, él lo hacía para conseguir un par de gramos esa noche. No le importaba más, ni las enfermedades, ni su dignidad, ni sus estudios, ni el baloncesto. Nada.

Finalmente lo echaron del equipo, perdió la beca y no tenía dónde llegar, intentó rehabilitarse por sí, pero no pudo, no duró ni medio día cuando comenzó de nuevo.

Una noche estaba pagando por medio gramo de coca, cuando en el baño interrumpe un agitado Matt, lo que vio le dejó paralizado unos momentos. Ahí estaba frente suyo, Kaede Rukawa de cuatro patas en el asqueroso piso lleno de semen y sangre que suponía era del moreno, siendo penetrado por un viejo de más edad que el médico, y haciéndole una mamada a un chico que le sostenía de los cabellos y entraba con fuerza bruta en su boca. Black no esperó a que ellos terminaran para interrumpir, de unos dos golpes dejó inconscientes a aquellos y se dedicó a cargar a Rukawa a su auto y luego a su departamento, donde le revisó y mantuvo hasta que estuvo sobrio.

Cuando despertó se sentía desorientado, no reconocía el lugar donde estaba, le faltó tiempo para enterarse que estaba en una clínica de rehabilitación. Quiso huir, pero no pudo, intento de todos modos, saliendo de los terrenos, escapando de las reuniones, intentando el suicidio, pero afortunadamente no lo logró, o Matt nunca lo dejó cumplir su cometido. Sólo quería un poco de tranquilidad! Y ese maldito polvo se lo daba, nadie entendía eso?

Estuvo cinco meses en esa clínica donde Matt trabajaba, se contaron casi todo lo uno de lo otro, así se enteró que su rubio amigo nunca quiso ser médico, siempre soñó con hacer lo que más le gustaba, el arte, cantar, pintar, escribir, bailar, cualquier tipo de arte, pero que sus padres estrictos nunca lo dejaron, así que era medicina o leyes, tiempo después había cambiado Medicina por traumatología.

-. Es de la rama de la salud, así que mis padres no tenían derecho a alegar – le dijo una noche.

Así mismo, Black se enteró de la vida del joven Rukawa, y del secreto amor que este sintió y sentía hacia un mono pelirrojo, pero que nunca fue capaz de declararse, ya que, supuestamente, este estaba con la hermana del capitan del equipo de baloncesto cuando ellos estaban en primero.

Un día llegó el rubio con una gran sonrisa.

-. Nos vamos a Japón! – gritó alegre, sin darse cuenta cómo palidecía su zorruno amigo.

-. Cómo…

-. Conseguí tu traslado a la universidad que quieras en tu país natal. Se nota que te quieren, algunas han ofrecido unas becas increíbles, me das envidia muchacho.

-. Hn… y tú qué harás allá?

-. Conseguí que me intercambiaran en el trabajo, ya sabes. Trabajaré en la clínica de kanagawa, no te parece fabuloso? – le preguntó con una sonrisa

-. Kana… gawa…

-. Anímate muchacho. Arregla tus cosas, irás a mi casa este último mes y arreglaremos todo, vale? – sin esperar respuesta se marchó.

Rukawa estaba sorpresivamente shockeado, volver a Japón, volver a Kanagawa donde estaba Hanamichi, sonrió, por primera vez en años sonrió, una nueva oportunidad se le estaba presentando y no la desaprovecharía, esta vez no.

Al mes siguiente estaba subiendo al avión que le regresaría a casa, volvía con la cabeza gacha ya que no había cumplido su sueño, por idiotez propia, de entrar a la NBA, pero una alegre sonrisa plasmada en su rostro.

Había postulado a la universidad de Kanagawa en la carrera de traducción y le habían aceptado. Además por lo que pudo averiguar, Hanamichi estudiaba en la misma universidad, en el mismo sector del campus que él iba a hacerlo.

Dejó de recordar cuando se vio en el jardín del edificio de periodismo, alzó la vista para admirar la arquitectura, y no pudo ver lo que creía, junto a la ventana estaba… su corazón se aceleró, oh! No podía ser… estaba realmente ahí, su cabellera roja estaba corta, como cuando iban a las nacionales. Se veía tan tierno tomando atención a clases anotando las cosas importantes que decía el profesor…

Su estómago rugió de hambre, pero a él no le importó, estaría toda el tiempo del mundo viendo aquel rostro, pero volvió a rugir. Sin más que hacer decidió ir a la cafetería a comer algo, al día siguiente empezaría las clases.

Buscó la cafetería y no fue difícil encontrarla, lo que sí lo fue, fue saber dónde estaban las bandejas, así que sin más remedio fue a la barra y se acercó a la cocinera, esta era robusta con expresiones duras, pero enternecidas.

-. Disculpe… -habló, sintió delicioso el volver hablar en japonés, en el departamento que compartía con Matt sólo hablaban inglés, para su contradicción.

-. Dime, cariño – habló ella con voz bonachona.

-. Dónde están las bandejas…? – preguntó algo sonrojado.

-. Detrás de ti, cariño – mm aquel tonito se le hacía molesto, además ese cariño.

-. Gracias. – se dirigió a ellas y nuevamente se acercó a la barra. – qué es lo que tienen?

-. Nuevo, verdad? – Preguntó, pero no recibió respuesta – Soy Tomoe, pero puedes decirme mamá, como muchos de acá lo hacen

-. Hn… - sin más pagó su comida y se fue a sentar, cuando terminó dejó todo como debía ser y salió, sin saber que en cinco minutos más entraría aquel que era dueño de sus sueños.

Dejó todo en orden para ingresar al otro día a las clases, llevaba medio año perdido, pero no importaba, harían una excepción con él, siempre y cuando jugara en el equipo de baloncesto de la universidad, no le importó aceptar, más ahora que sabía que Sakuragi estudiaba ahí.

Estaba pensando en él cuando le vio caminar en su dirección, venía distraído, quizás pensando en la inmortalidad del cangrejo, sonrió. No se había dado cuenta que iba a chocar con él, se iba a apartar, pero se dio cuenta que sería una buena oportunidad para comenzar a relacionarse con él, aunque no fuera de la mejor manera. Pensando fue que lo pillo el pelirrojo logrando botarlo.

-. Disculpe, déjeme ayudarle – aún no se daba cuenta de quién estaba frente suyo, así no aguantando más le haría saber.

-. Do’aho – oh… cuánto tiempo sin decirle así, aunque su voz había sonado mucho más cariñosa de lo que había previsto.

-. Kitsune…? – le preguntó al verle al fin, había palidecido, como si hubiese visto un fantasma – que… pero… que, cómo… que… - se estaba enredando solo, no pudo evitar dar una sonrisa que el pelirrojo nunca vio – Qué haces tu aquí?! – preguntó al fin en un semi grito.

-. Estudio aquí, do’aho – se sentía bien poder insultarlo de nuevo.

-. Y qué carrera? – esa pregunta le había tomado desprevenido, sí, algunas veces su pelirrojo podía ser un poco lento.

-. Traducción…

-. Pero tu no estabas en América?!

-. No puedo estar en dos lugares al mismo tiempo

-. Ah!! Has dicho más de cinco palabras!! Temblará, es el fin del mundo!! – Kaede no pudo evitar rodar los ojos. En ese momento se escuchan las campanas que avisaban la hora – ah!! Estoy tarde y cerrarán el mercado – sacó la bicicleta roja, sí esa que le había llamado poderosamente la atención, refunfuñando algo de que le iban a retar – nos veremos, kitsune!! – sin más se largó.

-. Tenlo asegurado, Hanamichi, nos veremos. – con una sonrisa sacó su bici y se largó a su piso, sin ver que cierta pelinaranja había observado toda la escena.

-. Y ese quién es? – se preguntó antes de sonreír, sería muy divertido averiguar qué relación tenía con su amigo.

CONTINUARA

Notas finales:

Gracias anna por ayudarme a elegir qué carrera estudia Kae XDDD y por las sugerencias pa la enfermedad de la madre de Hana XDDD

SI QUEDAN DUDAS O VEN QUE ALGO ESTA INCOMPLETO NO SE PREOCUPEN, SERÁ EXPLICADO MAS ADELANTE, EN OTROS CAPITULOS

INICIADO: Lunes 19 de Noviembre, 2007. 15.47

FINALIZADO: Lunes 19 de Noviembre del 2007, 21.39


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).